El olor de mi madre
Un chico adolescente descubre los olores de su madre y acabará follándola borracha
Este relato es totalmente ficticio y me he basado en otros relatos que he leído y en numerosas charlas con chicos en chats en mis noches de insomnio. Se qué en un chat es casi toda mentira, pero la gente está dispuesta a contar sus vivencias ya sean ficticias o puramente fantasías cuando tiene delante a una mujer casada y madre. Una vez descartados los habituales babosos que piensan que el chat es una casa de citas, siempre hay algún chico joven que tienen fantasías de lo más variadas con sus madres y por eso he pensado hacer este relato desde el punto de vista de un hijo adolescente. No sé qué tal quedara...
El protagonista es Jorge, un chico adolescente y fetichista, obsesionado con su madre y que poco a poco va aumentando su deseo por ella, hasta que al final la folla una noche de borrachera.
Soy Jorge y actualmente vivo sólo con mi madre que se divorció de mi padre hace un par de años. Desde bien pequeño empecé a pajearme fantaseando con mi madre. Recuerdo cuando me bañaba que muchas veces al lavar mis partes como se me ponía el pito duro como un palo y ella reía y me daba toquecitos diciéndome, vaya el nene está haciéndose un hombrecito. Por supuesto no había nada sexual en aquellos baños, pero ahora más de una vez imaginando a mi madre bañándome y meneándome la polla hasta sacarme la leche a escondidas de mi padre. También recuerdo cuando mi padre no dormía en casa por motivos de trabajo que muchas mañanas me metía en la cama con mi madre y como me excitaba verla dormir solo con braguitas diminutas o tangas que me dejaban ver su maravilloso culo tan grande y blanco, y como me excitaba ese olor a cuarto cerrado, a sudor de mi madre, tal vez a sexo durante la noche.
Mi madre ahora tiene 45 años y todavía está bien buena. Mide como 165, pesará unos 60 kilos y está muy proporcionada. Tiene unas tetas más bien pequeñas y por lo tanto bien firmes, pero lo mejor es que tiene un culo espectacular y una cintura estrecha. Es blanca de piel y tiene unos pies preciosos. En realidad, me gusta todo de ella, tiene el pelo largo y liso y una boca carnosa que debe hacer delicias en las pollas que chupe.
Cuando ya fui creciendo y mis hormonas empezaron a hacer efecto empecé a hacerme pajas como un mono, imaginando todo tipo de situaciones con mi madre. En cuanto estaba sólo o aburrido, me encerraba en mi cuarto o en el baño para hacerme una paja. En verano con el calor dormíamos siempre con las puertas abiertas y más de una vez había ido al baño a mear y había visto a mi madre follando con mi padre a 4 patas y recibiendo las envestidas como una perra, o encima de mi padre cabalgando. Una vez la vi en la cama de rodillas chupándole la polla a mi padre, viendo como su rabo entraba y salía lleno de saliva de la boca de mi madre, y como le pajeaba despacio mientras le succionaba el capullo. Siempre que veía aquello yo me imaginaba en el lugar de mi padre, recibiendo la boca de mamá en mi polla dura o metiendo mi polla en su coño caliente. Cuando pasaban estas cosas se me ponía la polla durísima y me pajeaba allí mismo en silencio asistiendo al espectáculo que me brindaba mi madre.
