El negocio familiar (5)

El tercer día la fui vigilando...

El tercer día la fui vigilando, esperó a que todos mis compañeros fueran a hacer el descanso y cuando no había nadie en el comedor fue ella, supongo que pensaba que yo también había ido, entré por la puerta que daba a su espalda con cuidado y cuando se dio cuenta estaba sentado delante, me miró sorprendida dejando de masticar.

YO: ¿Me lo parece a mí, o me estas evitando?

CARLOTA (medio atragantada): ¿Yo?

YO: Sí, tú, lo mismo me dijiste a mí no hace mucho tiempo.

CARLOTA: Es que me estabas evitando.

YO: Igual que tú ahora a mí.

Se quedó callada mirando para abajo.

CARLOTA: Me parece que será mejor que vuelva al trabajo.

Hizo la intención de levantarse y le agarré una mano volviéndola a sentar.

YO: ¿De verdad me vas a dejar así, no piensas hablar nunca más conmigo?

No le soltaba la mano pasándole el dedo pulgar por encima, me miró a los ojos.

CARLOTA: No creo que este sea el mejor sitio para hablar.

YO: Pues eso, quedamos para tomar algo y hablamos tranquilamente sin prisas.

Intentó levantarse otra vez y yo volví a hacer fuerza en su mano para que se sentara.

YO: Venga va, se valiente y queda conmigo, para tomar algo, que no te pido nada más.

Se quedó pensando intentando no mirarme a los ojos, yo le seguía la mirada de un lado al otro moviendo mi cabeza, se le escapó una risilla…

CARLOTA: Vale sí, ¿a qué hora te va bien?

YO: A la que tú quieras, dime hora y sitio y allí estaré.

Quedamos en el bar de siempre sabiendo que ese día no habían preparado ninguna salida los compañeros, le solté la mano y ella se levantó despacio sin dejar de mirarme a los ojos, empezó a caminar y giró la cabeza.

CARLOTA: No me dejes colgada esta noche.

YO: Sabes que no lo voy a hacer.

Me miró con aquella sonrisa arrebatadora que tenía y se fue.

Salimos aquella noche, pero la cosa no fue precisamente como yo me esperaba, pedimos dos cervezas y nos sentamos en una mesa que ella escogió, solo apoyar el culo en el asiento…

CARLOTA: Rafa, siento mucho si te he dado a entender algo que no es así, yo estoy muy bien con mi novio, de hecho estamos buscando fechas para casarnos, creo que tú te estás haciendo unas ilusiones que no son realistas.

Me dejó patidifuso.

YO: La única ilusión que me había hecho era tomar algo contigo y hablar un rato.

Y una mierda, me quedé tan mal que no tenía cojones de decirle todo lo que me había preparado para tirarle la caña.

CARLOTA: Pues me alegro de equivocarme, me sabía tan mal pensar que tú querías algo más que amistad conmigo que no sabía cómo decírtelo.

YO: Pues no te preocupes que lo has dicho muy bien.

Menudo chasco me acababa de pegar la niña.

Estuvimos hablando y riendo, me sentía volviendo a la casilla de salida por haber caído en la calavera en el juego de la Oca, que desastre. Cuando acabamos nos despedimos con dos besos y me fui para casa pensando que no me rendiría tan pronto y seguiría con mi empeño, para estudiar no le ponía mucho, pero para conseguir a una chica como ella no se me iba a acabar nunca el tesón.

Pasaron los días y al llegar una mañana me vino a buscar Antonio.

ANTONIO: Escucha Rafita, esta mañana vas tú a hacer el reparto, en la lista esta tú cuñada Carmen, creo que estarás toda la mañana fuera, tómatelo con calma y ayuda a los clientes en todo lo que te pidan, deja siempre bien el nombre del supermercado.

YO: Por supuesto Antonio.

Tenía unas cuantas casas para llevarles la compra, dejé la de mi cuñada para el final y me presenté en la puerta llamando. Me abrió ella mirándome sorprendida.

CARMEN: Rafa, ¿cómo es que me traes tú hoy la compra, tan mal te trata tú padre que te tiene como el último mierdecilla?

Yo le sonreía.

YO: Ya sabes, hay que empezar desde abajo para conocer el negocio.

CARMEN: Sí claro, anda pasa con las cajas.

YO: ¿Te ayudo a poner las cosas en su sitio?, ya no tengo que hacer ningún viaje más y se está mejor aquí que en el almacén.

