El olor de aquel chaval
Lo que iba a ser un fin de semana de compromiso con unos conocidos se convierte en una nueva experiencia: el olor de Iñaki. He vuelto a escribir porque. aunque me da pereza, releyendo comentarios de la gente me puse cachondo imaginando que pasáis un buen rato con ellos. Coméntalos y sigo.
No era mi plan ideal pasar el fin de semana en una reunión social con un importante cliente pero no me quedó más remedio que aceptar la invitación.
Cuando llegué me instalaron en un cuarto individual que compartía baño con el de su hijo que no llegaría hasta la mañana siguiente. Deshice el poco equipaje y acudí a la cena con una decena que personas con las que compartiría dos días aislado en aquella finca de recreo.
Por la mañana me despertó el ruido de la ducha al otro lado de la pared. Me di cuenta de que cuando se accedía desde la otra habitación en la mía había un indicativo junto que a la puerta que decía "ocupado". Yo seguí acurrucado en la cama mientras cesó el ruido del agua y tras unos minutos, junto a la puerta como si de un baño público se tratara se leía "libre".
Supe que era hora de levantarme porque no quería llegar tarde al desayuno. Di un salto y me dirigí al baño para darme una ducha. La otra puerta estaba cerrada y no había ruido al otro lado. Sin duda Iñaki, el hijo de mi cliente, se había ido ya. Hacía años que no lo veía pero de adolescente era delgaducho como su padre, algo rubio y bastante soso. Un pijillo mal criado que siempre se aburría y parecía malhumorado.
Al abrir el agua pude ver algunos pelos castaños y rizados en el piso de bañera. Por un momento me puse cachondo en pensando que aquel joven desnudo enjabonándose había estado allí unos minutos antes. Decidí que tenía que relajarme porque no era el lugar adecuado para aquellos pensamientos. Me entretuve mirando el baño a través de la mampara hasta que reparé en algo de ropa que estaba tirada en el suelo junto a la bañera. Mientras me secaba me acerqué para ver que era aquella bola de ropa. Los cogí con dos dedos y pude comprobar que eran unos boxers con unos calcetines dentro también grises. Por un momento me pareció una cerdada pero por otro lado me había puesto cachondo. Un segundo de sensatez y volví a dejarlos hechos una bola en el suelo. Me vestí y salí para comenzar el día intentando olvidarme de aquello.
Desayuné en el jardín con Lola, la madre de Iñaki que era una señora encantadora y con mucha conversación. Tanta que no hacía falta ni intervenir. Únicamente me preguntó en que zona de la ciudad y me indicó lo cerca que vivía su hijo en un piso compartido con otros dos estudiantes. Me contó lo buen chico que era pero que estaba un poco raro en los últimos años. Había empezado medicina en vez de ingeniero que era lo que se padre quería. Se había puesto un piercing en un ceja y vestía como "un sin techos, de esos". Pero lo que más disgustaba a su madre era que no les permitió comprarle un piso en la ciudad y vivía modestamente con otros estudiantes. Para terminar Lola sentenció. - Ya sabes, tienes 23 años pero es como un niño. Ahora mismo seguro que tiene la cama sin hacer y los calcetines tirados junto en el baño-. Ya no retuve el resto de lo que dijo. Me disculpé y subí decidido a la habitación. Entre en el baño y me aseguré de que las puertas estaban bien cerradas. Cogí sus calcetines del suelo y me los llevé a la cara. Todavía estaban húmedos por el uso. Olían a hombre y rápidamente tuve que desabrocharme el pantalón. Aquellos calcetines debían corresponder a un 44 o 45 de pie. Iñaki debía haber crecido. Los boxer olían su sudor por la parte de atrás y todavía tenían alguna gota de humedad de lo que debió ser una mancha de sudor en su raja. Les dí la vuelta y por la parte de adelante vi como estaba llenos de semen, Seguro que antes de la ducha se había pajeado con ellos. Me lo imaginaba en aquel mismo baño y la polla me explotaba de excitación. Y me explotó sin darme cuenta contra los azulejos.
