El mulato Duncan se folla a mi mujer (5)

Mi hermana y su novio Duncan vienen a casa a pasar unos días (5ª parte)

V

Me desperté de golpe como si no hubiera dormido, eran las 10 aproximadamente y estaba sólo en la cama. Me levanté con el recuerdo de la noche anterior. La casa estaba vacía, me acerqué a la habitación que ocupaban mi hermana y Duncan, estaba todo vacío y más o menos en orden, una nota sobre la cama decía:”nos lo hemos pasado genial hermanito, un beso y hasta otra.” Yo con la boca abierta me dirigí hacia la cocina a coger un vaso de agua. Desde allí pude ver a María, estaba completamente desnuda, salvo por unas gafas de sol, tumbada en una tumbona debajo de una sombrilla que la tapaba del sol. Me acerque a ella y por su respiración pude notar que estaba dormida. Volví a la casa y me senté en la cocina pensativo sobre todo lo que había pasado la noche anterior. Me sentía raro, muy raro, mi mujer me había puesto unos cuernos de campeonato delante de mi con la ayuda de mi hermana. Yo no sabía como sentirme, sentía angustia pero recordar la polla de Duncan en la boca de María volvía a provocarme una sensación de excitación que no podía evitar. Abrí la nevera y cogí un bote de zumo que apuré de un trago, tenía mucho calor. Decidí ir a la habitación y ponerme el bañador, corrí a la piscina y me lance a hacer largos con el objetivo de no pensar.

Estuve por lo menos 10 minutos de un lado al otro de la piscina hasta que sentí  una figura sentada al borde de la piscina. Paré a mirar y era María que desnuda como estaba se había sentado al borde oscilando sus pies dentro del agua. “¿Hablamos?” me preguntó. Yo la miré como intentando descifrar lo indescifrable. Me dirigí hasta la escalerilla y salí de la piscina, cogí una toalla y dirigiéndome a ella le pregunté: “¿de qué quieres hablar? ¿De qué ahora soy un cornudo?” Ella me miró y se acercó a mí, me dio un pequeño beso en los labios y me cogió de la mano guiándome hacia la sombra. Yo me dejé llevar. Nos sentamos en la mesa circular que teníamos en el jardín uno enfrente del otro. ¿Tienes que ir desnuda? Le pregunté. Ella me miró y me dijo: “si te digo la verdad desde anoche no llevo nada puesto, me di una ducha hace unas horas y me tumbe en el jardín quedándome dormida así.” Yo me quedé en silencio mirándola. María apartó la mirada un momento y dijo: “no te voy a decir que siento lo que pasó anoche porque no sería verdad, si te digo la verdad creo que no he disfrutado tanto en mi vida del sexo como anoche.” Yo respondí: “y eso dónde me deja a mí, ¿tengo que asumir que te gusta más follar con Duncan que conmigo y que me harás un cornudo cada vez que puedas?” Ella miró hacia el suelo y no respondió. Yo permanecí en silencio y le pregunté: “¿qué te pasó? Cuándo te intenté sacar de allí, me diste un manotazo y te lanzaste entre sus piernas como si estuvieras en celo. Ella me miró y me dijo: “No sé cómo explicártelo. Duncan tiene algo que sólo tienen unos cuantos, esa sensación de querer complacerlo constantemente y querer follar con él siempre que puedas. Esa sensación una mujer normal la tiene una o dos veces en la vida pero suele pasar de largo. Un compañero de clase, alguien que conoces,… no sé. Tenerlo así y que alguien como tú hermana te lo ofrezca era demasiado, no pude resistirme.

Yo intentaba rehuir su mirada. La miré y le pregunté: “Cuando me fui seguisteis con la fiesta sin mí, después cuando me asomé y tú me viste Duncan te estaba enculando brutalmente, ¿qué pasó, a ti nunca te gustó el sexo anal, nunca me dejaste hacértelo por ahí?” Ella guardo silencio un instante y me dijo: “Te voy a contar lo que pasó, pero no me interrumpas por favor, quiero contártelo para que comprendas lo que sentía y porque hice lo que hice.” Yo asentí, nos sentamos en la mesa del jardín y empezó su relato.