En mi búsqueda constante de morbo para hacerme mis pajas, empecé a oler la ropa de mi madre. Rebuscaba en la ropa sucia buscando sus prendas usadas el día anterior. Descubrí que los sujetadores y camisas que usaba en el trabajo tenían un suave aroma a sobaco, pero no lo suficiente para ponérmela dura. Luego ya estaban sus bragas y sus medias del trabajo que ya eran otra cosa. Ella es secretaria de dirección y siempre va arreglada al trabajo con blusas, faldas, trajes de chaqueta y siempre pantys o medias negras y sus zapatos con algo de tacón. Mi madre usa todo tipo de braguitas, tangas y algún culote también y siempre que rebusco en la ropa sucia, tienen manchas que hace mis delicias. Cuando no es un pegote de flujo seco, es alguna manchita de pis y muchas veces los tangas también tienen un intenso aroma a culo sudado en la parte de la tira que me pone la polla a reventar. Si tuviera que elegir elegiría sin duda el olor de su culo y me imaginaba a mi madre abriéndome el culo para brindarme la visión de su ano y su olor intimo ahí retenido entre sus nalgas. Otras veces, sobre todo los domingos, sus braguitas a veces tenían un pegote de leche de mi padre, de haber follado la noche anterior y eso me ponía la polla durísima, la mezcla del olor de los flujos de mi madre con la leche de mi padre e imaginaba que era yo el que me la follaba y el que esparcía su leche dentro del coño de mi madre, incluso a veces imaginaba que la dejaba preñada.
También descubrí que los pantys que llevaba al trabajo muchas veces olían a coño sudado y orina en la parte central y siempre olían a pies, un aroma entre suave y fuerte dependiendo del calzado que usara cada día. Entonces metía mi polla dentro de los pantys y me la pelaba mientras olía la parte de los pies, corriéndome en sus medias.
Con todo esto siempre que podía me ponía algún video porno de un chico joven con una madura mientras me la cascaba oliendo las bragas o los pantys de mi madre, imaginando que éramos mi madre y yo los del video y que me invitaba a su cama a follar con ella. Otras veces si estaba mi madre en casa y no podía ponerme porno, me encerraba en el baño rebuscando en la ropa sucia para poder oler alguna prenda suya y hacerme una paja, imaginando que mi madre entraba en el baño y me pillaba así y que lejos de enfadarse se ponía de rodillas a chuparme la polla para sacarme la leche.
Con el tiempo fui teniendo más de una situación morbosa con mi madre, sobre todo ahora que está divorciada y pasamos más tiempo solos. He decir que mi madre, en cuanto llega a casa se quita la ropa del trabajo y se suele quedar, si el tiempo lo permite, en bragas y camiseta y siempre descalza en verano. También he comprobado que alguna vez lleva una camiseta más grande y entonces no lleva bragas.
Recuerdo un día que mi madre se quedó dormida en el sofá viendo la televisión con una camiseta de tirantes y con un diminuto tanga blanco. Desde mi posición veía sus pies, parte de los muslos y el inicio del tanga pegado a su coño. Yo estaba con pantalón del pijama y en seguida noté que mi polla se ponía como una piedra con lo que metí mi mano dentro y empecé a sobarme la polla sin quitar ojo de mi madre. Como veía que parecía bastante dormida por los pequeños ronquidos que daba, decidí acercarme a ella para investigar. Me arrodillé a su lado y me puse a oler sus pies. En seguida me vino el exquisito aroma de aquellos pies de diosa. Olí sus plantas, su empeine y me acerqué sin tocar a la zona por debajo de los dedos que noté con un olor más intenso y que me obligó a sacarme la polla del pantalón y meneármela ya sin reparo. En un momento dado mi madre se movió un poco y me asuste, pero simplemente cambió un poco de posición y siguió con sus ronquidos suaves. La nueva postura le había subido un poco más la camiseta y había abierto ladeado un poco una pierna, con lo que ahora podía ver con todo detalle su tanga. Pude comprobar cómo se marcaba la raja en medio del tanga y el bulto de sus labios vaginales y pude comprobar entusiasmado una manchita de humedad un poco amarillenta a la altura del coño. Preso de mi excitación me acerqué a sus muslos y a la zona del coño muy despacio para intentar olisquearlo. En seguida noté un intenso olor a sudor a medida que me acercaba a sus ingles y como había unos pelillos de su coño que salían por un lado del tanga. Me acerqué más y comprobé que su tanga en la zona del coño tenía un intenso olor como a pescado que se mezclaba con un ligero aroma a orina. Toda aquella mezcla de olores hizo que acelerara mi paja y que me corriera como un animal, teniendo cuidado con la mano izquierda de que los chorros de leche no salpicaran a mi madre ni al sofá o cayeran a la alfombra. En cuanto me corrí fui corriendo al baño a lavarme y luego me senté de nuevo a su lado como si nada, hasta que despertó desperezándose y todavía medio dormida me dijo- Jorge, creo que me he quedado dormida y me he perdido la película (si tu supieras mamá).
