¿El nuevo CARTUZ?
Regresa de su viaje al extranjero y parece que no ha cambiado nada, pero si ha cambiado, hasta el extremo de hacerme perder el control con todos los orgasmo que me hizo tener
El sábado desde Madrid Carlos llamo a mi marido, estuvo aproximadamente una hora hablando con él. No me enteré de que con quien hablaba era con él, porque tampoco estuve muy atenta a esa llamada y en un momento que escuche, oía a mi marido hablando de temas profesionales y cuando si presto mas intención es cuando de mi marido sale “eso se lo tendrás que preguntar y proponer a ella” y claro, en cuanto dejo de hablar, le pregunte con quien hablaba y me dijo, “con Carlos que ya está en Madrid y quería consultarme unas cosas” seguí tirándole de la lengua y me confeso que Carlos quería proponerme algo y que no me lo diría, que tenía que tomar la decisión cuando le oyera a él y no hubo manera, deje eso por un momento y me interese por cómo estaba, “pues me ha dicho que muy bien, que viene con mucha fuerza y nuevos proyectos” del resto lo único que logre sacarle, es que el lunes estaría aquí, que comeríamos juntos.
Con Daniela había cogido mucha confianza y nos wasapeábamos con frecuencia y esa noche me pregunto si podía llamarme y al decirle que sí, me llamo. Era para contarme las novedades de que Carlos ya estaba en España, en concreto en Madrid, que el lunes temprano se venía para valencia y que por lo que le había dicho Ray, lo había encontrado con muy buen ánimo y que habían quedado para comer. Ya sabía que estaría Tiano y me pregunto si yo iría, confirmándoselo y ella dijo pues que también iría. Me dijo una frase de despedida que me haría pensar, “pues nena, si fuera tú, me vestiría como una putita quinceañera y le haría babear” me hizo reírme y le respondí que a Carlos le iban mas las maduritas, Daniela no se dio por vencida, “PUES NENA, entonces te vistes como una putona madurita, que no le tienes que pedir que te folle, que te tiene que ver y entrarle ganas de empotrarte, Jajaja Jajaja”
El lunes cuando nos despedíamos Tiano y yo, quedo en pasar a recogerme al mediodía. Me había vestido como lo hago a diario, sin nada muy llamativo. Le estaba dando vueltas a lo que me dijo Daniela y me marche antes de tiempo y me fui a mi domicilio. Avisando a mi marido de que me recogiera en casa. Ya llevaba pensado que me pondría, leggins brillante de cuero negro, que como su debilidad son los culos, este me lo marcaba bien, tal vez exagerado, porque se marcaban también otras partes, pero como decía Carlos, a dejar poco a la imaginación y todo al deseo. Una blusa con trasparencias, para que destacara mi pecho. El problema vino con el calzado. Me tenía que poner tacones que realzaran mi trasero y no me convencían ninguno y los que me convenian, eran matadores para mis pies, me los puse al final, eran unos tacones de vértigo. Lo siguiente fue llevar puesto un abrigo de entretiempo, para quitármelo en el momento preciso y ver su cara.
Los primeros en llegar Daniela, Ray y nosotros que llegamos a la par. Ray nos dice que Carlos traía unos minutos de retraso, que ya había entrado en Valencia y como hacia un rato que habían hablado no pensaba que le faltara mucho. Nos quedamos para que Daniela se fumara un cigarro en el exterior. Daniela me hace una seña con los ojos y miro, viendo venir a Carlos. Como siempre imponente y con su andar decidido y como si se fuera comiendo el mundo. Vestía de forma atrevida y lo digo, porque venía con pantalón y jersey de cuello redondo, de color azul oscuro. Lo atrevido no era por eso, era porque llevaba una chaqueta de color rojo, que le quedaba perfecta pero llamativa lo era. Nos sonrió y no vario su caminar, zancadas grandes y decididas. Afirmo lo de que nos sonrió porque aunque llevara la mascarilla en sus ojos se notaba.