La historia: Debo reconocer que cuando Duncan me penetró me sentí en otro mundo, el placer era inmenso y me corrí en ese momento. Me sentía completamente llena pero él siguió follandome como si nada y yo empecé a encadenar lo que creo que fue un orgasmo tras orgasmo o eso creo que era, un orgasmo continuo, no podía hacer nada el placer era tan intenso que me inmovilizaba totalmente. No podía ver, ni sentir nada que no fuera ese aparato taladrándome y haciéndome sentir como nunca me he sentido. Entonces él se puso a bramar y quise que no se corriera dentro, pero él me ignoró y siguió bombeando hasta que sentí un intenso calor. Era como si de pronto un chorro de agua tibia me llenara el vientre. Fue parando de bombearme poco a poco hasta que se recostó pero me dejando su pene dentro, yo lo seguía sintiendo dentro y de la humedad que sentía  no quería dejar de sentirlo. Empecé a apretarme contra él para no dejar de sentir ese calor y esa fuerza aunque notaba que poco a poco se le iba pasando la erección. De pronto tú te me agarraste por un brazo y de un tirón me pusiste en pie. El sentir como su pene salía de repente de mi me dejó un vacio. Quería sentir más, sentirlo otra vez por eso me solté de tú mano y me arrojé entre sus piernas, necesitaba sentirla otra vez y me la metí en la boca. Incluso flácida la sensación en la boca era impresionante, su semen se mezclaba con mis jugos y su sabor y olor eran tan intensos que me hacían querer no separarme nunca. Tú hermana se colocó a mi lado y comenzamos a chuparle el pene y los testículos alternativamente, me giré un momento y vi que ya no estabas pero no me importó, no podía parar. Seguimos chupando y lamiendo, en un momento dado tu hermana se dio cuenta del semen que me caía por las piernas y se puso a lamerlo y a recogerlo todo con su boca. Yo habría flipado si no hubiera tenido ese pedazo de carne en la boca.

Luisa me enderezó y me puso a cuatro patas y comenzó a meterme la boca en el coño, sentía su lengua entrar dentro de mi rebuscando el semen de su hombre, parecía no querer dejar dentro de mi ni una gota, yo me estremecía de placer pero no quería dejar de concentrarme en el pene de Duncan que comenzaba a otra vez a ponerse duro. Este tio era un semental, podría estar follando horas y horas, en otra época habría sido el jefe de la manada, y nosotras sus mujeres, nos habríamos peleado por él cada noche.

Mientras María me contaba todo aquello comenzó primero a acariciarse las tetas de manera muy suave como recordando alguna caricia, poco después tenía su mano derecha entre las piernas acariciándose su vulva y su mano izquierda jugueteando con un pezón. Yo la verdad es que flipaba con su comportamiento, ella hablaba hacia mí pero parecía no verme.

Luisa siguió lamiéndome el coño durante un rato pero de pronto pasó a lamerme el culo, me pegaba suaves mordiscos por los glúteos y me lamía el ano. Yo al principio no sentía nada, pero poco a poco comenzó a gustarme. Luisa comenzó a hacerme círculos en el ano y de pronto metió la punta de un dedo. Yo seguía lamiendo y chupando el pene de Duncan que ya notaba bastante duro aunque no como antes, lo agarré con una mano y comencé a pajearle mientras le lamía el glande. En eso que Duncan se inclinó hacía mí, me agarró de las axilas y me levantó en volandas colocándome encima suyo y comenzó a besarme en la boca. Yo apenas pude hacer nada, era inmensamente fuerte y su lengua empezó a invadir mi boca. Duncan me sentó encima de su pene y yo me estiré para sentirlo totalmente. Mis labios vaginales lo abrazaban y podía sentir su punta en el ombligo. Mientras Duncan me seguía comiendo la boca, yo comencé a restregarme arriba y abajo a lo largo de su pene, era fenomenal poder sentirlo palpitar en mi bajo vientre. El empezó a jadear de una manera bestial, yo sentía su saliva desbordarme la boca. En un momento dado dejó de besarme me miró a los ojos y dijo en ingles: “¡Dios, estaría follandote todo el día!”.

