El oscuro secreto de Todorelatos I

Algo oscuro y siniestro se oculta tras la aparente inocuidad de la web Todorelatos. ¿Quién son realmente el Hombre FX, Moonlight, Hembra Oscura, el Marques Le Sade, Ayla…? ¿Qué terrible secreto ocultan? Misterio, horror y sadismo en una historia que cambiará tu concepto sobre las web de relatos eróticos.

Fue un caso extraño. De los más extraños que haya conocido en mis diecisiete años de ejercicio profesional. En realidad, quizá haya sido el más extraño de todos.

Era enero, recién iniciada la cuesta famosa. Hacia mitad de mes, no recuerdo exactamente el día. Es posible que fuera 13 y, como cantaba Sabina –menudo tipejo-, “pudiera ser que fuera martes” . Lo que ya no tengo tan claro es que aquélla fuera alguna de esas veces en que, según el, “ cuando menos te lo esperas

el Diablo va y se pone de tu parte”. Probablemente el Cornudo tuviera algo que ver con todo aquello pero, desde luego, no fue de mi parte que se puso en esta ocasión.

Repasaba ojeando algunos folios relativos a otro caso que llevaba, cuando llegó mi nuevo cliente. Se trataba de un chico joven, no bien rebasada todavía la veintena. Veintiuno o veintidós, no más. Me traía un caso de desaparición con intereses económicos de por medio. Al parecer la madre se había esfumado hacía ya casi un año. Sin dejar rastro. Ninguna nota, ningún comentario previo. Nadie había vuelto a saber de ella. Había desaparecido. Sin más. La Policía había investigado el caso, claro, pero no tenían ninguna hipótesis clara. La mujer tenía negocios, familia y esas cosas. No resulta normal que alguien desaparezca de esa manera en esas circunstancias. Por otro lado, tampoco terminaban de inclinarse por la del secuestro o algo peor. No había ningún indicio en ese sentido. Ningún conflicto conocido, rencillas… tampoco ninguna relación seria conocida desde el divorcio del padre. Sólo algunos ligues esporádicos, todos con hombres identificados y localizados. Nada que hiciera sospechar que alguno de ellos tuviera que ver con su desaparición, habiendo pasado ya además algún tiempo desde el último al momento de ésta.

La última vez que fue vista tomaba un aperitivo en el bar de la estación del ferrocarril. Algo que sí podría resultar indicativo. ¿Por qué estaba allí? Se la vio sola. No conocía a nadie en el lugar. Pareciera pues posible la idea de que esperara algún tren. Y sin embargo no llevaba con ella ningún equipaje. Tan sólo su bolso.

El movimiento se había producido poco antes de cumplirse el plazo para la declaración legal de ausencia, produciendo la interrupción por tanto del mismo. Desde su desaparición no había dado señales de vida. Ningún movimiento en sus cuentas, ningún cheque firmado a su nombre, ninguna llamada desde su teléfono… nada. Dadas las circunstancias, se había procedido al nombramiento un administrador de sus bienes, recayendo el mismo en su hermano menor, ya que sus hijos eran todavía demasiado jóvenes e inexpertos. No tardarían sin embargo en hacerse cargo. Era una opinión personal. Se le veía expectante.

El caso era que ahora, hacía tan sólo unos días, por fin la madre parecía haberse movido. Algo relacionado con dos compraventas seguidas del mismo inmueble. Compra del mismo a su titular y venta inmediatamente después a otra persona. Perfecta acreditación de identidad. Tras ello, desaparece de nuevo. Extraño. Bastante extraño.

Me facilitó toda la información de que disponían y una fotografía de la mujer. Se trataba de una hembra en la cuarentena de edad, a la vista en horizonte no demasiado lejano, aunque tampoco inmediato todavía, la cincuentena. Atractiva. De cabello rubio y liso, largo hasta los hombros, y grandes ojos azules.

-Está bien –acepté el caso-. Trataremos de dar con ella.

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Cuando tu profesión es la de detective privado, pronto te acostumbras a eso de que las cosas, a menudo, no son lo que parecen. Demasiado a menudo. Tanto que llega a desnaturalizarse el sentido de la máxima, por cuanto, al menos para quienes ejercemos aquélla, las cosas sí pasan a ser siempre o casi siempre lo que parecen, en el significado de que prácticamente toda persona presentada como normal, esconde en realidad algún secreto.

La mujer llevaba una doble vida. Desde el divorcio del padre, una especie de incontenible furor uterino parecía haberse adueñado de ella. Incluso semejaba probable que aun se originase antes y fuera la causa real del final de su matrimonio. No me preocupé por averiguarlo. No era para eso para lo que me pagaban, con lo cual el detalle sólo me interesaba en la medida que pudiera tener relación con mi caso y ayudarme a averiguar su paradero.

Encontré a un hombre. Algo más joven que ella, aunque no demasiado. Como recién entrado en la cuarentena. Casado y con hijos. Ella lo sabía, pero no le importaba. Con él había mantenido una abierta y muy intensa relación, Nada de amor, sólo sexo. Visitas frecuentes a locales de intercambios de parejas, swinger … sexo fuerte, anal, tríos en ambas modalidades –dos hombres para una mujer y viceversa-, exhibicionismo escandaloso con sexo y provocaciones en lugares públicos…

Parecía aquel un buen hilo del que tirar y, claro, tiré. Ello me llevó a varias webs de contactos y eróticas, entre ellas ésta en que ahora me leen. La buena señora se había involucrado totalmente en una espiral de perversión, zambulléndose progresivamente más y más en ella. Buscaba cosas que no son fáciles de encontrar normalmente con la gente que te relacionas día a día en condiciones normales, recurriendo en consecuencia a la vía de Internet como muy adecuada para ello.

En esta página de Todorelatos , se inició como lectora y al poco pasó a escritora de historias eróticas. Algunas bastante buenas. No se podría decir que la suya era una de las mejores plumas técnicamente hablando, pero sí una de las más creativas y morbosas. Estableciendo un símil con la literatura general, digamos que hubiera podido ser la autora de un best seller , pero no de un Premio Planeta .

En cualquier caso, la pista sí era de las mejores. Tanto como para erigirse en la última y más importante. En efecto, la desaparición de la mujer se produjo en plena vorágine de creatividad literaria. Escribía compulsivamente y, además, leía y comentaba relatos de otros autores, relacionándose con ellos y con los lectores vía Facebook, MSN, teléfono, videocámara… La Policía no había podido dar con esta pista, debido a que para estas actividades utilizaba un portátil que guardaba en un apartamento alquilado pagado por ella, pero a nombre de su amante. Al no haber dado con la pista de éste, no habían podido llegar tampoco a aquélla.

