El Otro Rostro de la Vida... Cap. 11º

Cuando menos se lo espera la situación se le sale de las manos a Jahíro… y aunque quiera negarlo es algo inevitable… y por más intente remediarlo las cosas se complican a cada día que pase… y cuando menos se lo espere su vida tomara un nuevo rumbo en… El Otro Rostro de la Vida

Chicos por que para mí lo prometido es deuda… aquí está el 11º Capítulo disfrútenlo…

Lando S. M

El Otro Rostro de la Vida

Una existencia desde una perspectiva diferente…

Capítulo 11º

Ante las altaneras de palabras Daniel, nos quedamos petrificados, mudos de la sorpresa cuando entro sorpresivamente al interior de los baños.

De alguna manera disimulada le hice señas a Armando para que no ejecutara movimiento alguno y es cualquiera que diéramos por mínimo que llegara  a ser, podía ser en falso y delatarnos al momento; así que se quedo quieto como piedra, sin mostrar amago alguno de que iba a ejecutar algún movimiento y sin el menor aviso solté un fuerte golpe contra su marcado abdomen; al momento  su cuerpo se curvo y su boca imploró un poco de aíre y sin decir más me aleje, para detenerme a nos cuantos pasos de él.

-Ja, gane…- dije sonriendo mientras miraba que me había pasado de la cuenta,  con mi fuerza.

-Por ahora Jahiro…-dijo entrecortadamente, con el rostro sonrojado a causa de la falta de aíre, pero como pudo siguió el juego, magistralmente, con la única esperanza de que no fuéramos descubiertos, por Daniel que miraba absorto la escena que se desarrollaba frente a él.

Sin más le di la espalda, con el tormento de verlo ahí encorvado a causa del golpe, para luego colocarme a unos cuantos pasos de Daniel, que no me quitaba la vista de encima.

Sostuvimos la mirada por unos cuantos minutos, tratando que flaqueara la suya, para que sumisa cayera rendida ante la mía,  pero después de una larga batalla acepte que no iba ser tarea fácil, así que antes de que fuera la mía la que perdiera, hablé:

-Y tú, Daniel si no te llaman… no te metas en lo que no te incumbe. ¿Te queda claro?-dije maleducadamente. Al tiempo que sus ojos despedían una ira contenida, que ya no podía soportar, de ninguna manera pero como pudo lo hizo.

A mis espaldas pese al dolor y a la falta de aire Armando soltó una carcajada que no se molesto  en disimular y que me contagio al instante, para luego arrancarme unas cuantas efímeras risas que no fueron del agrado de Daniel, quien apretó los puños tratando de no explotar como bien sabía que lo podía hacer.

Con la esperanza de que Daniel se hubiese tragado nuestra actuación, me despedí sin siquiera intentar borrar la sonrisa burlona que traía en la cara.

-Chicos, fue un placer estar con ustedes, pero el deber me llama- dicho esto salí de aquel lugar, sin antes dirigirle un mirada disimulada a Armando que ya se recuperaba del golpe dado y que respondió con una de esa bellas sonrisas que tanto amaba de él.


La antipatía que se suscito entre Daniel y Armando, no sorprendió a nadie mucho menos a mí, ya que era algo  que me esperaba de ante mano. Y es que tal situación no era para menos, por su lado Armando era un sencillo y humilde joven, amoroso, entregado al amor y a la vida, que pese a poseer una acaudala fortuna su soberbia y egoísmo no se habían disparado por las nubes, caso  totalmente contrario a lo que  operaba en Daniel, que era un prepotente y altanero joven, creído que merecía todo cuanto desea.  Situación agravada más aun cuando Armando sabía de primera mano que era una persona quien me había causado un enorme daño en el pasado y a quien estaba dispuesto a olvidar de cualquier forma que me fuese posible.

El incidente de los baños no paso a mayores o al menos eso quisimos creer, pero si nos dejo una enorme lección para más adelante, cuando decidiéramos llevar acabo ese tipo de jueguitos en algún lugar público o donde pudiésemos ser descubiertos por algún conocido que nos ubicara perfectamente.

Dicho incidente no provoco más que un leve susto en Armando y yo, el que decidimos dejar a tras, con una salida nocturna, aquella misma noche. Así que en cuanto salí del gimnasio, me fui directamente a mi hogar, para preparar mi salida o alguna excusa que me ayudara escapar de casa. Por suerte Maite no estaba así que me subí rápidamente a mi habitación a cambiarme de ropa y a guardar mi pequeña mochila que traía en hombros.

