El negro y mi esposa, Fantasía hecha realidad.
Cuando llegué a la entrada de la terraza, me asomé a la alberca y los busqué entre las parejas que estaban bailando y al no encontrarlos creció mi excitación, pero también me invadió un sentimiento de angustia.
MI ESPOSA Y EL NEGRO, FANTASÍA HECHA REALIDAD.
Este es el cuarto relato que escribo, y trata como dos de los anteriores, de la forma en que permití y también disfruté que otros se acostaran con mi esposa.
El tiempo que me he tardado entre relato y relato, es porque todos han sido sucesos reales, obviamente con los cambios necesarios de nombres, fechas y lugares, por obvias razones.
Como dice Joaquín Sabina en su canción, “vivimos en un pueblo con mar”. Mi esposa Lola y yo tenemos 8 años de casados, ella es 10 años menor que yo, y en la actualidad tiene 35 años cumplidos.
Tiene un cuerpo bastante estético, unas piernas hermosas, y entre todo lo bueno que tiene, destacan sus hermosos y grandes senos, los cuales por cierto, nunca pierde la oportunidad de mostrarlos con escotes de miedo, porque sabe que a mí me encanta, y me excita al ver la cara de los amigos y conocidos cuando se le quedan viendo, sin poder levantar la vista de tan hermoso espectáculo, pues hay veces en que casi deja que se le asomen los pezones.
Desde que nos casamos mi esposa y yo hemos tenido una vida sexual bastante activa, ella es mi segundo matrimonio, y de ahí se explica La diferencia de edades.
Desde hace algún tiempo, había tenido la obsesión de verla acostarse con otro hombre, y ya se lo había comentado en varias ocasiones.
Cuando hacíamos el amor, y cuando tocaba el tema, su excitación era enorme, lo cual constataba al tocarle la vagina y sentir lo mojada que se ponía.
Al principio cuando le mencionaba que quería verla coger con otro, me decía que estaba loco, pero aun así se excitaba y se mojaba toda.
Y así casi cada vez que hacíamos el amor le decía que así me gustaría que se la cogieran y la ponía frente al espejo y le decía que me imaginaba que la estaba viendo coger con otro. La excitación de los dos era tal, que siempre terminábamos en un orgasmo explosivo. Y cuando la estaba penetrando siempre conseguía que me dijera que si se iba a dejar coger por otro para complacerme, aunque después, fuera de la cama y sin estar en el punto preciso de la excitación ya nunca tocábamos el tema.
Después de algún tiempo de realizar estas prácticas calenturientas en la intimidad, y de insistir en mis intenciones de verla con otro, Lola por fin accedió a complacerme totalmente, a cambio de que fuera con alguien de confianza, en el sentido de la higiene y también alguien atractivo para ella, y lo principal, que fuera una persona discreta, pues no queríamos que los vecinos, amigos y mucho menos nuestros familiares, se enteraran de esta práctica “aparentemente” tan poco común.
Podrían pensar que nos fue fácil encontrar a alguien para este propósito, pero resultó lo contrario, Había veces en que pensábamos que ya teníamos al elegido, pero después de analizarlo bien, le notábamos algún “defecto” o algún detalle que no nos gustaba y cancelábamos el plan.
Pasaron un par de años antes de poder llevar a cabo la fantasía, pero la oportunidad se dio sin buscarla, pues yo trabajo en el negocio de la construcción y tengo un amigo ex compañero de la facultad con el cual trabajamos juntos en varios proyectos, el Arquitecto Horacio.
En esta ocasión se trató de una casa que construimos a la orilla del mar, y en la cual yo participé como calculista para hacer la cimentación y todo el armado de la estructura de acero. Mi amigo y yo diseñamos y construimos casas ecológicas autosustentables y respetando el ambiente natural del terreno, para después venderlas al mejor postor que por la ubicación, el diseño y el costo, casi siempre son extranjeros.
