El moro me hizo suyo
Mira como me has puesto, me decía mientras me sujetaba la mano y la llevaba a su entrepierna. Yo, yo no he hecho nada, le dije. Solo me he desvestido para ducharme e irme a dormir.
Eran tiempos de crisis, y los trabajos abundaban poco, no había manera de conseguir trabajo fijo. Lo único que conseguía eran trabajos eventuales en el puerto. Hasta que me salió la oferta de embarcar en uno de los congeladores que iban a pescar a aguas de Marruecos.
No dudé en aceptar la oferta. La campaña sería de 6 meses, pero tendríamos que convivir con trabajadores marroquíes, y es que más de la mitad de los trabajadores, serían de nacionalidad marroquí. No me importó ese detalle, aunque mucha gente no quería ir por ese detalle; yo no soy ni era racista, así que daba igual la nacionalidad de la gente.
A la semana siguiente tenía que estar en Las Palmas, para embarcar desde el puerto de la Luz.
Llegó el día y allí estaba yo. Nos habían enviado el billete de avión, y desde el aeropuerto nos llevaron a un hotel en espera de la llegada del barco, el cual atracaría al día siguiente, y en uno o dos días, iniciaríamos la campaña.
Cuando llegué al hotel, el único español que había era yo; Los demás españoles eran oficiales o técnicos; allí todos los demás eran marroquíes. Nos fueron agrupando por parejas, y a mí, por supuesto me tocó un marroquí. Esas parejas eran para compartir habitación en el hotel, pero serían igual al llegar al barco.
El marroquí que me toco de compañero, era mayor que yo, pero no pasaría de los 35 años. Era más alto y fuerte que yo; yo mido 1,65 y un peso en aquellos momentos de 58 KG; y el rondaría los 1,80, y cerca de los 80 KG de peso. En la habitación del hotel nos presentamos, él se llamaba Jabibi, y yo Dani.
Durante ese día en el que no nos separamos, no dejó de escrutarme; cada vez que veía como me miraba, notaba como si quisiera desnudarme con sus ojos, vamos que no sacaba la vista de encima mía.
Ese día prácticamente lo dedicamos a conocernos y pasear por Las Palmas. Recorrimos el paseo de La playa de Las Canteras, Santa Catalina, calles adyacentes, etc. Jabibi, nunca se despegó de mí, a donde iba, venía él, no perdía ni un solo movimiento o gesto mío. Si me quedaba sentado en la terraza del bar, él también, si me levantaba e iba al aseo, o a comprar cualquier cosa, él me acompañaba. Incluso cuando fui a comprar unas cosas para aseo personal, y unos slips, él no me dejó ir solo, vino conmigo, era como mi sombra. En una de las ocasiones que tuve que ir al aseo, entré en el escusado, pues cuando salí, allí estaba esperándome.
Al llegar la noche e irnos a dormir, al desnudarnos uno enfrente al otro, él no perdió detalle de todo mi cuerpo, y lo que yo hacía. Me saqué toda la ropa incluido slip; ya que iba a ducharme; al agacharme a coger unas chanclas en la maleta, mientras las iba buscando, se acercó a mí, me puso una mano en la espalda, y me dijo: Dani, tienes un cuerpo muy bonito, y un culo que no sé si podré contenerme. Llevo meses sin probar mujer, y tú me estás provocando. Mientras iba hablando, me iba frotando la mano por la espalda, hasta llegar a mi culo y pasar la mano por todo el canal. Se paró en el ano e intentaba meter un dedo. Di un respingo, ¡eh! ¿Que haces? Le dije mirando a la cara. Cuando me giré hacia él, ya lo vi desnudo y una erección en sus calzoncillos de campeonato.
Mira como me has puesto, me decía mientras me sujetaba la mano y la llevaba a su entrepierna.
Yo, yo no he hecho nada, le dije. Solo me he desvestido para ducharme e irme a dormir.
