El night club

Como una chica descubre a su novio en un night club y duda de si misma como amante.

Era una tarde como cualquier otra. La brisa fresca de la suave lluvia que acababa de caer y el sonido de las gotas cayendo de los árboles en la tierra daba a aquel entorno un ambiente de serenidad. Apenas se escuchaba un ruido, mi respiración y el rocío del agua.

Fui ese fin de semana a la cabaña de San Cristóbal supuestamente porque me sentía agobiada y extenuada con tantos meses de arduo trabajo. Le dije que iría sola, pues sabia que tenia mucho trabajo pendiente de su compañía y le costaría mucho esfuerzo tener que moverse y dejar trabajo incompleto. Introduje todas mis cosas en el carro lista para marcharme, entro y enciendo el carro, entonces una figura con cara de pena se posa justo en mi ventana, no hago mas que poner cara de encabronada y bajar la ventanilla.

-¿Te vas a ir?

-¡Claro! Ya te he dicho que debo salir de aquí, necesito cambiar de ambiente, siento que me asfixio.

-Entonces iré contigo. No quiero que andes sola por esas colinas, sin un hombre que te proteja.

-No. Quiero que te quedes. Yo estaré bien.

Entonces se echo hacia atrás y dejo que moviera el carro. Ni siquiera me despedí. Fue como si quisiera salir de toda mi realidad por una vez.

Realmente uno de los motivos por el que decidí irme fue por el agotamiento que mi trabajo estaba causándome, pero el motivo principal tenía que ver con algo que había visto unos días antes.

Había salido con unas amigas de la universidad, ya que mi novio y yo nos damos "días libres" para que cada cual disfrute un tiempo aparte y así refrescar nuestra relación. Una de mis amigas propuso que fuésemos a un night club donde presentan mujeres bailando eróticamente.

Siempre tuve mucha curiosidad de ir a un lugar de esos, pero nunca me atreví pedirle a mi novio que me llevase para que no fuese a pensar que era una loca, ya saben, queriendo mantener la reputación de santita.

En fin, fuimos al dichoso lugar, nos sentamos en unas sillas frente a la tarima, que se encontraban en un extremo de la misma. El lugar era un tanto oscuro, pero tenuemente iluminado por pequeñas luces plateadas y azules. La tarima tenía bombillos en los bordes y el suelo reflejaba todo lo que estuviese encima de él.

El lugar estaba repleto, no era para menos, todos los hombres de la ciudad lo visitaban y su nombre andaba en boca de todos nuestros amigos.

Decidimos pedir unos tragos antes de que empezara el show. Ya para cuando iba a salir la primera bailarina, yo estaba un poco "ligerita" por decirlo así.

Aquello fue impresionante. Como esa mujer con carnes voluptuosas pero tonificadas, con la melena larga y rubia, se enganchaba y giraba en ese tubo de metal solo con sus piernas, era espectacular. En un momento se detuvo a bailar para nosotras, recuerdo que pegó el culo tan cerca de mi rostro que no dude un instante en colocar una ficha de 500 en el tirante de su tanga.

Cuando termino la función, salio otra chica a bailar, pero esta vez, empezó por el otro extremo de la tarima. Los chicos que estaban allí sentados se veían impacientes ante esa diosa que les pegaba la chocha en la cara para retirar con destreza las fichas que estos se ponían en la boca.

A lo lejos pude notar unos rostros familiares, que por sus alaridos y gritos reconocí al instante: los amigos de mi novio.

Me puse de todos los colores y pellizque a una de mis amigas para que se levantara del asiento. Ella me dijo que seguro mi novio no andaría por ahí, que me estuviese tranquila.

Me puse de pie para dirigirme al baño cuando unos pasos más adelante dirijo la mirada donde estaban los muchachos y ahí lo vi, con cara de extasiado sobandose la entrepierna. Me detuve a mirar con atención como recorría el cuerpo de aquella mujer con sus ojos, casi como si quisiera devorarla. De repente, me envolvió un sentimiento de envidia, pero de placer al mismo tiempo. Me molestaba que admirara tan vehemente aquella mujer, cuando a mí a penas unas veces me miraba con agrado cuando me desnudaba antes de tener sexo.

