El niñato hetero de mi bro

Una tempestad de hormonas y sentimientos en el cuerpo de un deportista adolescente y una camaradería que se transforma en lujuria para dar paso al amor más puro

Vivía en un lugar con unas vistas magníficas: a los machos más jóvenes del barrio les encantaba ponerse a charlar, fumar, beber cerveza, pelear, besarse y magrearse con sus parejas y grabarlo todo en vídeo para sus redes sociales justo en el parque de debajo de mi apartamento, a 10 metros de mí.

Lo mejor era ver como se quitaban las camisetas cuando apretaba el calor y espiarlos desde arriba, disfrutaba muchísimo viendo sus cuerpos jóvenes, lampiños y atléticos, en la mayoría de los casos cubiertos de algunos tatuajes, admirar sus nalgas, sus pezones y, con un poco de suerte, los vellos de sus axilas o como se les marcaban los bultos turgentes de sus pollas.

Mi favorito era Cristian, según escuchaba nombrarlo a sus amigos, debía de tener unos diecinueve o veinte años y estaba buenísimo: alto, muy alto, de hecho para referirse a él decían “Cris el Largo”, de piel muy blanca, pelo castaño rapado por los laterales, más largo por arriba y por detrás, un cuerpo precioso, pecho fuerte para su edad, con unas abdominales de escándalo, espalda ancha y un culo muy pequeñito pero bien puesto y respingón. Adornaba su cuerpo con un tatuaje en su brazo derecho y otro que le cubría toda su pierna izquierda desde el muslo al tobillo. Sus músculos, sin llegar a estar muy desarrollados estaban cada uno de ellos marcados; sin embargo, sus piernas sí que eran espectaculares, qué patorras bestiales, largas, grandes, fuertes y musculosas se gastaba el cabrón.

De cara también era un poema, con un poco de acné sobre cada mejilla que no llegaba a afearlo en absoluto y unos ojos grandes y oscuros cargados de expresividad, su nariz algo pequeña, su boca grande, con los labios gordos además casi siempre estaba sonriendo, la barbilla algo prominente, el cuello fuerte y un arete en cada oreja.

Un día llegando a mi casa, oigo las sirenas de varios coches de policía y justo en ese momento me encuentro a Cristian corriendo sin camiseta por mi calle, abrí la puerta de mi edificio (tapada de la vista de la policía por un vehículo de gran tamaño estacionado) y con un gesto de mi mano le indiqué al joven prófugo que entrara para esconderse. Me miró como quién contempla un milagro y se metió en el portal dejando una ráfaga de viento tras de sí.

-        ¡Gracias, bro!

-        De nada, hombre, entre los del barrio nos ayudamos.

-        ¡Bro, no tienes ni idea de lo que acabas de hacer por mí!

-        Oye ¿No le has pegado a nadie, ni has robado…?

-        ¡No, bro, te juro que no! Estaba tranquilamente con mis amigos en el parque y han venido esos hijos de puta a joderme, bro, yo simplemente me gano la vida y no le hago daño a nadie ¿Sabes, bro?

-        No te quedes ahí, entra en mi casa y espera a que se vayan.

Me respondió con una sonrisa preciosa, de cerca era muchísimo más atractivo, con sus ojos negros clavados en los míos llenos de agradecimiento, su boca era grande, llevaba un bigotillo casi imperceptible pero aun así cuidado al milímetro y una tachuela o piercing en su ceja izquierda. El pelo rapado al cero por los lados de su cabeza y muchísimo más largo por arriba y por detrás, ondulado, castaño y con reflejos pelirrojos, el cuerpo inmenso, era altísimo, debía de medir más de 1,90, casi dos metros de anatomía resplandeciente por el sudor causado por la carrera. Teniendo en cuenta su juventud, su pecho lucía ancho y fuerte, completamente lampiño, con unos amplios pectorales que se le comenzaban a marcar y que culminaban en unos pezones perfectamente circulares, rosados, pequeñitos pero muy salidos y puntiagudos. Sus brazos húmedos y levemente musculosos, con un tatuaje de formas intrincadas en el que pude distinguir algún pájaro, una brújula… Entre sus brazos y los costados se escapaban algunas briznas de los pelos lacios, castaños y larguísimos de sus axilas, las tenía que tener peludas como un bosque y el  olor a adolescente híper hormonado que desprendían comenzaba a invadirlo todo poniéndome cachondo como una perra. De todas formas, lo mejor de aquel torso eran sus abdominales, marcadas en ocho bloques perfectamente definidos y coronadas por un ombligo precioso y de un relieve exquisito, un poco más abajo y por los laterales los surcos pronunciados de sus oblicuos y más abajo aún, el pantalón corto de fútbol que mostraba generosamente sus piernas musculosas de futbolista, la izquierda completamente tatuada con flores de loto, carpas, algún dragón… Todo en colores muy vivos.

