El nuevo juguete del señorito 1
Cristian Martín es un macarra sin nada de moral que hace lo que le viene en gana, pero... Se encontrará con una piedra en su camino que le cambiará la vida... Se convertirá en el juguete de un niño pijo. No se lo pierdan...
Hola, bienvenidos una vez más a uno de mis relatos, este relato que hoy os presento será corto, pero espero que intenso. Es uno de los relatos nuevos que iré escribiendo poco a poco por la página. Aunque esta vez la trama será muy morbosa y oscura, me temo. Espero que os guste.
El nuevo juguete del señorito
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Un relato del Enterrador
Cristián Martín era el macarra más conocido y respetado de toda Shitville, un asqueroso pueblo de costa perdido y que no le importaba a nadie. Él se sentía importante, con su pelo de punta, sus piercings en el labio, en la nariz y en el pezón, sus pendientes, y sobre todo su tatuaje del brazo. Era clase de chico que no quieres que se acerque a ti o a tu familia, podía ser peligroso, quizá sacara una navaja en cualquier momento…
Todos los gamberros del pueblo querían ser amigos suyos, primero les enseñaba a fumar cigarrillos, para después pasar a porros e incluso drogas más duras. No tenía ningún respeto por la ley, se la sudaban los semáforos cuando iba en su moto, le sacaba el dedo a los conductores, e incluso mangaba alguna que otra cosa en las gasolineras. El típico “malote”, vamos… Aunque todas las chicas del pueblo estaban locas por él, y algún que otro chico…
Aquel fatídico día, Cristian iba con su moto seguido de sus amigos para ir a la playa a ligar, o como ellos decían: “a buscar hembra”... El tráfico era apacible, excepto ellos, iban a todo lo que daba la moto, sin respetar ni pasos de cebra, ni semáforos, ni nada…
-¡Yujuuuu! ¡Vamos a morir!-gritaba uno de sus amigos.
-Jajajajajaja, no pasa nada, tío, la vida está hecha para morir, vive deprisa y bien, que después muerto ya te va a dar todo igual-dijo Cristian pisando a fondo el acelerador.
Llegaron a la playa en muy poco tiempo, y decidieron ponerse frente a un grupo de alemanas bastante apetecibles, todas ellas haciendo topless.
-Buah, tío, mira cómo están. Me dan ganas de sacármela aquí y ponerme a repartir polla-dijo uno de los amigos de Cristian.
-Jajajajajaja, ya ves tío, las quiero bañar con mi leche-dijo Cristian sonriendo mientras se levantaba.
-¿A dónde vas, tío?-dijo el amigo.
-Aprende de un profesional, maricona-dijo acercándose a las alemanas.
-Hey, you fucking fucking in the toilet?-dijo sonriéndole a la alemana más tetona.
Las chicas se rieron de lo primitivo de este ser, pero lo vieron allí sin camiseta, con su pecho marcado perfecto al sol, su nariz con un piercing y simplemente suspiraron mientras vieron como se llevaba a su amiga al baño.
Cristian metió a la alemana en un cubículo y cerró la puerta, después con una sonrisa burlesca se sacó la polla y dijo lo siguiente:
-Mira, yo no he traído condones, me va más a pelo, mañana te tomas una pildorita del día después y ya está-dijo mirando a la alemana.
-¿Qué? ¿Tú no gomita? Entonses yo me larrrgo-dijo la alemana cabreada.
Antes de que llegara a la puerta Cristian la cogió de la cintura y la empotró contra la pared, le bajó los pantalones y las bragas de Hello Kitty… Entonces le susurró al oído.
-Tú no te vas de aquí hasta que yo me haya corrido…-dijo con voz seductora.
La alemana intentó resistirse, pero Cristian era mucho más fuerte que ella, y la violó sin contemplaciones, allí mismo, después le hizo tragar su semen y le dijo que si alguna vez le contaba a alguien lo que había pasado la mataría. La dejo que saliera cinco minutos antes para que nadie sospechara…
Al salir se encontró en la puerta a un hombre mayor trajeado que parecía estar esperando a alguien. Decidió que era una presa perfecta.
-¡Oye tú, viejo! ¡O me das la cartera o te rajo!-dijo sacando una navaja.
