El novio de mi roomie

Después de mucho coqueteo por ambos, cierta situación le da a Cathy la oportunidad perfecta para seducir al novio de su compañera de departamento.

Había tenido algo de trabajo ese sábado, terminé de peinar y maquillar una novia y a su séquito de tías y primas; llegué a mi departamento a las 5:00pm apenas a tiempo para arreglarme antes que él llegara.

Apuradamente me peiné, perfumé y maquille de la manera más sexy que pude, me calcé una micro falda café oscura y una blousa beige de tirantes muy delgados, ajustada y muy escotada, los accesorios correctos, collar, pulseras y artes, y por supuesto las sandalias de tacón alto, de tirantitos muy delgados y con pedrería de fantasía, las más femeninas que había en mi guardarropa. Justo terminaba de vestirme cuando sonó el timbre; 5:45pm, abrí la puerta y era Gregory el novio de Susan mi compañera de departamento, demasiado temprano, como había predicho mi amiga.

¿a dónde tan guapa? – preguntó –

Pues nada que iba a salir con mi novio, pero canceló a última hora y me dejó vestida y alborotada – mentí –

Pues que estúpido es tu novio porque el se pierde de salir con una belleza como tu.

Ya estaba yo acostumbrada a recibir los torpes halagos de Gregory, que aunque eran frases muy trilladas, no dejaban de agradarme.

Susan no llegara sino hasta dentro de dos horas – le aclaré –

Si lo sé, pero estaba por aquí cerca y me atreví a llegar antes y esperarla aquí ¿no te molesta?

Claro que no, pasa por favor.

Y mientras esperamos, podemos brindar – dijo mientras alargaba hacia mi una botella de vino –

Tome la botella, y lo hice sentar en el sofá, justo frente a él estaba la vitrina donde guardamos las copas, yo busque las que estuvieran en el estante mas alto y más atrás, así que dándole la espalda tuve que pararme de puntitas, y al levantar los brazos para alcanzar las copas mi falda se levantó mas de lo común dejándole ver casi la totalidad de mis piernas, y no se... tal ves me vio hasta parte de las nalgas. Su siguiente comentario confirmó que la maniobra había surtido el provocativo efecto que yo buscaba.

definitivamente tu novio es un idiota – exclamó despacio –

Porque lo dices.

Por dejarte plantada, si pudiera ver lo sexy que luces en ese atuendo, estaría aquí admirándote tan pasmado como yo.

Reí divertida, agitando mi cabello de forma sensual, provocándolo, animada por sus comentarios. Serví las copas y me senté junto a él.

Por mi novio – brindé a propósito para celarlo –

Claro, por tu novio, gracias a su informalidad puedo disfrutar de la compañía de esta sexy hembra.

De nuevo reí divertida.

No se porque le aguantas estos desplantes, dejarte plantada a ti es un crimen.

Bueno la verdad las chicas como yo debemos de saber nuestro lugar, y pues el tiene compromisos con su familia primero.

¿las chicas como tu? – preguntó extrañado –

Si, las transexuales debemos saber que a veces pueden pasar estas cosas, por ejemplo hoy mi tubo que pasar a recoger a su hija de último momento, y por eso no pudo venir.

Tienes razón, a veces olvido que eres transexual; pero de igual manera no lo disculpes Cathy, no deberías dejar que te trate así.

Así es la vida, sé mi posición y no tengo porque enojarme, mi novio nunca cancela una cita si no es por una urgencia como la de ahora.

Pues yo estoy seguro que debe haber un montón de hombres que nunca te dejarían plantada para nada.

Tal vez...

Seguimos charlando, mientras apurábamos sorbos de la bebida, yo trataba de llevar la conversación por temas provocativos, aunque sutilmente. Sentada con la pierna cruzada mi breve falda no ocultaba mucho mis piernas, las cuales disimuladamente él miraba. A propósito trataba yo de mirar hacia otro lado, dándole oportunidad de que me observara todo lo que quisiera. Trataba de realzar mi busto juntando los brazos, el largo escote era de mucha ayuda y aunque yo miraba a otro lado, sentía su mirada clavada en mi.

Comenzó a moverse en el sofá incómodamente. La conversación seguía algo caliente.

Y... ¿dónde te iba a llevar tu novio?

No lo se, siempre me sorprende, a veces vamos a un club, o de repente me lleva a un lugar mas íntimo.

¿Más íntimo?

Si, de esos que están en la autopista.

Ya entiendo, ¿y cada cuando van?

Pues si de él dependiera nos la pasaríamos metidos ahí, pero yo a veces tengo ganas de salir y es cuando lo llevo casi a fuerza al club.

A que bien, ¿y que hacen ahí?

Pues bailamos, tomamos unos tragos, charlamos con...

Me refería en los lugares de la autopista – interrumpió –

¿Pues que piensas que hacemos?