Seguía emanando sudor a raudales cuando se acercó y extendiendo sus brazos se unió a mí en un abrazo que apestaba a macho joven, testosterona y camaradería. Me empecé a empalmar.

-        Oye, bro, eres un crack

-        ¿Cómo te llamas? (sabía perfectamente la respuesta).

-        Soy Cristian, pero me dicen Cris y todo el mundo me conoce por “Cris el Largo”

-        Sube, Cris, oye, ahora en serio ¿Por qué estabas huyendo de la policía?, ¡Y háblame claro!

-        Bro, uno se busca la vida como puede pero… Las leyes no me dejan

-        ¿Qué estabas, vendiendo hachís?

-        ¿Quieres? Te lo dejo a cuatro euros el gramo por ser mi nuevo bro, ya si es más cantidad vamos bajando el precio y así es mejor para los dos, pero cómprame a mí, no a los demás subnormales que se ponen conmigo y te venden mierda

Nada más entrar en mi casa, se sentó dejando caer su ancha espalda desnuda, llena de acné y empapada en sudor sobre mi sofá, se llevó la mano al elástico de su pantalón y mostrándome su vello púbico lacio, largo y espeso como una selva, se sacó un buen trozo de hachís y una pequeña pesa de precisión.

-        ¡Bro, dame un cuchillo que no tenga sierra y una tabla de cortar!

Le di lo que me pedía, empezó a cortar el hachís en dosis para su venta y a pesarlo, me contó que tenía 18 años, que llevaba en el mismo barrio desde que nació pero que se quería marchar “porque es una puta mierda” según sus palabras textuales, que estudiaba en el instituto cercano y que era futbolista.

-        Eres zurdo, por lo que estoy viendo

-        ¡Sí, bro, eso me viene de puta madre para jugar al fútbol!

Me siguió contando que jugaba de defensa en el equipo del barrio, que está en tercera y tiene cierta tradición y afición, sus características cómo jugador y las de sus compañeros de equipo y que era semiprofesional, es decir, que cobraba algo de dinero del club

-        ¿Y tienes novia?

-        No, bro, ya hace mucho tiempo que me aburrí de esas gilipolleces. Yo, o es para follármela y que se vaya a su puta casa o es que ella me gusta de verdad y quiero hacerle un chiquillo y pasar la vida juntos y esas cosas ¿Pero estar con tonterías de flores, cenas, hablar y esas cosas?, ¡No, bro! Esa etapa ya la pasé, bro, yo ya no soy ningún niño para estar pendiente de esas mierdas, bro. Ya tengo 18 años, bro, soy un hombre

Dijo señalándose su bigotillo muy seriamente.

-        Bueno, con 18 años aún eres “casi” un adolescente

Sus ojos negros se clavaron contrariados en los míos, admiré su rostro, sus cejas finas, con un piercing sobre la  izquierda, su barbilla ligeramente afilada, el acné sobre sus mejillas, su cabello levemente ondulado y de color castaño con matices pelirrojos, su pecho fuerte y lampiño… Me sacó de mi contemplación respondiéndome secamente:

-        Tú no sabes a todas las mujeres que me he follado, tendré 18 años, pero mi polla tiene experiencia de sobra, bro

En condiciones normales, ante esa respuesta me hubiera puesto serio y le habría dicho que la “madurez” es algo bastante más profundo que meterles el rabo a las chiquillas del barrio entre los arbustos del parque, como había intuido que hacían él y sus amigos en frente de mi casa durante alguna noche. Pero tenía ganas de agasajar a ese joven hermoso, de cuerpo grande y cara de adolescente creído que derrochaba energía y sensualidad en cada gesto.

Cristian se recostó en el sofá mientras llevaba sus manos detrás de su nuca mirándome satisfecho, yo diría que feliz. Sus axilas eran dos selvas de vello lacio, claro y castaño que se disparaba en todas las direcciones. Tuve que resistirme para no acariciárselas pero en vez de eso me dediqué a complacerlo de otra manera:

-        ¿Follas mucho?