Las conversaciones resultaban de lo más interesantes. No entraré a dar detalles sobre ellas porque requeriría demasiado espacio. Baste decir que resultaron suficientes para convencerme de que en estas relaciones y esta actividad vinculada a esta web , estaba el meollo del asunto.

Siguiente paso: introducirme en el microuniverso virtual de Todorelatos. Empecé comentando relatos y lanzando cebos. Nada. Nadie entraba al trapo. Algunas respuestas a alguno de mis comentarios, pero nada que me llevara a ningún lado ni que me permitiera establecer relación alguna.

Pasé a convertirme en autor. No tenía demasiada mano, así que opté por recopilar varios de los mejores relatos publicados en webs anglosajonas. Para ello conté con la inestimable ayuda de mi secretaria y ayudante. Una belleza morena recién graduada en su carrera de Criminología, que hablaba, leía y entendía el inglés mejor que yo el castellano. No se vayan a pensar. Como afirmo, está muy buena la cabrona, pero nada que rascar. De por medio, la ominosa presencia de un novio y una fidelidad es a prueba de bombas.

La chica colaboraba conmigo en mi trabajo. Su idea era llegar a montar su propia empresa y conmigo iba curtiéndose en el oficio. Realizaba esperas, acechos, sacaba fotos, iba delegando en ella ya algunas averiguaciones… Era bastante buena. Tanto que incluso había pensado en ofrecerle entrar en sociedad.

El caso es que Carmen me fue consiguiendo los relatos. Y muy bien que lo hacía. Eran muy buenos y excitantes. No hacía falta que me lo dijera para tomar conciencia de que estaba enganchándose a esto de la literatura erótica, ni tampoco ser detective para descubrirlo. Por propia experiencia sabía ya que resultaba de lo más adictiva. Sus hermosos, grandes y almendrados ojos marrones brillaban cuando comentábamos sobre ellos para decidir cuáles publicar. Incluso llegué a pensar que el morbo y la excitación que, sin comentar nunca sobre ella, ambos sabíamos que compartíamos en esas ocasiones, podría llegar a erigirse en el vehículo que me llevara por fin hasta su ansiada entrepierna.

Unas veces publicaba ella, otras yo. En ambos casos, adaptábamos los relatos para personalizarlos. Pronto descubrí que resultaba más fructífero cuando era una mujer la que lo hacía. No en cuanto a comentarios y esas cosas, sino en cuanto a posibilidad de establecer relaciones con los otros autores y lectores de Todorelatos . Intenté yo mismo publicar como mujer, pero no sirvió. Parece que los lectores te huelen. Alguien me lo dijo: cuando escribe un hombre, relata morbos masculinos, no femeninos. La femenina mano de Carmen resultaba inconfundible tras su pluma. La masculina mía también.

Vale, vamos aligerando, que sino nos dan las uvas con la presentación de la historia. Comenzamos a sumar contactos en nuestro MSN y en la página de Facebook creada al efecto. Interesante. Muy interesante. Tanto ellos como sus conversaciones y los morbos, fantasías y demás que revelaban en ellas. Josif, Pedritus63, Carlalove84, Pietro, Srovap, CasanovaMIX, Goreando, Carla, Eroticu, Antifoka, Angelika, Zorrita Caliente, Malicia DivinaZiritone, Sumisso, Verónica75, Luz Mordiente, Kain Orange, Silviaslave, Torefan, Marcos41, Magela Gracia, Mr Me, Cachondamuy, Lauragatitadgl, Wildbugs, Princesita Fogosa, Missflormayo, Blusero, Amadeus18, Maskeperra, Alrsoul, Nadie, Kharkas, Leonnela, Skywalker, Hanibal, Blade, Fjddl, Daniela Mar, Tamara, Locaporpenes, Calvosexx, Teto 2000, Calípide, Noche Serena, Roger, , Hembra Oscura, Aleixen Serenity, Darneb,Vanesa, Saccher Dr, SandrahotbcnHumor, Requiem, Fantasi, Darian, Adanedhel, Darkleof, Hcl1979, Juliasex, Jhony The Dog, Pepi Jo, Cachorrita Yuri, Mel, Ángela, Rubén, Eternidad86, Ensimismado, Febarsal, Perra de Semmut, Cristian Kristian, Alcoianet, Ravemaster, Zifel, Arisco, Milito, Johann, Oscuro, Dolly, Ámbar, Scat, Krys7414

En fin, la lista sería larguísima. Muchos nicks , sí. Y tras alguno de ellos, quizá varios, el secreto de la desaparición de la madre de mi cliente. Algunos como el Marques Le Sade podían ser buenos sospechosos. Un maníaco hedonista y obsesionado con el snuff y la ejecución por asfixia de las víctimas, podría ser un buen candidato ante la hipótesis de la desaparición no voluntaria. Kiara33 o Dreamgirl también tenían números. Sus conversaciones incluían detalles que quizá pudieran tener relación con mi caso. ¿Una huída a México? Hummm… no cabía descartarla. Complicado. Muy  complicado.  Buscar a alguien involucrado en una desaparición con ingredientes de sexo extremo y ninfomanía, en una web repleta de depravados y degenerados. Hasta la aguja en el pajar se sentiría iridiscente e iluminada por potentes fotos en comparación.

Intenté contactar también con las grandes y viejas glorias de la web , claro. Autores y autoras que firmaron algunos de los más memorables relatos y sagas eróticas que se han escrito en castellano. Hablamos de nicks como Moonlight, Peli, JP Morgan, Gloria … Alguien me había puesto en su pista de forma indirecta. Y con ellos descubrí un inquietante misterio que quizá tuviera que ver con el que me ocupaba: ¿dónde estaban las grandes plumas que otrora brillaron en Todorelatos ? ¿Qué había sido de ellas?

Investigué no sólo en esta web , sino en toda la Red. Busqué las distintas páginas en que habían publicado, siguiendo su rastro como un perro de presa. Llegados a un punto, todos ellos tenían algo en común: desaparecían sin dejar rastro.

Fue entonces cuando recibí una extraña invitación en mi dirección de correo electrónico. Se trataba de una cena y posterior fiesta que la dirección de la web organizaba anualmente, bianualmente… dependiendo del momento, participación, número de usuarios, calidad de los relatos y autores, etc, y a la cual invitaba sólo a los más destacados escritores y comentaristas del momento. Por supuesto, también Carmen recibió la invitación.

