El mulato Duncan se folla a mi mujer (3)
Mi hermana y su novio Duncan vienen a casa a pasar unos días (3ª parte)
Y así llegó el viernes.
Yo volví a eso de las 5 del trabajo, mi hermana y mi mujer se habían ido juntas de compras y Duncan se había quedado en la piscina. Cuando llegue me cambié y baje a la piscina con un par de cervezas y le ofrecí una a Duncan. Este la aceptó de buen grado y comenzamos una charla insulsa sobre futbol y política. Ni Duncan ni yo hicimos ningún comentario sobre la noche anterior. Ellos se iban para el sur la mañana del domingo y decidí olvidar el tema para no crear un problema en la familia. Después de habernos tomado varias cervezas le comenté, medio en broma medio en serio, el ruido que hacían por la noche él y mi hermana, a él se le cambió la cara y me pidió disculpas pero me dijo que mi hermana era muy ruidosa y aunque él intentaba no hacer ruido a ella le encantaba hacerse notar. Después le comenté que había causado mucha impresión a mi mujer y a Ruth cuando llegaron el primer día. Él se rio y me dijo que estaba acostumbrado. Yo no sé si estábamos hablando de lo mismo pero el volvió a reírse y mientras apuraba se tercera cerveza me comentó que Ruth estaba muy bien y que en otro lugar y otro momento no sabe que podría haber pasado cuando se le acercó de aquella manera en la piscina.
Seguimos bebiendo y bromeando hasta que llegaron las chicas a eso de las 22:30 venían muy alegres. Habían estado comprando y tomando tapas con Ruth toda la tarde. Las dos estaban muy animadas pero cuando nos vieron a los dos en nuestro estado se apagaron un poco, mi hermana más, cuando Duncan, que estaba bastante borracho, dijo que se iba a la cama. Yo decidí quedarme tumbado en una tumbona. Mi hermana y mi mujer decidieron irse al salón a ver una película mientras tomaban una cena ligera. Yo me quedé dormido sin querer al poco tiempo con el fresquito que corría al lado de la piscina.
De pronto me desperté, no sabía el tiempo que había pasado, estaba un poco mareado pero me levanté y me espabile un poco. Me estaba orinando y me acerque al baño de la piscina a vaciarme la vejiga. Una vez aliviado decidí irme a la cama al pasar por la cocina escuche ruido en el salón, me acerqué sigilosamente y allí estaban mi hermana y mi mujer hablando en voz baja con la televisión de fondo. Las dos estaban sentadas juntas en el sillón con una botella de vino blanco y se dirigían confidencias la una a la otra, iba a pasar a despedirme cuando mi mujer le dijo a mi hermana que debía cuidar un poco las formas. Mi hermana Luisa respondió; “¿Qué quieres que te diga, no entiendo a que te refieres con eso de cuidar las formas?” María, mi mujer continuo: “pues chica, eso de quedarte medio desnuda delante de tú hermano, el ser tan ruidosa por la noche cuando estás con tú novio, la escenita que le hiciste a mi amiga Ruth el día que llegaste,… esas cosas, y lo de anoche, ¿te parece bien estar haciéndolo ahí en el jardín?”
Mi hermana se rio un poco y tomando otra copa le respondió: “Ya lo hemos hablado esta tarde pero te lo vuelvo a repetir. Primero, lo de Ruth se lo tenía merecido por intentar provocar a Duncan de esa manera, ¿Segundo, lo de que sea ruidosa en la cama? ¿Qué quieres que te diga? Y tercero, mi hermano ya es mayorcito para asustarse viéndome las tetas a mí, tanto tú como Ruth las tenéis más grandes y no lo veo muy asustado. Y por último, siento lo de anoche pero Duncan me dijo que te quedaste un rato mirando y no parecías molesta”. María calló por unos segundos y le respondió un tanto dubitativa “es que estas en nuestra casa y creo que deberías comportarte un poco mejor, ¿no?” Luisa resopló y señaló: “creo que deberías liberarte un poco la mente María, yo ya no soy la niña que conocías, me gusta el sexo y pasármelo bien, en Londres he hecho cosas que creo que te escandalizarían y la verdad es que me gustó mucho y me encanta repetirlas” Mi mujer tratando de no parecer menos que su cuñada le preguntó: “No sé qué quieres decir, yo no me escandalizo tan fácilmente.” Mi hermana se acercó a ella y le cogió la copa poniéndola en una mesita delante del sillón y acercando su cara a mi mujer le dijo: “mira voy a escandalizarte” y acercó los labios a los labios de mi mujer, esta apartó instintivamente la cara y le dijo: “pero ¿qué haces?” Mi hermana apartándose y con gesto de victoria dijo: “Ves como tenía razón, un simple beso de otra mujer ya te pone nerviosa.” Mi mujer intentó reponerse rápidamente y le dijo: “no es eso, es que tú eres mi cuñada y tú hermano, ¡mi esposo! está ahí al lado tumbado”. “No te preocupes por tú marido, él está completamente dormido desde hace rato. Mira, voy a intentar besarte otra vez y así me vuelves a demostrar lo fácilmente que te escandalizas ¿ok?” Mi mujer la miraba desconfiada mientras Luisa se acercaba otra vez, esta vez dejó que mi hermana la besara en los labios. Yo observaba desde una posición lateral y podía ver como mi hermana le daba pequeños besos que poco a poco iba haciendo más profundos e intensos. María hubo un par de veces que intentó parar pero Luisa volvía al ataque y tras unos besos de tanteo pude ver cómo le metía la lengua en la boca a mi mujer sin reparos. Mi mujer se separó de golpe y le dijo: “bueno Luisa, ya está bien, vamos a dejarlo antes de que pase algo raro”. Luisa se puso de pie a su lado y le retó: “¿no eras tan valiente que no te escandalizabas? ¿Me vas a decir que el que una mujer te de un pico es tan difícil de asimilar?” Ante las dudas de mi mujer, Luisa volvió al ataque y siguió besándola empujándola hacia el sillón hasta que mi mujer cayó de espaldas con mi hermana encima. Yo medio borracho estaba flipando con la imagen y empezaba a ponérseme dura. Mi hermana se puso a horcajadas sobre María inmovilizándola mientras no paraba de besarla, empezó a tocarle las tetas sobre la camisa que esta llevaba y en un momento dado comenzó a desabotonársela. Comenzó a lamerle y besarle el cuello, punto débil de María y mi mujer con las manos caídas a los lados se dejaba hacer no sé si por el alcohol que llevaba en el cuerpo o por la excitación. Mi hermana parecía una experta en desnudar a otra mujer pues antes que María pudiera hacer algo ya le había quitado el sujetador y estaba chupándole los pezones con los consiguientes gemidos de mi mujer y mi estado de estupefacción.
