El nacimiento de los súcubos
Livis posee unas habilidades innatas extraordinarias, su gran poder es crear súcubos adictos al semen. Pronto comenzará con dos sumisas listas para convertirse en sus esclavas sexuales. Continuación directa de Las aventuras de la Elfa Cachonda
Tras un largo camino, me sentía algo agotada tras saciar el apetito de Alessia pero por fin habíamos llegado a la mansión. Me recibía una Laura escotada y con minifalda, sus tatuajes la hacían increíblemente atractiva. La tatuada muy atenta ella me entregó un refresco frío y me invitó a entrar. Cómo en los viejos tiempos, Dara se me presentó desnuda en la casa como solía hacer Sivir.
–Esme y Eiji se han ido al Caribe y nos han dejado la casa a solas.
–¿Qué ocurrió tras matar a Ivvi?–preguntó Alessia
–Sivir se entregó a Vill, y yo a Livis, pero duró poco porque me entregó al nuevo comandante para limpiar nuestros delitos. Pero esa es otra historia. De hecho sus efectos me duraron años hasta que comía con normalidad, no sabía yo que sería tan rápida.
–Que envidia, yo he estado tres meses bajo ese proceso.
Laura se acercó a Alessia para mirarla mejor, cogió sus manos y la miró como buscando algo. Alessia se sonrojó y sacó sus colmillos que habían perdido su distintivo afilado.
–Hazte un corte en la muñeca y dale tu sangre a Dara. Quiero hacer una prueba.
Ella fue a la cocina y con cuchillo en mano se colocó enfrente de Dara. La elfa que ya tendría las cosas más que habladas con Laura abrió la boca para recibir la sangre de Alessia. Entendí que quería probar si se convertiría en una vampira sexual como Alessia. Entonces curó su herida tras hacer eso.
–Tengo una condición para someterme.–dijo Laura–Quiero ser derrotada y tomada a la antigua ausanza.
–Acepto.–se quitó la chaqueta, y el pantalón.–Ahora mismo.
Me quité todo excepto mi camiseta, y mi ropa interior. He de reconocer que Laura tenía cierto estilo al querer entregarse a mí de esa forma, pero también era cierto que poseía una fuerza anormal. Tras tantos sucesos, Laura seguía teniendo cuerpo de guerrera. Dara retiró las sillas y la mesa para darnos espacio. La pelirroja me atacó sin tregua, queriendo derribarme. Retrocedí y acerté el primer golpe en su estómago. Me sirvió de señal, y pasé a golpear yo. La acorralé contra la pared, y le arranqué la camiseta y el sujetador. Se liberó de un cabezazo, y pasó a golpearme con fuerza brutal. El frenesí de la violencia le haría olvidar cuál era el objetivo de la pelea. Me tocó recordarle quién era la mayorcita aquí. No me quedaba otra que ponerme seria o perdería. La derribé contra el suelo, y dejé inmóviles sus brazos. A los minutos se calmó y solté sus brazos.
–Tú ganas, ha sido divertido.–me desnudó completamente hasta que la tenía lista para follarla.
La dejé ponerse a cuatro patas, ella misma abrió sus labios vaginales para mí. Ante esa nuestra irresistible de entrega, la tomé de una. Sus alas salieron erectas, momento que aproveché para sellar nuestro acuerdo y mostrar quién mandaba ahora. Anulé esa peligrosa fuerza desmedida y la reduje a un nivel humano(que aún así por su musculatura no era suficientemente débil). Sellando el hechizo en sus alas, donde nunca podría deshacerlo sola. No tendría yo idea alguna de que eso sería un factor decisivo a la hora de ver a Laura someterse ante mí. En esa posición, la follé hasta que me corrí dentro de ella.
Una semana después
Dara se había transformado en una vampira sexual con el contacto con la sangre de Alessia y ahora tenía a dos súcubos en mi barco. Además de una Laura mansa y obediente que estaba en proceso de serlo también. También descubrí para mi propia fortuna, que también bastaba con sexo para tenerlas alimentadas lo que era un placer así que solían tener mucho sexo lésbico. La pelirroja se colocó culo en pompa, mirando hacia el mar, cosa que yo aproveché para entrar por la parte trasera, que me dió la bienvenida con facilidad. Cuando le anulé su desmedida fuerza, en ningún momento hice nada con su resistencia por lo que no tenía que llevar cuidado tampoco.
