El negro cubano

Conocí a un negro cubano en una app de ligoteo que me dio uno de los mejores polvos de mi vida.

Dedicado a Samuel, que me ha animado a escribir de nuev o ☺

Hacía tiempo que no escribía ninguna de mis experiencias. La pandemia y otras circunstancias han hecho que haya estado todo un poco más parado…

Pero hoy vengo a contaros una experiencia que he tenido hace un par de meses y que me ha dejado uno de los mejores polvos de mi vida. Así como suena.

En el mes de abril la empresa me cambió de lugar de trabajo. Ya sabéis los que habéis leído los relatos anteriores que mi relación con las app de ligoteo va y viene… La verdad es que hace meses que las tengo pero son contadas las ocasiones en las que he quedado. Entre unas cosas y otras… El caso es que al estar en una zona nueva quise investigar a quién tenía cerca y las posibilidades de poder echar un polvo o al menos, comerme una polla.

Pasaron varios días de conversaciones intrascendentes con varias personas que no llevaron a nada. Un día, a la hora de la comida vi un perfil que ponía “Nuevo” y en la descripción, “negro”. Escribí, intercambiamos fotos y la verdad es que nos gustamos. Estaba a 500 metros de mi centro de trabajo y tenía un rato después de la comida así que le comenté si me daba el postre… Accedió y me presenté en su piso. Reconozco que fui con miedo. No sabes lo que te vas a encontrar detrás de la puerta. Pero lo que vi cuando se abrió fue un negro cubano imponente, de una altura de 1.80 cm aproximadamente, grandote y con unos brazos y unas piernas que tela… Llevaba una camiseta de tirantes y un pantalón corto de chándal sin calzoncillos (aunque eso lo descubrí más tarde).

Nos saludamos y pasamos al salón. Nos fundimos en un apasionado beso y cuando palpé su pantalón de chándal aluciné. Sin estar en su esplendor, era una polla gruesa y pensé en cómo me cabría en la boca… pero la necesidad era grande…

Me arrodillé y la bajé los pantalones. El rabo era tremendo. No por largo sino por el grosor que tenía. En su conjunto diré que era una polla hermosa. Hay rabos enormes que son grandes pero no son bonitos… ¿se entiende lo que digo?.

Me deleité todo lo que quise lamiendo ese cipote y sobando los huevos que le colgaban mientras él no dejaba de acariciarme la cabeza, la espalda y los brazos. Fue un gesto que me gustó.

Me incorporó y volvió a besarme con esos labios carnosos y esa lengua juguetona y me agarró el culo con fuerza, arrimándome hacia él. Yo ya tenía la ropa quitada para estar como él, y me giró y empezó a restregarse contra mi culo y a sobarme el pecho. El tío estaba a mil y yo estaba a mil también. Pero ni tenía tiempo, porque tenía que volver al curro, ni se daban las circunstancias para que me follara así por las buenas, así que volví a agacharme a disfrutar de semejante rabo mientras él no paraba de jugar con mi culo y mi agujero hasta que me dijo que iba a correrse. Quise apartarse pero ese manjar lo quería en mi boca… Ufff. 7 u 8 trallazos que llenaron mi boca de lefa mientras él convulsionaba en una imagen que me encantó…

Tras limpiarnos y una cierta tensión post mamada, nos despedimos y volví al curro. Al rato, a pesar de que pensaba que me bloquearía, le escribí y le dije que había sido lo mejor del día con mucha diferencia. Estuvimos charlando un buen rato y bromeando y quedamos en intentar vernos otro día.

Voy a ahorraros las circunstancias personales del chico y las mías pero os diré que no podíamos usar de nuevo el piso en el que vivía así que tras ajustar agendas (…) decidimos pillar un hotel a las afueras de Valencia y pasar el sábado por la tarde allí.

Quedamos después de comer y lo recogí en una parada de metro. El trayecto hasta el hotel fue muy ameno y cuando puse mi mano en su pierna, enseguida me cogió la mano. Llegamos al hotel, nos registramos y subimos a la habitación. Una vez dentro, nos fundimos en un morreo intenso y largo mientras él me iba quitando la ropa. Me invitó a tumbarme en la cama y tras quitarse la ropa, se puso encima de mí. Empezó a besarme el cuello y el pecho mientras yo acariciaba su espalda y notaba cómo iba creciendo su bulto.

