El novio de la tia de mi marido me hizo un regalo
Aspiro entre mis piernas, todo era súper excitante y morboso con ese hombre, oía a mi suegra abajo y hasta eso me ponía más caliente, estaba a punto y solo había rozado mi sexo, la penetración de dos de sus dedos me saco de mis pensamientos y me moví hacia ellos. Penetro bien profundamente
Como cada año las navidades las pasamos con la familia de mi marido. Este año será aun peor que el anterior, lo nuestro no pasa por su mejor momento.
Empezare contándoos que me case muy enamorada de mi marido, más que el de mí, pero lo acepte, veníamos de dos mundos diferentes, para el solo era el arma arrojadiza contra los suyos. Para ellos solo era la chica que trabajaba para él y que vio un futuro cómodo a su lado, vamos una trepa.
Él se encapricho por llevarles la contra, sino no habría pasado de un par de revolcones y aun sabiendo eso pensé que cambiaria, que terminaría queriéndome como yo. Pero con el tiempo no solo no paso, sino que mis sentimientos se enfriaron con su frialdad y a día de hoy éramos una pareja a la que le era más cómodo seguir juntos que separarse.
Inmensa en mis pensamientos no me di cuenta que habíamos llegado, solo me di cuenta al notar que el coche se paraba y ver ante mí la enorme casa de piedra. A su alrededor todo estaba ya blanco de la nieve, la estampa era preciosa, pero yo no estaba relajada, me esperaba el escrutinio de todos, no quería que notaran el mal rollo entre nosotros, ya que seguro se alegrarían.
La puerta se abrió y mi suegro, un hombre grande de sesenta y cinco años ocupaba todo el hueco. Tras besarme fríamente las mejillas se retiró para dejarme pasar y saludar con más calor a su querido hijo. Ya dentro mi suegra igual de fría me saludo y se lanzó a los brazos de su hijo.
Pasamos al salón donde su hermana y el marido de esta estaban sentados ante la enorme chimenea, pulcramente vestidos para la ocasión, ambos saludaron y yo pedí por sus hijos; estos jugaban en la habitación contigua y salieron a saludar.
Media hora después se oyó el portón y mi suegro anuncio la nueva visita.
-este año nos acompañara mi hermana María, con un amigo.
La hermana de mi suegro una mujer de cincuenta y cinco años, con más mal carácter que mi propio suegro era de mis mayores detractoras y pensé que vaya suerte la mía. Ella fue la primera en demostrarme lo que todos pensaban de mí, que no les llegaba a la suela de los zapatos.
Entro en el salón y saludó efusivamente, presento a todos su invitado.
-él es Gabriel, un buen amigo mío.
El sobrino hizo una broma tras darle un codazo y todos rieron.
Mire al nuevo y le calcule unos cincuenta y muchos sesenta y pocos, casi tan grande como mi suegro aunque más joven y bien conservado que el primero.
Ambos cruzamos una mirada y sus ojos claros atraparon los míos, por un momento me pareció peligroso y aparte la vista, me puse nerviosa y me excuse para cambiarme para la cena.
Subí arriba a la habitación asignada, en la primera planta estaban las cuatro, una para nosotros, una para ellos, una para la hermana de mi marido y otra al final para los niños. Había un baño completo en la planta y otro enorme arriba, este hasta con jacuzzi que daba a una enorme terraza donde se divisaban las montañas colindantes, ese baño era un sueño.
Me cambie de ropa, me solté la cola de caballo y tras arreglar un poco mis rizos, me dispuse a ir un momento al servicio, casi me caigo de culo al chocar con alguien, era Gabriel que me sujeto para que no cayera, sin soltarme dijo:
-cuidado, vas a matarte. Donde está el fuego?
La sonrisa no llego a sus ojos pero estaba divertido y yo note su duro pecho sorprendida, sus manos apretaban mis hombros y mi piel ardía bajo estas. Por un momento me perdí en esos fríos ojos y me deje llevar por el calor de su cuerpo pegado al mío. Casi temblaba cuando me soltó.
-lo siento Laura, perdón
-no pasa nada -conseguí articular sorprendida por la efusiva reacción de mi cuerpo.
Le deje entrando en la habitación de al lado de la mía.
La noche paso sin pena ni gloria y sobre las tres de la madruga unos ruidos en la habitación de al lado me despertaron, nunca duermo profundamente. Salí al balcón y allí aún se oía más, no pude evitar asomarme un poco y lo que vi me dejo plantada en el sitio.
