El oscuro secreto de Todorelatos III

Nunca has llegado a intuir siquiera lo que realmente se esconde tras la web de Todorelatos. ¿Quiénes son realmente Moonlight, el Hombre FX, Sweetgirl21, Lilith, Pobre Caín…? El morbo del sexo más oscuro y despiadado tras una página y sus nicks.

Lamento la tardanza para publicar esta última entrega de El oscuro secreto de Todorelatos . En los mensajes de respuesta que dejé en las dos anteriores, tuve un ligero “desliz” que ya fue corregido. A quienes se dieron cuenta de él y saben de qué hablo, pido que lo revelado accidentalmente quede entre nosotros. :-)

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Abre la puerta invitándome a salir . “Un evento al que tenéis especial interés en que asista, ¿eh? ¿Me estáis invitando a mi propio asesinato?” Es una pregunta irónica, ni siquiera retórica, sin sentido. Sea lo que sea que me tengan reservado, voy a descubrirlo en pocos minutos. ¿A qué anticiparse pues? ¿Quién puede tener interés alguno en conocer el momento exacto de su muerte?

Al otro lado del pasillo, una sonriente rubia aguarda junto al cojo. Echo una mirada a la muleta y sonrío con desdén. Es otra de las cosas buenas que tiene saber que vas a morir: no necesitas quedar bien con nadie.

-¿Dolió?

-Dolió –asiente con otra sonrisa similar a la mía. ¡Bien por Carmen!-, pero fue sólo un momento.

-Ya…

Su avanzada ciencia y la producción hormonal selectiva inducida. Por supuesto.

-Vaya con Janis –me sugiere el Hombre FX. ¿Sugiere? De alguna forma hay que llamarlo. Suena mejor que “ordena”, y además se adecúa mejor a su actitud y tono de voz. –Nosotros tenemos que atender un asunto. Enseguida estaremos con ustedes.

- Janis , ¿eh?

- Janis –confirma ella con una deslumbrante sonrisa de anuncio de dentífrico.

-No me suena el nick.

-¿De veras? Tengo noventa y nueve  relatos publicados en Todorelatos con él.

Esbozo un gesto de cínica aprobación.

-¿Le dicen algo títulos como El legado o La agencia Milton ?

Afirmo con la cabeza. Después de todo, no resulta tan desconocida.

-Probablemente hubiera resultado interesante leerlos.

-Probablemente.

No pierde la sonrisa en ningún momento. Está ducha en lides dialécticas.

-Venga conmigo, por favor.

Se da la vuelta y echa a caminar por el pasillo, sin esperar siquiera a comprobar si le sigo. Es evidente que se trata también de una hembra acostumbrada a mandar y ser obedecida. Tiene fuerza. Un indefinible poder que combina idealmente con su deliciosa feminidad.

Dejó a tras al cojo para seguirla, aprovechando para admirar su voluminoso pandero, así como el resto de su espectacular figura. Está muy buena y lo sabe. Todo curvas, pero sin llegar a lo estridente. Un movimiento de caderas capaz de volver loco a cualquiera, su cabello, no demasiado largo, recogido al estilo años 50. Tipo pin up . Menuda, de estatura tirando a pequeña. Se hace obvio que también ella sigue el modelo Scarlett Johansson. Bastante más que la madre de mi cliente. Y sin embargo, en su caso resulta mera acentuación de su propia belleza natural. Ha elegido un modelo armónico con ésta, en su misma línea. Por supuesto, conozco a la mujer. He visto fotografías suyas en Internet, libros, documentales… también algún vídeo.

  • Irma Grese… la “perra de Belsen”.

Casi puedo “ver” su sonrisa con la mente, a pesar de encontrarse delante mía y de espaldas.

-Un hombre perspicaz, Mr Eros .

El Hombre FX es un bromista de humor negro. Ha querido hacer fe de sus palabras, asegurando la presencia de personajes históricos en su grupo de obsesos sexuales inmortales.

-A la fuerza. Vivo de ello.

Irma Grese… los prisioneros de los campos de exterminio la llamaron la “bella-bestia”, el “ángel de Auschwitz” y otras cosas del estilo. Se hizo famosa por su belleza y su lascivia y sadismo proverbiales. Ninfómana insaciable, se asegura que fue amante de Joseph Mengele, “el ángel de la muerte” y Josef Kramer, así como de muchos personajes nazis ilustres y de decenas o cientos de reclusos y reclusas. Su lujuria no distinguía sexos. Seleccionaba a las prisioneras más jóvenes y agraciadas y con atributos femeninos más generosos, para azotarles los pechos sin piedad hasta dejarlos en carne viva, con la perversa intención de que así se infectasen y hubiesen de serles amputados. Sin anestesia, por supuesto. Se afirma se excitaba muchísimo presenciando aquellas intervenciones, en medio de los gritos de dolor de sus víctimas. Hablaba de su fusta con auténtico sentimiento y cariño. Una auténtica psicópata sádico-criminal.

-¿No es irónico que una destacada miembro del partido nazi haya ido a elegir el modelo de belleza de una actriz de ascendencia judío-polaca?

Ríe divertida, sin volver el rostro para observarme en ningún momento.

-Cuando se accede a la inmortalidad, Mr Eros , las cosas pasan a contemplarse desde otra perspectiva. Razas, nacionalidades… ¿qué pueden importar esas trivialidades a quien trasciende lo humano para equipararse a los dioses? Tan sólo el sexo importa.

Convincente argumentación. Cínica. Tanta belleza y encanto para dar forma al espíritu de un monstruo.

-Ya… y dígame: ¿cómo se recuerda desde la condición de inmortal el haber torturado y causado la muerte de decenas de miles de personas?

-Oh, bueno… era joven. Una chica debe divertirse. ¿Quién no ha hecho alguna locura de joven?

Claro. Comenta con total naturalidad, como cualquier chica lo haría de verse sorprendida en alguna travesura sin picante sin importancia. Asiento en el mismo tono.

-¿Por qué algo me dice que sigue disfrutando igual o más que entonces con el sufrimiento ajeno?

Ríe divertida. Su risa es encantadora, musical… como el agua de un arroyo descendiendo en primavera desde las montañas.

-Me ha pillado, Mr Eros ?

“Te he pillado, ¿eh? Por el cuello me gustaría pillarte”. Lo haría a gusto, de no ser por Carmen. Probablemente no valga la pena seguir preocupándome por ella. Su suerte corre pareja a la mía. Esta noche acabaremos los dos.

De momento, la psicópata me sorprende plantándose y girándose para encararme. He de frenarme en seco para no chocar con ella. Desde su poco más de 1´60 de estatura –no debe pasar del 1´62/63-, me observa provocativa con las manos en jarras, la espalda erguida para sacar pecho. Sus hermosísimas y voluminosas tetas me apuntan descaradas a través de la  tela de su camisa blanca, empujada ésta por dos montañas de carne  que parecen revolverse y luchar contra su opresión.

