El negocio familiar (12)
El día del aniversario del supermercado llegó...
El día del aniversario del supermercado llegó, mi padre estaba eufórico, le encantaba ese día, algunos del almacén nos vestimos con otra ropa y estuvimos en la salida de las cajas dando pequeños obsequios a los clientes, el día paso rápido y divertido por ser diferente a las rutinas de cada día.
Por la noche casi todos los que teníamos algo que ver con el negocio estábamos en la cena de celebración, Sonia no, ella prefería estar con su hija y no me extrañaba, estaban mis tíos, ese día también vino alguno de sus repelentes hijos, mis primos, nos les tenía mucha simpatía precisamente, mis hermanos con sus mujeres y todos los empleados que quisieron o pudieron estar, me tuve que sentar con la familia en una mesa redonda, mis padres, mis hermanos, mis cuñadas y yo.
Después de la cena, mi padre se levantó y dio un discursito, para acabar salió un pastel gigante como si fuera una boda, mientras lo repartían se bajaron las luces proyectándose en una pantalla gigante imágenes y videos del supermercado, algunas antiguas, otras más modernas, todo el mundo estaba concentrado en la pantalla intentando verse en algún momento, salió una imagen de Lidia haciendo la gilipollas, se notaba que los videos los grababa uno de mis hermanos cabrones.
Cuando parecía que estaba a punto de acabarse apareció otro video inesperado, ¡¡¡mis dos hermanos en pelotas follándose a Lidia por delante y por detrás en la mesa de la bodega!!!, resonó en toda la sala un grito de sorpresa y se lio la de Dios, mi padre de pie pegando gritos para que pararan aquello, a mi madre a punto de darle un “jamacuco”, mis cuñadas pegándoles gritos a mis hermanos saliendo de allí con una mala ostia tremenda, acabó la puta cena como el rosario de la Aurora.
MI PADRE: ¿Pero quién coño a metido ese video ahí?
TEO: Rafa, dime que tú no tienes nada que ver con esto.
YO: ¿Yooo?, que va.
Que se jodan, a la mierda todos, no me costó nada meter mi video al final, estuvo días y días en el supermercado la memoria USB con la presentación, podría haber sido cualquiera.
El follón que hubo las siguientes semanas fue la ostia, por el supermercado no se hablaba de otra cosa, Lidia dejó de trabajar, le buscaron otro trabajo en el negocio de unos amigos de mi hermano Teo. Sonia intentó sonsacarme si había sido yo, se lo negué en todo momento pero ella sabía que lo había hecho. Mis hermanos en sus casas estuvieron distraídos dándoles explicaciones a mis cuñadas. ¿Y yo?, yo feliz, darles por culo de esa manera me había quitado un peso de encima.
Pasó el tiempo y las cosas fueron colocándose en su sitio, la gente se tranquilizó y el día a día volvió a ser como siempre.
Yo intentaba algunos sábados ver a Martina en el parque, sabía a la hora que estaban allí con su madre y las iba a ver con unos cruasanes o algo para comer, pasábamos un rato juntos y me iba. Nunca más se me ocurrió pedirle una cita a Sonia, la respetaba tanto a ella y a su hija que las veía como parte de mi familia, tener sexo porque sí con Sonia no era algo que pudiera imaginar, ella en todo caso necesitaba una pareja estable con la que ser feliz, además se lo merecía.
Con unos amigos organizamos unas vacaciones en las Canarias, dos semanas en un buen hotel para relajarnos y pasárnoslo bien olvidándonos de la vida cotidiana.
Llegamos a las habitaciones, éramos cuatro en dos apartamentos con dos habitaciones en cada uno, al salir a la terraza a ver las vistas me encontré con unas chicas en la habitación de al lado, nos saludamos y cada uno a lo suyo, después de comer, mi compañero se fue a estirar un rato y yo salí a la terraza, apoyé mis brazos en la barandilla mirando la piscina del hotel y noté alguien cerca, giré la cabeza y vi a una chica mirándome con los ojos más espectaculares que había visto nunca, no pude evitar hacer el comentario.
