El Motociclista
El pequeño suceso de una joven sola en su casa, que llama para pedir una pizza.
Mi madre había salido a pasear con unas amigas por la capital del país, me dijo que pidiera pizza si tenía hambre y no quería cocinar, era tarde, como las 6:00pm, y realmente no quería cocinar, estaba sola bailando y saltando al ritmo erótico en mis oídos, debo mencionar que soy una jovencita de 19 años y siempre pienso en sexo, sobre todo ahora que estoy enamorada de un odontólogo que vi en la clínica a la que voy.
Ojos azules, cejas muy bien pobladas y cabello negro muy muy oscuro, piel blanca, y se puede ver bajo el uniforme que lleva siempre que hay musculatura bien formada, me vuelve loca cuando lo veo.
En cambio yo, una chica delgada, bajita, trigueña, sin músculos, senos pequeños y pompas pequeñas, pero con la mente siempre en el sexo, pero no he tenido ningún encuentro sexual, más que fajes.
Desde que vi al odontólogo, puedo masturbarme con más entusiasmo y obtener mejores y mayores sensaciones. Pero a eso no es lo que va esta historia.
Llamo a la panadería cerca de mi casa y pido una pizza a domicilio, anchoas, pimentón, jamón, queso, aceitunas negras, y champiñones; y no puede faltar un buen motociclista para deleitar mis ojos por unos segundos.
Preparo mi pago en la mesa de la sala, y espero sentada pensando en que me penetraran alguna vez, y se sentirá mejor que cuando me masturbo. Escucho música muy movida de Miley Cyrus.
Suena el timbre y ruego porque el motociclista que trae la pizza este bien físicamente.
- Pizza – dice el chico en la puerta.
No puedo evitarlo, veo sus ojos almendra, su piel clara, su cabello dorado, su cuerpo común, y el paquete que trae entre las piernas al final.
¿pizza, no?
claro, ya te traigo el pago… - abro la puerta más aun – pasa, siéntate.
Espero a que se siente en el sofá, y cierro la puerta, veo su cara de incredulidad.
- muy bien, ya deberías saber que no vienes solo por la pizza, te tendría aquí solo por un rato, pero realmente quiero que me beses.
Tomo la pizza de sus manos y la coloco en el piso, me siento encima de él, y coloco sus manos en cintura, mira mi cara fijamente, y lleva sus manos a mis pompas y las aprieta, siento que el cuerpo se me enciende, y el odontólogo ya no está en mi mente.
¿quieres besarme? – le dijo casi ordenándole.
¡cállate! – me responde con una voz dura y envolvente.
Agarra mis manos y las pone en el espaldar del sofá, me toma las pompas y me mueve sobre su pene duro, erecto, y me arde el roce en el pantalón.
Aunque siento confusión y que está pasando muy rápido, quiero dejarme llevar.
Con un movimiento brusco me tira a un lado del sofá, y me abre el pantalón, y mete su mano en mi braga, tiene las manos calientes y la mueve sobre mi clítoris.
Me quita el pantalón de un jalón, y mis sandalias salen volando, ve mi braga y me la quita lentamente con una mano, lo miro, y en sus ojos se ve deseo, y algo macabro.
Baja su pantalón y puedo ver su pene como si flotara en el espacio, grueso y un tamaño considerablemente intimidante para mí, siento miedo.
no quiero hacerlo – le digo calmadamente.
lo siento, te dolerá.
Desde el sofá, lo empujo y me cachetea, quedo fuera de lugar, él toma mis manos y con la correa de su pantalón las ata al borde del sofá encima de mi cabeza.
Quiero gritar, pero me ha dejado mareada.
Abre mis piernas y trato de patearle. Besa mis muslos interiores, y pasa sus manos por mi pecho, y pellizca cada paso que da.
Siento la punta de su pene en mi entrada, y su boca llega a mi cuello, y lo introduce bruscamente, grito de dolor, me siento desesperada, y a la vez deseosa de continuar.
Cuando sale siento un vacío doloroso en mi vagina, vuelve introducirlo y muerde mi cuello con fuerza, jala mi cabello con fuerza hacia debajo de mí, mi espalda se arquea con su salida, entra de nuevo y no encuentro aire.
Entra y sale a su antojo, y no puedo hablar, me falta el aliento. Sin darme cuenta me encuentro ahora boca abajo, y ahora se dispone a entrar por atrás, lo que me parece más delicioso.
Entra y gimo por primera vez, sus manos toman mi cintura y me empujan a él una y otra vez, rápido y lento, y gimo cada vez más, y siento su aliento en mi espalda, me duelen las muñecas pegadas al sofá.
¿te gusta la pizza? – me pregunta.
¿esta? – Respondo entre gemidos – me encanta.
pues no quiero que te guste.
Entra y sale y sigue gustándome, hasta que deposita un chorro caliente en mi interior. Y yo me corro desplomándome más aun en el sofá.
Me encuentro en posición de cuatro patas y este motociclista se mete bajo mi cuerpo, mete su cabeza entre mis brazos atados. Y me cuadra a su antojo en su pene.
Otra vez siento su punta en mi entrada, aún sigue rígido, me levanta con sus manos en mi cintura, y me clava en su pene. Echa su cabeza en el sofá, y un relámpago en mi interior hace presencia, quiero abrazarme a él.
Me levanta y vuelve a clavarme en él, siento ardor, y me duele mi entrepierna.
mas – susurro sin aliento.
ahora mismo - responde el clavándome una vez más en su pene.
Me besa vorazmente la boca y siento que me quedo sin aliento, mientras mi cuerpo inconscientemente se clava en su pene una y otra vez.
Acaba una vez más en mi interior, y siento que no puedo más.
Se levanta del sofá y se arregla la ropa.
- Eres una niña, aprenderás a no invitar extraños a tu casa – me siento demolida – necesito mi correa, amarro a otras chicas como tú con él.
Se inclina a mi boca y me besa insaciablemente, y se va de mi casa, dejándome en el sofá goteando su semen, y mi cuerpo queriendo un polvo mejor que este, mi primer polvo.