El ogro
Estoy tan cachonda que apenas puedo respirar. Entra y sale de mi interior dilatándome primero con un dedo, luego un segundo y por ultimo un tercero, cuando creo no poder más, baja de nuevo la cabeza y succiona mi clítoris mientras penetra con dureza mi ano llenándolo con tres dedos
Otra vez se me han pegado las sabanas y me toca correr para llegar a tiempo al trabajo, de nuevo llego casi sin aliento a mi mesa y de nuevo la mirada burlona de la secretaria de mi futuro suegro. Esa vieja cascarrabias la lleva de mí desde que en mis prácticas conocí al hijo de su jefe y el mío y nos liamos.
Nunca he buscado ni querido ningún trato especial y trabajo como todos, solo que al salir salgo con el hijo del jefe.
-Hola nena, ¿Qué tal has dormido? –Me doy la vuelta para ver a Lucas detrás de mi, listo para plantarme uno de sus despistados besos-
-Hola, he dormido bien pero poco, debería dejarte o terminaré por volverme loca por dormir tan poco. –le digo con fingido cabreo-
-Venga nena si te retiraste muy temprano
-No era temprano, ¿y tú a qué hora te fuiste de la fiesta?
-Sin comentarios o te enfadaras de nuevo. –es tan irresponsable… pienso mirándole de arriba abajo-
Lucas desaparece con una sonrisa hacia el despacho de su padre, él no tiene horario como yo, papa se lo consiente todo. A veces no sé qué me une a él, somos como la noche y el día, pero siempre termino llegando al mismo punto, me divierte su irresponsabilidad y me lo paso bien aun sabiendo que lo nuestro no va a ninguna parte, los dos sabemos que es divertido pero la nuestra es una relación pasajera. Ninguno está preparado para la responsabilidad de una relación mas seria.
Suena mi teléfono y empieza mi jornada laboral.
No paro hasta el mediodía y no tengo noticias de Lucas, dejo mi puesto y voy como casi siempre a comer sola.
No sé nada de él hasta casi las diez de la noche en la que me propone volver a salir, es demasiado para mi llevo tres días sin apenas dormir y necesito descansar. Él como siempre sale solo, sin ni siquiera plantearse el venirse a mi pequeño apartamento y pasar una agradable noche juntos, le gusta demasiado la fiesta, el bullicio y sus amigos le esperan.
Al día siguiente llego a mi hora y aun así esa harpía me sonríe cuando paso por su lado hacia mi mesa, desvió la mirada y me encuentro con Gonzalo.
Él era el hombre más extraño que he conocido, era serio, hosco y apenas tiene relación con nadie de la empresa, pero es la mano derecha del jefe por no decir las dos.
Cuando paso por su lado desvía la mirada, aun así le saludo.
-Buenos días
-Buenos días –dice secamente, mientras desaparece en su despacho-
Empiezo a trabajar pensando en que vida llevara fuera de la empresa, no sé si está casado, si tiene hijos, ni donde vive, ni con quien y no me extraña que le llamen el ogro.
La secretaria del jefe se acerca y me pide unas cosas, me pongo a ello olvidando a Gonzalo y sus cosas.
A las siete, pliego todo y me dispongo a ir a casa. Hoy no voy a ver a Lucas, él tiene una cena con unos compañeros.
Cuando llego abajo veo de nuevo a Gonzalo, este habla con el portero del edificio, me llama la atención que lleva la chaqueta del traje mojada y entonces me doy cuenta que fuera llueve a mares.
-Mi coche acaba de dejarme tirado, lo dejo en el garaje, mañana vendrán por él. –le dice al portero-
-¿Cómo se va a casa?-pide este-
-Tranquilo pediré un taxi –dice Gonzalo sacando el móvil-
-Si quiere, puedo acercarle a casa –digo acercándome-
-No importa señorita, no se moleste
-No me molesto, tengo el coche aparcado justo ahí delante -digo sin esperar contestación dándole la espalda-
Siento sus pasos tras de mí, su mirada fija en mí y por alguna extraña razón se me erizan los pelillos de la nuca al notar su escrutinio, aunque culpe al frio de la tarde.
Entro en mi coche y le abro a él, que entró y se puso el cinturón sin decir ni una sola palabra.
-¿Dónde le llevo? –pregunté-
-No creo que sea buena idea señorita, vivo a las afueras y va a perder mucho tiempo
-No tengo ningún plan, ¿hacia dónde? –pregunto decidida-
Tras las indicaciones me pongo en marcha. Dos minutos después le pregunto:
-¿Lleva mucho en la empresa?
