El mundo de Bumbo (8 de 11)

Bumbo es un negro que provoca una epidemia de sumisión

Al día siguiente, lunes ya, Nina fue al colegio. En el recreo se encontró con Loli y se fueron tras un árbol a besarse y masturbarse mutuamente, lejos de las miradas del resto de las niñas y de las profesoras.

-Jo, Nina, cuando llegué ayer a casa fue genial. Mi mami se ha convertido en mi esclava.

-¡Qué me dices, Loli! Pero si en mi casa la cosa está igual... Mi papi y yo somos ahora los amos de mi mamá.

-Yo creo que todo esto ocurre desde que conociste a Bumbo, Nina. Tiene algo especial que nos transmite a las demás. Fíjate, mis tetas no han dejado de crecer desde ayer.

Pese a que Loli era un año más pequeña que Nina, ya le colgaban unos melones extraordinarios, que sacó de la blusa para mostrárselos a su amiga mayor.

-¡Pero si las tienes más grandes que yo! Es como un milagro, sí. Todo se lo debemos a nuestro amo, Loli.

Mientras, la madre de Loli estaba en su casa, masturbándose sin cesar, pensando en su querida hija. Esa mañana se había corrido ya incontables veces, y se sentó en el salón a descansar un poco. Miró su teléfono y pensó que le apetecía llamar a la madre de Nina.

-Hola, soy la madre de Loli.

-Qué tal, guapa. Mi marido y yo estamos ansiosos por que llegue el viernes y vengas a cenar con tu hijita.

-Ay, gracias. Yo también estoy ilusionada. De hecho, te llamaba para saber si podíamos vernos antes...

El amo de la cerda estaba escuchando la conversación y sonrió.

-Pues claro, mi amor. Ven ahora mismo. Dice mi marido que te pongas guapa, ya sabes cómo son los hombres...

-Jajaja, claro, lo que queráis. Sois una pareja encantadora.

Aquella indicación dejó a la madre de Loli aún más excitada. Supuso que se trataba de una broma amable, pero por si acaso se arregló como una verdadera furcia de lujo, para no defraudar a sus nuevos amigos. Sus grandes melones asomaban del escote de una camiseta de tirantes que siempre se ponía con algo por encima, pero no esta vez. Y recuperó una minifalda de cuando aún se atrevía a lucir sus hermosas piernas, alzadas esta vez en unos zapatos de tacón imposible. Bajo la faldita, un tanga negro. Se miró al espejo y se ruborizó. Pero ya estaba decidido.

La mamá de Nina le abrió la puerta. Llevaba puesto un conjunto muy similar, y ambas se quedaron mirando embobadas. Las dos eran aún muy jóvenes, las dos estaban muy buenas, con aquellas tetas enormes, y lo más importante, las dos eran unas auténticas perras sumisas, aunque la mamá de Loli sólo estaba empezando a sentirlo.

-Guau, cariño, te has puesto guapa de verdad. Le vas a encantar a mi marido.

-¿Sí? Tú también estás de muerte.

Se quedaron mirando a los ojos y comprendieron que necesitaban besarse. La cerda abrió su boca y enseguida recibió la lengua de la novata.

-¿Qué hacéis en la entrada? Venid, hay pastitas.

Ambas llegaron al salón abrazadas de la cintura. El padre de Nina abrió los ojos entusiasmado. La novata se sentó entre el matrimonio, encantada de ver cómo le tenían agarrada de los muslos.

-He pensado que sería mejor vernos los tres antes de la cita del viernes. Resulta que mi hija Loli está últimamente algo revolucionada.

-¿A qué te refieres, preciosa? En esta casa también pasa algo parecido, ¿verdad, querida?

-Sí, nuestra Nina se comporta como una verdadera adulta. A mí me tiene loca, pero loca de vicio, si quieres que te diga la verdad. Me ha sacado una parte de mí estupenda y nueva.

-Jo, igual igual que yo con Loli. Ahora soy prácticamente su esclava y me gusta muchísimo. Sólo de contároslo me pongo mala. Pero me encanta que podamos sincerarnos... Buf, esto que me hacéis es una delicia...

El matrimonio estaba ya metiendo sus manos por debajo de la ropa de aquella sensible joven madre, que se contoneaba coqueta mientras se sentía felizmente atrapada. El marido acabó corriéndose en las entrañas de la invitada, que fue limpiada por la perra.

