El novio de mi hija
La visita inesperadada del novio de su hija la lleva de una vejación a otra.
Lidia después de aparcar el coche agarró las dos enormes bolsas de papel en las que traía la compra del supermercado, en el dedo meñique la llave de la casa se bamboleaba, el bolso en bandolera le cruzaba el torso y andaba medio ladeada sujetando con la cadera la bolsa más pesada, con apuros abrió la puerta del ascensor y poco después la puerta de su piso. Al fin en casa, pensó mientras dejaba la compra. Colgó el bolso en el hall y dejó las llaves sobre una pequeña repisa.
Cansinamente se llegó al baño y abrió el agua de la ducha para que empezara a calentarse, en la habitación se quitó el jersey por la cabeza y descorrió la cremallera de la falda que dejó caer al suelo junto a los zapatos. De vuelta en el baño abrió la hebilla anterior del sostén separó las copas y antes de quitárselos echó un rápido vistazo a sus senos. Todavía aguantan pensó, los levantó delicadamente con ambas manos llevándolos a la altura en que se encontraban hacía quince años y hizo un mohín de disgusto al dejarlos caer, sus grandes areolas oscuras y sus pezones como garbanzos lucían atrevidos en el espejo, -todavía soy sexi, pensó- pasó un brazo y luego el otro por los tirantes del sostenedor y lo dobló cuidadosamente sobre el mármol del lavabo.
Antes de entrar en la ducha se quitó las bragas que se quedaron en el suelo y las acompañó con un pié hasta un rincón.
Lidia vivía con su hija, Olga, de quince años, que hoy dormiría en casa de una compañera, de hecho antes de ir al super ella misma la había acompañado a casa de su amiga y había estado unos minutos charlando con la madre de Merche.
Hacía tiempo que no veía el cuerpo de su hija que des de unos tres años atrás ya no dejaba acompañarla al baño para enjabonarle el pelo o frotarle la espalda, pero era más alta que ella y tenía un cuerpo delgado y bien formado.
Lidia se había separado de su marido unos cinco años atrás y aunque se acabó acostumbrando a no tener un hombre a su lado seguía teniendo escalofríos cuando oía un ruido desacostumbrado.
Cuando terminó la ducha se puso unas bragas cómodas que paradójicamente realzaban sus caderas al marcar una amplia franja blanca que separaba su esbelta cintura con un vientre redondo pero nada prominente de sus largos muslos, y una ligera bata con motivos chinos abrochada con un ancho cinturón que le dejaba sus delgadas piernas a la vista
Ahora tocaba preparar algo de la nevera para comérselo ante el televisor viendo aquella película que se había perdido cuando la estrenaron.
En ello estaba cuando sonó el timbre.
Llegó a la puerta de puntillas sin hacer ningún ruido que delatara su presencia y quedó sorprendida al ver, a través de la mirilla, a Marcos un muchacho de dieciséis años que salía desde hacía poco con Olga.
Respiró aliviada y abrió la puerta.
.- hola Marcos, Olga no está aquí,
.- ya lo sé respondió, por eso estoy aquí, nos hemos discutido esta tarde,
.- pues no me ha dicho nada y parecía muy tranquila cuando ha hablado con ella, pero pasa y mientras termino de comer hablamos del tema. Te apetece algo?
.- no, muchas gracias.
.- espérame en el sofá mientras termino de preparar la comida, dando media vuelta se dirige a la cocina, momento en que Marcos da un par de vueltas a la llave de la puerta y se sienta en una de las dos butacas con una ladina sonrisa y palpándose la entrepierna.
.- está mucho más buena que su hija, piensa mientras recuerda todas las veces en que Olga se ha hecho la estrecha dejándolo empalmado después de un largo toqueteo.
.- si quieres te preparo algo dice Lidia dejando la bandeja encima de la mesilla del salón, una mesa baja, alargada, con fuertes patas de hierro. Con un movimiento rápido junta los bordes de la bata que se han separado ligeramente al inclinarse, dejando por un breve instante al descubierto la parte interna de sus muslos.
.- mira que eres tonta piensa, si solo es un chaval pero al sentarse procura que esta vez la bata no se abra.
.- has visto esta película? pregunta para romper un embarazoso silencio al mismo tiempo que oye un chirrido que parece llegar del rellano.
.- has oído algo?
Marcos niega con la cabeza pero ya sabe que sus amigos Juan, Carlos y Alberto están en el recibidor.
A Lidia le parece oír otro ruido y esta vez se levanta y se dirige a la puerta para pasar el pestillo de seguridad.
Desaparece por una puerta y reaparece al instante con cara atónita y con Carlos a su espalda retorciéndole el brazo.
.- que significa esto? pregunta dolorida Lidia.