-Está bien, Mr Eros -Me mira con ojos chispeantes, un mar de azul lujuria que amenaza desbordarse: -¿Qué desearía hacerme?

Quedo pasmado. ¿Qué clase de pregunta es ésa? ¿Qué clase de respuesta espera?

-Me odia con toda la fuerza de que es capaz su sentimiento, pero al mismo tiempo me desea con una arrolladora.

Bastarda… domina muy bien la situación. Sabe exactamente qué estoy pensando. ¿Telepatía? No creo. Más bien intuición femenina.

-Estamos solos. Una pequeña mujer y un tiarrón de 1’85 y más de 90 Kg. Podría retorcerme el pescuezo sin ninguna dificultad… o podría estrujar mis fabulosas tetas y violarme salvajemente. ¿Qué preferiría?

Me está desafiando la muy zorra. No puedo fiarme de su palabra. Seguro que todo el castillo está cubierto por sistemas de video-vigilancia o algo muchísimo más avanzado. En cualquier momento podría correrse una sección de muro para dejar salir por ella a un par de mastodontes, como ocurrió antes.

-Vamos, Mr Eros

Me mira provocativa. Muy provocativa.

-¿Cuándo ha visto a una mujer tan bella como yo? Pocas, muy pocas veces. Estoy tan buena que teme que vaya a partirme por la mitad debido a ello en cualquier momento. ¿Cuándo soñó tener algo así al alcance de la mano?

Se acerca para pegar su cuerpo al mío, aproximando sus labios y alzando el rostro para ofrecérmelos. Cerca, muy cerca de mi boca.

-¿Qué es más fuerte, su sentido de la justicia o su deseo  por mi cuerpo?

Juega conmigo.

-Vamos, decídase. Disfruté enormemente torturando inhumanamente y matando a toda aquella gente. Más de cien mil prisioneros, se ha llegado a decir. Ahora podría hacerles justicia de nuevo, o puede mandarlos al carajo a todos y derretirse ante mi belleza. Puede golpearme brutalmente o puede tomarme. ¿Qué preferiría?

No puedo pensar. ¡Maldita sea! ¡No puedo pensar!

Tomando mis manos por las muñecas, las lleva hasta sus tremendas tetas sin que yo pueda hacer nada por oponerme. Sin desear hacerlo… Colocándolas sobre ellas, presiona con mis palmas para aplastarlas.

El placer sentido al tocar aquella maravilla carnal, viene a actuar como estimulante que despeja mi mente. El repentino fuego en mis ojos le informa de ello, pero no se aparta ni cesa en su desafío.

-Vamos… ¡hágalo!

¿Lo hago? No me decido. Al fin y al cabo… ¿no volverían a resucitarla de nuevo?

-No seas traviesa, cariño.

Una voz masculina. ¿De dónde llega? Giro la cabeza a un lado y a otro buscando a su dueño. ¿Dónde está? No veo a nadie. Y sin embargo la he escuchado junto al oído. ¿O quizá fue una alucinación? Ella me observa risueña.

-Mi chico es especialista en aguar las fiestas.

¿Su chico? ¿Qué chico? Allí no hay nadie.

-Vamos cielo… deja de jugar con nuestro invitado.

De repente aparece. A mi costado. No es que haya salido de ningún lado ni que se haya materializado. Simplemente está allí. Un momento antes no lo estaba. Ahora sí.

-Oh, entiendo su reacción –asegura ella mientras él me observa  sonriente.

-¿Realmente cree que dejaríamos desprotegida a una cosa tan bonita como ésta? –me pregunta sarcástico al tiempo que se coloca a su lado para tomarla por la cintura. Es un tipo apuesto. Muy apuesto. Moreno, alto, bien formado… de piel bastante morena y cabello ondulado. Debe resultar muy popular entre las mujeres. Se contemplan con miradas de complicidad por un momento, tras el cual se besan los labios.

-Le presento a mi chico, Mr Eros : Shadow… “la sombra”.

La sombra, ¿eh? Le queda.

- Shadow , apoyado en un sentido privilegiado, ha perfeccionado durante decenios el arte de ocultarse. Es capaz de intuir siempre hacia dónde va a mirar alguien, colocándose en los ángulos muertos de su campo visual. Todo ello sin un solo sonido, tan silencioso como un gato en la noche. El guardaespaldas ideal.

Sonríe orgulloso. La adora. Y ella a él. Se hace obvio con sólo mirarlos.

-Dígame, “Mr Sombra”: ¿cómo se lleva eso de tener por novia a una de las mayores putas del siglo XX?

Ríe sorprendidos. Parecen encontrar mi pregunta muy divertida. No fue la intención. Quise ofender.

-¡Me encanta!

Vuelven a besarse y ahora soy yo el que los mira atónito.

-No podrían contarse la cantidad de manos que pasan por estas tetas o de pollas por esa boca en una sola semana. Es precisamente lo que me enamora de Janis .

Ahora ríe ella sola.

-Usted  no lo puede entender, Mr Eros . Es demasiado simple sexualmente hablando. El morbo de la infidelidad, la perversión de los cuernos consentidos… lo que en su mundo es anécdota, aquí supone la regla. Todos somos obsesos sexuales, depravados absolutos.

Sorprendente. Realmente parecen estar creando una nueva raza.

-¿También tú disfrutas cuando él te los pone? –olvido con desdén el trato de usted.

-¡Por supuesto! Muchísimo. Pero más cuando se trata de una violación. Cuando toma a la hembra en cuestión a la fuerza y la folla contra su voluntad.

Esta gente me causa verdadera repugnancia.

Ríen.

-Ya se lo he dicho: somos unos depravados.

Podría haberlos matado allí mismo. De haber podido. Curiosa incongruencia: podría de haber podido. Algo me decía que la Sombra era algo más que un bastardo silencioso e invisible. Algo capaz de destrozar a un hombre con sus propias manos. Y además no tenía demasiado sentido matar a quien puede resucitar de su muerte. Ningún sentido.

-Vamos, Mr Eros .

Siempre musical su voz. Siempre deliciosa ella. Una verdadera hija de puta.

-Nos esperan abajo.

Claro.  Nos esperan. Para mostrarme algún espectáculo que me horrorice, supongo, regodeándose de mía antes de matarme.

A través de un ascensor oculto tras una puerta que, en toda su plena apariencia, semejaba la de una mazmorra medieval, fuimos a descender hasta la sala de la discoteca en que ya había estado antes. Allí, todos permanecían reunidos en espera de algún tipo de evento. Sonrientes, cínicos… los chispeantes ojos verdes de Moonligh reclamaron mi atención. Había mucha perversión y cinismo tras aquella  mirada.