Parece que eso no le gustó mucho  a tu hermana que me dio un pequeño empujón y me separó de Duncan, cayendo yo al sillón de lado y dejando mi culo al aire. Luisa le agarró el pene a Duncan con cierta violencia y le dijo: “Duncan, no se te ocurra volver a decir eso” y haciéndole un gesto hacia mi le dijo, su culo es virgen. Yo veía toda la situación con la cabeza ladeada apoyada en el sillón cuando Duncan se levantó de golpe y se colocó detrás de mí. No me imaginaba lo que iba hacer, supongo que esperaba que me volvería a penetrar como antes, sin embargo, lo que note fue como algo húmedo caía en mi culo. Giré la cabeza como pude y vi a Duncan escupiéndose en la mano y después intentar meterme un dedo en el culo. Yo intenté escapar al darme cuenta de lo que pretendía, pero Duncan me agarró firmemente por las caderas y empujándome hundió mi cabeza en el sillón quedando mi culo en pompa. Aún así intente resistirme pero de un empujón brusco introdujo su dedo en mi culo y empezó a girarlo dentro de mí. Yo intenté escapar otra vez y él sacó el dedo de mi culo. Pensaba que todo había acabado cuando sentí su glande en mi ano empujando, me agarró más fuertemente aún y de un empujón consiguió meter la punta, yo me agité y conseguí evadirme. Él dirigió su pene a mi coño y me penetró de golpe, me atravesó entera con lo húmeda que yo estaba y me quedé completamente quieta. Duncan comenzó a bombear en mi coño durante medio minuto y entonces en esa posición me agarró por la cintura y tiró de mi hacia atrás. Se levantó y a mí con él mientras no dejaba de tenerme ensartada y me puso a cuatro patas en el suelo. Tu hermana se sentó delante de mí y me agarró las manos. Duncan volvió a bombear dentro de mí y las oleadas de placer volvieron a recorrer mi cuerpo. De pronto la sacó y volvió a intentar meterla en mi ano, yo estaba rendida, no podía moverme y Duncan mientras me agarraba por la cintura con la mano izquierda se agarraba el pene con la derecha dirigiendo la penetración en mi culo. No lo hizo con mucha delicadeza, sino que se puso a taladrar, nada de dentro fuera. Fue empujando hasta que noté sus huevos tocar mi coño. El dolor era inmenso, le imploré a tú hermana que me dejará pero ella me sonrió y me dijo: “aguanta un poco que ahora empieza lo bueno”. Acto seguido Duncan comenzó a bombear dentro de mi culo. Con cada estocada lo sentía más adentro y poco a poco el dolor se tradujo en un ligero placer. El siguió bombeando y tú hermana me soltó las manos cuando escucho el primer gemido de mis labios. Levanté la cabeza y te ví escondido, no me diste tiempo a pedirte ayuda pues te fuiste corriendo y Duncan siguió bombeando salvajemente. Cada vez me gustaba más lo que hacía el mulato aunque la follada que me estaba dando era brutal, si no hubiera sido por tú hermana que me sujetaba habría caído al suelo de boca. Así siguió un rato hasta que paró.

Duncan me sacó su herramienta del culo y sonó un chop fuerte, tú hermana me soltó de golpe. Yo al no estar sujeta por nada caí al suelo rendida. Duncan se acercó a mi cara y me restregó su pene por la cara y por los labios. Abrí un poco la boca y el aprovechó para meter la punta dentro y empezar a correrse. En la posición en la que me encontraba el semen comenzó a salírseme de la boca. Luisa apareció de repente y se lanzó a lamer el semen que salía de mi boca mientras Duncan se sentaba en el suelo a descansar. Luisa me empezó a besar y tomar otra vez el semen de su macho mientras yo me abandonaba hasta quedar inconsciente.