Si me enseñas tu culo, no voy a poder aguantar, vas a tener que ser mi mujer. Llevo tiempo sin probar mujer alguna. Nosotros vamos a pasar muchos meses juntos, y no puedes provocarme sin sufrir las consecuencias.
Se bajó el calzoncillo, dejando ver la tremenda erección que estaba teniendo. Tiró de mi mano llevándola a su polla. Mira como me has puesto, me decía mientras tenía la mano sobre aquella polla erecta que el marroquí me mostraba.
Al tocarlo noté una gran suavidad, y un calor inmenso que despedía aquel tremendo rabo. Estaba circuncidado, era largo y unos huevos inmensos.
Pues dale a la mandurria y te haces una paja, le contesté.
No, más pajas no quiero, mejor es tu culo, Es bonito cómo el de las mujeres, me dijo. Tu polla es más pequeña que la mía, me decía mientras echaba mano a ella y tus huevos también son más pequeños, repetía mientras me los sobaba.
No pretenderás que sea tu mujer, y te ponga el culo durante los 6 meses que dura la campaña, ¿verdad?
Sí, me contestó, tú vas a ser mi mujer siempre.
Tiré de mi mano soltándome, y marchando para la ducha, le contesté: estás de coña, ni lo sueñes.
Abrí los grifos de la ducha, y esperé a que saliera el agua caliente. Una vez salió, me metí, empezando a ducharme. Cuando ya estaba mojado, me percaté de que no había cogido el jabón, así que salí poniéndome una toalla a la cintura, y volví a la maleta para cogerlo.
Cuando volvía entrar en la ducha, antes de que cerrara la puerta, entró conmigo el moro. Espera, dijo sin dejar que cerrara la puerta.
Me sacó la toalla de la cintura empujándome a dentro de la ducha. La dejó en la percha, y se metió conmigo a ducharse.
Yo te enjabono, luego tu me enjabonas a mí, me dijo mientras abría el grifo y me sacaba el jabón de las manos, y cogía una esponja.
Después de mojarnos cerró el grifo, disponiéndose a enjabonarme todo el cuerpo. Lo hacía con toda delicadeza y mucha sensualidad, sobre todo al llegar a mi polla y huevos. Lo hacía con tanta suavidad, que me empalmé como un burro.
Veo que te está gustando mis caricias, me decía, espero que seas una buena mujer para mí.
Jabibi, yo no soy ninguna mujer. Ya, ya, tu no, pero tu culito, sí. Y mientras me decía esto, me giraba y se ocupaba ahora de mi culo.
Se paró en mi ano, y sin dejar de frotar, introdujo un dedo en él, ¡aaahhh! Grité al notar entrar su dedo. Calla dijo él mientras me empujaba por la espalda y me hacía inclinar un poco.
Metió el dedo bien a fondo, y estuvo sacando y metiendo el dedo, hasta que vio que ya no había resistencia por mi parte.
Así, así quiero que te comportes y seas mi mujer.
Luego volvió a darme la vuelta, me hizo agachar, me ordenó abrir la boca, llevó su polla a ella, y dijo, saca la lengua y ve lamiendo. Saqué la lengua, y lamí el prepucio mientras sujetaba la polla con mis manos.
Así, ¡aaaaahhhhh! Que lengua tienes, ¡ummm! Métela en la boca, y lamela, ¡ohhh! Que rico lo haces, Dani, eres muy guapo, tienes un cuerpo muy bonito, y me gusta cómo te estás comportando, nos llevaremos muy bien, ya verás.
Yo a esas alturas ya estaba cachondo, y empezaba a estar salido y con ganas de aquel rabo. El culo me hervía y pedía polla para que lo preñaran de leche.
