El mundo de Bumbo (9 de 11)

Bumbo es un negro que provoca una epidemia de sumisión

Cuando el hombre llegó al aula de su hijita, comprobó en un primer vistazo que allí había suficientes niñas para satisfacer a Bumbo durante mucho tiempo... y a él mismo. La propia profesora, Lucy, estaba buenísima, y se mostró encantada de que un varón las visitase.

-Entonces, señor, me ha dicho Nina que va a dar una charla a mis alumnas...

-Sí, Lucy, ésa es la idea. Por cierto, que no te conocía y eres una chiquilla preciosa...

-Ay, gracias, qué vergüenza, no vienen nunca hombres por aquí... Jiji, me hace cosquillas...

Lucy necesitaba verga urgentemente. Las manos de aquel hombre ya estaban recorriendo su cuerpo bajo su vestido. Quién se lo iba a decir a él unos días antes, cuando aún era un gris cabeza de familia, con una esposa corriente y una hijita inocente. Apretó los pezones de la profesora, que intentaba disimular ante las alumnas, sin demasiada convicción.

-Bueno, niñas, atentas... Este señor tan cariñoso es el papá de Nina. Ha venido a dar una pequeña charla, y quiero que escuchéis lo que tenga que contarnos.

-Gracias, Lucy, bonita. Siéntate en un pupitre con las alumnas. Nina, hijita, ven a la tarima. Loli, sube también.

La joven profesora Lucy obedeció al hombre y se acomodó en uno de los pupitres vacíos, con el coño húmedo y mucha curiosidad. Las dos niñas se pusieron de pie sobre la tarima, con las manos a la espalda, siguiendo las instrucciones. La vista de sus grandiosos melones bajo sus blusitas se realzaba mucho más en esa posición.

-Bueno, como ya os ha dicho vuestra profesora, soy el padre de Nina. Desde hace unos días, mi hijita y su amiga Loli están visitando una casa en la que hay dos chicas jóvenes, que se llaman Tina y Tana y son lesbianas. ¿Sabéis lo que es eso?

Una de las niñas levantó la mano. Resultó ser Erika, una linda cachorrita ya bastante desarrollada, como se apreciaba por lo ajustado de sus botones entre las tetas.

-Hola, señor. Soy Erika Sánchez. Yo creo que se trata de cuando dos chicas se enamoran entre ellas.

-Muy bien, encanto. Sal a la tarima con Nina y Loli. En esa casa que os cuento, también hay otra joven, que es la novia del hijo de las lesbianas. Se llama Felicia. Y el chaval es negro y se llama Bumbo. Nina y Loli representarán a Tina y Tana, mientras que tú, Erika, serás Felicia, ¿entendido?

-Sí, señor. ¿Entonces usted será Bumbo?

-Eso es. Os adelanto que allí Bumbo es el que manda sobre las tres, y Felicia también manda sobre sus dos suegras, ¿comprendéis? A ver, Nina, besa a Loli. Felicia, tú mientras puedes darles a las dos unos cachetes en el culo.

Todas las demás alumnas contemplaban absortas la lección magistral de aquel hombre, ayudado por las tres nenas que le seguían la corriente desde el estrado. Lucy, algo mayor que sus inocentes pupilas, oscilaba entre la calentura y el escándalo.

-Pero señor, disculpe, todo esto es un poco...

-Lucy, ahora eres una alumna más. Haz el favor de callarte, y si quieres decir algo levanta la mano como el resto. Bien, tras esta interrupción tan molesta, retomamos nuestros papeles. Ven, Felicia, siéntate en mi regazo.

-Sí, señor, perdón, mi novio Bumbo...

La niña Erika sintió el paquete endurecido del papá de Nina al acomodar su culito, y su instinto de zorra incipiente le llevó a frotarse casi imperceptiblemente mientras el hombre le metía la mano bajo la blusa y continuaba su charla. Nina y Loli seguían de pie, babeándose las bocas y entregadas al precioso arte de magrearse las tetazas mutuamente, tras haber recibido los azotes de Erika.

-Como veis, niñas, mis mamás se quieren mucho, igual que yo quiero mucho a mi novia. Y hace unos días pensé que todas vosotras tenéis derecho a ir a mi casa a ver en directo a Tina y Tana cómo se aman.

En ese momento, una azorada Lucy levantó la mano.

-Dinos, Lucy.

-Lo siento, señor, no estoy acostumbrada a ver escenas como ésta, y tampoco entiendo lo de las visitas a la casa de Bumbo.

-Esto ya es el colmo, señorita. Es la segunda vez que intervienes, sólo para quejarte, interrumpiendo mi charla, poniendo en entredicho mi lección, evidenciándome ante tus alumnas... O te callas de una vez o voy a perder la paciencia contigo...

-Perdón, no era mi intención... Me callo, discúlpeme...

Lucy notó que sus pezones se habían puesto como piedras y su coño chorreaba ante el trato firme de aquel hombre que acababa de conocer. Él, al ver la cara enrojecida de aquella dulce maestra, también se percató de su calentura y sonrió. Nina y Loli estaban ya en el suelo, entrecruzando sus piernecitas. Erika notó los dedos de aquel señor frotándole suavemente su coñito, tras apartar su braguita a un lado, y se estremeció en silencio.

-Bien, como os decía, niñas, y te incluyo a ti, Lucy, he organizado visitas a mi casa para que conozcáis a mis dos mamás de primera mano. Nina y Loli fueron nuestras primeras invitadas, y espero que Erika, que está haciendo muy bien el papel de mi novia, pase muy pronto por allí. Lucy, a ver si haces algo de provecho. Escribe en la pizarra la página web para que todas tomen nota.

La profesora se levantó cabizbaja y obedeció al padre de Nina tomando nota de la web mientras él se la dictaba y alargaba su mano libre al interior de la falda de la chica. Todas las alumnas apuntaron la dirección. Mientras, la niña Erika tuvo su primer orgasmo, casi a la vez que el que experimentaban Nina y Loli en la tarima. Lucy estuvo a punto, pero no llegó.

-Bien, niñas. Con esto volvemos todos ya a nuestras verdaderas identidades. Pido un aplauso para Nina, Loli y Erika por su genial actuación. Os dejo ya con vuestra profesora Lucy.

Aquel hombre con suerte se retiró de la mesa de la profesora para dejarle su sitio, se despidió y se marchó. Lucy, por su parte, se recompuso como pudo y retomó las lecciones habituales, con el esfuerzo añadido de calmar a las alumnas, que se encontraban algo revueltas tras aquella experiencia, totalmente novedosa para ellas.

Durante la mañana, en casa de Bumbo se recibieron numerosos mensajes. Felicia los fue filtrando en el ordenador, respondiendo a las niñas más apetecibles, incluida Erika, por supuesto.

-Amo Bumbo, sus esclavas Nina y Loli se han portado muy bien. Tendrá carne para mucho tiempo.

-Perfecto, mi perra. Veo que la tal Erika está recomendada. La atenderemos esta tarde.

-Sí, mi amo.