-¿Mmmm? Vaya, qué fatalidad… Supongo que no me queda otra…-dijo el anciano metiéndose la mano en el bolsillo.
-Si, eso, viejo… Suelta la pasta-dijo sonriendo.
Ni lo vio venir, el anciano sacó un spray y roció a Cristian, que cayó al suelo al instante… Antes de desmayarse oyó lo siguiente…
-Si, creo que usted será el juguete perfecto…
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Capítulo 1: Un nuevo invitado
Hace ya 8 años que me encargo del señorito… Cumplió los 14 el mes pasado… Desde que fue desterrado por su padre no ha vuelto a ser feliz, y no le culpo… Después de todo, lo encerró en una isla desierta con la única compañía de este mayordomo… Aún recuerdo perfectamente aquel día…
-Señor, el señorito Luke es todo un genio, saca las mejores notas de todo el colegio y además… Es un excelente deportista…-dijo la criada informando a mi antiguo señor.
-Jajajajajajaja, cómo se le notan mis genes-dijo el señor riendo.
-...........-su mujer permanecía en silencio a su lado.
-¿Ocurre algo, Margaret?-le preguntó el señor a su esposa.
Aquel día el señor se enteró de que era estéril, y que la señora había tenido que recurrir a un párroco que la ayudó a quedarse embarazada con la ayuda de Dios. Para que me entiendan, fue una excusa para tener sexo con ella. La mujer se excusó diciendo que era el hijo de Dios, y por tanto no había nada malo, pero al señor no le pareció así.
-¡Papi, papi!-corrió el señorito a abrazar a su padre.
El señor le dio una bofetada al niño que lo tiró al suelo, el niño sorprendido se tocó la mejilla con lágrimas en los ojos.
-No me toques… Me das asco-dijo el padre tajantemente.
-¿P-papi…?-dijo llorando el niño.
-Tú no eres uno de los nuestros, no eres un Sadist, solo eres un asqueroso bastardo…-dijo el padre duramente.
El señor, por miedo a que realmente fuera hijo de Dios y éste lo castigara decidió enviar al niño a una isla perdida en el Pacífico que era posesión de la familia, y me asignaron a mí cuidar de él y de la mansión de la isla para siempre… Si el señorito salía de la isla las cámaras lo verían… Y le matarían al instante… Desde aquel día… Esta es su prisión…
El barco llegó a la isla a la hora prevista, llevaba a aquel gamberro dentro de un saco y me dispuse a entrar en la mansión. Desde que esta aquí el señorito apenas hace otra cosa que no sea leer libros, de vez en cuando le he conseguido algún animal, a los que él llama juguetes, pero ninguno le llenaba, hasta que la semana pasada…
-Oye, Gilbert-dijo el señor leyendo su libro mientras yo le servía el té, su cara no tenía expresión-Quiero un juguete nuevo…
-Por supuesto, señor… ¿Qué desea esta vez? ¿Un ornitorrinco tal vez? ¿Un unicornio? ¿Un dragón?-dije serio.
-Estoy harto de criaturas que sólo los ricos podemos conseguir… Quiero algo más especial… Quiero un juguete más sofisticado… Algo que sea difícil de domar… Quiero un humano..-dijo sonriendo.
-¿Un humano, señor?-dije sorprendido.
-Un humano, quiero a alguien difícil de domar, para domarlo y que sea mío-dijo aún más serio.
Y aquí estoy, con un tipejo de dudosa reputación, avanzando hacia la mansión. Era una mansión magnífica, estaba en mitad del bosque de la isla, el edificio se erguía majestuoso con dos plantas y varias torres, casi parecía un castillo de cuento, hecho de piedra. Entramos dentro y el pasillo de la derecha nos llevó al ala de las habitaciones, era un largo pasillo blanco, lleno de cuadros antiguos, y sin ninguna ventana, tan solo la luz de algunos candelabros de vez en cuando. Llegamos al final del pasillo, a la puerta que ponía “biblioteca”.
Al abrir la puerta una majestuosa estancia saturada de librerías con libros apareció ante nosotros, en el centro de aquella habitación había una mesa, y el señor estaba sentado en ella leyendo un libro.
-Señor, ya he vuelto…-dije serio.