Quise irme al instante de ese lugar, ni siquiera fui al baño, busqué a mi amiga y la hale por un brazo, como estaba un poco tomada supo que mi agresividad se debía a eso y tomándome por los brazos me dijo que me llevaría a mi casa. No recuerdo nada después de eso, ni siquiera recuerdo haber visto a mi novio cuando salí de aquel lugar.

Los días siguientes no podía quitar de mi cabeza la imagen de mi novio disfrutando de aquella chica en el night club. Estaba triste, confundida, porque nunca lo había visto así, con esos gestos, con esa calentura. Entonces dude de mi capacidad para seducirlo.

Decidí entonces irme por el fin de semana a la cabaña de mi mejor amiga en las montañas, quien con mucha confianza me había entregado una llave "exclusivamente para mi" para cuando necesitara disipar la mente, ya que la había ayudado mucho en problemas que había tenido y que no vienen al caso.

Mi novio ya notaba algo extraño en mí, me llamaba al móvil, me enviaba mensajes, pero yo no le contestaba. Luego se apareció en mi casa y allí en el portal le dije que me sentía mal, extenuada, que había decidido salir de la ciudad por unos días para relajarme. Entonces se quedo con cara de confundido y se despidió de mi con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Me maldije en ese momento por la impotencia de no poder decirle lo de aquella noche.

Al día siguiente me fui a la cabaña, estaba un poco nublado, pero no me importo, usaría eso de excusa para quedarme dentro y dormir todo el día. Puse mis cosas en la habitación, saque un camisón que llevaba en mi mochila y me despoje de la ropa que traía puesta, incluyendo la ropa interior. Me acosté en la cama, acomode mi cabeza en la almohada y me dormí. Debí haber dormido bastante, porque cuando abrí los ojos estaba todo en penumbras y solo se veía un reloj de mesa que reflejaba la hora en la oscuridad.

Escuche un ruido fuera de la habitación, pero no le di mucha importancia y me encamine descalza hacia la sala para ver si encontraba algún bombillo o una lámpara que encender. Estoy buscando, sintiendo las paredes para que me guiaran, caminando despacio. Doy con algo que parece un sofá.

-Debe haber una lámpara cerca- me digo a mi misma.

De repente se enciende una luz y quedo enceguecida por ella. Trato de acostumbrarme y cuando enfoco hacia un extremo de la sala, en otro sillón estaba mi novio sentado, con una sonrisa en la cara, sus piernas abiertas y un brazo detrás de su nuca. Llevaba puesto unas bermudas impermeables, un t-shirt y su gorra, calzando unos zapatos deportivos.

-Pensé que nunca despertarías bella durmiente.

-¿Qué haces aquí?- Le pregunte un poco molesta.

-¿Por qué no quisiste que viniera contigo?

-Necesitaba relajarme un poco, es todo.

-Ah sí. Veo que tu relajación incluye andar desnuda.

Entonces me di cuenta que la luz reflejaba mi cuerpo debajo del camisón. En otro momento quizás me hubiese ruborizado y hubiese corrido a la habitación a buscar algo que me cubriera, pero esta vez me sentí desafiante.

-¿Y eso qué?

-Bueno, parecería como si estuvieses esperando a alguien especial.

Entonces con cara de perra le dije: -Puede ser. ¡Pero estate seguro que no eres tu!

El semblante del rostro le cambio por completo. La sonrisa que una vez dibujaban sus labios ahora se convirtió en un gruño. Encrespó los puños de sus manos y se puso de pie.

-Entonces quiere decir que sí esperas a alguien. ¿No crees que eso es un poco descarado de tu parte?

-¡¡Eres un ridículo!! Y diciendo esto me di media vuelta para dirigirme a la habitación.

-Te molestaste cuando me viste sobandome por aquella rubia, ¿Verdad?

Me detuve, mi cuerpo se puso tenso. No sabia que decirle. Voltee mi rostro y mire como de nuevo tenia aquella sonrisa burlona. Entonces me dirigí hacia él furiosa.

-¿A ti qué te importa si me molesto o no? Eres igual que todos los hombres. ¿Y sabes qué? Por mi puedes continuar yendo y es mas, acuéstate con todas las que te calienten los huevos, porque a mi no me tocas mas.

Quise girar nuevamente para irme cuando me tomo por los brazos y acerco su cuerpo a mi espalda.

-¿Por qué te pones así? Solo estaba mirando mi amor. No pasa nada. Tu eres mi chica numero uno.