Pasamos al restaurante y nos sentamos los seis. Se le veía resplandeciente. Una mirada más alegre, sin tristeza. No le gustaba hablar de trabajo, siempre lo decía, comiendo no se hablaba de futbol, política o trabajo, siempre que se pudiera evitarlo. Ray le detallo unos problemas que hubieron por culpa de las lluvias en sus terrenos, le dio una valoración y suspiro porque no era mucho el destrozo. No tenía ni idea del agua que había caído. Ray le detallo otros encargos que le había hecho y todo realizado. Tiano le conto también algunas cosas, que yo desconocía.
Daniela y yo escuchábamos y no metíamos baza, porque no sabíamos ni de que hablaban con exactitud y fue cuando hablo conmigo, “Adriana ahora te quiero proponer una cosa, no te preocupes, algo honesto, nada deshonesto” no me contuve y le solté, “oye que no es obligatorio que sea honesto, que lo mismo si es deshonesto también… Jajaja Jajaja” Carlos que se tomó el comentario de forma jocosa continuo, “hay una cosa que le he dado muchas vueltas, antes y durante mi viaje. Quiero invertir en gamificación y que empiece a funcionar de inmediato, pero para esto me es necesario también, verificar el estado anímico de la gente, que si de normal siempre nos surgen problemas de cabeza, con todo lo del COVID19 seguro que aunque no se note, algo les afecta y quiero que alguien externo se encargue de esa faceta y he pensado en ti, siempre que quieras y puedas, previo pago de tu trabajo. En caso de que no puedas o no quieras, que me digas de alguien que lo pueda hacer y sea de tu confianza”
Había elucubrado varias cosas que me podía proponer pero ninguna fue la que me propuso. Lo de la gamificación, lo había oído y tenía algo de idea de lo que era, pero no mucho y mi contestación fue, “es un reto desde luego, no me importaría y no te puedo contestar ahora, porque tengo algunas incompatibilidades y tendré que solicitar que me lo autoricen”
En la mesa que quedaba a las espaldas de Carlos llegaron ocho parejas. De las cuatro mujeres había una que destacaba, una chica atractiva, de cuerpo macizo, buen culo y pecho grande y tieso. Menos mal que estaba Carlos de espaldas porque seguro que eran de las que le gustaban. Que no lo he dicho pero cuando me quite el abrigo, no se cortó y me radiografió de arriba abajo y la mirada no fue nada sutil. Pasamos a hablar de sus días de vacaciones, todo muy bien y se quejaba de que le quedo algún salto sin hacer por un pequeño contratiempo que no detallo. Se quito la chaqueta porque tenía calor, la verdad que se notaba. Me encantaba verle con el jersey ajustado, marcando todo su cuerpo, me quitaba el aliento. Se levanto para ir al aseo. Se despisto y se iba sin mascarilla, Ray se lo dijo y había avanzado unos metros, se dio la vuelta y al hacerlo, su cara se llenó de alegría. La mujer atractiva que había visto, era amiga o conocida de él.
Los dos sonreían con cierta complicidad y me daba que no habían tenido nada entre ellos, pero había tensión sexual. Ella le presento al resto de sus acompañantes y se quedaron de pie ella, uno de los que le acompañaban, que debía ser su pareja y Carlos. Se pasaron los tres sus números de móvil, por lo que tenía razón, se conocían pero no más. Continuo su camino al aseo y en la mesa seguimos hablando de diversos temas y no sé porque salió lo de irnos a su casa en el campo. Quedamos en ir a recoger ropa y el que nos esperaba allí, que no tuviéramos prisa. Al llegar nos dijeron que él había salido a correr que no tardaría. Ya oscurecía y no llegaba. Al verle llegar a todos nos resultó raro verle con chándal, porque siempre iba en pantalón y camiseta corta. Otra cosa rara, dijo que se iba a dar un baño en la piscina, no era raro que lo hiciera por lo que contaba Ray, que en pleno invierno se bañaba en la piscina y en el mar, lo raro que salió con un albornoz grande.
