El morbo… es cuando te dejas ser usado por otro

Extrañado me da por mirar hacia atrás, extrañado estaba cuando saca sus dedos y me vuelve a embestir, sintiéndola aún más dura que de costumbre, incluso más grande, cuando la suya apenas la siento… uuuffff!!.

El morbo… es cuando te dejas ser usado por otro

Aún recuerdo mis primeras andanzas, donde no hacías tanto podía, donde la inseguridad por los sitios nuevos me acojona. Pues el miedo y las dudas podían conmigo, titubeas… y si te ven indeciso o vacilas, acababa por quedarme a dos velas, pero cuando estas ya con uno, acabas marcado.

Pero mí primera vez recuerdo que aun temeroso… “acabe echándole huevos”, aventurándome a lo desconocido… nervioso e incómodo deambule por aquellos parajes, donde me salían al paso todo tipo de hombres… chicos, jóvenes, maduros o muy maduros, rechazando a los primeros y tener que torear algún que otro maduro, pues no todos buscan pasivos.

Conocí a uno de tantos… lo llamare “Mariano”, delgado, ¡pero con mucha lengua… mmm!!, este prefería besar y lamer cada centímetro de mi cuerpo, degustaba de mis mamadas y sus deseos no eran otros que ver cómo me penetraba otros, mientras el disfrutaba de la mamada que le proporcionaba. Mariano sabiendo de mis gustos… siempre buscaba maduros, pero deseaba que tuviera muy buena polla sin importarle a veces el color de su piel. Mariano a día de hoy aún sigue en sus treces, disfruta de mi cuerpo para luego dejarme comérsela, no dejándome precisamente acabar, pues espera que alguno se nos una y sino el busca quien me pueda coger… uuuffff!!.

Aún recuerdo la última vez, no lo vi venir y menos lo esperaba, aquel día creo recordar que era viernes… día que recuerdo, pues son aquellos que no esperas tener nada al ser el inicio del fin de semana. Pero ese día me sorprendió a ver a Mariano, quizás aún más, cuando este de primera me pidió follarme… cosa que acepte. Comenzando por caricias y magreos al tiempo que tira de mi cinturón y me baja los pantalones, abre mi camisa para dedicarse a chupar y morder mis tetillas… aaahhh!!. ¡Poniéndome a tono por momento… uuuffff!!.

No dejando de chupar mis tetillas se entretiene en dilatar mi orificio… uuummm!!, cuyos hábiles dedos llega a introducirme hasta dos de ellos… aaahhh!!. Poniéndome de tal estado que acabo por suplicarle que me follara de una puta vez… uuummm!!.

Colocándome como tantas veces, me inclino hacia delante, postura que me ofrezco como bien sabéis mi orificio… uuummm!!. Sujetándome con ambas manos a un árbol, uno de tantos que hay junto a la dársena del río, quedando yo en un desnivel inferior al suyo. Quedando mi orificio a su altura, pues esté con su metro setenta apenas llega a mi casi metro ochenta y pocos.

Aun así torpemente apenas atina a introducírmela, achacándolo a mis prendas inferiores, no quedándome otra que descalzarme y quitármelas... mmm!!. No hay nada que me dé más morbo que estar casi desnudo o desnudo por aquellos parajes… uuuffff!!, no os imagináis como de puta me pone… ooohhh!!.

Comienza a penetrarte y aunque apenas lo siento, pues el tamaño de su pene a veces lo impide… esté hace lo que puede. No dejando de embestirme con fuerza… aaahhh!!, llegando a sacar su miembro para sustituirlo por tres de sus dedos… ooohhh!!. Maniobras que continúo durante cinco o más minutos, ¡llegándolo a intentar el cuarto… uuuffff!!, siendo más placentera perro al mismo tiempo más dolorosa.

