El origen de mis fantasías 2

En este capítulo cuento sobre la primera vez que me mostré desnudo junto con unas amiguitas.

AVISO: No es pedofilia, es sólo una experiencia que sucedió de pequeño, no incluye material sexual, sino sólo desnudez.

Para seguir mejor la historia recomiendo leer el relato anterior en el siguiente link:

https://www.todorelatos.com/relato/183079/

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Como les conté en el relato anterior, un examen médico con una doctora joven fue el que determinó a futuro mis gustos fantasiosos con las mujeres.

Cada vez que veo a una mujer de piel pálida con el cabello liso negro, dejado caer hasta la espalda o hasta las nalgas, me vuelvo loco, en sentido figurado. Si bien es cierto no puedo evitar quitarle la ropa en mi mente e imaginar cómo sería su cuerpo desnudo según los atributos que se le ven con la ropa puesta. Si son de complexión gruesa o gordita, mi mente les pone ese bollo hermoso de labios vaginales gruesos y carnosos, si son delgaditas o flacas, me las imagino con esa vulva muy pequeña, cerradita, totalmente lampiña.  Si son de complexión musculosa o fitness, el cerebro me las prepara con sus senos enormes y duros, su vientre fibroso y su respectivo clítoris hipertrófico derivado de la testosterona producida para generar musculatura.

Ello no quita que no he tenido experiencia con morenas o negritas o que no me guste una mujer por tal y tal cosa, tampoco puedo exigir mucho, sólo hablo de lo que mi mente genera a mis gustos. Tengo una fijación con las negritas hermosas, en uno de mis relatos ficticios hago referencia a Serena Williams, un portento de mujer, y  a una cirujano ortopédica de un programa que últimamente veo en Discovery, que es una diosa muy, muy hermosa. Sólo tienen algo en común que me gusta y es precisamente el cabello y su carácter fuerte y dominante.

De hecho como buen latino aunque soy blanco tengo familia de sangre de piel morena y negra. Si nos vieran de cerca a mi hermano, mis primos y a mí nunca pensarían que somos familia, de ahí que a mí me confundan con un árabe estilo “Mohammed Salah”, y a mi hermano menor que es totalmente opuesto a mí, delgado y más alto que yo, le decían “Mowgli”, como el hindú negrito del cuento “El Libro de la Selva”.

Pero para recapitular, anteriormente había quedado en me faltó decirles sobre la primera vez (como un simple juego) me enseñaron y yo enseñe mis partes a dos amiguitas mías de donde yo vivía.

Era una residencia muy famosa cercana a donde mi papá trabajaba. Los Teques es una ciudad muy pequeña, aunque casi todo sea montaña. En una moto puedes llegar al terminal de autobuses en 10 minutos, 15 en carro como mucho (cuando no hay tráfico). Los centros comerciales de esparcimiento famosos como “La Cascada” y “La Casona” sí quedaban un poquito más lejos.

Total que vivíamos en el piso 7 de un edificio en forma de “L”. En cada “palo” de la L hay 5 apartamentos, el nuestro estaba en el extremo del que sería el palo vertical, la unión de los dos palos eran los ascensores y escaleras. En el apartamento anterior al nuestro vivía una señora trinitaria y su hija adulta, una negrita linda, (sólo es para dar contexto, no tuve nada que ver con ellas más que saludos y ya), en el siguiente vivía una pareja con una hija dos años mayor que yo que tenía yo 7 años más o menos, y en el otro apartamento vivían varias familias y una vecinita de 6 o 5.

Reimar, que se llamaba la mayor, la otra la olvidé, y yo jugábamos mucho, debido a que no había más niños ahí y no bajábamos mucho a la calle. Siempre jugábamos en el pasillo y a veces se nos unía la otra niña, una vez que había visita en la casa de la menor nos reunimos a jugar con unos carritos y un auto lavado de juguete Hot Wheels que estaba de moda, un regalo de navidad mío, después de bromear un rato yo me cansé y entré a mi casa a tomar agua. Mi mamá estaba pendiente de mi hermano recién nacido, así que fui y salí, no sabía qué había pasado afuera, pero lo que aconteció a continuación, también me dejó constancia a futuro de que, las mujeres son más perversas que los hombres.

Salí yo a seguir jugando con mis vainas y estábamos el chamito nuevo de visita, la vecinita menor, Reimar y yo, en el transcurso del juego me dí cuenta que me faltaba un carrito descapotable antiguo, como del tamaño de los dedos medio y anular de un adulto juntos, preguntando yo que dónde estaba y ya impacientándome porque en ese aspecto mis padres son de los que te forman la mamá de los peos si se te pierde algo, Reimar y la otra se reían y el chamo sí no sabía un carajo, pero como hombre yo sospechaba de él, erróneamente, así que fui a acusarlo (sueno como un carajito jajaja) con sus padres, el chamito asustado decía que él no fue, y ya iba yo a cantársela a los padres cuando Reimar me llamó riéndose y me dijo que el carrito estaba en su casa escondido. Yo le dije que me lo devolviera y ella me hizo entrar junto con la niña a su casa según para ayudarla a buscarlo, pero ellas iban riéndose y creí que me estaban jodiendo, a lo que ella ya seria me dijo que lo había escondido en el baño.