Se fue por el camino y al poco rato fui detrás, si no había cambiado estaría bañándose desnudo. No me equivoque y me impresiono al salir, estaba llenos de moratones, marcas, tanto por el pecho como por la espalda. Daba grima verle. Sabía que se había dado cuenta de que me impresiono, solo hablo de lo buena que estaba el agua y me aconsejaba un baño, reaccione y le dije que mi cuerpo no estaba para meterse en una piscina. Nos subirnos juntos y se marchó a su habitación y no supe si comentárselo a alguien, al final me quede callada. En la cena Ray quería ver la grabación de los saltos y Carlos estaba reacio, porque decía que no había editado las grabaciones ni le había puesto música. Ray que debe de ser tan cabezón como él o más, no paro hasta que Carlos se comprometió a ponerlas después de cenar.
Me mareaban las imágenes, la primera un salto de una avioneta, no sé si el termino estará bien, que parecía imposible que hubiera despegado. Se lanzaron cinco entre risas y bromas. Los demás saltos eran desde montañas y me parecía imposible que al lazarse corriendo no se escoñaran con las rocas. Cada uno de los cinco llevaban el traje de un color y por eso se les distinguían bien. Carlos iba de amarillo, pues Carlos y el que iba de verde, planeaban pegados a las rocas mientras los otros tres lo hacían bastante más separados. Era una locura. En algunos momentos se veía como las rachas de viento los ponían en aprieto y Carlos nos explicaba con detalle las imágenes. Vimos varios saltos en distintas partes y luego Carlos en una grabación decía que llegaban los saltos verdaderos, por los que había venido.
Porque estaba ya con nosotros, de lo contrario me hubiera negado a verlo. No conseguía entender donde se obtenía placer o diversión, si no em gustan las montañas rusas, ni las torres que hacen una vida de golpe. Aquí cambiaba todo porque ya solo saltaban el de verde y Carlos, los otros estaban pero se negaban a participar. Me moría y me daban náuseas ver el recorrido del salto. El siguiente ya solo lo hacía Carlos y en un trozo de grabación que se cortaba, el de verde trataba de convencerle para que no lo hiciera. No se oyen más explicaciones porque apagan la cámara. Se vuelve a encender y es desde un sitio más alto, la cámara enfoca de manera clara la caída y era de santiguarse. Como había sonido, que imagino que era lo que quería quitar Carlos, se le oyen algunas exclamaciones, “buf, por poco - coño, coño, coño, casi – vamos, vamos, vaaaaamos, Carlos gira, gira, gira, eeeesoooo” escrito no suena, pero en las imágenes se veía mucha tensión, animándose el mismo.
Al día siguiente el mismo sitio pero desde mayor altura, un hombre, le aconseja por donde “atacar el salto” y mientras le dice eso le avisa de que el tiempo en minutos puede cambiar de forma brusca, que lo mismo era mejor esperarse más, incluso dejarlo para otro día.
Carlos se niega y se pone el casco. Como en los otros saltos se ve que no se lo piensa, corre, da un ligero traspiés justo en el borde y salta. Impresiona las imágenes, la visión que tiene el gracias a la cámara, de asustarse. Empieza a caer lluvia, se ve que se desestabiliza y las imágenes empiezan a ser a saltos, con movimientos mas bruscos y va narrando lo que le sucede, se le ha complicado el salto y por si le faltaba algo, rachas de viento importantes, dice que va abrir y ya se ve que no va lanzado que va cayendo y el viento jugándole malas pasadas, se lo lleva como si fuera una hoja de papel, acaba cayendo de malas maneras, golpeándose con la vegetación, oyéndose ruidos y sus exclamaciones, hasta que la imagen se detiene aunque bamboleándose, después de un largo silencio donde solo se oía su respiración agitada dice, “Carlitos, Carlitos, la que has liado. Vamos a ver que te has roto”
Ray hace un comentario por lo de Carlitos, porque eso no se lo había permitido nada más que a dos personas. Por eso le decía que tenía que haberse visto jodido y Carlos le decía que ni se lo podía imaginar. Llegan sus colegas de salto después de un buen rato y lo logran bajar, manda que le quiten la cámara y que corten. A preguntas de Ray nos cuenta que lo tuvieron que llevar al hospital y que lo más importante era como estaba por dentro y solo los fuertes golpes. No quise aportar nada diciendo como lo vi, me quede callada y eso lo enlazo con bromas sobre la caída, nos hacía reír con sus comentarios. Estaba claro que venía algo cambiado, traía una mirada felina, chistes, bromas y momentos graciosos. Le llamaron por teléfono y se fue a su despacho, Ray estaba contento porque decía que le veía muy bien, el Carlos de siempre, es que se le veía muy animado.