Pues viéndote como ahora... se me ocurren muchas cosas.

¿A sí... como que?

Pues algo como...

Y sin decir mas pasó un brazo por detrás de mis hombros, me atrajo hacia el y me plantó un apasionado beso. Lo abracé también, pero solo para ver en mi muñeca el reloj, apenas eral las 6:05pm; mi plan se había adelantado un poco, pero ya no había marcha atrás, tendría que seguir adelante, además, estaba disfrutando aquel ardiente trance.

Sin despegar sus labios de los míos trató de empujarme para recostarme en el sofá, pero yo opuse algo de resistencia, dándole a entender que no deseaba eso, nos besábamos con desesperación, nuestras lenguas jugueteaban una con otra. Una mano se deslizó lentamente por mi cintura hasta mi espalda, acariciándome por detrás, el otro brazo por detrás de mis hombros me aprisionaba contra su ancho pecho. Intentó ponerme de espaldas en el asiento del sofá, pero de nuevo cedió cuando notó mi resistencia.

Espera, ¿qué estamos haciendo? – le dije con la voz agitada –

No lo sé Cathy... me gustas y es lo único que me importa ahora – contestó besando mis mejillas –

La verdad era que mi voz agitada no era fingida, Gregory me estaba excitando mucho, y aunque era mas temprano de lo que había planeado, no estaba segura de poder aguantar y lo dejaría hacerme lo que quisiera de una vez por todas.

Una mano bajó por mi cintura y toco mis muslos desnudos, bajando y subiendo hasta el borde de la falda, la piel se me erizaba – que suave piel tienes mi amor – me dijo con voz agitada. Sus labios comenzaron a bajar por mis mejillas, luego por el borde de mi rostro hasta el cuello, mi respiración estaba mas agitada que antes, me estaba muriendo por no abalanzarme sobre el y arrancarle la camisa. Su tibio aliento se acercó a mis orejas y cuando sentí la húmeda lengua rozando el borde de mis oídos, mis manos se aferraron a su camisa.

La mano que me acariciaba el muslo trato de pasar la barrera de mi falda, y tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para agarrar su antebrazo e impedirle que llegara mas lejos.

No Gregory, espera – dije con la voz entrecortada -

Sin dejar de besarme los oídos se moderó un poco en su intento por sobrepasarse.

¿Qué pasa Catherine, no te gusto?

No es eso, es que... ¡ahhh! – traté de decir, pero un franco gemido salio de mi garganta cuando su lengua me rozó el lóbulo de la oreja –

La verdad era que Gregory me encantaba, desde que lo veía con mi compañera de cuarto cuando los sorprendía en pleno cachondéo en la sala, mis pensamientos volaban y muchas veces fue protagonista en mis fantasías más húmedas. Por eso me estaba costando tanto trabajo aguantarme, después que en tantas ocasiones había soñado con este momento, y ahora tenía que retrasarlo.

Luego hábilmente y sin que yo lo esperara me cargó casi en vilo y me sentó en su regazo, cual niña pequeña, luego metió su cara bajo mi cuello y siguió besándome justo en la base de la tráquea, luego deslizando su lengua legó en medio de mis pechos, hasta donde mi escote se lo permitió, su mano se posó en mi rodilla y se me escurrió hacia abajo por el interior del muslo, aprisioné su mano entre mis muslos, temblando de excitación, con la otra mano bajó el delgado tirante de mi blousa hasta que me llegó al codo, dejando expuesto mi seno luego sus labios se posaron sobre el pezón, y comenzó a chuparlo de la manera mas deliciosa que me le han hecho jamás, tal ves fue por el estarme aguantando, pero sentí como si me fuera a desmayar, habrí las piernas cediendo ante sus deliciosas caricias, su mano liberada continuó con su antes interrumpido camino y llegó hasta mis nalgas, sus dedos se metieron en medio de ellas llegando hasta mi ano, lo que me desarmó por completo. El reloj Marcaba las 6:18pm, era muy temprano pero «¡Qué diablos, al mal paso darle prisa!» pensé.

Cedí ante sus embates por recostarme boca arriba en el sofá y sus manos recorrieron libremente mis caderas, mis nalgas, en medio de ellas, mi ano, mis piernas. Su lengua recorrió mis pechos con completa confianza. Mi sangre hervía, estaba completamente abandonada a sus caricias. Mi tanga se deslizó por mis piernas a lo cual accedí ansiosa. Luego me incorporé ayudándole a desabotonarse la camisa, la abrí y su enorme y velludo pecho se reveló ante mi. Rodeé su cintura con mis brazos y comencé a besar su torso desnudo y agitado. Los músculos de su espalda crepitaban en mis manos, tensos, trémulos.

