El mundo maravillosa de las HOTWIFE
Las mujeres suelen empezar como un juego, pero dentro de casi todas hay una HOTWIFE, pero solo algunas valientes dan el paso, ahí es donde los maridos o parejas, tienen que estar para apoyarlas y los corneadores como yo deben estar MUY ATENTOS.
Llegue a mi trabajo a la hora habitual. Mi intención era no hacer ni el mínimo comentario a Lucas sobre lo sucedido la noche anterior con su mujer. Tratar de ser como siempre, aunque sabía que costaría. Nada más llegar Lucas, los compañeros empezaron a hacer comentarios sobre la “fiesta” de cumpleaños y para que no me metieran en ningún compromiso, dije que a última hora no me encontré bien y no pude acudir. Lucas suspiro y a mí me dejaron tranquilo, no había motivos para seguir con las bromas al no haber ido yo. Lucas al pasar por mi sitio me apretó en el hombro y me dio las gracias, sonreí y no comente nada.
El comportamiento de él era de lo más normal, comentarios jocosos entre todos, bromas, consultas profesionales y nada más. Hasta que nos tomamos el descanso de media mañana. A mí me quedaba un trabajo por finalizar y tarde más en bajar que el resto, cuando lo hice se subían todos y Lucas, dijo que se quedaba un poco más para que no almorzara yo solo.
Ha sido un acierto el decir que no viniste, pero un pleno acierto.
Así evitamos que siguieran con las bromas, que se enteraran de que no fue como otros años y si no se habla, no se puede meter la pata.
Bueno y ahora, ¿Qué tal tú?
Pues te seré franco, estupendamente, me lo pase muy bien, sois una pareja increíble. ¿Y vosotros? Y sobre todo tu. (Le pregunte con cierto “temor”)
Cuando te fuiste le di la vuelta a la cabeza, pero ni cinco minutos. Estoy muy bien, como cuando de niño hacia una travesura y descubría algo nuevo, pues igual, lo único que con 40 años. Y Fani, hace un rato que he hablado con ella, mejor dicho, nos hemos wasapeado y mira lo que me ha puesto.
Saco su móvil hurgo en él y me enseño los wasap. Él le preguntaba cómo se había levantado y ella le contestaba, “me he levantado rotita y con unas agujetas de campeonato y eso que todos los días voy al gimnasio, es que entre semana es malo, que luego hay que madrugar”Lucas le respondió, “es que ya estamos mayores para tanto trote, jaja” y ella le replico, “oye, majete, mayor estarás tú, que por mi repetía ahora mismo, pero con ese toro que tienes como amigo, que en eso os parecéis, que sois dos toros, pero no por lo mismo, jaja”, había algunas cosas más escritas pero eso era lo más interesante, así que aproveche para decirle.
Por mi cuando queráis, que me adapto a cualquier horario.
Jaja, eso me lo imaginaba ya, pero no es por nosotros, alguien se tiene que quedar con nuestros hijos. Normalmente lo hacen mis suegros, pero no siempre.
Lucas cuando queráis y si queréis poro los dos. Me alegra que te lo hayas tomado de esa manera.
Es una cosa que te ronda pero nunca te atreves a dar el paso y lo ves imposible. En mis fantasías alguna vez lo había pensado, como proponérselo a Fani, si decía que si como hacerlo y cuando menos se lo estera uno, ZAS, ocurre, sale perfecto y todos contentos y satisfechos. ¿Remordimientos? Ninguno.
Terminamos la conversación porque había que seguir currando y me quede muy tranquilo. En esa conversación, me hablo de una página donde normalmente se colocaban fotos de esposas, novias, para que la gente opinara y que había publicado alguna de Estefanía, que les ponía mucho lo que les decían. Termine el trabajo asignado e iba a empezar con el del día siguiente, pero al igual que otros se iban a fumar cada dos por tres un cigarro, descanse un poco y me conecte a la página que me dijo Lucas.
Me puse a buscar y encontré a Estefanía que usaba un nombre distinto. La cara no se le veía, pero no me hizo falta. Habían hecho 11 publicaciones, subiendo de tono en cada nueva publicación y en los comentarios, que ponía que los hacia el marido y me lo creía. Lo eje y ya lo vería más tranquilamente en mi casa.
Con mis vecinos empezó a ir todo mucho mejor. Ya había un buen rollito, era cuestión de tiempo que todo volviera a la normalidad y empecé a reunirme más a menudo con ellos. Lo único que en este tiempo de “transición” pude comprobar lo “hipócrita” que es la gente y cuanta doble moral. No hubo ninguno de mis vecinos y hablo de la parte masculina exclusivamente, que en algún momento de tomarnos una cerveza y eso sí, siempre que no había nadie más, todos, llegaron a sacarme la conversación del sexo, de cómo lo veía yo, que opinaba de ser una pareja abierta y cosas así. Mi natural desparpajo y sinceridad al hablar de esos temas con la mayor naturalidad, provocaba que la siguiente cerveza que me tomaba con quien fuera, el “interés” iba un punto más allá que la anterior conversación.
Aunque esto no quería decir que todos quisieran algo más, pero no descartaba que alguno si lo quisiera y luego había que tener en cuenta, que todos eran un grupo muy unido y compacto, distinto del resto de los demás vecinos. Había clasificado en tres grupos a mis vecinas, el primer grupo a las que al cruzarnos las miradas me dio una “descarga” de deseo, en el segundo estaban las que la mirada cruzada me causaba “interés” y el tercero y último, la que la mirada no me decía nada de nada. Así que me dedicaría en especial al primer grupo, pero sin descuidar al segundo, como fue el caso en esta ocasión.
