El movimiento del bus

Cualquier sitio es bueno

Algunos dicen que soy una calientapollas, y puede que tengan razón porque me encanta provocar a los hombres, con mi mirada, con mis gestos, con mis movimientos, a veces incluso con mis palabras. Me enloquece excitar a los tíos.

Claro que también me gusta follar cuando se da la oportunidad, pero si no se da no me importa, no es la primera vez que me he corrido sólo de ver a los tíos babeantes y notar cómo se infla su rabo debajo de los pantalones.

Y no se da siempre la oportunidad porque para mí todos los sitios son buenos para mi juego de provocación: La calle, el trabajo, el bar, la discoteca, los transportes públicos… En uno de estos, concretamente en un bus, se desarrolla la corta historia real que voy a contaros.

Cada mañana tomo el bus para ir al trabajo, y cada mañana va llenos hasta los topes al ser hora punta, de forma que ya estaba acostumbrada y serpenteando entre la gente logré llegar a una de las barras verticales para agarrarme a ella.

Enseguida noté que se acoplaba detrás de mí un hombre y empecé con mi juego favorito. Como él no parecía decidirse mucho fui yo la que acerqué mi culo a su bragueta y me puse a moverlo lentamente, pero haciendo que sintiera la presión. Sentí que lo había percibido cuando yo también sentí la presión de su miembro que había crecido en un momento. No tardó en poner sus manos en mis caderas para darme mejor los empujones, pero yo le cogí una de ellas y la llevé directamente a mi coño.

Aquel toqueteo era agradable y excitante, pero un tanto “light”, de forma que tantee para desabrocharle la bragueta, llegar a su polla y empezar a pajearle.

El tío empezó a jadear entrecortadamente. Yo me subí la falda para que también pudiese llegar a mi coño en carne y jugos…

Ni que decir tiene que no era la primera vez que me magreaba con un tío en el bus, pero en esa ocasión me estaba poniendo especialmente cachonda.

-¡Joder tío –le susurré-, ¡cómo me estoy poniendo! ¡Chorreo!

-¡Pues anda que yo!

-Dime: ¿Serías capaz de follarme aquí y ahora?

-Según estoy sería capaz de lo que fuese. Pero a pesar de lo lleno ue va esto alguien se dará cuenta.

-Me importa un pito, la que tengo que darme cuenta de que tengo una polla en el coño soy yo.

-Vamos a montar un escándalo, pero venga, agáchate un poco.

Lo hice, me levanté la falda y él me apartó el tanga. Sentí que de un solo golpe me la metía hasta los huevos. Tuve que reprimir, en lo posible, mis gemidos de placer, porque él no se reprimió para nada en sus embestidas.

Desde luego que más de uno de los pasajeros se percató de lo que pasaba. Incluso el señor que iba sentado al lado de la barra a la que me agarraba se atrevió a acariciarme las tetas, seguramente mientras se pajeaba.

Lo que sí está claro es que nadie se bajó en ninguna de las paradas hasta que no lo hicimos nosotros. Por cierto tuve que tomar un taxi para el trabajo porque no tenía ni idea de donde habíamos “aterrizado”. De lo que sí estaba segura era de que muchos de los pasajeros de aquel bus iban a tardar bastante en olvidarse de mi.

FIN

Tengo más historias parecidas a esta propiciadas por mi “vicio”. Ya os las iré contando.

Lola López Abril. José Luis Bermejo (El Seneka), por la transcripción, (Pendiente de copyright).