La hebilla de su cinto se liberó entre mis manos, igual los botones y la cremallera de su pantalón; bajo de ellos sus calzoncillos ajustados, aún mas por el enorme y erecto miembro que los estiraba como el mástil de una carpa. Lo acaricié por encima de la tela, incrédula de que al fin aquel semental me aceptaba, me tomaría, sería suya. El se estremeció, bajó del sofá y se puso de pié frente a mí, se quitó la camisa, mientras yo lo asistía bajándole los pantalones y el ajustado bóxer. Su verga brincó fuera, como impulsada por un resorte, y se quedó rebotando en el aire, enhiesta, dura, brillante, apuntando hacia arriba, mostrando su magnificencia en mi cara; y si que era magnífica, larga, muy morena, con una cabeza gorda y redonda. Yo la tocaba con las yemas de los dedos y las palmas de las manos aún sin asimilar completamente que estaba por ser empalada por aquel magnífico ejemplar de verga.

Acerqué mi rostro y besé la punta, luego fui bajando, recorriéndola toda con mis labios, besándola ligeramente, el temblaba, con una mano la hacía agitarse frente a mi, mientras mi lengua salía ligeramente entre mis labios, humedeciendo su verga poco a poco, centímetro a centímetro, provocándole placer a cuenta gotas, haciéndole disfrutar de la ansiosa espera del momento en que la introduciría en mi boca. Luego la tome con una mano, apuntándola justo frente a mi; abrí la boca avancé hasta que sentí que el glande topar en mi paladar, lo sentí temblar; luego deje que la punta se deslizara hasta justo el acceso a mi garganta. Luego cerré la boca, aprisionando todo aquel trozo de rígida carne - ¡ahhhh! Catherine... – exclamó extasiado.

Un buen trozo de su verga estaba en mi boca, hasta donde podía abarcar, y aún así todavía faltaba casi la mitad fuera, «es enorme» pensé, mis manos cubrieron la parte no podía contener, la apreté y comencé a chupar, a mamar, a saborear, a pasarme aquel delicioso pene por todas las partes de mi boca, Gregory se estremecía, yo verdaderamente estaba chupando aquel caliente palo, succionaba y tragaba saliva, percibí un ligero sabor a semen, y eso me fascinaba «¡mchuic, mchuic, slurp, gulp!» los sonidos guturales y apagados propios de una buena mamada, se escuchaban desde dentro de mi boca. El roce de su verga en mis mejillas hacía que se me hincharan delatando el grosor que las llenaba. Comencé a mover mi lengua hacia atrás y adelante, rozando la parte de debajo de su verga, haciéndolo estremecer de placer.

Él estaba gimiendo y clamando mi nombre - ¡ahhh Cathy mhhh si así bebe! –. Me di cuenta que estaba muy cerca de eyacular, así que me detuve por unos momentos ya que todavía faltaba mucho para dejarlo hacer eso. Pero el me cogió de la nuca, y sin decirme nada me volvió a meter la verga hasta casi la coronilla, sujetándome del cabello impidiendo separarme de él, trataba de empujarlo, sentía el glande casi en la garganta y me provocaba arcadas de asco. Se comenzó a mover hacia atrás y adelante como si me estuviera cogiendo por la cara, yo sentía casi ahogarme y seguía haciendo bascas, la saliva se derramaba por las comisuras de mis labios, y mi cabeza se movía hacia atrás y a delante a su voluntad, no pude soportar mas la sensación de su verga casi metiéndoseme en la garganta y como pude me zafé.

Aunque prácticamente eso había sido un abuso, lo disfruté, me gustó ser tratada como puta, y mas por aquel hermoso semental. Trate de ponerme de pié, pero el me empujó hasta recostarme boca arriba en el sillón, luego se arrodilló en el suelo, se metió entre mis piernas, me agarró las corvas y me levanto las piernas hasta dejar mi nalgas apuntando hacia arriba, y mi ano completamente a descubierto, luego su tibio aliento recorrió mis nalgas, sus labios se posaron sobre ellas suavemente, y comenzaron a recorrerlas, rozándolas solamente, cosquilleando, haciendo que mi piel se erizara, después su boca se abrió y empezó a lamerlas a chuparlas, sentía el fresco aire rozando las partes que iba humedeciendo, y al mismo tiempo su cálida boca provocándome espasmos de placer con sus sensuales caricias.