La mujer en cuestión era Pamela, una mujer delgada de voluminosas tetas y alta más de 1,70. Ojos grandes y mirada penetrante, siempre que nos cruzábamos las miradas, ella se ponía desafiante. Pero hasta ahí, no daba pie a nada. Una cosa graciosa en ella, que su color de pelo era siempre indefinido. Aunque indague e indague, saqué poca información, salvo que estaba casada con Leo que era peluquero, más bajo que ella, delgado y con una barba muy trabajada. Él tenía 41 años, ella 37, se casaron por quedarse embarazada y tenían una hija de 17 años recién cumplidos. Llevaban desde bien jóvenes juntos.
Como todos mis intentos de acercamiento hacia ella fueron estériles, busque otro camino. Viendo un día al marido hablando con otros vecinos, me acerqué salude y al rato, de forma casual, le pregunte a uno por una peluquería de confianza, ya que hacía meses que no me cortaba el pelo y quería cambiar el estilo. Todos saltaron como si tuvieran un resorte, diciéndome que Leo tenía una buena peluquería y sobre todo para gente joven. Él se puso a hablar conmigo y me indico donde estaba la peluquería, mientras la mujer nos observaba y esta vez su mirada era más “gatuna” y al día siguiente después de salir de trabajar y de comer por ahí, me fui a su peluquería.
Era una peluquería más grande de lo que pensaba, estaba junto a una tienda de tattoo, antes de entrar en la peluquería estuve mirando diseños de tattoo que había en el escaparate y mientras lo hacía Leo me saludo con la mano. Había cuatro sillones para cortar el pelo, estaba otro hombre y el cortando y dos chavales esperando. Me dijo que tendría que esperar un poco y me dio igual. Me saco la conversación de los tattoo, el llevaba varios y me señalo una revista que había en un expositor. Era de la tienda de al lado, tenían mucha diversidad y buenos tatuajes.
Mi respuesta a si me gustaba alguno fue, “me apetece hacerme uno en concreto, uno que me he diseñado yo, viendo ideas de unos y de otros, me hice una composición. Pero me cuesta decidirme, porque antes hay que saber dónde se mete uno, que he visto unos auténticos destrozos, ya me entiendes” Leo no me dijo nada, le pidió disculpas al chaval que pelaba, se acercó al espejo que tenía detrás de mí, que cubría todo la pared, dio unos ligero golpes con el anillo e hizo gesto como si llamara a alguien. Al momento por una puerta interior entro Pamela, iba vestida muy discreta, con una especie de moño, enganchando con unos palillos, era la tatuadora. Él le explico lo que yo había dicho y ella me dijo que pasara. Nos metimos en la tienda. Había más personas. Me estuvo explicando todo, los costes aproximados, etc. Y me dijo, que eso sí, antes de decirme nada en concreto, tenía que ver el diseño y me dio su número de móvil para que le mandara un wasap con el dibujo.
Me corte el pelo, me dejo la barba desaliñada que llevaba muy bien recortada, como si fuera casual, de esas de dos días sin afeitarse y aunque me pareció excesivo el corte de pelo, no me vi tan mal. Al llegar a casa busque el diseño, le hice varias fotos y se lo mande por wasap. Vi que lo había recibido, pero no contesto nada. Por la noche recibí un wasap, me decía que el diseño era espectacular, pero que complicado y laborioso, que sería un poco caro, también dependiendo del tamaño. Mi contestación es que quería que me abarcar el muslo derecho, desde la rodilla hasta un poco más arriba de la cadera. La respuesta fue una cara con la boca y los ojos muy abiertos, diciéndome que la dejara hacer el diseño y ya me daría el presupuesto, pero me avisaba que sería caro y en varias sesiones.
A la semana siguiente recibí un wasap que me decía si podría pasar en cualquier momento. Le dije que sí y me pase a la misma hora que la otra vez, salude al marido y me dijo que me animara. Al verme me paso a una habitación, que tenía una “camilla” muy moderna y lo curioso es que dese allí se veía el interior de la peluquería. Me mando que me bajara los pantalones, me cogió de sorpresa y al ver mi cara, sonrió y me dijo, “no te voy a violar, es para probar esto” eran unas hojas mi diseño. Me baje los pantalones y ella se puso en mi costado, colocando y como midiendo todo. Quiso que le indicara hasta donde quería que llegara con exactitud la parte superior, porque la parte del muslo estaba perfecta. Le indique por donde quería, llegándome una parte a la zona púbica.
Ya te puedes subir los pantalones, ves, no te “viole”, jaja, como sois los hombres, os dicen que os bajéis los pantalones y os quedáis petrificados, jaja.
No ha sido eso, que no me lo esperaba. Me esperaba hablar del presupuesto, del diseño, esas cosas.
De eso hablaremos ahora. Te lo dije que sería caro y lo será. Pero por ser vecinos te cobrare solo la mitad. Y aunque también te parecerá muy caro, solo tienes que pedir un presupuesto en otros sitios y ya verás que no te miento. Si te decides me lo puedes pagar en varias veces, no es algo que haga, pero hay que ser buenos vecinos.
Me fio, no tengo por qué dudar.
Si te decides, que no me tienes que contestar ahora, tendrá que ser entre las 14,00 y las 16.00, que es cuando no tengo abierto al público, aunque este aquí, que es cuando aprovecho para hacer diseños, ya que la peluquería tampoco la cerramos a la hora de comer. Es que tengo las horas pilladas durante varias semanas.