Abrí la boca para tragar aquella polla del moro, la fui chupando a la vez que succionaba el glande, parándome a succionar donde comienza este, haciendo que el moro jadeara y gimiera de placer. Sus manos apretaron más mi cabeza, y sus dedos se enredaban con mi pelo, mientras el moro jadeaba, ¡sí, sí, así mi amor! ¡ohhh! Que gusto me das Dani, si sigues así, pronto me voy a correr, y ahora no quiero hacerlo, no quiero correrme en tu boca, hoy quiero estrenar tu culo, mi amor, hoy quiero poseerte y dejar mi semen en él.
Estuve un buen rato chupando y succionando la polla del moro, en las que en varias ocasiones me hizo dar arcadas y llorar los ojos, por meterla demasiado profunda en mi boca. En una de las ocasiones, llegó a traspasar la campanilla, abriéndome a arcadas, soltando bilis y llorándome los ojos.
Cuando ya empezaba a estar cansado de estar de cuclillas con la polla del moro en la boca, Jabibi, me cogió por los brazos, con los cuales me sujetaba agarrándome a sus caderas, y tirando por ellos, me hizo levantar.
Llevó mis brazos a sus hombros, me fue rodeando con los suyos, haciendo que pegara mi cuerpo al suyo. Con una de sus manos en mi nuca, acercó mi cabeza a su boca, empezando a lamerme los labios, mordisquearme el labio inferior, y poco a poco ir introduciendo su lengua en mi boca. Su lengua empezó a jugar con la mía, luego permitió que mi lengua entrara en su boca, apoderándose de ella y succionándola todo lo que podía.
Mientras se había apoderado de mi boca, una mano la tenía en mi nuca, y la otra fue recorriendo toda la espalda hasta llegar a mi culo, magrearlo y sobarlo todo lo que pudo, hasta conseguir llevar uno de sus dedos a la entrada a mi ano, acariciar el esfínter, y luego ir poco a poco introduciéndolo dentro de mi culo. Lo mantenía justo en la entrada, lo metía y sacaba, y dejando solo la punta dentro de mi culo, lo iba girando y apretando a los costados, para ir abriendo el culo y hacer que mi esfínter se fuera relajando y de esa manera no opusiera resistencia.
Ya tenía los labios hinchados y colorados por aquella comida de boca que me estaba dando el moro, cuando empezó a bajar con su boca por el cuello.
Iba dando pequeños mordiscos, y haciéndome chupones por todo él, hasta que llegó a mis tetillas. Mordió y succionó los pezones, hasta dejarlos enrojecidos y a punto de sangrar.
Me tenía a punto de caramelo, no paraba de temblar, dar gritos y gemidos de placer. Cada vez me agarraba más fuerte a él, apoyaba mi cabeza en sus hombros, le lamía y mordía su hombro y cuello, y mis manos lo abrazaban fuertemente. En varias ocasiones le clavaba los dedos en la espalda, hasta que llevé una mano a su polla y sin parar de acariciarla y sobarle y manosearle los huevos, le pedí que me follara.
No aguanto más le dije, méteme la polla en el culo de una vez.
Aguanta mi amor, que hoy te voy a poseer, y tu culo será mío. Quiero que goces hasta la locura, desees entregarte a mí, y ser mi mujer y que todos los días te haga el amor.
¿Dios! Ya no aguantaba más, aquella tortura me estaba haciendo delirar de placer. Tenía los ojos en blanco, y si no me daba por el culo ya, en cualquier momento estallaría soltando chorros de semen por mi pobre polla, que ya no aguantaba más.
Aún me tubo un buen rato haciendo sufrir. Después de dejarme los pezones hinchados, al rojo vivo y a punto de sangrar, me dio la vuelta haciéndome colocar las manos sobre la pared, y siguió otro buen rato metiéndome hasta 2 dedos en el culo, abriéndolo cada vez más, y haciendo que mi esfínter no opusiera resistencia alguna.
Yo abría las piernas y agachaba el culo, buscando que los dedos entraran lo más al fondo posible. Sentía una desesperación aberrante por ser poseído, y unos deseos inmensos por ser empalado de una vez por la polla del moro aquel.