-Desde el principio –contesto con voz queda-
-¿También te caigo mal como a la señorita García?-le pregunto de repente-
-No me caes mal y no te preocupes por caerle mal a ella ya que le cae mal todo el mundo.
-¿Vuelves a la formalidad del “usted” con lo que te ha costado tutearme?
-Ni me he dado cuenta
-Yo no le caigo bien, a mí me respeta y no le doy motivo para más.
-Creo que no le das motivos para nada a nadie –digo en un arranque de sinceridad-
-Soy poco sociable
-Con lo de “poco” te quedas corto, creo que hasta hoy no había hablado dos frases seguidas contigo.
-Tampoco ha surgido –miente para quedar bien-
Callamos el resto del camino, la música inunda la estancia y parece gustarle mi selección ya que se relaja en el asiento.
Llueve cada vez más, el limpia parabrisas no sirve apenas de nada.
-Llueve a mares siento haberte metido en este embrollo –dice mirando hacia adelante-
-Tú no me has metido en nada, yo me he ofrecido.
Me indica la salida que tenía que tomar y diez minutos después vuelve a decir.
-Vivo al final de esta calle –me indica-
Para cuando paro el aguacero es de órdago.
-Ya hemos llegado, no puedes conducir con la que esta cayendo
-No pasa nada, iré despacio
-No me quedaré tranquilo, por favor baja un momento a ver si escampa un poco.
Al final paro el motor y bajo tras él, me sorprende ver donde vive, le imaginaba viviendo en uno de esos lujosos apartamentos y no en una casita de una planta.
Entramos y ambos chorreábamos, me quedo en la entrada mientras él va a por unas toallas.
-Entra chiquilla te vas a quedar helada en la puerta.
-No quería mojártelo todo.
Me pasa una toalla y mientras me seco miro a mi alrededor sorprendida. La decoración es austera, como la personalidad del dueño.
-Un café –pregunto yendo ya hacia lo que debía ser la cocina-
-Sí, algo calentito. ¿Puede ser con un poco de leche?-pregunto siguiéndole a la cocina-
A conjunto con el resto de la casa, muebles a medida, macizos y todo en orden. Me siento a la mesa frente a la cucharilla que ha puesto y miro de nuevo a ese hombre, calculo que tendrá unos cincuenta y algunos, se mantiene bien salvo por una incipiente barriguilla, que no afeaba el perfil.
Deja mi taza frente a mí y maldiciendo sale de la cocina, las manos me tiemblan cuando agarro la taza, me siento aterida de frio y mojada.
Dos minutos después regreso con un pantalón deportivo y una camiseta, me doy cuenta que parece más joven vestido así de informal, sin la corbata.
-Ponte esto, es lo único que he encontrado que pueda valerte o cogerás una neumonía.
Miro la ropa seca y calentita que me ofrece y le sigo por un pasillo; entro en un baño pequeño pero completo, donde él ha dejado un par de toallas más, tan esponjosas y suaves como la primera que me ha dado.
Me desnudo completamente, hasta mis braguitas están mojadas, me seco acariciando mi piel con esa esponjosa toalla, sintiéndome raramente excitada con el contacto.
Miro el grueso jersey y me lo pongo, es tan esponjoso y suave como las toallas y siento como si este acariciara de nuevo mi piel, de repente sensible, después me pongo el pantalón y cuando la caliente tela roza mi sexo desnudo siento como me excito.
Nunca me había sentido tan sensible y receptiva a un roce, a un olor… la situación es tan extraña…
Salgo del baño sintiéndome tan excitada como caliente, fui de nuevo hacia la cocina y allí esta metiendo algo en el horno.
-Estoy preparando algo de cena, espero que te guste la piza.
-Me encanta, pero no quiero molestar.
-No molestas, aunque no soy una divertida compañía estoy en deuda contigo, por haberme traído.
-Gracias Gonzalo.
Nos miramos unos segundos y es él quien rompe el momento indicándome donde tenía el vino, fui a por él y él lo abre, nos servimos dos copas, saca las pizas del horno y le sigo al salón. Ya estaba todo preparado en una mesa frente a la chimenea.
Me subo las mangas del jersey para coger una porción de piza.
-Estoy hecha un desastre –digo llevándome un trozo a la boca y sorprendiéndome al notar que es casera- esta riquísima.
Bebemos un par de copas cada uno y yo me suelto.
-¿Vives solo?
-Sí, estoy separado
-No quería ser cotilla, pero tengo curiosidad por saber que se esconde tras esa seria fachada de hombre duro e inaccesible.