En unos días te contesto.
Sin ninguna prisa y sin ningún compromiso. Eso sí, si te decides te tienes que depilar toda la zona donde se hará el tattoo. Que hay en otros sitios que lo hacen ellos, pero aquí no.
Me marché y no sé el motivo, pero salí cachondísimo, y eso que iba muy discreta con su ropa. Me acerque a varios sitios de tattoo, lleve mi diseño, les explique lo que quería y Pamela me había dicho la verdad. Aunque me pareció caro, acepte. Al día siguiente empezaríamos. En la primera sesión fue todo muy normal, aunque esta vez llevaba una blusa y se lograba vislumbrar algo de esas inmensas tetas, pero era más la imaginación que lo que se veía. La segunda sesión, ya había más conversación y el escote se veía mejor, pero no para echar las campanas al vuelo. La tercera y cuarta sesión fueron más o menos con el mismo ritmo, salvo que una vez más me repitió que ella no tenía una tienda de tattoo, que era un estudio. Lo dijo con cierto enfado.
La quinta sesión, pensaba que sería tensa por lo sucedió en la anterior, pero que va, me recibió con una amplia sonrisa y no llevaba blusa, llevaba una camiseta, aunque era mejor porque se le notaban bastante bien los pezones. Como me equivoque, no la miraba, porque era incomodo por la posición, pero una de las veces que mire la camiseta estaba holgada y se le veía un escote precioso. Eso llevo a mi rabo a ponerse muy “mal” y tenía que evitar que ella se diese cuenta. Después de esa sesión al llegar a casa me hice un pajote a su salud. Lo malo empezaba en la siguiente sesión, ya que le tocaba a la zona púbica. Me busque unos slip, que pudiera apartar lo suficiente para que pudiera trabajar y que no se viera nada, algo bastante difícil y si me empalmaba imposible.
Cuando llegue iba bastante nervioso, pero controlando la situación. Pamela esta vez estaba de pecar. Muy profesional ella, me trajo una toallita de baño, me indico que me quitara todo y que me cubriera con ella, la toalla era de las que se usan para el bidet. Al cuarto de hora de verla algo más que el escote, porque no llevaba sujetador. Paro de trabajar, se quitó los guantes de látex y me quito la toallita de un tirón, quedando mi rabo al aire, que no estaba empalmado del todo, estaba a medias. Diciéndome, “ya está bien, más señales no te he podido mandar y como no te decides ya es hora de poner remedio a esta situación”
Se metió el rabo en la boca y los dos notábamos perfectamente como crecía dentro de su boca. Me dejé caer sobre la camilla y me puse a disfrutar. Estire uno de mis brazos para que mi mano pudiera tocar sus tetas, eran voluminosas y en cuanto acaricie por encima de su ropa uno de sus duros pezones, ella me quito la mano sin dejar de mamarme el rabo, todo intento que hice por tocárselas fue infructuoso. Por el espejo vi como de manera constante su marido miraba, como si intuyera lo que pasaba.
Pamela se irguió, de sus labios brotaba saliva, me miro con ojos encendidos. Se soltó el pelo, se quitó la camiseta que llevaba y se quedó en tetas. Estaban algo caídas, algo que no era de extrañar con lo grandes que eran y los pezones estaban bien tiesos, aunque eran más pequeños de lo que había intuido, pero aun así, eran muy deseables. Luego parsimoniosamente se quitó los pantalones y el tanga, todo a la vez. Tenía un pequeño triangulo de vello púbico, muy arreglado. Mientras se fue desnudando le dije, “tenemos que tener cuidado, porque me da que tu marido sospecha o intuye algo” y ella con cara maliciosa me respondió, “ni sospecha ni intuye, lo sabe, porque somos un matrimonio abierto, con condiciones y le dije que hoy iría a por ti, que no te escaparías”
Me levante, me quede de pie y la quise apoyar en la camilla, pero no quiso en esa postura, quería quedar mirando hacia el espejo, por lo que se ve le ponía ver a su marido. No puse ningún reparo y empecé a tocarla, a acariciarla cuando de sopetón me soltó, “déjate de preámbulos, que estoy muy cachonda y en un rato llegara la gente” me puse un condón, coloque mi rabo en su coño desde atrás y ella me decía que se lo metiera ya. Estaba tan pesada, que se lo metí de un solo empujón, no protesto solo exclamo “Aaahhh… así, muy biiiien” fui follándola con buen ritmo, pero poco decía ella, la notaba como fría, solo miraba hacia su marido. No me estaba gustando su comportamiento, no me satisfacía su indiferencia.
Hasta que le dije, “te gusta mirar al consentido de tu marido, seguro que te gustaría más, que estuviera viendo cómo me follo a la puta de su mujer ¿verdad zorra?”no me contesto, pero había dado en la diana, porque según le decía eso, empezó a gemir. Ya sabía cuál era el camino. Ahora me daba igual que no dijera nada, me gustaba oírla gemir, como si se meneaba ahora. Agarre su abundante melena y tiraba de él, mientras la follaba con más ímpetu, sus gemido iban en aumento y le decía, “me pone muy cachondo follar con una puta como tú, el rabo me lo pones durísimo, me gusta como mueves el culo de zorra que tienes, como noto el roce dentro de tu coño, pero lo mejor será cuando te reviente el culo de puta y tu marido lo vea, y, ¿sabes qué?” le deje el interrogante, no quise continuar y ella con voz de salida, me pidió, “no sé qué, pero dímelo, quiero oírlo, venga dímelo” y follándola con más fuerza le respondí, “que hare que tu marido delante de ti me chupe el rabo, para que luego te abra el culo para que te lo rompa yo” y ella empezó a correrse diciéndome, “¡SI, SIIIIIII!” y se corrió con tantas ganas que detrás fui yo, agarrando sus pezones con fuerza, que corrida nos pegamos. Nos vestimos y mientras lo hacíamos converse con ella.