Feliz de que hoy vería a Armando otra vez, me apure y es que mi corazón imploraba que no me retrasara un instante si quiera, por que un minuto a su lado valía oro, por lo que no podía permitirme el lujo de desperdiciar.

Listo, baje las escaleras corriendo, faltando un par de escalones salte como siempre lo hacia, hasta que me coloque en el espejo que estaba bajo el perchero, di la vuelta. No muy convencido de mi aspecto intente regresarme a cambiar algún detalle que no sabía cual era y que no me convencía totalmente. Pero el reloj de la sala me indico que si así lo hacia me retrasaría considerablemente, así que sin más que hacer salí de casa rumbo a mi destino, no sin antes de dejarle una pequeña nota a mamá.

Fuera camine un par de cuadras al  sur, rumbo a nuestro punto de encuentro, cuando me faltaban algunos metros, lejos, las luce de un despampanante automóvil rompieron el manto de la noche, hasta que se coloco  bajo el enorme nogal, para esperarme.

Camine rápidamente hasta que llegue a un costado de éste y sin esperar un minuto más tire de la manija, jale la puerta y me adentre al interior de aquel calido automóvil, donde en el interior estaba impregnado de una embriagadora fragancia que retuve por unos momentos en mis pulmones.

-¿Y a dónde nos dirigimos?- inquirió Armando  feliz de la vida, demostrándome que el golpe estaba perdonado.

Volví mi rostro al suyo donde estaba grabada una alegría inusitada.

-A las estrellas…-  murmuré y sin más en mi rostro se esbozó una sutil sonrisa que no disimule ni un instante siquiera…


Mis absurdos intentos por evadir a Cathy al principio de todo habían dado resultados esplendidos, pero conforme transcurrían los días, cada excusa era más inverosímil y más ilógica que nunca, hasta que llego un punto en donde ya no había nada que decir, ni nada para poner de pretexto para no salir. Lo que vino  a complicar las cosas en demasía, orillándome a un callejón sin salida donde quede atrapado sin una posible salida.

Cathy llevaba poco más de una semana insistiendo que saliéramos, ya que llevábamos mucho tiempo sin vernos y sin platicar un instante, vaya ni  siquiera para un saludo, lo que resultaba casi imposible ya que nunca nuestra amistad había pasado por una racha así; algo que ya tenía en cuenta, pero que había preferido pasar por alto; y es que el sólo hecho de saber que tenía que mirarla a los ojos, que tenía que oír como relataba cada maravilloso momento que pasaba  al lado de Armando y las esplendidas noches que gozaba con él, me provocaban un largo e interminable escalofrió que me recorría desde la nuca hasta la punta de los pies y sin lugar a dudas me provocaba una minúscula  pizca de celos en mi corazón, algo que era inevitable pese a que ella fuera mi mejor amiga y la novia de Armando, por que aquí es donde comprobé con hechos y no con palabras que el amor cambia a las personas.

Y así las cosas siguieron por poco más de dos semanas hasta que llego el día en que no pude negarme y seguir dando largas al asunto y eso gracias a la maravillosa colaboración de Maite que fue quien contesto el teléfono y no se apartó de la sala un instante siquiera, por lo que no me quedo más remedio que aceptar al fin la insistente petición de Cathy, no sin antes de dejarle en claro que sólo sería una breve salida entre nosotros dos, lo que no le agrado mucho pero que a final de cuentas aceptó, sin poner pero alguno. Por lo que quedamos  que nuestro tan indeseable viaje  consistiría en ir a ver una sosa película que tanto le habían recomendado, después pasaríamos  a cenar lo que encontráramos en la plaza  y sin más regresaríamos a Villa Florencia lo que deseaba realmente que ya pasara.

Así que aquella tarde esperaba su mensaje que me dijera que ya estaba lista para salir rumbo a San Marcos.

Maite se había mostrado indiferente ante mi repentino viaje algo que me desconcertó, haciéndome dudar unos minutos de si debía o no asistir y es que los últimos días había estado alerta a cada uno de mis movimientos así como de mis salidas, preguntándome hasta el cansancio que con quién y a dónde iría, pero esta vez se limitó a desearme un buen viaje y nada más.

Mamá había salido desde temprano a trabajar y no volvía hasta ya entrada la noche lo que me otorgo un tiempo considerable de sopesar a fondo el por qué de su actitud. En el largo transcurso que tuve desde la comida hasta la hora que habíamos pactado con Catherine, llegué a la conclusión de que Maite no había formulado pregunta alguna debido a que esta vez sabía con quien salía y a donde lo hacia, por lo cual no debía preocuparse. Tranquilo ante mi razonamiento encendí el televisor y antes de que comenzara con la manía de cambiar de canal a cada dos segundos mi móvil vibro sobre la mesa de la sala. Me estire y mire el remitente: Cathy.