-No hay nada bajo esa fachada, no hay nada que esconder. Simplemente soy un tipo poco sociable al que le encanta la soledad. Me aburre la mayoría de la gente que habla sin tener nada que decir y soy poco dado a los halagos superfluos y sin sentido.
Me siento decepcionada, el apenas hablaba conmigo lo cual significaba que estaba en ese grupo de gente.
-Creo que debería irme ya, si no le importa mañana le devolveré la ropa –digo levantándome-
-¿Que ha pasado? ¿Porque he vuelto a ser tratado de usted? ¿Es por lo que he dicho?
-No quiero aburrirle
-Y no lo haces, no lo decía por ti.
-Sí, no intentes arreglarlo. ¿Porque si no jamás me has dirigido más de dos frases seguidas? -digo saliendo a la calle después de ponerme la chaqueta-
Él me sigue y tirando de mí vuelve a meterme dentro, de nuevo me he vuelto a empapar todita.
-No seas tonta chiquilla, ya has vuelto a mojarte, con esta lluvia no puedes ir a ninguna parte.
-No quiero quedarme aquí, no quiero aburrirte
-No seas estúpida, no me aburres. Simplemente me mantengo a distancia.
-¿Porque?-pregunto sorprendida, sin esperar esa contestación-
-No querrás saberlo
Doy dos pasos acercándome más a él.
-Si quiero saberlo
Siento como retengo el aire en mis pulmones esperando su respuesta, en ese momento me doy cuenta que deseo que ese hombre me posea allí mismo, siento como el deseo se esparce por todo mi cuerpo cuando contesta sin dejar de mirarme y seguro que sin medir esa respuesta.
-Cada mañana sé que llegas antes de verte, porque el olor a vainilla inunda el despacho. Te vigilo y veo como saludas con jovialidad a esa harpía, aunque ella te censura cada movimiento.
En ese momento deseo arrastrarte a mi despacho y arrancarte toda la ropa para poder acariciar, oler y saborear tu joven piel, hasta que te retuerzas pidiéndome más. Por eso me mantengo alejado de ti.
-Vaya –solo logro contestar-
-Ves que no tenías por qué saber lo que pasa por mi mente. –dice con rabia; la misma que le había hecho casi escupir lo que sentía-
Tiemblo y no por el frio esta vez, aunque él pensó que sí.
-Deberías volver a secarte, siento haber explotado así.
-Sí. Esta ropa está de nuevo mojada –digo lanzada, sacando el jersey por mi cabeza-
El parado frente a mí se queda hipnotizado mirando mis pechos desnudos, no mueve un musculo cuando mis manos agarran la cinturilla del pantalón y lo bajo lentamente por mis muslos, en unos segundos estoy completamente desnuda ante él, mis pezones están duros por el frio y el deseo.
-Eres tan hermosamente joven chiquilla…
-¿Es así como lo imaginaba Gonzalo?
-Es aún mejor, ahora deberías vestirte. ¿Dónde está tu novio?
-Con sus amigos, ¿Qué más da?
-esto es…
Me acerco y el aspira mi aroma en el hueco de mi cuello
-Dios chiquilla, vístete por favor
-No quiero -contesto con altivez-
Subo el rostro, nos miramos unos segundos y no sé quién de los dos empezó, solo sé que estaba entre la puerta y su caliente cuerpo, mientras su boca devoraba la mía, su lengua húmeda recorría mis labios mientras me dice:
-Dios que bien hueles chiquilla, tu olor es dulzón y sabes a pecado.
Muevo las caderas buscando un contacto más directo con su sexo, me enloquece comprobar su dureza ya.
Se separa unos segundos y coge mis pechos con ambas manos, los junta y bajando la cabeza los devora, lame y mordisquea mis pezones enloqueciéndome de placer. Su lengua es húmeda, sus dientes son duros y sus manos firmes masajean mi carne mientras oleadas de placer desembocan entre mis piernas fundiéndome de deseo.
No sé cuánto tiempo pasó, solo sé que casi lloro cuando se separó, solo un segundo para cogerme de la mano y llevarme al salón, allí me sienta en el sillón, coloca este frente a la chimenea y se arrodilla ante mí.
La habitación estaba en penumbra, el fuego alumbraba mi cuerpo dándole un color dorado que no tiene.
-Eres realmente adorable chiquilla –dice separando mis piernas con delicadeza, sin dejar de admirar mi desnudez-
Coloca una en cada brazo de aquel sillón y mi sexo queda expuesto ante su mirada y lejos de sentirme cohibida me siento una diosa…su diosa.