Me ha dado mucho placer y nunca mejor dicho, conocerte mejor. Por eso te quiero preguntar, ¿Qué es eso de matrimonio abierto con condiciones?
Pues que la tercera persona en “discordia” nos tiene que caer y gustar a los dos, además de nunca ocultarnos nada. Si me vas a preguntar si lo hacemos mucho, ya te adelanto que no. Porque esta es la quinta vez y las otras veces no me quede “bien”. Pero aunque cuando empezaste pensé que sería otro fracaso, cambie de opinión cuando vi, que me pillaste el “punto”.
¿Sí? ¿Y cómo te lo he pillado?
Jaja, lo sabes de sobra, así que no es necesario que te regale los oídos.
¿Que el vas a decir a Leo? ¿Yo me hago el loco?
A Leo le diré que ha sido corto pero muy intenso y placentero, que contigo ha habido pleno. Lo que tú digas es tu problema, él sabe que te lo diría, así que, mientras quede entre nosotros tres, todo bien, no por nada, pero es más bien por nuestra hija.
Llegaron las primeras personas y Pamela terminaba de ponerme la pomada antiséptica, para que no se me infectara lo que me hacía. Su marido entro, creo que esperando pillar a su mujer sola para cotillear. Se puso a hablar conmigo sobre el tatuaje, si estaba siendo muy doloroso, etc., mi respuesta fue con segundas y lo pillo, “si duele un poco, pero tu mujer es una auténtica artista en hacerlo y en quitar el dolor, sabe relajar, MUY BIEN” ella sonrió y miro a su marido. Entro en el juego y le dijo a Leo, “es muy fácil con él, mejor que con ninguno anterior, no se queja nada, habla mucho y sabe entretener, te pilla el punto muy rápido, buffff”
Leo se había puesto cachondo, no lo podía ocultar, Pamela mando a las dos chicas que tenía a ir al almacén por unas cosas y al quedarnos solos me dijo, “ves, si mi maridin se pone cachondo solo de pensarlo, es que le quiero mucho” quise poner un poco más de morbo y le dije a ella, “pues luego cuéntale lo que te he dicho que haría, que lo mismo no se atreve”ella sin soltar prenda se rio en alto y me respondió, “que yo sepa, nunca lo ha hecho, pero ya te aseguro que lo hará, que me dará ese gustazo a mi” el me pregunto y lo remití a su mujer, despidiéndome y yéndome.
Le estaba tomando gusto a follarme a mujeres comprometidas, aunque el gusto supremo era saber que los maridos lo supieran. Al llegar a mi casa me encontré con varios de mis vecinos y me insistieron, más que otra cosa, que jugara al domino con ellos, ya que les faltaba uno. Del domino más que jugar, sabia colocar las fichas y se lo dije, pero les dio igual. Los tres que estaban eran Toño, Félix y Martin, como me interesaba confraternizar más con ellos acepte. Lo echaron a suertes y me toco de pareja con Toño. El cual me dio unos consejos sobre el juego, antes de empezar.
Hoy el tema de conversación era sobre política y cada uno opinaba de una manera, exacerbando eso los ánimos. Pregunte por si alguno conocía un gimnasio, el primero en contestarme fue Félix, que se agarró su tripita y me dijo, “tú crees que conozco yo muchos gimnasios, jaja”, Toño se quedó callado y Martin me dijo que él iba a uno, que él hacía mucho boxeo, que le desestresaba. Le conté lo que yo hacía y me dijo que el próximo día fuera con él.
Apareció un grupo de mujeres, entre las que estaban las tres de mis compañeros de juego. Se acercaron a nosotros y se sentaron. Contándoles a sus maridos que ya tenían todo hecho, sin saber de qué hablaban, hasta que me enteré de que habían creado una asociación de vecinos. Mi comentario en plan jocoso, fue, “lo controláis todo, ya solo os faltaba la asociación de vecinos, parecéis una pequeña mafia, jaja, no lo toméis a mal”, pero si se lo tomaron a mal, por lo menos Ofelia que me contesto con un punto de rabia, “de eso nada majete, lo que pasa que nosotras tenemos inquietudes, estamos muy unidas todas las familias…” la corte para que no siguiera con el enfado, “Ofelia me has entendido mal, a lo que me refiero es que hay dos grupos bien diferenciados entre los vecinos, bueno y un tercero que está en el limbo, aunque es poco numeroso. Y en el vuestro en concreto, lo hacéis y lo decidís todo, que tampoco es malo”
Como no. Toño carraspeo y todos se callaron, iba a hablar el. “os entiendo a los dos perfectamente, pero Ofelia si no te explicas, Pelayo no entenderá nada. Mira Pelayo es muy sencillo. Al llegar aquí, algunos nos conocíamos de antes y otros no. Nosotros el grupo al que te refieres, somos más progresistas, más liberales. El otro grupo se escandalizaban de nuestras opiniones, sobre todo el hablar libremente del sexo, nos censuraban constantemente, por eso nos fuimos distanciando. Es más, lo que has contado tu aquí, te hubieran puesto en la hoguera” mi replica fue instantánea, “os entiendo, pero muy progresistas y liberales tampoco seréis, que a mí me dejasteis de hablar, saludándome de aquella manera”
Las mujeres dijeron, “menudo zasca os acaban de dar, os ha dado en el cuello, os ha dejado mudos, etc.”, terminamos la partida, que por cierto la perdimos Toño y yo. Martin hizo lo posible porque nos quedáramos los dos solos y lo consiguió.