El sólo verlo me hizo ilusionar que nuestro viaje se cancelaría a última hora, pero cuando leí el texto toda ilusión se esfumo, sin más.

Cambio de planes, Jahiro.

Nos vemos en la plaza, misma hora, mismo lugar…

Besos…

Cathy

Después arroje el teléfono contra el sillón, para llevarme las manos a la cara tratando de que la frustración se esfumara o por lo menos que menguara pero fue inevitable, ya estaba ahí lista para quedarse. Sin más tiempo que perder me levante, apague el televisor y la luz de la sala y salí, para dirigirme a la prueba de mi vida, a la mayor de todas. Mientras en mis entrañas sentía un revoloteo que no ayudo en nada, fiel signo de que estaba nervioso….

En poco menos de medía hora estuve en el estacionamiento del centro comercial de San Marcos. Conciente de que aún no llegaba Cathy, eche el asiento para a tras y encendí el estéreo y deje que la música invadiera mis adentros, deje que mitigara mi dolores y que aplacara a la culpa la cual pronto estaría a flor de piel.

Shot in the dark… el nuevo sencillo de mi grupo favorito Within Temptation . Subí el volumen a una altura considerable y seguí el coro, entre murmullos, que escasamente escapaban de mis labios.

Pocos segundos después que la canción finalizo, mi móvil pitó clamando mi atención. Sin siquiera ver quien era y a sabiendas de que ya esperaba el mensaje de texto apague el estéreo, acomode el asiento y me baje del automóvil en dirección del interior del centro comercial.

Dentro había una infinidad de personas que andaban de lado a lado, entre gritos y exclamaciones, intente buscar a Cathy entre el barullo de gente pero no la encontré. Y de pronto mi mundo se oscureció cuando dos frágiles manos se posaron sobre mis ojos. Sonreí con nerviosismo ante la ocurrencia  de mi buena amiga. Y antes de que decir palabra alguna me murmuro al oído.

-Jahiro, sé que te prometí que este viaje sería sólo para nosotros dos, pero fue inevitable lo que paso, espero no te moleste.- Y sin más quito sus pequeñas manos de mi rostro, y sin esperar un segundo más me volví para ver el por qué de sus palabras y sin buscar más razón, ahí estaban el motivo de ellas: dos personas plantadas a espaldas de Cathy: Armando y Daniel. Nos miraban fijamente. Armando tenía cara de pocos amigos, que se notaba a leguas de distancia pese a que trataba de disimularla y Daniel ignoraba olímpicamente a su compañero, mientras cruzaba los brazos y esbozaba esa sonrisa de suficiencia tan peculiar y odiosa que tenía.

La molestia que sentía salio a flote al instante, pero trate de disimularla lo mejor que pude murmurando un sencillo:

-No hay problema, Cathy…- mientras mi buena amiga componía un gesto de felicidad en su terso rostro- En verdad no fue mi intención,- se disculpo- Daniel llego a casa justo cuando iba de salida y bueno Armando un poco después así que me fue inevitable no invitarlos. En verdad lo siento tanto…

-No hay problema, en verdad- dije sin más- Sé que hay situaciones que son inevitables, y creo que ésta es una de ellas, Catherine, ¿no es así?- inquirí posando mi mirada en los hombres que nos miraban concentradamente. Me limite a dirigirles un educado ¡Hola!, para que el resto de la noche no volviese a dirigirles la palabra.

Sin dar tiempo de algo más les di la espalda y miré los altos carteles que colgaba de la pared de que aquel lugar.

Decidí por una película de terror, con la firme intención de que Cathy ni Armando se pusieran de amorosos en plena sala de cine y frente a mí, situación que estaba seguro no soportar y para no darle la entrada a que Daniel hiciera lo mismo conmigo o por lo menos que lo pretendiera hacer. Y es que aún a la situación en la que tanto Armando y yo nos encontrábamos; él estando con Cathy, como novios y lo que todo implicaba le guardaba un enorme respeto.

Sin nadie que pusiera un pero a mi elección nos dirigimos a centro botadero del lugar Cathy pidió una infinidad de golosinas: palomitas, refrescos, nachos y demás, abastecida de un buen cargamento de comida chatarra nos dirigimos a la sala que indicaban lo boletos.

