El olvido
Organizada mujer, se desespera cuando se le olvida algo y recuerda el idilio con su amado la noche anterior.
RELATO 14
El olvido
ECSAGARDEZ
Estaba desesperada, no sabía ni que hacer ante el grave problema que se le había presentado. Como era posible que ella tan precavida, hubiera dejado en el olvido algo tan pequeño que no la tuviera en ese dilema
Margarita tenía 25 años de edad y los lentes que usaba le daban una apariencia de 30 años, pero a la vez de mujer ejecutiva. Eso indicaba, su preocupación, ya que se consideraba una persona muy organizada, no sólo en las cuestiones de su trabajo, sino en las del hogar y personales
Se encontraba en el elevador del edificio donde trabajaba. Era gerente de mercadotecnia de una compañía transnacional y sus citas de negocios eran frecuentes En un encuentro de esos conoció a Javier, quien era su "novio", pero al que le había entregado su joya más preciada: Su virginidad.
Sin embargo, para nada estaba arrepentida. El se había comportado como todo un caballero y la llenaba de halagos y regalos. Aunque ella lo amaba, porque apreciaba en él muchos valores que lo hacían ser un tipazo en toda la extensión de la palabra.
II
Todavía recordó la noche anterior, como habían disfrutado de su amor en el departamento de ella. La forma en que comenzó a desvestirla. El tenía la delicadeza y sensibilidad para hacerla sentir deseada. Y le bajaba la falda hasta los tobillos, al tiempo de besarle ligeramente el cuello y echarle aire atrás de los oídos que la hacían vibrar de emoción y emitir ligeros gemidos de placer
Poco a poco, él le quitaba el brassier y buscaba sus tetas, para juguetear por un buen rato con sus pezones, los cuales respondían de inmediato a esa caricia que se tornaba salvaje, cuando se los mordisqueaba ligeramente, haciendo que su cuerpo se enervara y se entregara por completo al éxtasis
III
Por un instante entreabrió los ojos y observó que el elevador seguía su ascenso a los pisos superiores del edificio Volvió a entrecerrarlos y siguió recordando las caricias de su amado esa noche A Javier le gustaba acariciarla de pie, junto a la cama, le ofrecía sus labios y su lengua serpenteaba en el interior de su boca en un frenético ósculo que la hacía sentir innumerables sensaciones
Luego con su lengua él iba bajando y recorría su cuello, sus pezones, uno a uno, pasaba por su ombligo y llegaba a la entrepierna para quitarle la tanga, provocando que ella colocara una de las piernas sobre su hombro y permitirle así todo el espacio en su monte de venus, donde él con sus dedos separaba los labios superiores de la vagina y la penetraba con su lengua para practicarle el mejor sexo oral
Pero la incursión de la lengua de Javier no se detenía allí, sino que con sus labios tomaba su clítoris que en esos momentos se encontraba palpitante y al aprisionarlo la hacía tener el primer orgasmo El aprovechaba y tomaba con su boca todos los jugos que de ella emanaban, para sacar por un instante su lengua y lamerle el que se había regado entre sus muslos, hasta llegar a sus caderas, donde él le daba ligeros mordiscos y terminar con un lenguetazo de pronóstico reservado en su ano que la hacía vibrar a más no poder y resurgir con otro orgasmo Así se iniciaban sus sesiones amorosas con su amado Javier
IV
Pero esa mañana, las cosas habían cambiado La seguridad que Margarita proyectaba siempre, en esos momentos le estaba jugando una mala pasada y es que ya tenía días y su regla no bajaba, lo cual era motivo de preocupación, por no estar preparada para ello
Siguió lamentándose y se autocalificaba de irresponsable. No era posible tanta organización en el trabajo. No era posible mantener las cosas en orden en el hogar y ser eficiente en los negocios, si aún se le puede olvidar hasta el más pequeño detalle
V
El elevador se detuvo en el piso once y ella descendió rápidamente para dirigirse a su oficina Su caminar no era el mismo, denotaba desconfianza y lo primero que hizo fue saludar con demasiada frialdad a Mary, su secretaria, quien la observó con cara de extrañeza
Al entrar a su privado, habló por el interfono y le pidió una taza de café Cosa rara, en ella, porque no lo acostumbraba, sino cerca del mediodía Sin embargo, Mary no hizo ningún comentario y preparó una humeante y aromática taza de café, el cual llevó a su jefa, quien estaba sentada con la vista fija en el cuadro que colgaba de la pared, atrás de su escritorio
Todavía Mary, le preguntó:
- ¿Se le ofrece algo señorita?
