El Novio de mi Hijo III

Me estaba excitando más que se comportara como una puta. Decirle al hijo que lo extrañaba y quería que lo cogiera, mientras masturbaba al padre para que se lo follara después… [Gays - Amor Filial - Infidelidad]

La tercera parte, de nuevo desde la perspectiva de Don Gerardo. El penúltimo relato de esta serie. Espero les guste.

El Novio de mi hijo III

Su boquita besaba mi polla, mientras sus manos la recorrían con suavidad, provocando que mi erección aumentara a cada momento. Mis manos estaban sobre su cabello, acariciándolo un poco. Afortunadamente, no teníamos prisa esta vez. Después de aparecerme en su departamento dos días más para cogerlo e irme a comer con mi esposa, al fin había encontrado la oportunidad para tomarme mi tiempo y disfrutar de ese hermoso culito que tanto me ofrecía Teo.

Había llegado ese día un poco más temprano y, aprovechando que mi esposa había salido de la ciudad y no volvería hasta el día siguiente, decidí que esta noche me quedaría en el departamento de mi hijo y Teo.

El muchacho me había recibido con ropa diminuta y pegadita, listo para provocarme una erección en cuanto abriera la puerta.

Sus labios habían atrapado los míos en cuanto la puerta se hubo cerrado, y mis manos fueron directamente a sus nalgas.

-Hoy no tenemos prisa, así que nos vamos a divertir.-le dije al oído. Pude notar lo contento que aquello le puso.

Me desvestí y me fui al sillón. Él hizo lo mismo, pero se hincó entre mis piernas. Ahora comenzaba a lamer mi pene, cada vez con más ganas.

-Me encanta tu boquita… Te gusta mi verga, ¿verdad?

-Sí, papi. Me encanta tu deliciosa verga. Me gusta tu leche y lo dura que se pone…-contestó, con una sonrisa pícara, siguiendo con su labor.

Pero qué suerte tenía mi hijo. Por eso siempre andaba tan contento. Cómo no estarlo con tremendas mamadas que Teo se aventaba, y ese culito de ensueño con el que más de uno fantaseaba.

-Pues papi va a darte mucha de su lechita hoy. Te voy a dejar llenito de ella. Tanto que no vas a oler a otra cosa que no sea a mí. –su boquita se abrió para meter mi glande en ella, mientras su lengua seguía lamiendo. Sentía la polla cada vez más dura, mientras la metía poco a poco en su boquita. –Así, así, Teo, qué bien la mamas…- sus manos apretaban mis huevos, dándome más placer.

Fue entonces que el teléfono sonó.

-No contestes…

Pero su mano ya estaba sobre el teléfono.

-Es Rodolfo…-me miró, antes de contestar. Su mano seguía sobre mi polla, pero sus movimientos eran más lentos. –Hola, amor, ¿cómo estás?-preguntó.

Me recargué en el sillón, pensando en lo inoportuno que era mi hijo. La mano de Teo soltó mi erección y me quedé más que inconforme.

-Sí, también ha sido difícil para mí estar lejos de ti…-escuché que decía. -¿Ah sí?-preguntó, juguetón –Yo también te extraño, amor… -su mano fue de nuevo a mi polla, masturbándome sin dejar de hablar con mi hijo.- Sí, no sabes las ganas que tengo de sentirte dentro… -me miró, dando ese comentario a los dos. Me estaba excitando más que se comportara como una puta. Decirle al hijo que lo extrañaba y quería que lo cogiera, mientras masturbaba al padre para que se lo follara después…

Seguí escuchando cómo hablaba con Rodolfo, y cuando mi hijo le decía algo, su boquita se ocupaba de lamer mi polla. Me estaba encendiendo ese jueguito. Pero quería más. Estaba al tope y si seguía negándome una buena mamada, no iba a aguantar.

Me levanté, lo que lo dejó sorprendido. Soltó mi verga y siguió hablando, pero su mirada iba a mí, sin comprender por qué había hecho eso. Me alejé un poco de él, dejándolo sentado en el suelo, desnudo y decepcionado. Probablemente pensaba que me había molestado de que hablara con mi hijo mientras me masturbaba. Pero yo tenía otros planes.

Vi cómo se recargaba en el sillón, dejando su culito expuesto. Quería provocarme, pero eso solo ayudaba más a mi plan.