–¿Las ves a ellas? En cualquier momento serás una súcubo más en mi redil.
–Por eso estoy aquí.
–De rodillas.
Agarré su cabello en torno a mi mano, y llené su boca con mi miembro. Sin dar ninguna arcada, mi miembro entró entero hasta que no podían entrar los testículos también. Fue ella la que recibió el mayor número de perforaciones, dos en los pezones, uno en la nariz, otro en el labio inferior, y una vaginal. Los de los pechos y vagina llevaban unas gemas mágicas que le provocaban pequeñas descargas eléctricas que la mantenían excitada todo el día. Con una mano en su cabello y manejando su cabeza para darme una mamada, me sentí como Vill manejandome a mí. Se me olvidaba que Laura se había entregado y que era una zorra sumisa sin remedio. Se limitó a reposar sus manos en sus piernas mientras mi miembro llenaba su boca, eso sí, cerró los labios en torno a mi falo para más disfrute mío. Eyaculé en abundancia en su boca, la mayoría alcanzó a tragarlo aunque se le escapó por la comisura de los labios. Cuando la solté respiró para coger aire. Fotografié a Laura en esa posición tan erótica, con las gemas mágicas colgando de sus pechos. Seguí haciendo fotos hasta que me cansé de estar ahí de pie. Dara que tenía un caminar silencioso, me trajo la correa al collar de Laura.
–Vente conmigo al camarote.
Agarré la correa y ella gateó por el suelo del barco como si fuera mi mascota. Subió las escaleras a cuatro patas y se acostó a mis pies cuando tenía en mis manos el control del barco.
–Nunca has tenido una ama tan buena como yo.–afirmé
–No, ninguna tan buena.
–Pero debo avisarte de que la conversión en mi súcubo va a ser irreversible, y hasta donde tengo entendido no vas a poder dar marcha atrás.
–¿Por qué supones que me voy a arrepentir? Vine porque quería aprender los secretos de la diosa, pero me quedo porque me domas muy bien.
Ella era ciertamente especial, ¿podría revertir la conversión? No tenía ni idea, pero nos encantaba a las dos todos esos juegos BDSM que teníamos. A mí me gustaba dominar, y a ella obedecer. La diferencia entre todas las personas que intentaron someterla y yo, es que yo sé cómo se hace. La polla no hace al amo, aunque en el caso de las hermafroditas sea ama. Hay que saber hacerlo.
–Esta noche tendré la conversión, puedo sentirlo, ama.–ella beso mi pie en una muestra de sumisión.
Dara que ya había terminado con Alessia subió con nosotras, y me besó. Cogió la correa del collar de Laura y la paseó por la parte de arriba del barco. Dejé el piloto en automático para seguirlas con la mirada. La elfa hizo a Laura apoyarse en la barandilla, volvió su mirada hacia mi y señaló su propia teta. Entonces activé las gemas de ambas. Realicé una aproximación a ellas. La elfa masajeaba con sus dedos el culo hambriento de Laura. Cuando sentí que ambas estaban absolutamente cachondas, detuve el placer de ambas.
–No os toquéis.
Comencé a torturarlas sexualmente, causándoles placer y entonces desactivando las gemas. Podía notar como Laura sufría intentando obedecer mi orden de no tocarse. Al cabo de quince minutos ambas me miraban suplicantes, deseosas de un buen orgasmo. Agarrando el collar a Laura la hice levantarse, y ella que ya había lubricado, recibió mi polla en su coño. Apoyada sobre la barandilla del barco la penetré, al mismo tiempo que activaba las gemas para más placer de ella.
–Si eres una buena chica habrá más sexo como este.
Ella orgasmeó al poco tiempo, su experiencia sensorial debía ser como nunca antes. Gritaba de placer con cada embestida que le daba. Le estaba dando una experiencia tal que exhibió sus grandes alas blancas para mí mientras agarrándola del trasero la follaba. Clavó con fuerza sus uñas en mi espalda, lo que me calentaba aún más. Tuvo otro orgasmo y yo aún no me había corrido.
–Llename entera.–sus deseos eran órdenes.
Aceleré mis embestidas hasta que eyaculé en su interior en abundancia. Agotada después de tanto placer en tan poco tiempo, apoyó su cabeza en mi hombro y se tomó un tiempo para respirar.
–Ve a ver a mi esposa, a ver si necesita ayuda.