Tienen razón las mujeres, nos has dado para el pelo. Lo tenías bien guardado.
Que va, lo que pasa que me lo ha puesto a huevo y no me he podido callar, que os decís que sois muy liberales pero, jaja.
Cada uno lo es en su medida. No todos somos iguales.
Explícate.
Aquí hemos hecho muchas “fiestas” entre nosotros, lo que pasa que ponen muchas normas.
Eso que me dices, no me dice nada.
Vale, no te diré quienes, pero hemos tenido “reuniones” intimas, pero con límites. Algunas parejas nos hemos visto follar, nos hemos toqueteado pero poco más. Porque se acordó que nada de follar con otra pareja. Ni besos en la boca. Pero mi mujer y yo somo swinger, con poco éxito, pero con espíritu swinger.
Pues se es o no se es. Tantas limitaciones son una tontería. Imagino aunque no me lo digas que Toño es el que más normas ha puesto. Y de lo que dices del poco existo como swinger, que quieres que te diga, no me gustan los tíos, pero se ve que tienes buen cuerpo, eres simpático y tu mujer que decir, tiene un cuerpazo que quita el hipo. Así que no te entiendo.
El problema no está en nosotros. Esta en que vosotros los jóvenes, vais de machos alfa, de corneadores y la mayoría, el 99% son unos boca chanclas. Mucho cuerpo, mucho postureo pero cuando llega el momento, son un bluf. Cuando una mujer como Ofelia les pide más marcha, se acojonan, se asustan y si no se asustan se corren enseguida.
No generalices. Que eso será porque no lo tienen claro, a mi tu mujer no me da ningún miedo y te aseguro que no me tendría que pedir marcha, que ya se la daría yo solito. Que si quieres te lo podría demostrar.
Por mi ahora mismo, pero Ofelia siempre pone como condición que sea alguien no conocido.
Jaja, quien no conoce a las mujeres o a tu mujer eres tú. Necesita que la “obligues” ya me entiendes. Que luego no puedas decir que fue cosa suya.
¿Tú crees?
Haz la prueba, llámala y no te rindas.
Se quedo en silencio, pensativo. Entonces cogí el papel donde habíamos anotado los puntos de la partida y le dije o le ordene, “venga llámala, pon el manos libre y si es necesario yo te escribo aquí lo que sea para que lo leas. Empieza diciéndole que me ves como buen candidato y que quieres invitarme a vuestra casa” el cogió el móvil y la lamo.
O.- Dime.
M.- Oye estoy con Pelayo, bueno estoy apartado para que no me oiga. Creo que he encontrado el candidato ideal.
O.- Candidato ¿para qué?
M.- Para que va a ser, para llevártelo a la cama.
O.- Estas loco y además ya sabes, nadie conocido.
M.- Si no lo conociéramos, ¿harías algo con él?
O.- No sé, lo mismo, posiblemente.
M.- (Le escribí que le dijera que me iba a invitar a su casa) Ofelia, le voy a invitar a tomar algo a casa, aprovechando que estamos solos.
O.- Ni se te ocurra.
M.- (Le escribí que la picara) ¿Es que te da miedo? O ¿Es que no sabrías ligártelo?
O.- No digas tonterías, que eso no es.
M.- (Le escribí que le dijera que se vistiera provocativa) Mira que te digo, en un cuarto de hora estaremos ahí, vístete como tú sabes, deja poco para la imaginación.
O.- Que no. Que se te ha ido la cabeza. Que luego te sentirías muy mal, sabiendo que un conocido sabe que te gusta ser cornudo, no ves que no.
M.- Tu veras. En un cuarto de hora estaremos ahí, así que quítate el chándal que tendrás puesto y ya sabes.
Corto la llamada y lo note muy nervioso. “Ya está, tranquilo, ahora es ella la que tiene la última palabra. Por si se anima. ¿Algo que deba saber?” le dije. El de nuevo se quedó dudando de decirme algo y al final me respondió. “Por detrás no le va, que siempre que lo hemos intentado ha acabado enfadada. Que se corran en su boca, según, hay que pillarla muy, muy cachonda y luego lo escupe, el resto le va todo”, un poco complicado me lo ponía. Aunque en esta vida todo es susceptible de cambio.