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi a mi madre completamente desnuda. Muchas veces la había visto medio desnuda, cambiándose, o algún descuido con el camisón o brevemente un instante en la ducha, pero este día la tuve para mi completo disfrute. Recuerdo que era una noche de verano y hacía muchísimo calor. Mi madre llevaba un tiempo que dormía mal con sus preocupaciones por el divorcio y por el mucho trabajo que tenía últimamente en su empresa, por lo que empezó a tomar pastillas para dormir. Ese día era sábado y me dijo que se iba a tomar una pastilla para dormir a ver si podía dormir toda la noche de tirón hasta bien entrado el domingo. Me dio un beso de buenas noches y pude percibir al acercarse su olor a hembra sudada. Yo me quedé en el sofá viendo una película, pero no podía dejar de pensar en ir a ver a mi madre dormida. Mientras veía la televisión no podía concentrarme y la polla se me empezó a poner dura.
Después de una hora que hacía que mi madre se había ido a la cama pensé en ir a investigar con la polla dura, húmeda y a reventar de imaginarla dormida. Llegué a su cuarto y tenía la puerta cerrada. Me extrañó porque hacía un calor de muerte. Abrí la puerta sigilosamente y lo primero que recibí fue un fuerte olor al tener el cuarto cerrado con tanto calor. Es ese olor a humanidad que a otros puede desagradar pero que a mi tanto me excitaba sabiendo que todo el olor del cuarto provenía de mi madre. Es ese olor cuando dices “aquí huele a tigre” como a veces decía mi madre al entrar en mi cuarto, sólo que en este caso era olor a tigresa, a perra más bien. Ese olor producto de su respiración, su aliento y del aroma que desprendía cada parte de su cuerpo como yo bien sabía de memoria. Después de estar un rato disfrutando del olor de su cuarto y ver que no se movía, me fijé en su postura. Dormía boca abajo, medio de lado, con una pierna estirada y otra medio encogida, lo que me permitía una visión perfecta del culo y el coño de mi madre. A todo esto, mi polla estaba a reventar imaginando que se la clavaba a mamá por sus dos agujeros....
Me fijé en su coño, abultado, brillante, levemente abierto invitado a ser follado, con una mata de pelo en triángulo en su pubis, y me fijé en su culo, grande pero no gordo, blanco, y su ano rosado, arrugadito, precioso. Tímidamente me acerque a su lado a los pies de la cama y susurre un -¿mamá estas dormida?- para asegurarme que dormía como un tronco y la toque un poco en el pie, pero mi madre estaba noqueada. Así que me puse manos a la obra. Me quité los pantalones del pijama y mi polla saltó como un resorte. Llevaba empalmado más de una hora, por lo que mi polla ya llevaba tiempo liberando precum y noté también el olor de mi polla mojada. Me la acariciaba de vez en cuando, para mantener el placer, pero quería disfrutar y no correrme rápido, y empecé mi investigación olfativa...
