El orangután de mi mejor amiga
-¿que tu padre se ha traído un orangután de su último viaje a África? ¿no hablarás en serio?
-Lúmina: ¿qué dices, no hablarás en serio?
-Froida: que sí, que sí, que mi padre se ha traido un orangután de su último viaje a África.
-Lúmina: pero eso no puede ser, la gente de África se trae recuerdos artesanos hechos por indígenas, postales, fotos, álbumes. Pero un orangután ¡no! un orangután es un ser vivo y no se puede tomar como quien toma una piedra del desierto!
-Froida: pues vete haciendo a la idea chica. Nos ha contado que lo compró en una especie de rastro que lo montan ahí como quien monta el mercado del domingo. Le costó casi nada, el equivalente a 50 nos ha contado. Eso sí, lo ha tenido que esconder en la roulotte para que no se lo vieran los de aduanas, porque entonces sí que no se lo hubieran dejado llevar.
-Lúmina: pero eso es increible, todas nuestras compañeras de clase querrán venir a verlo cuando se enteren.
-Froida: por eso hay que llevarlo un poco en secreto. Porque una cosa de estas se empieza a divulgar sin ninguna mala intención, pero se acaba haciendo público, y acabarían en venir a vernos los periódicos; antes de la policía a llevárselo.
-Lúmina: cachis la mar, pues habrá que ir al loro. Yo no se lo diré a nadie.
-Froida: ahí está, si nadie se lo dice a nadie no tendremos problemas.
-Lúmina: esto y..... ¿cuando podré venir a verlo?
-Froida: pues cuando quieras, esta tarde mismo te pasas a las 5, ¿te va bien?
-Lúmina: fenomenal, ahí estaré sin falta.
Froida y yo volvemos a lo nuestro y hacemos un par de dozenas más de piscinas, de lado a lado. Nos conocimos hace dos años al ir a la misma clase, pero nos hicimos "amigas" al coincidir también en la piscina, donde un día iniciamos una plática y a partir de ahí nos hemos hecho como carne y uña, inseparables, donde yo lo sé todo sobre ella y ella de mi. Yo me acabo cansando de nadar antes que ella, le dirijo una mirada cómplice y me voy a los vestuarios, para, sin volvérmela a encontrar, me ducho, me visto y me vuelvo a casa.
Una vez en casa, cómo con mi familia con la que hablo de unas pocas trivialidades, sin decirles, peró, el secreto que me ha sido confiado. Este es el primer paso para mantener el secreto, no se le puede decir a nadie, sin excusa que valga. Después de comer me retiro a mi cuarto y para no ponerme impaciente para ir a casa Froida, me pongo a estudiar un poco de biología. Aún estamos en la lección 14, de los vegetales, pero yo aprovecho y me avanzo unas cuantas lecciones del libro para llegar a la lección de los homínidos. Allí me hago una pequeña idea sobre lo que son los orangutanes. Una especie hermana de los humanos. O sea, tenemos el mismo antededente pero los dos dimos a nacer especies diferentes, y nos separan unos 2 millones de años en la historia de la evolución, casi na. De vez en cuando voy mirando mi despertador y este acaba dándome lo que le pido; las cinco o'clock.
-Lúmina: ¡mamá! me voy a estudiar a casa Froida!
-Mamá: bien hija, no te demores.
Llevo la mochila cargada de libros solo para disimular un poquito, aunque vete a saber, quizá el mono es un muermo aburrido y no se puede jugar con él, y estudiamos. Bueno, que tardo 5 minutitos en llegar a casa Froida y un poco sintiéndome una ladrona, llamo a su timbre.
-intérfono: ¿sí?
-Lúmina: soy yo, Lúmina.
-meeeeeeeeec-
Empujo la que se ofrece a abrirse puerta automática y me meto en el ascensor de un salto. En 30 segundos me abre ahora la puerta de su casa Froida.
-Froida: ven ven, que está en el salón.
Llegamos al salón de siempre, en el que he pasado tantas tardes, pero esta vez hay un habitante nuevo, encima la mesa de la esquina está él.