La puerta estaba abierta y como aumento su tono de voz, nos quedamos callados, estaba hablando con Victoria y repitió varias veces lo mismo, hasta que sentencio con una frase contundentemente, “Victoria, ya lo sabes, Roma no paga traidores y esas seis personas se van a la calle, no hay nadie indispensable ni tan siquiera yo” Siguió hablando pero no cedió en nada, estaba en plan intransigente. Carlos venia con una sonrisa como si no hubiera pasado nada y Ray le pregunto “hermano, que sucede? Porque tiene que ser gordo para no ceder ante Vic” y haciendo gestos con la cabeza, “que Vic tiene un corazón demasiado grande y ahora que no está, voy a hacer una limpia con algunas personas que se creen dueños de la empresa y se creen indispensables, tienen puteados al personal y hay mal rollo, no lo puedo consentir” dejo la conversación para ir a preparar la cena. Miro lo que había en el congelador en la nevera y cogiendo algo de aquí y algo de allí, se puso a cocinar mientras los demás abrimos una botella de vino y seguimos hablando pero en la cocina.
Sus miradas hacia mi eran distintas, muy felinas, como si me arrollasen, desnudándome, atrevidas y me ponía muy a tono. Sabía que la ropa que había elegido le iba a gustar y en cuanto podía le dejaba ver mi culito, pillándole varias veces mirándolo. Es que no podía evitarlo, sabía que no era la mujer que a él le hacía falta, pero me encendía todo el cuerpo. Nos fuimos a la terraza para fumar. Carlos nos dejó un momento y al rato vino, traía un bote grande de color verde y blanco, era parecido a la crema cosmética y lo que era, era un mejunje para ponerse, era todo de hierbas, Ray lo abrió para olerlo y era de color blanco, olía a menta, regaliz? romero o tomillo que siempre me lio. A preguntas de Ray se levantó la camiseta y se quedaron con la boca abierta, hizo su apunte, “pues ahora está muy bien, que antes era todo igual en la espalda y torso” se despidió que estaba cansado y nos dejó a todos allí.
Le pregunte a mi marido si le importaba que fuera con Carlos para ayudarle a ponerse el potingue y ahora sí, les describí lo que había visto. Mi marido con sonrisa de sorna, “ves, pero si tardas mucho me voy a dormir y te espero en la cama” Ray que fue listo, dijo que ellos ya se iban a dormir. La puerta de su habitación estaba cerrada, llame y como nadie contestaba abrí con cierta timidez, no sabía qué me iba a encontrar o el posible bufido que me podía dar. Entre había varias luces encendidas y él no estaba, hasta que oí caer algo de agua. Le llame y apareció en ropa interior y lavándose los dientes, volvió a entrar en el baño y ya salió. “Y eso que has venido, pasa algo?” aguante los nervios para que no se me notaran, sobre todo viendo ese bultazo debajo de su ropa interior blanca, “pues he venido a echarte una mano, porque ya me contaras como te vas a poner eso en la espalda”
Le vi dudar, lo deje sin palabras, se fue al baño de nuevo, me trajo unos guantes de látex me los dio y se tumbó en la cama boca abajo, le dije que mejor sin guantes y me recalco que me los pusiera, que no era por escrúpulos, que era porque no era bueno mucha cantidad en el mismo sitio y que se lo diera haciendo círculos. En esa cama enorme y el en el centro, era complicado untarle nada, decidida me quite los pantalones y le dije que no se asustara, que era para colocarme bien y no mancharme. No me dijo nada. Me coloque a horcajadas sobre sus grandiosos muslos, sin llegar a sentarme sobre su lindo culo. Lo hice como me indico, a círculos y sin pasarme con el mejunje. La espalda absorbió todo bien. A pesar de los guantes me excitaba acariciarlo.