La película resulto un verdadero asco por lo que algunos momentos estuve tentado en salirme de la sala e ir a disfrutar de algo más dentro de la plaza para no sentirme que estaba perdiendo el tiempo sin remedio. Pero supe y pude aguantar la situación, agravada por la sola presencia de Daniel a mi lado y a las miradas inquisitivas que Armando me dirigí a cada unos de los intentos que hacía Daniel por rozar mi mano con la suya. La situación se volvió  más bochornosa cuando Cathy volvió su rostro al mío y posó su mano en mi rostro clara muestra que estaba inmensamente agradecida de le que hubiese acompañado a aquella noche. Y fue ahí donde no pude más y me levante, de un salto para dirigirme a los sanitarios de aquel lugar, sin siquiera mirar que por la enorme pantalla ya cruzaban los créditos de la película.

Empujé la puerta de los sanitarios con extrema fuerza a tal grado que me retacho contra la cara. En un acto reflejo alcance a detenerla, volviéndome a la realidad y recordándome que el que se enoja pierde.

Me acerque a los pulcros lavamanos donde me recargué. Alcé el rostro y miré mi patético reflejo, intente borrarlo, pero los recuerdos de la última vez que así lo hice me detuvieron. Sin más por hacer acune las manos bajo las llaves de paso  y las llene de aquel líquido frío y las lleve a mi rostro que estaba encendido. Deje que el agua hiciera lo suyo y me devolviera a la vida, repetí la operación tres ocasiones hasta que por fin sentí como aquella furia contenida comenzaba a aplacarse. Listo tomé una porción considerable de papel y limpie mi rostro.

Después de haber recuperado el aplomo perdido, me dirigí al baño, no sin antes de echar un último vistazo a mi cara, y es que en verdad me desagradable esa mueca horrible que se dibuja en mi rostro cada que las cosas estaban a punto de salirse de mis manos, y sólo para comprobar que ya no estaba ahí, o al menos tan perceptivamente como lo estaba hace sólo unos instantes.

Justo cuando iba a salir de los sanitarios hizo acto de presencia Daniel, que se colocó en la entrada, obstruyéndome el paso, signo de que deseaba hablar conmigo.

Intente esquivarle pero sus manos me detuvieron en mi fallido intento. Compuse la peor cara de fastidio que tenía guardad en mi repertorio y se la mostré. Pero ni ello le hizo flaquear y continuo insistiendo.

-¿Pareces molesto? ¿O me equivoco?- preguntó deseoso de escuchar un rotundo no de mí parte.

-Si, ¿qué? ¿No se nota?- contesté con el mayor sarcasmo que pude en la voz- Y adivina el motivo de ello- seguí secamente, sin signo aparente de que le molestaran  mis palabras.

-Jahiro dejémonos de absurdas actitudes y hablemos, ¿te parece?- propuso seriamente y su apacible rostro denoto todo lo que traía contenido hasta que me hizo estallar sin importarme que me pudieran oír.

-¡Va, me parece perfecto, empecemos!- dije desafiantemente, mirándolo con el ímpetu contenido y soltándome de sus brazos que al principio no querían pero mi fuerza se impuso y logro su manumisión.- ¿Qué quieres?, ¿qué buscas?, ¿en verdad no fueron sinceras, ni claras mis palabras de la otra vez?, ¿o de que manera quieres que te lo haga entender?, ¿sino es con actitudes, entonces cómo?

-Quiero una oportunidad para demostrarte que no fue mi culpa, que no estuvo en mis manos aquella situación de la cual ha surgido todo esto…- pidió de la mejor manera posible- Deja que te lo demuestre., deja que te demuestra de nueva cuenta mi amor por ti. Sé que muy en el fondo aún sientes algo por mí, lo veo en tus ojos, lo  siento en tu cuerpo…- continuó acercándose a mí, lentamente hasta que por fin logro su cometido y me tuvo acorralado: topé con la pared de uno de los cubículos y su manos se colocaron a mis costados para no dejarme salida y su boca se acerco a la mía hasta el grado que sentí su feroz aliento restregarse contra mi cara.

Intente hablar, decir palabra alguna, pero en parte sí era cierto lo que decía; aun había algo, muy en el fondo de mi corazón que sentía por él, algo muy minúsculos pero capaz de hacerme perder la razón, ahora lo comprobaba.-  En tu misma actitud está presente, si no te importara realmente no estarías así, me ignorarías y no tratarías de demostrarme un desprecio, que ambos sabes que no sientes en lo más mínimo, siempre fuiste así, en cualquier cosa tu coraza que te protege iba primero antes de que te dañasen…

Le miré a sus ojos, con odio, con rencor… ¡Y  es que como era posible que pudiera decir todo aquello!, ¿No  tenía un poco de vergüenza?