Pues bien, cuando la obra finalizó mi amigo hizo como era su costumbre, una especie de inauguración, lo cual además de servirnos para festejar, servía también para invitar a posibles compradores y vendedores de bienes raíces a que conocieran la casa y de esta manera, venderla mas rápidamente.
El día planeado para el evento llegó y yo como siempre lo hago, fui acompañado de mi esposa, la cual se vistió como siempre con un escote de miedo que dejaba ver la mitad de su hermosos senos, y su maravilloso cuerpo cubierto apenas con un short cortito, que por lo ceñido al cuerpo, no dejaba casi nada a la imaginación, recuerden que vivimos en una ciudad a la orilla del mar y esta ropa es común en el lugar.
Cuando llegamos ya estaban ahí el Arquitecto, y algunos invitados degustando vino, cerveza y algunas botanas dispuestas en una mesa redonda al centro de la terraza con una estupenda vista al mar.
De entre todos los invitados, destacaban por la atención que recibían de parte de mi amigo, una familia de canadienses negros, que mi amigo Horacio nos presentó como el señor Johnson, su esposa, ambos entre los 60 y 65 años de edad, y su hijo Ralph de unos 26 años aproximadamente, medía 1.85 de estatura, bien vestido con ropa de marca, y con un cuerpo sumamente musculoso, obviamente trabajado en el gimnasio. En resumen, un tipo muy atractivo para cualquier mujer.
Supongo que como sucede con nosotros los hombres al ver a una mujer hermosa, no podemos disimular la mirada, de igual manera le sucedió a mi esposa, quien se notó que quedó impresionada con el negrito, o más bien debería de decir con el negrote Ralph.
En fin, nos integramos a la reunión pero como a mi esposa le gusta checar a fondo las casas que construimos para darme su opinión, la llevé a dar un recorrido por las habitaciones, cocina, garaje, etc. Y mientras pasábamos a la recamara de visitas le comenté que había notado como se le quedó viendo al negrito, y le dije en tono sarcástico ¿Te gustó el negrito verdad, te lo echarías? A lo cual me contestó con un codazo, cállate cochino, deja de decir tonterías, a lo cual solo me quedó hacer un gesto y decir mmmmmm ¡¡casualidad!!
La tarde transcurrió sin novedad, la plática en general se centró en la crisis económica mundial y en el tema de la inseguridad, pero después de las 6 de la tarde la mayoría de los invitados se empezaron a ir, quedando solamente unas 15 personas, entre las cuales se encontraba la familia de canadienses, que por cierto al Señor Johnson y su esposa al igual que a todos los que departíamos alegremente, comenzaban a notársenos los tequilas, cervezas y vinos tintos que nos tomamos en el transcurso de la larga y placentera tarde que había transcurrido, mientras su hijo se aburría de lo lindo, recargado en el cristal templado que sirve de barandal de la terraza con vista al mar y a la alberca.
Como había música de CD. Y ya había oscurecido, el ambiente a media luz se prestaba para ponerse romántico, y mi esposa y yo empezamos a bailar a la orilla de la alberca junto con otras dos parejas, música tropical pero suave, y ahí me di cuenta de el efecto que la bebida ingerida ya había hecho en mi esposa, que cuando se pone así, se me pega al cuerpo a la hora de llevar el ritmo, y yo aprovechando la situación de erotismo provocada por el ambiente y el alcohol, acerqué mi boca a su oído y dándole un lengüetazo le dije que me haría la persona más feliz del mundo si se cogiera al negrito. Y ella pegándose más a mi cuerpo, y restregándome los senos en mi pecho, se acercó a mi oído y me dijo en voz baja: ¡¡estás loco, cállate!!.
Inmediatamente arremetí y le dije que me encantaría, que era la oportunidad y el tipo perfecto para hacerlo, ya que lo más probable era que no lo volviéramos a ver nunca después de esa ocasión.