-¿Qué vamos a hacer Carlos?

-Vaya una pregunta. Acudir, por supuesto.

Por supuesto. Se trataba de una oportunidad única para conocer personalmente a todos aquellos personajes, o al menos a gran parte de ellos. Y sin embargo a Carmen no le hacía tanta gracia la idea. Y no era para menos. Como he afirmado, se trataba de una extraña invitación. Una extraña fiesta. Tan extraña como que la dirección de la web se hiciera cargo de todos los gastos. El único requisito era no informar a nadie del evento. Tratándose de una reunión de pervertidos, es claro que la cosa hubiera podido llamar la atención de periodistas y demás, y pocos serían los que quisieran verse sorprendidos en sus más íntimas y secretas fantasías.

Todo allí rebosaba goticismo y extrañeza. El lugar elegido fue “El Castillo”, un restaurante bastante lustroso ubicado al linde del casco antiguo de la ciudad de Valencia. Ni siquiera informaban del lugar exacto antes de aceptar y, caso de esto último, debías firmar un contrato comprometiéndote a acudir y aceptando una severa penalidad económica en caso de faltar después sin motivo justificado o revelar algún detalle de la fiesta o sus asistentes. ¿Han sabido alguna vez de una celebración similar? Yo desde luego no. Para acabar de rizar el rizo, sería un carnaval veneciano, al que había que acudir disfrazado y con máscara. Lógico que un bomboncito como Carmen se sintiera preocupado. En medio de una reunión de pervertidos y degenerados como aquélla, sería una tierna ternerita en el centro de un círculo formado por hambrientos tigres,  prestos y deseosos de saltar sobre ella para devorarla.

-No te preocupes –la tranquilicé sacando mi lustroso S&W 38 del cajón-: éste vendrá con nosotros.

Revólver. Una herramienta potente, nunca se encasquilla… mucho más fiable que cualquier automática. Y no crean, que también éstas pueden dar mucho miedo. Sobre todo en manos de alguien como Carmen. Hija de militar, acostumbrada al manejo de armas cortas desde niña; campeona regional de tiro durante dos años consecutivos, subcampeona de España en el que corría… Su pequeña Glock 22, a corta distancia y con munición de punta hueca, resultaba más letal que un 38 especial. Definitiva  en sus manos. Ella no falla.

Me miró algo más tranquila. Con un arma en la mano, sus miedos se despejaban y sus hermosos ojos castaños recuperaban su habitual seguridad.

-Haré lo que pueda, pero será mucho más fácil sacarles información a esos degenerados para alguien como tú.

-Alguien como yo, ¿eh? –replicó con cierto gracioso fastidio. Reí entredientes. El pelo recogido en aquella coleta y con aquella mirada, recordaba a Lara Croft de alguna manera. No tenía los ojos claros como aquélla y sí el pecho algo más pequeño, aunque alzado y desafiante como pocos, pero compartía su personalidad dura y valiente.

-Que estás muy buena Carmen, que estás muy buena. Y tú ya lo sabes.

Reí de nuevo.

-Está bien, iremos. Y como a alguno de esos babosos se le ocurra ponerme una mano encima, convertiremos en millonario al dueño de alguna funeraria.

Ahora lo hice con más ganas.

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“Era un castillo feudal

de muy altos torreones,

era un castillo feudal

de tres pares de cojones”.

Sonreí mientras, echando un vistazo a la fachada del edificio, recordaba aquella socarrona coplilla popular. Realmente el lugar se las traía. Se trataba de lo que parecía haber sido un pequeño castillo real en otro tiempo, ahora habilitado para la hostelería. La luz de tungsteno de los faroles anclados a sus muros de piedra, caía sobre éstos iluminándolos con una cálida tonalidad anaranjada.

Eran ya las 21:13. Casi llegaba algo tarde. Casi sólo. Reconocí el Polo de Carmen mientras buscaba aparcamiento el amplio parking contiguo. Ella ya estaba dentro. ¿Habría que contar ya algún cadáver? Reí entre dientes.

Dos enormes porteros me saludaron al pasar, cerrándose el portón tras de mí chirriante como los de las películas, si bien a buen seguro accionado por algún moderno dispositivo electrónico. Aquello era parte del efecto y la ambientación buscada. Aparqué y bajé del vehículo, señalándome los guardacoches una entrada posterior como acceso al local. Desde más allá de ésta llegaba el sonido de una música alegre, del tipo acostumbrado en los carnavales venecianos. Ya saben, nada que ver con el brasileño, canario, gaditano… mucha más clase y refinamiento.

Otros dos porteros permanecían ante ésta y me saludaron igualmente. Nada más entrar, un curioso personaje salió a recibirme. Vestía estridentemente, con chaqueta amarilla con rayas, tipo piel de tigre, y gafas de pasta con estampado de leopardo. Pajarita roja con lunares negros de fiesta y sonrisa de oreja a oreja.

-No me lo digas… Hombre FX .

Rió alegremente.

-Acertaste.

-No podías ser otro – le aclaré ante su mirada divertida e interrogante.

-Cualquiera diría que eres policía, detective o algo así.

Ahora reímos los dos.

Me acompañó a través del enorme recibidor hasta a los portones que daban acceso a una amplia estancia, habilitada a modo de sala de espera. Una especie de pequeña discoteca o gran pub . Algo intermedio. El restaurante debía quedar al otro lado de la pared del fondo según mis cálculos. Estaba bien montado el chiringuito. Debía resultar habitual para bodas y otras celebraciones.

Fue como pasar de un universo a otro. Nada más acceder, pareciera que el goticismo y lirismo viniera a recibirle a uno. La música, tan acorde con el ambiente, subía repentinamente en sus decibelios al abrir los portones, que acto seguido se cerraron a nuestras espaldas, mientras la nutrida concurrencia se ofrecía a la vista danzando con sus eventuales parejas en la pista de baile. Un mar de máscaras y disfraces que rezumaba sensualidad por todos sus costados, cubierto todo por una tenue luz negra, de esa que, proyectada desde lámparas o tubos violetas, parece oscurecer la instancia y resalta los blancos y colores claros; que iluminaba lo justo para revelar sin desterrar la oscuridad ni apagar la magia.

-Se divertirá aquí, señor Eros -me aseguró el inefable Hombre FX con una sonrisa.