La hermana de mi suegra tendida en la cama y la espalda ancha de Gabriel encima, la penetraba despacio mientras ella gemía moviendo la cabeza hacia los lados, la sabana cayo un poco y dejo el trasero de Gabriel al descubierto, me sorprendió lo duro y terso que parecía por su edad, sus músculos se comprimían cada vez que la penetraba y ella gemía cada vez más.
-te duele? –le pidió en un momento dado-
-solo un poco, pero no hace falta que pares
Tras unos minutos así, sucedió algo que me sorprendió aún más, Gabriel se retiró y salió y apareció a mi vista su pene, grande, gordo y rígido. No pude evitar relamerme cuando la mano de Gabriel agarro ese hermoso pene y empezó a masturbarse sobre ella mientras la tocaba, por los jadeos note que ella se corría y al momento dos chorros de semen se estrellaron en su barriga, Gabriel emitió un sonido ronco y se vacío. Me escabullí a mi habitación con cuidado de ser vista y no podía dormirme después de la escena y decidí ir al baño a refrescarme la nuca un poco.
Descalza me deslice por el suelo enmoquetado despacio sin hacer ruido y al pasar por su puerta, esta se abrió y el salió, enrojecí al ver que me miraba.
-te ha gustado Laura?
-no se a qué te refieres
-nena te vi por el espejo
En esos momentos se oyó la otra puerta y el tirando de mí me llevo a un rincón del pasillo, desde allí vi a mi cuñado bajar a la cocina, mi respiración se aceleró al notar sus manos en mi cintura abrazándome desde atrás, acerco su boca a mi oreja y me dijo:
-me puse duro pensando en ti, cada vez que me hundía en ella soñaba como sería hacerlo en tu cuerpo y cuando te vi me puse tan duro que tuve miedo de lastimarla, me corrí viendo cómo te relamías cielo.
Yo ya estaba chorreando solo de oírlo, sus dedos buscaron la cinturilla de mi pijama y mientras abajo oía ruidos en la cocina metió su mano dentro, busco mi rajita húmeda y empezó a pasar dos dedos por todo mi sexo, mojándolo aún más mientras mordisqueaba mi cuello.
-hueles bien y sabes aún mejor, ojala pudiera lamerte bien.
Sus palabras me encendían y sus dedos me volvían loca, en dos minutos me corrí en sus dedos mientras subía mi cuñado, eso me excitaba aún más, justo cuando este paso más cerca metió dos dedos penetrándome y casi se escapa un jadeo de mis labios, no podían vernos, pero si oírme. Me tapo la boca y hundío más sus dedos, entro y salió hasta que temblé de nuevo.
-así cielo, otra vez córrete preciosa.
Y lo hice como nunca, me corrí por segunda vez en cinco minutos, rodeada de mi familia política, a dos metros de mi marido dormido y por un desconocido que podría ser como mínimo mi padre.
-eres una golfilla morbosa, me encanta. Ve a dormir, ahora podrás hacerlo
Y verdaderamente fue así, dormí hasta las diez de la mañana de un tirón, me desperté feliz y relajada.
Baje a la cocina y allí estaba sentado a la mesa del desayuno con ella, al entrar yo ella me saludo fríamente, el levanto la vista y de nuevo esa sonrisa que no iluminaba la frialdad de sus ojos, pero que me pareció de lo más excitante me dijo:
-buenos días Laura, que tal la noche?
Casi me caigo de culo ante la implicación de la pregunta, ese hombre era el demonio y yo me sentía totalmente arrollada por él.
-muy bien, gracias
Le devolví la puya.
-de nada, un placer
Mis braguitas de nuevo se mojaron ante esa afirmación y por mi mente pasaron escenas de sexo con las que jamás había soñado. Le mire y supe que podía leer mi mente, sus fríos ojos desprendían más calor que mi entrepierna.
Cuando a media mañana coincidimos de nuevo le dije:
-Gabriel esto no está bien, no puede volver a repetirse.
-lo se Laura, nunca he hecho nada que se pareciera a lo de ayer, no imagine que correspondieras, pero ver tus ojos de lujuria reflejados en el espejo y tu lengua pasearse por tus labios fue superior a mí.