Pero antes de que le irrumpiera con gritos continuó con su certero ataque que ya comenzaba sembrar la duda en mi subconsciente, donde ya echaba raíces a profundidad.

-¿Di que no es mentira?, ¿dime que no me equivoco? Confirma mis palabras y no se diga más…- murmuró mientras sus delgados labios se acercaban a los míos que temblaban sin razón y para culminar su ataque tomó mi mano derecha y la llevo a sobre su pecho de acero, para después bajarla lentamente hasta que la colocó sobre su entrepierna que parecía de piedra, donde la presiono fuertemente y después al fin lo inevitable sus labios me robaron un beso salvaje, con furia donde sentí que el alma se me iba y que me hizo recordar  un pasado que  ya creía olvidado y sepultado, pero que no era así.

De pronto la puerta a nuestras espaldas se abrió y ambos saltamos a la par, asustados.

-Lo siento… no… no sabía que estaba o…ocupado- dijo entrecortadamente Armando, con el rostro rojo de la vergüenza. Y sin más clavo sus ojos verdes en los míos exigiendo una explicación, pero un instante después se dio cuenta que no era el momento oportuno.- En verdad lo siento, vuelvo enseguida.- terminó y sin esperar respuesta de nuestra parte se fue.

Con furia azote el cabeza contra el plástico que hacia de pared en el cubículo, al instante vibró macabramente, con la amenaza de estrellarse en cualquier momento, mientras me derrumbaba hasta que quede desparramado en el suelo y miré el alcance de mis debilidades. Contuve el llanto que comenzó a inundar mis ojos y oculte el rostro entre mis piernas.

El silencio inundo el lugar, mientras sentía como Daniel clavaba la mirada en mí, desconcertado por mi delatadora actitud.

Tuvo que pasar un cuarto de ahora, ahí dentro, para que al fin él, el causante de todo hablara y sólo para decir incoherencia y medía.

-¡Jahiro!- llamó mi atención, pero ante mi nula respuesta continuó- La primera visita que tú y yo tuvimos después de mi regreso, sino mal recuerdo, me dijiste que ya había alguien en tú vida, que alguien había ocupado  el lugar que yo un día deje…- -dijo tratándome  hacer  recordar mis palabras- ¿Es él, esa persona?, ¿quién ha ocupado mi lugar… es Armando?

Pero antes de que continuara haciendo absurdas pero no tan remotas suposiciones, me levante, para frenar la situación antes de que llegara a extremos inconcebibles.

-¡No digas estupideces, Daniel!- le corte bruscamente. Y sin mirarle me dirigí a la puerta de acceso, donde hace sólo unos instantes había desaparecido Armando.

-¡Jahiro! - grito Daniel,  tratándome de detener, pero mi partida era inevitable.- No puedes ser cierto, dime que no es verdad… Armando es…

Cuando tomé la puerta entre mis manos me volvía  verle, con el mayor odio que jamás había sentido por nadie.

-Armando, es novio de mi mejor amiga, como tu bien lo dijiste… Y tú eres el mayor de los imbéciles…- Dicho esto, salí para huir de aquel lugar los más deprisa que pudiese con dos miedos anidando en mi interior, uno por la reacción que Armando tomaría después de lo visto en los sanitarios y otro más al sólo imaginar que de pronto pudiese descubrir que aún mi ingenuo corazón sentía algo por Daniel…


Como bien lo predije y como mi corazón me lo dijo en algún momento después del incidente ocurrido en lo aseos del  cine nada bueno iba a venir, entre Armando y yo. Situación que vine a comprobar dos noches posteriores a ello cuando  nos vimos un par de horas. Lo que pensé que iba a ser una larga charla de explicaciones y demás, se volvió un espantosa velada, de su parte no hubo reproches, no  hubo reclamos, ni siquiera exigió una explicación de lo ahí sucedido, a lo único que se limito Armando fue a tomar una actitud fría e indiferente para conmigo, lo que muy en el fondo me dolía hasta el alma y que si en ese mismo momento no solté lagrima alguna era por el simple hecho de que pudo más mi vergüenza a que el me viera llorar, como lo que realmente era: un ruin cobarde.