No me encontraba nada nervioso, expectante para ver que ocurría sí. Paso más de un cuarto de hora y se lo hice saber a Martin, que ahora lo veía más nervioso aún. Me pregunto, “¿Qué crees que habrá hecho Ofelia?” y después de mirarle con asombro le respondí, “jaja, joder Martin si tú que eres quien conoce a tu mujer no lo sabe, que voy a saber yo. Esa pregunta me la tendrías que responder tu a mí, pero la respuesta es fácil. Si tu mujer es muy puta, ahora mismo estará sin chándal y si no lo es, estar con el chándal. ¿Es muy puta o no?”, por su cara no le gustó mucho lo que dije y me lo hizo saber. “Pelayo no te equivoques, no me gusta que la llames puta y que ella no te oiga porque se jode todo, ya te lo aviso. Ella es una mujer normal y si no la conozco mal, lo más seguro que este con chándal u otra ropa discreta y cuando nos vea se excusará y se ira a dormir”
“No quiero que te enfades, es una expresión sin ningún tipo de connotación peyorativa, es una forma de hablar. Y te lo repito si es muy puta y lo pongo entre comillas, estará provocativa, si no lo es, pasara lo que tú dices. Si vamos, que ya llegamos tarde, saldremos de dudas” y como lo vi caminar como resignado le dije, “si no quieres por lo que sea o te quieres echar atrás, por mí no hay problema y nadie sabrá nada de esto” esta vez me sonrió y me respondió, “lo que me preocupa no es eso, si no la bronca que me puedo llevar, jaja”
Abrió con sus llaves la puerta y dijo en voz alta, “Ofelia, ya he llegado y he traído a Pelayo, que le he invitado a una copa”, ella salió como ofendida diciendo, “te tengo dicho que eso se avisa antes, para no pillarme de cualquier manera” y apareció con un top de satén y encaje, con un buen escote y un pantalón del mismo estilo, de tipo cachetero como digo yo, porque enseña más el culo, de lo que podía taparlo. Era de color naranja llamativo, marcándosele los pezones bien empitonados. Deje claro que a mí no me importaba, que no me parecía mal y puse cara de complacencia. Ofelia le dijo a su marido que sacra el alcohol que ella iría por el hielo y los vasos. Al quedarnos solos le dije a Martin, “puta no, lo siguiente, se ve que tiene ganas de rabo y se lo voy a dar, veremos si aguantas viendo lo que la hago” el en voz susurrante me dijo, “pero no te pases y no la llames así y ya sabes por detrás porque se puede enfriar y mandarnos a la mierda” me sonreí y esa fue mi respuesta.
Estábamos los tres ya bebiendo nuestras copas y el momento era indefinible. Ofelia sentada en una silla de la mesa de comer, con un respaldo alto, con las piernas cruzadas y dejando una visión excitante, Martin sentando en un sillón de varias plazas y yo sentado en otro. Al estar tan cerca uno de otros, pero a la vez tan distantes, esperaba que Martin tomara la iniciativa en algo, pero no le veía por la labor y su mujer estaba con su vaso en la mano, expectante para ver que sucedía. Por fin Martin le dijo a su mujer que se viniera a sentar junto a nosotros, sin especificar junto a quien. Ella le respondió que le seguía doliendo un poco el cuello y que en la silla estaba mejor, ya que al tener el respaldo tan alto, podía apoyar mejor su cabeza. Recordé que cuando nos vimos por la tarde ya se venía quejando de la cabeza y de que se iría a tomar una pastilla para ver si se le quitaba.
Al ver que la situación parecía estancada y aprovechando lo que dijo, me levante, me acerque a ella y con una pregunta retórica le dije, “quieres que te dé un pequeño masaje en los hombros, para que se te quite” y no espere respuesta, me puse detrás de ella y como el respaldo de la silla me molestaba, le dije que diera vuelta a la silla y se sentara de cara al respaldo. Me hizo caso, quedo con la espalda libre y se apoyó en el respaldo. Quedábamos de cara a su marido. No es que supiera dar masajes, que no tenía ningún título, pero siempre me decían que lo hacía muy bien y que tenía buenas manos. Se lo daba y hablaba, ella no decía nada y la conversación la llevábamos entre Martin y yo. En un momento dado dije que si tuviera una crema para la piel sería mejor. Ofelia que tenía la cabeza apoyada sobre sus manos, que estaban en lo alto del respaldo dijo, “Martin ves al baño y trae la de Uriage, una que es blanca con el tapón azul” y Martin se fue por ella, haciéndole yo un gesto de que no tuviera prisa.
Nada más me dio tiempo a decirle que me encantaba su piel, Martin apareció con el bote, le mire extrañado. El muy cabrón no fue andando fue “volando” y me puse un poco de crema en las manos. Empecé de nuevo a dar el masaje sobre sus hombros y sobre su cuello. Martin no quitaba la vista y más porque el respaldo de la silla no le dejaba ver todo. Seguí de nuevo hablando con él, con toda normalidad, pero mis manos fueron cambiando de posición y se metieron n el escote de Ofelia, que no decía nada. Llegue a sus tetas las acaricie y luego empecé a acariciar sus pezones, que al tener los dedos resbaladizos, se acariciaban mejor. Sobre todo cuando atrapaba sus pezones entre mis dedos, que estiraba un poco de ellos y se resbalaban hasta que desaparecían de mis dedos, cada vez que sucedía eso, Ofelia aguantaba un gemido.
Mi empalme era monumental, me pegue a su espalda para que notara la dureza de mi rabo y ella hacia fuerza hacia atrás, provocándome y meneando un poco la espalda, con mucha suavidad. No cambie ni la conversación ni mi expresión y el que si me hacía gestos era Martin, como diciéndome que teníamos que hacer algo. Como no me aguantaba más baje una de mis manos hacia sus piernas abiertas, que las tenía así por estar sentada de cara al respaldo. Metí mi mano por la entrepierna de su pantalón y el coño estaba muy mojado. Al sentir mis dedos se puso a resoplar. Ante la mirada fija de Martin, puse mi boca en su oreja, sin dejar de mirar a Martin y muy, muy bajito le dije, “zorra ¿te he puesto yo tan mojada?” y ella sin levantar la cabeza prácticamente, que tenía apoyada en sus manos, meneo levemente la cabeza en forma afirmativa. Continué, “¿sabe tu marido lo puta que eres?” ella esta vez movió la cabeza negativamente y ya sus resoplidos se parecían más a gemidos.