Mi esposa me seguía diciendo que no, que dejara de decir tonterías, pero su boca decía que no, pero su expresión corporal me decía que también se moría de ganas de estar con el negrito, pues cada vez se pegaba más a mí, como queriendo restregarme todo su sexo.
Le dije que ella también lo estaba deseando, y que después se arrepentiría de no hacerlo, pues era la ocasión que siempre habíamos esperado, y le repetí que me haría el hombre más feliz del mundo si se dejaba coger, después de lo cual en un movimiento quirúrgico, le metí la mano dentro del pantalón y cuál fue mi sorpresa al encontrarme su vagina completamente inundada de la excitación, y al tocarla solo pegó un brinquito e hizo una exclamación de placer.
Por primera vez no me dijo que no, se acercó a mi oído y me dijo: ¿y tú crees que quiera hacerlo conmigo? A lo cual le respondí casi enojado, que si no se daba cuenta como la veía desde que llegamos, estoy seguro que le encantas, no te quita la vista de los senos, tu solamente baila con él como lo estás haciendo conmigo y listo.
Se pegó de nuevo a mi oído y me susurró ¿pero aquí? Hay mucha gente.
Le dije que era el lugar y el momento ideal, que iba a llamar a Ralph para que bailara con ella a ver cómo reaccionaba, mientras tanto yo iría a comprar cigarros o algo para dejarlos solos y el negrito se sintiera mas en confianza y así se animara a accionar, y después el plan era que Lola lo invitara a recorrer la casa y una vez estando solos en algún lugar, pasara lo que queríamos, y también le dije que lo intentáramos y si se hacía, perfecto, y si no pasaba nada pues ni modo.
No esperé respuesta de Lola, y separándome de ella caminé hasta donde estaba Ralph y le dije con mi casi excelente inglés, que mi esposa quería bailar y yo tenía que hacer algunas cosas, que si me hacia el favor de bailar con ella, a lo cual accedió inmediatamente, pues además vio la oportunidad de salir del aburrimiento en el que se encontraba.
Empezaron a bailar y mi esposa lo abrazo y se re pegó a él así como estaba conmigo. Ni siquiera me dio tiempo de salir de la terraza y ya el negrito tenía una enorme erección, dando muestra a decir del bulto en su pantalón del tamaño de miembro que se cargaba, negro al fin.
Antes de salir me acerqué a ellos y pegando mi boca en el oído de mi esposa le dije, me encantas, estoy excitadísimo y quiero que cuando regrese ya estés en alguna recamara cogiéndotelo, ¿ya sentiste el vergón que tiene? Y después me retiré diciéndole a Ralph: te la encargo, me voy a tardar un poco.
Subí las escaleras rumbo al garaje y salí a la calle, sin que aparentemente nadie de los invitados lo notara, ahí me hice el tonto un lapso de 20 minutos aproximadamente, durante los cuales mi miembro permaneció erecto al punto de reventar, imaginándome la escena de mi esposa bailando con el negrito y también me los imaginaba caminando rumbo a alguna recamara, no me masturbé en ese momento, solamente porque tenía la esperanza de verlos y hacerlo en frente de ellos.
Después de este tiempo, entré otra vez a la casa pensando en que lo más probable es que los encontraría sentados cada quien por su lado, o aun bailando, pues todavía tenía dudas de que mi esposa se atreviera a llevar a cabo el plan.
Cuando llegué a la entrada de la terraza, me asomé a la alberca y los busqué entre las parejas que estaban bailando y al no encontrarlos creció mi excitación, pero también me invadió un sentimiento de angustia, me imaginaba a mi esposa desnuda con el vergón del negro adentro, y mi preocupación era que yo me estaba perdiendo el espectáculo que soñé por tanto tiempo.
Entré a la casa con la esperanza de encontrarlos en algún pasillo, pero no fue así. Recorrí la parte baja en donde está la cocina, el cuarto de televisión la sala y el comedor sin tener resultados.
A cada paso que daba mi excitación crecía, así que subí a las recamaras con la esperanza de poder encontrarlos y poder ver algo del show.
