El negocio familiar (16)

Una mañana mi padre hizo llamar a Sonia...

Una mañana mi padre hizo llamar a Sonia a primera hora a su despacho, cuando entré yo Sonia me miró de arriba abajo.

MI PADRE: Sonia, te presento al nuevo director de la planta, es tú inmediato superior, cualquier problema que tengas háblalo con él, yo me aparto de ese trabajo.

Me volvió a mirar y se fue sin decir nada, mi padre me guiñó un ojo con una sonrisa, me hizo un gesto con la cabeza para que fuera detrás de ella.

Sonia me esperaba al final de la escalera.

SONIA: ¿Qué haces aquí?

YO: Ya ves, trabajar, he vuelto a casa.

SONIA: Muy bien jefe, ¿qué quieres que empiece a hacer?

YO: Mirar los productos que caducan pronto para ponerlos en oferta.

Me miró sorprendida, dio media vuelta y se puso a trabajar. Al medio día a la hora de comer, esperé que fuera ella primero, cuando se sentó fui yo a sentarme con ella, me miró fijamente.

YO: Siempre hemos comido juntos, ¿no?, no vamos a perder la costumbre ahora.

SONIA: ¿Por qué lo haces Rafa?

YO: Por estar cerca de ti, deberías saberlo. El fin de semana puedes seguir llevando a Martina a la playa, no os voy a molestar, no te voy a molestar nunca más, te lo prometí y lo haré.

SONIA: En algún momento te hará falta el apartamento para llevarte a tus ligues a follar, dímelo sin problemas.

YO: De quien estoy enamorado y quiero llevarme para sentir su cuerpo y amarla no me hace caso, así que puedes utilizarlo cuando quieras.

No abrió la boca para nada más.

Seguí llevando a Martina al parque cada día, pasaban los días y no podía estar con Sonia, por lo menos la veía cada día y durante la hora de comer hablábamos de algunas cosas, un lunes al llegar por la mañana me vino a buscar, apartándome para hablar con intimidad.

SONIA: El sábado por la noche estábamos a punto de irnos a dormir en el apartamento y llamaron a la puerta, pensé que eras tú, la abrí, ¿y sabes quién estaba?

Me encogí de hombros.

SONIA: Carlota, golfo, la panadera, cuando me vio puso una cara que no te puedes imaginar.

YO: Nos vimos durante un tiempo allí, ya lo sabes, te lo explicaba todo.

SONIA: Sí, pero ella se casó.

YO: Y nos vimos un par de veces después, al ver que había vuelto debía de creer que estaría allí.

SONIA: Pues se fue con el rabo entre las piernas.

YO: Eso seguro que no, se iría con otra cosa entre las piernas.

Nos reímos y empezamos la jornada.

Otra conversación que tuve con tranquilidad fue con Antonio, me dijo que había empezado a salir algunos días con mi madre, que iban despacio pero que estaba muy contento, no me extrañaba, toda una vida esperándola no tendría prisas ahora. Mi madre también me lo confesó, habían hablado con mi padre para hacer vidas separadas. Mi padre se acabó cambiando de casa para vivir con su secretaría, otra que tuvo que esperar un porrón de años para poder vivir con el hombre al que amaba. Antonio empezó a venir por casa quedándose a dormir algunos días, estaba claro que mi familia era de largo recorrido para conseguir el amor.

Mis hermanos seguían con sus relaciones con Carmen y Carla, no entendía porque aquellas dos mujeres podían aguantarlos, debía ser cosa de la familia también convivir con parejas con las que no queda nada de amor. No volví a estar con ellas nunca más.

Me busqué un piso para vivir, me pareció lo mejor para dejar a mi madre intimar con Antonio, seguro que tenían mucho tiempo que recuperar, ya que tenía que buscar una vivienda la busqué cerca de donde vivían Sonia y Martina, podía ir caminando para llevar a mi niña al parque y volver. Sonia por supuesto estaba enterada de todo, durante las comidas me seguía confesando con ella explicándole todas las novedades de mi vida, habíamos vuelto a la relación que teníamos de confianza.