-Lúmina: ¡que guapo! ¿como se llama?
-Froida: Chungo, lo llamamos así porque no es muy educado que digamos.
-Lúmina: como mola, ¿no muerde, no?
-Froida: que va, ya verás, dale la mano.
Siguiendo la sugerencia de Froida me le acerco y sin miedo alguno le ofrezco la mano como si fuera a saludarlo. Este levanta la mano igual que yo y encajamos un apretón de manos, como los hombres.
-Lúmina: ja ja ja ja, ¿que se lo habéis enseñado vosotros?
-Froida: no, ya vino enseñado de donde lo compró mi padre, y sabe hacer unas cuantas cosas más. Sabe que las cosas se tienen que hacer en el lavabo, y sabe comer con las manos, no como tu perro Fraile con la boca.
-Lúmina: bueno, que solo le falta leer y escribir, ja ja ja ja ja.
-Froida: ja ja ja, eso no se lo enseñan ni los científicos, ya te he dicho que muy educado no es. Ven chungo, ven.
Diciendo esto Froila lo toma de la mano y nos sentamos con él en el sofá.
-Froida: esta es mi amiga Lúmina, y como ella es mi amiga y tú eres mi amigo, también se convierte en amiga tuya.
El mono la mira a ella y después me mira a mi, cual si entendiera.
-Lúmina: ja ja ja ja, Chungo, mi nombre es Lúmina, y Lúmina tiene accento en la U, ja ja ja ja.
-Froida: ay va, no te rías de él, que si tú fueras una mona estarías en su misma altura.
-riiiiiing- -riiiiiing-
-Froida: uy, el teléfono. Voy a cogerlo.
Froida se levanta y sale al pasillo donde está el teléfono. Nos quedamos entonces Chungo y yo sentados en el sofá sólos.
-Lúmina: ¿ 2+2 ? vaaa, que te lo pongo fácil ¿ 2+2 ?
El mono parece no "entenderme" y lo único que hace es volver a tomarme de la mano y sacudirla con el cojín del sofá.
-Lúmina: no seas capullo, si yo eso lo aprendí con 5 años. Tú tendrías que saber hacer ya integrales partidas.
Froila regresa al salón y se la ve un poco alterada.
-Froila: Lúmina, tengo que salir un momento. ¿Te quedas aquí esperándome o te vas a casa?
-Lúmina: esto, ¿no puedo venir contigo?
-Froila: no, lo siento.
Yo aún estoy esperando que diga algo más después de decir "lo siento" pero no, Froila sigue callada ante mi esperando una respuesta, de si me quedo aquí o me voy a mi casa.
-Lúmina: puessss, pues si no es molestia me quedo aquí.
-Froila: vale, pues aquí estás. Puedes comer algo si tienes hambre, adiós.
Froila me abandona dejándome en la gran duda, ¿como mi mejor amiga no ha sabido darme explicaciones de porqué se marcha tan repentinamente a partir de tan solo un telefonazo?
-Lúmina: fua, ¿tú lo sabes Chungo?
-Chungo: ¡Uh Uh!
-Lúmina: veo que no sabes nada. En fin, tendré que quedarme con la incógnita de que de pronto mi mejor amiga no sabe confiarme un secreto. ¿Y tú, tienes muchos de secretos?
-Chungo: ¡Uh Uh!
-Lúmina: mmm, creo que no muchos, o como mínimo no son de mucha importancia. Como donde has escondido un racimo plátanos en tu jungla o donde tienes escondido un antojo en tu cuerpo.
El mono no me contesta por lo que al final me doy cuenta de que estoy hablando sóla. Azechada por el aburrimiento le vuelvo a dar la mano como se la di al saludarlo antes. Él me la vuelve a tomar y como si fuéramos humanos los dos nos saludamos.
-Lúmina: ¿y jugar a palmadas sabes?
Diciendo esto le pongo las dos manos extendidas delante para jugar al plis-plas como jugaba de pequeña. Y sorpresa, porque él las pone igual y nos damos un par de palmadas, primero yo y después él.