Entonces bajo la cabeza y siento la calidez de su aliento entre mis piernas, la humedad de su lengua en mis muslos, mientras lame cada rincón de estos con devoción, deseo que lama mi sexo, necesito que lo haga porque estoy consumiéndome de deseo.
Evita rozar mi sexo con su lengua a pesar de mis suplicas.
-No chiquilla, la guinda para el final.
Separa entonces aún más mis piernas, tira un poco situándome al borde del sillón, entonces una nueva oleada de placer recorre mi ser cuando sentó esa lengua en mi ano, lame este en círculos mientras sus manos recorren mi cuerpo hasta donde llega, cuando mis jadeos suben y estoy en la gloria cuando empuja su lengua en mi entrada secreta e inexplorada y me penetra con ella. Muevo las caderas subiéndolas desesperada mientras su manos en mi estómago me sujetan.
Sigue entrando y saliendo, mojándome, mordisqueando mis glúteos y volviendo a lamer y a penetrar hasta que presa del éxtasis total me corro por primera vez sin ni siquiera rozar mi sexo.
-Muy bien chiquilla, tienes un culito encantador. –dice irguiéndose sin levantarse-
Vuelve a agarrar mis tetas, las junta y vuelve a lamerlas, morderlas, tirando de mis pezones mientras yo solo soy capaz de canalizar ese placer gimiendo desesperadamente suplicando más y más.
Noto un dedo en mi ano, empuja un poco la yema y siento como invade esa estrecha cavidad, poco a poco mi esfínter cede a la presión e intromisión.
Estoy tan cachonda que apenas puedo respirar. Entra y sale de mi interior dilatándome primero con un dedo, luego un segundo y por ultimo un tercero, cuando creo no poder más, baja de nuevo la cabeza y succiona mi clítoris mientras penetra con dureza mi ano llenándolo con tres dedos, entra y sale al mismo tiempo que su boca succiona mi carne y me corro de nuevo como una posesa en su boca.
-Sí, madre mía que bueno, no pares Gonzalo
Él no dejar de lamer los jugos que salen a borbotones como una eyaculación masculina.
-Que rica estas
Cuando mi respiración aún no se había relajado, tira de mí y saca su polla del pantalón con una mano y llevándola a mi entrada húmeda la clava de un solo envite. Doy un alarido al sentirme empalada y completamente llena.
-Chiquilla que caliente estas… que estrecho es tu coñito… muévete
Apoyando los codos en el asiento empiezo a subir y bajar sobre esa polla, frotándome buscando otro orgasmo desesperadamente.
-Tranquila cielo, despacio –dice el también entre jadeos-
No le hago caso, subo y bajo, muevo las caderas y aprieto su miembro con mi vagina mientras de nuevo otro orgasmo me sacude salvajemente; cuando mis espasmos se aplacan saca su polla y me sienta de nuevo poniéndose en pie.
-Dios casi no te aguanto, creí no poder contenerme. –dice frotándose la pierna por la incómoda postura anterior-
Tiro de él separando las piernas y bajo mi boca para saborear esa polla que acababa de brindarme tanto placer. Chupo el glande que caliente y este palpita entre mis labios mientras la dejo resbalar dentro y trago casi la mitad, mientras él arqueando el cuerpo gime dejándose hacer. Meto mi mano dentro del pantalón aun y empiezo a sobar sus testículos, los aprieto levemente al tiempo que doy pequeños tirones mientras chupo y succiono su polla, metiendo lo que puedo en mi boca y lamiendo lo que no cabe en ella.
-Chiquilla que boca tienes, no puedo más.
-No lo retengas
-voy a correrme
Succiono y sentó la rigidez de su cuerpo, apoyo mis manos en sus glúteos tensos y trago lo que puedo, al momento dos potentes chorros de semen llenan mi garganta.
Saco un poco la polla recibiendo un par de chorros en mis labios y paso mi lengua para no desperdiciar una sola gota de semen.
El me mira embelesado mientras limpio su polla y mis labios. Me agarra la cara con ambas manos y lame mi boca sintiendo su semen entre ambos.
-Ha sido… -dijo con voz entrecortada aun-
Me coge de ambas manos y me lleva a la ducha; bajo el chorro de agua caliente no dejamos de acariciarnos. Después apoya mis manos en las baldosas y se pone de cuclillas, separa mis glúteos y vuelve a lamer y dilatar con sus dedos mi esfínter, esta vez patinan más y no siento dolor.