-no podemos repetirlo, eres la pareja de la tía de mi marido
En ese momento se acercaron los niños y dejamos el tema, nos evitamos el resto del día, ya por la tarde subimos a descansar un rato, me eche en la cama pensando en la noche anterior y cuando subió mi marido, me acerque, el como siempre creyendo darme lo que reclamaba se colocó entre mis piernas abiertas y froto su sexo con el mío justo dos segundos antes de penetrarme para empezar un tedioso mete y saca sin pasión, solo la fricción necesaria para llevarlo al orgasmo diez minutos después. Yo no pude evitar añorar la pasión con la que me había acariciado Gabriel, el calor de su aliento, la destreza con la que me llevo al orgasmo y solo con esos pensamientos conseguí correrme. Él se retiró y tras asearse se durmió a mi lado.
La cena fue un incordio y me retire pronto a dormir, al día siguiente era noche buena y trasnocharíamos más.
Oí ruidos en el balcón que compartíamos y estuve tentada a salir, pero no lo hice. Volví a dormirme pensando en él.
Ese día paso volando, preparamos todo lo necesario y luego nos arreglamos para cenar en familia, evite quedarme a solas con Gabriel pero note sus ojos sobre mí todo el día.
La cena fue muy relajada y al final de esta pasamos al salón a tomar café y unas copas, todos se excedieron con las copas y charlamos alegres hasta bien entrada la noche, a las dos de la madrugada nos retiramos, el día de navidad era frenético los niños abriendo regalos y los adultos también nos regalábamos algún detalle, nos esperaba también una copiosa comida y luego salíamos a pasear y a cenar fuera. Oía la pesada respiración de mi marido que dormía a pierna suelta. El siempre dormía profundamente y esta noche más aun por haberse pasado bebiendo.
Decidí bajar a beber agua y baje despacio las escaleras, la casa estaba en silencio total. Bebí y volvía a mi habitación, subía la escalera cuando note que arriba alguien me observaba, era Gabriel.
Estaba al final de la escalera, me pareció muy atractivo con su fino pantalón de pijama y una simple camiseta, iba descalzo. Llegue a su altura y su voz me erizo el vello de la nuca.
-hola Laura, tu tampoco puedes dormir?
-no
-estas nerviosa por tus regalitos? –Me pregunto con sorna-
-no, que va. Tú esperas muchos? –le pregunte con el mismo tono-
-ella te ha comprado uno, pero yo no
-no pasa nada, tampoco me conocías
-pero podría remendar mi error. Quieres mi regalito ahora?
Con dos dedos acaricio mis labios, yo estaba un escalón por debajo de él y suspire en sus dedos.
-separa los labios Laura, dame mi regalo ahora
No sé si fueron sus palabras, su tono seco y urgente o el recuerdo de la noche anterior, pero me sorprendí separando mis labios y chupando sus dedos.
-si preciosa, me pones a cien, llevo todo el día duro recordando tus gemiditos y tu humedad en mis dedos.
Con la otra mano me empujo al otro escalón de abajo y mi cara quedo a la altura de su sexo, que quedaba tirante apretado a la tela del pantalón.
-vas a rendirte a nuestro regalo Laura? Yo ya me he rendido, no puedo luchar contra esto. Te deseo
Su franqueza y aplomo terminaron de derribar mis barreras y mordisque su polla por encima de la tela note el calor que desprendía. Con una mano y una suavidad infinita me empujo más contra el tirándome del pelo mientras yo mordisqueaba y lamia.
-si sigues así terminare dentro del pantalón
Dijo mientras me separaba, mientras con la mano libre la libero del pantalón y emergió ante mí, me pareció más grande aunque la otra noche de lejos y me acerque a lamerla, un gemido salió de su boca y me animo a profundizar, empecé a lamer el glande, gordo, terso, lamí las gotitas de semen y agarrándome de nuevo de pelo tiro suavemente y penetro mi boca por completo casi hasta ahogarme, agarre sus testículos y tire suavemente mientras tragaba lo que podía.
-si Laura que bueno, que caliente me pone mirar como mamas mi polla
Su lenguaje soez hacia que notara mis braguitas chorreando hasta que un ruido abajo me hizo parar en seco, Gabriel abandono mi boca, se subió el pantalón y cogiéndome de la mano me llevo por el pasillo de las habitaciones, subimos el tramo que llevaba al piso de arriba y en el último escalón me bajo el pantalón del pijama dejándolo en mis tobillos, me sentó en el escalón y saco el pantalón, abrió mis piernas y se arrodillo dos escalones más abajo.
-abre bien las piernas, enséñame mi regalo, quiero verlo bien.