Luego se fue orientando mas al centro cada vez, cada lamida mas cerca, luego solo su lengua rozaba mis nalgas, puso la punta justo en el inicio de la hendidura de mis nalgas y lentamente y moviéndola juguetonamente se fue acercando a mi entrada, hasta que toda su boca se poso sobre mi ano, empatándose con el - ¡ahhhhhh!, ¡mmmmhhh! – no puede aguantarme y gemí como una puta, retorciéndome en el sillón como una gata en celo, arqueando la espalda en un rictus de placer incontenible. Sentía la áspera textura de su lengua labrándome el ano, sus calientes labios rodeándomelo, su saliva escurriéndome y encharcándome. Sentía caliente el abdomen, las típicas mariposas en el estómago ahora me revoloteaban alborotadas mientras la lengua y los labios de mi amante se batían en mi ano; un dedo asistió la maniobra, primero tanteando la abertura, luego empujo hasta que se me metió, luego otro dedo lo acompañó, luego otro, tres dedos entraban en mi culito, abriéndolo, separándolo, preparando mi esfínter para lo que venía. Una ansiedad asfixiante me ahogaba, ya quería que lo hiciera, ya quería que me cogiera, me tenía, era suya, me podía hacer lo que quisiera y yo lo aceptaría jubilosa – ya llévame a la cama mi amor, por favor llévame ya – dije en un suspiro.

Me cargó en vilo y nos fuimos a mi recámara tropezando con su ropa que estaba desparramada en el suelo, me posó en la cama mientras trataba de zafarse los pantalones y los calzoncillos que se le habían enroscado en los tobillos, yo aproveché para quitarme la blousa y el sostén, estaba por desabrocharme la minifalda, cuando se el se puso de pié y se abalanzó sobre mi, abrazándome apasionadamente, pasó los brazos por mi espalda y me atrajo contra su cuerpo, ahora completamente desnudo, ancho, velludo, macizo. Sus manos bajaron hasta los confines de mi falda, luego subieron por su interior hasta agarrar mis nalgas, magullándolas, apretujándolas, aferrándose a ellas. Luego me levantó, mis pies se elevaron del suelo intempestivamente y mis piernas se abrieron instintivamente y rodearon su cintura, mis brazos pasaron sobre sus hombros, rodeando su espalda, sosteniéndome de él en el aire, su pene se escurrió entre mis mojadas nalgas, hasta mi culo, en el cual buscó refugio; después de un poco de forcejeo contra el, decidí ayudarlo, sosteniendo con mi mano su verga dirigiéndola directamente a mi ano, luego me dejó bajar poco a poco, al mismo tiempo que me iba ensartando en su duro y caliente palo; mi ano se abrió, primero sentí la suave carnosidad de su glande, empujando hacia dentro de mi, topando con mi mentecato culo que se negaba a aceptar aquel cuerpo extraño, sin saber que el dolor que al principio sufriría, sería ínfimo comparado con el tremendo placer que nos provocaría un poco después; luego cedió, casi lo pude escuchar separándose, abriéndose casi a la fuerza, dejando entrar el enhiesto y ardiente falo, sentí las aristas de su glande cincelando mi culo, cosquilleando mi recto, mientras resbalaba al entrar, eso era placentero, lo malo estaba por venir.

El palo que me ensartaba se iba ensanchando a cada centímetro que entraba, aumentando casi en la misma proporción el dolor que me provocaba aquello, me aferré a su espalda mientras sentía que me apuñalaban por la cola, hundí mi cara en su pecho en un lastimero quejido - ¡ahhh!, ¡ahhh!, ¡agghhh!, ¡hay papi!, hay papito, hay papito – me quejaba, me mordí los labios tratando de aguantar la cogida, pero el dolor no me daba tregua – quedito papi, métemela despacito – suplicaba dolorida; pero él tenía otros planes, comenzó a agitarse de arriba abajo, haciendo que mi propio peso ensartara mi cuerpo en su pétreo mástil - ¡ahhh!, ¡aaghhh! Espera papi, poquito a poquito, ¡noooo!, esperate... ¡agghhh! – sin consideraciones hizo un último movimiento contundente sentí la punta de su verga muy profundo, y mi ano se abrió casi al límite, la piel de mi esfínter estaba estirada de mas, casi podía sentir que me iba a romper - ¡aaahhhh! ¡aaaauuhhhh! – aullé de dolor – ¿te lastime preciosa? – preguntó algo preocupado – si lo hiciste, pero no te detengas – ya era demasiado tarde para consideraciones, estaba completamente atravesada por su barra irrompible así que solamente me quedaba aguantar.

Comenzó a moverse, hacia arriba y hacia abajo, provocando que mi cuerpo también lo hiciera, nuestros sexos comenzaron a tallarse, y sentía como me la metía, no teníamos mucho rango de movimiento, y debió ser algo cansado para él tenerme cargada, así que me recargó en la pared; yo estaba adherida a su cuerpo como una enredadera, rodeándolo con mis brazos y mis piernas, el seguía sosteniéndome de las nalgas. De nuevo comenzó a moverse, esta ves, al estar yo apoyada contra la pared de daba el apoyo suficiente como para poder penetrarme mas profundo y moverse con mas libertad, el dolor poco a poco disminuía, y yo comenzaba a sentirme plenamente, a disfrutar de la cogida que me estaba dando. Levanté la vista y justo frente a mi estaba el espejo, en el se reflejaba su espalda, ancha y morena, y aferradas a ella mis blancos y delgados brazos, mis largas uñas carmesí casi se encajaban en sus omóplatos, y mis blancas y suaves piernas parecían nacer en su cintura, una de cada lado, las cuales se contoneaban en el aire; mi tanga colgaba de mi tobillo derecho, y en el mismo lado mi zapatilla se había zafado y tendía apenas de mis delgados y blancos pies. Las caderas de mi penetrador se mecían atrás y adelante, sus glúteos se apretaban con cada cogida, estos ocultaban lo que pasaba detrás, que era mi culito siendo ensartado por semejante vergón.

