El Otro. Parte 2
Él es Agustin, se disponía a descansar, pero "David" tenía ganas y a cumplirle, ahora llega el Doctor, con quien tendrá algo más que una visita rápida, convirtiéndose así en "el otro"; anímate a leer.
Hola, aquí está la segunda parte de este relato; si deseas entender o calentarte un poco más, te aconsejo leer la primera parte; un abrazo y espero me sigan apoyando, saludos y que tengan un gran día.
=El Otro.=
Capítulo Único.
"Satisfacción sexual discreta hasta el amanecer". (Parte II)
Jorge mostrando sus pectorales y abdomen velludos con unas cuantas canas, se dejaba besar por Agustin; quien recorría con su boca haata llegar a la cintura; ahí desabrochaba el cinturón, luego el pantalón y con cuidado descubría el miembro erecto y húmedo; lo olía, lo lamia como paleta y conectando su mirada con la de él, lo introducía para hacer un buen sexo oral; Jorge muy agitado y excitado, lo guiaba en el acto, luego se detenía quedaban un rato en silencio; Agustin y Jorge se miraban...
— ¿Qué pasa?, ¿te lastime con mis dientes al meterlo?
— No, no, para nada, me gusta como lo chupas; estaba por venirme, es que me excitas mucho.
— Pues échamelos en la boca, me gusta cuando te vienes dentro de mi boca.
— Mejor te cojo, traigo condones.
— A pelo mejor, total no puedes embarazarme.
— Ja ja ja ja ja ja ja ja ja... Lo sé, pero prefiero usar condón, no desconfio de ti, pero prefiero usar condón.
— Bien, entiendo, pues cuando digas.
Agustin se quitaba su bóxer y Jorge terminaba de quitarse el pantalón; pues lo tenía bajo las rodillas; una vez desnudos se comenzaban a besar mucho; se tocaban se acariciaban; Agustin se escondía su pene entre las piernas y simulando tener vagina, él le pedía a Jorge que colocará su miembro ahí.
— Mira, ahora tengo vagina.
— ¡Uy mamita, qué rico!, ¿quieres que te lo meta?
— Sí, sabes que eso quiero.
— Bien, eso haré mami.
Haciendo suficiente saliva, Jorge escupia en su pene; aún sin el preservativo puesto y comenzaba a introducirlo ahí; el sexo intercrural lo hacía rápido y luego lento, rápido y lento... Así se estuvo por una media hora, lubricándo mucho con el preseminal abundante de él y Agustin. Jorge paraba el acto y le decía algo sofocado.
— Estoy por venirme.
— Pues ponte el condón y por atrás.
— Me lo pondré, espera.
Jorge se apartaba de él, de su cartera sacaba uno de los tres condones que traía y en lo que se lo colocaba; Agustin se ponía de lado, admirando ese cuerpo maduro, velludo, bien cuidado y sudado; él gozando de verle así, se dirigia hacia Agustin y se lo daba a mamar con el preservativo puesto; Agustin saboreaba el condón sabor menta y disfrutaba el fresco en su boca y garganta; mientras que también se metía sus dedos en su ano, para dilatarse el esfínter y facilitar la penetración.
— Se siente bien Chingon tu boquita en mi verga y más rico se siente con este condón de menta
— ¡Me gusta papi, me gusta, sí!, ¡Ya, metémelo ya!
Agustin se volteaba al otro lado, le mostraba sus nalgas lampiñas y abultadas, con ambas manos se abría los glúteos, mostrando ese ano dilatado de color rosado, pidiendo ser penetrado; Jorge muy excitado y ansioso, se trepaba a la cama, hacía en su boca suficiente saliva y escupía dejándola caer justo en el recto de Agustin, para así luego con su pene lo untaba y poco a poco ese miembro delgado y cabezón de unos 18 centímetros, era introducido con cuidado causando mucho placer para ambos; tanto placer que Agustin por la menta se retorcía de satisfacción, calentando aún más al doctor.
De aperrito, de lado, de costado, piernas a los hombros y de misionero, el doctor le daba unas buenas y muy ricas embestidas a Agustin.
Demasiados sudados, paraba un poco y sacándole el pene se recostaba en la cama, se ponía el último condón de menta y le insinuaba a cabalgar sobre de él; Agustin se escupía en su mano y se lubricaba su ano, se encimaba en él y con cautela se introducía el pene mientras gemía, suspiraba de gusto y satisfacción.
— Se siente rico, se siente fresco, es tan delicioso, muy excitante.