LAURA
Mientras mi ama se encargaba de Dara, yo bajé las escaleras gateando hasta encontrarme con Alessia, su esposa y también ama. El semen goteaba por las escaleras, pero mi ama me tenía prohibido limpiarlo.
–De pie mi esclava, y evita que se desparrame todo ese semen.
Mi mano acabó pringada en semen, lo lamí todo hasta que ya no goteaba nada de mis genitales. Esperé alguna orden suya cabizbaja.
–Dara regresará a su redil, y nos quedaremos solas. Eso significará que tendrás que atendernos más, mascota.
–Si, ama.
–A mi esposa le gusta viajar, no quedarse en un destino. Viajaremos por todo el mundo, y visitaremos muchos lugares. La verdad es que es mi vida de ensueño, y será así hasta que decidamos parar en algún lugar. Puedes sentarte y descansar.
Suspiré aliviada cuando la ama Alessia me permitió descansar en la tumbona. Me tomé un descanso de mi nueva vida de obediencia y placer.
–Te adelanto que tengo muchas ideas para nuestra próxima salida antes de dejar a Dara. Livis quiere acompañarla al aeropuerto, así que yo me encargo de tí.
De las dos la más depravada era sin duda Alessia, que se había convertido en nuestra segunda ama. El resto del día me dediqué a hacer tareas de carga por todo el barco hasta que dormí.
Al día siguiente me sentía distinta, con hambre pero no de forma convencional. Mi mente no me decía "come algo de café con tostadas" mi mente me decía, "necesitas semen". Mi mente se adaptó a la nueva dieta con asombrosa rapidez, esa era su más poderosa habilidad. La persona en cuestión se adaptaba a ello, no era algo accidental. Por eso siempre tenía éxito Livis, al despertar los cambios eran completamente normales. Caminé a cuatro patas hacia la ama, descansaba con los ojos abiertos. Sin decir nada me dejó alimentarme.
–Noto el cambio, mi esclava.
Mi cuerpo sintió una oleada de placer al meterme su miembro en la boca, como si de comer comida se tratase. El poder de Livis era asombroso. Debería estar sintiéndome humillada, avergonzada, o como una puta, pero percibía alimentarme de ella como algo absolutamente normal y necesario. Así estuve hasta que recibí mi sustento.
–Tú te irás con mi esposa, yo al contrario me follaré a la elfa por todos los agujeros posibles antes de llevarla. Quiero que la cuides, satisfagas sus necesidades y que la sirvas como si fuera yo. ¿Estamos?
–Si, ama.
Alessia entró y le entregué en mano mi correa. Ya habíamos llegado a puerto. Ella me guió por el puerto al tiempo que exhibía mi cuerpo a los que allí estaban. Se dió el camino largo y por fin llegamos al coche. Allí me esperaba una muda de ropa, y ropa interior. Me vestí con todo hasta taparlo casi todo excepto mi collar.
–Cuando les he dicho que eras nuestra esclava, estaban que no se lo creían. Así que primero pasaremos por su casa y luego iremos de compras.
Permanecí en silencio durante el viaje en coche hasta llegar a una casa de playa. Bajamos del coche, y Alessia llamó a la puerta. Nos recibieron las amigas de Alessia, que la abrazaron al verla.
–¿Os gusta mi mascota?–las saludé
Entramos en su casa, allí había cuatro mujeres y dos hombres. Todas sus miradas se voltearon hacia mí. Alessia me manoseó por todos los rincones delante de ellos, me azotó el culo. No reaccioné a su golpe.
–¿Que eres mi querida?–preguntó cerca de mi oído Alessia.
–Tú mascota, y tú esclava.
–No te he oído.
–Tú mascota y tú esclava.
–Desnuda tu torso para tus invitadas.
Me quité la camiseta, el sujetador. Los dejé caer y las miré sin ningún tipo de vergüenza. Ellas estaban maravilladas con el espectáculo, los hombres, los cuales parecían strippers, se limitaban a observarme. No sé cómo Alessia activó el efecto de las gemas, yo gemí levemente.
–¿Por qué tus ojos son naranjas y no verdes?–preguntó una de sus amigas.
–He cambiado, chicas, para mejor.
–¿Qué ha cambiado?–preguntó otra, en silla de ruedas.