Empecé por oler sus pies, directamente en la zona debajo de los dedos y entre ellos. Como siempre despedían un olor excitante más ahora en verano que habrían sudado. Si hubiera dado dos meneos a la polla me habría corrido inmediatamente, pero quería oler otras partes que no había olido nunca en directo. Me atreví a acercarme a su cara y acerqué mi polla dura como una estaca a sus labios, pero sin tocarlos, imaginando que despertaba y me la chupaba, imaginé que tendría la boca pastosa y me agache y comprobé que le olía el aliento, ese aliento que huele por las mañanas de toda la noche y que en el caso de mi madre me la ponía dura también. Como ya casi no podía aguantar porque me iba a estallar la polla, me fui directo a su culo que era lo que más me excitaba de su anatomía. Me acerqué tímidamente para oler su agujero más oculto y preciado y al irme acercándome en seguida me llegó un olor fuerte, intenso a culo sudado. Imaginé que en algún momento del día habría cagado y mantenía ese intenso olor acumulado entre sus nalgas y mezclado con el sudor de ellas. Me acerqué a la zona entre el coño y el ano, y se percibía ese olor tan familiar mezlca de sudor, flujos y orina. Volví a la zona del ojete y acerqué más mi nariz, casi rozando la piel del ano. El olor era fortísimo y entonces no pude aguantar más. Noté un intenso orgamos, un placer como nunca y de mi polla empezaron a salir chorros incontrolados de leche. El primer chorro salió tan potente que le salpicó el pelo, luego un par de chorro más que mojaron su espalda y finalmente un chorro que manchó sus nalgas y su ano. Era la corrida más brutal que había tenido en mi vida y eyaculé como un burro.
Cuando por fin me relajé fui al baño a por papel de váter y comprobé que mi madre seguía en la misma postura sin moverse y bañada en mi leche. La limpié como buenamente pude y me fui a dormir. K
Después de ese día seguí pajeándome como un mono, cada vez que podía, oliendo sus bragas y sus medias como siempre, recordando esa noche. Y así sin quererlo, por fin llegó el día en que me follé a mi madre. No estoy muy orgulloso porque fue otra noche sin que ella lo supiera y en cierta manera es como una violación, pero mi deseo por ella era incontrolable y no pude resistirme.
Todo ocurrió una noche que mi madre había salido con unas amigas para la típica cena de divorciadas. Iba vestida con un vestido de tirantes negro que resaltaba su precioso culo, unas medias negras de esas que se ajustan solas a los muslos y unos zapatos de vestir planos. Era de madrugada y yo estaba en la cama solo con los calzoncillos cuando hoy la puerta de casa y en seguida como un golpe. Me levanté asustado y me encontré a mi madre tirada en el suelo. Estaba como medio dormida tirada en el suelo. Me acerqué y la llamé, pero ella me miraba con los ojos casi cerrados y vidriosos y dijo algo que no entendí, pero comprobé como le apestaba a alcohol el aliento por lo que supuse que mi madre llevaba un pedo de órdago.
Cuando la fui a coger para llevarla a su cama me di cuenta que había un charquito de líquido en el suelo y comprendí que se había meado encima con la borrachera. Para entonces ya se me había puesto la polla como una estaca de dura y me asomaba por los calzoncillos. Llevé a mi madre en brazos y la tiré en la cama. El vestido se le subía y podía ver su tanga blanco meado y sus piernas con las medias negras. Ese olor a orina y el de sus pies enfundados en la tela negra semitransparente me tenían a cien. La moví un poco para ver si se despertaba y le dije en voz alta -mamá te voy a desvestir y te voy a poner un pijama para que duermas mejor- Cómo comprobé que no se movía le baje el tanga y lo olí. Olía a esa mezcla de flujo, sudor y orina que ya conocía de sobra. Ese olor junto con la visión de su coño hizo que me sacara la polla y me la empezara a cascar allí mismo. Cogí sus pies y me los puse en la cara, me impregné con el intenso olor de ellos y como estaba tan caliente no pude aguantar más. En seguida empecé a lanzar chorros de leche que pringaron los muslos y las sábanas de mi madre, pero como estaba tan salido y además como ella iba borracha y meada, pensé que al día siguiente ni se daría cuenta de las manchas y que directamente echaría toda la ropa a lavar y que se ducharía lo primero.