La primer recamara estaba abierta y con la luz apagada, así que me desplace a la segunda encontrando lo mismo, la puerta abierta y la luz apagada, lo mismo pasó con la tercera recamara, así que solo quedaba la opción de la recamara principal, que es la más grande, con baño vestidor y jacuzzi. La luz estaba encendida, pero la puerta estaba cerrada con llave.
Pegue mi oído a la puerta con la esperanza de escuchar algo, pero fue inútil, así que me dí la vuelta y entré a la recamara 3 que tiene un balcón adjunto a la recamara principal, desde donde me salté, me asomé y pude ver lo que ocurría adentro.
Mi esposa estaba de rodillas con la verga negra, venosa y enorme del negro en la boca.
El negrito Ralph la tenía agarrada del cabello y jalaba la cabeza de mi esposa hacia su miembro, permitiendo con esto que casi toda su verga, entrara en la boca de mi mujer, que si bien la tiene grande, no era lo suficiente para contener en su interior a semejante animalón.
Ella se veía feliz, con los senos enormes de fuera, a los cuales el negro les metía mano de vez en cuando estrujándolos con sus enormes manos. El negrito estaba excitadísimo, mi esposa estaba excitadísima y yo estaba más excitado que los dos juntos viendo esa increíble escena.
Lola estuvo mamándosela el negro por un lapso de 20 minutos, durante los cuales yo me pasé sobándome la verga y a punto de venirme.
El negrito se empezó a contorsionar haciendo gestos de satisfacción, y sin ningún aviso se vino en la boca de mi mujer, la cual trato de sacárselo, pues nunca le ha gustado que eyaculen en su boca, pero el negrito no la soltó del pelo y le lleno la boca de semen, ocasionando que mi esposa estuviera a punto de vomitar, cosa que no pudo hacer, por la lógica de tener la boca llena con una verga enorme, así que terminó no solo por tragarse todo el semen del negro, sino que se lo lambió todo dejándolo limpio y brillante.
Pero eso no iba a ser todo, un negro viril de 26 años y deportista, tenía para mucho más.
La verga no se le bajó ni una pizca, empezó a agarrarle la vagina a mi esposa metiéndole un dedo y sobándole el clítoris, al mismo tiempo le empezó a morder los senos. Mi esposa estaba excitadísima esperando el momento de ser penetrada por esa verga negra que en ese momento ya deseaba tanto.
Ralph la acomodó en la cama y poniendo las piernas de mi esposa en sus hombros, le introdujo el duro pedazo de carne de más de 20 centímetros, en el interior de la vagina, al mismo tiempo mi esposa emitió un gemido mezcla de dolor y placer, como nunca en todo el tiempo que habíamos mantenido relaciones lo había hecho.
En ese momento debido a la excitación provocada por la escena que estaba viendo, no lo pensé dos veces y entré por la puerta del balcón al interior de la recamara, la primera que me vio fue mi esposa, yo estaba con la verga en la mano masturbándome, se excitó más y me dijo que me acercara.
Me acerqué y le dije a Ralph en ingles: no te preocupes sigue que yo solo quiero ver cómo te coges a esta perra, hazle lo que quieras que le encanta la verga.
Me acerque a mí esposa le di un beso en la boca que me supo a verga y semen de negro y después me acerqué a su oído y le pregunté: ¿Te gusta cómo te están cogiendo mi amor? Porque yo estoy súper excitado y feliz de ver cómo te está metiendo la vergota este negro.
Mi esposa me dijo gimiendo que le encantaba y que quería que yo se la metiera también. Me agarro el pené, se lo metió en la boca empezó a darme unas mamadas que casi me lo arranca. No tardé más de 2 minutos y me vine riquísimo en su boca, nuevamente trató de sacárselo, pero le dije que si se había tragado los del negro, se iba a tragar los míos también, y a regañadientes, pero así lo hizo.