–Me gusta la carne, pero ahora es otro...tipo de carne.–sus amigas la miraron en confusión–Soy como un súcubo, un vampiro sexual, y mi vida no podría ser mejor.
–¿Cómo que un vampiro sexual?–preguntó una de sus amigas, atlética y con una cicatriz en el ojo.
–Ya no dependo de la sangre, ahora me alimento del sexo.
–Su esposa es especial, pero creo que eso ya lo sabéis.–aclaré–Sus capacidades son producir súcubos, seres sexuales, ella y yo. Además ha podido comprobar que puede hacerlos ella también con su sangre.
En ese momento creí que se reirían de ella, la tomarían por puta o la echarían. Poco sabía yo, que la mujer cicatrizada, Dunya mostraría interés. Claro, ella tenía una enfermedad que la convertía en una vampira casi inútil. Cuando escuchó aquello, algo se le encendió en la cabeza. Se mostró esperanzada, con la idea de que por fin sería útil al mundo.
–¿Podría curarme?–Dunya sujetaba las manos de Alessia con esperanza
–Puedo hacerte una demostración de cómo será tu vida a partir de ahora, no quiero que te sientas engañada. Esos son strippers, ¿verdad? Atiende a los invitados, y toma tu almuerzo, mascota.
Caminé hacia esos hombres, las chicas les hicieron sitio y me arrodillé entre ambos. Ambos bajaron sus pantalones, y me mostraron sus miembros erectos. Introduje uno en mi boca mientras con la otra mano pajeaban el otro. Dunya, la del ojo cicatrizado, era la única que conocía de sus amigas. Se agachó detrás de mí, y terminó de desnudarme.
–Ayuda a mi mascota a satisfacer al otro hombre, Dunya.–le ordenó Alessia.
–Yo también tengo la misma enfermedad, pero no sé si es lo correcto.–dijo otra amiga suya
Dunya, demostrando poca experiencia introdujo el miembro torpemente en su boca para comenzar a hacerle una mamada. Se dedicó a mirarme y a imitar mis expertos movimientos. Al minuto ya le cogía el ritmo a la mamada, no podía tragarlo entero como yo pero si lamer, y chupar. Mi hombre bien satisfecho soltó su carga en mi boca, la tomé con mucha satisfacción.
–Dun, ya puedes volver, te daré mi sangre pero necesitas práctica.
Ella no le hizo caso, creo que se olvidó de todo y solo disfrutaba de un buen postre con leche. Metí la mano hábilmente por debajo de la ropa y le quité el sujetador. Desabroché los botones de su camisa hasta dejarla en topless. Una de sus amigas la fotografió. Dunya se veía muy atractiva con la camisa desabrochada, viéndose sus pechos.
–Si que le ha gustado.
Se sonrojó cuando el hombre se vino en ella, por su cara. La amiga que era muy cabrona siguió haciéndole fotos.
–Ven, Dunya.
Con una tímida sonrisa que esbozaba hizo caso a Alessia, y mordió su muñeca cuando mi ama se la ofreció. Alessia gimió de dolor, pero la dejó tomar su sangre. Poniéndome bien cerca de ella me aseguré de curarla cuando lo pidiera.
–¿Casandra?
–La vida son dos días.–dijo ella.
Antes de cerrarle la herida, la otra amiga, también bebió su sangre mágica. El resto de sus amigas se quedaron con las ganas, no entiendo si por curiosidad o por experimentar cosas nuevas, también bebieron. Después de tenerlas a todas servidas, tapé su herida y la ama besó a una Dunya que aún estaba con el semen por toda la cara. Los besos siguieron a caricias más cariñosas, y eventualmente las dos se encerraron en su habitación.
–Soy Casandra, amiga de Alessia, ella es Brienne, y la que está en silla de ruedas es Melina.
–Encantada.
Cass se sentó entre ambos hombres, y me invitó a sentarme a su lado.
–Los tengo comprados con mi cuerpo. Cuando me aburro o Brienne y Melina lo piden, los traigo. No son pocas las veces que he sido su juguete sexual, solo tuve que mandarle una foto tuya para convencerlos. No hablan mucho eso sí, pero son unos verdaderos jinetes en la cama.
–Mi ama y esposa de Alessia me usa todos los días.–confesé
–¿Cómo?
–Soy su esclava sexual, mi deber es satisfacerla y obedecerla incluso si es ser su mascota. Sabe dominar bien, eso me ha gustado de ella.