-        Menos de lo que me gustaría.

Afirmó rotundo.

-        ¿Y qué te gusta hacer?

Cristian me miró tratando de mantener la compostura pero realmente no podía esconder la excitación, bajó su mano derecha al pecho y sobándose el pectoral empezó a hablar con la voz invadida por la lujuria:

-        Todo lo que existe. Oral, que me chupen la polla hasta el fondo de la garganta, ponerla a cuatro patas y empiezo a comerle el papo hasta que vea las estrellas, se la paso por la raja y si me deja le pego así con la polla en todo el chocho ¡Me encanta! Luego no se la meto de entrada, no… Bro, me pongo a jugar con el capullo en su clítoris, le voy metiendo la cabeza solo y le doy un poquito para que sepa lo que viene y ya  en dos minutos estoy ahí dándole caña como a una máquina de coser, pero para mí lo mejor, bro, lo mejor que hay es cuando me las follo por el culo y me corro dentro sin condón. Es lo que más me gusta.

Concluyó satisfecho.

-        ¡Eres todo un fucker, bro!

Le dije no sin cierta burla. Me senté a su lado y se abrazó a mí de nuevo, empecé a acariciarle su brazo cubierto por ese tatuaje colorido lleno de símbolos orientales muy elaborados y algunos animales como peces y pájaros, su piel era suave como la seda, subí mis dedos y los introduje un poco para sentir los vellos de sus axilas con las yemas de mis dedos; eran ásperos, lacios, largos y aromatizados.

-        ¡Jajajajaja, mis sobacos, bro, me los tengo que afeitar ya!

Alzó sus brazos y volvió a mostrarme sus axilas peludas en mi cara, se los acaricié con todo el descaro del mundo y Cristian, lejos de sorprenderse o inquietarse, me respondió sonriente:

-        ¡No, bro, no lo intentes, no tengo cosquillas, jajajajaja!

-        ¿No sientes nada?

Le pregunté mientras arremolinaba sus pelos largos y lacios mientras mi vista se deleitaba con esas axilas apestosas de adolescente.

-        Sí, me da gustito, está guay, lo mismo que cuando me tocan las tetitas y me las chupan

Dijo mientras se pellizcaba su pezón derecho ante mis ojos.

-        Tienes las tetillas pequeñas.

-        Sí, pero todas salidas, bro, son la bomba, me encanta que me las chupen, no sé si ponerme un piercing, un aro… ¿Tú qué dices, bro, me lo hago? Pero no sé si pierdo sensibilidad….

-        Las tendrías muy bien con o sin piercings

-        ¡Bro, a ver tus pezones!

Me quité la camiseta, a mis treinta y pocos años y después de décadas de natación desde la infancia la verdad es que tengo buen cuerpo, no es que sea musculoso pero sí que me mantengo atlético y en buena forma, luego tengo el pelo castaño y rizado, ojos marrones y casi nadie me ha encontrado feo.

-        ¡Oye, bro, no estás nada mal, eh! Lo que tienes que empezar a venir a entrenar conmigo para que cojas definición. Dijo sobándome con sumo cariño el brazo con una mano y la tripa con la otra.

-        Mira mis pezones –le dije atrayendo su mano para hacerle que me pellizcara uno mientras yo le pellizcaba uno a él- , los tuyos son redonditos y picudos, en cambio los míos son ovalados, más grandes pero más planos.

-        Y tu ombligo es hacia dentro y el mío salido, bro

Hundió un dedo en mi ombligo y bajó por la fila de vellos mientras yo le acariciaba el suyo, formado por una bolita carnosa, tierna y saltona y con dos mini bultitos debajo, todo rodeado por un labio o cinturón de piel redondo y sobresaliendo sobre los duros bloques de sus abdominales. Continuó diciendo:

-        Vale que yo no tengo estos pelitos que son la bomba, pero mi ombligo, bro, para jugar con él es lo mejor

-        ¿Qué número calzas?, ¿Cuánto mides?

-        Un 49 de pie y la última vez que me midieron di 1,93 pero creo que he subido algo este mes ¡Quiero llegar a los dos metros, bro, pero no sé si podré! –dijo con tristeza- en el fútbol es importante que los defensas seamos grandes ¡Pero mira que pies tengo, bro!