Decidido a que las cosas no quedaran así intente hablar con él, así que trate de explicar todo lo sucedido, pero dolorosamente Armando me dio a entender que no le importaba en lo más mínimo, que las explicaciones sobraban y que si yo sabía que nada malo había pasado entre Daniel y yo, con eso debía bastar, que el salía sobrando en demasía.

Aquella misma noche me encerré en mi habitación y deje que el llanto contenido se derramara por largas horas, sin nada que restañase. Hasta que por fin quede exhausto y sin ánimo alguno, para luego caer en un profundo sueño, que ya no era ni la mitad de lo que días pasados llegue a soñar.

En días posteriores mantuve contacto nulo con la realidad con la deliberada intención de que cuando pudiese salir a flote de aquel naufragio todo aquello que me rodeaba y se empecinaba en atormentarme ya hubiese cambiado, mutado, de cualquier otra manera diferente a como lo había dejado y así poder vivir libremente.

En mis escasos y distantes contactos con Armando llegue a saber que la relación con Catherine se había fortalecido en demasía, que no  era ya, nada de lo que en tiempos pasados llego a ser. Y ahí tuve otro duro golpe del cual me fue difícil recuperarme.

En una única ocasión recibí a Daniel, con la firme intención de intentar descubrir de que manera lo ocurrido en el cine, así como sus palabras dichas en los sanitarios habían llegado hacer mella en su retorcida cabeza, pero después de una corta pero sustanciosa platica, descubrí para mi asombro que nada de lo dicho ese día había operado cambio alguno en él.

Pero gracias a lo poco o mucho que lo llegue conocer en el pasado, decidí no confiar ciegamente en lo que aparentaba, por que en cualquier momento podía dar su golpe bajo. Así que permanecí alerta.


La situación que en un principio creí del todo controlada lentamente se transformo en una crisis enorme que se me comenzaba a salirse de mis manos, sin el menor aviso; y es que a cada día que pasaba todo aquello que traba de esconder de una u otra manera comenzaba a salir a flote, comenzando con aquel irascible consecuencia directa de no ver a Armando y mis largas lagunas de melancólica y tristeza en las que me veía inmerso mientras añoraba lo maravilloso que un día fue el pasado.

Ya iba por la tercera semana sin ver un minuto siquiera a Armando, así que de un día a otro las salidas en su compañía se habían nulificado, sin esperanza alguna de que pudiesen regresar en cualquier momento.  Hoy  lastimeramente iba por la tercera vez que Armando concretaba una cita y a la que nunca llegaba.

¡La tercera Imbécil, ¿cómo pudiste volver a creerlo?!

Me dije para mis adentros, mientras daba vueltas y vueltas entorno al tronco de aquel enorme nogal que en un tiempo pasado había sido nuestro fiel cómplice en aquel juego que ahora ya no era tan placentero como un día lo llego a ser.

Hasta que por fin el cansancio y la maldita desesperación me vencieron y me hicieron derrumbarme sobre el sucio piso. Miré el reloj digital de mi móvil y desilusionadamente comprobé que una hora de retraso era una clara muestra que, de igual manera que las dos ocasiones pasadas, Armando de nueva cuenta no iba a llegar…

Pero lo peor de todo era que no se había tomado la más mínima molestia en llamar o ya por lo menos siquiera en mandar un mensaje de texto, con cualquier absurda excusa, la que fuera no importaba que tan inverosímil resultara, pero lo único que necesitaba era saber que no se había olvidado de mí, que su corazón aun me amaba de la misma forma que al principio de todo esto, algo que me consolara y me dijera que iba haber una cuarta y quinta vez y así hasta volver a vernos, para amarnos de nueva cuenta, como solo nosotros sabemos hacerlo; pero no, no era así, nada de lo que esperaba paso, y mis miedos absurdos cobraron fuerza y mi corazón fue tomado cuan fortaleza por una enorme coraje que no me moleste en disimular un instante siquiera…

La frustración creció en mi pecho e invadió todo mi cuerpo en un instante, y sin más lleve mis manos a mis rizados cabellos y tiré con fuerza de ellos, necesitaba que mi corazón sintiera otra clase de dolor, otra clase de sufrimiento con el único fin de que olvidara aquel que Armando le hacia sentir con su silencio letal, con su indiferencia ante lo nuestro. Necesitaba distraerlo de la mejor manera pero tarde me di cuenta que era algo que no podía olvidar un instante siquiera, era algo que estaba ahí y lo seguiría estando pese a todo mis vanos esfuerzos que intentara por hacerlo desaparecer, nunca lo iba a hacer.