YO: Ostia que ojos, son espectaculares.
La chica me miraba riendo.
CHICA: Hola, me llamo Adela.
YO: Yo soy Rafa, encantado, perdona el comentario, me ha salido del alma.
ADELA: Estaba pensando en ir a la piscina mientras mis amigas duermen la siesta, ¿te apuntas?
Joder si me apunté, llevaba puesto un vestido de playa y colocaba la toalla en la hamaca, yo ya lo había hecho y me estiraba quitándome la camiseta, la miraba mientras ella dejaba la bolsa en un lado y sacaba un bote de crema protectora para el sol, se quitó el vestido y aluciné de lo buena que estaba y el diminuto bikini que le tapaba lo justo para no enseñar, fue a bañarse a la piscina y me levanté las gafas de sol para verle el culo bien visto, madre mía como habían empezado aquellas vacaciones.
Cuando volvió estuvimos hablando, era de una ciudad a una hora y media más o menos de dónde vivía yo, igual que nosotros quedaron varías amigas para hacer unas vacaciones, más tarde fueron bajando los demás juntándonos. Fuimos a cenar todos juntos, las chicas se habían vestido como si se fueran de fiesta, Adela llevaba un vestido que le sentaba espectacular, nos sentamos juntos conversando de diferentes temas y riendo con todos.
Después de la cena fuimos a tomar algo a los bares del hotel, aquel primer día no quisimos salir de allí, bailamos y reímos, poco a poco como sin darnos cuenta nos fuimos separando del grupo con una copa cada uno, acabamos en el jardín sentados en un banco mirando la playa y como se reflejaba la luna en ella, en una de estas brindamos mirándonos a los ojos, no pude separar la vista de los de ella, me pareció que adelantaba un poco la cabeza y sin pensármelo le puse una mano en la cintura besándole los labios, me miró un poco extrañada, eso me hizo pensar que lo de que avanzaba la cabeza me lo había imaginado, pero antes de que se lo pensara la volvía a besar suavemente, esta vez me lo devolvió, nos volvimos a quedar sin quitarnos la vista de los ojos y la copa que teníamos en la mano la fuimos dejando a nuestra espalda, encima del banco tirando la mitad del líquido, nos enganchamos en otro beso, esta vez sacando la lengua a la vez que sus manos se posaban en mis hombros y las mías le rodeaban la cintura, nos fuimos animando y acabamos pasándonos las manos por todos sitios, en la cara se nos debía de ver el calentón que llevábamos, porque yo le miraba la suya y lo que veía era a una mujer con unas ganas tremendas de comerme vivo, las mismas que tenía yo con ella, se puso de pie dándome la mano y me llevó a su habitación, las copas se quedaron medio derramadas encima del banco.
Su apartamento era igual que el nuestro, cuando llegamos no había nadie, debían de estar de juerga, nos metimos en su habitación y nos dejamos caer de cabeza en la cama quitándonos la ropa que nos faltaba tiempo, me quedé en pelotas y ella estaba atareada en quitarse el sujetador, le comí los labios y le metí a mano directa en el coño, dio un pequeño grito pasándome los brazos por el cuello, levanté la mano para volver a meterla por debajo de las bragas y empezar a hacerle una paja a la vez que ella me buscaba la polla, nos estuvimos pajeando mutuamente muy poco tiempo, se mojó muy rápido, estiré de sus bragas quitándoselas y me puse en medio de sus piernas que ya había abierto para metérsela, le pregunté si hacía falta un condón y ella me estaba agarrando la polla para acompañarla a su vagina, nos movíamos como dos anguilas nerviosas, gritábamos y gemíamos más por la excitación del momento que otra cosa, nos dimos la vuelta y me cabalgó como una buena amazona, que ojos tan bonitos, follando le brillaban de una manera espectacular, se fue poniendo tensa y se corrió a gritos, atrasó un poco el culo y me agarró la polla haciéndome una paja que hizo que me corriera cayendo el semen encima de mi pecho y barriga. Sonrió dándome un beso en los labios y fue a buscar una toalla para que me limpiara, se estiró a mi lado acariciándome la cara.