El deseo vuelve a apoderarse de mí y cuando de nuevo estoy a cien salimos de la ducha, nos secamos rápidamente y me lleva a una habitación. La cama domina la estancia, grande, alta y mullida.
-Ponte hacia abajo ¿Me dejas?
No le contesto me tumbo boca abajo y él pone un par de almohadones bajo mi vientre subiendo mi culo, separa mis piernas y se arrodilla entre ellas, se agarra la polla semi dura de nuevo y la pasa por mi rajita mojada, siento como esta se endurece y entonces empuja y penetra mi húmeda vagina un par de veces, sale del todo y vuelve a penetrarme con dureza varias veces hasta llevarme al borde del orgasmo, entonces la saca, la coloca en la entrada de mi ano y empuja la cabeza, el glande penetra y siento un poco de dolor, para y acaricia mis riñones hasta relajarme, de nuevo empuja un poco y siento como me arde, entonces un desconocido frenesí se apodera de mí y subo el culo poniéndolo más en pompa suplicándole entre gemidos que siga.
-Fóllame el culo, párteme en dos, haz que me corra cabrón
Y tras un gemido ronco, se agarra a mis caderas y tirando de mi me penetra hasta que siento sus testículos golpearme, grito por una mezcla de dolor y placer.
Me excita sentirme así, respiro con dificultad como él y el calor sube por mis venas a cada empujón, subo el cuerpo y pego mi espalda a su pecho, el agarra uno de mis pechos con una mano, mientras dos dedos de su otra mano separan los labios de mi vulva y empieza a masturbarme, yo comienzo a moverme a su ritmo y el muerde mi hombro gimiendo, jadeando con su polla bien adentro de mi entrañas.
-Chiquilla voy a enloquecer, córrete para que pueda llenarte, venga putita cachonda córrete para mi, princesita.
Esa mezcla de lujuria y ternura me llevaron al borde y caí por el precipicio de un orgasmo devastador, grito al tiempo que me fundo en sus dedos y aprieto su polla que clavándose bien adentro riega de semen mis entrañas.
-Me corro Gonzalo
-Si nena yo también.
Cuando despierto él estaba mirándome sentado en un sillón frente al enorme ventanal con un libro en sus rodillas, solo lleva el pantalón del pijama y se me antoja de lo mas sexi y encantador.
-Buenos días don Gonzalo
-Buenos días chiquilla –dice volviendo a la cama-
Huele las sabanas antes de decirme.
-Es enloquecedor este aroma, mezcla de vainilla, sexo y lujuria. Como tu preciosa.
-Tú sí que eres enloquecedor. –digo tirando de el-
Volvemos a hacer el amor antes de irme, después no hablamos. Le miro en la cama y su triste mirada casi me hace volver atrás.
-Sé que tienes que irte, no te preocupes nena, lo entiendo –dice notando mi debilidad-
Casi vuelvo atrás para comérmelo de nuevo, para volver a gozar entre sus brazos.
Es sábado y finjo estar mala, no quiero ver a Lucas, quiero volver a casa de Gonzalo pero no lo hago.
El lunes llego al trabajo y nada más entrar recuerdo sus palabras, me he puesto ración extra de perfume de vainilla… me excito nada más verle en la puerta de la oficina entreabierta.
Saludo eufórica esta vez a la secretaria del jefe y le miro, para ver cómo me sonríe. Me siento en mi mesa y le mando un mail.
-¿Has sentido lo mismo?
Espero con ansia y excitación su respuesta
-No… mil veces más, ahora se lo suave que eres y lo bien que sabes
Suelto el aire que retenía y sonrío mientras escribo.
-Pues espero al señor de las cavernas como una Ayla más.
Lo mando y solo unos segundos después su despacho se abre, él se acerca a mi mesa y poniéndose ante mí me dice.
-Señorita ¿podría ayudarme a traducir un texto?
-Claro
Se gira hacia la harpía y le dice:
-Señorita García encárguese del teléfono de la señorita necesito que me ayude.
-Claro señor, vaya tranquilo –dijo tras escuchar toda la conversación-
Nada más cerrar la puerta se lanza a besarme y dos minutos después cabalgo sobre su dura polla mientras sus manos aferradas a mi culo me mueven con fuerza, clavándose en mi carne.
-Si chiquilla muévete princesita mía… muévete golfilla salida, estas chorreando y eso me enloquece…
No hizo falta más, sus palabras, su polla… dos días soñando con que volviera a poseerme de nuevo…
Tres orgasmos después y el coñito esta vez lleno de semen me sentaba de nuevo ante mi mesa esperando nuevas aventuras con mi hosco, serio y fabuloso amante…