-Nunca te he visto mirarme como miraste aquella mujer.

-¿Cómo la mire?

-Con lascivia, con gusto, como si fuese un plato exquisito que vas a degustar. Me encabrona que no hagas eso conmigo. En tanto tiempo que llevamos juntos nunca me has deseado así.

No me dio respuesta. Me solté de sus manos, me dirigí a la habitación y cerré la puerta tras de mi. Me acosté en la cama y empecé a llorar. Sentí como abrió el manubrio de la y luego de entrar cerro la puerta. Se acerco del lado donde estaba recostada y empezó a sobarme los cabellos.

-Mi amor, tu no eres como esa mujer. La forma en que yo te veo es muy distinta. Tú eres buena, dulce. Te amo. Me extrañó mucho verte en un lugar como ese, y me enfureció saber que cualquier hombre pudiese estar mirándote, porque estabas muy bonita.

Aquel día llevaba puesta una minifalda blanca con un top strapless y unas sandalias de taco alto.

-Y yo sí te admiro, más de lo que crees, es solo que no te das cuenta. Tus gestos, tus cariños, son cosas que mujeres como esa no hacen.

Entre sollozos le digo – Eso no justifica nada. Por favor vete y déjame en paz.

Entonces dejo de sobar mi cabello y empezó a acariciar mis muslos suavemente.

Se acerco a mi oído y me dijo:

-NO sabes lo mucho que me excitas. Me encanta sentir como te mojas con solo tocarte.

Entonces dirigió una de sus manos a mi entrepierna y empezó a jugar con mi chocha.

-Déjame por favor. No me toques.

Pero era inútil. La manera en que me tocaba siempre me volvía loca. Introdujo dos dedos dentro de mi raja. NO pude evitar morderme los labios.

-Veo que te gusta mi amor o al menos a tu cuerpo. No puedo dejarlo con las ganas, ¿Verdad?

Luego se monto encima de mí, separando mis piernas y luego sacándose la verga por el pantalón.

-Ábrete preciosa, quiero cojerte.

Trate de empujarlo, pero era inútil. Seguía masturbándome y con una mano tomándome un muslo.

Con la otra pierna pude empujarlo, pero se equilibró y me hundió más en la cama.

-Te dije que me dejes en p….

Me soltó una bofetada que me cortó la respiración.

Empecé a llorar y le pregunte si estaba loco. Me soltó una bofetada en la otra mejilla y me quede callada.

-¿Sabes qué pasa amor? Tú eres una niñita mimada. Las niñas mimadas no son vistas con lascivia, solo estorban.

Quería matarlo. Trataba de zafarme de su cuerpo que me tenía aprisionada contra la cama, pero era inútil.

-Por favor suéltame que me estas haciendo daño.

-¡Te voy a cojer ahora! Vas a ser mi perrita y harás lo que yo te diga y cuando yo te diga. Te portaste mal yendo a ese lugar, exhibiéndote con todos los hombres que estaban allí. ¿Sabias que mis amigos te vieron de espalda y no te reconocieron? Me di cuenta que estabas allí por los comentarios que hacían de ti. Cuando mire bien me di cuenta que eras tu, pero te paraste con tus amigas y te fuiste de una vez.

-No lo hice por maldad, solo quería conocer.

-Cállate. Me soltó otra bofetada, esta vez un poco más fuerte.

-Esta bien. Dime ¿Qué quieres que haga?

Entonces se quito de encima mío y se acostó boca arriba sobre la cama.

-Desnúdate y baila para mi. Y cuidado con hacerlo mal, porque si no te pego una bofetada que te mande bien lejos.

Entonces me fui quitando lentamente el camisón aun con lágrimas corriendo por mis mejillas, hasta quedar desnuda completamente.

-Date la vuelta, quiero ver tu culo.

Hice lo que me pidió. Empecé a sentirme extraña, como si toda esa situación me estuviera excitando, pero me reprendía a mi misma por permitir que ese tipo de abuso pudiera darme algún tipo de placer.

-Eso es. Si vieras lo puta que te ves meneándote así, en el night club no dudarían en contratarte y despedir a aquella otra zorra. Con esa cara de niña pondrías a cualquiera a menearse el rabo.

No puedo negar que eso había captado mi atención. Ahora note como se sobaba los huevos y ponía aquella cara de maniático igual como lo había hecho la otra noche.

Continuará...