-¿Quién es ella? –pregunté sin demasiado interés real. ¿Una asesina histórica? ¿Alguna psicópata relativamente reciente? Qué más daba… Todos los allí reunidos eran una sarta de depravados que no ponían límite alguno a su morbo, por degenerado y/o aberrante que éste resultase.

-Oh, ella no es nadie.

Consiguió intrigarme aquella respuesta. Janis rió. Parecía encontrar muy graciosa mi reacción al girar mi rostro de repente hacia ella.

-Quiero decir que no es de los nuestros. Todavía.

-¿Todavía?

-Todavía –se reafirmó.

La miré intrigado. Estaba claro que le gustaba hacerse la interesante. Y conseguirlo.

-Es una muy seria aspirante. En nuestras fiestas anuales, invitamos a aquellos participantes de la web que entendemos poseen un morbo y potencial interesante. Los seguimos, estudiamos… y en este tipo de fiestas evaluamos su perversión.

Gesticulé ligeramente con la cabeza.

-Con la madre de mi cliente, creo que la cosa fue más rápida.

-Siempre hay excepciones. Tenía mucho potencial y alguien importante se encaprichó de ella.

-Ya…

El HombreFX buscando una zorra a su medida. Perfecto.

Un murmulló se alzó entonces sobre la música, apartándose la gente para dejar paso a un grupo recién llegado. En vanguardia del mismo, una espectacular mulata de alrededor de metro ochenta de estatura. Con los tacones que usaba, resultaba más alta que yo mismo. Pelo rizado color avellana, ojos almendrados, piel del color del chocolate… algo realmente infartante. Muy del estilo Beyoncé, pero más escultural y alta, y también más estilizada.

-Sí, Leonnela suele causar esa impresión en los hombres –afirmó convencida Janis . Sonriente y burlona, como si conociera exactamente mis pensamientos. Supongo que no debía resultar demasiado complicado interpretar mi cara de estúpido ante la visión de tan soberbio ejemplar de hembra humana.

Leonnela …”, pensé. Vestía una especie de atuendo selvático de imitación de piel de leopardo muy sexy, del estilo “mujer de Tarzán”, que se humillaba ante la imposibilidad de realzar lo que ya de por sí resultaba magnífico e insuperable, limitándose a revelar la esculturalidad no soñada de aquella diosa negra.

-Es la jefa de torturadores. Nadie aquí es torturado sin que ella esté presente o, al menos, haya dado su visto bueno. Suele ser lo primero. Leonnela es una auténtica adicta al dolor ajeno. Si puede evitarlo, no deja de asistir a ninguna sesión de martirio.

La acompañaba otra mujer. Más menuda y rubia, de aspecto juvenil, casi adolescente. Muy bella también. Algo así como una especie de ángel perverso. Aspecto inocente, pero con una poderosa aura de perversión. Al pasar ante nosotros, miró con sus ojos azules a Janis , que respondió a su sonrisa con otra.

- Gatacolorada. Mi alumna más aventajada.

Me intrigó aquella afirmación.

-¿Alumna más aventajada? Asintió sonriente.

-Enseguida lo comprenderá.

Tras ambas mujeres, un enorme mastodonte de  casi dos metros de altura y enorme amplitud de hombros. Un verdadero armario humano, de cabeza rapada y duros ojos oscuros.

-Es el jefe de nuestro servicio de seguridad.

Sí, tenía toda la pinta. También los dos matones que le acompañaban mostraban un aspecto en la misma línea. ¿Para qué puede necesitar un servicio de seguridad un grupo de inmortales que no pueden morir ni ser dañados con resultados permanentes? Incongruencias. ¿A quién le importan cuando en breve va a morir?

Llegados al centro de la pista, la gente se apartó de allí para hacer espacio y el volumen de la música descendió hasta desaparecer ésta. Una plataforma metálica con tres escalones en su parte izquierda y de alrededor de 5 m de diámetro de elevó desde el suelo, surgiendo a continuación dos gruesas argollas del centro de su superficie.

Temí lo peor. La utilidad de aquellos aros plantados era evidente: inmovilizar las piernas del pobre desgraciado que allí fueran a colocar con alguna siniestra intención.

Iban a torturarme. Hasta la muerte. Había llegado el momento.

A un lado, unos diez metros ala derecha de la plataforma, la gente se apartó y el suelo se abrió para permitir emerger una especie de enorme olla de un material similar al metacrilato. Transparente, pero a buen seguro mucho más resistente. De unos tres metros de altura y llena de agua hirviente, cuya temperatura intuí provocaban unas bandas metálicas de unos 30 cm de anchura que rodeaban el perímetro de su base por dentro. A uno de sus lados, se acoplaba una pequeña escalera del mismo manterial.

Sentí que las piernas me flaqueaban: ¡iban a hervirme vivo! Y ello después de quién sabía que cosas que me harían sobre la plataforma metálica.

Una sección del techo sobre ésta se descorrió entonces, surgiendo por ella entonces… una mujer. Colgada de una cuerda anudada a otra que apresaba sus muñecas, gimiendo amordazada. La pobre desgraciada se debatía agónicamente, sin poder gritar su dolor. El sufrimiento debía ser atroz, soportado todo su peso por aquéllas. Irónico. Un grupo con una tecnología tan avanzada, y todavía recurrían a las simples cuerdas de toda la vida para tales menesteres. Cuerdas de esparto, de las más bastas. Supongo que buscaban con ello causar el máximo daño posible.

Descendieron así atada a la mujer hasta la plataforma. En un primer momento temí ver aparecer ante mí a Carmen, pero mi temor resultó infundado. Era Ayla . Sorpresa de nuevo. ¿Era a ella y no a mí a quien iban a torturar hasta la muerte?

Llegada a aquélla, subió el jefe de seguridad con sus dos matones, portando éstos sendas cuerdas con las cuales fijaron los tobillos de la pobre diabla a las argollas. No me había equivocado acerca de su utilidad.

Con bastante brusquedad, arrancó el mastodonte de su boca la cinta que la mantenía cerrada. Luego llevó sus enormes manazas hasta sus tetas para apretarlas y sobarlas a gusto. Pareció ahora contrariada, humillada por el hecho de verse así abusada, privada de la libertad de decisión sobre su cuerpo y su sexualidad. Ultrajada y degradada en su condición femenina. Él le cruzó la cara con una tremendísima bofetada que llenó la estancia con su sonoridad. Por puro placer. Sólo para que fuera haciéndose cuenta de lo que le esperaba.

Después agarró la camisa por debajo de las solapas, y de un violento tirón hizo saltar todos los botones, revelando a la vista de todos los enormes pechos de silicona en medio de un estruendo de aplausos por parte de los congregados. No la desvistió, sino que arrancó toda su ropa con la misma violencia y furia, dejándola totalmente desnuda. Ella lo miró aterrorizada. Había auténtico pánico en sus hermosos ojos marrones. Él sonrió.