Se quitó la zapatilla y el calcetín a la vez que el pestazo a queso rancio inundaba la habitación pero sabiendo que ese olor provenía del cuerpo de mi bro, me resultó de lo más delicioso. Su pie era una puta barca, inmenso y de formas rectas con los dedos larguísimos y angulosos, sin rastro de vello, con el arco muy marcado y las uñas perfectamente cuidadas. Se los tocó en mi cara y riéndose me dijo:

-        ¿Ves, bro?, ¡Son tan grandes y llegan antes que yo a los sitios!

-        Al lado de los míos son inmensos, yo tengo un 43.

-        ¡Como todo el mundo! A verlos

Me descalcé y le mostré mi pie con de formas redondeadas. Cristian empezó a hacerme cosquillas en la planta y cuando traté de zafarme se abalanzó sobre mí y presionando su cuerpazo contra mi pierna logró inmovilizarme y siguió haciéndome cosquillas en la planta del pie mientras me gritaba completamente excitado:

-        ¡Bro, bro, bro…!

Logré quitármelo de encima cuando ya no aguantaba las cosquillas y salté sobre él para abrazarlo contra mí, a lo que Cristian respondió abrazándome con todas sus fuerzas mientras me llamaba máquina y crack. Volvió a mostrarme su axila pícaramente y me pidió una Gillette para afeitarse

-        No, de ninguna manera, te voy a recortar un poco los pelos, con vello ahí estás “más hombre”.

-        Tienes razón, bro, no basta con ser un hombre, también hay que parecerlo ¿Me lo haces tú? Preguntó ilusionado.

-        Claro

Se recostó mientras me miraba con complicidad a la vez que lucía una sonrisa nerviosa, primero le atusé los pelos de los sobacos y antes de podar aquella maraña pasé mis dedos entre ellos y le estiré los vellos con suavidad, en algunos puntos tenían hasta siete centímetros de largo sin exagerar, Cristian me miraba satisfecho y con cierto nerviosismo mientras que le hacía “labores de jardinería” en los matojos de sus sobacos y aun habiéndoselos cortado un poco, se los dejé con un tamaño considerable, terminé con su axila izquierda y sacudiéndole los pelos con el mayor cuidado posible, Cris me tocó el hombro:

-        Bro, lo que te dije antes, me tocan ahí y me da un gustito que ni te imaginas… Creo que estoy cachondo

-        Es normal

Le respondí abstraído ante la belleza de su otro sobaco todavía selvático con la caótica maraña de vellos saltando en todas las direcciones, los había rizados, muy rizados, tiesos como alambres, lacios, enredados entre si mismos formando pequeñas rastas, caracolillos pegados por el sudor a la piel de su brazo tatuado … Comencé a recortárselo sintiéndome como si estuviera talando un bosque milenario o un atentado contra la naturaleza aún peor, a la vez que Cristian respiraba pesadamente con los ojos cerrados, su exhalación por momentos se transformaba en jadeos. Justo cuando terminaba con su segunda axila, la derecha, abrió sus ojos negros y me dijo casi con ansiedad:

-        Bro, estoy súper caliente, bro, calentísimo…

-        ¿Quieres follar?

Le dije acariciándole las dos axilas al mismo tiempo.

-        Ojalá, bro ¿No tendrás el número de teléfono de alguna puta o alguna amiga tuya guarrilla? Si es que no le importa follar con alguien de mi edad….

Dijo con verdadera preocupación.

-        Pues de putas no, y amigas, ese adjetivo que has dado sobra del todo, ahora no caigo…

Respondí mintiendo en esto último.

-        Joer, bro, tengo hacerme una paja ¿No te importa?

-        No

Respondí tratando de asimilar lo que acababa de escuchar mientras contemplaba su entrepierna con el mástil al palo.

-        ¡Vale, gracias, bro, eres el mejor!, ¿Te vas un momento?

-        Estoy en mi salón…

-        Joer, bro, qué cortarrollos eres ¿Tienes Wifi?

Lo preguntó como un desesperado y tras introducir la clave en su teléfono, una breve búsqueda me mostró un vídeo de una fiesta en un barco lleno de rubias siliconadas y morenas culonas.

-        Me lo pasaron ayer, qué fiesta, bro ¿Te imaginas tú y yo ahí?