Muy decidida y sin preguntar le dije que se diera la vuelta que se lo iba a poner por delante. Esta vez no dudo, se dio la vuelta y me puse de la misma manera. Él estaba con los ojos cerrados, parecía relajado, pero no tan relajado, porque por la parte de arriba de su ropa interior se le salía toda su “cosa” que le llegaba al ombligo y con la “seta” de color rosado oscuro. Le puse la crema por toda la tripa sin rozar sus parte y luego el resto, con sus pezones me entretuve mas y aunque apretaba la mandíbula era obvio que estaba aguantándose. Estaba empapada, me tenía empapada. No me aguantaba mas, me quite los guantes, me lamí una mano varias veces, para dejarla suave y le toque. Ni se inmuto, es como si lo esperara, la duda era si lo deseaba. Me encantaba tocar ese tronco de carne ardiendo, como tenía las venas de marcadas y cuando apretaba el tronco, su “seta” más oscura se ponía. Mis bragas estaban completamente mojadas, parecía que me había orinado.
Me moví para bajar sus calzoncillos y ver mejor su cuerpo. Se los saque completamente, fui subiendo lentamente hasta llegar a sus “bolas” las lamia y las mordía, las metía en mi boca. Le miraba y no se movía, si no me vieran haciendo lo que estaba haciéndole, pensaríamos que estaba durmiendo. No tenía una goma para ponerle, por lo que seguí haciéndole sexo oral, me lo metía en la boca y notaba su calor por toda ella, desde el primer día me impresiono como le ardía. Como seguía sin decir nada y sabiendo lo que tardaba en eyacular, otra vez que no lo dude y tome la iniciativa, no me quite las bragas, las aparte y me senté sobre su gran tronco. Si no me llego a contener, hubiera tenido mi primer orgasmo sentándome sobre él. Notaba como palpitaba dentro de mí, como me quemaba, como se abría camino inexorablemente, hasta que nuestros cuerpos quedaron unidos. Me sacaba de mis casillas, ni parpadeaba, me quite el resto de mi ropa y me movía dulcemente, nada de moverme con el ímpetu que lo hacia él. Al final abrió los ojos, mirada felina, estaba cachondo, pero quería ponerlo más, no sabía a qué jugaba con su impasividad.
No soy de las que se rinden, me empecé a tocar delante de él y según veía encenderse su mirada, me lleve la otra mano a mi pequeño pecho y lo acaricie para “jugar” con mi pezón, sabía que eso surtiría efecto.
Fiamos nuestras miradas en nosotros y sin moverse Carlos, tuve un orgasmo de fábula, era una descarga de placer que me recorrió todo el cuerpo, hasta el punto de perder casi la estabilidad e irme para un lado. Con Carlos los orgasmos eran completamente de otro mundo. Recupere un poco de cordura, no mucha y como sabía que no tomaba medidas para no quedarme embarazada ya que mi marido es imposible que me deje preñada, me levante y cuando lo hacia la mirada de Carlos era de desencanto, me mire a uno de los espejos y vi su cara, me había girado dándole la espalda, dejándole mi culo a su disposición. No quise que hiciera nada y se lo exprese. Agarre con decisión su tronco, que estaba mojado de mi orgasmo y me costó, porque era la primera vez que iba a hacer lo que iba a hacer, no me refiero al sexo anal en sí, me refiero a que me lo pensaba follar yo a él, como le gustaba decir.
Me costó, pero al final logre que entrara en mi ano y me pare. Lo iba a hacer sin lubrificación, varios resoplidos después ya notaba que tenía metida la mitad y me detuve. Quería darle una sorpresa y aprete mis labios y lo que quedaba me la metí de golpe, como le gustaba a él y porque no decir la verdad, como me gustaba a mí también. Que manía tenía Carlos, me puso las manazas sobre mis caderas, me arranco las bragas y me follo como solo él sabe hacerlo, ya no me tuve que mover, lo hacia el todo. Tenía que tener una visión perfeta de mi culo penetrado por su obelisco. Me tocaba y el muy cabrito, no paraba, no bajaba de intensidad y tuve un nuevo orgasmo, casi me orino del placer que recibí, siguio de forma muy “brusca” estaba otra vez al límite de tener un nuevo orgasmo y quería que lo sintiéramos los dos, que nos llegara a la vez, se lo pedí, se lo suplique, ni me hizo caso acabe otra vez, siguio “machacándome” con su potencia y de pronto, sus bufidos aumentaron, se iba a correr y lo hizo abundantemente, sentí cada “latigazo” de sus chorros, lo que me llevo a llegar otra vez. Me costó quitarme, parecía que me había pegado a su cuerpo. Se fue al baño, quise ir detrás de él, pero no tenía fuerzas en mis piernas. Oí correr el agua y luego apareció, con una toalla en la cintura. Se tumbo junto a mí.