Martin no tenía dudas, ya era consciente de lo que estaba haciendo a su mujer aunque no podía oír lo que le decía. Era hora de hacer participar a Martin, era fundamental no ignorarlo. Le mire y le dije, “Martin, la puta de tu mujer no aguanta más y yo tampoco, mira como esta, fíjate”y le enseñe dos de mis dedos muy mojados y brillantes. Me los lleve a la boca los saboree y ella me miro, su cara era de deseo, vicio. La hice darse la vuelta y la desnude, ahora podía tocarla mejor, lo único que Martin no veía nada y le dije que se sentara cerca, que viera como le daba placer a su mujer. Ni se lo pensó, se acercó y cogió una silla, quedándose a dos metros más o menos de nosotros, no daba espacio, estaba muy bien enseñado.
Ofelia estaba apoyada sobre el respaldo y gozaba con mis dedos en su coño, pasaba de tocarla con suavidad a acelerar de pronto, así una y otra vez. Mientras pajeaba a Ofelia observaba a Martin, que miraba con mucho deseo a su mujer, babeaba prácticamente y me ponía cachondo ver esa mirada, esa actitud y sobre todo como se sobaba su rabo por encima de su pantalón con cierta timidez. Ofelia me desabrocho el pantalón, lo deje caer y con habilidad sin necesidad de mis manos, solo con mis pies me lo quite del todo igual que con el slip. Se quedo mirándome primero por esa especie de vendaje que llevaba por una pierna, la miré y le dije que era por un tatuaje. Luego miro mi rabo y se le esbozo una sonrisa obscena.
No se lo metió de golpe en la boca, que va, saco su lengua y empezó a lamer todo mi rabo desde la punta hasta los huevos y luego se los metía en la boca y con mucha suavidad los lamia. A continuación volvía por mi rabo hacia arriba, hasta llegar al capullo, que lo lamia con maestría, me volvía loco. Cada vez estaba más mojada y ya empezó a hacerme la mamada, al principio le costó metérselo, pero no tardo en coger el tranquilo, la mamaba de gloria. Solo que cuando mis dedos la tocaban más rápido su clítoris, apretaba más su boca, no lo podía evitar. Y me volví a acordar de Martín, que miraba como su mujer se meneaba y como engullía mi rabo. Le miré y le dije, “Martin que puta más deliciosa es Ofelia, es una mamona de categoría, estoy deseando correrme en su coño, que va a ser delicioso”, Martin se desabrocho y saco su rabo para pajearse mejor y me dijo, “No la llames así que ya te dije que no le gusta y de correrse dentro nada, con preservativo”
No quise contradecirle y le dije que conforme. Ahora su mujer dejo de mamármela pero siguio meneándomela, se recostó sobre el respaldo de la silla, miro a su marido, abría y cerraba la boca sin decir nada, acelere mi movimientos con mis dedos y apretó los labios fuertemente, convulsionando su cuerpo ante la corrida que tuvo y Martin fue detrás. Propuse irnos a un sitio más cómodo y Martin estuvo de acuerdo conmigo. La sorpresa vino cuando Ofelia le dijo a su marido, “¿te importa si esta primera vez estamos Pelayo y yo solos en la habitación?”, me quede expectante porque podía revotarse, pero que va, con mucha naturalidad le dio un beso y le dijo que lo disfrutase, luego me paso unos condones y le dije que llevaba de los míos, se echó a reír y dijo, “claro, estos no te vendrían”, Ofelia había desaparecido y Martin me dio la monserga, “Pelayo trátala bien, recuerda que es una señora y no una cualquiera. Se correcto, no seas brusco y háblale bien, dile cosas bonitas” como es normal a todo le decía que sí. Luego me indico cual era la habitación y se quedó en el salón.
Fui hacia la habitación y pensaba en lo que me acaba de decir Martin, yo no veía tan ñoña a su mujer, pero se vería sobre la marcha”. Al entrar en la habitación y después de cerrar la puerta, lo que vi era todo una invitación. Ofelia estaba tumbada en la cama boca abajo, tenía debajo de ella dos almohadas, lo que dejaban su potente culo empinado y tenía su mano derecha debajo de su cuerpo tocándose. Lo veía perfectamente y me dijo que esa postura y a cuatro patas eran las que más le gustaban. No dije nada, me agaché y me puse a comer su coño y su culo. Cada vez que mi lengua follaba su culo, se arqueaba increíblemente. No aguantaba más me coloqué detrás, me puse el condón y empecé a follarla, entraba suave, aunque se notaba el roce. Pero con lo mojada que estaba ella y con la lubricación propia del condón, entraba mejor.
Tenía mi rabo metido entero, la follaba con suavidad y con voz baja por si su marido escuchaba le dije, “que placer estoy teniendo, aunque me gustaría que Martin no me hubiera dicho nada de lo sensible que eres”, ella con el mismo tono de voz me respondió, “olvídate de lo que haya dicho mi marido, se tú y fóllame como merezco, como necesito” la entendí perfectamente y empecé a darle unas embestidas más profundas, sacándole un montón de gemidos y de pronto dijo, “PARA, PARA, sácala”. Creía que le había hecho daño, no sabía lo que pasaba. “Quítate el puto preservativo y luego no le digas nada” dicho y hecho.
