El nuevo propietario

Yo sentía que me derretía por dentro. Estaba muy excitada. Me excitaba su olor, me excitaban sus caricias, me excitaba su cuerpo, me excitaba la forma en la que me tocaba. Estaba completamente empapada

Habíamos alquilado un pequeño almacén cerca del negocio que acabamos de montar. El pago de la mensualidad lo tratábamos directamente con una inmobiliaria pero, por lo visto, el dueño había tenido algunos problemas con las comisiones que le querían cobrar y se había puesto en contacto con nosotros para intentar tratar el tema sin intermediarios.

-       Bueno, pues esta semana me paso y nos conocemos. – Así acabó nuestra primera conversación por Whatsapp, así que en eso quedamos.

Javi, el dueño del almacén, se pasó por la tienda un par de días después. Era un hombre de unos 40 años. Muy atractivo, alto y bastante delgado. Entró con porte elegante: pelo moreno corto, barba escasa pero arreglada y vestido con un pantalón vaquero azul y una camisa blanca. No excesivamente musculado pero si se notaba que hacía deporte. La agradable fragancia de su colonia llenó la tienda.

-       Buenos días. Soy Javi, el dueño del almacén que tenéis alquilado aquí detrás. Preguntaba por Silvia, por favor.

-       Buenas Javier. Sí, soy yo. ¿Qué tal?

Yo estaba detrás del mostrador, así que salí a saludarle y nos dimos los dos protocolarios besos en la mejilla.

-       ¿Te apetece un café aquí al lado? Si entra alguien lo veremos enseguida– Me dijo con amabilidad.

Salimos y nos sentamos lo más cerca posible de la puerta. La conversación entró en las típicas formalidades del cómo nos iba, la zona en la que estábamos, el tipo de locales que él tenía, los problemas con la inmobiliaria, etc., etc. El ambiente se fue haciendo cada vez más distendido. Efectivamente fuimos interrumpidos por varias personas que entraron a preguntar. Mientras atendía las dudas de los clientes observaba cómo me miraba Javi desde la distancia.

-       Silvia, perdona, voy a aprovechar y me acerco a hablar con los de la inmobiliaria. Me paso antes de que cierres y hablamos del tema.

-       Ok, Javier. Perdona. Luego nos vemos.

Terminé la mañana bastante entretenida y me dispuse a cerrar. Al ir a bajar la persiana note una leve caricia en mi antebrazo. Y, de nuevo, ese olor inconfundible me hizo reconocerle:

-       ¡Hola! ¿Te ibas ya?

-       ¡Ostras Javier! – Exclame sobresaltada – Se me había olvidado que ibas a pasarte, perdona. – Dije mientras me recomponía un poco.

-       Si tienes prisa vuelvo en otro momento

-       No, no te preocupes. Tengo el dinero ya preparado encima de la mesa del despacho. Pasa si quieres y cierra un poco que no entre nadie, por favor.

Era un día muy soleado y la tienda quedó iluminada por la luz que entraba por el escaparate. Entré en la trastienda para recoger el dinero y él pasó detrás de mí.

-       Perdona que te lo diga así de directo, pero mientras atendías, me hubiera quedado mirándote todo el día. Creo que voy a arriesgarme…

Sus palabras me sorprendieron reclinándome ligeramente sobre la mesa para recoger el sobre que iba a entregarle. Mientras él hablaba, se había acercado pegando su cuerpo al mío.

-       Creo que tienes las mismas ganas que yo, de antes de nada, tratar otra serie de asuntos… – Dijo acercando su boca a mi nuca

Sentí su lengua lamer por un instante mi cuello. Sus manos acariciaron suavemente mis brazos y me di la vuelta. Sus penetrantes ojos verdes me disiparon las pocas dudas que me pudieran haber entrado. Realmente deseaba lo que iba a pasar. Me besó. Noté su aliento en el interior de mi boca. Introdujo en ella su lengua, que apenas me dejaba corresponderle con la mía. Sin despegar nuestros labios, me cogió por la cadera y me sentó sobre la mesa. Su cuerpo quedó entre mis piernas. Me quitó la camiseta y se quedó mirando mis pechos, cubiertos por el sujetador. Llevé mis manos hacia el cierre del sostén y me lo quité. La piel blanca de mis pechos hacía resaltar esas grandes areolas marrones. Mis pezones se presentaron desafiantes ante él. Quería sentir su lengua húmeda sobre ellos. Quería sentir cómo los endurecía su saliva. Me los acarició con las manos poniéndome el bello de punta. El contacto con su piel cálida me hizo estremecer. Volvimos a besarnos, pero esta vez fue mi lengua la que tomó la iniciativa. Comencé a lamer sus labios, a buscar su lengua. Desabroché los botones de su camisa,  metiendo mis manos entre ellos para acariciar su pecho y fui bajando por su vientre. Antes de poder acercarme a la cremallera de su pantalón se recostó sobre mí, haciendo que mi espalda terminara por apoyarse en la fría madera de la mesa. Di un pequeño “respingo” con un pequeño grito de impresión, que nos hizo gracia a ambos.

