El Nuevo Orden I: Madre de una nueva generación

Este relato de ficción se presenta en un futuro, para algunos, distópico en el que la soberanía de varios países del denominado Primer Mundo u Occidente ha caído ante países y culturas no occidentales.

ADVERTENCIA A LOS LECTORES. Este relato de ficción se presenta en un futuro, para algunos, distópico en el que la soberanía de varios países del denominado Primer Mundo u Occidente ha caído ante países y culturas no occidentales. Por lo anterior las temáticas que predominan en el mismo son el sexo interracial, la dominación y el no consentimieto explicito así como una presente persecución de la personas occidentales.

Capítulo 1: Madre de una nueva generación

Acababa de cumplir diecinueve cuando pasó, fue casi instantáneo, apenas se resistió una semana. París fue la primera gran ciudad en caer, luego Berlín, Barcelona, Londres, Madrid… Ningún gobierno europeo resistió, algunos países fueron directamente borrados de la historia. Estados Unidos aguantó algo más al menos ese fue el rumor los primeros días, pero bajo el Nuevo Orden todos vimos caer Washington y Nueva York.

El miedo fue el arma más útil del Nuevo Orden al menos los primeros meses, los meses sangrientos los llamamos. Esos meses se ejecutaba a diario a los disidentes, se armaron los campos de reclusión y se expropiaron todas las propiedades a los “inferiores”. Nosotros escapamos a las ejecuciones, tuvimos suerte y nos tocó el Campo de Vic que era de los más suaves con los “inferiores”, pero perdimos todas las propiedades. Cuando mi padre asumió que todo estaba perdido tomó la salida fácil, dejándonos a mi madre, mi hermana y yo solos. Todo a un mes de ser reasignados a servidumbre.

Había pasado un año entero, el mundo había cambiado, la especie humana o una gran parte de ella había pasado por un gran evento de extinción. Se produjo una guerra nuclear, algunos países desesperados lanzaron un último ataque de máxima destrucción, sin beneficio alguno para ellos. Lo único que se logró fue incrementar el odio de los “Superiores” que nunca olvidaron a sus muertos. El Nuevo Orden se repartió el territorio habitable, España por suerte estaba a salvo y Barcelona donde vivimos desde siempre estaba reconstruida. Existía un gueto para los “inferiores” y una estratificación por barrios bien ordenada para los “Superiores”.

Tuvimos suerte de nuevo al recibir nuestro puesto de servicio. Se nos asignó a ser criados de las familias más importantes en Pedralbes. La familia a la que tuvimos que servir estaba conformada por un importante miembro del Nuevo Orden, su esposa y sus dos hijos.

El padre, Akram, cuarenta y cinco años, era bereber, alto y de poderosa musculatura. Con ojos verdes como un lago muy profundo, piel de un color tostado claro casi dorado y labios carnosos y rosados encuadrados es una cara de mandíbula cuadrada. Hablaba perfectamente español pero rara vez lo usaba si no era para darnos una orden y nos hablaba cuanto podía en arabe. Nosotros habíamos aprendido todo lo que pudimos en el campo, pero aún nos costaba entenderlo. En cierta medida era generoso y acabó acogiéndonos como internos sacándonos del gueto de “inferiores”.

La mujer, Ashanti, treinta y seis años, era de origen centro africano, alargada y esbelta, de mínimas curvas y carne de ébano tersa y dura. Sus ojos eran negros y grandes, siempre atentos a cada error que cometíamos en la casa, su boca pequeña pero de labios enormes y rojos que hacían contraste con su tez.

Los hijos eran la perfecta mezcla de los padres. Antara, el mayor, de diecinueve, era el reflejo del padre con la piel más oscurecida, tenía el semblante severo de su madre. Hakim, un año menor, tenía una mezcla de rasgos que incluía los labios de la madre y el cuerpo delgado de esta pero el tono dorado y el porte tranquilo de su padre.