-Gilbert, excelente… ¿Me has traído mi juguete nuevo?-dijo sonriendo sin apartar la mirada del libro.
-Espere, ya está oscureciendo y esa ventana no hace mucho… Encenderé el candelabro-dije yendo a la puerta.
-¡No! La oscuridad es la única que me acompaña en esta soledad…-dijo sin dejar de mirar el libro.
-Como usted desee…-dije haciendo una reverencia.
-Quiero verlo…-dijo cerrando el libro, justo al cerrarlo me miró.
No me había mirado directamente desde hacía años, sus ojos estaban llenos de ojeras, y me fijé que su pelo rubio parecía casi descolorido, pero puso una cara que no había visto desde antes de salir de la mansión, era… Ilusión, ilusión infantil, inocencia… Aquello, no sé por qué, me horrorizó.
-¡Jajajajaja! ¡Me encantan los juguetes! ¡Ya quiero jugar!-dijo sonriendo.
-Tenga un poco de paciencia…-dije abriendo la bolsa.
-Dime… ¿Podré arrancarle los órganos?-dijo serio de nuevo.
-¿C-cómo dice?-dije asustado.
-Solo era una broma, no seas tan estirado, Gilbert-me dijo guiñándome un ojo.
-Señorito Luke…-dije triste.
-¡NO ME LLAMES ESO!-dijo tapándose la cara con la mano.
-Señorito..-dije abatido.
-Yo ya no… Soy ese… No tengo el derecho de ser llamado así…-dijo mientras las lágrimas se escurrían por su mano.
-Será mejor dejarlo para otro día…-dije cerrando la bolsa.
Cuando fui a cerrar la bolsa, me pisó la mano, lo miré horrorizado, y en su cara ya no había rastro de lágrimas, solo esa sonrisa de ilusión e inocencia de nuevo.
-Estoy bien-dijo sonriendo ampliamente.
Abrí la bolsa sin más demora, y el cuerpo del chico salió de ella, previamente lo había desnudado y atado, me aparté para dejar al señorito.
-.............. ¡Despierta!-dijo dándole una patada en el estómago.
-¡Aaaaaagh! ¡¿Qué coño!?-gritó dolorido el joven.
-Ahí va… ¡Está vivo!-dijo el señorito sonriendo.
-¡¿Quién coño eres tú!?-gritó el macarra forcejeando con sus ataduras.
El señorito le dio una patada en la barriga de nuevo, por lo que cayó al suelo dolorido.
-Te dirigirás a mi con respeto, gusano-dijo serio el señorito.
-¡¿C-cómo te atreves!?-dijo el macarra.
-Tú quieres respuestas… Y yo puedo dártelas… Siempre y cuando respondas educadamente…-dijo con una sonrisa sádica el señorito.
-(De momento tendré que seguirle el rollo a este enano amariconado…) Vale, discúlpame…-dijo el chaval resignándose.
-¿Te he dicho yo que me podías tratar de tú?-dijo sonriendo mientras le daba dos patadas en la boca.
-¡A-aaaagh! (Como me suelte, este hijo de puta va a morir…) Lo siento, ¿podría decirme qué pasa?-dijo el joven aguantándose las ganas de matar.
-Pues claro que si, ¿ves? No era tan difícil… Estás en la isla Trush, que significa en inglés basura, mi padre la nombró así porque es lo que considera que yo soy… Bueno, mi padre… Ese tipo al que antes llamaba así-dijo el señorito sonriendo.
-¡¿Y quiénes sois vosotros!?-dijo mirándome le chaval atado.
-Él es Gilbert, mi mayordomo… Y yo… Dejé de “ser” hace mucho tiempo, así que supongo que ya no soy nadie…-dijo mirando fijamente al otro chico.
-¿P-por qué estoy yo aquí?-dijo nervioso el chico.
-¿Y por qué no? ¿No te gusta la mansión? Es un poco lúgubre, pero supongo que no está tan mal…-dijo el señorito sonriendo.
-¡No me jodas! ¡¿Qué mierda quieres de mí!?-dijo el chaval levantándose a duras penas atado.
-Gilbert…. Gracias… Me encanta mi nuevo juguete…-dijo sonriendo ampliamente el señorito.
-¡¿J-juguete!? ¡¿Por qué precisamente yo!?-dijo el otro chico asustado.