–Una vez se la chupé a Livis.–dijo de sopetón Melina, la chica en silla de ruedas.–Bueno, fueron un par de veces, pero es que tenía mucho carisma. Fue suficiente para abrirme a la curiosidad sexual.
–Es de las mejores en experiencias sexuales, el defecto es que una exposición prolongada a ella trae efectos secundarios. No es para todos.
–Pues yo os entiendo.–dijo Melina–Yo también me habría convertido en su esclava.
–Y yo sin pensarlo.–dijo Casandra–¿Y tú Brienne?
–Ya me he visto alguna vez con sacerdotisas hermafroditas. ¿Crees que haría la diferencia con Livis?
–Laura, ¿vas a...seguir comiendo?–preguntó Casandra–No quiero acaparar tú comida.
Ella se lanzó sobre uno de los hombres. El otro que debía tener bastante confianzas con Melina, le metió la polla en la boca de golpe. Antes de ver a Alessia me acerqué al oído de Melina, que ya estaba tragando falo.
–Que aproveche.
Alessia y Dunya ya habían terminado su sesión de sexo lésbico. Al verme, Dunya se aproximó a mí y me besó. Era agradable sentir el contacto con su piel, por lo tanto no me importaba seguir una segunda ronda pero con ella.
–Alessia me ha dicho que también os vale con sexo lésbico.–dijo Dunya antes de volver a besarme
Manoseó bien mis glúteos y me arrimó aún más a ella hasta tener sus pechos y su sexo muy cerca de los míos. Las hermafroditas me encantan, eso es innegable, pero he de decir que Dunya tenía un cuerpazo increíble. Sus proporciones eran perfectas y su cuerpo estaba atlético. Mi cuerpo respondía a sus caricias con una atracción sexual muy intensa, mi cuerpo deseaba sentir el suyo, besarlo…Dunya me lanzó a la cama y la miré mientras caminaba hacia mi.
–Toma a tú esclava, Dunya.–tomó la correa en su mano y me hizo levantar la cabeza hasta besarnos otra vez.
–No sabes lo cachonda que me pone que digas eso.
Sin decirnos nada ambas nos pusimos de acuerdo para hacer la tijera. Nos frotamos al mismo tiempo que veíamos el placer de la otra. Hacia tiempo que no tenía este tipo de sexo lésbico, y me gustó las sensaciones que me produjo. Entonces Alessia intensificó mi placer activando las gemas. Aceleré los movimientos de mis caderas y ambas tuvimos un orgasmo. Me quedé boca arriba, tomando aire.
–¿Cuánto tiempo llevas como esclava?–preguntó Dunya.
–Una semana.–respondí.
–Si en una semana ya eres tan obediente, me imagino que sucedería en un año. No me importaría hablar con tu ama para que te entregue a mi.
–Creo que antes te haría su esclava que renunciar a nuestra mascota personal. Nos vamos ya, mascota. Vístete.
–Que se ponga una de mis faldas. Es más divertido jugar con faldas.
Corrí dando saltitos de alegría hasta su mueble donde lo registré en busca de ropa. Saqué algo de lencería cara.
–Te la regalo.
Me vestí con sus bragas, y con una falda corta. Alessia me quitó el sujetador de las manos así que me puse una blusa nueva. Me despedí de Dunya y salimos. La mujer en silla de ruedas había acabado en el sillón, el hombre tenía sus piernas abiertas y se la estaba follando. Era obvio que mis pechos eran más grandes que mi blusa pero si mi ama me quería así, no me opuse a sus deseos. Tras salir nos montamos en el coche y nos fuimos de allí.
–Mis amigas son unas zorras, pero son mis zorras. A partir de ahora tendrán una nueva vida. Para ser justas, todas tienen algún problema, no me extraña que hayan bebido mi sangre. Serán unas esclavas muy obedientes. Excepto Dunya, con mujeres es muy romántica, le gustas de verdad.
–Es muy guapa.
–Si supiera que lo que adoras son las pollas.–sonreí pero no respondí porque era muy cierto.–Engullirlas, sentir su eyaculación, que te penetren.–me ponía cachonda solo de pensar en el sexo que me esperaba de vuelta al barco.
–Soy una esclava amante de las pollas.–sabía que le encantaba cuando hablaba cerdo
Miré el collar, con la correa que descansaba entre mis pechos y llevaba hasta mi vientre. Y obedecer también.