En esa casa fuimos a caer nosotros, tres “inferiores”, tres blancos que habían demostrado ser lo suficientemente sumisos para poder servir a una familia del gobierno del Nuevo Orden. Para no eternizar este relato con descripciones obviaré la de mi hermana y la mía propia, pues no somos protagonistas de este primer episodio.

Sin embargo, sí toca presentar a mi madre, Natalia, de cuarenta y dos años, una mujer que en su tiempo era una esposa florero. Había pasado por el quirófano para eliminar el paso de los años y las carencias en gusto por las curvas de Dios. Se había quitado la grasa del vientre y las caderas, se habían retocado los pechos elevándolos y dándoles dos tallas más. En su día le daban una perfecta figura que realzaba con outfits muy reveladores, ahora, bajo el uniforme gris de camiseta y pantalón solo parecía llevar dos globos excesivamente inflados. Su pelo que también había mantenido perfectamente platino con visitas diarias a la peluquería empezaba a aclararse y volverse cano en algunas zonas. Por suerte la escasa dieta de los “inferiores” había hecho que no cogiese un solo kilo, si cabe lo había perdido.

Con los personajes ya presentados, al menos los principales, empecemos con las acciones que convirtieron a mi madre en una pionera de una nueva generación.

Todo empezó en una cena de importantes miembros del Nuevo Orden en casa de nuestros “Superiores”, dos matrimonios más y un hombre solo. Mi familia atendió la mesa y cocinó. Entre los invitados había una “inferior”, una mujer de treinta y tantos, que no se apartó del lado de su “Superior”. Esta mujer estaba bien arreglada, con un vestido negro corto, meidas altas de encaje, tacones, joyas y maquillaje sobrio que resaltaba sus labios y sus ojos. La melena castaña la llevaba recogida con una coleta y al cuello tenía una especie de collar del que colgaba un enganche. A todos nos llamó la atención y durante el postre salió el tema. La conversación, que mentalmente traduje decía algo así:

  • ¿Qué pasa con esta “inferior”, por qué te acompaña y así vestida? -Akram se dirigió al dueño de la mujer un africano enorme y calvo de piel muy oscura, de facto era así, éramos su propiedad.
  • Un experimento amigo, un avance.
  • Explícate.
  • Como tú me asignaron una familia de estos… Estos “inferiores”. Tres hombres y ella, su marido y sus hijos. Los niños saben bien cual es el lugar, el hombre aprendió por las malas y sirvió de ejemplo a otros. Esta, esta pronto demostró tener ciertas cualidades. Como todos sabéis perdí a mi querida esposa en los ataques de perro rabioso que lanzaron, mi cama ha estado vacía desde entonces. Pero un hombre tiene necesidades, y pese a que estos perros son sin duda menos que humanos, algunos y algunas tienen potencial.
  • Interesante, ¿te sirve así? -Preguntó Ashanti.
  • Sí, así ha alcanzado su auténtico potencial. Cuando dí ejemplo con su marido ella también se volvió rebelde, pero tras un par de tomas la convertí.
  • ¿En que la convertiste?
  • En una aliada.- Todos menos nuestros “Superiores” rieron.- Creedme, o mejor comprobadlo. ¿Perra que tienes ante ti?
  • A mis amos y señores.- Contestó la mujer, con auténtico sentimiento en la voz y con un uso perfecto del árabe.
  • ¿Y eso que es?- Me señaló el hombre negro, todos me miraron la mujer un segundo solo.
  • Un sucio “inferior”, una criatura patética.- En su tono había pura convicción y certeza.
  • Increíble…- Musitó Akram.- Has hecho algo magnífico, ni siquiera en los campos se consigue este nivel de reeducación.
  • Porque se usa solo el miedo y la propaganda, pero en el sexo hay verdad y poder real. Contemplad.

Dijo aquello y se desabrochó el pantalón dejando salir al aire una polla negra circuncidada y enorme, surcada por venas y de cabeza roja y puntiaguda. La mujer lo vio y en un parpadeo había liberado sus tetas de pezones rosados y se econtraba arrodillada comiéndose aquel rabo negro. La sorpresa y algo de disgusto tiñó las caras del resto de comensales.