Estaba pensando cómo iba a responderle a eso pero el machito de Cristian el Largo tenía la mirada fija en la pantalla, los ojos como faros, la boca abierta y, al observar su paquete, me doy cuenta de que tenía muy buena polla; cual fue mi sorpresa cuando se llevó la mano al pubis para sacar su verga larga y cabezona, tenía el glande mucho más gordo que el tronco, que era estrecho, recto y de unos veinte centímetros y luego ese glande ultra gordo, picudo y amenazante que le sumaría otros cinco centímetros más. Parecía una lanza…

-        ¡Buena polla, larga y cabezona!

-        ¡A que sí, bro!

Se quedó expectante para observar la mía mientras se machacaba la suya para terminársela de empalmar aumentándose la erección por momentos, me bajé el pantalón y descubrí mi rabo gordo y curvado hacia arriba, duro como la piedra, algo menos larga que la de Cristian, quizás, aunque bastante más gruesa. Estiró su mano y para mi incredulidad, agarró mi polla con firmeza para descubrirme el glande, tener la mano de ese niñato guapo, grande y encima futbolista, en mi pene me excitó hasta lo indecible

-        ¡De puta madre, bro, es toda gorda, con esto empotras a una jaca y la revientas entera!

La soltó en seguida mientras, me acarició el abdomen con ternura y me pidió mi número de teléfono para pasarme el enlace del vídeo. Me anotó en sus contactos como “Rubén Bro”, me envió un whatsapp con la porno de las siliconadas. Hombro con hombro y brazo con brazo nos masturbábamos mientras sentía como su piel se rozaba conmigo, Cristian miraba abstraído la pantalla de su teléfono y yo como él se machacaba la polla,  a veces lento y a veces como un babuino cuando penetraban a la chica, aquello era demasiado bueno. Empezó a llegarme el orgasmo un par de minutos más tarde mientras el alfa adolescente emitía pequeños jadeos muy roncos y de lo más sensual, Cristian soltó una buena lefada desde su pecho a sus abdominales mientras bufaba como verraco y yo, pasando mi brazo sobre su espalda y oliéndole la axila de cerca eyaculé sobre mi estómago.

Se levantó como un resorte después de abrazarme mientras le acariciaba el pelo, se fue al baño sin decirme nada y empezó a hablarme a gritos mientras se limpiaba el semen con mi toalla de secarme las manos.

-         ¡Bro, asómate a la ventana y dime si ya se han ido “los monos”!

-        Por lo menos desde aquí no se ve ningún policía, no sé si habrá en la calle de delante

-        Estoy seguro de que el barrio sigue estando “peligroso”… Bro, yo tengo que irme a entrenar que el sábado tengo partido, te dejo aquí mis cosas y….

-        ¿El hachís, la pesa… A eso te refieres con “tus cosas”?

-        Bro….

Esa fue su única réplica, atravesándome con la mirada con una mezcla de exigencia y tristeza, ante eso no tuve más remedio que responderle:

-        Vale, Bro, déjalo aquí

Era la primera vez que, de forma instintiva, me salía llamarlo “bro”, caí en la cuenta al ver la expresión de satisfacción en su cara.

Que dejara sus drogas y parafernalia en mi casa, buena idea, eso me garantizaba que lo iba a volver a ver muy pronto, tal y como sucedió. Unas horas más tarde recibo un mensaje de mi bro, me dice directamente y sin cortarse que está “con una amiguita” y que si puede venir a follar a mi casa. La simple idea de ver de nuevo al pibón adolescente de "El Largo", hizo que respondiera que no había ningún problema, además, que las “amiguitas” que tenía no estaban nada mal por lo que había observado en el parque de enfrente. Minutos después entraba por la puerta con una hembra de su edad y que no me sonaba haberla visto por el barrio, si me hubiese cruzado con semejante potra lógicamente me habría acordado: sin ser tampoco una modelo, estaba impresionante, para empezar: tetas grandes y culo inmenso, alta, mediría algo más de 1,75, el pelo muy lacio, de color cobrizo y con fleco y coleta, rostro ovalado, de cara iba muy pintada para mi gusto pero tampoco es que le sentara mal o la desmereciera ese maquillaje, al contrario, sus ojos marrones grandes y con nariz chata, boca pequeña pero de labios gordos, tez tostada y unos grandes aros en sus orejas. Se llamada Sara y tenía la edad de mi bro; nada más verme me miró de arriba abajo con sus grandes ojos marrones mientras asentía sonriente y me preguntó haciendo un gesto de lo más sensual con sus labios que “dónde nos íbamos a poner”.