No tuve grandes dificultades para creerle. Especialmente después de que un muy hermoso par de tetas pasara prácticamente ante mis narices, cuando los ondulantes devaneos en la danza de su propietaria con su partener en el baile la trajeron a pasar por allí.

- Sonya … -me aclaró el de las gafas de leopardo-. Resulta un buen consejo el de prevenirle en cuanto a la contemplación de esos generosos pechos.

Le miré intrigado.

-Podemos definir a la mujer como una verdadera ninfómana. Hágame caso, ya la conocemos de otras fiestas. A menos que guarde usted un portento de resistencia y tamaño en su entrepierna o forme parte de un nutrido grupo de varones a la hora de abordarla, déjela correr como al agua que no se ha de beber. Hay muchas más beldades en la fiesta. Esa le devoraría como un lobo a un tierno corderillo.

Reí el comentario.

-¿Y no las demás? En una fiesta como ésta no será la única loba.

-Tiene usted razón. La fiesta, en realidad, no es más que una mera cobertura para la celebración de la orgía anual con participación de nuestros seguidores más destacados, siendo ésta la razón última y verdadera de aquélla. Los varones invitados a nuestras celebraciones suelen considerarse afortunados cuando reciben la comunicación, pero lo cierto es que no saben dónde se meten. Nuestras lectoras y autoras no son mujeres corrientes. Como bien dice usted, son auténticas lobas.

Reímos los dos.

-Por supuesto, sólo participa en estas orgías aquél que lo desea. No se presiona a nadie en ningún modo para que lo haga.

-Ya…

Pintaba muy atractivo todo aquello. Me pregunté qué pensaría Carmen cuando se lo comentasen. Su Glock aguardaba inquieta en el bolso. Reí para mis adentros.

-En unos momentos, en cuanto acaben de llegar los últimos invitados, les avisaremos para la cena. Ahora tengo que dejarle solo. Espero que sepa manejarse entre ellas.

-Descuide. Mi abuelo fue pastor en las montañas.

Rió de nuevo antes de desaparecer tras los portones.

“Bien, bien…”, me dije. ¿Por dónde empezar? La entrada suele ser el momento más difícil. Más en una fiesta como aquella, con una pista de baile plena de rostros anónimos tras sus  máscaras. Como un mar de humanidad despojado de identidad y personalidad. Muy lírico. Muy inquietante. Cual bote que, abandonado a la corriente, deriva casualmente a cualquier orilla, derivé yo a una de las barras.

-Buenas noches –me saludó un joven camarero ataviado al estilo de los servidores en los bailes palaciegos del siglo XIX-. ¿Qué tomará el señor?

Dudé por un momento. Lo cierto era que ni me lo había planteado, mi mente ocupada en otros pensamientos más importantes.

-Ponme un Baileys . Irá bien para ir abriendo estómago.

-Por supuesto.

No tardó demasiado en servirme. El personal era bueno. Los porteros, los camareros… hasta el disparatado Hombre FX cumplía perfectamente su función. Mirando hacia la pista, intenté buscar entre aquel nutrido grupo de parejas danzantes a Carmen. Dijo que vendría vestida de cuero. “Busco a Jaqs…” Algo así. Felino, agresivo… le iba.

No resultaba fácil. La atención se perdía constantemente, arrastrada una y otra vez por los sensuales cuerpos femeninos y sus no menos sensuales movimientos al compás de la música.

-No resulta fácil concentrarse en estas circunstancias, ¿no cree? –me sorprendió una aterciopelada voz femenina a mis espaldas. Sedosa, erótica… Me volví sorprendido. Allá al límite de la barra, donde tras girar ésta a la derecha y avanzar un par escaso de metros se incrustaba en el sólido muro de piedra, dos zafiros de ardiente fuego azul me observaban sarcásticos desde las sombras. Tan perfectamente envuelta por éstas su dueña, que a pesar de no encontrarse muy lejos de mí me había pasado totalmente desapercibida.

Una perfecta sonrisa, magnificada aun por el blanqueador efecto de la luz negra, vino a saludarme cual oscura constelación de perversas estrellas. La hembra avanzó lo justo para salir de la penumbra, revelando un escote glorioso. La mirada me cayó estúpidamente hasta ese fabuloso par de tetas, cuya desbordante voluptuosidad carnal quedaba retenida en el justo límite de sus pezones. Hasta ellos, ni un centímetro menos, llegaba la tela negra de su vestido, quedando a la vista las dos semicircunferencias que dibujaba la parte superior de sus aureolas, no cubiertas por aquél. Aquello era delirante, irreal. Sus tetas eran realmente enormes, si bien sin llegar a lo estridente o exagerado, y quedaban prácticamente fuera del escote. ¿Cómo se las arreglaba para evitar que lo rebasaran? Parecía imposible que pudiera ejecutar movimiento alguno sin que ello ocurriera.

Rió divertida mi embelesamiento.

-Me gusta que me mires las tetas… pero no te olvides del resto.

La miré a los ojos embobado. Luego seguí su consejo, deslizando la mirada por su cuerpo, acompañando con ella sus curvas y dejándola deslizar por éstas. Aquella mujer era una verdadera escultura. Una escultura siniestra. Enfundada en un ceñidísimo vestido, largo y entallado como los de las clásicas vampiresas y tan negro como la noche, pero menos que su alma. Su poderosa anatomía resultaba algo demoledor. ¿Por qué digo menos que su alma? Ustedes lo habrían pensado. La “hembra” era “oscura”. Irradiaba tenebrosidad y misterio. Sus lacios cabellos, igualmente negrísimos, vinieron a rescatar mi mirada. Muy largos, caían a ambos lados de su rostro de nívea porcelana hasta casi la altura de su cintura, en la cual se había quedado colgada aquélla. Convertidos en inquietante cuerda de Ariadna, la recondujeron de nuevo hasta sus ojos, sintiéndome estremecer al contemplar de nuevo aquel fuego azul que ardía en ellos.

- Hembra Oscura

No podía ser nadie más. Sonrió halagada.

- Très sagace,monsieur –apreció socarrona-. ¿Puedo saber yo también con quien tengo el placer de hablar?

Di un generoso trago al Baileys .

-Mi nick en Todorelatos es Eros.

-Oh, … -repitió-. Encantada de conocerle. Recuerdo haber vivido excitantes momentos con la lectura de  algunos de sus relatos.

Gustaba de provocar al hablar. Agradecí con un movimiento de cabeza.