ADELA: Nos hacía falta ¡eh!
YO: Parece que los dos estamos iguales.
ADELA: ¿Te quedaras conmigo esta noche?
Por supuesto que me quedé, al día siguiente en el desayuno ya éramos una parejita, los amigos se nos cachondearon un poco, nos preguntaron si queríamos ir con ellos, por lo visto se lo pasaron bien la noche anterior y habían hecho planes para ese día, le dijimos que nosotros iríamos a la playa y se fueron.
No sé que me pasó, no me había considerado nunca un tipo muy enamoradizo, con Lidia que fue la última persona con la que mantuve una relación estable durante un tiempo, no tuve esa sensación, pero fue acabar la relación con ella y empezar con Carlota que algo me había cambiado por dentro, me colé por Carlota una barbaridad, y de Adela al segundo día estaba enamorado sabiendo que en dos semanas aquello se acababa, es cierto que ella también se entregaba todo lo que podía, paseábamos agarrados, nos decíamos cariño o amor como si lleváramos meses saliendo, dormimos todas la noches juntos y follamos como desesperados, no nos explicamos muchas cosas personales, solo vivíamos el momento, lo único que yo sabía es que ella estaba separada, después de una relación larga cuando se casaron duraron cuatro días. Nos despedimos tristes como es lógico, en el avión de vuelta me enteré que mis amigos tampoco habían perdido el tiempo, tuvieron sus rollitos y hasta algún trío acabaron haciendo algunos con las amigas de Adela.
De vuelta al trabajo se lo expliqué a Sonia, ella era mi gran confidente, la persona que en esos momentos más confianza tenía, como ya me imaginaba me dijo si era tonto, que como me atreví a enamorarme de alguien estando de vacaciones, y acabó diciéndome lo de siempre, “Si eres un crio que vas a hacer, criaturadas”. Entre risas y buen rollo mi amistad con ella era lo que más valoraba en aquellos momentos, con ella y con Martina, una de las veces que las fui a ver al parque, Martina volvió a salir con una de las suyas…
MARTINA: Mami, si Rafa no es tú novio, ¿qué es?
Sonia se moría de risa.
SONIA: Es el tito Rafa cariño.
A partir de ese momento fui para siempre el tito Rafa para la niña, me adoptó como un familiar, como Sonia era hija única y solo vivía su madre porque su padre falleció hacía tiempo la niña no tenía mucha familia.
A Carlota la veía me gustara o no, trabajando en el mismo sitio era difícil no cruzarnos en algún momento, yo hacía como si no la conociera pasando de largo y ella ni se inmutaba.
Debieron de pasar un par o tres semanas que había vuelto de las vacaciones que me llamó mi cuñada Carmen.
CARMEN: Hemos quedado con Carla que este fin de semana, nos vamos de marcha, queremos dejar solos a tus hermanos y que se espabilen, lo que hicieron con Lidia lo tienen que pagar.
YO: Porque no os separáis de ese par de cabrones y los enviáis a la mierda de una vez, no se merecen otra cosa.
CARMEN: Tú no te preocupes de eso, pero dime que sitios están de moda para tomar copas.
YO: Lo que está más de moda ahora es mi apartamento.
CARMEN: ¿Qué dices?
YO: Que os vengáis a pasar el fin de semana conmigo en un apartamento que tengo en la playa, saldremos de copas y lo que queráis.
CARMEN: Que cabrón, ¿cómo es que tienes un apartamento tú en la playa?