La fuerza con que abofeteó sus tetas con la mano derecha, fue algo que podría haberle partido el cuello a un hombre normal. Ayla gritó agónicamente, al tiempo que aquéllas se balanceaban agitadísimas. Después siguió otra con la mano izquierda. Recordé lo que una antigua novia me había contado acerca del dolor que sienten las mujeres cuando reciben algún golpe en los senos. Realmente debía resultar atroz el dolor que en estos momentos debía estar sintiendo aquella pobre desdichada.

-¿Es esto necesario? ¿No podríais matarla directamente?

Rió musical Janis . Siempre musical.

-¿Y quitarle su diversión a la gente? No…

Por supuesto. No había esperado otra respuesta.

Los matones se retiraron tras aquello, dejando su puesto sobre la plataforma a Leonnela, que a ella ascendió con la dignidad y porte de una reina africana. Se acercó a Ayla hasta plantarse ante ella, tomándose un momento para observarla de cerca, recreándose en la contemplación de su cuerpo y de su terror. Realmente disfrutaba con aquello. Luego la tomó por la barbilla para obligarla a mirarla a los ojos. Sonrió perversa.

-Vas a lamentar haber nacido, puta. Pedirás a gritos que te matemos para acabar con tu sufrimiento, pero no te concederemos tal gracia. No será tan fácil. Vamos a producirle a tu precioso cuerpo todo el dolor que pueda soportar y aun más.

Ayla la miraba con auténtico terror.

-No… por favor…

Uno de los matones volvió a su lado para entregarle una jeringuilla, retirándose a continuación de nuevo.

La negra sonreía diabólica. Incluso desde donde me encontraba pude apreciar que el grosor de la aguja resultaba excesivo, inusual. Agarró a la mujer por el pelo para, tirando de él, obligarle a ladear la cabeza.

-Excitante químico. No queremos que pierda el conocimiento a causa del dolor.

No, no querían. Hijos de puta… ni siquiera la gracia de la inconsciencia le permitirían. Sentí rabia, impotencia… Mi pecho me incitaba con furia y desesperación a hacer algo para ayudarla, pero no había nada que yo pudiera hacer. Los matones me destrozarían antes de conseguir acercarme siquiera a la plataforma. Y yo debía permanecer íntegro para intentar ayudar a Carmen si se presentaba la ocasión. Y a la chica. Mi tan joven compañera de encierro en la celda contigua a aquella a que me habían arrojado.

Con todo el sadismo del mundo, hundió Leonnela la aguja entera en la base del cuello de Ayla , que lanzó un grito agónico. Janis sonreía extasiada.

-Es una auténtica maestra. Conoce a la perfección la ubicación de las terminaciones nerviosas que debe pinchar para producir el mayor dolor posible.

Sonriente, la tomó de nuevo por la barbilla.

-Ahora, zorra, queremos escucharte gritar.

Besando sus labios, la obligó a abrirlos para acoger en la boca su lengua caliente y lujuriosa. Un largo y húmedo morreo, tras el cual se retiró la diosa negra para dejar el protagonismo a la Gatacolorada , que a continuación subió a la plataforma.

Observó la rubia a su víctima sonriente. Sin prisas. Caminó alrededor de ella contemplando y apreciando su cuerpo. Llevaba una fusta en la mano. Una fusta… el tan amado instrumento de tortura de Irma Grese. “Mi alumna más aventajada “. Comenzaba a entender.

Colocándose ante la mujer al fin, alzó su mano derecha para cargar el golpe. Despacio, sin prisa… recreándose en la contemplación del terror de la desgraciada.

-¡No!... ¡por favor!

El primer fustazo fue fortísimo, sonando con un espectacular restallido que a mí mismo me hizo encoger y acertando la punta de la fusta con precisión milimétrica en el pezón de la teta izquierda de Ayla .

Gritó ésta como no debía haber gritado en su vida. Agónica, retorciéndose atrozmente en su dolor. Dejó pasar algunos segundos su torturadora antes de asestar el segundo. Intuí que con ello buscaba dejarle tiempo para sentir plenamente aquél. Con el sufrimiento ocurre como con el placer: satura. El que ya se siente adormece el que sigue. Los golpes cada vez duelen menos, hasta que dejan de hacerlo absolutamente cuando ya nuestro aparato sensorial queda colapsado. El dolor con mayor intensidad experimentado, es el de los primeros. No quería distraer su sufrimiento con otro, antes de haber dejado que lo experimentara plenamente.

El segundo fustazo acertó con la misma precisión y potencia en el mismo pezón. Y el tercero. Y el cuarto… diez fustazos seguidos que hicieron a Ayla llorar y retorcerse de puro e insoportable dolor, pidiendo clemencia sin cesar y suplicando que cesase su tormento. Intentaba esquivar los latigazos moviéndose dentro de las posibilidades que sus ataduras dejaban, pero no conseguía escapar a su tortura. Era cierto: la Gatacolorada era una alumna aventajada de la “bella bestia”. La punta de su fusta iba a estallar siempre en el punto preciso en que ponía sus ojos. Ni un milímetro de error.

No cesó. Cuando se hubo cansado de azotar el derecho, pasó a aplicar el mismo tratamiento al izquierdo. Ayla se creía morir. Podía verlo en su cara, en su expresión… Cuando hubo acabado con sus pezones, prosiguió con sus tetas. Veinte minutos de tortura ininterrumpida, en el transcurso de los cuales dejó los pechos de la mujer en carne viva. Ni un solo centímetro  de la piel de éstos, quedó sin levantar.

No soy ningún experto en la materia, pero puedo deducir que ningún ser humano hubiera podido soportar tanto sufrimiento sin perder la consciencia. El excitante hacía su efecto. El dolor de Ayla debía ser algo inhumano.

La torturadora se mostraba ahora sudorosa y jadeante por el esfuerzo, echando chispas de infernal fuego azul por sus ojos. Parecía una auténtica diablesa, excitada y extasiada al límite en su feroz sadismo.

Subió entonces Leonnela de nuevo sonriente. En sus manos, una pequeña prensa construida con dos tablas de madera y roscas en sus cuatro extremos. Se acercó complacida y sin dejar de sonreír a Ayla , con una expresión de infinita crueldad en su bellísimo rostro.

-No… por favor… no lo hagas… no…

De nada servían sus súplicas. Los dos matones ayudantes del jefe de seguridad, acudieron al lado de la negra para inmovilizar a su víctima. Acto seguido, con mucha paciencia y mirando a la mujer a los ojos perversa, introdujo sus tetas entre las tablas.

-Por favor… por favor…

Casi no tenía fuerzas para pronunciar las palabras. Todas las que le quedaban, debía dedicarlas a soportar el dolor como pudiera.