-Por qué, por qué, por qué, las razones no importan, lo que importa es que a partir de ahora… Eres mío-dijo el señorito serio.
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El señorito se había puesto como reto adiestrar a ese joven tan ruidoso, supuse que un reto podía ser bueno para él, así que no me negué. Preparé todo para el adiestramiento, puse los cubiertos en la mesa del jardín.
-Bien, lección 1. Comportamiento en la mesa-dijo el señorito cogiendo el cuchillo y el tenedor.
-(¿Cómo coño quieres que coja el cuchillo y el tenedor si estoy atado…?)-pensó el joven.
-Hay montones de cuchillos y tenedores que Gilbert coloca todos los días. Pues bien, no uses ninguno, total, en esta isla no hay nadie… Así que no se van a molestar por tus modales. Puedes comer con la mano si quieres… Es más, yo los tenedores los uso para limpiarme el culo-dijo el señorito sonriendo radiantemente.
-(Espera… ¿Ha dicho limpiarse el culo? ¡Madre del amor hermoso! Rascarse todavía, pero… ¡¿Limpiarse!?) Ah, pos vale…-dijo el chaval mirando el plato de souflé que tenía delante.
-Ñam… Ñam… ¿No comes?-dijo irónico el señorito.
-(¡Pues como no lo coja con la polla ya me dirás!) Tengo las manos atadas…-dijo el chico molesto.
-Oh, perdóname, jajajajaja, ni lo había pensado, pero no puedo liberarte hasta que te hayas acostumbrado a mí-dijo el señorito riéndose.
-(Genial… Soy oficialmente el “chihuahua” de la casa) ¿Y entonces cómo como?-dijo preocupado el chico.
-Con la boca-sonrió el señorito.
El chaval dudó un momento, pero después se metió el soufflé en la boca y lo engulló con todas sus ganas, el señorito se rió al verlo, hacía muchísimos años que no lo oía reír, y aquello me hizo muy feliz…
Estuvo toda la tarde enseñándole a su juguete la casa de arriba a abajo, y me dio instrucciones de que el juguete dormiría con él, así que los dejé a ambos en su habitación.
-Buah… Estoy agotado-dijo el señorito tumbándose en la cama.
-Oye… Ni siquiera me has preguntado mi nombre… Y no sabes nada de mí… ¿Es que no te interesa?-dijo de mal humor el otro chico.
-Eres Cristián Martín, tienes 17 años, tu madre es drogadicta, y no sabes quién es tu padre. Tienes una hermanita pequeña, Laura Martín, y vives en Shitvill-dijo el señor tumbado mirando al techo.
-Tsk… ¡Vale, lo sabes todo! Pero… ¿Cómo me dirijo a ti? No me has dicho tu nombre-dijo el chico mosqueado.
-Señor está bien… Yo no tenía un nombre, ¿sabes? Pero lo perdí, ya no lo merezco, porque soy un niño malo, soy una anomalía… No debería haber nacido…-dijo el señorito aún mirando al techo.
-(Vale, ha quedado claro… Eres un imo de esos…)-pensó el otro chaval.
-Creo que el término correcto… Es emo-dijo el señorito sonriendo-Pero supongo que no tiene importancia…
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Al día siguiente el señor decidió llevarse al juguete a ver la isla, he de mencionar que el juguete iba desnudo y atado en todo momento, y además le puso una correa de perro…
-Y eso de ahí es la palmera número 357, ¿a qué mola?-dijo el señorito feliz.
-(Conclusión: ¡solo hay palmeras en esta puta isla!) Oye… ¿Puedo preguntarle algo…. Señor?-dijo el otro chico preocupado.
-Por supuesto, dime-dijo el señorito sonriendo.
-¿Para qué me quiere exactamente como juguete?-dijo nervioso el chaval.
-Mmm… Qué pregunta más tonta… Pues para jugar-dijo sonriendo el señorito.
-(¿Voy a tener que aguantar el resto de mi vida los desvaríos de este loco?) ¿Y ahora qué vamos a hacer?-dijo el chico cansado.
-¿Te apetece ver el barco?-dijo sonriendo.
-¿Eh? Pero si el mayordomo ha dicho que no vayamos allí…-dijo el juguete recordando mis palabras.