Cuando se hubo acomodado, comenzó a besarme el cuello, yo incline mi cabeza hacia atrás, agitando mi rubia cabellera, y dejando al descubierto mi cuello y mis pechos, sus labios recorrían mi garganta y bajo mis oídos, mientras que por debajo, su verga seguía taladrándome deliciosamente. Siguió la trayectoria que yo le había marcado y bajó por en medio de mis pechos, dibujando en mi un húmedo camino, luego comenzó a lamérmelas, ansiosamente, fue dirigiendo las lamidas hacia la punta de uno de ellos, donde lo esperaba un erecto pezón, el cual rodeo con sus labios y comenzó a mamar, como si fuera un bebe, succionaba de él de una manera deliciosa, yo ya estaba en los cuernos de la luna, me sentía muy excitada, y aquella cogida me estaba fascinando, sus movimientos se estaban haciendo mas rápidos y fuertes, y su respiración se estaba agitando, comenzó a gemir y me di cuenta que estaba por eyacular, así que lo detuve de nuevo, todavía faltaba mucho para la hora que yo planeaba y no podía dejarlo terminar.

¿qué pasa?

Me estas lastimando un poco en esa forma, mejor ven a la cama – mentí –

Me arrodillé sobre la cama dándole la espalda, mi minifalda se había levantado hasta la cintura, dejando al descubierto hasta la mitad de mis nalgas, luego me incliné a cuatro patas, dejándole ver mi redondo y suave trasero empinado, invitándolo; luego cuando se acercó, gateé un par de pasos adelante haciendo que me siguiera a lo largo de la cama, cuando me alcanzó se arrodilló tras de mi, y me abrazó por detrás de la cintura, jalándome hacia el, restregándome su verga entre las nalgas, luego levante mi torso pegando mi suave y blanca espalda a su velludo pecho, me abrazó y comenzó a manipular mis tetas, magullándolas, pellizcando ligeramente los pezones, luego me obligó a abrir las piernas y sentí su pene metiéndose por debajo, rozando la hendidura de mis nalgas, buscando mi culito; yo me retorcía dándole la espalda, entre sus brazos, mientras con su tieso palo seguía buscando mi entrada, decidí facilitarlo, así que arqueé la espalda parando las nalgas, dejando mi culito en la mejor posición para ser empalado. De nuevo sentí la suave carnosidad de su glande presionando contra mi ano, y esta ves la resistencia fue efímera, su verga resbaló dentro de mi casi hasta topar mis nalgas en su cadera - ¡aaaaahhhhh! Papito, cógeme papito – dije extasiada, un par de empujones mas, y de nuevo sentí cosquillear su vello púbico en mis nalgas, estaba completamente ensartada, sus brazos rodearon mi cuerpo y sus caderas se separaron de mis nalgas, luego se unieron otra vez, enviando por delante su dura verga que se me metía en el culo, repitió varias veces la misma operación lentamente, luego sus movimientos se volvieron mas rápidos y cadenciosos, nos movíamos al compás de una sensual y erótica danza, nuestros cuerpos contoneándose juntos unidos por nuestros sexos, siguiendo el ritmo de nuestros gemidos apagados, quejidos, suspiros que revelaban el placer que estábamos compartiendo - ¡ahhh! ¡Mmmhhh! Mi amor, bebe, papito cógeme, si mi chiquita, eres mi putita, ¡cógeme papi! Cógeme – nos repetíamos yo lo dejaba cogerme como una puta y él me hacía sentir como una mujer plena. Sus manos ávidas recorrían mi abdomen y mis pechos, sobándolos, dibujando sus contornos, regodeándose en mi voluptuosidad, y en mi cuello sus labios y su lengua se alimentaban de mi feminidad, mis oídos eran su presa favorita, levantando mi cabello alcanzaba hasta mi nuca, yo tratando de acariciar su cabellera, alentándolo a seguir devorando mi piel, mientras nos movíamos en un vaivén carnal que hacía que nuestros sexos se friccionaran provocándonos el placer sexual que con el que celebrábamos nuestra pasión.