Ahora si la notaba mejor y seguro que ella notaba mejor mi rabo. Me pedía más contundencia y yo se la daba, era incansable, le decía “que puta que eres y Martin ni tiene ni idea de cuanto lo eres y él se cree que sois swinger, que puta más astuta que eres” ella gimiendo y bastante a punto me respondió con dificultad, “si soy muy astuta y muy puta, el un cornudo que todavía no lo tiene asumido del todo, aunque en el fondo lo sabe y por eso le amo tanto”se corrió y esta vez no fue tan discreta, porque bien que grito y me dijo que estaba otra vez a punto, que siguiera, que ella se corría varias veces seguidas.
Me puse más recto, quería ver como mi rabo entraba en ese dulce coño. Y vi el culo, no lo pude evitar, chupé bastante mi dedo pulgar y empecé a jugar con su ano. Al principio se incomodó un poco, pero al estar tan cachonda y tan a punto aguanto el “jueguecito” hasta que metí el dedo, estaba muy apretado, no se lo espero y entonces si protesto. Ante su protesta le di un azote fuerte con la otra mano, soñó mucho y después de un silencio me dijo, “tampoco te pases, ese tipo de cosas no me gusta, ni que me peguen ni que me hagan nada por detrás” y mi respuesta fue contundente, “me has dicho que sea yo y Martin ya me dijo que con otros que has estado no supieron darte lo que querías, pues yo si lo sé” empecé a follar su culo con mi dedo pulgar, metiéndole el rabo hasta lo más profundo con ímpetu y cierto “salvajismo” y en cuando fue a protestar, imagino que por lo del culo, azote con más fuerza su culo.
Martin que seguro que estaba espiando, tenía que oír el ruido seco de los azotes y los “quejidos” de su mujer. Ella en voz baja y con cierta preocupación me decía, “si entra Martin, que le digo, si te ve pegándome en el culo y con el dedo ahí, ¿Qué le digo?” mi respuesta, “como me has dicho antes, se tú. Dile por ejemplo que él es tu marido, pero que ahora mando yo en ti y lo que quieras añadir, que así le vendrá bien ir asumiendo las cosas, ¿no te parece?” no dijo nada. Pero a Martin ni se le oía, quería que participara que entrara, que se comportaran los dos como en realidad deseaban comportarse, que se dejaran de tonterías. Por lo que empecé a azotar más fuerte el culo y le ordené que gritara más, para que apareciera el cornudo. Fue oír lo de cornudo y ponerse a gritar con más énfasis.
Entro Martín, “bajar la voz que os van a oír en todo el portal. ¿Has visto como le has puesto el culo? ¿Te has vuelto loco? Y tu Ofelia ¿no dices nada?” no quise contestar a sus preguntas esperaba que su mujer dijera algo y como no decía nada, volví a azotar su culo, esta vez delante de Martin y dije, “vamos puta contesta a tu marido”, Martin abrió los ojos de forma exagerada y Ofelia dijo, “Martin a mí también me ha sorprendido, pero has acertado con él, es el que me hacía falta, el que nos hacía falta. Vamos a ser muy felices, fíjate que me está follando el culito con los dedos y ha dicho que me lo va a partir, fíjate que bruto y dice que tú le ayudaras” Martin se empalmo al instante no lo pudo ocultar porque entro desnudo y su mujer y yo lo vimos. Su mujer al verlo, “ya veo que te gusta la idea, que malo que eres, estás dispuesto a que me hagan el culito, pero ya le he dicho que eso depende de ti, solo de ti, que aunque él ahora es mi hombre, mi dueño, tu eres y serás siempre mi adorado marido”, menuda cara que tenía la zorra, yo no había dicho nada de eso y Martin alucinaba pero de gusto.
Ella viendo la sumisión de su marido no paro y lo remato diciéndole, “fíjate, la saco de pronto, se quitó el preservativo y me está follando sin nada, ¿no vas a hacer nada? ¿no vas a decirle nada?” y aquí fue cuando entre yo, “tu marido como buen cornudo que ya es, no dirá nada, se limitará a gozar y pasarlo bien, viendo como hago lo que quiero con la puta de su mujer” eso llevo a otra corrida a Ofelia y esta vez la hice moverse, colocarse a cuatro patas y yo me puse de pie en el suelo, para follármela mejor y vaya que si me la folle mejor. Si no la hubiera tenido bien agarrada por las caderas hubiera salido disparada por los empellones que la metí, fueron de tal calibre que Martin estaba con la boca abierta y nos corrimos los dos a la vez, llamándola puta muchas veces y ella diciéndome que sí, que si lo era.
Para alegría de su marido ella le dijo, “ven tesoro, que tú también te mereces córrete como es debido” Martin fue como un cordero y se tumbó en la cama, Ofelia se puso a mamarle el rabo y cuando se descuidó, ella se sentó en su boca, haciendo un 69 y al principio con las protestas de él, porque su coño estaba lleno con mi corrida. Pero después del primer “susto” él se enfrascó en el 69 y ella me miraba sonriendo maliciosamente mientras comía el rabo de su marido y me guiño el ojo.
Vi cómo se corrían los dos y vi la complicidad entre los dos cuando acabaron, como se miraron y como les brillaban las miradas. El primer comentario de los tres, el calor que habíamos pasado. Luego mientras nos refrescábamos con una bebida fría, trate de sonsacarles quienes eran las otras parejas que hacían esas reuniones light y no saque nada a ninguno de los dos, salvo el compromiso que tratarían de que a la próxima fiesta me invitaran.