Me acerqué a él y comencé a sobar sus nalgas, notando que su voz se volvía más aguda cuando más fuerte se las agarraba. Me puse a jugar con ellas, separándolas, sobándolas, apretándolas, disfrutando de ellas y de cómo intentaba esconder esa excitación de su voz para que mi hijo no se diera cuenta de lo que pasaba.

Sentía la polla dura y caliente, con ganas de estar dentro de ese culito.

Separé sus nalgas y llevé mi boca a su huequito. Pasé mi lengua por él, lentamente, notando cómo soltaba un suspiro de excitación que pronto tuvo que cubrir con alguna excusa. Volví a llevar mi lengua a su ano, lamiendo copiosamente de él, metiéndola y sacándola, sintiendo cómo se contraía cuando la tenía dentro. Ese culito pedía ser follado, y no iba a fallarle.

Continué lamiendo, mientras él movía sus caderas para sentir mi lengua más adentro de él. Llevé tres dedos a su boquita, que lamió con ímpetu, sabiendo lo que le esperaba. Quería que me lo cogiera mientras Rodolfo seguía al teléfono. ¡Tremenda puta me había salido Teo! Pero me ponía tan cachondo que no podía pensar en qué pasaría si mi hijo se enteraba. Solo quería penetrar a Teo con toda mi fuerza, que quedara llenito de mi leche.

Metí uno de mis dedos con rapidez, haciendo que casi soltara un grito. No me esperé mucho antes de meter el siguiente. Para cuando el tercero entró, Teo tenía un cojín en su boca, y el teléfono en su oreja.

Comencé el mete y saca con mis dedos, deteniéndolo de la cintura para que no moviera su culito. Quería que me rogara que lo cogiera. Lo estaba dejando con las ganas como él había hecho un rato atrás.

Saqué mis dedos y los metí de nuevo, pero esta vez se quedaron en su entrada, sin llegar todo lo lejos que podían. Intentó mover sus caderas hacia atrás, pero lo detuve. Contrajo su ano alrededor de mis dedos, muriendo por sentir más.

Tapó el teléfono y volteó a verme, el deseo plasmado en su rostro.

-Por favor, papi…penétrame ya-me urgió.- No aguanto más, por favor… Métemela toda, hazme tuyo ahora mismo…

Saqué mis dedos, notando la desesperación en su rostro cuando me acerqué a él y lo besé. Fue un beso largo y caliente, mientras el sonido de la voz de mi hijo, apenas audible por nuestro beso y la mano que lo cubría para que no escuchara cómo su novio estaba a punto de ser follado, nos llegaba apenas, excitándonos más.

Levanté el culito de Teo y me puse detrás de él, mientras le contestaba a Rodolfo. Sin esperar ni avisarle, metí mi verga hasta el tope, viendo cómo se aferraba al cojín para no soltar un grito allí mismo.

Sobé sus nalgas, siempre tan redondas y firmes, esperando que se acostumbrara un poco a mi polla, pero estaba tan caliente que comencé a embestirlo con fuerza en cuanto noté que estaba listo. Su cuerpo chocaba contra el sillón, que se movía y crujía de repente. Mis huevos chocaban deliciosamente contra sus nalgas.

-Y…yo también te..a..amo, mi amor-consiguió decir entre jadeos que intentaba ocultar.- Aaah, ssí, es que…estoy…cargando algo pesado… Sí, sí… ¿Qué? Ah, qué…bueno… Claro…Adiós.-colgó.

-Pero qué putita eres, Teo. Pedirme que te folle cuando aún hablabas con mi hijo, ¿eh? Mira qué caliente me has puesto.-saqué mi verga casi por completo, volviendo a meterla de golpe.

-Aaaah, papi, se siente muy rico… -sus caderas volvían a moverse, a pesar de las salvajes embestidas que le estaba propinando.

Su mano se metió debajo de él, buscando su pene bien parado, pero le agarré las manos y las llevé al sillón las dos, sin soltarlo.

-No te voy a dejar que te toques-le dije al oído, sin dejar de meterle la verga tan duro que el sillón se había movido de más.

De repente, me detuve. Estaba a punto de terminar, pero quería alargar ese momento. Saqué mi verga, lo tomé de la cintura e hice que se pusiera en pie. Me lo llevé hasta el ventanal que daba a su balcón, con las cortinas abiertas. Estábamos en un piso alto, así que solo podrían vernos los de el edificio de enfrente.