-¿Te apetece bailar?

Rió divertida.

-No eres lo que busco, cielo. Por otro lado, es probable que tan sólo consiguieras asustarte de acercarte lo suficiente a mí.

Seguro. Como una polilla cuando, demasiado tarde, se apercibe de que se ha aproximado demasiado a una fuente de luz negra que la abrasa y acaba con ella.

Tal y como había asegurado el Hombre FX , no tardaron avisarnos para la cena. Tras ello, se nos indicó para que, através de una puerta lateral del local, pasáramos al restaurante. Después de todo, mis cálculos resultaban desacertados. No quedaba éste al otro lado del muro del fondo, sino de aquel en que se ubicaba  la barra. Preocupante. Un investigador provado no suele desorientarse con facilidad. Diríase hasta que era el efecto buscado por la ordenación y disposición de elementos y espacios en la construcción.

Me agradó aquél. Muy distinguido y decorado con mucho gusto. El mismo estilo d eimitación medieval, con grandes lámparas de araña de bronce labrado colgando de los altos techos de la estancia y farones que replicaban candiles y lamparillas de gas sustituyendo sus llamas por los incandescentes filamentos de sus bombillas. Mesas alargadas, como las de los banquetes en los castillos del rey Arturo, Ivanhoe, etc.

Una vez allí, cada comensal tenía su lugar reservado, como ocurre en los grandes eventos. Frente a mí, en la mesa contigua a la nuestra, allá al fondo, localicé por fin a Carmen. Ella también me vio a mí, haciéndome entender con la mirada que todo estaba OK.

Otra hembra vino a tomar asiento ante mí, al otro lado de la tabla. Morena, estatura media, melena larguísima y negra recogida en una vistosa cola de caballo… vestía una especie de mono negro, como el que suelen usar los ladrones de las películas, no acabada de cerrar la cremallera a la altura de su pecho. No tenía mal cuerpo. Bastante bueno en realidad, aunque sin llegar, ni mucho menos, al nivel de la Hembra Oscura.

-Falta la pieza de la cabeza –me aclaró intuyendo mis pensamientos, deeicándome una pícara sonrisa y una verde mirada al tiempo que tomaba asiento. Unos ojos hermosos. Verdes como la hiedra en invierno.

- Moonlight .

Asentí sonriente. Le iba. No la había imaginado así, pero me cuadraba perfectamente con su personaje de Todorelatos .

- Eros .  Te aseguro que es todo un placer.

-Estoy segura de ello.

Reímos. No me resultó desagradable su presunción. Todo lo contrario. Le daba un toque de personalidad y seguridad en sí misma que aumentaba notablemente su atractivo.

-Siempre me ha fascinado el personaje de Catwoman, pero preferí prescindir de ella para la cena.

-Hum… no sé. Esos ojazos verdes probablemente se verían espectaculares a través de ella. Misterio, enigma… te quedaría bien. Dejar el último toque a la imaginación.

-Oh, bueno… si es por eso, piensa en mi vagina.

Rompí a reír con ganas. Aquella salida consiguió soprenderme de veras. Me gustaba aquella mujer. Por supuesto, también ella rió.

-Es aquí, cariño –se escuchó afirmar a una voz femenina a mis espaldas.

Girándome para comprobar de quién se trataba, encontré a otra hembra acompañada por un hombre. Mediada la treintena de edad, rubia platino, el pelo recogido… estaba muy buena. Más que la morena, aunque con un aspecto menos distinguido.

-Buenas noches –nos saludó con una sonrisa al tiempo que se sentaba a mi lado, justo en la cabecera de la mesa. El varón en cambio, lo hizo al de Moonlight , interpuesta ésta entre él y su pareja. Extraña disposición. Evidentemente, se había buscado ex profeso.

Al inclinarse para tomar su sitio en la silla, me ofreció una gloriosa contemplación de su glorioso canalillo, abrumadoramnte exhibido a través del generoso escote. No hubiera sabido identificar exactamente su disfraz. Parecía algo así como una de esas sexys secretarias de los vídeos porno, con una minifalda muy breve y entallada y una camisa blanca, ni amplia ni entallada, excesivamente abierta para mostrar sus enormes tetas de silicona. Algo realmente apabullante. Tanto que no me corté en absoluto para quedarme mirándolas embelesado, sin importarme un rábano la presencia de su acompañante ni preocuparme lo que ella pudiera pensar.

-Celebro que encuentre interesantes mis tetas –dejó caer con una sonrisa.

Alzando la mirada, pude encontrar la suya observándome socarrona a través del cristal de sus gafas de pasta. Ojos marrones,  casi burlones diría. Ofrecía en conjunto la apariencia de la típica y repelente intelectual de izquierdas, pero estaba tremenda la condenada. Evidentemente, el tío era un calzonazos. ¿Cómo serían de grandes? Sus cuernos. Deseché la pregunta por absurda.  Con gran seguridad, ni siquiera ella podría recordar con cuántos hombres se la había pegado.

-Un disfraz delicioso, pero que no consigo identificar.

-Quizá sea porque no es ningún disfraz.

La mire inquisitivo.

-¿Vistes así habitualmente ?

-A diario.

Deliciosa.

-¿Habéis decidido ya que vais a tomar ? –preguntó tomando la carta para consultarla.

-Hay tres platos principales para elegir –le respondió Moonligh - y tres primeros. Yo me he decantado por el consomé y menestra.

-Oh, estupendo. Por mi parte, creo que elegiré el lenguado y la crema de mariscos.

« Lenguado, ¿eh? Veremos por cuantas bragetas pasa tu lengua esta boche. Seguro que hasta se introduce en más de un agujero posterior ».

Tenía un indefinible aire de golfa que llevaba indefectiblemente a ese tipo de pensamientos.

-Jugaría a intentar acertar quién eres –comentó Moonligth -, pero podría pasarme toda la noche haciendo cábalas y conjeturas sin acertar.

Sonrió agradada por el interés despertado. El tío por su parte, mutis y en silencio. Evidentemente, ella era la que llevaba la voz cantante en la pareja. Tan sólo habló para escoger el cordero con acompañamiento de patatas y verduras. Un pobre imbécil sin personalidad ni carácter, totalmente bajo el dominio de aquella zorra.

-¿Y tú –me preguntó girando la cabeza hacia mí para mirarme-… quién dirías que soy?