  • ¿Cómo puedes relacionarte con una “inferior”?- Exclamó un comensal.
  • No lo hicieron ellos durante generaciones, no mancharon nuestra raza con violaciones y abusos. ¡Esta es la auténtica conquista!

Todos callaron y le escucharon lanzar más argumentos que seguían la misma línea y que recordaban los crímenes europeos a lo largo y ancho del mundo. Mientras tanto la mujer no dejaba de recorrer con sus labios aquel enorme monstruo negro que cada vez era más grande y brillaba de saliba. No dejaba desatendidos tampoco unos enormes testículos que debían contener cada uno dos litros de lefa. Cuando su “Superior” acabó su alegato le espetó un “para” la abofeteó y liberó su polla de la mamada de la mujer, que agradeció a su dueño el trato.

Mi familia y yo habíamos atendido a todo lo que pasaba. Mi hermana se resistía a mirar con lágrimas en los ojos. Mi madre y yo no perdimos detalle,creo que, ambos completamente excitados. Desde luego esa forma de control parecía más efectiva que la violencia o el miedo puros, el deseo y la felicidad que se asomaban a los ojos de la mujer eran incontestables.

El debate se reanudó al guardar su erecto pene el hombre, pero con más voces a favor que en contra. Destacó la del anfitrión, el Sr. Akram se mostró muy interesado en esta nueva forma de reeducar. Las semanas que siguieron a la cena fueron rutinarias, hasta que la tercera nuestro “Superior” nos convocó en su despacho.

  • Escuchadme. He hecho una importante propuesta para mejorar el “statu quo” de nuestra sociedad ante el Gran Consejo. Hace unas semanas pudisteis asistir a la prueba de concepto de una nueva forma de reeducar a vosotros, “inferiores”. Pero yo, considero que debemos ir más lejos y eliminar las diferencias de nuestra sociedad por completo. Se ha demostrado que este método os educa y lo vamos a practicar con vosotros, sin embargo aquí iremos más lejos. En esta casa se sustituirá la estirpe “inferior”. Rebeca dará luz a una nueva generación.

Aquellas palabras desataron el llanto incontrolado de mi hermana, pues era ella la elegida. Akram torció el gesto y rodeó su escritorio para abofetear a mi hermana con tal fuerza que la tiró al suelo. Yo no reaccioné, sabía que sufriría un castigo mayo si movía un solo músculo y tampoco podía hacer nada contra el físico del oponente. Mi madre sí actuó, alzó su voz sin dejar de mirar al frente a una estantería que remataba la pared del despacho.

  • Déjeme ese honor a mi señor.- Akram la miró serio sin decir palabra, pero autorizando que continuase.- Mi hija no sabe lo que es traer niños a este mundo, no está preparada, debe aprender, tener un ejemplo. Yo soy su madre, conmigo se podrá guiar y así estará lista para servir al Nuevo Orden.

Nuestro dueño meditó aquello, rodeó a mi madre y le ordenó que se desnudase. Ella así lo hizo y él continuó su examen, nunca nos había tocado ni dirigido más miradas de las necesarias, pero entonces fue concienzudo. Recorrió con sus ojos cada centímetro de la anatomía de mi madre, sus manos exploraron aquello que la vista no podía escudriñar.

  • ¿Aún eres fértil?- Mi madre asintió.- Entonces tú tendrás el honor de ser la primera, pero una vez se consume tu purificación le tocará a tu hija. Preparala. Esta noche te presentaras en nuestra alcoba, que tu hijo acuda también.

Así se selló el destino de mi madre, y el de todos los “inferiores”. Tras la cena nos presentamos en la habitación principal, la del matrimonio. El señor Akram estaba sentado a los pies de la cama, desnudo, su mujer arrodillada frente a él devorando su rabo. Me quedé atónito al ver el cuerpo de ambos, desde luego parecían superiores a nosotros. Ambos en una forma excelente y con proporciones magníficas. La polla del señor era enorme, circuncidada y del tono tostado del resto de su piel, la espalda de la señora, lo que veía entonces, era musculosa pero increíblemente femenina. Ashanti se volvió un minuto después de oírnos pasar.