De repente me puse muy nervioso, ver a esos dos potros adolescentes me intimidó no sé ni cómo y cuestionándome sobre la idoneidad de mi decisión, les dije que “se pusieran ellos” allí en el salón porque tenía que mirar algo del trabajo para el día siguiente. Me apabullaba, no sé si me daba miedo, tener sexo con una mujer tan joven (con chicos es otra historia) pero nada más cerrar la puerta de mi habitación ya me estaba arrepintiendo.

Escuchaba a Sara gritar como un cerdo en el matadero mientras Cristian le clavaba su polla con forma de lanza, los golpes secos de su pelvis contra su amante y bufidos cargados de masculinidad, no tardó en llegar al orgasmo, repleto de gritos de Sara y jadeos sordos de Cris. No habían pasado ni 15 segundos cuando tocan en la puerta y abren sin que me diera tiempo ni a responder.

-        ¡Bro, ya he terminado!

Cristian aún jadeaba completamente desnudo, sudando a raudales y con el pene a media erección, se había recortado también los vellos de su pubis tras el entrenamiento y su polla parecía aún más larga sobre sus huevos grandes y bien puestos. Me abrazó y apestaba a sexo.

-        ¡Ven, bro, que quiere que te la folles, vamos, bro!

-        ¡Suéltame del brazo! No me gusta el sexo así

-        ¡Bro, vienes, te la follas y a mí que me coma el rabo, que con un polvo no me da, luego se la metes por el culito y yo por delante, o al revés o las dos cosas los dos, bro!, ¡Vamos, bro, que me hace mucha ilusión!

-        Cristian…

-        ¿¡Cómo qué Cristian!?, ¡No me llames así, yo soy tu “bro”!, ¡Tu puto bro! Bro, te lo digo en serio, ven, de verdad, que quiero hacer esto contigo, hermano mayor , vamos, bro, ven...!

Cristian estaba casi pataleando como un niño chico y viendo su insistencia accedí, hacía años que no tenía sexo grupal y además de que era evidente que Sara me ponía cachondo, ver al potro futbolista en acción iba a estar muy bien.

Sara esta vez me parecía muchísimo más rica y buenorra que minutos atrás, completamente desnuda, con esa mirada magnética que me dirigió hacia ella, su pelo rojizo, lacio y largo, esos dos melones de escándalo con los pezones más grandes alargados y salidos de la galaxia, su abdomen de formas redondeadas y tatuado con una rosa entre filigranas y las letras de su nombre, sus largas piernas y ese chocho que emanaba un poder hacia mí que me dominaba completamente.

No entraré en detalles de cómo le comí ese chocho rico y ese culo de impresión a Sara, los tenía preciosos los dos, su coño grande, con los labios turgentes y un clítoris gordo y bien salido, esos glúteos duros e inmensos, firmes y bien puestos arriba, empecé a lamer su coño alargado y con los labios interiores muy prominentes mientras cada vez me ponía más cachondo, qué chochete joven y rico, qué bien sabía, me coloqué un preservativo en la punta del glande, Sara me lo fue poniendo con los labios y tras haberle hecho un buen trabajo con mis dedos y lengua hasta dejarla estremeciéndose, le metí el pene duro por su vagina exultante: el sentir las paredes de su jovencísimo coño me terminó de poner la polla al palo, empecé a darle con ritmo mientras le comía sus pezones gordos y turgentes, miraba su joven rostro, sus ojos llenos de deseo y besaba sus labios gordos y esa boquita de ensueño para entrelazar nuestras lenguas mientras sus melones me golpeaban el pecho al ritmo de mis pollazos, le seguí comiendo las tetas mientras la penetraba y noto como mi bro me acarició la espalda, lo miré, su boca, las mejillas cubiertas de acné, sus ojos grandes y oscuros como esa noche, el piercing de su ceja y los pendientes de sus orejas, una cruz en la izquierda y un aro en la derecha, me parecía el “hombre” más hermoso del mundo en ese momento y acariciando su muslo tatuado y con la otra mano magreando el tetón de Sara, me empecé a excitar hasta llegar al paraíso, rebajé el ritmo y tras unos minutos con mi polla disfrutando lentamente de aquel chocho mientras mis sentidos se deleitaban en los rasgos y formas de aquellos bellísimos adolescentes, paré un momento para seguir acariciando el suavísimo cuerpo de Sara con mi mano derecha mientras que con la izquierda bajé por el musculado abdomen de mi bro y cogiendo su polla larga y en semierección, miré a Sara y le pregunté que si le cabía una más, dudó unos instantes pero finalmente decidimos intentarlo.