Todo sudado, con sus calcetines en la cara y la pared llena de semen pensé eso de -¿Qué estás haciendo?- y me metí de nuevo en la ducha para volver a comenzar el día. Pero ya no fue posible. Seguí empalmado pensando en aquel olor embriagador de sus calcetines e imaginando a un chaval con flequillo, y ahora piercing, llevándolos todo un día por la universidad. Empezaba a pensar que estos dos días podían ser más interesantes de lo que esperaba.
Volví al jardín que ahora estaba lleno de gente y me volví a encontrar con Lola. - Mira allí está Ignacio y el que está a su lado es Iñaki- Vete a saludarle que le gustará volver a verte. Me cogió de la mano y me llevó tras ella. Me presentó y le dijo que vivía cerca de en la ciudad y que me iba a encargar controlarle. Iñaki no tenía nada que ver con el niño pijillo que conocí. Mediría 180 cm y era bastante delgado. Estaba rapado al uno y llevaba una ceja cortada lo que junto al piercing le daba aspecto de malote. Llevaba barba de dos días pero no tenía demasiada así que debajo se adivinada su cara de niño. Vaquero caído y camiseta de un verde desteñido. Vamos un poema para aquellos padres de postín que seguro que habían puestos sus esperanzas en su único hijo varón. No volví a hablar con él en todo el día pero parecía seguir tan parco en palabras como siempre.
Después de cenar decidí retirarme a descansar. Me tumbé sobre la cama y me quedé en la oscuridad con la ventana abierta disfrutando de la temperatura de una noche de verano. Estuve a punto de dormirme cuando vi luz procedente del baño. La puerta estaba abierta y a través de un espero pude ver a Iñaki. Se estaba mirando en el espejo. Gesticulaba y se fijaba en su cara. Finalmente se puso colirio en los ojos y sonrió. Visto allí bien iluminado no estaba nada mal. No era especialmente guapo pero si atractivo. Estaba a punto de encender la luz como si entrara en la habituación cuando vi que se quitaba la camiseta. Su pecho tenía una cordillera desigual de pelo que descendía hasta los abdominales. No estaba musculoso pero no me importó cuando levantó sus brazos mostrando unas axilas llenas de vellos largos y brillantes. Acercó la nariz y aspiró. No le debió de disgustar por su cara de complacencia. Yo retrasaba el momento de encender la luz aun sabiendo el riesgo de que me encontrará observándole en la oscuridad. Me dirigí hacía la llave de la luz y justo antes de encender vi que Iñaki se colocaba delante del inodoro. Se abría el pantalón y se sacaba una polla oscura en comparación con su cuerpo. La tenía morcillona y se la agitaba ligeramente. Cerró los ojos y siguió con su tarea hasta que comenzó a mear un chorro potente a juzgar por el sonido que llegaba del servicio. En un movimiento espasmódico encendí la luz de la habitación con el consiguiente sobresalto. Iñaki me miró a través del mismo espero y nuestras miradas se encontraron. Intenté ser natural como si entrara a la habitación y le perdí de vista por el espejo. Seguí oyéndole mear y tras unos momentos tirar de la cadena. Entonces apareció por el marco de la puerta.
- ¿Qué tal? oye por la mañana salgo a correr muy pronto intentaré no hacer mucho ruido cuando me duche a la vuelta- A mí me pareció una explicación un poco innecesaria pero le dije que se lo agradecía y cerró la puerta del baño desde el interior.
Pasé la noche pensando en la oportunidad de haber esnifado sus gallumbos sucios esa mañana pero no me atreví. Todavía estaban mojados de leche y me limité olerlos por la parte del culo. Nunca me había sentido tan cerdo pero ahora todo lo que pensaba era cómo poder llevarme aquellos calzoncillos usados. Todo ello suponiendo que al día siguiente hiciera la misma operación masturbándose antes de la ducha.