Apretó la negra. Una vuelta de rosca, dos, tres… Los gritos de Ayla se escuchaban como si la estuvieran matando. Justo lo que estaban haciendo: ¡matarla de dolor!

Las tablas siguieron apretándose contra sus pechos hasta aplastarlos totalmente, juntadas hasta mucho más allá de lo que pudiera creerse posible. Sus tetas llegaron a reventar, abriéndosele la piel para escupir roja sangre en explosión carmesí. Aquella gente no era humana: eran auténticos monstruos.

Tras el castigo a sus pechos, los aros se elevaron alzados sobre sendos soportes y se abrieron hacia los lados, al tiempo que las cuerdas que sujetaban sus muñecas retrocedían hacia el extremo de la plataforma que quedaba a sus espaldas. Como resultado, la mujer quedó en posición horizontal a una altura aproximada de metro y medio sobre el suelo, con la vulva totalmente vulnerable y expuesta.

Sabía lo que seguía. Todos lo sabíamos. El primer fustazo sobre su vagina estalló con sonido húmedo y carnoso. Más gritos. La agonía de Ayla era realmente atroz. Más fustazos. Muchos más. Hasta sesenta seguidos llegué a contar. La entrada a su coño quedó convertido en una verdadera pulpa sanguinolenta.

La pobre desdichada sollozaba y se quejaba emitiendo gemidos apenas audibles, pese al silencio guardado por los congregados, precisamente, para poder escucharlos. Tal era el morbo de aquellos desalmados: tal el dolor y sufrimiento de ella, tan enormes que ni siquiera lamentarse podía. Humanamente insoportable, inhumanamente obligada a soportarlo en virtud del excitante químico inyectado, que hasta el bálsamo de la inconsciencia alcanzado el extremo nivel de dolor que el cuerpo y la mente resultan incapaces se aguantar, le negaba.

Volvieron a moverse los recortes que controlaban las cuerdas, para volver a dejarla en la posición inicial, colgante de sus muñecas y con los tobillos apresados  al nivel del suelo por las argollas, si bien girando sobre sí misma la plataforma para mostrar ahora a la torturada de espaldas.

-Turno para los aspirantes –comentó sonriente Janis.

-Señores… -invitó Leonnela tendiendo un látigo de cuero a la concurrencia.

Así que ahora era el turno para los amateurs, ¿eh?

-Es el momento de rendición de cuentas –continuó aclarándome la rubia-. Ayla es una feroz crítica de los textos que se publican en Todorelatos . Algo así como nuestro Risto Mehide particular. Con su dureza y mordacidad, se ha ganado la antipatía de muchos autores cuyos relatos recibieron durísima valoración por su parte. Algunos de ellos están aquí esta noche.

-Ya veo…

Se adelantó alguien de entre el grupo entonces. Un hombre moreno de tez y cabello, con chispeantes ojos negros. Tomando el látigo en sus manos, caminó hacia la plataforma pasando ante nosotros. Me sonrió con cinismo, revelando todo el aura y personalidad de un auténtico canalla. Su dentadura era muy blanca y brillaba bajo la luz de tonos rojizos del local como brilla la Luna en la noche. Un brillo que surge de la oscuridad. Un sinsentido.

-Espero que aprecie el espectáculo, Mr Eros . Voy a disfrutar mucho con esto.

Sentía una inmensa rabia interior. Furia nacida de la desesperación y la impotencia. ¿Qué tendrían reservado para Carmen y para mí mismo? ¿Qué para aquella tierna niña?

Rió divertida Janis .

-No haga caso de las burlas de Mr Juvial.

Se alejó el canalla en dirección a los escalones, subiendo éstos evidentemente excitado y ansioso.

- Juvial, ¿eh? No me suena ningún relato firmado con ese nick .

-Oh, bueno… es habitual entre los autores usar varios distintos para publicar sus textos, así como para participar como simples lectores. Con esto último, buscan evitar que otros autores se venguen de las críticas vertidas a sus relatos atacando los suyos propios.

-Interesante.

Se acercó el tipo por detrás a Ayla . Sin prisas, disfrutando el momento. Agarrándola por el pelo, tiró de éstos violentamente hacia atrás para obligarla a alzar el rostro hacia el techo, la boca y los ojos muy abiertos a causa de la tracción en su piel. Inclinó el suyo propio para mirarla a los ojos sonriendo en todo semejante al mismo Diablo.

-Por favor… mátame. No puedo soportarlo más.

Ríe entre dientes el canalla. Es precisamente su terror, más aun que su dolor físico, lo que le divierte y excita.

-Esto te va a doler a ti más que a mí.

Muy original. Pronunciadas las palabras, carraspeó su garganta y escupió con inmensa y evidente satisfacción en su cara, yendo a acertar gran parte del repugnante gargajo  dentro de su boca. El resto quedó estampado en el centro de su hermoso rostro, ahora congestionado en un rictus de terror, cubriendo labios, nariz y parte de los ojos. Liberando su cabello, colocó la palma de su mano contra éstos para restregárselo por todo aquél.

Después se alejó unos dos metros de ella. Levantando el brazo, lanzó al aire el cuerpo del látigo para a continuación, sacudiendo aquél hacia delante, proyectar en la misma dirección el segundo, que fue a enrollarse en la cintura de Ayla para estallar contra su piel con un chasquido que me hizo estremecer, pero no tanto como su grito de puro y agónico dolor. Al parecer, había encontrado alguna nueva reserva de fuerzas para proferirlo.

Al primero siguen otros muchos. El canalla busca sus tetas con la punta del látigo, que gira al dar el último tercio de la longitud de este contra el costado de la mujer para encontrarlas. Su vientre, sus muslos… llegado a los quince latigazos, se hace necesaria la intervención del jefe de seguridad y sus secuaces para calmarle y frenarlo. El hombre está fuera de sí. Excitado más allá de toda medida, actúa por puro y sádico impulso primario. Sin pensar, incapaz de sentir compasión o refrenarse por sí mismo.

Ha acabado su turno. Otros le siguen. El suplicio de la hembra es algo inhumano, no puedo entender cómo no ha muerto ya a causa del dolor. ¿Cómo puede seguir soportándolo su corazón sin estallar?

Cuando acaban con ella, tan sólo resta una piltrafa humana colgando sin fuerzas de las cuerdas que sujetan sus muñecas.

Una sección rectangular del suelo, de aproximadamente 50 cm de ancho por 75 de largo, se alza para conformar una especie de altar de alrededor de un metro de altura. Maravillas de la tecnología avanzada de los depravados inmortales que se esconden tras la web de Todorelatos . Liberan sus manos tan sólo para sujetarlas al otro lado de aquél, en el cual intuyo deben quedar dos argollas similares a las que sirven de anclaje a las ataduras que sujetan sus pies. Ayla queda así inclinada sobre esa especie de altar, su torso apoyado sobre él con los brazos fijados a la otra parte, exhibiendo de cara a nosotros su voluminoso y hermoso trasero. Sus reventados y atormentados pechos, ven así aumentado su suplicio al aplastarse contra la superficie metálica. Sus orificios vaginal y anal restan ahora indefensos y obscenamente expuestos. No hace falta que Janis me aclare nada, para que entienda que ha llegado la hora de la violación.