Y en aquel mismo instante me percate de cuanto daño había llegado a causar, de la frustración e impotencia que un día Cathy sintió cuando Armando no llega por estar a mi lado, por estar junto a mí. Este era mi pago a todo aquello que ocasione y lo que origino un gran dolor que hoy la vida me estaba cobrando a triple de su coste original, resignado termine por aceptarlo, por afrontar la verdad cuan dura fuera, ya no había otra opción mejor, o al menos ya no para mí, el destino  se había encargado de ello, de eso no me cabía la menor duda.

Por ahora las cuentas que tenía pendientes con la vida empezaban a cobrarme factura y no me quedaba otra que ceder a sus exigencias pese a sentir que mi mundo se derrumbaba a cada instante que pasaba.

De nueva cuenta miré mi móvil esperando una llamada que sabía que nunca iba a llegar, después sopese que no era oportuno albergar ilusiones y antes de que la esperanza cobrara fuerza en mi interior lo arroje a la mitad de la calle con la idea que ahí se quedara y que si alguien  lo encontrara, quien fuera que sea lo alejara para siempre de mi vida…

Sin más que hacer ahí regrese a casa, con el corazón hecho trizas,  sentía mi cuerpo entumido, totalmente adormecido como si en el no quedara fuerza alguna, como si mi escaso arrojo que tenía se hubiese esfumado junto con Armando para jamás en a vida volver. Caminé sin prisa alguna, por el burdo sendero, con la idea de tardarme toda la vida andando por ahí y es que no deseaba encontrar a mamá aun despierta y que comenzara a hacer preguntas y más preguntas. En verdad le agradecía infinitamente su preocupación en cuanto a lo que me pasaba, pero muchas veces hay ocasiones que lo único que quieres es no hablar, no decir palabra alguna, no oír ni el más mínimo sonido y ésta ocasión era una de ellas; así que retrase mi llegada a casa lo más que pude. Pero cuando llegue definitivamente comprobé que la suerte me había dado la espalda de la peor manera.

Las tenues luces de la sala aún estaban encendidas, pensé en dar marcha a tras pero no tenía caso, de ninguna manera, si Maite estaba esperando mi regreso  no importaba que hora fuera la que llegara ahí estaría despierta para decirme lo que me tenía preparado  así que ante ello decidí que era mejor enfrentarla.

Me adentre a la casa silenciosamente, cuando cruce la sala miré por el  rabillo del ojo que mamá estaba atirantada el sillón más gran de la sala con un nuevo libro entre manos. Cuando  se percato de mi presencia aparto la vista de la hoja donde se hallaba sumamente concentrada y sin esperar más me llamó:

-¡Jahiro!, ¿eres tu mi amor?-

¡Fantástico!

Dije para mis adentros con cruel ironía. Y sin darle tiempo a que volviera a llamarme me asome por el quicio de la puerta componiendo una fingida sonrisa de felicidad que ni yo mismo me la creí y por lo cual no espere a que Maite así lo hiciera.

-Si soy yo, mamá- dije arrastrando las palabras.

-Me alegra que hayas llegado temprano, te llamaron cuando no estabas y bueno tenía que darte el recado y también necesito que charlemos un poco…- dijo pero al instante le corte bruscamente, sin darle tiempo de continuar.

-Mamá, en verdad, no quiero ser grosero…- dije llevándome las manos al rostro como una rotunda muestra de cansancio y fastidio.- Pero hoy no… ya habrá tiempo para eso.- y sin decir más me retire dejándola con un mueca de total asombro.

Subí las escalera rápidamente para que no me diera alcance, entré a mi habitación presuroso cerré la puerta a mis espaldas, me recargué en ella y me deje derrumbar al fin y así sin más el llanto inundo mi ojos sintiendo como mi corazón sangraba de un inmenso dolor que por momentos creía que me iba a enloquecer y por otros a matar sin piedad… Por un largo me perdí en aquel inmenso mar que no tenía principio ni fin, hasta que un par de palabras me sacaron de mi profundo ensimismamiento.

“La  mejor manera de encausar el presente por el buen a camino… es remediando el pasado, dándole la oportunidad de corregir los errores que en el se cometieron”

Y sin pensarlo un segundo más me levante de un salto, me coloqué frente al espejo y restañé toda lágrima que resbalaba por mis mejillas, acomodé mi desordenado cabello que ya no tenía solución y sin más salí de mi habitación. Bajé las escaleras tan rápido como mis piernas me lo permitieron faltando unos  cuantos escalones salté y caí fuertemente sobre el alfombrado piso, a los pocos pasos llegue a la entrada de la sala donde seguía Maite, me coloque bajo el marco de la puerta.