Pensé por un momento mi respuesta. Debía tratarse de algún nick especialmente erótico, del tipo ”gatitacaliente” o algo así, pero existían tantos de esos en la página…

-No sabría decir exactamente… alguna golfa calentorra.

Rió divertida mi respuesta, haciendo mover deliciosamente sus tetorras bajo la camisa. De nuevo quedé mirándolas embelesado, observando descaradamente sus duros pezones marcados a través de la tela. La situación me estaba poniendo burro. Resultaba excitante hasta lo extremo. Meterme con ella si ningún tipo de miramientos ni recato en mis comentarios y devorarla con la mirada de un auténtico perro en celo en las mismas narices de aquel imbécil que tenía por pareja, era algo que enervaba y aceleraba la producción hormonal. Me había puesto la polla durísima aquella puta.

-Me complace tener el placer de presentarles –intervino el Hombre FX llegado  a sus espaldas- a una de nuestras más críticas colaboradoras. La señorita Ayla .

¡Por supuesto! ¿Cómo no se me había ocurrido? Ayla , la pedante y presuntuosa comentarista de los relatos de la página. Un personaje de los que se hace notar y a los que no cuesta en absoluto hacerse merecedores de la antipatía general.

Algunos comentarios y murmullos se levantaron entre los comensales de alrededor. Ella por su parte, se limitó a sonreír complacida por el efecto creado.

- Ayla -aprecié ladeando la cabeza en gesto de valoración-… te va.

Sonrió de nuevo, mirándome con ojos curiosos.

-¿Por qué lo dices?

-Estás muy buena y tienes un aire de resabidilla provoca sensaciones encontradas.

Reímos todos, incluido su acompañante. Un auténtico huevón .

-No hubiera acertado tu imagen exacta: podrías haber sido morena, o tener el pecho pequeño, o ser muy alta o bajita… detalles. En cualquier caso, la descripción marco era ésa ya ella debías ajustarte sin duda.

-O, vaya –se la veía realmente agradada-… ¿eres policía o algo así?

-No, pero estuve en los Boys Scouts.

Reímos de nuevo.

-El señor es su marido –continuó el Hombre FX- . Ayla insistió en que le invitásemos a él también, y para nosotros ha sido un placer.

Sonrió el hombre a modo de agradecimiento.

-No es correcto que una mujer casada frecuente fiestas de este tipo sin su marido –observó ella cortésmente.

“No es correcto, ¿eh, mala puta? A saber la de pollas que te habrás comido mientras él esperaba junto a la barra en esas fiestas”.

-Esta señorita tan atractiva por su parte –finalizó el Hombre-, es nuestra querida Moonlight , lectora, autora y comentarista de la web desde hace años. Una de nuestras seguidoras más fieles y apreciadas por nosotros.

Sonrió halagada la morena.

-Y autora de alguna de las mejores mamadas que te han hecho en tu vida, Hombre FX. Dilo todo.

Rompimos a reír de nuevo.

- Moonlight ya asistido anteriormente a otras de nuestras fiestas, en las cuales este servidor, como muchos otros varones y hembras, ha tenido el placer y privilegio de comprobar en sus carnes sus artes amatorias. Esta noche sin duda, nuevas “víctimas” se unirán a su club de admiradores.

Le miró ella felina y perversa.

Después de aquello nos dejó de nuevo para atender al resto de comensales. Me hubiera preguntado acerca de papel y posición del Hombre FX en Todorelatos , pero tenía cosas más importantes que hacer, como mirarle las tetas a mi deliciosa compañera de mesa.

-¿Tú también habías venido antes a alguna de estas fiestas?

-Oh, no… es la primera vez –me aclaró siempre sonriente-. El año pasado recibí invitación, pero no pudimos venir finalmente.

-¿Y eso?

-Mi madre estaba enferma y tenía que atenderla. Cáncer.

Aprecié con un gesto.

-¿Y este año ya no lo está?

-Desgraciadamente no. La enterramos hace ocho meses.

Su gesto, hasta el momento socarrón y pícaro, se tornó gris y melancólico por un momento. Evidentemente, la había querido mucho.

-Así que la vieja perra acabó reventando. ¡Bien por ella!

Me lanzó entonces una mirada fulminante, convertido en una máscara de puro odio su hermoso semblante.

-Agradecería un poco de respeto –escupió más que pidió, sus ojos casi entrecerrados en gesto de desafío y amenaza-. Fue una agonía larga y con mucho sufrimiento.

-Me alegro.

Su mano voló hacia mi rostro, siendo interceptada por la mía, que la asió presta por la muñeca. Me miró furiosa, iracunda. Luego la solté y aquélla volvió a su sitio.

-Así está mejor.

Volvió a mirarme. Tensa. Como quien lucha por contenerse. Luego me incliné hacia ella y tome una de sus tetas en mi mano para acariciarla y sobarla. Ahora me miró súbitamente sorprendida, como a punto de estallar.

-Me importa una mierda la puta de tu mare y su muerte. Espero que sufriera todo lo posible.

Masajeaba a placer aquel enorme globo de carne mientras ella observaba anonadada. No me había equivocado. Estaba ante una masoquista vocacional. Quizá ni ella misma lo supiera todavía, incluso pareciera posible que estuviera descubriéndolo en aquel momento, pero efectivamente así era. Su mirada, iracunda pero dominada por la sumisión, hablaba a las claras de ello mientras su marido restaba congelado ante la escena.

-¡Ja! Toda esa soberbia y altanería en tus comentarios, esconcen en realidad  y complejo de hembra sumisa.

Odio. Mucho odio en su mirada.

-Soy una gran escritora. Tengo varias novelas de éxito publicadas.

-Pura fachada. Todo eso no esconde más que una mera perra ansiosa de encontrar el macho que la domine.

Todo el odio del mundo.

-Ya me preocuparé cuando salga de aquí de buscar su tumba para ir a cagarme en ella. Ahora, muy dócilmente y con toda la devoción del mundo, te vas a meter bajo la mesa, me vas a desabrochar la bragueta y me la vas a mamar hasta que me corra en tu boca.

Odio infinito. Casi cortaba el aire como un cuchillo. Luego el fuego de sus ojos fue remitiendo hasta desaparecer por completo, dejando tan sólo la dócil mirada de una hembra vencida.

-No prefieres esperar hasta después de la cena.

-Esperaré hasta después de la cena. Eres tú la que va a perderse ésta, no yo. O mejor dicho, a cambiar de plato.  Te vas a dar un atracón de leche de macho esta noche.

Sumisa, muy sumisa, comenzó a inclinarse para buscar su lugar bajo la mesa.