Por la mañana me desperté con el sonido del agua cayendo sobre el cuerpo de Iñaki después de correr. Comprenderás que no es la manera de despertarse un domingo social. Abrí los ojos y vi la montaña que hacia la sábana con mi erección mañanera. Necesitaba una ducha fría. Me le di pero antes visto de nuevo en la misma esquina del baño sus calcetines blancos y cortos esta vez y sus slips tipo abanderado también blancos. Junto a ellos estaban unas zapatillas negras que debían ser las que utilizaba para correr. La ventana estaba cerrada y el vapor se mezclaba con olor de aquellas zapatillas muy usadas ya. Me dirigí a ellas y metí la nariz en una. El olor era intenso y reciente. Olía a humedad, a cuero y a pies de macho. Miré la otra y pude ver eran un 45 como suponía. Seguí con aquellos calcetines desgastados por los talones y las puntas. Estaban mojados. Los olores eran más intensos que el día anterior. Me desnudé y decidí tomarme mi tiempo. Me fijé en los slips blancos y los olisqueé. Por el culo tenían una macha de sudor y por el interior un color algo oscuro de haberse tirado un pedo. Por la parte delantera alguna mancha amarilla y otras más acartonadas de leche. Olí como un loco pasándome su esencia por la nariz para intentar retener aquel olor a macho. Nunca había disfrutado de hacer algo así con ningún amante pero el olor de Iñaki me volvía un perro cachondo. Me gustaba el olor de culo, de sus huevos sudados, de sus pies que quedaba impregnado sus calcetines. Disfruté como un cerdo me hice un pajote que todavía recuerdo. El último olor que quise llevarme fue el de su ingle que se había concentrado en la goma de aquel slip. Desistí de poder llevarme ninguno de aquellos tesoros y me corrí sobre sus slips. Dejé todo en la misma posición que estaba incluidas las zapatillas que estaban colocadas al revés. Me duché y salí de nuevo a tomar el aire.
Por fin estaba relajado caminando por aquella arboleda solitaria. Pensaba en que nunca podría contar a nadie lo que acaba de vivir pero que me había gustado al fin y al cabo. En todo caso dentro de unas horas estaría lejos de aquel lugar y tardaría otros diez años en volver a Iñaki.
Seguí paseando hasta que me pareció que ya debía dar la vuelta y volver a relacionarme con los otros invitados. A lo lejos vi acercarse un joven en una bicicleta de montaña. Era iñaki y al llegar a mi altura se detuvo.
¿Qué dando una vuelta?-
Si paseando un poco antes de volver a la ciudad-
Si allí todo es distinto. Aquí en el campo te vuelves un poco más salvaje más primario ¿no? -
Jeje te veo filosófico esta mañana-. No sabía muy bien a qué venía este comentario.
No me refiero a que aquí con las cosas básicas ya estás bien. Comer, dormir.. y bueno con que hubiera una churri que me la comiera ya sería perfecto- Dijo en tono de risas. Yo le reí la gracia pero preferí empezar a caminar ya de vuelta a la casa y acabar con aquella conversación. Él me siguió en la bicicleta y colocó cortándome el camino. Tenía cara de mala hostia. Sus cejas se arquearon y su mandíbula se apretó.
Mira a mí me gustan las cosas claras. ¿Tú cogiste mi calcetines para pajearte o qué?-
No, los vi en el baño pero como comprenderás...- Dije intentando ser convincente.
Mira ayer cuando volví al baño encontré mi ropa en una bola en el suelo pero un calcetín estaba dentro de la bañera. Y estaba lleno de leche. ¿Quieres saber más?- Yo pensé que no era posible y que era un farol por pillarme mirándole en la oscuridad.