Solo salía con los amigos cuando sabía que ellas estaban en el apartamento el fin de semana, íbamos a cenar y a tomar alguna copa, me presentaron varias chicas, y alguna realmente guapa, algo había cambiado en mí, no sé si sería la edad o que mi cabeza ya no funcionaba igual, pero no tenía ganas de estar con ninguna, me hacía unas pajas bestiales pensando en Sonia y con eso iba tirando.

Tres meses más tarde me sentía un desgraciado, mi única alegría era estar con Martina, ver su sonrisa, sus ganas de vivir y aprender cosas, la vitalidad con que lo hacía todo, fuera de ella, todo lo demás era una mierda, tenía el corazón helado, sin sentimientos, en aquellos momentos no tenía ilusión por nada, no tener esperanzas con Sonia me tenía en un estado de hibernación, como los osos en invierno, solo me encontraba bien en la cama durmiendo, tenía una depresión de puta madre, ni pajas me hacía. No comía y cada día estaba más delgado, Sonia a la hora de almorzar me obligaba a escoger algún plato que me dejaba casi todo, no paraba de repetirme que me cuidara, que no me veía bien, yo le daba largas y seguía haciendo lo que me daba la gana, más de un día me pedía que me quedara con ella y su hija a cenar, supongo que para que comiera, yo me negaba siempre, por un lado porque no tenía hambre, por otro por no estar a su lado sin poder abrazarla, besarla y acariciarla como soñaba con hacer, solo la soportaba en el trabajo, allí sabía que era otro ambiente, trabajábamos y nada más, fuera de allí me hacía daño verla.

Cada día cuando dejaba a Martina, me iba a mi apartamento, “cenaba” unos pelotazos de lo que tenía a mano y me dormía, muchas veces en el mismo sofá porque no llegaba a la cama de lo borracho que estaba.

Aquella mañana después de ducharme, mientras me secaba mirándome en el espejo, me vi una cara demacrada, con unas ojeras moradas que daban miedo, me sentía débil, muy débil. Llegué al trabajo y dando la primera vuelta de reconocimiento me encontré con Sonia.

SONIA: Rafa, ¿te encuentras bien?, haces muy mala cara.

Le hice un gesto con la mano.

YO: Estoy bien Sonia, no te preocup…

Se hizo la oscuridad, recuerdo la voz de Sonia como se iba alejando.

SONIA: Rafa, Rafa, que te pasa, Rafa…

Después, oscuridad y silencio total.

Lo siguiente que recuerdo fue una luz blanca que me cegaba, pensé si aquello era el paso a la muerte, había oído que antes de morir se ve una luz blanca, volvía a oír la voz de Sonia, en esta ocasión se acercaba cada vez más…

SONIA: Ha abierto los ojos, venir, está abriendo los ojos.

Giré la cabeza, lo primero que vi fue su carita preciosa preocupada, asustada, sus ojitos llorosos, la hubiera estrechado entre mis brazos, me hacía tanto daño verla y no poder hacerlo que me empezaron a caer lágrimas.

Oí más voces, la de mi madre y mis dos padres, me preguntaban como estaba, me sentía un poco aturdido, pude ver que estaba conectado con unas agujas en el brazo a un par de tubos que salían de unas bolsas con líquido transparente, fui a levantar la mano para decirles que estaba bien y me di cuenta que Sonia me la tenía agarrada con la suya, la apreté fuerte, todo lo que podía para que no se soltase, era la primera vez desde mi vuelta que estábamos cogidos de la mano, no la quería soltar por nada del mundo, les dije que estaba bien, hablaron entre ellos mientras yo me relajaba sin dejar la mano de Sonia. Mi padre dijo algo de que me dejaran descansar, mi madre me dio un beso en la frente, Antonio me tocó el brazo dándome ánimos y mi padre me cogió la cara, “Cuídate, que tienes muchas cosas bonitas que vivir”, me dijo, luego miró a Sonia, “Quédate con él el tiempo que haga falta”, Sonia le miró moviendo la cabeza diciéndole que sí y se fueron todos. Nos quedamos solos, Sonia me miró.

SONIA: Que susto me has dado, no lo vuelvas a hacer por favor.

YO: ¿Qué ha pasado?, no me acuerdo de nada.

SONIA: Esta mañana me has saludado en el supermercado y has caído redondo al suelo, que susto, pensaba que te perdía.