-Mamá voy a salir…- murmuré apenadamente con voz modulada, escasamente para que me oyera.

-Perfecto, cariño- dijo levantando el rostro, disimulando el asombro que le causaba mi tan repentina salida, más aun a sabiendas de que hace unos instantes le había hecho entender que el cansancio y fastidio no me permitían cruzar unas cuantas palabras con ella, pero como siempre no comento nada - Espero que no te demores y si es así me avisas a la hora que llegues.

-Claro, así lo haré- confirmé, giré sobre  mis talones y antes de emprender la marcha su voz me detuvo por unos momentos.

-Jahiro, soy tú madre, te conozco más de lo que puedes imaginar…-comentó mientras me detenía de repente con la sangre congelada en la venas- así que necesito que me digas algo que hace mucho tiempo te pregunte y que considero que no fuiste del todo sincero al contestarme… ¿Pasa algo?...

Respiré profundamente, tratando de recuperar el aplomo que hace mucho había perdido. Después giré para verla a los ojos y volver a mentir como aquella vez, pero esta ocasión el tiro casi me sale por la culata cuando el llanto inundo mis ojos, mientras murmuraba entrecortadamente:

-No Maite… no pasa nada de lo que te debas preocupar- y sin más salí de la casa, dejando a mamá totalmente confundida, para ir en busca de la solución que pusiera en orden a cuanta situación se me estaba saliendo de control.


Estacione el automóvil de Maite frente a un conjunto de departamentos localizados en una exclusiva y privilegiada zona en el corazón de Villa Florencia. Cada piso estaba tenuemente iluminado por la luz artificial que provenía de las farolas de la calle.

Pasaban poco más de la media noche cuando salí del interior del  auto decidido a  darle una oportunidad al pasado, de que enmendara sus errores. Cerré la puerta de un golpe sordo que reverbero en la desolada acera, donde no había ni siquiera un alma en pena que  vagara a tan altas horas de la noche, hasta que se perdió en las lejanías, propagándose como un indiscreto susurro.

Fuera hacía un frío intenso que congelaba hasta los huesos,  pero aquellos momentos mi mente esta tan desconectada de mi cuerpo que ni siquiera lo percibo, un instante siquiera. Me recargué sobre la puerta y posé mi barbilla sobre el toldo del viejo coche. Inhalé una bocanada del frío aíre para armarme de valor, cuando creí estar listo encamine mis pasos al interior de aquel lugar.

Llegue frente a un  elevador que estaba cerrado, oprimí un par de botos y unos segundos después la puerta cedió sin oposición alguna , me adentre al interior donde reinaba una escasa calidez, e igual que al principio oprimí un par de botes, la puerta se cerró y el ascenso comenzó.

Arribé a mi destino rápidamente; un largo y extenso pasillo se extendía frente a mí, al fondo mi destino final en aquella noche. Caminé con la duda carcomiendo mis entrañas hasta más no poder. Justo cuando faltaban unos cuantos pasos intente dar marcha atrás pero los recuerdos hicieron su trabajo y me inyectaron un poco de fuerza y valor para continuar aquello que ya había empezado y debía terminar de cualquier manera posible. En esto no había cabos sueltos.

Me acerqué a la lujosa puerta de madera, mi mano se extendió sobre mi hombro y tocó el timbre dos ocasiones. Los cuales bastaron para que segundos después tras la puerta se oía como corrían los pestillos de seguridad. Acto seguido: un apuesto joven, con nada más que un pantalón puesto y el torso desnudo apareció bajo el marco de la puerta. Después de recuperarse de la sorpresa que le había causado mi inesperada visita, sonrió altaneramente.

-¡Jahiro! Vaya sorpresa me has dado- murmuró Daniel- Disculpa la descortesía, pero pasa, pasa por favor…- me indicó.

Y sin esperar más invitación me adentre a aquel lugar que ya conocía y que tantos recuerdos me evocaba. Daniel cerró la puerta sin más.

-En verdad es toda una sorpresa volver a verte… Jahiro, no puedo creerlo, en ver…- intentó decir, pero antes de que pudiese continuar me arroje a sus  anchos brazos y busqué su pasional boca con la única y deliberada intención de que en su cuerpo y en sus labios pudiese olvidar a Armando como él ya lo estaba haciendo en brazos de mi mejor amiga…

Continuara…