Cogí sus mejillas con la yema de mis dedos y le dirigí la cara hacia mis pechos. Arqueé mi cuerpo facilitando el contacto de su boca con mi piel. Besó mis pezones y los estuvo lamiendo a su antojo. Los estrujaba con sus manos y se los acercaba a su boca de nuevo.

-       Uf, llevo con ganas de comerte cada centímetro de tu cuerpo desde que nos hemos conocido – Sus palabras salían entrecortadas entre los besos y los lengüetazos sobre mi piel

Yo sentía que me derretía por dentro. Estaba muy excitada. Me excitaba su olor, me excitaban sus caricias, me excitaba su cuerpo, me excitaba la forma en la que me tocaba. Estaba completamente empapada.

Sus manos abarcaban la totalidad de mis senos. Apenas podía hacer otra cosa que gemir ante sus movimientos. Intenté desabrocharme los pantalones, pero fue él quien tiró de la cintura hacia abajo, bajándomelo junto con las bragas. Podía ver su torso desnudo, pues había terminado de quitarse la camisa, tenía el pecho bien definido, con unos pequeños pezones y unas abdominales tímidamente marcadas. Yo había quedado tumbada parcialmente sobre la mesa, totalmente desnuda frente a él. Instintivamente cerré las piernas, pero Javi puso sus manos sobre mis rodillas y las separó lentamente. Mis muslos se abrieron sin oponerle ningún tipo de resistencia. Se agachó y poniendo la lengua en uno de mis muslos, fue dejando un pequeño reguero de saliva hasta llegar a mis ingles. Con total seguridad, mi flujo debía estar llegando hasta la mesa. Ante la primera caricia de su lengua, lleve mis manos a mis pechos donde me encontré con las suyas,  para, un instante después, bajar lentamente hacia mi vientre. Cuando llegué a mi entrepierna, con mis dedos, abrí mi vagina para que su lengua pudiera recorrerla entera. Sentí como me penetraba, luego ascendía para aparecer húmeda sobre mi clítoris y volvía a enterrarse de nuevo dentro de mí, pasando sobre mi esfínter.

-       Mmh…

Me retorcía de placer sobre la mesa. Empecé a gemir más intensamente cuando con sus dedos comenzó a penetrarme. Succionaba mi clítoris con sus labios. Comencé a  acariciar su pelo, apretando su cabeza para sentir su lengua más intensa en mi interior, mientras con la otra volví a acariciar uno de mis pezones, lo pellizqué con mis dedos. No iba a poder aguantar mucho más.

-       Mmmh…por favor penétrame – Le dije – Quiero sentirte dentro…

Dejó de mover su lengua y se reincorporó. Se retiró unos centímetros de la mesa. Pude verle acariciándose el glande. Tenía un tamaño bastante considerable: no excesivamente gruesa pero sí bastante larga. Sobre todo me sorprendió cuando se acercó, la tenía agarrada con las dos manos y todavía le sobraba bastante. Recoloqué mi cuerpo. Se pegó a mí y empujó con la punta suavemente hacia el interior de mi vagina. Muy despacio,  comencé a sentir cada centímetro entrar en mi. Sus manos se deslizaron sobre mi vientre y volvieron a juguetear con mis pechos, mientras me miraba me relamí los labios. Estaba tan mojada que lo sentía entrar y salir con mucha facilidad.

-       Mmh…

Apoyé mis antebrazos sobre la mesa levantando un poco el tronco. Desde esa posición podía ver cómo su miembro entraba y salía de mí. Toda su extensión brillaba con mi flujo. Con una de mis manos comencé a estimularme el clítoris, acariciándome con la yema de mis dedos. Su respiración comenzó a acelerarse, mientras lo empezaró a hacer también poco a poco sus embestidas. Con una de sus manos me cogió de la nuca y acercó de nuevo su lengua a la mía. Fundiendo nuestros jadeos. La posición era un tanto incómoda, así que me recosté de nuevo en la mesa.

Javi apoyó sus manos en mi cintura y comenzó a penetrarme con más fuerza.

-       Uf, Silvia, lo siento, pero yo no aguanto más…

-       No lo sientas...no lo sientas - Dije entre jadeos y gemidos

Mis pechos se movían descontrolados. Noté la llegada de su orgasmo. Empezó a gemir, mientras con sus manos presionó con fuerza mi cintura. Su cuerpo se tensó, yo no estaba dispuesta a que saliera de mí y le abracé su cintura con mis piernas. Mis dedos comenzaron a moverse también con más rapidez:

-       Aamh, no pares, ahora no pares…- Dije al notar como desaceleraba levemente sus movimientos.