YO: ¿Qué me perdías?

Me sonrió.

SONIA: Sí, que te ibas a ir, que nos ibas a dejar solas a Martina y a mí, lo he pasado tan mal, ha llegado la ambulancia, tú padre me ha dicho que viniera contigo dentro, ellos han llegado después en coche, te he estado hablando todo el rato y tú no me contestabas, seguías con los ojos cerrados, como si estuvieras mue…, me he acojonado mucho Rafa, los de la ambulancia te han puesto las vías en el brazo, intentaban calmarme pero yo no podía parar de llamarte, he pasado el peor momento de mi vida esperando que te hicieran las pruebas, al final por suerte solo fue un bajón de tensión, te han hecho una analítica y no entendían como no te habías caído antes de lo flojo que estás, ya te decía muchas veces que no comías suficiente tonto…

No pudo continuar, empezó a llorar.

YO: Al final sí que me tienes que cuidar como a un niño.

Se secaba las lágrimas con una mano riendo, la otra no se la soltaba agarrándola fuerte ni a palos. Me miró a los ojos.

SONIA: ¿Por qué lo has hecho Rafa?

Le acariciaba la mano con el dedo pulgar, notaba como se me humedecían los ojos, empecé a hablar que me temblaba la voz.

YO: Yo, yo no tengo suerte con las chicas que me gustan, eso está claro…

Tuve que parar de hablar para tragar saliva y respirar profundamente. Le apreté su mano con la mía.

YO: No quiero vivir sin ti Sonia, sin poder amarte, sin tocarte, te quiero más que a mi vida, literalmente, me da igual morirme que vivir sin esperanzas de que me quieras, no soy tan fuerte como Antonio que ha esperado tantos años para poder estar con mi madre, ha perdido los mejores años de su vida amargado, yo no quiero eso…

Sonia me tapó la boca con la mano para que me callara, notaba como las lágrimas me resbalaban por la sien cayendo a la cama, sacó un pañuelo de papel y me las fue secando llorando ella también.

SONIA: No hables así por favor, recupérate, ponte fuerte y hablaremos.

YO: No quiero buenas palabras Sonia, ya estoy hart…

En ese momento entró el médico a la habitación y me cortó la conversación.

Me tomó la tensión.

MEDICO: ¿Cómo estás?

YO: Bien.

MEDICO: Se te ha acabado el suero y pareces recuperado, te voy a dar de alta, si notas alguna cosa vuelve a urgencias. Y sobre todo, come bien.

SONIA: De eso me ocuparé yo doctor.

MEDICO: En el armario debes tener tú ropa, cámbiate y una enfermera te vendrá a buscar.

Sonia me ayudó a vestirme, no tardó mucho en aparecer una enfermera con el alta para que la firmara y me dejó ir. Pedimos un taxi y fuimos a mi apartamento, me senté en el sofá mirando como Sonia buscaba por los armarios de la cocina y dentro de la nevera.

SONIA: Tío no tienes nada de comer, no te muevas, voy a comprar algunas cosas y vuelvo.

Se metió en mi habitación y salió con una manta, me hizo estirar en el sofá y me tapó.

YO: ¿Es necesario que esté así?

SONIA: Tienes que descansar merluzo, una buena ostia a tiempo te ha faltado a ti coño.

Me hizo reír y se fue, volvió con varias bolsas y una cajita de vitaminas que me recetaron para ir recuperándome, me preguntó cómo estaba y se metió en la cocina a preparar algo para los dos, comimos sentados uno delante del otro.

YO: Muchas gracias por cuidar de mí, me voy a poner enfermo más veces para que estés conmigo.

SONIA: Cállate anda que menudo susto me has pegado hoy.

YO: Me has dicho que pensabas que me perdías.

SONIA: Claro, ¿te crees que yo no te quiero idiota?

YO: No como a mí me gustaría.

SONIA (mosqueada): ¿Y tú qué coño sabes de cómo te quiero?

YO: Lo sé Sonia.

SONIA: Come y cállate.

YO: Sí mami.

SONIA: Gilipollas.