.- está más buena de lo que decías comenta Alberto mientras Carlos retorciéndole aún más el brazo le apostilla
.- tu no hables si no te preguntamos, entiendes? y da un nuevo tirón al brazo doblado.
Lidia asiente con la cabeza y una nueva mueca de dolor.
Marcos se levanta y desde un palmo le susurra
.- si te portas bien no te haremos daño y con la mano derecha le agarra la nuca bajo los negros cabellos y le acerca los labios a los suyos mordiéndole el labio inferior que sangra unas gotas al retirarse.
Lidia atónita no comprende nada, ni en aquel momento se imagina que va a ser juguete en manos ( por decirlo de alguna manera) de aquellos niñatos.
De golpe Lidia da un grito que coge a los cuatro de sorpresa pero Marcos le suelta un bofetón que la deja con los oídos zumbando, sensación de mareo, y las piernas se le aflojan y Carlos la deposita arrodillada sobre las baldosas.
.- chica mala , le dice Marcos
Levanta los ojos llenos de lágrimas y al ver la mano alzada implora:
.- no me hagáis daño por favor mientras levanta la mirada que se detiene por un momento en la turgente bragueta de Marcos y luego en la babeante sonrisa de Juan y en aquel momento entiende lo que le espera y rompe a llorar.
.- nos sirves unas cervezas le dice Marcos
.- y tráete otra para ti aconseja Alberto
.- dame el cinturón sigue Carlos
Ella torpemente empieza a desatarse el cinto pero los dedos se le atoran en el nudo y Juan cortésmente le ayuda deja el cinturón sobre la mesilla y se sienta.
Lidia entra en la cocina y de súbito arranca a correr hacia la puerta se aferra al pomo y aterrada se da cuenta de que está cerrada y que no están las llaves en la cerradura, cuando lentamente se da la vuelta cuatro pares de ojos están fijos en lo que deja entrever la bata abierta que Lidia cierra con ambas manos.
.-no tienes cervezas? es la irónica pregunta.
Lidia cabizbaja regresa a la cocina, abre la nevera y pone las cinco latas sobre una bandeja que lleva en la mano derecha mientras con la izquierda trata de mantener la bata cerrada.
Los cuatro se sientan en el sofá i mientras sorben van imaginando el cuerpo de Lidia que se mantiene de pié con una lata en la mano.
.- cuantos años tienes le pregunta Marcos
.- treinta y cinco responde con un hilo de voz
.- hace calor aquí Lidia, por qué no te pones cómoda pregunta Carlos
.- ya lo estoy responde.
.-vuelve a ser la respuesta incorrecta, enséñanos las tetas, ordena Marcos
Lidia permanece inmóvil hasta que ve acercarse a Juan con la mano alzada y en aquel momento con ambas manos separa los bordes de la bata que muestran sus senos en todo su esplendor, con las areolas anchas y oscuras y sus pequeños pezones erectos por el miedo.
Su vientre redondo con el ombligo perfecto y sus muslos largos convergiendo en el prominente pubis que intuyen depilado, son devorados por los cuatro amigos.
Lidia no puede dejar de mirar las manos de Alberto que torpemente descorre la cremallera de sus pantalones y pugnando con sus calzoncillos extrae una sonrosada verga y empieza a jugar con ella.
Lidia instintivamente vuelve a cerrar su bata pero una nueva y tajante orden la obliga a abrirla y a enseñar su cuerpo mientras Alberto sigue masturbándose.
Marcos se levanta, se arrima a su lado y mientras le acaricia un seno le susurra
.- le echas una mano a mi amigo?
Lidia vuelve a cerrar la bata se sitúa frente a Alberto, se arrodilla y acercando una mano al pene lo ase con suavidad y empieza a subirla y bajarla. Las oscilaciones cada vez más amplias y rápidas se ven recompensadas con una gelatina que le pringa la mano y se la lubrifica.
Se ha hecho a la idea que tendrá que masturbarlos a todos y piensa que cuando antes termine con ello mejor.
Con la mano libre le coge los testículos y se los amasa mientras imprime más velocidad a la mano que descapulla el glande rojizo, las caderas de Alberto empiezan a oscilar incontrolables y dos potentes chorros le salpican el cabello y la cara.
Asqueada retira la mano que refriega en los pantalones del chico y se limpia como puede la cara buscando con una desafiante mirada al siguiente.
Alberto está mirando boquiabierto su rojo pene, todavía erguido, mientras piensa que ha sido la mejor paja de su vida.
Juan y Carlos están sentados a su lado mientras Marcos detrás de Lidia asume el papel de director.
.-levántate y lávate le ordena.
Lidia, seguida por Marcos y Juan, llega delante del espejo y por un momento recuerda la escena de Cameron Díaz con el pelo pringado. Pero no puede sonreir, está pasando agua por sus manos, cara y cabello cuando oye
.- quítate la bata
Obedece y la cuelga detrás de la puerta, doblando los hombros hacia delante, intentando hacer sus pechos menos altivos, echa a andar con un empujón.