¡Extrañándome cuando saca sus dedos y me vuelve a embestir… aaahhh!!, sintiéndola aún más dura… y extrañado aún más por el tamaño… uuuffff!!. Sensación que me hace por la sensación que me hace mirarlo, pues llevado me deje llevar por la curiosidad, curiosidad por saber qué coño me había metido… uuummm!!. ¡Descubriendo que había cambiado de amante… uuuffff!!, persona que no se detuvo, persona que aprovecho para tomarme por la cintura y embestirme con fuerza… aaahhh!!.

Aquel nuevo jugador era un hombre latinoamericano de no más de treinta años, hombre que no cumple con mis preferencias pero que en esos momentos no estaba para remilgos… ooohhh!!. Aquel treintañero tenía un pedazo de “vergajo” que me estaba partiendo en dos… uuuffff!!. ¡Creí morir en cada una de sus embestidas… aaahhh!!, me penetraba muy violentamente, mientras Mariano se dedicaba a disfrutar de mi cuerpo y de mi polla… aaahhh!!.

No recuerdo con claridad el tiempo que llevaba enculándome, pero sí que mis piernas flaqueaban, tiempo que llego a su fin, cuando este entre alaridos me hizo comprender que se iba a correr. ¡Sacándola de mi orificio con tanta violencia como cuando la introduce… aaahhh!!, sacándola para introducirla en la boca de Mariano, persona que pedía que se corriera en la boca. Cuando ese otro se guardó su pollón dentro de su pantalón… se marchó, no diciendo ni gracias, quedamos ambos allí, yo reponiéndome de la tremenda cogida, y Mariano buscando que más sacar de mí… uuummm!!.

Pero no hay vez que cada vez que deambule por aquella zona, no acabe por los matorrales cerca de la dársena del rio, donde rara vez no encuentro algún conocido fetichista o morboso por algo. Tíos maduros que ante la falta de un lecho donde poder consumar sus deseos, no nos queda otra que realizarlas allí.

Como aquel que comencé a comérsela, yo sentado en el asiento del conductor mientras el de pie, disfrutando de aquel pollon, polla venosa y gruesa que me costó al principio tragar, pero el Popper ayudo… aaahhh!!. Este es uno de esos que no dejaba de preguntar dónde podemos ir, uno de esos que no deja de decirme lo bien que la como, como el preguntarme…

  • “¿Qué te gusta más… comerla o follar?”.

Respuesta difícil de decir, pues ambas cosas me gustan por igual. Este no deja de introducir sus manos por el cuello de la camisa, donde tengo que desabotonar algún botón, pues no deseo que me pase como otras veces, no siendo otra cosa que partirla. Donde comienzan a pasar mirones, tíos que por la curiosidad les da por acercarse, unos pasan y se van, otros se quedan detenidos, quizás más aún si no los echa.

Recuerdo aquella vez como otras tantas, que este conocido con derecho no dijo nada, permitió que los tíos se quedarán mirando, mirones que comenzaron a abundar. Mirones que comenzaron a acercarse, tanto que cuando uno saco su polla y la puso junto a la suya, este en vez de apartarlo, cogió la polla del ese otro y sacando la suya… me la metió, viéndome asombrado como ese sitio cambia a la gente. Viendo como en unos minutos llegue a saborear hasta cuatro pollas distintas, pero aquello fue a peor, cuando uno de ellos sugirió un lugar donde podríamos estar más cómodo, lugar que fuimos.

No me vi con agallas por negarme, no me salía palabra alguna, simplemente obedecí y seguí a estos cuatro hombres, pues pensaba ingenuo de mí que tras las mamadas se marcharían. Pero comienzas de nuevo, siendo en esta vez en cuclillas en medio de estos, mamando por turnos mientras pajeas otras tantas. Donde vez como uno de ellos saca del interior de uno de los coches una manta, acabando por extenderla sobre el suelo. Ayudándome a levantarme y llevarme hasta ella, intentan besarme, pero cosa que no dejo, quizás porque son cuatro y no dos como hubiera dejado. Bueno, no me enrollo más, espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios. Mi email es… jhosua1974@gmail.com