A mí me da igual se comes pollas o no. Yo no voy a decírselo a tu cliente-. Y me sonrió con cara de hijo de puta no sé si amenazando o prometiendo. - Pero llevo calentón todo el fin de semana y me gustaría que me comas la polla. Tú mismo-.
Dejo la bicicleta apoyada en una roca y se abrió el pantalón. Me enseñó un slip azul marino con una pequeña mancha en la punta de su rabo. Tiró del elástico y dejó ver su rabo morcillón y llevo de vellos largos y algo brillantes por el sudor.
¿Hacer o no hacer? esa es la cuestión. Y en un análisis rápido pensé que era mejor comérsela en todo caso para evitar ningún riesgo. Me arrodillé y me acerqué aquel rabote. Encontré algo de olor en sus pelotas sudadas que fue lo primero que probé. Recordaba ese olor de sus calzoncillos. Tuve pajearme mientras estaba allí oliendo los huevos colgones y peludos de aquel chaval. Iñaki me dirigía con las manos a los lugares que más le gustaban. Por fin me dirigió a su polla. Olía a jabón con algo de sudor por la bici. También olía algo a orina porque supongo que la cabrón no se había limpiado bien. En cuanto dejé de recrearme con su olor abrí la boca y él tomó el mando. Me cogió la cabeza con las dos manos y me folló la garganta sin compasión. El muchacho me había resultado un poco bruto pero también caliente. Siguió follándome la boca y aunque yo tenía alguna arcada no paraba. De pronto me la sacó de la boca y comenzó a pajearse ante mi cara. Al ver su intención me quité la camiseta que llevaba y la dejé en un árbol. Él sonrió con complicidad y sin avisar se corrió en mi cara y pecho. No emitió ni un sonido. Sólo respiró algo más fuerte.
Yo estaba pringado de leche y se había hecho tarde. La cita para la comida era a las 14 horas. No teníamos con qué limpiarnos así que él se vistió sin más. Yo me quedé pensando hasta que me dijo. - Límpiate con tus calcetines. Al menos la cara. Yo te daré lo míos- Y así salimos de allí con mis calcetines llenos de su leche en el bolsillo, sus calcetines grises en mis pies y él con sus zapatillas de todos los días sin calcetines.
De vuelta a la casa Iñaki se había vuelto locuaz y amable como nunca le había conocido. Yo seguía la charla pero no dejaba de pensar que iba húmedo con su leche por el pecho que no había podido limpiar bien con las prisas. Aun así por fin estaba realmente relajado y el fin de semana iba a terminar.
Cuando llegamos al comedor todo el mundo estaba en la mesa y nos habían dejado dos huecos junto a sus padres.
Ya en los postres Lola selló sus pretensiones. - A ver. Iñaki dale el teléfono por si necesitas algo en la ciudad. Que me quedo más tranquila. Vivís muy cerca en un momento determinado puede acercarse si es necesario. Y así de paso me lo controlas- Recalcó entre risas mientras yo me quedaba petrificado. Pensaba cerrar aquel episodio al salir aquella finca.
Iñaki entre divertido y cabrón le soltó a su madre. -Mamá no seas pesada igual no le apetece tener ese compromiso-.
Yo tuve ser cortés y responder - No si yo encantado. Mira te paso mis datos y si necesitas algo ya sabes-
Ya te los doy yo- Y Lola me pasó la tarjeta digital de Iñaki con sus direcciones y usuarios. - Y te pasas por allí. A ver a esos compañeros de piso que a mí no deja ni conocerlos- . - Por cierto Iñaki me dejas el coche aquí que hay que llevarnos a revisión y os volvéis juntos- me miró y con su mejor mirada de madre "¿Te atreverás a contradecirme?" me dijo - ¿No te importa verdad?- y miró a otro lado.
Jo mamá- Protesto Iñaki - Necesito el coche- Su madre no dio su brazo a torcer así que debíamos volvernos juntos a la ciudad.