¡Métemela de una vez Por favor!
¡Dame por el culo que no aguanto más!
Sí mi amor, cumpliré tus deseos, y te haré mío. Hoy serás mi mujer, y el amorcito de mi vida.
Sacó sus dedos del culo, me sujetó por las caderas con sus manos, se arrimó a mi culo colocando su polla en la entrada a mi ano, y flexionando sus piernas, dio un movimiento a su pelvis, metiendo toda su polla dentro de mí.
¡Ohhh! Suspiré al sentir su polla dentro mía. Me había llegado al fondo de mi culo, recorriéndome una excitación por todo el cuerpo que me hizo delirar de placer.
¡Ufff! Por fin ya tenía la polla del moro dentro de mi culo, y aquello me excitaba y hacía que abriera más las piernas, llevando mi culo a su pelvis, para no dejar de sentir sus pelos púbicos y huevos pegados a mí.
¡Ohhh! Mi amor, que culo más rico tienes, que gusto me está dando, mi amor, ¡ooohhh! Que gusto y calorcito me está dando tu hermoso culo amorcito.
Que bien se siente, y que suave se nota, ¡ay que gusto me estás dando!
Había empezado con movimientos suaves pero profundos, dejando su pelvis pegada a mi culo. Notaba el roce de sus pelos púbicos y los huevos pegados a mi ano, cada vez que impulsaba su pelvis, haciendo que su polla tocara el fondo de mi culito, sin apenas moverse de allí.
Luego fue haciendo movimientos más largos y rápidos, llegando casi a sacar de todo la polla, y volverla a meter hasta lo más profundo.
Yo no dejaba de gemir, y de temblarme las piernas por tanto placer que estaba sintiendo. Era tan grande el placer que estaba sintiendo, que no di aguantado más, y ´mi polla empezó a soltar chorros de semen cómo si fuera un géiser lanzando chorros de agua hirviendo.
¡Ohhh!, me corro, me, me corro, ¡ooohhh! Gemía y tartamudeaba mientras mi polla iba escupiendo grandes chorros de semen.
Mientras me corría cómo hacía tiempo que no lo hacía, tuve que apoyar la cabeza en la pared, y ser sujetado fuertemente por las manos de Jabibi, que, sin parar de darme por el culo, impidió que, al doblárseme las piernas, me cayera de rodillas en el suelo de la ducha.
¡Ohhh! Mi amor, te has corrido, si no te sujeto, te me vas al suelo, amorcito. Tu amor te ha hecho gozar y que te corrieras sin tocarte, amor mío. He sentido mucho placer, y me has dado mucho gusto en la polla al contraer el culito mientras te corrías, mi amor.
Todo mi semen fue a parar sobre los azulejos de la pared de aquella ducha, a la cual seguía apoyado con mi cabeza, mientras seguía siendo enculado por el moro Jabibi, y me iba reponiendo sin dejar de gemir y temblarme las piernas.
Jabibi, no dejaba de gemir y culearme, mientras seguía sujetándome fuertemente con sus manos por las caderas.
Ahora iba a mil revoluciones por hora, sacaba y metía la polla a toda velocidad en mi culo. Cuando empezó a gemir más fuerte, dándome un mordisco entre el cuello y el hombro, empezó a soltar su leche en lo más hondo de mi culo, ¡ooohhh! Mi amor, me corro, ¡ooohhh! Me corro, me corro.
Me iba mordiendo la nuca y jadeando sin dejar de mover su pelvis, mientras su polla dejaba de soltar todo el semen dentro de mí.
Cuando dejó de culearme, dejó su polla dentro mía, y abrazado a mí, me iba acariciando con sus manos, la polla, huevos y pezones. A la vez que, con su boca, me mordía la nuca, hombros y chupeteaba mi cuello, dejándomelo todo marcado.