Finalmente ha acabado por perder el conocimiento. Ni siquiera el estimulante ha podido evitar que se desmayase a causa del atroz sufrimiento. No hay caso. Aproximándose con una jeringuilla en la mano y una perversa sonrisa en sus labios, Leonnela le inyecta una nueva dosis. Ayla regresa al mundo de los vivos alrededor de un par de minutos después.

-¿Dónde… dónde estoy?

La espectacular mulata la agarra de los pelos para tirar de su cabeza hacia arriba y mirarla a los ojos.

-En el Infierno, puta. ¡Siente el dolor! Todavía no hemos acabado de divertirnos contigo.

Un grupo de bastardos forma cola a continuación esperando su turno. Uno a uno, van pasando para profanar su vulva. La mujer los recibe con horribles alaridos que hielan el alma. Tras el tratamiento a que la Gatacolorada la sometió, su vulva está en carne viva. El dolor debe resultar insoportable. ¿Insoportable? ¿Acaso sigue teniendo esa palabra algún significado ya? Lo que esta noche está soportando Ayla , es algo que va mucho más allá de lo que jamás hubiera podido llegar a imaginar podría aguantar persona alguna.

La penetran y embisten con fuerza y sadismo para producirle el mayor sufrimiento posible, pero, no consigo entender por qué, ninguno llega a eyacular dentro de ella. La hemorragia vaginal es brutal, derramándose la sangre por el altar hasta el suelo para formar un pequeño charco carmesí.

Para cuando han acabado con ella, tan sólo queda de nuevo de la altanera crítica de relatos un pelele humano sollozante y quejumbroso, al borde del total colapso físico y mental.

-Dios…

Janis sonríe de nuevo.

-Espero que esté siendo de su agrado el espectáculo, Mr Eros.

Meneo la cabeza superado por los acontecimientos.

-Sois todos unos bastardos.

Ríe divertida. Al parecer, divierte mucho aquí mi bochorno y estremecimiento.

-Oh, vamos… no sea hipócrita.

La miró echando chispas por los ojos. Ella se limita a seguir sonriendo, clavados en mi  aquellos suyos de un azul tan claro como el cielo en verano. ¿Cómo puede belleza tan luminosa y radiante dar cobertura a un alma tan negra?

Se coloca frente a mí sin dejar de mirarme ni de sonreírme. ¿Qué es lo que quiere? Alargando el brazo por abajo, toma en la palma de su mano mi paquete para apreciarlo sobándolo ligeramente. Su sonrisa se revela burlona.

-Se le ha puesto dura, Mr Eros.

Me siento avergonzar. Me avergüenzo de que así sea. Me avergüenzo de que ella lo sepa. Lo ha sabido en todo momento. Comienzo a ser consciente de la real dimensión del conocimiento que esta gente tiene de la psicología de sus víctimas e invitados. Realmente sobrecoge éste. No existe nada que pueda permanecer oculto cuando puedes leer aquélla como las distintas vías y caminos en un mapa de carreteras.

-Vamos –me invita sonriendo enigmática-… es su turno.

La miro sorprendido. Debe haberme quedado cara de estúpido. Ella debe estar esforzándose por no romper a reír.

-Le hemos reservado el acoplamiento final. Por lo que sabemos, es virgen analmente. Hace mucho que deseaba dejar de serlo, pero estaba esperando la ocasión ideal. Quería que fuese algo especial, muy morboso.

Miro ahora a Ayla . Permanece allí, en obligada posición inclinada sobre el altar. Su ano ofrecido para mí, totalmente expuesto e indecente.

-Vamos… lo está deseando, Mr Eros . ¡Suba ahí y destrócele el culo a esa guarra! Abandónese a sus instintos más sádicos y crueles. ¡Reviéntele el culo! ¿Ha tenido ocasión de experimentar lo que se siente cuando se nota el esfínter anal desgarrarse mientras se cierra apretado alrededor de su pene?

Hay una nube en mi mente. No puedo pensar con claridad. Es como si la fiebre turbiase mi entendimiento.

Como un sonámbulo, subo los escalones para acercarme hasta la mujer. Me desabrocho el cinturón y los pantalones mientras ella lloriquea y suplica. Lo hace por pura desesperación. Es lo único que le queda, aun cuando sabe a ciencia cierta que nadie se apiadará de ella.

El calzonazos de su marido llega a nuestra vera convertido en un pelele sumiso y patético, con un bote de algo que parece silicona en sus manos. Es de suponer que aquella gente conozca mejores métodos para optimizar la penetración anal. De nuevo, optan por los clásicos cuando se trata de no  minimizar el sufrimiento de la víctima.

Observo al desgraciado. Ante mi mirada, totalmente dócil y entregado, prepara el esfínter de su amada para mí.

El alarido suena desgarrador. De un sólo golpe, le he introducido la cabeza y el primer tercio de mi instrumento de 19 cm de longitud y 5 de diámetro. Como Janis anticipara, he sentido su esfínter rasgarse en torno a él. Ello me lleva al delirio del sadismo. De dos empujones más, hundo mi polla hasta el final en su culo.

La pobre desgraciada se retuerce como si la estuviesen matando, sin poder escapar a su tormento. Sin asomo de piedad ni humanidad alguna, presa del más puro ataque de furia perverso-sexual, la poseo de una forma brutal, embistiéndola una y otra vez con todas mis fuerzas y la más sincera intención de causarle todo el dolor y sufrimiento posibles.

Ella grita y continúa retorciéndose, consiguiendo con ello excitar aún más mis más primarios y despiadados instintos, hasta que alrededor de cinco o seis minutos después eyaculo abundante y apoteósicamente en su interior.

Ha sido la  corrida más fabulosa de mi vida. Abochornado, avergonzado de mí mismo y de mi comportamiento, me recompongo y subo mis pantalones. Después vuelvo al lado de Janis . Estoy furioso. Me han hecho perder el control, convirtiéndome en una parodia de ser humano por pura diversión.

-Ha estado usted muy bien, Mr Eros . Ha quedado un vídeo fabuloso.

Mis ojos se abren como platos.

-Oh, vamos… ¿cómo cree que costeamos todo esto? Nuestra tecnología avanzada,  nuestras instalaciones, fiestas, mantenimiento de nuestros miembros…

Mi sorpresa se transforma en cólera.

-Tenemos muchas y muy diversas fuentes de financiación. La grabación de vídeos de torturas reales e incluso snuff, es tan sólo una de ellas. No renunciamos a ninguna.

Auténticos bastardos.