Margarita, sólo alcanzó a balbucear algunas palabras, casi inintendibles. Pero Mary optó por salir del despacho, se veía que su jefa no se encontraba bien y lo mejor era dejarla sola con sus pensamientos
VI
Margarita cerró los ojos y su mente se transportó a lo sucedido la noche anterior con Javier Luego de que él la hubiera satisfecho con ese sexo oral que le prodigaba en cada sesión. El se levantó y sin decir nada, ella entendió el mensaje
Comenzó a masajearle los testículos. Era algo que a él le gustaba y lo hacía entrecerrar los ojos Se los acariciaba con mucha ternura y luego besándole sus tetillas, pasaba su lengua por todo su torso desnudo hasta llegar al erecto y grueso pene el cual se introducía en su boca y vibrante parecía darle masaje en su área palatina
A Javier le gustaba su forma de mamar. Algunas veces le había dicho que tenía algo en su boca que le encantaba y es que Margarita tenía el raro privilegio de tener la garganta profunda, por lo que hacìa movimientos extraños que a él lo enloquecían de placer Algunas veces eyaculaba en su boca y saboreaba el agridulce sabor espermático que le provocaba emociones hermosas y placenteras
VII
Javier, la colocó en la cama boca abajo y puso una almohada bajo su vientre, para penetrarla desde atrás. Su vagina recibió sin ninguna dificultad ese grueso ariete que se fue introduciendo lentamente, gracias a la humedad de sus jugos y a la de su saliva Poco a poco Margarita fue acompasando su cuerpo a los movimientos de mete y saca de su amado, quien se asía de su cintura y la dirigía en un mete y saca, al cual se le fue imprimiendo mayor velocidad, hasta llegar al frenesí de la acción Ella ya no podía más, sentía que estaba a punto del orgasmo, su cerebro envió de inmediato el mensaje que recorrió todo su cuerpo hasta la punta de los pies y se regresó hasta centrarse en sus músculos vaginales que se contrajeron para acariciar y exprimir el miembro viril que le provocaba una intensa satisfacción
El momento crucial había llegado Ambos dejaron escapar un fuerte grito Sí, los dos habían culminado ese polvo, ella con un grandioso y sensacional orgasmo y él con una eyaculación de grandes proporciones que la hizo cerrar las piernas, al sentir como escurría el viscoso líquido por su entrepierna
VIII
Sin duda, esa noche, los dos habían disfrutado plenamente de su amor y no había motivo para pensar en lo que sucedería la mañana del día siguiente
Nuevamente llamó por el interfono a Mary:
- ¿Mary, ya compraste lo que te pedí ?
La atingente secretaria le respondió:
- Señorita, no me ha encargado nada Nomás me pidió un café al entrar
Margarita con aire de preocupación y cierto enojo, le dice:
- Mary, ven por favor
La secretaria entra al privado y se pone a sus órdenes:
Diga señorita
Por favor, ve a la farmacia de la esquina y cómprame unas toallas higiénicas Me acaba de bajar mi regla en el elevador y no traigo nada para ponerme y me siento sucia. Además me compras una muda de ropa interior y pantimedias en el almacen de enfrente, por favor
Mary, la diligente secretaria se retira y Margarita se dice a si misma:
- Como se me pueden olvidar estos detalles Deveras que no tengo perdón de Dios