Sentía la polla de mi Bro frotándose con mi polla dentro de la vagina de Sara, deslizándoseme sobre mi pene y con mi glande retozando junto al suyo, ese  rozamiento me estaba dando un placer indescriptible y desconocido hasta el momento, empezamos a meterla y a sacarla torpemente hasta que con una mirada, mi bro y yo nos coordinamos y enseguida cogimos el ritmo mientras el placer me inundaba como la rotura de una presa a un valle, sentía tanto gozo que comencé a hacer movimientos circulares mientras admiraba los bellísimos rasgos de Sara estremeciéndose en una mezcla de dolor, morbo y placer, besaba sus labios y le amasaba sus tetas con suavidad, las tenía riquísimas, gordas morenas y con los pezones oscuros y grandes, sentía también su vagina y a mi bro restregándome su pecho y sus abdominales contra la espalda y su cipote con el mío dentro del chocho maravilloso aquel; sin embargo, tuve que parar de golpe cuando Sara no aguantaba el dolor, se la saqué, mi bro me imitó aunque por su rostro de decepción supe que por él hubiera seguido empotrando; le pregunté a Sara si estaba “todo bien” y empecé a comerle ese chochete con esos labios gordos y de formas exquisitas a la vez que le hice un gesto de la mano a mi bro indicándole que le metiera la polla en la boca.

Penetré a Sara con ímpetu mientras admiraba sus tetas, su abdomen con una rosa tatuada junto a su nombre, seguí dándole con brío cuando empieza a gritar y siento como la catarata brota abundante de su vagina ¡Cómo se corría de gusto! Yo la empotraba con fuerza mientras ella gritaba de placer y cuando bajé el ritmo, comenzó a comerle la polla a Cristian. Tras unos minutos cuando el disfrute ya iba a “más de la cuenta” me la saqué para abrazarme con él, me encantaba mi bro y cada vez me gustaba más: alto, fuerte, leal, fiel, agradecido… Y sensual, acaricié su espalda, no me importaba que estuviera cubierta de acné o el intenso olor de sus axilas, al contrario. Nos miramos a los ojos y Cristian me abrazó de nuevo antes de meterle el rabo a Sara en la vagina y tras unos pingazos rapidísimos y hasta el fondo que retumbaban en la habitación, le preguntó de un susurro:

-        ¿Por el culo?

Sara me ponía los glúteos gordos y firmes en pompa delante mi cara, ese culo tendría que ser declarado patrimonio protegido, se lo devoré con ansias dándole hasta mordiscos en las nalgas que hicieron gritar a la potra mientras se comía la boca con mi bro, este, instantes después, se incorporó para agarrarme el pene con decisión, me lo dirigió hasta el culo de su amiga, me lo fue a meter observando mi glande gordo y rosado y el culo de Sara casi que con interés científico, acto seguido le introdujo dos dedos por el ano con cierta brusquedad, pero una vez dentro empezó a moverlos con maestría, le dilató el culito un poco más y mientas me masturbaba con su mano izquierda, escupió sobre la cabeza de mi glande y me la fue metiendo centímetro a centímetro en el culo de Sara, que gemía reprimiendo el grito.

-        ¡Dale, bro, dale fuerte!

No le hice caso y empecé a penetrarle el culo con lentitud acostado en mi cama, Cristian le lamía el coño, y yo, sin sacar mi polla del culo prieto y gordo de Sara, me tumbé mientras ella acostada sobre mí le ponía el chocho a mi bro en la cara. “El Largo” se agachó para comerle el coño y no tardó en meter su rabo cabezón y picudo mientras yo iba notando como el culo de aquella diosa de barrio se bombeaba por los pollazos de mi bro. Sentir el placer desparramándose todo mi cuerpo desde mi glande y como se incrementaba al roce de mi polla por las paredes del culito de Sara, que se había achicado muchísimo al estar la polla de mi bro encajada su chocho, era glorioso.