-Tu amo soy yo, y a mí es al único al que debes obedecer-dijo el señorito tirando de la correa del juguete.
Los dos llegaron al puerto de la isla y el barco pasó justo en aquel momento, todas las cámaras se giraron a donde estaban el señorito y el juguete.
-Todos los días sale un barco a las 11:00 y otro a las 23:00. Pero a mí no me dejan tomarlos…-dijo sonriéndole a su juguete, el cual tenía que andar a 4 patas.
-¿Y eso?-dijo el juguete mirando a su amo.
Una lágrima brotó de la mejilla del señorito, el juguete se sorprendió, pero el señor estaba tan acostumbrado a llorar que ni lo notó.
-Oye, ¿quieres que veamos el barco por dentro?-dijo sonriendo el señorito.
-(Este tío está loco, o es tonto… O las dos cosas…) Por mí vale-dijo el juguete no muy convencido.
Ambos entraron en el barco y las cámaras captaron las imágenes del señorito entrando, en ese momento una descarga eléctrica de alto voltaje invadió el cuerpo del señorito.
-¡Aaaaaaaagh!-gritó.
-(¿Si fríen al hijo puta este me podré ir a casa?)-pensó el juguete al ver a su amo.
-¡Vuelva a la isla, vuelva a la isla, vuelva a la isla!-se oía una vocecita.
-Lástima… Creía que me matarían directamente…-dijo el señorito sonriendo y saliendo del barco con su juguete.
-¿Qué coño ha sido eso?-dijo el juguete asustado.
-Tendré un chip o algo dentro por el que me pueden dar descargas…-dijo cansado el señorito.
-¿A dónde vamos ahora… Grrr… Señor?-dijo el macarra molesto.
-Vamos a mi “casa de oscuridad”…-dijo el señorito sonriendo débilmente.
-¿Su… Qué?-dijo el joven confuso.
-Allí es donde sale el verdadero yo… Donde sale mi oscuridad…-dijo el señorito echando a andar.
-(Ah… Que este era su parte luminosa… Tócate los huevos…)-pensó cansado el chico.
Llegaron a la orilla oeste de la isla, donde estaba la “casa de oscuridad”. Una cabaña antigua bastante mal por dentro y por fuera que solía hacer las veces de almacén antes de que se construyera la mansión.
Al entrar el joven quedó en shock… Él era alguien cruel y sin nada de bondad, pero en ese momento se dio cuenta de que el chico al que llamaba señor era el monstruo más cruel y sanguinario que había conocido.
Decenas de animales descuartizados colgaban del techo por medio de una cuerda, ardillas, conejos, ratones, perros, gatos, pájaros. A todos les faltaban partes del cuerpo, había un conejo sin una oreja, una ardilla sin patas, los gatos estaban sin cola, y sin patas, aquello era horrible. Todos parecían compartir algo, ninguno de ellos tenía ojos. Solo cuencas vacías de oscuridad.
-Je… ¿Son hermosos, verdad?-dijo el señorito sonriendo.
-(Y claro… Dile tú ahora que no…) Glups… L-lo son…-dijo nervioso el chico.
-¿Sabes? Cada uno de ellos gritó cuando les cortaba, sufrían, lloraban… Sentían… Ellos sentían, pero… ¿Por qué yo no puedo sentir?-dijo el señorito sin expresión.
-(¡Porque eres un puto chiflado!) Y-yo… N-no l-lo s-sé..-dijo asustado.
-Te contaré algo, juguete…-dijo el señor sonriendo-Todos y cada uno de ellos, eran mis anteriores juguetes…
-¡¿C-cómo!?-dijo el chico temblando.
-Hasta que me harté de ellos… Dime una cosa…-dijo el señor agachándose y tirando de la carrera para que sus caras quedasen juntas-¿Me hartaré de ti también algún día?
CONTINUARÁ….
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Y hasta aquí el primer episodio de esta serie corta, supongo que serán tres como máximo… Me gustaría poder desarrollar más la personalidad macarra de Cristian, pero a ver si me da tiempo… Bueno, espero que os haya gustado, prometo que en el siguiente ya habrá sexo, así que no os lo perdáis.
OS SALUDA
EL ENTERRADOR