Me desperté dolorida, todo estaba a oscuras salvo por unos rayos de sol que entraban por la ventana. Me recliné un poco y noté que estaba sola. Mi vista se fue acostumbrando y me levanté, encendí una luz y vi que eran las 6 de la mañana, habrían pasado unas tres o cuatro horas. El salón estaba limpio, ni rastro del semen de Duncan en el suelo y salvo la mancha de mi sudor en el suelo no había nada. Escuche un ruido en la cocina y me acerqué allí. Vi a tu hermana y a Duncan vestidos tomando un vaso de leche. Luisa se giró hacia mí y me dijo: “Perdona María, no queríamos despertarte. Ya teníamos las maletas preparadas, nuestro vuelo sale a las 9. Nos hemos duchado y nos vamos para el aeropuerto” Yo estaba anonadada y medio dormida, los recuerdos de la noche anterior se agolpaban en mi cabeza. Mire hacia Duncan y asintió. Yo estaba completamente desnuda y ellos actuaban como si nada hubiera pasado. Luisa se acercó a mí y me dio un par de besos en las mejillas y mirándome a los ojos me dijo: “te lo has pasado bien, lo noto en tu mirada. No dejes de pasártelo bien” Duncan se acercó a mí y me dio un pequeño pico en los labios se agachó y cogió una bolsa. Ambos se dirigieron hacia la puerta de la calle.

De pronto no sé que me pasó pero una oleada de deseo me recorrió la espalda y ante la perspectiva de perder a Duncan me lance hacía él y lo abrace por detrás. Él se dio la vuelta sorprendido mientras Luisa se sonreía. Me puse de puntillas e intente besarle en la boca, el giró la cabeza hacía Luisa que asintió con una sonrisa de oreja a oreja. Duncan comenzó a besarme y comenzamos a juguetear con las lenguas, yo dirigí mis manos a su entrepierna y noté su paquete bajo la ropa. Él hizo acto de separase pero yo me arrojé a sus piernas abrazándolas. Él volvió a intentar soltarse mientras yo peleaba con su cinturón. Luisa dijo: “Déjala, no ves como está, dale otra ración rápida y vámonos”. Duncan soltó el bolso me cogió la cabeza con una mano y con la otra se bajó la bragueta, tanteo dentro de los pantalones y sacó su pene ofreciendomelo. Yo comencé a chuparlo como una desesperada y a intentar metérmelo tan adentro que me daban arcadas. El pene de Duncan se puso duro enseguida. Yo seguí chupándolo, con el rabillo del ojo vi como Luisa se sentaba en una silla y miraba el reloj.

Me puse de rodillas a los pies del mulato miré para arriba y sacándomela de la boca le dije: “follame otra vez Duncan, necesito sentirte dentro”. Duncan me cogió por el pelo y me levantó de un tirón, me apoyó contra la pared. Sentí su pene entrar de golpe y comenzar a follarme violentamente, tanto que me di un par de golpes contra la pared. Sin embargo el placer era tal que nada me dolía, mi culo me palpitaba pero nada me importaba. Sentía ese calor y ese orgasmo continuo otra vez, era increíble. El bramido de Duncan me volvió a la realidad. Se quedó parado mientras su semen volvía a llenar mis entrañas. Me la sacó, no me di la vuelta, apenas podía sujetarme contra la pared. Oí su cremallera subir y un adiós. La puerta se abrió y se cerró suavemente. Cuando me di la vuelta estaba sola en la habitación. Sentí un leve alivio porque se hubieran ido, creo que no habría podido separarme de ese hombre si se hubiera quedado, lo siento.

Me recobré como pude y me fui hacia la ducha. Me limpié los rastros de semen seco que tenía por todo el cuerpo, noté un poco de sangre que me salía del culo, parecía que tenía un desgarro. Salí de la ducha, no me atrevía a ir al cuarto a verte así. Sentía mucho calor y no me apetecía vestirme, me sentía cómoda así desnuda. Así que me fui hacia la piscina y me tumbe en una tumbona y me quede dormida hasta ahora.

Joder vaya historia, a mí se me había puesto otra vez dura. Después de unos segundos de silencio me miró y me preguntó: ¿qué hacemos? Yo me levanté, me puse a su altura, me bajé el pantaloncito del bañador y con la polla completamente dura apuntando al cielo le dije: “Chúpamela como se la chupabas a ese tío, si te vas a convertir en una puta quiero tener ciertos privilegios.” Ella me miro y con una sonrisa abrió la boca, se inclinó y se puso a chupar.