Después, le invité a tumbarse y empecé a lamer literalmente su cara, baje por el pecho, las axilas, los brazos, la tripa… hasta llegar a su miembro. Sin usar las manos, empecé a lamer desde los huevos y la base de la polla hacia arriba mientras él sólo soplaba y yo me deleitaba con su glande. Tras un rato, abrí bien la boca y empecé a metérmela poco a poco hasta que me la tragué entera. Estuve así hasta que me ahogaba y empecé a sacarla y volví a metérmela toda. Disfrutaba tanto de su polla que no me di ni cuenta de que empezó a jugar su sus dedos en mi culo. Yo acerqué el culo hacia él para que pudiera acceder mejor y así siguió jugando. Después me hizo tumbarme boca abajo y levantar un poco el culo. Recorrió con su lengua toda mi espalda haciéndome que me estremeciera hasta que llegó a mi culo y… Uffffff. Me lo comió como hacía tiempo que no me lo comía nadie, os lo digo de verdad.

Fue alternando la boca y algunos de sus dedos para que dilatara y en ese momento, al ver su rabo duro, pensé que no sería capaz de soportarlo en mi culo. Afortunadamente, él sabía cómo hacerlo. Es cierto que me costó y probamos en diferentes posiciones pero al final (como él me había dicho que sería más fácil a pesar de mis reticencias), con mis piernas en sus hombros y mirándole a la cara, conseguí que entrara todo su rabo en mi culo.

Voy a detenerme un momento en explicar que me sorprendió lo cariñoso que fue, especialmente en ese momento. El cuidado que tuvo y lo delicado que fue para que yo no sufriera. Un amigo latino dice que es simplemente porque este chico era latino, y ellos son así de educados y cariñosos. Es posible…

El caso es que, una vez mi culo se acostumbró a su polla, disfrutamos de una larga sesión en la que me folló de todas las maneras posibles. A cuatro patas, con mis piernas encima de sus hombros, de lado, conmigo encima…

Me dejó un poco descolocado pero reconozco que luego me encantó que cuando estábamos en mitad de la faena se retiró, se acostó en la cama, y tras quitarse el condón, me dijo: “Bueno vamos a hablar un poco de nosotros, ¿no?”. Lo pienso ahora y me meo de la risa, pero en ese momento me dejó descolocado. Estuvimos hablando un poco sobre nuestra vida (sólo nos habíamos visto una vez) y terminé con mi cabeza en su pecho mientras él no dejaba de acariciarme.

Por un momento, pensé que el sexo se habría terminado ya, que estaría cansado o algo… Pero nada más lejos…  En un momento determinado y sin que me lo esperara, se puso encima de mí y volvió a empezar todo. Mi culo estaba con ganas de más polla cubana y no mostró reparos cuando volvió a penetrarme. Me estaba haciendo gemir de placer con esas embestidas y esa mirada que me follaba sólo con los ojos. Estuvimos así un buen rato hasta que no pudo más y, tras quitarse el condón, se corrió en mi tripa y en mi pecho. Cuando se recuperó, fue a por papel para limpiarme y después se acostó y puso su cabeza en mi tripa.

Esta vez apenas nos dirigimos la palabra. Pero la sensación de tenerlo entre mis brazos fue como si nos conociéramos de mucho tiempo, y de una paz tremenda.

Al cabo de un rato, con ese acento cubano maravilloso me miró y me dijo: “Chico, ya que tenemos la habitación, habrá que aprovecharla, ¿No?”. Y vino a besarme de nuevo. Reconozco que esta vez dejé que él tomara (más) la iniciativa. ¿Así?, pues así. ¿Ahora de esta manera?, pues de esta manera. Me hizo suyo de mil maneras y disfruté como nunca teniéndolo dentro de mí.

No recuerdo a cuál de los dos se le ocurrió terminar el polvo en la bañera, así que allí que nos fuimos. No sé cómo harán en las películas pero lo cierto es que fue un poco incómodo, pero nos sirvió para reírnos muchísimo. También me embistió de una manera tremenda aún con el riesgo que teníamos de caernos. Finalmente se quitó el condón y se corrió en mi pecho y en mi cara mientras yo tiraba toda la tensión acumulada en forma de lefazos que fueron a parar a sus piernas.

Nos besamos de nuevo y nos dimos una ducha, enjabonándonos mutuamente. Al salir nos vestimos, recogimos nuestras cosas y dejamos el hotel.

Nos vimos un par de veces hasta que tuvo que marcharse al norte (donde vivía de manera regular). Una de ellas fue para tomar algo y enseñarle sitios de Valencia. La otra fue otro polvazo en la casa en la que vivía.

Al final tuvo que marcharse y no pudimos despedirnos. Hemos hablado por whatsapp algunas veces pero ya se sabe que con la distancia se va enfriando todo bastante. En  uno de los últimos mensajes prometimos no olvidarnos. Desde luego yo, no pienso hacerlo.

(Creo que me ha quedado un poco largo pero he preferido contarlo todo en un solo relato. ¡Disculpad!)

Cualquier comentario o sugerencia, será bienvenido como siempre. Aquí o en el correo ☺

Tom