YO: Es una historia larga, ya os la contaré el fin de semana.
El viernes por la noche estábamos entrando los tres al mini apartamento, lo había alquilado por un año y tenía que aprovecharlo.
CARLA: Y esto es todo lo que hay.
YO: Esa es la cama donde vamos a dormir los tres.
Se miraron entre ellas con una sonrisilla cachonda.
CARMEN: Lo de dormir lo dirás por ti chaval.
Fuimos a cenar al mismo restaurante que llevé a Carlota la primera vez, durante la cena les expliqué toda la historia de mi relación con ella y entendieron lo del apartamento. Después de cenar fuimos a tomar unas copas a uno de los pocos locales que no estaban cerrados fuera de la temporada de verano, parecía un mafioso sentado en un sofá con aquellas dos pedazos de tías una a cada lado haciéndome cariñitos, Carla se levantó para ir al baño y cuando volvía vi que un tío la paraba para hablar con ella, no sé qué le dijo que el tío se giró y volvió a sentarse en la barra, cuando se sentó Carmen le preguntó que había pasado y nos dijo que ya nos lo explicaría después, me pasó un brazo por el cuello, acercó su cuerpo al mío y me pegó un morreo de cojones agarrándome el paquete, Carmen se quedó como yo, que no sabíamos a que venía aquello.
CARLA: Y tú Carmencita, acércate que también hay para ti.
Carmen acercó la cabeza riendo y se dieron un buen beso en los labios conmigo en medio, acabamos las copas y me acerqué a la barra a pagar mientras ellas se preparaban para irnos, el tío que habló con Carla se giró.
TIO: Que suerte tienes tío, lo que daría yo por estar con una de ellas.
YO: Si supieras como son en la cama, no tienen nunca suficiente.
Lo dejé colocándose bien la polla y me fui con mis cuñadas agarrándome una de cada brazo.
CARMEN: ¿Qué te ha dicho aquel tío de dentro Carla?
Carla se moría de risa.
CARLA: Me ha preguntado si no éramos demasiado las dos para él solo.
YO: Me parece que el tipo iba un poco calentorro.
CARMEN: ¿Y qué le has contestado?
CARLA: Que tenía una polla enorme que no nos la acabábamos, que nos destrozaba a pollazos a las dos sin despeinarse, ¿Por qué te crees que le he cogido el paquete al besarlo?
YO: Ya me gustaría.
CARLA: Rafa, que estoy harta que todo el mundo se meta contigo, tus hermanos son unos capullos pero yo te voy a defender siempre donde sea.
CARMEN: Y yo también, no te mereces como te tratan ese par de gilipollas.
YO: Desde que estoy con vosotras me importa un carajo como me tratan esos dos, cuando me dicen algo pienso cuando os estoy follando y ni me inmuto, perdonar si he sido un poco bruto diciéndolo.
CARMEN: Que nos follas cuando quieres es verdad, ¿no?
CARLA: Mucha verdad, si señora.
Carla iba un poco tocadita por las copas que nos habíamos tomado, reía como nunca, subimos en el ascensor, me besaban y me desabrochaban los botones de la camisa.