Cuando terminó por salir su polla de mi culo, me giró y juntando
Su frente a la mía, empezó a besarme los ojos, cara, para terminar en mis labios, morderlos, y pasar su lengua por ellos terminando por entrar en mi boca, y juntarnos las lenguas de ambos.
Todavía estábamos jadeando y sudando por todas partes, cuando terminó abriendo el grifo de la ducha, para poder terminar de ducharnos.
Nos volvimos a enjabonar uno al otro, y no nos volvimos a correr de gusto, porque habíamos terminado de vaciar los huevos, y de momento no había semen que se pudiera expulsar.
Salimos de la ducha, cogimos cada uno su toalla, y nos secamos uno al otro. Cuando terminamos de secarnos, me cogió por la mano, me llevó a la cama, y así desnudos como habíamos salido de la ducha, nos acostamos los 2 juntos en la misma cama.
Me abrazó por la cintura, y llevando mi cabeza a su hombro, me acariciaba y decía al oído: Ahora ya eres mi mujercita, amor. Tu culo será solo para mí, te lo follaré todos los días, tu culito es muy bonito y rico, mi amor.
Cuando te vi por primera vez esta mañana, sabía que ibas a ser mío, eres muy hermoso y tierno. No dejaba de admirarte y sentirme atraído por lo guapo que eres, y tu culito me volvía loco, por lo precioso y rico que se ve. Y ahora que ya te he poseído y saboreado el rico culo que posees, no permitiré que nadie te toque, amor. Serás mi mujer mientras estemos juntos.
Me encontraba agotado y muerto de sueño, por lo que no quise contestarle, así que no abrí la boca para decirle nada. Dejé que me acariciara, y apoyado sobre su hombro y pecho, me quedé profundamente dormido. Era la una de la mañana, y a las 9 nos tocaban diana.
Cuando iban dar las 7 de la mañana, me desperté al notar el cuerpo del moro encima de mi espalda, abriéndome las piernas, para poder meterme la polla por segunda vez en el culo.
¿Qué haces? Le pregunte a Jabibi.
Calla mi amor, no te asustes, solo quiero follar tu culo, y dejarlo satisfecho y atendido hasta la noche. No quiero que sufra, ni pase necesidad alguna ni hambre de polla, mi amor.
¿Joder, Jabibi, tengo el culo que todavía me palpita por la follada de esta noche, y ya quieres volverme dar por el culo?
Me vas a destrozar el culo, y vas a acabar conmigo.
¡Ahhh! Solté al notar entrar la punta de su polla en mi ano. Para Jabibi, para por favor. Déjame dormir que aún es temprano, y estoy agotado. Mejor lo dejamos para la noche, te juro que te dejare que lo vuelvas follar esta noche.
No Dani, no, tu ahora eres mi mujer, y yo necesito que mi amor me atienda. Anda, levanta un poquito el culo, así te entrará mejor y no te haré daño.
Joder, si esto iba ser así todos los días, aquello acabaría conmigo y con mi pobre culo. Me gustaba que me dieran por el culo, y que me llenaran de leche, pero aquello iba ser demasiado.
Terminé por levantar un poco el culo, y dejarle acceder con mayor facilidad a la polla del moro aquel, el cual ya me había poseído, y empezaba a tenerme dominado.
Tan pronto levanté un poco el culito, ¡zas! El moro ya me había clavado toda la polla en el culo, ¡aaahhh! Gemí al notar entrar toda la polla.
Así mi amor, así, deja que tu amorcito te haga feliz, ¡ooohhh! Mi amor, que calentito estás, ¡ay que gusto me estás dando! ¡ooohhh! Que culito más rico tienes mi amor, ¡mmm! Cómo me gusta tu culito amorcito.
Colocó sus brazos por debajo de los míos, se estiró sobre mi espalda, llevando su boca a la mía, y aunque yo tenía la cara de lado, lamía con su lengua el lado izquierdo de mi boca, y me pedía que sacara la lengua. Saca la lengüita mi amor, y deja que te la saboree.