Los matones liberan los tobillos de Ayla . Luego, el mecanismo al que se sujetan las cuerdas allá en el techo, se acciona elevándola en el aire. Luego comienza a girar. Sé lo que sigue. Lenta, pero fatalmente, se mueve hasta colocar a la desgraciada sobre la transparente olla de agua hirviente.

-¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Por favor, no lo hagáis!! ¡¡No!! ¡¡¡Noooooooooooooooooooo…!!!

Sin ningún tipo de compasión, las cuerdas son soltadas para dejarla caer dentro dee aquel recipiente infernal.

Entre gritos y convulsiones, comienza la pobre diabla a debatirse agónicamente en el ardiente líquido. Cualquier persona habría perdido el conocimiento a los pocos segundos de caer en él, llevada a la inconsciencia por el más insoportable e inhumano dolor, pero el estimulante que en cantidades generosas le han inyectado la mantiene consciente para prolongar y apurar diabólicamente su tormento.

Alrededor, los asistentes observan y aplauden excitados, totalmente extasiados en el morbo más sádico y criminal. Finalmente, al cabo de unos instantes que para ella deben haber sido eternos, su cuerpo deja de sacudirse para quedar definitivamente  inerte. Como por arte de magia, el agua deja de hervir y alguien sube a la escalera para, con un gancho, acercarla hasta el borde de la olla. Las bandas metálicas. Su tecnología ultraavanzada. Pueden alterar la temperatura del alguna casi al instante.

Dos argollas caen del techo sujetas a sendos cables. Las cuerdas son atadas a ellas para sacar a Ayla del agua y depositar su cuerpo inanimado sobre la plataforma, cuyo altar a desaparecido ocultándose de nuevo en el suelo del cual surgió. Entre risas, los matones aplican a sobre su piel el soplo procedente de una especie de pistolas de aire para secarla.

-La habéis matado…

La sonrisa de Janis se torna más luminosa que nunca. El Hombre FX, en compañía de la madre de mi cliente, ha vuelto por fin con nosotros.

-Sois unos mal nacidos.

El Hombre mira satisfecho. Ni siquiera me quedan fuerzas para escandalizarme.

-Mr Eros –se dirige a mí la bella-bestia de los campos de exterminio nazis-… porque no se acerca hasta el cuerpo para comprobar algo.

La miro extrañado. Ella tan sólo sonríe.

Mecánicamente, como un sonámbulo en un mal sueño que sabe que lo es pero no puede escapara a él, hago lo que me pide.

-Introduzca un dedo en su vagina.

“¿Qué diablos…?”

Lo hago.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

¡¡Está mojada!! En verdad y en la más pureza literalidad hablando, totalmente encharcada.

Me vuelvo para mirar sorprendido a Janis y al Hombre FX . ¿Ha disfrutado con esto? Me resulta de todo punto increíble. Su piel es toda una quemadura. Una sola y horrible quemadura. Su rostro, sus tetas, su vientre… están pintados en un sobrecogedor color rojo.

De nuevo, ríen divertidos.

-De nuevo, Mr Eros –comienza a decirme el Hombre FX-, olvida usted quiénes somos y dónde está. La muerte aquí no es algo permanente e irreversible.

Cierto. No lo es.  Mi pasmo asombro aumenta por momentos.

-El potencial morboso de Ayla la convierte e una verdadera joya. Jamás nos permitiríamos destruir definitivamente algo así.

Claro…

-Ha disfrutado en su tortura como nunca antes lo había hecho en su vida. Hasta esta noche, ella misma no conocía del real alcance de su vocación masoquista. Intuía ésta, sentía algunos morbos relacionados con ella, pero ni lejanamente algo como lo que ahora ha experimentado.

Apuesto a que no.

-Fue con usted que comenzó a despertar a su verdadera naturaleza, cuando la humilló ante su marido en la cena. Ahora, nosotros completaremos la labor, transformando el prometedor carbón que en estos momentos es, en magnífico diamante que brillará soberbio.

………………………………………………………

Camino hacia algún lado acompañado por Janis . Hacia la salida, me han dicho. Les creo. No voy a morir, No fue esa la intención con la que me trajeron aquí.

-Quiero que ve algo antes de dejarnos, Mr Eros.

Me lleva hasta una amplia estancia, a cuya entrada permanece observándome con ligero tono de burla en gigantesco jefe de seguridad.. En su interior, permanece atada la muchacha. Mi compañera de encierro. Está totalmente desnuda y a su alrededor, la observa con auténtica perversión un nutrido círculo de depravados, que se masturba en espera de que empiece la sesión.

Siento que mi pulso se acelera.

-¿Qué le vais a hacer?

-Violación múltiple.

-Es casi una cría…

-Efectivamente. Los vídeos de auténticas lolitas están muy cotizados. Por supuesto, la desataremos antes de empezar.

¡Bastardos!

Uno de los inminentes violadores, el que parece llevar la voz cantante entre ellos, se acerca hasta mí sonriendo como un auténtico mal nacido.

-Nunca te has tirado a una colegiala, Eros .

No me gusta su aspecto. Ni su sonrisa. Lleva grabado en el alma lo que es, y eso se refleja en todo él. En aquélla, en su mirada, en su actitud y forma de hablar… Es algo en la línea de lo más puramente ambiguo, casi andrógino. ¿Cuáles serán sus morbos y fantasías, me pregunto? Mejor no saberlo.

-Deberías probarlo. No hay comparación. Pasados los veinte, las mujeres son ya gallinas viejas. La belleza está en la carne joven. No puedes imaginarte lo que se siente cuando penetras un culito teen , su cuerpecito temblando de miedo. Tan apretadito…  tienes que hacer verdaderos esfuerzos para no correrte al sentir cómo se desgarra a la entrada  de tu polla. Eso ya sabes lo que es, ¿eh?

Son más, me da la espalda para volver con los demás. Janis ríe divertida.

-Es Chunk88 . Uno de nuestros invitados. Ya ha asistido a varias de nuestras fiestas. No le haga caso. Es un provocador irredimible.

Un provocador irredimible, ¿eh? Y un violador de jovencitas. Y un miserable. Y un… saltaría sobre él para matarlo con mis propias manos. El gigante me sigue mirando burlón. No podría dar un sólo paso hacia Chunk . Con sólo dejarme caer el brazo encima en un golpe de martillo, me hundiría la clavícula.

-¿Y tú, grandote? ¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu contribución en este grupo de locos, aparte de dirigir su seguridad?

Sonríe.

- Longinos –responde tan sólo.

“Longinos” … me suena su nick de la web. Longinos. El nombre del soldado romano que atravesó con su lanza el costado de Cristo. Le queda.

-Vamos –me invita a continuar nuestro camino Janis .

-¿Qué haréis con ella después? –pregunto ya de nuevo caminando por los pasillos.