- Por qué hoy si?
- No busques una explicación, ha pasado y ya está.
- Sabes que me dio mucha rabia que te incomunicaras, que nos dejaras sin saber nada de ti. Estuve muy preocupada, me quitaste hasta el sueño.
- Pues no sé por qué. Además es algo que hago cuando puedo, me desconecto de todo y me viene muy bien.
- Es que me quedo la imagen de esos sobres que entregaste, parecía como un adiós, como que iba a ocurrir algo tremendo porque así lo querías.
- Jajaja Jajaja, no me digas que pensabas que me iba a suicidar o algo así. De verdad lo pensaste?
- No exactamente, no quiero decir eso, es que, vale si, lo pensé.
- Que equivocada que estás conmigo. Para mí la vida es algo sagrado. Que haga algunas locuras, no quiere decir nada, tengo el convencimiento, que desde que nacemos, tenemos marcado la hora, el día, el mes y el año en que moriremos. Como es algo que va a ser inevitable para todos, por qué preocuparse?
- Tú y tus teorías.
- Los sobres, que te fijaste mal, que no eran sobres, eran unas carpetas, eran poderes para que Ray pudiera tomar unas decisiones en mi ausencia. Como por ejemplo para el cambio de las ventanas, que son fijas, para hacerlas abatibles y que se pueda ventilar de forma natural todas las estancias del trabajo. Que llevaban diciendo mañana, pasado, que ha surgido este problema o cualquier otro, para que si llegaban como han llegado, poder pagarles y el resto pues decisiones de otro tipo.
- Te encuentro diferente.
- Puede que si y puede que no. Pero espero que esto que ha pasado no te confunda. Ya sabes lo que pienso de nosotros, yo sé que no podemos encajar.
- Ya lo sé y lo entiendo. A ti que te gusta la música y muchas veces pones como ejemplo alguna canción. Me viene la de corazón partido. Me podías decir como en esa canción, (cante unas estrofas) “Pero miénteme, aunque sea dime que algo queda entre nosotros dos”
- Jajaja Jajaja, oye no sabía que cantabas tan bien. Pero en esa canción dicen también que la vida va y viene y que no se detiene. No te voy a mentir, entre nosotros hay lo que hay y no podemos esperar más.
- Pues ya metidos en la canción, (cante de nuevo) “Pero sabes que en lo más profundo de mi alma, sigue aquel dolor por creer en ti, que fue de la ilusión y de lo bello que es vivir? Para que me curaste cuando estaba herido si hoy me dejas de nuevo el corazón partido” alguien te curo el corazón herido?
- Jajaja Jajaja, de verdad vamos a dejarlo aquí.
- Me debes esta contestación.
- Te la contesto ya, siempre hay en momentos difíciles, complicados que aparece alguien, que crees que te entiende y luego te das cuenta que fue otra cosa.