De pronto y sin yo esperarlo una oleada caliente recorrió mi cuerpo, todos mis sentidos se desconectaron de lo demás y se concentraron únicamente en las sensaciones que me provocaba la verga que entraba y salía de mi culo, que me tallaba por dentro, resbalando por las mojadas paredes de mi recto. Despegué mi espalda de su pecho, e instintivamente me aferré a la cabecera de la cama, arqueé la espalda, levantando las nalgas, dejando que su palo me entrara hasta el fondo, hasta que chocara su pubis con mis nalgas, luego comencé a retorcerme, presa de una ansiedad desbordante, no pude aguantar mas - ¡aaaahhhhh! ¡aaaahhhggggg!, mi amor papito cógeme – grité mientras mis nalgas chocaban vigorosamente contra su pubis provocando un sonoro palmeteo. Seguía gritando, mis entrañas ardían, y el placer inundaba cada rincón de mi cuerpo, no podía controlarme, mis manos seguían aferradas a la cabecera de la cama, como anclas que evitaban que mi cuerpo saliera volando, despedido por el torbellino de sensaciones que ocasionaba la colosal cogida que me daba mi macho. Mi cuerpo seguía retorciéndose con cada metida, cada vez que la sentía resbalando hacia fuera y cada vez que la sentía encajándose de nuevo en mi ser, muy hondo, hasta que sus caderas chocaban con mi trasero, temblores y espasmos de delicioso placer orgásmico atacaban mi cuerpo en todas sus regiones.

No pude mas y dejé caer mi cuerpo sobre la cama boca abajo, solamente el pecho, porque mi culo seguía parado, brindado al macho que me metía la verga, quien todavía seguía moviéndose dentro de mi; yo estaba exhausta desparramada en las sábanas, mi cabello hecho una maraña sobre mi cara, mi respiración agitada y el corazón me palpitaba vigorosamente; en mi abdomen sentía el caliente semen que yo misma había derramado; estaba feliz, aquel macho me acababa de dar un exquisito orgasmo, y aunque ese no era el plan original, esa pequeña variación me había encantado.

Mi amante se detuvo unos momentos, recostándose sobre mi espalda, se quedó quieto unos momentos, sin sacarme la verga, seguíamos unidos por nuestros sexos – papito, que cogida me diste – le dije sensualmente – y lo que falta – contestó. Luego lentamente fue sacándome la verga, la sentí desempotrarse de mi ano, dura pero a la vez de textura suave y húmeda. Mi hombre se separó de mi y bajó de la cama, me agarro los tobillos y sin preguntarme nada, me arrastró hasta la orilla, bruscamente me dio la vuelta hasta dejarme boca arriba, me trataba con una cosa, como una puta obligada a darle placer, y eso me encantaba. Levantó mis piernas hasta pasarlas frente a él, luego las empujó hasta ponerlas sobre la cama a los lados de mi cabeza, haciendo que mi cola quedara completamente levantada, y mi ano abierto justo apuntando hacia arriba, quedando completamente a su merced – ya te di placer mi putita, ahora sigo yo – y sin decir mas puso su verga en mi ano, sin usar sus manos, con las cuales sostenía mis piernas dobladas, luego empujó despacio pero decididamente, mi culo se volvió a abrir abrazando su verga, rodeándola y dejándola entrar en mi cuerpo, me dolió un poco, pero en cuanto terminó de metérmela, el dolor amainó hasta desaparecer. El estaba inclinado sobre mi, yo tenía las piernas muy abiertas y levantadas hasta la cabeza. Luego se comenzó a mover, dejándose caer sobre mi cola, haciendo que su verga se me metiera hasta el tope, de nuevo nuestros sexos comenzaron a chasquear, primero despacio, luego comenzó a imprimir velocidad a sus movimientos, hasta que mi cuerpo se agitaba prácticamente rebotando en el colchón, la cama comenzó a rechinar y mis nalgas palmeteaban en sus caderas mas sonoras que antes, sus metidas eran mas fuertes y rápidas, y la manera en la que me empujaba con su pubis hacía que tuviera que aferrarme de las sabanas para no resbalar en la cama y alejarme de la orilla - ¡ahh!, ¡ahh! , ¡ahh! , ¡ahh! – comencé a gemir repetidamente, me estaba cogiendo fuerte, y me dolía un poco pero era una cogida frenética que me estaba excitando de nuevo.