-¡¡Natalia!! –saltó finalmente el cornudo.

-Vuelve a sentarte, imbécil –le ordené yo tajante mientras ella desabrochaba los botones de mi bragueta para acceder en su interior al cetro de su señor. Me miró pasmado.

-He dicho que te sientes…

No tenía voluntad para oponerme. Sus ojos eran los de un corderillo. Comenzaba a entender de qué iba todo aquello. La selección de comensales entre los asiduos de la web y su disposición en la mesa. El Hombre FX … debía ser un psicólogo al servicio de la página, o quizá contaba ésta con su gabinete de éstos y él sólo trabajaba con la información que le proporcionaban. Elegían a los invitados según sus perfiles y los colocaban en forma estratégica para provocar la reacción lógica entre éstos. A todas luces, habían colocado a mi lado a Aylak para que ocurriera aquello que ahora estaba ocurriendo. Interesante. Muy interesante.

La zorra comenzó a mamar con total devoción. Una verdadera lengua de seda la suya. Sublime.

-Mejor pensado… acércate hasta la barra y tráeme un whisky. Acompañará la cena.

Me observó incrédulo mi entras ella se entregaba rendida y encantada a su labor.

-¿No me has oído?

Moonlight observaba en silencio, claramente excitada.

-No… sé qué whisky bebe.

-Da igual, tráeme uno bueno. Y si te equivocas, te vuelves a la barra y pruebas con otra marca. Así hasta que aciertes. De ese modo te tenemos ocupado. Para que no te aburras.

Se alzó un coro de carcajadas a nuestro alrededor. Todos los que quedaban en un radio de diez o quince metros rieron, incluido el Hombre FX, que en pie iba de un lado para otro y ningún detalle se perdía. Tan sólo la propia Ayla dejó de hacerlo, ocupada como estaba en su faena, totalmente a ella dedicada. Estoy seguro de que nada hubiera conseguido separarla entonces de mi polla, sus labios a ella soldados.

-Me gusta –apreció Moonlight cuando el imbécil se dio la vuelta para ir a cumplr con lo ordenado-… tienes clase.

La miré sonriente, perverso.

-¿Me enseñaras la tuya esta noche?

Sonrió con fuego en los ojos.

-Aprenderás muchas cosas esta noche. Algunas te las enseñaré yo.

Reí agradado por la perspectiva.

La cena transcurrió en ese tono. Al cabo de un rato, Ayla ya andaba con las tetas al aire, pasando éstas de mano en mano y de boca en boca mientras el calzonazos de su marido atendía las demandas de sus corneadores. No tardó mucho el ir caldeándose la cosa. No satisfechos con  aquella humillación, pronto comenzaron a lloverle collejas al paso, provocando la hilaridad de todos los presentes. Incluso la propia Ayla reía evidentemente excitada y complacida con aquello, ridiculizando a aquel pobre diablo. Especialmente complacida se la veía sentada sobre las piernas de el Marques Le Sade. Un individiduo avanzado en la cuarentena, de evidente encanto físico. Atractivas y facciones, cuerpo armonioso y bien proporcionado, de elevada estatura… su cabello rubio y sus ojos verdes debían resultar llaves maestras con que abrir la mayoría de las femeninas entrepiernas que se propusiera. Parecía la clasede tipo al cual debía resultar realmente difícil no ligar, aun sin proponérselo. Costaba imaginarlo regresando a casa tras una noche de fiesta sin una beldad de brazo.

En alguna ocasión mi mirada se cruzó con la de Carmen. No parecía ella tan agradada con todo aquello.

“Parece que te estás divirtiendo” -me llegó un wash ap suyo.

“No me desagrada la cosa, pero sigue siendo trabajo. La única forma de traspasar el velo y descubrir lo que hay aquí, es ganándose la confianza de quien sea que esté detrás de todo esto.”

“Ya… no conocía esta faceta tuya”

“Cariño… no conoces muchas cosas de mí”

Lo que hubiera dado yo por enseñárselas…

Después, alrededor  de una hora más tarde, fuimos invitados a pasar a la sala de la discoteca. No al pub en que habíamos sido  recibidos al principio, sino a una nueva y mucho más amplia. Probablemente un salón de celebraciones en otro tiempo, al que se accedía atravesando el alto arco gótico que le servía de entrada, al cual a su vez se llegaba tras atravesar una breve estancia ubicada entre aquélla y el restaurante a modo de separador.

Aquello acabó de desubicarme. Las dimensiones del inmueble se evidenciaban de muy superior envergadura a lo que cupiera imaginar al observarlo desde el exterior. Mi instinto, cultivado durante años de ejercicio de mi profesión, me avisaba de algo muy extraño allí, pero la excitación y morbo del momento lo nublaba todo  y no me permitía atenderle.

Ya en la sala, la cosa derivó en una auténtica explosión de sensualidad y erotismo sin límites. Los disfraces, tanto los femeninos como los masculinos, eran de un sexy y una provocación embriagadores. Los segundos no para mí, claro está. Soy hetero, no homo. Pero las mujeres, obviamente, debían estar tan encantadas con todo aquello como yo. Hasta la conducta de Carmen, la doncella de hielo, comenzaba a cambiar. Sus miradas cada vez se preocupaban menos por disimular su interés por las esculturales y masculinas anatomías que por allí pululaban.

La música era gótica, del tipo “opera metal” y similares, contribuyendo con sus coros y orquestales a un estado de percepción colectiva alterada que iba in crescendo. Ayla , la hembra más puta de la fiesta, iba de mano en mano, de polla en polla, mientras su marido continuaba recibiendo órdenes y collejas por doquier.  Le ponían la zancadilla para hacerle caer, obligándole a hacer el viaje de nuevo para traer las copas a aquellos mismos que lo atormentaban. Todo ello acompañado por la hilaridad y escarnio general, incluido el de su amadísima esposa.

La mente quedaba enfebrecida en aquellas circunstancias.  El cerebro se inflamaba y quedaba dificultado el proceso del pensamiento.

El Marques Le Sade centraba ahora su atención en Carmen. El muy bastardo debía sacarle alrededor de veinte años de diferencia en edad, y sin embargo sus avances con ella parecían prometedores. Si hubiera tenido que apostar, lo hubiera hecho a que aquella noche mi preciosa empleada acabaría retozando con él en algunos de los dormitorios que se nos había informado habían sido habilitados para la fiesta en las plantas superiores del inmueble.