Me miró por encima del hombro como solía hacer.

CARMEN: Cómo quieras, por mí mejor.

Entramos en la cocina y dejé la caja encima de la encimera, salí a la puerta y cogí la otra entrándola también. Ella sacaba productos y los apilaba según le parecía, entonces me iba indicando, estos de aquí mételos en aquel armario, estos otros en aquel de allí, así hasta que me dijo que los tenía que guardar en un armario bajo, habían bastantes cosas que guardar así que me senté en el suelo con el armario abierto ordenándolo poco a poco, Carmen llevaba puesto un vestido muy bonito y cortito, estando sentado en el suelo sobre todo cuando ella se levantaba un poco para meter en un armario alto alguna cosa se le levantaba y le veía las bragas por debajo, que culo tenía la tía, como no podía ser de otra manera de tanto mirar me pilló con todo el equipo.

CARMEN: ¿Pero qué haces guarro?

YO: Lo siento Carmen, perdóname.

Me levanté rápidamente mirándole a los ojos.

YO: Lo siento de verdad, supongo que ya sabes que lo dejamos con mi novia y voy un poco despistado.

Me miró que por primera vez me pareció ver que se apiadaba de mí.

CARMEN: Venga va, iba a prepararme un vermut, ¿quieres uno tú también?

YO: Si tienes una cerveza mejor.

Me dijo que me la cogiera yo mismo del frigorífico, ella se preparó su vermut con hielo y aceituna, que pija era, nos sentamos en el salón.

CARMEN: Dime Rafa, ¿estás bien por lo de tu novia?

YO: Sí Carmen, cada día un poco mejor, pero estaba acostumbrado a ciertas cosas que ahora hace tiempo que no tengo y por eso lo he hecho, no he podido evitar mirar a una mujer guapa como tú con ese vestidito tan bonito y sexi.

Me miraba sonriendo levantando la cabeza, pavoneándose de lo bien que le había sentado que le dijera aquello.

CARMEN: A veces por el hecho de tener pareja no creas que lo tienes todo.

YO: No te entiendo, ¿qué quieres decir?

CARMEN: Que tu hermano y yo llevamos mucho tiempo juntos y a mí me pasa como a ti.

Ya sabía por dónde iban los tiros pero me hice el loco.

YO: ¿Qué?

Giró un poco la cabeza pensando.

CARMEN: Que tú hermano hace tanto tiempo que no me toca que ya no me acuerdo cuando fue la última vez.

YO: Pues que mal estamos los dos.

Se acercó la copa a los labios para dar un sorbo.

CARMEN: Ya ves.

Me parece que fue la conversación más interesante que había tenido con ella hasta ese momento.

YO: Si puedo hacer algo por ti, no dudes en pedírmelo.

Me miró pensando, creo que estaba dudando si le estaba tirando los tejos o se lo decía inocentemente.

CARMEN: Igualmente Rafita, si te puedo ayudar dímelo.

Adelanté el culo en el asiento acercándome más a ella.

YO: ¿De verdad harías algo por mí?

CARMEN: Si te puedo ayudar en algo, ¿por qué no?

Dudaba si decírselo, ella estaba esperando que hablara y a mí no me salían las palabras.

CARMEN: Venga chico déjalo ir ya, ten confianza conmigo, al fin y al cabo somos familia,

YO (nervioso): Tú, me, tú, me darías tus bragas.

Se levantó de golpe dando un pequeño grito.

CARMEN: Pero que guarro eres Rafa por Dios, anda vete ya, que seguro que se te hace tarde.

Fui a recoger las cajas a la cocina, me esperaba con la copa en una mano y la puerta abierta en la otra, salí y la cerró detrás de mí, me fui con una sonrisa.

Durante aquellos días tuve que perseguir un poco a Carlota si quería estar con ella, pero no perdí la esperanza, aproveché otra salida con los compañeros para hablar con ella.

YO: ¿Vendrás esta noche con todos a tomar algo?

CARLOTA: No lo sé.

YO: ¿Estarás con tú novio?

CARLOTA: No, está de viaje de trabajo, como casi cada semana.

YO: Pues vente mujer y te distraes un rato, ¿o lo haces porque voy yo?

Me miró a los ojos.

CARLOTA: Si tú no fueras sería más fácil.

YO: Pues no voy, tranquila, si no quieres ni verme no seré yo quien te amargue la noche.

Me levanté y empezaba a irme.