  • ¿Estás seguro de esto esposo?
  • Sí. Vete y llévate al chico, preparalo como hablamos.

No sabía entonces que me deparaba esa preparación, pero ya la contaré en su momento. Sí podía imaginar lo que deparaba a mi madre, y puedo contarlo porque ella me lo transmitió más adelante. Al salir la señora y yo, Akram se levantó como un felino y acortó los tres metros que le separaban de mi madre con dos zancadas. Al llegar a ella la agarró del pelo y tiró hacía atrás, haciendo que lo mirase en un contrapicado. Escupió en su cara y le dijo:

  • No sé qué haces aún vestida zorra.- Con aquello y otro escupitajo le arrancó la camiseta gris del uniforme abriéndola desde el cuello. Agarró sus tetas cuando estas quedaron libres.- Falsas, como todo lo tenías antes. Esto es real, esto es puro. Sin embargo todo este artificio que llevas servirá un propósito, mi placer. No sabes cuánto desearía que mi Ashanti accediese a cambiarse así, pero no lo hará por eso tu cumpliras como mi desahogo y engendrarás mi nueva camada.
  • Sí mi señor.

Arrojó entonces a mi madre sobre sus rodillas, agarró sus dos tetas operadas y rodeó su enorme rabo. Con un nuevo esputo empezó a follarle los melones mientras la vejaba con insultos. Mi madre me aseguró que algo se apoderó de ella en ese momento de violencia, algo primario despertó y no pudo volver a dormirse. Se empapó, oscureciendo la tela del pantalón gris y tomó las riendas de sus pechos para satisfacer a su nuevo macho. Acompañó la paja con lametones a la polla del señor que asomaba entre sus tetas con cada envite. Así estuvo hasta que se produjo un sonido de chapoteo entre sus pechos de lo que salivaba la perra. Entonces Akram explotó cubriendo su boca, con la lengua fuera, su cuello y su canalillo.

  • Traga todo, límpiate y ponte como la perra que eres sobre la cama.

Mi madre obedeció y con lametones a sus dedos se tragó aquel semen denso y cargado de semilla superior, el mejor que jamás había saboreado. Después se colocó como le había ordenado contemplando como el rabo de Akram seguía semierecto. Pensó que incluso así iba a ser penetrada e iba a sufrir, pero no. Nuestro señor era generoso y regaló a mi madre con su lengua. Su lengua que recorrió no solo sus labios de hembra sino también su ano. La lengua era larga y los labios de Akram carnosos y húmedos, el orgasmo la hizo perder las fuerzas y caer de bruces sobre el colchón que era como una sólida nube, al contrario de los finos futones en que dormíamos nosotros.

  • Ya estás lista, voy a preñarte perra y liberarte de tu mala sangre.
  • Por favor señor, purifique me.

Esas fueron las últimas palabras de mi madre aquella noche, pues el resto fueron gemidos. Mezcla de dolor y placer con los primeros embates, puro éxtasis una vez su coño se adaptó al monstruo del señor. Así fue tras unos cuantos minutos y un orgasmo sostenido para mi madre que Akram descargó, si fuera posible más que la primera vez. Al instante mi madre supo que estaba embarazada, la inseminación había sido profunda y abundante. Su noche no acabó, siguió satisfaciendo al señor con sus tetas y su boca hasta el amanecer.

Unas semanas después un médico vino a casa, realizó una serie de pruebas y concluyó que mi madre estaba en estado. Había servido más sesiones de cría con el señor entre tanto, solo por asegurar. Nueve meses después dio a luz a una niña, una preciosa niña superior. Tenía todos los rasgos del padre y nada de mi madre. Después de aquello fueron los hijos quienes en dos ocasiones más preñaron a mi madre, dando un total de cinco hijos al Nuevo Orden. De Antara otra niña y de Hakim dos gemelos, ninguno inferior.