En algún momento volví a cruzarme con la Hembra Oscura . Eran tantos los invitados, que no había vuelto a verla desde que la encontré al llegar. Me miró perversa al pasar. Ahora venía del brazo de un muy apuesto joven rubio. No debía tener más de dieciocho o diecinueve años, por los más de cuarenta de ella.

“Así que eso era lo que buscabas, ¿eh, zorra? Carne en barra joven que te dé lo que necesitas”.

Todo allí tendía al exceso. La Hembra sonrió intuyendo mis pensamientos.

“Efectivamente, querido”, casi la escuché decir con su mirada”.

Luego, todo estalló de repente. Primero se escuchó un grito. Volviéndome hacia la dirección de la cual había provenido, encontré a Ayla acosada por un grupo de individuos, tanto hombres como mujeres que, sujetándola por los brazos, apretaban con saña sus tetas con la evidente intención de causarle dolor.

¿Qué estaba ocurriendo? Aquello ya no parecía parte de una experiencia consentida y disfrutada, sino más bien una auténtica agresión sexual.

Entre aquellos individuos, pude distinguir a la Hembra Oscura que, tras mirarme perversa, clavó sus uñas sádicamente en los pechos de la rubia para tirar a continuación hacia abajo, produciéndole una herida en todo similar al zarpazo de un tigre.

Alzándola en vilo, la llevaron entonces hasta una de las barras para colocarla sobre ella. Alguien tomó una botella de cerveza y apuntó con ella directamente ala entrada de su vagina.

-¡¡¡No!!!... ¡¡¡por favor!!!... ¡¡¡no!!!

Se la veía totalmente horrorizada, su bello rostro convertido ahora en una pura máscara de terror y espanto. Intentó el cornudo correr en su auxilio, pero fue retenido igualmente.

Casi supe lo que iba a ocurrir antes de que lo hiciera. Apenas la idea comenzaba a esbozarse en mi mente, cuando un trueno sonó en el local, estallando a continuación una de las botellas del botellero y haciéndose pedazos estruendosamente el gran espejo tras ella.

-¡Quitadle las manos de encima, cerdos!

Por fin hacía aparición la Glock de Carmen.

“¡No, no…! ¿Qué coño estás haciendo? Son demasiados. No podremos salir de aquí sin vernos obligados a matar a varios de ellos?” Hubiera sido preferible restar impasible, actuando sólo si la cosa llegaba al extremo de amenazar la vida de la rubia.

Ahora todos miraban a Carmen estupefactos. Alrededor suyo se había abierto un amplio círculo, apartada la gente ante el temor que infundía su arma.

-A un lado. ¡Vamos!

El tono de su voz no admite réplicas. Es el tono de voz de alguien acostumbrado a ser obedecido. El tono de voz de la hija de un militar vocacional.

Un movimiento repentino a su derecha. Carmen se gira con la velocidad de una pantera enfurecida y suena otro trueno. La rótula de uno de los asistentes que cargaba contra ella, estalla hecha trizas por la bala, cayendo al suelo el hombre entre aullidos de dolor. Sin solución de continuidad, se revuelve en dirección opuesta y aprieta el gatillo de nuevo, atravesando ahora el cuello de un segundo aspirante a reductor. Un  tercero queda congelado cuando ya también avanzaba hacia ella. Demasiado tarde. De nuevo suena la voz de trueno del arma de Carmen, yendo a herir a éste ahora en el hombro.

No hay más intentos. La letal precisión de mi ayudante, ha acabado por disuadir cualquier otro posible. Dos heridos, un muerto… lo ha hecho bastante bien. Hubieran sido preferibles tres heridos, pero no le han dejado opción.

¿No hay más intentos? Las mujeres suelen ser más sibilinas que los hombres. A menudo más eficaces. Un movimiento en todo similar al del rayo, y algo surge del grupo a su derecha para, silbando, ir a apresar su mano armada. Miro en aquella dirección. ¡El látigo de Catwoman ! ¡¡ Moonlight !!

Un decidido tirón de su fuerte brazo, y Carmen pierde su posición. Un segundo después, cinco, seis, siete… individuos caen sobre ella.

El viejo y mortal Smith & Wesson saltó a mi mano como dotado de vida propia. Un nuevo trueno, mucho más potente que el anterior, y uno de los agresores cae al suelo con la cadera destrozada. Otro más, y una clavícula se parte al impacto del proyectil.

-¡Soltadla! ¡¡Ya!!

Me miran perplejos.

-¡No lo repetiré!

He tardado demasiado. ¿Quién me lo hubiera dicho? El maldito morbo, la condenada excitación de la noche han enturbiado mis sentidos. Debía haber apoyado a Carmen cuando los encañonó con su arma. Entre los dos podríamos haberlo conseguido. Ahora es demasiado tarde. Una persona sola situada en el centro de un círculo de enemigos, no puede salir airosa. Ella contaba conmigo. Pensó que la apoyaría. Le fallé.

Siento más que percibo en mi campo de visión periférica, una botella de tercio de cerveza volando hacia mi cabeza. Consigo esquivarla. No así una segunda proveniente del otro lado. La vista se me nubla. La inconsciencia avisa de su llegada. Todavía tengo tiempo de ver, como en un sueño, la expresión aterrorizada de Ayla , que desde la barra me observa reducida de nuevo.

“¡Un esfuerzo! Por peores has pasado”.

No hay caso. Hay más gente preparada y con reflejos entrenados en la sala. Desde un lateral, una fuerte mano surge para agarrar la mía armada. Giro la cabeza para indagar de quién se trata. ¡El Marqués !

Un par de hábiles movimientos y me ha hecho girar para quedar de espaldas a él. Apresado por el cuello en la llave de “mataleón”, sus rodillas presionando la parte posterior de las mías para vencer mi posición y evitar que pueda hacer fuerza con las piernas para liberarme. Siento la falta de aire. Luego el negro velo de la insconsciencia viene a cubrirlo todo.

(Continuará)

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La idea para escribir este relato, se me ocurrió cuando, hace ya algún tiempo, leí uno publicado en Todorelatos que, en clave de comedia, tomaba como personajes a varios de los usuarios y autores de la página.

Situando igualmente la acción en el marco de una fiesta organizada por la dirección de la web para sus usuarios, decidí recrear una historia totalmente distinta, inspirada en un contexto de goticismo y misterio, que incluso llega a incluir elementos de terror por momentos, todo ello más propio de mi estilo y especialidad.