— Si mami, te gusta, de eso se trata, de que disfrutemos los dos, quiero cogerte todo el día si pudiera.
— Sería rico que me cogieras todo el día, pero por lo pronto que sea sólo ahorita.
Moviéndose sensual, despacio y luego rápido, ambos llegaban al climax muy empapados de sudor; estaban a punto de finalizar.
— ¡Así, así, así, así... No pares!, ¡mátate tú solo, sigue, sigue así!
— ¡Ah... Ah... Ah... Papi... Papi... Ah... Así... Sigue... Sigue... Papi, sigue, ah!
— ¡Ah... Uff... Uff... Ah... Aaaaaaaaahhhh!, ¡qué rico putito, ricooooooooooo!
— ¡Umm... Umm... Umm... Uuuuufff, aaaaaaahhh!, ¡Aaaaaaahhh!
Agustin expulsaba un buen chorro de semen, seguido del orgasmo satisfactorio por parte de Jorge... Los dos se sonreían, exhaustos, se daban un largo y profundo beso con abrazo.
— ¡Me encantas un buen!, ¡Sabes cómo complacer a un hombre!
— ¡Tú igual me gustas, lo haces tan bien, tan rico, tan excitante, que desearía repetirlo ahorita!
— Uff... Igual me gustaría, pero debo ir a casa, ya sabes mi esposa e hijos siempre me esperan en casa para desayunar y luego irse a la escuela dejándome dormir tras mi jornada laboral.
— ¡Cierto!, ni modo, será después, en otro momento; ¿te vas a bañar?
— Disculpa, bien sabes mi situación, yo sólo busco aventuras con alguien fijo, nada serio, sólo sexo; yo amo a mi esposa y a mis hijos, mi familia la respeto.
— Si lo sé, entiendo y quedó claro; pregunto de nuevo, ¿te bañaras?
— ¡Qué bueno que lo entiendas!, ¡Tú eres el otro !; y si deseo bañarme.
Agustin cabizbajo, se apartaba de él; prendía el foco del baño en lo que el doctor se quitaba el condón y le hacía un nudo.
— Me vine mucho, deje el condón bien lleno.
— Igual me vine mucho, te salpiqué hasta en la cabeza.
— Ja ja ja ja ja... Si, por eso deseo bañarme.
— ¡Listo!, ya hay agua caliente, puedes bañarte, ahorita te paso una toalla.
— Si, gracias.
Jorge pasaba al baño y se comenzaba a duchar rápido; al terminar, se secaba, se vestía, se arreglaba un poco y se despedía de Agustin con un beso asfixiante y salivoso.
— Me voy, iré a darle una vuelta a mis pacientes y luego a casa; cuídate mucho y también ese rico culito.
— Bien, trataré de dormir otro poco, que tengas un buen día.
— Gracias, igualmente, adiós.
— Adiós.
Cerrando la puerta, Jorge se iba discreto; aún era de madrugada, 5:45 am; aún tenía tiempo de dormir Agustin.
Tratando de dormir, Agustin recibía un whatsapp de Guillermo, un empleado del mercado de Jamaica.
— "Qué onda, ¿ya estás despierto?, traigo ganas wey".
Agustin con sueño, bostezaba, semidormido, respondía.
— "Son casi las seis, quiero dormir un poco más".
— "Wey ando con ganas, mi novio no me afloja el culo y ando ganoso, a parte tengo un ñor que también quiere, anda anímate y entre los dos te damos verga y mil pesos".
Agustin al leer que había dinero de por medio, le contestó.
— "Bien, pero todo discreto y que sea algo rápido".
— "Si wey, será rápido, tenemos que chambear, andamos cerca y estamos bien calientes con la verga dura y babeada".
— "Los estaré esperando, discreción y sin mucho ruido".
— "En cinco minutos estamos ahí wey, todo neta y discreto".
Agustin se lavaba la boca y el ano, pues sabía que sería algo rápido pero muy placentero; al llegar "Memo", él le presentaba a su "amigo" de unos 50-55 años; Agustin se excitó de ver al maduro morenote, con brazos firmes, manos rasposas, bulto bien despachado y con mirada lujuriosa; "Memo" se comenzaba a desvestir, mostrando igual su moreno y trabajado cuerpo lampiño; en lo que el maduro llamado Ruperto, sin asco o queja, besabmuy apasionante y exaltado a Agustin; mismo que se dejaba apretar las nalgas en lo que Guillermo se masturbaba; el aliento de Ruperto olia a cerveza; pues antes de llegar, se habían bebido una cerveza de lata cada uno.
CONTINUARÁ.