Fue un polvo lento para mí, mi hermanito se la metía como una taladradora, sentirle así en el culo de Sara ya me estaba matando de gusto y por otro lado, que tampoco quería hacerle daño por lo que tuve la polla quieta casi todo el tiempo. Finalmente le pedí mi bro que la sacara y empecé a darle con más fuerzas, el placer me sacudía desde mi cintura a todo mi cuerpo por la espina dorsal, empecé a magrearle las tetas a Sara, gordas como melones y con los pezones como aceitunas, mientras Cris el Largo me animaba, con un gesto le pedí que me abrazara y eso hizo colocándose detrás de mí mientras por instantes sentía su rabo entre mis nalgas turgentes, presioné sus nalgas contra mí para sentir su rabo en las mías, tenía el culo pequeño para su tamaño, musculoso, pero sobre todo muy duro.  Mi bro se apartó enseguida y le metió la polla en la boca a Sara mientras me gritaba que le diera más fuerte, dándome ánimos como a un equipo de fútbol.

Me corrí cuando ya el gusto no podía ir a más sobre la espalda de Sara pero y al poco Cristian eyaculó por segunda vez en las tetas de su amiga con sus bufidos roncos de siempre que ya me estaban empezando a enamorar.

Nada más terminar de follar, Cristian fue prepararse un canuto de hachís mientras Sara se vestía y se peinaba en el cuarto de baño, no podíamos dejar de mirarnos el uno al otro, sentía tal tensión sexual hacia ese potro adolescente que me acababa de regalar aquella experiencia hasta el punto de que me estaba reprimiendo mis impulsos de tocarlo, abrazarlo y decirle lo maravilloso que me parecía; sin embargo, justo cuando terminó de hacerse el canuto Sara se acercó y le preguntó:

-        ¿Vamos?

-        Ya me visto.

-        ¿Te vas?

-        Sí, bro, lo siento, me tengo que ir a mi casa, son casi las doce

-        ¿Dónde vives, hermanito?

-        A dos calles de aquí.

Me despedí de Sara besándonos apasionadamente retorciendo nuestras lenguas y de mi bro con un abrazo y, antes de acostarme, recibo un mensaje suyo:

  • Bro me lo paso superbien contigo mañana vuelvo por tu casa a buscar lo mio y a hablar tu y yo. Buenas noches q descanses TQM TuBro

Finalizaba el mensaje con un corazón, varios puños y una parafernalia de emojis. A la mañana siguiente, recibo otro mensaje de Cristian deseándome un buen día, y acompañado con una fotografía suya recién levantado y con la cara llena de legañas:

  • Buenos dias Brooooo! Q tengas un buen dia a la tarde despues de entrena voy a tu ksa mas o mnos a las 8 TQM TuBro

Llegó esa tarde después de su entrenamiento, nada más entrar por la puerta dejó su bolsa de deporte encima de la mesa, se desabrochó la parte de arriba del chándal y se quitó la camiseta mientras venía a abrazarme:

-        ¡Bro, ya estoy aquí!

-        ¿Qué tal, Bro?

-        ¡Bien, bro! Pero a ver qué tal el partido contra el San Benito este sábado. Oye, bro, me voy a duchar que estoy apestando

-        Te doy una toalla para que la uses siempre que esté aquí ¿De qué querías hablar conmigo?

Cristian puso el gesto de haber recordado algo y con cara de tener que afrontar una situación incómoda, tomo aire, titubeó un poco y empezó a hablar sin encontrar del todo las palabras que estaba buscando en su cerebro:

-        A ver, bro…. Cómo te lo digo, yo respeto a todo el mundo, bro… Y ayer… No sé, bro, hiciste una cosa rara, o… “Rara” a lo mejor no es la palabra, sino… Sino que a mí me llamó la atención, bro, y querí…

-        ¿Qué cosa?

-        Es que… Bro, cuando estabas ahí dándole fuerte por detrás a la de ayer, me cogiste mi culo y como que me pusiste mi polla en tus nalgas… Me sorprendió, bro, te lo juro.

-        ¿Te molestó?

-        ¡No, bro, no, no es eso! Es que… Rubén, tú eres mi bro, me libras de que me lleven detenido, me dejas venir a tu casa a hacer “mis cosas”, bro…..Bro, si, tú quieres mi polla en tu culo, dímelo, ¡Y yo te enchufo toda mi polla por tu culo, bro!

Continuará