Por debajo de él alcancé a ver el espejo, de nuevo la imagen era fascinante. Ahora mis nalgas era lo único que sobresalía bajo sus caderas, blancas y suaves, cimbrándose al ritmo de la fuerte y enérgica cogida que recibían, encima de mi cola sus testículos rebotando, y su gruesa y oscura verga aparecía y desaparecía bajo mi hendidura, ver su palo entrar y salir de mi culo y al mismo tiempo sentirlo, era muy excitante, de nuevo mi abdomen empezó a calentarse, al mismo tiempo que el levantaba la cabeza y comenzó a gemir con mas ahínco, comenzó a moverse mas cadenciosamente, igual de rápido y enérgico, pero mas raspadito, me tallaba de una forma diferente, y yo igual, de nuevo comencé a sentir que toda mi atención se desviaba a mi culo, mis piernas se tensaron, cerré los ojos, otra ves la terrible y a la ves deliciosa ansiedad de sentir mi cuerpo casi explotar, sin querer clavé las uñas en mi macho, cuando otro delicioso e intenso orgasmo golpeó mi ser con toda su fuerza - ¡aaaaahhhh! Papito si, otra ves papi, si ahhhh ahhhggg ahhhh ahhh métemela papito – grité de nuevo el también estaba a punto de venirse, su cara se deformó con una sonrisa descompuesta, sus ojos cerrados fuertemente y un grito que se ahogó en su garganta, sus movimientos se tornaron especialmente rápidos y fuertes, hasta el punto de que cabello se agitaba en el aire; mi culo estaba estirado casi al límite, ya que pude hasta sentir como la parte baja de su verga se hinchaba, para después verter todo aquel delicioso calor dentro de mi. Sentía mi culo inundado mientras su duro palo seguía bombeando dentro de mi, algo de su caliente leche se derramo por los lados, y escurrió por mis nalgas.

Mi macho se detuvo por fin, liberó de entre sus brazos mis piernas, y por fin pude bajarlas un poco, se recostó sobre mi, resoplando y también yo estaba agitada, un orgasmo doble era algo que pocas veces me había pasado. Nuestros cuerpos sudorosos, empalmados en el borde de la cama, desaliñados, todavía su verga estaba dentro de mi, yo lo rodeaba con mis brazos y mis piernas, mientras nuestros agitados cuerpos se reestablecían, luego poco a poco sentí como me sacaba el pene, se puso de pié y saló de mi recámara sin decir nada, yo me acomodé en mi desarreglada cama, la parte final de la cogida que me había puesto había sido muy agresiva, y me había dejado algo adolorida, por encima de mi hombro me fije en el espejo, levanté la pierna y pude ver mi pobre ano, hinchado y muy rojo, me dio algo de gracia verlo de esa manera, pero la verdad estaba mas que satisfecha, Gregory me había cogido como un toro y mi colorado ano lo probaba. Apenas eran las 6:50pm demasiado temprano, había echado a perder todo.

Me quedé un rato meditando en la cama, acerca de lo que acababa de pasar, Gregory a pesar de todo, seguía siendo el novio de Susan, y no creo que a ella le gustaría mucho saber que habíamos tenido un delicioso e intenso sexo. Me levanté y arreglé mi falda, que estaba fruncida alrededor de mi cintura, me acomodé las zapatillas me puse la blousa y salí con él a la sala; él pensativo y a medio vestir, sentado en el mismo sillón donde había comenzado todo.

Yo quiero mucho a Susan.

Yo también – contesté –

Pero tu me gustas mucho Cathy, y esto lo deseaba de hacía mucho tiempo.

Yo también.

Me miró fijamente, y acercó su cara, nuestros labios se volvieron a unir en un apasionado beso, otra vez me abrazó de la cintura y me jaló hacia el, sus manos buscaron mis nalgas ávidamente, las agarró con las dos manos y las apretujó. Yo la verdad me desconcerté por su actitud, no habían pasado ni 20 minutos desde que habíamos tenido sexo en mi recamara y el ya estaba buscando un manoseo de tono sexual. Sin que yo lo esperara me cargó y me montó a horcajadas en su regazo, sentí su dura verga encajárseme entre las nalgas, sus manos se metieron bajo mi falda y uno de sus dedos se introdujo en mi ano, no me molestó, pero la verdad estaba algo irritada y no estaba preparada para volver a la acción tan rápido, Susan me había contado ya que Gregory al parecer era muy activo en el sexo, y que a veces no podía seguirle el paso por su forma tan continua y agresiva de coger; y ahora lo estaba comprobando. Con una mano apuntó su verga hacia arriba y empezó a buscar otra vez mi ano, yo me senté sobre el, dejé caer mi peso y lentamente su verga se me fue ensartando, ahora yo estaba arriba, así que podía controlar los movimientos. Comencé por subir y bajar poco a poco, dejando que su verga se me metiera despacio, el besaba mi cuello y con las manos magullaba mis pechos, luego me quitó la blousa, todavía no acababa de sacarla de mis brazos cuando ya estaba besando mis pezones como un desesperado.