Volví a incorporarme un poco buscando de nuevo su boca. Nuestras lenguas se encontraron al mismo tiempo que a mí me llegaba también el orgasmo.

Apoyé, de nuevo, mi espalda sobre la mesa sintiendo las caricias de las yemas de sus dedos correteando sobre mis pechos. Aún tenía su miembro en mi interior, lo notaba palpitante. No había dejado de sentirlo erecto en ningún momento. Comenzó a moverse lentamente otra vez.

-       Me gustan las condiciones que me propones – Dijo sonriéndome, mientras hacía un círculo con un dedo alrededor de mi ombligo – Creo que las negociaciones van a ir por buen camino, pero aún nos falta terminar de rematar cierto asunto.

Mis pechos comenzaron de nuevo a balancearse con sus  suaves movimientos. Sentía un leve escozor con cada roce, pero seguía sin querer que se saliera de mí. Baje mis manos a mi entrepierna y volví a abrir con los dedos mis labios. Poco a poco volvió a llegar el placer. Javi apenas sacaba una parte de su miembro, muy despacio, y la volvía a introducir de forma más impetuosa. Poco a poco fue alargando la salida. Mis pechos rebotaban con cada brusca penetración.

Me cogió de las manos y me obligó a levantarme. Sentí gran cantidad de líquido escurrir por mi entrepierna. Me puso las muñecas detrás de la espalda y pegó su cuerpo al mío. Nos besamos de nuevo mientras sentía su polla sobre la piel de mi vientre. Me soltó las manos y me giró despacio para situarse tras de mí. Con sus manos agarró mis nalgas y fue ascendiendo por la espalda hacía mis hombros. Abrí mis piernas, levanté y apoyé una de mis rodillas sobre la mesa. Un leve empujón y volvía a sentir su pene introduciéndose en mi. Sus manos agarraron mi cintura y comenzó de nuevo a penetrarme. Esta vez su ritmo era más alto. Volví a llevar mis dedos a mi clítoris. Javi pasaba torpemente su lengua por cualquier parte de mi espalda o nuca que quedara a su alcance. Aceleró el ritmo mientras me sujetó por los hombros:

-       Uuf…espera…mmh… - Dije entrecortadamente

Bajo sus manos a mis nalgas, y las separó con sus dedos. Recliné mi cuerpo un poco sobre la mesa, mostrándole mi culo. Con sus dedos acariciaba mi esfinter Su frenético ritmo y las caricias que me proporcionaban mis manos hicieron que esta vez acabara yo primera, provocando mi segundo orgasmo.

Me giré, poniéndome de rodillas en el suelo, intentando controlar los últimos espasmos de mi cuerpo, mientras mis dedos me proporcionaban las últimas caricias. Javi se acercó a mí. Abrí la boca para besar su glande y mi lengua comenzó a recorrerlo mientras él se masturbaba con una de sus manos. Dejé mi lengua debajo del frenillo de su pene y su corrida no tardó en llegar, golpeando en mis labios, mi nariz y mi mejilla. Agarré sus nalgas mientras su semen caía escurriendo desde mi lengua. Noté su calor caer entre mis pechos. Termine de introducirme la punta de su miembro en la boca mientras él acariciaba mi pelo. Varios chorros más de semen salieron dentro de mi boca.

Javi alargó su mano y me dio un pañuelo. Me limpié las mejillas y mis labios. Olía a él. Se giró a recoger su ropa. Mientras, con mis dedos, recogí un poco de semen de mi pecho y me lo llevé a la boca. Lo miré mientras se vestía. Nos habíamos quedado en silencio, un silencio que fue roto por la melodía de mi móvil, alguien me llamaba. Antes de cogerlo le volví a mirar.

-       Si, dime – Contesté intentando disimular el sofoco que todavía llevaba. - Si, si, voy ya…estoy saliendo de la tienda ahora mismo, es que ha entrado un pesado de última hora. Tardo 5 minutos – le miré mientras guiñándole un ojo mientras me sonreía.

-       Bueno Silvia, la verdad que me ha encantado conocerte. Ha sido todo un placer – Dijo Javi terminando de abrocharse la camisa – En otro rato me paso por lo del alquiler, si te parece.

Sonreí mientras se marchaba. Lo que había pasado no era correcto, no lo conocía, no sabía lo que iba a pasar a partir de ese momento, pero si sabía que me había evadido y lo había disfrutado mucho. Moví mis manos. Repasé con la palma de mi mano mis labios vaginales, que aún escurrían su semen, y me la llevé después a la boca, relamiendo cada dedo, sintiendo su sabor. Volví a bajar  y me penetré, notando de nuevo un cosquilleo. “Un verdadero placer,” me dije a mi misma.