-Buf, hacía tiempo que no follaba con un hombre, gracias, señor. Entonces, entiendo que usted tiene sexo con su hija también...

-Sí, es un encanto. Entre la niña y yo tenemos sometida a esta cerda.

-Qué bueno. Yo me ofrezco a lo que guste mandar. El viernes puede ser genial.

-Por lo que sé, Nina y Loli visitan la casa de un negro que vive con tres esclavas. Mi hijita vuelve siempre entusiasmada y dice que el negro es su amo y el de tu hija.

-Vaya, qué personalidad más fuerte debe de tener ese negro; ya he oído hablar de él, sí. Me alegro mucho por mi Loli, casi ha dejado de ser ya una niña.

La semana pasó como un suspiro, con continuas visitas de Nina y Loli a casa de su amo Bumbo, donde ya formaban parte del mobiliario, como Tina, Tana y Felicia. En casa de Loli, su madre era ya una esclava incondicional, como la madre de Nina. Y el padre de Nina recordaba relamiéndose la frase de su invitada: "Me ofrezco a lo que guste mandar".

Loli y su madre llegaron puntuales y vestidas con trapitos nuevos que habían comprado esa misma tarde, todos sugeridos por la niña. Estaban conjuntadas hasta el punto de que, si no hubiera sido por la tierna edad de Loli, habrían parecido dos jóvenes hermanas, con sus blusas de dos tallas menos casi desabrochadas, sus minifaldas con raja a un lado y sus taconazos.

La madre de Nina las hizo pasar al salón, donde la niña estaba sentada en el sofá con su papá. Nina se había arreglado también para la cita, y al verla semidesnuda con una camiseta y una falda que más parecían finas tiras de tela, la madre de Loli sintió un estremecimiento en su coño de esclava.

-Loli, preciosa, siéntate conmigo y con Nina. Tu mamá estará bien en el suelo, aquí, entre mis piernas, ¿verdad, perra? Te voy a llamar Lumi, que es lo que eres para mí.

-Sí, mi amo, ya le dije que me ofrecía a lo que fuera. Muchas gracias por mi nuevo nombre.

El feliz padre abarcó con sus brazos a las dos niñas. Tener a su lado a Loli por primera vez, tan pequeña y con las tetas tan enormes, le produjo una erección de caballo.

-Papi, se te ha puesto muy dura, deja que te la saque.

-Eres un tesoro, mi Nina. Pero mejor, que lo haga tu amiguita Loli. Así me demostrará lo que ha aprendido en casa del negro.

La pequeña Loli sacó la polla del padre de Nina y empezó a metérsela en la boca, mientras su madre Lumi lamía los huevos del hombre de la casa. Nina se masturbaba besando a su papá. Entretanto, la madre de Nina ponía la mesa.

-La cena está lista, queridos. Amo, me encanta ver cómo ha hecho buenas migas con nuestras dos invitadas.

-Sí, mi cerda. Pero sobre todo, me gusta mucho Loli. Se me ocurre que podemos adoptarla, mira qué bien traga. Todo son ventajas: su madre Lumi la acompañará como asistenta personal, el dinero de la venta de su casa nos vendrá muy bien, y yo podré usar a la niñita cuando quiera.

Lumi, entre lametón y lametón, acertó a decir:

-Es usted un ángel para todas.

La cena transcurrió sin incidentes. La cerda se encargó de que todos estuvieran bien atendidos, y Loli ejerció de nueva hija adoptiva dejándose atornillar todos sus agujeritos, alojando en ellos el semen de su nuevo papi y, por encima de todo, recibiendo sus hostias con alegría.

Bumbo escribió un mensaje a Nina:

-Quiero más carne.

Nina explicó a todos que su amo negro necesitaba más niñas nuevas. Su padre tomó la palabra.

-Bueno, en vuestro colegio hay decenas de candidatas, todas por estrenar. ¿No se te ocurre ninguna, mi Nina?

-Jo, papi, no sé. Podrías ir al cole conmigo el lunes y elegir. Le diré a la seño que nos vas a dar una charla.

-Buena idea, mi pequeña.

El fin de semana sirvió para que todos se conociesen mejor. Las niñas iban y venían de casa de Bumbo, mientras el padre de Nina se quedaba atendido por su perra y su nueva cerda Lumi.