El novio de mi amiga (4)
Parte cuatro de "Memorias de una viciosa"
-Ana, ¿estás segura?
-Totalmente, Candy. Lo que me ofreces es irrechazable.
En aquella casa se respiraba sexo por todos los poros; lo noté nada más pasar el umbral. Lo que no me imaginaba e lo que me iba a proponer Candy. Por supuesto, acepté a la primera.
-He colocado la cámara de tal manera que él no la vea, suerte, cariño - Dijo Candy, dandome un tierno beso, para, a continuación, salir por la puerta.
El plan estaba claro. Jesús, su novio, el cuál ella tenía dudas sobre si le estaba engañando, vendría de un momento a otro. Mi misión consistía en calentarlo al máximo, y donde llegáramos... Pero, el plan, parecía que se torcería cuándo él llegó, borracho como una cuba.
-¿Qué coño haces aquí? - Escupió, enfadado - ¿Dónde está Candy?
-Ha tenido que salir un momento - Me levanté del sofá, y le miré fijamente - Jesús, estás borracho.
-Pues claro que lo estoy... Hay que beber para olvidar.
-¿A qué te refieres?
-Candy ya no me toca... Creo que le causo rechazo.
"Seguramente sea por tu peste a alcohol", pensé.
-¿Y por qué crees que lo hace?
-Bueno - Dijo, sentándose a mi lado - Tal vez últimamente, me he pasado un poco. Estamos muy tensos depues de la boda.
-Jesús, no es excusa para llegar borracho cada día.
-¡Y tú que sabes!
-Lo sé, porque lo he vivido en mis propias carnes.
Agachó la cabeza, avergonzado. Sabía de sobra de lo que estaba hablando.
-Tienes razón - Musitó.
Levanté mi mini falda, dejando ver un poco mi tanga de hilo. No se me escapó su mirada hacia allí.
-Jesús, no puedes seguir así - Dije, apoyándole una mano en el hombro. El me la besó.
-Gracias por seguir a nuestro lado, despues de todo lo que...
-No digas nada - Me coloqué a horcajadas encima de él. "Ahora o nunca", me dije.
Recorrí su espesa barba con mis labios, infundiéndole valor. Miré hacia la cámara. Estaba a punto.
-¿Sabes?, me pones mucho - Susurré en su oído.
Esa frase bastó para que atacara a mi boca como si no hubiese bebido en meses. Me dejé hacer. Estaba sedienta de sexo, y esta excusa de cazar al marido de mi amiga siéndole infiel, me venía de maravilla.
-Dios mio, Ana. Estás buenísima.
Atacó vorazmente mi boca, besándola con pasión. Apenas podía respirar por el aliento a alcohol, pero me dejé hacer igualmente. Aquello tenía que ser un aquí te pillo aquí te mato. La pillada ya estaba hecha. Le aparté, y me levanté.
-Observa, guapo.
Me bajé el tanga, levanté mi falda, y le mostré mi conejito recientemente rasurado. Sus ojos se salieron de sus órbitas.
-Joder, Ana.
-¿Me vas a hacer esperar mucho? - Pregunté. Mi coño estaba ardiendo, deseaba su boca.
Se lanzó hacia mí, me puso en sofá y atacó el premio. Directo, sin preámbulos. Solté un gemido al sentir su ardiente lengua en mi rajita.
-Que... Coño... Más... Dulce.
-Vamos, Jesús. Chupamelo. Es todo tuyo.
Su lengua de infiel, recorrió todo mi mojado clítoris. Mis gemidos, resonaban en toda la estancia.
-Pidemelo, Ana.
Cuando dijo esa frase, supuse que era para ahorrarse parte de culpa. Una buena táctica, pero, en el fondo, el mal ya estaba hecho. Los cuernos ya estaban consumados.
-Quiero que me folles. Muy duro.
Agarró la cartera torpemente, sacando un preservativo. Estaba claramente nervioso, así que me ofrecí a ayudarle.
Sin decir nada, agarré el preservativo, y se lo cocloqué en la dura polla. Pero sin manos, sólo con la boca.
-Joder, Ana. Siiii.
-Fóllame cómo nunca te has follado a Candy. Sé que lo necesitas.
Me agarró y me colocó a cuatro patas en el sofá.
-Por el culo. A Candy no la gusta. Así que, si no te importa....
-Fóllame el culo, cabrón.
Lo abrí para facilitarle la entrada, y el escupió en mi orifiio un par de veces. Al introducirla, vi las estrellas.
-Joder....
Comenzó despacio, para ir acelerando lentamente, mis dedos, buscaron mi hendidura mojada, comenzando a frotarla.
-Así, despacito, primero, cielo... Vete acelerando poco a poco.
No hizo falta repetirselo, mi ano comenzaba a acoplarse a la dura polla de Jesús, que aceleraba poco a poco. "Qué bonito video nos va a quedar, cabrón", pensé.
-Joder, que pollón. Me encanta, Jesús.
-¿Te gusta, zorra?
-Siiiii. Me encanta, fóllame más duro.
Una de mis manos separó un gluteo, haciendo que su polla se metiese más profunda. Era puro placer. El sexo anal puede ser maravilloso si te acostumbras. Yo, como buena puta, estaba más que acostumbrada.
-Fóllame el culo, ya que Candy no te lo permite. Yo te lo regalo.
-Ohhhh, Ana. Qué pedazo de culo tienes.
Comenzó a darme cachetes, haciendo que mi excitación fuese a más. Mis manos, pellizcaban como podían mis duros pezones. Hacía rato que mis tetas habían salido del vestido.
-Me voy a correr, zorrita.
-Dios, que buen cabrón estás hecho.
-¿Donde quieres mi lechita?
-En mi cara de zorrita.
Salió de mi disparado, y me coloqué debajo para recibir el caliente semen, que salió sin mucho esfuerzo. Ronroneé como una gata en celo, y eso a él le encantó.
Me desplomé en el sofá para recuperrar el aliento. Decididamente, el marido de mi amiga era un cabrón en potencia.