Yo seguí dejándome caer sobre su verga poco a poco, hasta que estaba de nuevo la tenía ensartada hasta el tope. Comencé a moverme lentamente sobre el, retorciéndome de excitación sobre su regazo. Pero el tenía otros planes. Con las dos manos me agarró las nalgas, y el comenzó a moverse bajo mi culo, no se como lo hacía, pero yo empecé a rebotar sobre el, su verga se me encajaba fuertemente - ¡ahhh!, ¡ahhhh!, aggghhhh, quedito por favor, despacito papito me duele – pero eso en ves de hacerlo detenerse parecía alentarlo a seguir cogiéndome muy fuerte, mis nalgas rebotaban sobre sus muslos palmeando fuertemente, yo ya había empezado a suplicar, pero el no parecía aminorar sus movimientos, quise soltarme de su agarre, pero el hizo fuerza y para mi fue imposible zafarme, recargué mi cabeza sobre su pecho y me resigné a recibir tal cogida, las lagrimas habían empezado a correr por mis mejillas, y el culo me estaba ardiendo. Mi culo seguía rebotando, su verga seguía entrando y saliendo de mi de forma por demás enérgica – ¡ahh! ¡ahh! ¡ahh! ¡ahh! ¡ahh! – mas que gemidos estaba lloriqueando de dolor, aunque en parte lo estaba disfrutando.

La chapa de la puerta principal hizo un chasquido conocido y los dos volteamos aterrados, en el umbral estaba la figura a contra luz de Susan viéndonos, Gregory acostado boca arriba con los boxers en los tobillos, y yo con la falda levantada hasta la cintura, y lo peor es que nos vió justo de espaldas, yo montada con las piernas abiertas y recostada sobre el, así que en primer cuadro debió observar su verga entrando y saliendo de mi culo.

¡Greg! ¡no! – gritó Susan.

Espera mi amor.

Gregory bruscamente me sacó la verga, y me aventó a un lado, trató de detenerla, pero Susan pasó casi corriendo y entró a su recamara llorando. Yo me quede abierta de piernas en el sillón.

Mi amor Susan, abre la puerta – decía Gregory golpeando la puerta con los puños –

¡Lárgate! No te quiero volver a ver idiota.

Perdóname mi amor – suplicaba Gregory –

Susan abre por favor – me uní a su súplica tras de la puerta –

Tu lárgate también maldito maricón, después de tantos años de amistad y te coges con mi novio en mi propia casa – gritaba desde dentro de su recamara –

No es así lo que piensas – trató de explicar Gregory –

¿Entonces como?, ¿Cómo me vas a explicar lo que ví? ¡Lárguense ya par de maricas!

Yo me retiré a mi recámara, tenía que vestirme bien y no andar por el departamento semidesnuda. Gregory siguió golpeando la puerta de Susan, suplicándole perdon, y pidiéndole salir de la recamara. Mejor me quite la ropa húmeda de sudor e impregnada de olor a sexo. Me puse mas comoda, un vestido muy corto de franela y sin ropa interior, aún en la facha de la casa, me gustaba verme sexy. Gregory seguía aferrado a la puerta de la recamara.

Es mejor que te vayas por ahora Greg, hoy no arreglarás nada con Susan – le aconsejé –

No se que hacer, pero tienes razón creo que lo mejor es que me marche y la busque mañana.

Se medio vistió ahí mismo en la sala. Y con los zapatos puestos sin calcetines y la camisa desfajada salió acongojado de la casa.

Yo me dirigí a nuestra pequeña cantina, y preparé martini seco. Serví dos copas y las puse sobre la barra, toque la puerta de Susan y salió vestida únicamente en su diminuta bata de seda, recién se acababa de duchar.

Se suponía que solo lo ibas a besar – me reclamó Susan –

Lo se, pero una cosa llevó a la otra y no nos pudimos aguantar, además que mejor pretexto para terminar con él que atraparnos en pleno acto sexual, ¿eso era lo que querías, no?, un buen pretexto para mandarlo a volar.

Lo sé, pero con un beso hubiera bastado no tenías que acostarte con él.

Bueno, lo hecho, hecho está, además por un beso lo hubieras terminado perdonando, y de esta manera no hay marcha atrás.

Esta bien – dijo después de meditarlo un poco, luego tomó la copa y brindó – Por los estúpidos hombres.

Por ellos – contesté –

Susan estaba un poco molesta conmigo por haberme pasado de la raya, nuestro plan era que nos atraparía besándonos y así ella podría terminar con él, con un inmejorable pretexto que era el de haberse besado con su compañera de cuarto transexual. Ya no quise aclararle que lo del sillón no era el comienzo del acostón, sino que era la segunda sesión de un sexo salvaje y desenfrenado, que sin duda extrañaríamos las dos.

¿Y al menos lo disfrutaste?

La verdad si – contesté –

¿Que sentías? – preguntó picaronamente –

Delicioso, es un amante muy impetuoso...

Y seguí describiéndole con lujo de detalles la cogida que me estaba poniendo; mientras nuestros femeninos cuerpos se iban acercando poco a poco, hasta unirse – su verga se me metió en la colita, y me cogía muy fuerte – le relataba con sensual voz, mientras nuestros labios se unían en un apasionado beso; mis manos se metieron por un lado de su bata de seda y palparon su redondo, blanco y suave pecho... pero en fin, esa es otra historia.