CARLOTA: Rafa lo siento.

Me giré esperando que me dijera algo.

CARLOTA: Perdóname, no quería decir eso, no me importa que estés vale, puedes hacer lo que quieras, son cosas mías.

YO: Así, me das permiso para ir con vosotros.

CARLOTA: Ya te he pedido perdón, no metas más el dedo en la llaga por favor.

YO: Está bien, si esta noche no te encuentras cómoda, dímelo y me iré.

Me fui notando su mirada en mi espalda.

Por la noche nos vimos, hablamos entre todos y yo esperaba que ella se fuera pero no se iba, se volvía a esperar a que se fueran los demás para quedarnos solos, con ese detalle y la conversación del medio día pensaba que alguna esperanza tenía, aquella noche la acompañé al coche cuando nos íbamos, se apoyó en la puerta y yo me puse delante, me miraba con aquella sonrisa de saber que me tenía enamorado como un tonto, me fui acercando y noté como ella se ponía nerviosa sin saber muy bien dónde mirar.

CARLOTA: Rafa por favor.

Yo seguía avanzando mi cuerpo estando cada vez más cerca de ella y sus labios.

CARLOTA: No sigas por favor.

Levanté una mano acariciándole la carita y cuando pensaba que se apartaría, giró la cabeza un poco contra mi mano cerrando los ojos, le estaba gustando que la acariciara, por primera vez vi una pequeña grieta por donde entrar, acerqué mis labios a los suyos, todavía estaba con los ojos cerrados, se los besé con suavidad una vez, casi sin separarlos volví hacerlo y esta vez ella también me besó, abrió los ojos de golpe, entró en el coche asustada y lo puso en marcha largándose. Yo me quedé en medio de la calle sonriendo como un idiota, había conseguido algo que no me esperaba aquella noche.

Y como suelen decir, que poco dura la alegría en la casa del pobre, al día siguiente me pegó una reprimenda que me dejo tieso, me dijo de todo, como si yo fuera el culpable de los líos que tenía en su cabeza, así que estuvimos unos días que casi no nos vimos.

Era jueves por la tarde y estaba con Sonia organizando unos productos, hablábamos de cosas del trabajo y le dije…

YO: ¿Ya te lo has pensado?

Me miró como si le hubiera planteado un problema de termodinámica.

SONIA: ¿Pero qué dices?

YO: Ya sabes de qué te hablo, ¿cuándo te irá bien quedar conmigo?

SONIA: ¿Eso quiere decir que todavía no te has “zumbao” a la panadera?

YO: Sonia, a la panadera me parece que no me la voy a zumbar en la vida nena.

Se rió un rato y se quedó callada sin parar de trabajar, yo no le dije nada siguiendo con lo mío. Al rato.

SONIA: Mañana viernes mi madre podría ir a buscar a la niña al colegio y quedarse con ella hasta el sábado.

Giré la cabeza de golpe.

YO: ¿Me estás diciendo que mañana podríamos quedar para salir?

SONIA: Podríamos quedar, pero no para salir, ven a mi casa y preparé la cena para los dos.

YO: Guau, una cenita romántica para nosotros, que bien.

SONIA: No alucines tío.

YO: Que sí, que sí, yo llevo las velitas, nos ponemos guapos y ya que no salimos a ningún restaurante lo simulamos en tú casa.

Se descojonaba de risa delante de mí.

SONIA: Tío, estás como una puta cabra.

YO: Bueno, tú misma, yo iré bien vestido y traeré las velas, tú haz lo que quieras.

Me miraba como si hubiera perdido la cabeza y estuviera diciendo estupideces.

SONIA: Mira, mejor mañana hablamos y pulimos los detalles.

Se moría de risa caminando por el pasillo alejándose.

El viernes por la mañana Antonio me dijo que esa mañana haría yo otra vez el reparto porque en la lista estaba mi cuñada Carla, la mujer de Carlos. Así que me metí en la furgoneta y volví a dejar su comanda para el final, presentándome casi al medio día en su casa.

CARLA: Que sorpresa Rafa, ¿cómo es que la repartes tú hoy?

YO: Porque me gusta ver a mí cuñada guapa de vez en cuando y hace mucho tiempo que no te veo Carla.

CARLA: Que zalamero me estás saliendo niño, las chicas ya pueden tener cuidado contigo.