Los tres se dirigen de vuelta al salón donde el pene de Alberto descansa rendido sobre la pernera del pantalón y Carlos está jugueteando con su polla pequeña y con el glande escondido por la fimosis.
.- nos enseñas el culo?, le pide Carlos y Lidia pierde los nervios y grita:
.- marranos de mierda dejadme en paz con vuestras mariconadas ….. y calla cuando Juan, desde atrás, le pasa sus brazos por de bajo de las axilas y anuda sus manos en la nuca. Inmovilizada empieza a patalear hasta que Marcos le cruza la cara con un par te tortazos y le pega un puñetazo unos cuatro dedos encima del ombligo. Sus piernas ceden y hubiera caído al suelo de no ser por los brazos de Juan que la sostienen. Medio inconsciente ve a Marcos que se arrodilla ante ella y le baja las bragas que le saca por los pies y guarda en el bolsillo de su pantalón mientras contempla su pubis depilado.
Recobra su plena consciencia arrodillada ante las piernas de Carlos que sigue jugueteando con su pequeña polla.
Sumisa la sujeta con una mano y arranca con un movimiento salvaje que arranca muecas de dolor a Carlos.
Marcos le detiene la mano y le susurra.
.- tendrás que ser muy cariñosa con él, y añade, no ves que no descapulla?. Lidia sin entender mira a Marcos y cuando ve el mohín de sus labios comprende lo que tiene que hacer, aparta con un gesto instintivo los cabellos de su cara y abriendo su boca acerca los labios a la verga y empieza a mover su lengua, aún antes de notar la polla en su garganta siente el gusto salobre del semen y las pequeñas sacudidas de placer se lo introducen en su faringe, la mano de Marcos sobre su cabeza le impide retirarse y ante la sensación de ahogo traga los espesos jugos que siguen rezumando en su garganta.
Al fin le permiten levantar la cabeza y entre toses escupe todo aquello que no ha engullido.
Tirando de sus cabellos le obligan a ponerse de pié.
Carlos, avergonzado no la mira, la verga de Alberto empieza a dar muestras de actividad y mientras Marcos la mira apreciativamente Juan se va quitando la ropa.
Juan es alto, delgado y fibroso y nada pudoroso alardea de la erección de su enorme pene, se situa frente a Lidia que temblorosa lo agarra con la mano mientras Juan le pone las manos en su cintura, empieza a recorrer las curvas de su cuerpo, le soba los pechos y acercándose a su cara le manda abrir la boca y le empieza a palpar con su lengua todos los recovecos de su boca.
Lidia mansamente le sigue masturbando, ahora con las dos manos mientras la lengua y las manos de Juan siguen recorriendo su cuerpo.
Marcos a sus espaldas se ha quitado la ropa y Lidia nota su pene entre las nalgas mientras las manos compiten con las de Juan por cada centímetro de su cuerpo.
Uno de los dedos le separa los labios de la vulva y le explora la vagina
.-parece que le gusta comenta Juan al notarla húmeda
.-ayúdame a ponerla encima de la mesilla comenta Marcos mientras Juan la empuja y Alberto le dobla las piernas.
Entre Marcos y Alberto le sujetan los brazos con el cinturón de la bata que pasan por debajo de la mesilla y Juan le separa las piernas.
Lidia cierra los ojos y ladea la cabeza mientras Juan arrodillado frente a ella le levanta las piernas a la altura de sus hombros y le acerca el pene que poco a poco la penetra.
.-mueve el trasero le espeta y como Lidia no se mueve Alberto le retuerce los pezones y ella empieza a colaborar, nota el peso de un cuerpo sobre el tórax y al abrir los ojos ve a Alberto sentado a horcajadas que le levanta la cabeza y le acerca el pene a la boca.
Alberto le fuerza la cabeza hacia delante y la sensación de asco y nauseas la invade, cierra los ojos y trata de no recordar las pelis porno que veía con su marido y que este le obligaba a ver mientras ella lo masturbaba. Le daban asco y ahora el asco es infinito y nota como le introducen las vergas por todos los orificios de su cuerpo, mientras uno se corre en su garganta el otro eyacula en su culo, va perdiendo la noción del tiempo y las penetraciones ya no le duelen, casi pierde la consciencia que recupera con la orina caliente que le cae sobre su cara y ve las sonrisas satisfechas de los cuatro chicos mientras hacen apuestas sobre quien mea más tiempo.
Cuando por la mañana llegue Olga la encontrará desnuda sobe la mesa baja, con las bragas dentro de la boca, un charco de semen entre las piernas y un papel sobre el abdomen en el que con letras de imprenta se lee:
Olga, si no te portas bien, lo repetiremos con las dos.