Acabamos y llamó a mis padres para explicarles que ya estábamos en casa y habíamos comido, entre ellos quedaron en que me vendrían a visitar al día siguiente para que descansara esa tarde noche, en aquellos momentos no decidía sobre mi vida una mierda. Me hizo estar toda la tarde estirado mientras ella limpiaba la cocina y me ordenaba la casa, cuando acabó se sentó a mi lado.

YO: ¿Puedo cogerte la mano, o tengo que volver al hospital para hacerlo?

SONIA: Mira que llegas a ser tonto.

Se la agarré volviendo a acariciársela con el dedo, me miró y nos reímos, pasamos el rato mirando la tele y perdí la noción del tiempo. Se levantó volviendo a la cocina.

SONIA: Voy a preparar la cena.

YO: Pero si acabamos de comer.

SONIA (levantando la voz): Que tienes que comer mucho “atontao”, ¿sino cómo vas a coger fuerzas?

YO: ¿Y Martina?

SONIA: No te preocupes por ella, estará con mi madre hasta que te recuperes.

YO: Tengo ganas de verla.

SONIA: Recupérate pronto y la verás todo lo que quieras.

YO: Tráemela mañana por favor.

SONIA: Tú comes lo que yo te diga y me lo pienso.

YO: Ostia Sonia, ya me estás tratando como un crío otra vez.

SONIA: Pues no hagas “criaturadas” merluzo.

Me hizo cenar lo que le dio la gana y miramos un poco la televisión.

SONIA: Ya está bien, tienes que descansar, nos vamos a dormir.

YO: ¿Te vas a quedar a dormir?

SONIA: No te dejo solo que eres capaz de hacer alguna tontería. ¿Me dejarás una camiseta?

YO: Sí, sí, claro.

Nos metimos los dos en la habitación, le di una camiseta, me desnudé y me puse el pijama delante de ella que me miraba con una sonrisilla, Sonia se metió en el cuarto de baño, salió estirándose de la camiseta para que no se le vieran las bragas.

SONIA: Mira que eres sinvergüenza, seguro que me has dado la camiseta más corta que tienes.

YO: Que va, que va, como puedes pensar eso.

Se me escapaba la risilla

YO: ¿Y vas a dormir conmigo en la cama?

SONIA: ¿Si te da vergüenza me voy al sofá?

YO: No, no, como tú quieras.

SONIA: Te aviso, como te pases un pelo te pego un ostión y me voy al sofá.

YO: Sonia mujer que estoy débil, no me pegues.

SONIA: Métete en la cama y calla, caradura.

Me puse en un lado dándole la espalda, ella se metió y cerré la luz.

SONIA: ¿Estás bien?

YO: Podría estar mejor.

Noté que se movía por la cama, juntó su cuerpo detrás del mío sin tocarnos y me pasó un brazo por encima apoyando la mano en mi pecho.

SONIA: ¿Mejor así?

YO: Mucho mejor.

Le agarré la mano, y la otra la pasé hacía atrás poniéndosela encima de las caderas, tocaba un poco de camiseta y notaba la goma de sus braguitas.

SONIA: No te pases merluzo.

Acabé de pasarla a su espalda, acariciándole la parte baja, casi en el culo.

YO: ¿Mejor así?

SONIA: Mucho mejor.

Dejó ir una risilla por la repetición de las frases. Cerré los ojos para dormir y antes de hacerlo sentí un beso de Sonia en el cuello, volvía a tener esperanzas, pero con mucho miedo, si lo hacía solo para que me pusiera bien y después volvía a no querer nada de mí me hundiría. Me quedé dormido.

Cuando me desperté estaba solo en la cama, me sentía mejor, con más fuerza, me levanté para lavarme la cara y adecentarme, en el espejo vi una mejor cara, casi no tenía ojeras y un mejor color, salí y Sonia me esperaba sentada en la mesa con un completo desayuno, me acerqué a ella y le di un beso en la cara que ella me respondió.

YO: Gracias por cuidarme tan bien.

Me sonrió.

SONIA: Siéntate, desayuna y tomate las vitaminas, esta mañana te vendrá a visitar tú familia.