-Lúmina: ja ja ja, ¡si igual hasta sabes jugar a cartas! Venga va (mientras le canto nos damos palmadas a mano derecha, izquierda y cruzadas) pito-pito-colo-rito-donde-vas-tú-tan-bonito-a-la-acera-verdadera-pim-pam-fuera-tú-te-vas-y-tú-te-quedas-ala-acera-del-detrás-bis-y-bas.
Durante el prenatal juego este, peró, me voy aburriendo y me voy fijando en como está construido en orangután. Hay que diferenciar entre el orangután y el chimpanzé. El orangután es mucho más peludo y tiene el pelo castaño, el chimpancé lo tiene cortito y mucho más oscuro, aparte de ser todo el mono más pequeño. El orangután no es precisamente un gorila, de grande, pero digamos que cuando uno se refiere a un "mono" se refiere a un chimpancé, macaco, o uno de estos micro-homínidos.
Como chica que soy, y mujer que seré, me fijo también en lo que más llama la atención a mi analítico sentido femenino, la entrepierna. No se le ve nada, todo son lisos pelos que esconden algo que nadie sabe.
-Lúmina: a ver si eres mona, en vez de mono. ¿Puedo echar una ojeada? Estoy segura que si supieras hablar me dirías que sí.
Por lo que no espero su respuesta. Con precaución y medida le acerco la mano a su entrepierna y, vigilando en todo momento que no se sobresalte, le aparto un poco la pelambrera para ver qué se esconde ahí.
-Lúmina: sí, eres mono, ja ja, perdona pero tenía que asegurarme.
Lo que le veo entrepiernas es un pene super raro. Alguno que otro había visto en fotos del libro de biología, e incluso en una revista porno que tenemos escondida yo y Froila. Pero este se ve con piel como el pene de un negro, pero el glande es granate oscuro como el que a veces le veo a mi perro, que se lame. Está, por cierto, excitado. Supongo que por los efluvios vitales femeninos que desprende mi cuerpo adolescente y su refinado aroma reconoce.
-Lúmina: cuidadín con lo que haces, que yo quiero llegar virgen al matrimonio, ja ja ja.
Lanzo este tópico muy convencida, pero en el fondo me da mucha curiosidad el primer pene homínido en vivo que tengo oportunidad de contemplar. Le aparto un poco más el pelo que lo envuelve y lo observo más detenidamente. Debe medir como un palmo y medio mío, no sé como será comparado con un humano, pero si tengo que juzgar que eso se metiera en una vagina como la que por ejemplo tengo yo, encontraría bastante resistencia por la estrechez del conducto.
Sin frenar ninguno de mis humanos impulsos, me doy cuenta que le he tomado el pene con la mano y lo tanteo para notar que tacto tiene un bicho de estos. Tiene un tocar muy caliente, como la frente de un niño con fiebre, y mi también agudo olfato hace rato que huele el mismo olor que hacía mi perro cuando era más jóven y se jodía un gran cojín. De pronto el mono, sin aviso alguno, alarga la mano y me toma una de las tetas. Yo no me atrevo a sacársela porque no se enoje. Tan solo puedo limitarme a sentir como el orangután me soba la teta haciéndome subir los humores.
-Lúmina: oye tú, ten cuidado lo que tocas que no está bien tocarle la teta a una niña de 14 años.
El mono, peró, no ha aprendido educación, ya me lo decía Froila, y sigue manoseándome el pecho haciéndome una cosquilla hasta el momento desconocida por mi. Ante esa misma cosquilla que estoy sintiendo, mi prejuicios parecen esfumarse como una bocanada de humo. Mi mano que lo tenía cojido del pene, empieza a subir y bajar como he oído que hace la gente grande.
-Lúmina: bueno monito, si tú te atreves yo también, esperemos que Froila tarde en regresar.