Sin pudor alguno me abrí todo lo que puse y Gabriel miraba mi vulva relamiéndose, llevo dos dedos y me arquee a ellos.
-estas muy mojada, me encanta verte, sentir tu humedad, olerte.
Aspiro entre mis piernas, todo era súper excitante y morboso con ese hombre, oía a mi suegra abajo y hasta eso me ponía más caliente, estaba a punto y solo había rozado mi sexo, la penetración de dos de sus dedos me saco de mis pensamientos y me moví hacia ellos. Penetro bien profundamente y cuando esperaba el típico mete y saca los abrió en mi interior, los separo y los giro abriendo mi vagina al máximo, añadió otro dedo y acerco sus labios y atrapo mi clítoris, me sentía febril, no podía pensar en nada que no fuera llegar al final, le agarre la cabeza y como el antes tire de su pelo y lo pegue a mi sexo que parecía tener vida propia, mordisqueo mi carne anhelante y chupo con fuerza hasta que mi cuerpo estallo en mil pedazos y tuve el mejor orgasmo de mi vida, entonces empezó a meter y sacar los tres dedos y no deje el orgasmo, flotaba en su mano. Volvió a succionarme y estalle de nuevo, subió a mi altura y me tapo la boca con su mano.
-que rica eres, tranquila Laura, quiero jugar más con mi regalo, relájate.
Se levantó ante mí y subió hasta mi escalón, me ayudo a levantarme y me llevo al rincón me abrazo y poseyó mi boca con la suya, lamí sus labios y el mordió los míos, mientras fue bajando hasta quedar sentado en el suelo, puso un pie mío a cada lado de su cuerpo y empujándome de las rodillas me insto a doblarlas, apoye las palmas de mis manos en la pared y baje hasta colocar su polla en la entrada.
-Laura móntame, clávatela
No hizo falta más, el agarro su polla y yo me serví, note como su glande me abría y agarrándome de las caderas me hizo bajar lentamente controlando la penetración, lentamente esa polla me llenó por completo hasta notar sus testículos golpear.
-despacio Laura, despacio cielo
Levanto mi camiseta y atrapo mis pechos con sus manos, los amasaba con ansia duramente busco mis pezones y los pellizcaba, me dolían de los duros que los tenia, bajo su boca y los mordisqueo, lentamente los metía en su boca y los retenía con sus dientes. Empecé a moverme despacio, profundamente, oleadas de calor recorrían mis entrañas cuando sus dientes exigente me oprimían, sus manos apretaban mis pechos fuerte y de nuevo algo estallo en mi interior, me agarre a su cuello y el absorbió mi orgasmo en su boca, ahora sus manos agarraban mi trasero y no dejaban de subirme y bajarme sobre esa enorme polla que me deshacía y me hacía desear más y más placer.
-te duele Laura? Estas tan apretadita
-no me duele, no pares Gabriel fóllame
Estaba como una loca cabalgando sobre su polla mientras él lamia mis labios y sus manos guiaban la penetración.
-Laura me vuelves loco, no recuerdo la última vez que fue así.
Volví a correrme y la saco enseguida me levanto dejándome vacía, me queje y él sonrió, se levanto
-nena notando tu orgasmo casi pierdo el control, arrodíllate y agárrate a la barandilla.
Lo hice enseguida, de rodillas me agarre al hierro forjado y él se arrodillo detrás de mí y me penetro de un solo golpe, casi lanzo un chillido del placer y empecé a mover el culo. El gemía flojito y me mordía el hombro mientras yo aceleraba, entonces el con una mano me agarro los pechos que oscilaban hacia adelante y llevo la otra entre mis piernas, froto mi clítoris hasta endurecerlo y lo pellizco fuerte, me dolía y me gustaba al mismo tiempo.
-así cariño muévete, exprime mi polla
Apretó más y note como empezaba a caer por el precipicio de un nuevo orgasmo, que estallo cuando note que él se ponía rígido empujaba bien adentro y descargaba todo su semen bien dentro de mi vagina mientras ambos nos corríamos a la vez. Nuestras respiraciones entrecortadas se unieron al besarnos, nos devoramos la boca varios minutos hasta calmar nuestros gemidos.
Unos minutos después en silencio ambos nos pusimos de nuevo los pijamas y sin mirarle baje despacio los escalones que me llevaron al piso de abajo, me metí en el baño, me asee y volví a mi habitación, al salir le vi arriba de la escalera pero baje los ojos y me metí en mi habitación.