No tardó mucho en empezar el desfile, primero mi madre con Antonio, después mi padre, que le volvió a agradecer a Sonia que me cuidara, Sonia le dijo que al día siguiente podría pasar un rato por la mañana a trabajar, mi padre no le dejó, le insistió que me cuidara y que volviéramos los dos juntos al trabajo, al girarse me guiñó un ojo antes de abrazarme para despedirse, mi padre intentaba tirarme un cable con Sonia, falta me hacía. Después, cuando pensaba que ya se habían acabado las visitas vinieron mis hermanos con sus mujeres, eso sí que me sorprendió y me sentí un poco incomodo al principio, por mis hermanos, con sus mujeres delante sabiendo que me las había follado, y por Sonia, que estaba al corriente de todo y también lo sabía, primero se quedaron conmigo mis hermanos y las chicas hablaban con Sonia, les explicaba cómo había vivido ella mi desmallo, Teo y Carlos me dijeron que aunque se nos había ido la mano puteándonos que eran mis hermanos y me querían, nos abrazamos haciendo las paces más o menos, cambiaron y se acercaron Carmen y Carla, mientras Sonia les explicaba a mis hermanos como había ido en el hospital.

CARMEN: Pájaro, tienes muy buen gusto, es muy guapa.

CARLA: Y tanto que tiene buen gusto, estuvo con nosotras.

Nos reímos, Sonia y sus maridos se giraron.

YO: De momento no tenemos nada chicas.

CARMEN: Desde luego chaval, pensaba que eras más espabilado, ¿si no tenéis nada qué coño hace aquí encerrada contigo cuidándote?

YO: Cuidarme como una buena amiga

CARLA: Una buena amiga que le pica el chichi pero bien.

Volvimos a reír y Sonia se acercó hablando los cuatro un rato, cuando se despidieron me dieron dos beso cada una, al hacerlo Carmen me dijo al oído…

CARMEN: Esta celosa Rafa, te quiere.

Mis hermanos me chocaron la mano y se fueron, pensaba en lo que me dijo Carmen, nunca había notado celos de Sonia, entró de despedirse de ellos, se sentó a mi lado y me miró fijamente.

SONIA: Son muy guapas tus cuñadas.

YO: Sí, mucho.

SONIA: Y les hacías el reparto de la compra para…

YO: De eso ya hace tiempo Sonia.

SONIA: Eres un cabrón.

YO: ¡Sonia!, sino te conociera diría que estás celosa.

Se levantó de mi lado alterada.

SONIA: Qué, qué, qué coño voy a estar celosa, duerme un rato.

YO: No tengo sueño, porque te alteras.

SONIA (hablando rápido): Alterarme, alterarme, de qué, estoy muy tranquila.

YO: Ya lo veo.

Cogió el bolso nerviosa.

SONIA: Me voy a comprar más cosas que nos hacen falta.

YO: Estás celosa.

SONIA: Y una mierda para ti.

Pegó un portazo y se fue, ¿sería verdad que estaba celosa?, eso era buena señal.

Cuando volvió me miró sentado en el sofá.

SONIA: ¿Todavía no duermes?

YO: Ostia, que manía con que duerma.

SONIA: Haz lo que quieras.

Se metió en la cocina con las bolsas de la compra, fui detrás de ella, estaba sacando algunas cosas de una de las bolsas cuando entré, se giró mirándome fijamente, seria, me acerqué despacio y la abracé, dudó un momento sin moverse, despacio subió sus brazos pasándomelos alrededor del cuello, apretándome contra ella, yo también la abracé más fuerte y nos quedamos quietos sin decir nada un ratito, busqué su oído para susurrarle.

YO: ¿Te asustaste mucho?

SONIA: Pensé que no te vería nunca más.

Me estrujó más con sus brazos.

YO: ¿Me darás una oportunidad de verdad, no como la primera vez?

SONIA: Déjame que prepare la comida y hablamos en la mesa.

YO: Me dejas estar un poco más de tiempo abrazado.

Me apretó todavía más.

SONIA: Cuando acabemos de comer haremos la siesta y te abrazaré como esta noche.

Me separé un poco de ella con sus brazos en mi cuello y una mano mía apoyada en su cintura, con la otra le acaricié la carita.

YO: Eres preciosa Sonia.

Me sonrió agarrándome por la nuca volviendo a abrazarse conmigo, aguantamos un momento y me besó el cuello.

SONIA: Venga, hago alguna cosa para comer y hablamos.

Le besé la frente y prepararé la mesa.