Me ofrecí para colocar la compra con ella en la cocina, llevaba puesto un pantaloncito muy cortito que dejaba ver un poco de cachete del culo por debajo, estaba muy guapa la tía. Cuando acabamos me ofreció tomar algo y salimos al salón a sentarnos con una cerveza cada uno.

CARLA: ¿Cómo te va Rafa, estás bien en el supermercado?

YO: Sí, estoy bien, lo que pasa es que tengo que ver cada día a mi ex y no es muy agradable.

Volví otra vez a dar pena con el temita de la separación con Lidia.

CARLA: Es verdad que lo dejasteis, ya no me acordaba, ¿pero qué pasó?, ya llevabais tiempo juntos.

YO: Bueno, cosas que pasan, me enteré que no me era muy fiel precisamente.

CARLA: ¡Oooh!, cuanto lo siento, ¿y la echas de menos?

YO: ¿Te puedo hablar en confianza Carla?

CARLA: Sí claro.

YO: Lo que me pasa es que no me como nada con ninguna chica desde hace mucho tiempo y estoy arto de hacerme pa…

CARLA: Vale, vale, que ya te entiendo.

YO: Claro como tú ya estás con mi hermano no te falta de nada.

Me miró sería dándole un trago a la cerveza.

CARLA: Si tú supieras cuñado.

YO: ¿Qué tengo que saber?

CARLA: Que estar casados no quiere decir que lo tengas todo solucionado, tú hermano hace no se cuanto que pasa de mí.

Yo pensaba, si ella supiera que no la toca porque un tío alto con bigote se lo “calza” cuando le da la gana.

YO: Joder, así tú estás como yo, haciéndote pajas para salir del paso.

CARLA: ¡Eh! No te pases.

YO: Coño Carla no me dirás que no haces nada, porque eso si que no me lo creo.

Se puso nerviosa.

CARLA: No creo que sea una conversación para tener con mi cuñado.

YO: Pues yo prefiero tenerla contigo que con un desconocido o desconocida, contigo tengo confianza, somos familia ¿no?

CARLA: Visto así tienes razón, pero es que yo soy un poco tímida con esos temas.

YO: Pues nunca lo hubiera dicho, siempre te he considerado una mujer moderna y lanzada.

CARLA: Puede que sí, pero ya ves para lo que me sirve, al final estamos los dos iguales.

YO: ¿Sabes que estaba pensando que me gustaría hacer?

Carla movió la cabeza preguntándome qué, antes de darle un trago a la cerveza.

YO: Me gustaría que nos hiciéramos una paja uno delante del otro…

Pegó un grito escupiéndome la cerveza encima. Se levantó de golpe.

CARLA: Serás, serás, es que lo tuyo no tiene nombre Rafa, vete de aquí antes que te pegue una Ostia que te gire la cara, descarado.

Me acompañó a la puerta dándome empujones por la espalda y me dejó en la puta calle, a mí me salía una sonrisilla de cabrón.

Cuando llegué al almacén Sonia se había ido a comer y tuve que esperarla que llegara por la tarde.

YO: Qué, ¿ya te lo has pensado bien lo de esta noche?

SONIA: Mira niño, ven como te salga de los cojones que yo haré lo mismo.

YO: Vale, me pasarás la dirección.

SONIA: Claro inútil, sino cómo vas a llegar.

Nos reímos y cada uno se dedicó a lo suyo. Por la tarde estaba dejando pasar el rato hasta la hora de volver a rellenar las estanterías y recibí un mensaje de ella pasándome la dirección.

En el supermercado habíamos los que trabajábamos toda la semana y hacíamos nuestras legales cuarenta horas y otros que venían el fin de semana, normalmente el sábado porque domingos abríamos muy pocos, si había algún problema entonces algunos de nosotros reforzábamos el día cobrándolo como extra, así que estábamos tranquilos por la cena porque al día siguiente no trabajábamos ninguno de los dos.

Me aceleré en acabar el trabajo para salir pronto para pasar por casa a ducharme y ponerme ropa decente, nada de otro mundo, un pantalón de vestir con una camisa que a mí me gustaba mucho y una cazadora por encima, me perfumé y me fui para casa de Sonia, llevé una bolsita de cosas que había comprado en el mismo supermercado, un par de botellas de buen vino, dos portavelas bonitos y cuatro velas por si acaso, llamé a unos amigos de un foro que me facilitaban buen whisky de Escocia, creo que hacen contrabando con él porque siempre lo están repartiendo como si fuera agua, con todo esto me presenté en su casa.