-Oh, bueno… en tanto mantenga su apariencia juvenil la utilizaremos para nuestros vídeos de temática teenager. Luego… ya se verá. Quizá la vendamos a algún burdel en Sudamérica, o puede que a algún magnate árabe para su harén personal…

Pura rabia. Es lo que siento. Ella ríe. Tan deliciosa como siempre. Tan desalmada.

-No ha aprendido nada, Mr Eros.

“Puedes jurarlo, zorra”.

-Esa niña desea que hagamos eso con ella. Tiene un morbo realmente fuera de lo común y ultradimensionado desde edades que le harían escandalizar. Como Ayla , ella misma intuye esa naturaleza suya, pero no conoce cuán profunda llega a ser en realidad. Nosotros tan sólo le ayudaremos a conocerse verdaderamente a sí misma. Y luego, muy probablemente, le concederemos un premio al que muy pocos humanos pueden acceder.

Ya…

Llegados ante un enorme portón, el Hombre FX espera junto la madre de mi cliente. Me miran satisfechos. Es la despedida.

-No me iré sin Carmen –le digo convencido. Él tan sólo se sonríe.

-Carlos –llega hasta mí una femenina voz a mis espaldas. Una voz que conozco muy bien. Girándome, encuentro a Carmen al final del pasillo mirándome. Viste un largo y escotado vestido de gasa verde. Se la ve bellísima. Permanece abrazada a un varón. El Marqués Le Sade. Así que al final había conseguido llevarse el gato al agua.  No hace falta que diga nada. Lo leo en sus ojos.

-No voy a volver.

Claro.

-Probablemente suponga un golpe a su autoestima, Mr Eros –escucho ahora la del Hombre FX-. Siento si es así, pero cada uno de nuestros invitados es seleccionado con una intención especial. La de usted es servir de instrumento a un determinado fin. Su empleada en cambio… usted nunca llegó a saber lo que realmente tenía a su lado. Ella también es una joya del morbo sexual. Creemos que podría llegar a ser miembro de pleno derecho de nuestra sociedad secreta. Por supuesto, tendrá que pasar un tiempo de evaluación y análisis, pero estamos convencidos de que los pasará con éxito. El Marqués Le Sade lleva fascinado por ella prácticamente desde que comenzó a participar nuestra página. Se ha interesado por su personalidad, carácter y psicología. La ha estudiado minuciosamente y no le cabe duda de que es una de los nuestros. Muy difícil sería que se equivocase. No suelen hacerlo nuestros hermanos.

Claro que no.

Me vuelvo hacia el Hombre FX. No enfadado ni despechado con Carmen. Quizá decepcionado. Quizá no con ella, sino conmigo mismo.

-Un instrumento, ha dicho. ¿Cuál se supone que  es mi función?

-Oh, bueno… la señorita Ayla –esa piltrafa que tiene por marido carece de la entidad suficiente para convertirla en  “señora”- va a  bucear hasta las más abismales profundidades de su naturaleza sexual. Con toda propiedad, puedo afirmar que va a conocer el Infierno en la Tierra. Conocerá el dolor más extremo y atroz. Será llevada hasta límites de él que nadie ha conocido jamás, salvo algunos de quienes integran nuestra hermandad, claro está. Límites que la llevarán a una muerte atroz, por puro sufrimiento físico, una y otra vez.

Para cuando haya acabado nuestro proceso con ella, no podrá vivir ya sin ese tormento inhumano. La liberaremos de nuevo en el mundo, pero ella nos buscará incansablemente, desesperada como quien después de haber conocido la Gloria, es obligado a regresar a una pocilga, anhelante de volver a sentir aquel tormento y dolor que sólo nosotros podemos proporcionarle.

No nos encontrará, por más y más que indague. Su desesperación irá en aumento hasta casi hacerle perder la cordura. Hundida en la más profunda depresión, buscará desahogarse escribiendo una novela genial. Una que hablará de un mundo idealizado, relatando acerca de nuestra existencia y lo que con nosotros vivió y experimentó, que se convertirá en best seller mundial.

Mucha gente se sentirá fascinada por lo descrito en ese libro y pretenderá acceder a ese mundo retratado en él. Usted se sentirá horrorizar con la posibilidad de que algo como nuestra hermandad gane fuerza con el apoyo de tanta gente, y ante ello contraatacará participando en debates y escribiendo artículos en los que se pretenderá mostrar lo que somos realmente, tan distinto para usted al mundo idealizado por Ayla . Dado que nos ha conocido personalmente también y sabe cómo funcionamos y lo que somos verdaderamente, sabrá perfectamente cómo hacerlo. Tiene la inteligencia y la capacidad para hacerlo. Nos consta.

“De la contrastación de ambas versiones –la suya y la de Ayla - por parte de la gente, saldrá una tercera que se asentará como la definitiva entre quienes lleguen a considerar seriamente nuestra existencia. Una bastante alejada de lo que somos realmente y que nos permitirá tomar una nueva dirección. Como ocurrió cuando abandonamos el camino del vampirismo cuando la existencia de los chupasangres se divulgó demasiado y llegamos a perder el control.

Lo miro perplejo. Él ríe entre dientes.

-Verá… son cosas que hemos de hacer cada cierto tiempo. Ciclos que se cubren y finalizan. El presente ya ha llegado a su conclusión. Aunque usted no lo sepa, mucha gente conoce ya sobre nuestra existencia y las indagaciones comienzan a resultar incómodas.

Realmente perplejo.

-¿Cree que voy a hacerlo cuando sé que con eso les estoy ayudando?

-Oh, lo hará. Ciertamente, lo hará, pues sabe que lo contrario significaría, como he dicho, permitirnos ganar fuerza y apoyo popular, y usted no desea eso.

Es un bastardo inteligente.

-¿Está seguro de que Ayla tiene la suficiente calidad como escritora para lograr escribir esa “novela genial”?

-Confiamos en ella –afirma seguro-. En último caso, de carecer de ella, podríamos introducir en su secuencia genética la parte del ADN de Mary P. Shelley necesaria, pero confiamos en que no sea necesario.

Claro. Pregunta estúpida por mi parte.

-¿Puedo preguntar algo?

-Claro. Dígame.

-Ayla… ¿acabará regresando con ustedes cuando haya cumplido la misión que le reservan?

-Oh, por supuesto. Ya le dije que es una joya.

Claro, me lo dijo. ¿Por qué lo he preguntado? Supongo que simple curiosidad.

-Adiós, Mr Eros . Créame si le digo que ha sido un placer.

“Créeme a mí si te digo lo contrario, hijo de puta”.

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Con la serie El oscuro secreto de Todorelatos , he querido escribir algo distinto. Espero que hayáis disfrutado con su lectura.  Y también que, cuando hayáis concluido ésta, recordéis que lo que en ella se cuenta… ocurrió realmente.

Eros .