Nos quedamos en silencio y me di cuenta de que ni una insinuación para que lo dejara solo, para que me fuera. Si que estaba cambiado, Ray había dicho que no había cambiado, que se había recuperado. Algo de cierto había, porque había recibido unos mazazos en no mucho tiempo, que hace falta mucha entereza para no perder la cabeza. Dudaba en quedarme o irme, porque no sabía lo que él quería. Busque una forma de saber lo que pensaba, “Tiano debe de estar esperándome, me voy a tener que ir” su respuesta más escueta no pudo ser, “me parece bien, te entiendo” para no vestirme y al no decirme que me quedara, me puse un albornoz suyo, que me dio la risa, porque me quedaba de bata de cola, recogí mi ropa y me marche. Mi marido estaba despierto y al verme se echó a reír. Le narre por encima lo que había sucedido, como no me había lavado en el baño de Carlos, me fui al de mi habitación, dándome una ducha y comprobando todo lo que había salido manchándome los muslos. Por dudas al haberme penetrado sin preservativo, le expuse a mi marido el comprar la famosa píldora del día después. Termine de ducharme y como no sabíamos cómo iba lo de la píldora, Tiano me dijo que no hacía falta receta y me dijo hasta el precio.
Me estaba poniendo mis cremas, mis potingues y veo que Tiano no deja de mirarme, le pregunto porque me miraba de esa manera, “porque creo que deberías ir a devolverle el albornoz a Carlos y ya te digo que si tardas no te esperare despierto” era lo que me faltaba mi marido animándome, Carlos que lo mismo no quería que me hubiera ido, porque es de sesiones largas y solo había sido una vez y muy dulcemente, habría cambiado tanto? Se había vuelto flojito? Le di un beso a mi marido y fui a devolverle el albornoz. Esta vez no llame, supuse que estaría con la luz apagada he intentado dormir y que va, la luz si estaba apagada pero no estaba dormido, porque nada más abrir la puerta me dijo, “has tardado más de lo que esperaba” y se levanto de la cama, como he dicho la luz estaba apagada, pero si había varias velas encendidas. No se si se estaba tocando antes de llegar, porque tenia una erección fuera de lo común. Me quito la bata que llevaba y me quede desnuda como lo estaba él. Intente besarle y esta vez no estaba “flojito” porque me llevo a un “sillón” especial me coloco boca abajo y me ato las manos. Conociéndole sabia lo que iba a hacer y sus palabras me lo ratificaron, “has sido y ere muy puta, por eso voy a castigarte” y empezó, sentí el primer azote en mis nalgas.
No me dio con la mano, uso algo que no pude ver, no era la pala que otras veces utilizo, porque sonó menos al recibir el azote y picó un poco más. No se cansaba me daba con ganas y no m molestaba, me gustaba y cuando acompañaba los azotes de sus palabras “sucias” mucho mas, porque me provocaba una excitación imposible de narrar. Tanto fue la excitación que tuve un orgasmo de esa manera, intenso y agotador. Como tenia decidido usar la píldora del día después, cuando fue a ponerse una goma le dije que no, que daba igual. No me hizo caso y después de ponérsela me clavo de una sola vez, entro con poderío, de manera abrupta y mandando. Me acariciaba mis nalgas que tenían que estar al rojo vivo, el roce me daba una sensibilidad absoluta y sin esperármelo, sentí un dolor, un quemazón, que me hizo cimbrar todo mi cuerpo y me la volvió a meter de golpe, una mezcla de placer y dolor, perfectamente medido, era un “fanático” del sexo, de la “perversión” sacaba de mi lo que ni yo sabia que tenía. Mis pezones de lo duro que estaban, parecía que me iban a saltar. Entendía lo que me contaba Daniela, lo que le habían narrado algunas “amigas” de Carlos y que ella decía que exageraban, pero que va, no exageraban nada. Sentía los quemazones, por espalda, nalgas, por el rabillo, con tal control que me hizo tener varios orgasmos seguidos.
Me desato y me llevo a la cama, me tumbo boca arriba y me penetro lentamente, me estaba poseyendo como mas me gustaba con él, me gustaba ver su cuerpo en tensión, como se le marcaban los músculos, ver su cara, su mirada, sentir su aliento, notar sus movimientos cuando me penetraba hasta lo mas hondo y su peso sobre mí, un cuerpo tan pequeño y algunos dirían que has delicado, recibiendo las embestidas de ese cuerpo grande y perfecto. Al principio lo hacia lentamente, se retiraba casi hasta sacarla y se quedaba unos segundos parado, lo suficiente para sentir algo de desesperación y a continuación, arremetía contra mí, hasta sentir como lo tenia todo dentro de mí. Me era imposible apretarle con mis piernas, para no permitirle que se retirara. Que desesperación, me canse, le grite, “QUIERES FOLLARME BIEN DE UNA PUTA VEZ” y con una sonrisa malévola, me cayo encima un terremoto, me desenfrenaba ese ímpetu salvaje que poseía, de nuevo me hizo llegar, me daba igual si alguien me oía, no pude aguantarme y chille hasta quedarme afónica. El delirio llego cuando se corrió Carlos, me dijo de todo, grito, mugió. El verle y oírle me llevo a la culminación del mejor orgasmo de la noche. Menuda sudada que nos dimos. Nos quedamos laxos y tumbados, tratando de recuperar nuestra respiración.