Luisa no paraba y mientras seguía chupando pezones comenzó a bajar los pantaloncillos de mi mujer hasta dejarla en bragas, esta no se resistía salvo un ligero “no” y “déjalo ya” que decía de vez en cuando. Yo ya no pude evitarlo y me saque la polla comenzándome a pajear ante la imagen que estaba viendo. Luisa comenzó a lamer el coño de María sobre las bragas y por los jadeos de esta se notaba que lo estaba disfrutando. Le pegó un tirón hacia abajo a las bragas y la dejó desnuda delante de ella. María parece que recobró un momento el sentido y trató de incorporándose diciendo: “esto es una locura Luisa”. Mi hermana sin decir nada se puso de pie y la volvió a besar en la boca volviendo a empujarla hasta volver a caer en el sillón. María se quedó mirando como Luisa se agachaba, le abría las piernas y comenzaba a comerle el coño. Mi mujer soltó un gemido prolongado, que yo sabía que era el que anunciaba su inminente orgasmo, debía estar muy caliente para que simplemente con un lametón ella se pusiera así. Sin embargo en ese momento yo pisé mal y trastabille un poco, al tratar de mantener el equilibrio me apoye en un mueble e hice un ruido. Mi hermana paró el cuningulis y mi mujer se levantó rapidísimamente, cogió su ropa y salió corriendo hacia la habitación.
Yo traté de recuperarme como pude, pero el alcohol se me venía a la cabeza, mi hermana se asomó a donde yo estaba y me encontró con los pantaloncitos en las rodillas y la polla al aire. Mi hermana con la boca abierta comenzó a reírse mientras yo me subía los pantalones y me tapaba como podía. Tras recuperar la compostura le dije: “Vale ya Luisa, ¿no te parece que te estás pasando un poco?” Ella dejó de reírse y preguntó: “¿qué hacías hermanito, Te estabas haciendo una manola con lo que estabas viendo?” Yo entre el alcohol que llevaba y que de pronto me entró muy mala leche me acerque a ella y la cogí por el brazo llevándola al centro de la habitación y le dije: “Mira, lo que estuviera haciendo no te importa, yo en mi casa hago lo que me da la gana.” Respiré un poco y continué: “tu manera de comportarte es inaceptable, ¿qué quieres que le diga a papa y mama sobre ti, que eres una enferma del sexo y que no paras de follarte a tu novio y que incluso lo has intentado con tu cuñada?” Luisa permanecía callada mientras yo seguía “desde que vinisteis María está muy extraña y violenta por vuestro comportamiento y está haciendo cosas que nunca había hecho, te pido por favor que te comportes o te vayas. “
Luisa me miro y me dijo: “Dos cosas, Duncan es un dios del sexo, él se folla lo que le apetece y yo no me meto por medio mientras me dedique la mayor parte del tiempo a mí, ¿qué crees que habría pasado con Ruth si no me meto por medio? Y dos, tú mujer lo que pasa es que está caliente, necesita sexo y tú parece que no te das cuenta, ella intenta contenerse pero es superior a ella y esta noche me lo ha demostrado. Estoy segura de que sería capaz de hacer cualquier cosa si no estuviera reprimida sexualmente.” Yo, sintiéndome aludido respondí: “¿qué insinúas, que yo reprimo a mi mujer? Nosotros tenemos un buen sexo y nunca se me ha quejado de que quiera más u otro tipo de cosas” En ese momento me acordé de la escena de la noche anterior en que ella gritó mientras follabamos que deseaba a Duncan. Mi hermana viéndome un poco inseguro me dijo: “te apuesto lo que quieras a que María es capaz de hacer cosas sexualmente hablando que tú ni te imaginas” Los dos nos quedamos en silencio por un minuto mirándonos. Mi hermana había pasado una línea y yo estaba hirviendo por dentro. Le dije: “mira, voy a olvidar esta conversación y esta noche, y tú deberías hacer lo mismo por el bien de la familia” gire y me fui hacia el dormitorio. Ella desde detrás dijo: “ya lo veras, lo hará y en tu cara.” Me fui directamente a la cama, María estaba acostada tumbada de espaldas y parecía dormida, yo me sentía muy borracho y cansado para despertarla e iniciar una bronca y me eché pensando en la conversación. Sin darme cuenta me quedé dormido.