Mientras me iba dando por el culo, saboreaba mi lengua, la sorbía con su boca, luego mordía mi nuca y hombro, haciéndome gemir de placer, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Que gusto, ¡ummm! Vas a acabar conmigo, ¡ooohhh!
Sí mi amor, sí, voy a acabar contigo, pero va a ser de placer y felicidad. Te voy a hacer feliz cada día que pasemos juntos, vas a gozar como nadie, mi amor, ¡ooohhh! Que culito más rico que tienes mi amorcito, que gusto me estás dando, ¡ooohhh!
Durante más de 20 minutos, me estuvo penetrando su polla el culo, y cada vez iba a mayor velocidad.
¿Dónde quieres que me corra amorcito? ¿Quieres que me corra dentro de tu culito? ¿O prefieres que me corra en tu boquita?
Córrete en el culo, quiero que me dejes bien preñado, ¡ooohhhh! Le contesté.
Sí mi amor, sí, ¡ooohh! Ya, ya te lo voy a preñar, ¡ooohhh! Mi amor me corro, me corro, ¡ooohhh!
¡Dios! Me había enterrado la polla en lo más hondo de mi culo, notaba sus huevos pegados a mi ano, y notaba cómo su polla palpitaba e iba soltando su semen en el fondo de mi culo. Estábamos jadeando y gimiendo sin parar, y sudábamos por todos los poros de nuestro cuerpo.
Cuando terminó de correrse, sin sacar su polla de mi culo, llevó su mano a mi polla, viendo al acariciarla, que la tenía toda llena de precumen. ¿No te has corrido mi amor? No le contesté, pero no te preocupes, que, con la corrida de la anterior follada, y el goteo continuo que he tenido ahora, no me hace falta.
No mi amor, no, yo te sacaré la lechita de tu polla. Y sin dejar de menearme la polla, ni sacarme su Berga del culo, en menos de 2 minutos, me corrí en su mano.
Así mi amor, así, dale la lechita a tu amor, que ya verás lo que vamos a hacer con ella.
Sacó su polla de mi culo, se puso de rodillas a un costado de mí, me ordenó darme la vuelta, y ponerme boca arriba.
Cuando me puse boca arriba, se puso a horcajadas sobre mi pecho, y llevando su polla con una mano a mi boca, me la metía en ella, me ordenaba chuparla luego me la sacaba, la llevaba a la palma de su otra mano, que era donde yo le había soltado todo mi semen, embadurnaba el glande con mi semen, y la volvía a llevar a mi boca ordenándome que la volviera a chupar. Se la dejaba reluciente, y vuelta a hacer lo mismo. Hasta que apenas quedaba semen, que entonces me puso la mano para que se la lamiera.
Al final se echó encima mía apoderándose de mi boca, y dejarme los labios otra vez hinchados y rojos como un tomate.
Terminamos por levantarnos, nos volvimos meter los 2 en la ducha, y metiéndonos mano por todas partes; Más bien metiéndome el a mí; nos duchamos, y después de vestirnos, bajamos a desayunar junto al resto del grupo.
En 20 minutos ya habíamos desayunado todo el grupo. Subimos a lavarnos y terminar de asearnos, recogimos las maletas, y nos fuimos al puerto para embarcar rumbo a aguas marroquíes, y empezar así la singladura de aquella campaña, la cual duraría 6 meses. No volveríamos a tocar tierra, hasta al menos dentro de 3 meses, y sería en algún puerto marroquí; seguramente sería El Aiún.
Fuimos subiendo al furgón del consignatario por grupos; Jabibi siempre pegado a mí; que cada vez que podía acariciaba mi culo; detalle que todos notaron; y cargados con los equipajes; además de la leche que me había metido en el culo Jabibi; marchamos para el barco.
Iba a embarcar con el culo lleno de semen, abierto esa noche por el moro, pero iba feliz y muy contento, al igual que iba mi culito.