Me fui a la cama a dormir porque era tarde y ya había descargado y me llevé su tanga sucio a la cama. Allí estuve oliéndolo un rato y pasándolo por mi polla, mientras imaginaba que me follaba a mi madre. En algún momento me debí quedar dormido, pero de repente me desperté. Seguía con la polla dura y caliente, pero me desperté inquieto pensando que mi madre dormía borracha boca arriba y que podría ahogarse si por un casual vomitaba todo lo que hubiera tomado esa noche, así que volví a su cuarto.
Mi madre no se había dormido de como la dejé. Aproveché para limpiarte los muslos de los restos de mi leche y la puse de lado para que si por un casual vomitaba por la noche no se ahogara. Al ponerla de lado pude ver su ojete de cerca y su coño. Volví a oler su ano como aquella noche y me deleité con su olor, un olor fuerte penetrante a culo, sudor, mezclado con la orina seca y la polla me iba a reventar de nuevo. Me la empecé a cascar allí sentado mirando y oliendo el culo de mi madre y entonces pasé un dedo por su coño que noté caliente y húmedo y que me atreví a meter un poco dentro de él.
Me di cuenta que su coño estaba muy lubricado y a meter el dedo más profundo y moverlo un poco, ví como salía un poco de líquido blanquecino de su coño. Me acerqué el dedo a la nariz y noté que además del fuerte olor a coño, olía como a leche. Aquello me extrañó así que toqué el líquido que salía de su coño y caía por su muslo y comprobé que era leche, vamos que la puta de mi madre había estado follando y encima no se había limpiado con las prisas y la borrachera y tenía toda le leché en su coño. El pensar que mi madre había follado con otro me dio un ataque de celos, infantiles e injustificados, pero por otro lado me puso más caliente imaginar que había follado tal vez en el coche antes de subir y que tenía el coño lleno de leche. Eso me puso tan caliente que pensé que era el momento de follarla porque, aunque la rellenara de leche, ya tenía de otro y no se imaginaría que era de su hijo. Además, no sabía si tomaría pastillas o qué, pero si la habían follado a pelo, yo también podría follarla a pelo.
No me lo pensé más, me cogí la polla dura y totalmente descapullada con la mano, la frote un poco por su coño para que se me lubricara bien, dejé caer saliva en su coño y se la metí. Me quedé un momento con la polla dura dentro del coño de mi madre para ver si se despertaba o algo, pero mi madre seguía así de lado sin moverse ni dar señales de vida, así que empecé a follarla lentamente pero pronto fui aumentando el ritmo. A medida que aumentaba el bombeo y se movía mi madre con los empujones me pareció que gemía un poco y decía algo, pero no entendí que decía. Mientras la follaba me acordé de todos los momentos morbosos con mi madre, cuando me bañaba de pequeño y me lavaba el pito, cuando me metía en su cama y notaba su olor, recordé las innumerables veces que había olido sus bragas, sus medias, el olor de su aliento, de su coño, de sus pies, de su culo, y entonces me corrí. Me corrí dentro de mi madre, noté como salían varios chorros de leche hasta el fondo de su coño y me quedé así parado disfrutando hasta que la polla se me empezó a bajar.
Saqué la polla y vi como salía algo de leche del coño abierto de mi madre y caían por sus muslos, pero me dio igual si ella lo veía al día siguiente porque imaginaría que era del amigo que la hubiera follado aquella noche. Me fui a la cama y me quedé dormido.
Al día siguiente oí que mi madre se duchaba y cambiaba las sábanas de su cama. No me dijo nada y nunca me dijo nada. Tiempo después ella encontró pareja y ya no pude hacer más incursiones en su cuarto y además yo me eché novia y me olvidé un poco de mi madre, aunque nunca he dejado de buscar en la ropa sucia en busca de su olor.