Se levanto y era imposible, pero lo estaba viendo, que el preservativo pudiera estar con semejante cantidad de semen, lo miraba y no era normal. Lo pensé y lo pensaba, si se corría dentro de cualquier mujer, la dejaba preñada sí o sí. Se lo quito, lo anudo y se fue al baño. Sabia que esa noche me permitiria estar con él, no me “invitaría” a irme, estaba segura. Se tumbo junto a mi y hoy por hoy, no se porque lo hice, pero me levante, me puse la bata, me acerque le di un beso en los labios y le dije que me marchaba. No me lo impidió ni me dijo nada más. Entre en mi habitación faltando poco para las cuatro. Me levante tarde, nadie me despertó y me encontré que solo estaba Daniela, los hombres se habían marchado. * Buenos días pendón. Por lo que se ve has tenido una noche complicada, o me equivoco? Jajaja Jajaja. * Que zorra que eres, pues fue una noche entretenida. * Vamos que “tu comiste arroz” Jajaja Jajaja * Pues sí, Jajaja Jajaja. * Y que tal, ha ido mejor o peor que otras veces? * Sin comparación y no exageraban tus amigas, es un hombre excepcional, inimitable follando. Lo que me dice que tiene que ser algo estratosférico, que te lo haga amándote. La mujer que lo logre va a alucinar. * No sigas por ahí que me vas a poner cachonda. Tan alucinante es? * Jajaja Jajaja, lo es y si es bueno haciéndolo, lo mejor es el sentimiento, las ganas que pone. Porque lo ves, lo sientes, busca tu pleno placer. Pone la misma intensidad, haciéndolo en una cocina, en unos lavabos de una cafetería, en una esquina, en cualquier sitio. Invento la palabra morbo, eso seguro. * Jajaja Jajaja, y ahora que si te dejan vas a trabar con él, que piensas hacer? * No, no voy a trabajar para el y apenas nos veremos. Porque exceptuando los primeros días que tomemos contacto con su personal, nuestra labor la haremos exteriormente, sobre todo para que se sienta mejor, para preservar su intimidad, para que se sientan mas a gusto.
Fui a mi lugar de trabajo, como es evidente llegue tarde, algo que tampoco era un problema gordo. Hice mis gestiones y me dijeron que no tendría ningún problema, que podía compatibilizarlo, lo único que lo solicitara por escrito. Había que pensar a que tres personas les iba a proponer que me acompañasen en esta nueva experiencia. Hice una lista de seis mujeres y un hombre. Cualquiera de ellos eran perfectos. Por eso hice siete papeles con sus nombres. El resultado final, tres mujeres si, una dudosa que me decía que casi imposible, que buscara por si acaso a otra persona y tres que no les interesaba. Esa misma tarde nos reunimos las tres colegas y yo. Les pareció un buen trabajo y estaban de acuerdo con la remuneración económica. Acabamos de noche y ya me fui para mi casa. Al mediodía del día siguiente comimos de nuevo las mismas personas y ya le di el si a Carlos, le hice un resumen de cómo eran las personas que me iban a acompañar en el trabajo y le pareció todo bien.
Tenia claro que lo que había sucedido fue algo puntual, que lo pase muy bien, porque encontré un Carlos desconocido en lo que se relacionaba con el sexo, no podía esperar nada ni lo esperaba, lo mismo algún encuentro mas y no lo tengo muy seguro. No nos engañábamos con nuestras actitudes, los dos éramos adultos.