Cerré la puerta del apartamento y ya les estaba levantando las faldas metiéndoles mano en el coño por encima de las bragas, yo tenía las dos manos ocupadas, Carmen me sobaba el paquete mientras Carla me comía la boca amasándome el culo, me llevaron a la cama desnudándome por el camino, me estiraron, Carmen se quitó los zapatos y las bragas sentándose encima de mi cara, noté como Carla me agarraba la polla metiéndosela en la boca, mientras le comía el coño a Carmen que se desnudaba tirando la ropa al suelo, la mamada de Carla me ponía a cien, cambiaron de posición, Carmen se sentó encima de mi polla metiéndosela de un tirón hasta el fondo, Carla se sentó en mi cara pero como estaba un poco bebida descontrolaba, se movía tanto que igual le comía el coño como el culo, de pronto paró de moverse y levantó un poco el culo de mi cara, lo suficiente para ver como se comía la boca con Carmen y le hacía una paja a la vez que me estaba follando, no tardó mucho en empezar a correrse como una bestia Carmen, pegaba unos gritos tremendos y a Carla se le escapaba una risilla de estar contentilla, Carla se estiró a mi lado volviendo a meterse la polla en la boca, estaban las dos como poseídas, debía ser el efecto del alcohol, Carmen le abrió las piernas y se tiró a comerle el coño, le pegaba unos lametazos que Carla levantaba el culo de la cama de gusto, pensé que las dos para vengarse de sus maridos se habían enrollado entre ellas más de una vez, porque sabían perfectamente lo que le gustaba a la otra, se corrió Carla con mi polla en la boca, Carmen se estiró con las piernas abiertas haciéndome un gesto para que me estirara encima de ella, me agarró la polla y se la metió, yo fui moviendo las caderas a un ritmo del que disfrutaba y no había peligro de que me corriera antes de tiempo, quería disfrutar de aquella noche hasta el final, Carla se arrodilló a mi lado y me acariciaba los huevos y el ojete, se mojó un dedo con saliva y me lo fue metiendo despacio en el culo, se cambiaron entre ellas, Carmen se estiró encima de mi espalda siguiendo el trabajo de Carla con el culo y los huevos, hacíamos un bocadillo perfecto, una debajo, yo en medio y la otra encima follándome el culo despacio con un dedo.
Cuando me dejaron a mí decidir qué hacer quise probar algo que había visto en videos porno, ponerlas a cuatro patas, una abajo y la otra encima, los dos culos juntos uno encima del otro, pudiendo meterla en un coño y cambiar al otro cuando me apetecía, mientras la tenía dentro de una intentaba tocarle o meterle los dedos a la otra.
Acostarme con mis cuñadas era un gran placer, primero porque estaban de muy buen ver, pero sobre todo por sentir que me estaba vengando de las cabronadas de mis hermanos. Acabamos con ellas dos sentadas una al lado de la otra, las piernas abiertas y se pajeaban entre ellas, yo delante con sus manos libres tocándome y masturbándome, se besaban haciéndose una paja de la ostia, mi polla la tenían medio olvidada sin dejar de pajearla pero verlas a ellas me la mantenía tiesa como un palo, cuando se corrieron me pusieron de pie, se arrodillaron delante de mí y entonces sí que estuvieron al cien por cien por hacer que me corriera, me tocaban todo lo tocable alrededor de mi polla, se la pasaban de una boca a la otra o las dos a la vez una por cada lado, mientras una se la metía casi entera hasta la garganta la otra me chupaba los huevos y el culo, me acabé corriendo en sus bocas y caras dejándoselas bonitas de leche.
Dormimos los tres juntos, una pierna por aquí, un brazo por allá, una teta en la boca a media noche, un coño que notaba que se apoyaba en mi pierna, mi mano en medio del culo de una u otra en otro momento, me desperté con la polla tiesa de cojones, cuando la vieron se me tiraron encima y me devoraron de buena mañana acabando con una corrida mañanera de aquellas que sientan de maravilla. Pasamos el sábado tomando el sol al medio día que todavía hacía calor en pelotas los tres en la terraza, después de comer me volvieron a atacar. El domingo por la tarde regresábamos, ellas no sé, pero yo estaba como si viniera de la guerra, dormí más horas que en toda mi vida.
El lunes cuando me vio Sonia el primer comentario fue. “Menuda juerga te has pegado este finde chaval”, y no era de extrañar porque hacía un careto que “pa qué”, y no os digo nada de la polla, no me la toqué en toda la semana, me la dejaron en carne viva. Por supuesto a Sonia no le dije que me habían destrozado a polvos mis cuñadas.