Entré con ellas dos y Reimar cerró la puerta, los padres me imagino estaban en su cuarto. Cuando yo me pongo a buscarlo por el piso y no lo vi ya iba a llorar porque pensé que lo habían botado por la poceta, a lo que con un puchero ella se empieza a reír y me dice:

-No lo boté, lo tengo yo-

-¿Dónde? Mentirosa, Dámelo- dije yo

-¡Aquí!- me dijo ella.

Bajándose unos shortsitos que tenía puestos justo con sus pantaleticas noventeras de hello kitti ví el carrito ahí. Respiré aliviado viendo que era verdad, pero junto con el alivio vino la impresión, ya que además del carro le estaba viendo su cosita.

-Aquí está, ven y sácalo-me decía ella.

Yo estaba de piedra, todo penoso, nervioso. Ellas sólo se reían inocentes (al menos la menor, recuerden que la otra ya debía tener como 9) como yo no me acercaba Reimar me dijo que por qué estaba asustado, que si me daba pena verla y me dijo que querían escondérselo a la otra en su parte pero no pudieron porque sólo tenía un vestidito largo y no tenía pantaletas. Mientras decía eso la menor se levantó la falda como por cuatro segundos y me mostró también. Andaba “ruedas libres” como decimos aquí. La chama sacó el carrito y empezó a mostrarnos su cuquita a los dos, el otro pana se quedó afuera con los juguetes. Le decía a la niña y a mí que comparáramos sus cucas a ver cuál era más bonita, y yo le decía que no sabía porque no tenía sino pipí. Y en ese momento Reimar cambió y me dijo que se los mostrara, yo decía que estaba parado y ella insistió más. Ya pasado del miedo la curiosidad pudo más y me bajé el short con el interior y dejé ver mi panita parado y duro. La menor estalló en risa y Reimar junto con ella mientras me señalaba el pito diciendo : -¡se le paró , se le paró!-

Yo riéndome también por la situación me bajé más los pantalones y me pelé el pito mostrando el glande, me puse las manos arriba detrás de mi cabeza y empecé a menearlo sin tocarme, en realidad era cómico el momento, a los tres nos daba risa la cosa, ella hizo lo mismo y se levantó la camiseta dejando ver su pecho plano, (tenía más tetas yo por ser gordito, qué cagada ahora que lo pienso) la menor se levantó la falda, y entre risa y risa estábamos como bailando uno frente al otro meneando el cuerpo y yo mi pene dando coñazos para allá y para acá, hasta que de la risa pasamos al terror porque en la puerta sonaron tres golpes fuertes. Nos quedamos todos estáticos y yo cagado, fue tanta la excitación por el momento que en vez de bajárseme se me paró más todavía, y cuando me lo guardé se me veía el bultico y me daba pena salir.

Reimar toda cagada decía: - ya chamo, chama, vamos a salir – y yo no quería porque se me notaba el palo parado, hice fuerza y aguantando el dolor me lo empujé entre las piernas, eso hizo que se ablandara un pelín, esperando lo peor Reimar abrió y para sorpresa no había nadie, así que salimos pirados de ahí, encontramos al chamo que estaba fajado “lavando carros” y con la excusa de que me llamaban agarré mis cosas y me metí.

Nunca hablamos de eso, pero luego de ese día mis nuestros padres nos separaron. Al parecer los papás de Reimar sí se dieron cuenta y el toque en la puerta fue para asustarnos y dejarnos salir. Malamente ellos pensaron que el que ideó todo el plan fui yo, y sí me dio un poquito de tristeza porque tratábamos de juntarnos a jugar normal como si nada y nos separaban. Rencoroso nunca he sido, orgulloso tampoco. No la vi más sino pocas veces y nos saludábamos de lejos, el papá de ella sí era evidente que ponía cara de culo cada vez que me veía, y se fueron sin despedirme de ella, nunca más la vi.

Eso fue cuando estaba en segundo grado, antes de entrar a la escuela donde conocí a la doctora, estudié tercer y cuarto grado ahí y luego,  en quinto fue que empecé a fantasear con mis compañeras y en sexto, tuve mi primer contacto sexual, que no sé si ponerlo aquí o en amor filial, más adelante decido. También contaré cómo fue mi primera incursión el porno con el internet, y la manera tan loca que se dio.

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Muchas gracias por leer. Estoy pensando en cómo saltar de ahí al otro tema porque ya es más personal y no lo digo por mí, sino por respeto a las otras personas que participaron, sobre todo porque lo siguiente es un poco incestuoso.

Irvic E. Fernández. C.