A retalía de esto me siento junto a él y trato de darle el que será para mi mi primer beso. Da un poco de miedo con esos dentarrones que tiene. Pero yo supongo que no me morderá y le saco la lengua para metérsela en la boca. Esta es una de las cosas que Chungo sabe hacer que la familia de Froida no sabe, besar. Como un experto play-boy saca también su lengua y nos damos un peliculero beso. Su mano derecha se ha metido bajo mi blusa y me tiene una teta cogida que oprime con tacto, su izquierda se ha metido bajo mi falda y trata de tocar un tapado por braguitas sexo, que para hacerle las cosas más fáciles me saco yo misma. Aprovecho al sacarme las bragas y me desnudo entera, tiro toda mi ropa al suelo y lo primero a lo que me lanzo yo misma es a comerle la homínida verga.
¿Tiene un sabor quizá diferente al humano? no sé, tardaré supongo tiempo en saberlo porque hasta el momento, de ligues con homo-sapiens pocos. El mono, peró, es muy rudo en todo. Mientras se la mamo no deja de moverse a todos lados, así que al final lo dejo hacer y me tumbo en el sofá mirando hacia arriba.
-Lúmina: vamos a hacerlo como los humanos y como manda la iglesia, en la postura del peregrino. No como los perros, o supongo los monos que lo debéis hacer en la misma posición.
Sin embargo no me responde, pero se coloca en la posición correcta, encima mío. Otra de las cosas que le han enseñado, pienso. El muy hábil orangután se ayuda con la mano para apuntármela en la raja. Yo cierro los ojos y la boca para tratar de enmudecer lo más que pueda el grito que sé que se aproxima. Me la mete de un empeñón.
-Lúmina: ¡oooooooooooooooh!
-Chungo: uh uh uh uh uh.
El follar del mono es un salvajismo, nunca me ha follado un hombre pero sé por sentido común que el de este será más civilizado. Noto como ese pene de palmo y medio que le vi entrepiernas hace tan solo media hora, se mete en la más interna cavidad de mi cuerpo, que trato con cariño en mis higienes íntimas y que nunca he depilado para no maltratarla. El pene del mono, peró, no parece estar acostumbrado a tratar su pareja con suavidad, pues entra y sale de mi a primitivos embistes, extrayendo de mi primitivos gemidos de placer y lamento.
-Lúmina: ooooh, oooh, ooooooh, Chungoooo, Chunguitooooo.
Veo justo a mi lado la cara del mono que con los dientes entrecerrados parece hacer una gran fuerza mientras me penetra. Noto esa gran fuerza a través de mi ojos que contemplan esa fea cara, y a través de mi entrepierna que nota como un miembro viril se inserta en ella, haciendo hacia ambos lados las poco acostumbradas a penetración paredes vaginales. Las manos de Chungo son callosas y pezuñudas, pero ante su rudo agarre yo no puedo hacer más que entregar cuanto pueda de mi cuerpo al placer de mi nuevo amo.
-Lúmina: por favooor Chungooooh, mmm, mmmmf.
La cabeza de chungo está prieta al sillón al lado de la mía. Levanto un poco mi largo cuello para contemplar desde otro punto de vista lo que hace más abajo. Veo como el culo del orangután se eleva y cala al mismo tiempo que mi vagina nota como se me inserta. Cuando el culo se hunde, noto que la gran extremidad que se ha metido dentro de mi, hace tope muy adentro de mi vientre. Y justo en ese sitio noto una humilde sensación de placer, pero que me hace gritar como si estuviera siendo sometida a la peor de las torturas.
De pronto oigo abrir esa puerta que tantas veces he oído abrir, la de entrada. Bajo el orangután estoy como inmovilizada y no puedo hacer nada para librarme. No tarda en abrirse también la puerta del salón, Froida acompañada de sus padres. Yo trato de frenar esos gritos que salen de mi boca, pero me es imposible e unicamente puedo mirarlos con desesperación mientras no ceso de gemir ante la cogida que me está dando Chungo, mono que se mete dentro de mi a espasmos.
-Papá: ¡dios!
-Mamá: ¡hija mía!
-Froida: ¡lo que faltaba!
Este relato se lo dedico al autor anónimo que el 26/marzo/2003 escribió "El padre de mi mejor amiga" relato que en su día me embrujó.