Me levanté y me subí los pantalones, mientras tanto el negrito se la siguió cogiendo, pero después de un rato se la sacó, la volteo de espaldas poniéndola en cuatro, y se la metió otra vez, mi esposa no cabía de gozo con ese trozo enorme adentro.
Yo, les dije que los dejaba solos, que iba a la terraza para que no sospecharan nada, y que allá los esperaba, que se tomaran su tiempo, que yo les avisaría si alguien preguntara por Ralph, y le repetí que le hiciera a mi esposa lo que quisiera, que era una putita que le encantaba la verga y que se la podía meter por todos lados. Salí y cerré la puerta nuevamente con seguro dejándolos solos disfrutando del momento.
Llegué a la terraza y todos estaban en las mismas, bailando, tomando y platicando, solo que mucho más ebrios que antes. Mi amigo Horacio al verme, me preguntó por mi esposa y le dije que la había dejado descansando en una de las habitaciones. De Ralph ni se acordaban, tal vez pensaban que estaba en la alberca, porque nadie preguntó por él. Así que tomé una cerveza y me senté a ver el paisaje, pero con la mente puesta en la escena de lo que estaba ocurriendo en la recamara principal con el negro y mi esposa.
Después de casi una hora subió mi esposa Lola acompañada del negrito, quien la traía agarrada de la cintura. Al llegar hasta donde yo estaba, Ralph me dio las gracias, me dijo que la había pasado muy bien y que mi esposa era extraordinaria, una latina fogosa como ninguna, a lo cual yo le agradecí a el por “el favor” que nos había hecho. Mi esposa me pidió una cerveza y yo traje dos, una para Ralph y otra para ella, que se la tomó casi de un trago, le dije que si ya nos íbamos a la casa y me contestó que no, que había quedado de enseñarle a bailar a Ralph, así que después de tomarse otra cerveza y otro tequila cada uno, se pusieron a bailar otro rato.
Ahora ya sin disimular, el negro le agarraba las nalgas y le restregaba la verga a mi esposa sin ninguna inhibición, nadie en el lugar se daba cuenta, pues los estragos del alcohol y el ambiente en penumbras no se los permitían.
Mi amigo Horacio fue el único que se dio cuenta y se acercó a mí, pensando que me iba a molestar por la escena, y me dijo que no le dijera nada al negrito, que así estaban acostumbrados a bailar en Canadá, y que todo fuera por los negocios, que el papá de Ralph ya le había hecho la promesa de compra de la casa, y no quería que el negocio se nos cayera por ningún motivo. Yo solo me reí y le dije que no se preocupara, pero pensaba: si supieras la cogida que le acaba de dar este pinche negro a mi mujer.
Finalmente se cerró el trato, el Señor Johnson compró la casa, y ahora cada vez que vienen de vacaciones con su hijo, que es una vez al año, le llevo a mi esposa para que le meta esa vergota negra que tanto le gusta.
A veces la dejo pasar la noche entera con él. En una ocasión Ralph vino con dos amigos de Canadá y se cogieron entre los tres a mi esposa, haciéndola gozar como nunca en la vida se imaginó.
De esta manera todos estamos felices; mi esposa feliz de que venga el negrito en las vacaciones y se la coja riquísimo con esa verga enorme, el negrito feliz de tener a una putita buenísima y cachonda a quien cogerse en las vacaciones en México, y yo feliz de saber que a mi esposa la está llenando de leche y haciéndola gozar un negro que se ha convertido en una persona de absoluta confianza para nosotros.
Desde ese día nuestras sesiones de sexo como pareja son más frecuentes, y cada vez más intensas, mi esposa está feliz y realizada como mujer, y yo al igual que ella estoy feliz de haber dado este paso , que contrariamente a lo que se pudiera pensar, nos ha servido para fortalecer mucho más nuestro matrimonio, pues nunca pensamos en otras personas para salir o tener sexo, solo esperamos la época de vacaciones para que venga Ralph a satisfacernos a cada quien a su manera.