Pude ver a un hombre en su sala quedarse petrificado al vernos así.

-Pon tus manos contra el cristal.-le dije al oído.

Tan excitado estaba que no puso objeción a que nos vieran. Puso sus manos sobre el vidrio y paró su culito hacia mí. Lo tomé de sus caderas y metí mi polla de nuevo, hasta el tope. Soltó un gemido que resonó en la sala. Entonces volví a embestirlo.

El hombre seguía mirándonos. Pude notar que se sacaba la verga y comenzaba a masturbarse al ver cómo me follaba a Teo.

-¡AAAAH, SÍ SÍ, ASÍ, QUÉ RICOO!-gritaba Teo. De repente apretó mi verga, y chorros de semen dieron contra el cristal, dejando su cuerpo tembloroso.

Me reí, separándome de él. Sus piernas apenas lo sostenían tras el orgasmo que había tenido, pero lo cargué, con su espalda contra el vidrio, y volví a meterme en él. Sus piernas se aferraron a mí, mientras se volvía a poner caliente y duro por cómo lo tenía.

El hombre de enfrente se había quitado los pantalones y se masturbaba con ímpetu, mirando las nalgas de Teo pegadas contra el ventanal.

Volví a embestirlo, mientras él me montaba cada vez con más ganas. Sabía que pronto iba a venirme, sobre todo al ver esa carita llena de deseo, con ese cuerpo chorreando sudor y esos pezones duritos y parados. Llevé mi lengua a su cuerpo, notando el sabor salado que me ofrecía. Chupé sus pezones, arrancándole gemidos de éxtasis. Estaba en el paraíso, dando una de las mejores folladas de mi vida.

-Aaaah, me vengoo-grité, tomando la cintura de Teo para poder meterle la verga hasta lo más profundo que pudiera. Su culito se contrajo, exprimiéndome hasta que no pude sacar más. Sentí algo caliente y húmedo golpear contra mi abdomen.

-Ah, papi…-sus manos me tomaron de la nuca, acercándome a él en un beso caliente y hambriento.

Nos separamos y tuve que ayudarlo a no caer de nuevo.

Al ver por la ventana, nuestro vecino terminaba de sacar chorros contra el suelo.

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Estaba metido en la bañera, con Teo entre mis piernas, besándome mientras me enjabonaba el pecho. Tras una magnífica sesión de sexo, un baño relajante con mi putita besándome y acariciando mi cuerpo, era lo mejor para un buen descanso. Tenía que estar listo para poder follármelo en la noche.

-¿Te gustó que nos viera aquél hombre?-le pregunté, enjabonándole las nalgas.

-Me da pena ahora, pero en ese momento solo me excitó más. Que vean cómo me follas tan salvajemente contra el cristal… Jamás había pensado que haría algo así. –se rio un poco.

-¿Mi hijo nunca te hizo hacerlo?-ahora resultaba que Rodolfo era más recatado en eso que su padre.

-No. Bueno, no así. Hemos cogido en estacionamientos, y un par de veces nos han visto, pero no se notaba tanto como ahora… -confesó.

Besé sus labios, que pronto recibieron mi lengua.

-Rodolfo regresa mañana.-me soltó. –Por la tarde.

Aquello eran malas noticias. Una vez que mi hijo regresara, aquello acabaría. Una cosa era cogerme a su novio estando él fuera de la ciudad, pero hacerlo con él cerca, era algo que ni yo mismo podía concebir.

-Entonces aprovecharemos esta noche.

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Aquella noche no dormimos.

Me vine dentro de él más veces de las que puedo recordar.

Me lo cogí en la cama, dejando las sábanas manchadas de mi semen, como si estuviera marcando el territorio que pertenecía a mi hijo, pero  Teo no le importó. Solo quería que lo penetrara de nuevo, que cambiáramos de posición y volviéramos a llegar al clímax.

Cuando ya no pude más, me dejé caer sobre él. Su hermoso cuerpo estaba cubierto de mi leche. Me abrazó y me besó, antes de que cayéramos exhaustos.

Era la última vez que podríamos coger con tanta libertad. No podíamos arriesgarnos a que mi hijo nos descubriera.

Al menos eso pensábamos en ese momento…