El morbo del topless (7)

Cuando tu novia hace topless se producen una serie de sensaciones que desatan tus más locas fantasías

Terminé mi café mientras ojeaba el móvil y repasaba las fotos que le había hecho a Ana en la playa. Sinceramente estaba muchísimo más buena que Nuria aunque lo de esa madurita no era belleza sino más bien morbo lo que despertaba en mi. Todas las fotos eran espectaculares. Sus tetas ya habían tomado algo de color y se veían firmes y fuertes a pesar de su tamaño. La gravedad no podía con ellas como sí le había pasado a Nuria.

Al cabo de un rato me asomé a ver a Ana y pude ver que seguía hablando con Raúl. Ella estaba sentada en los escalones de espaldas a mí y Raúl apoyado en el bordillo mientras charlaban de lo que fuese. El cabrón seguro que tenía no quitaba ojo de las tetas de Ana. Sé que me vio pero no dijo nada y continuó con la conversación Por mi parte me subí otro rato a la terraza.

A eso de las 20.30 subió Ana corriendo diciendo que las 21.30 teníamos que estar listos para la cena. Que se le había pasado el tiempo volando y que me tenía que contar pero que lo haría más tarde porque no le daba tiempo y subió corriendo a la ducha. Por mi parte espere a que se duchara y a continuación me metí yo. Mientras yo me duchaba ella se maquillaba. Solamente llevaba una toalla blanca en el pelo y otra enrollada alrededor de su cuerpo. Parecía que sus tetas en cualquier momento reventarían esa toalla. Camuflado entre los vinilos de la mampara la veía pintarse. Desde luego para mí era como una diosa. Pensaba en salir tirar de esa toalla y dejarla desnuda. Mientras lo hacía mi mano bajo hasta mi polla y empezó a menearla lentamente. No era plan de empezar pajearme pero necesitaba meneármela. En seguida mi polla respondió al estímulo y se puso dura. Lentamente me iba pajeando. Ana, ajena a todo, seguía con su maquillaje mientras yo pensaba en sus tetas, en las de Nuria, en enseñar sus fotos a Raúl, incluso pensaba en que fuésemos los 4 a una esas calas y se quedasen ellas dos en topless para nosotros. Ana salió del baño sin hacerme ni caso diciendo – Venga date prisa que ya es muy tarde. Me la menee un poco más pero justo cuando me iba a correr paré. Finalmente cerré el grifo y salí de la ducha.

Cuando fui a la habitación me encontré a Ana con un vestido negro largo. Como a ella le gustaba uno de los lados tenía una buena abertura en la pierna. Los finos tirantes de sus hombros sujetaban el vestido y formaban un escote que sin ser exagerado sí que atraía las miradas. Además, parecía que no llevaba sujetador. Sabía que eso era imposible pero tenía que comprobarlo. Al pasar a su lado hacia mi parte del armario le cogí una teta y lo comprobé

-        ¿Pero qué haces? – me dijo sorprendida.

-        Estaba viendo si llevabas sujetador

-        Tú estás tonto. Como para no llevar con las tetas que tengo – me dijo.

-        Solo quería asegurarme porque parece que no llevas

-        Pues claro, de eso se trata.  Es un sujetador sin tirantes. Eso si no puedo moverme mucho porque se me baja a la mínima – me explicaba haciendo movimientos para q viese como enseguida se deslizaba para abajo.

-        Bueno pero te tapa el vestido – le decía – nadie te vería nada

-        Venga anda déjate de tonterías y acaba que yo casi estoy

Me fijé como se ponía sus sandalias de tacón que le daban un aspecto aún más imponente. Y se bajaba metiéndome prisa de nuevo. Acabé de vestirme y baje con ella que estaba ya lista para salir.

Habíamos quedado en la puerta de la urbanización. Ya estaban todos cuando salimos. Ana se disculpó distraída por hacerles esperar mientras guardaba distraídamente su móvil en el bolso. Bueno estáis elegantísimos – dijo Raúl con Nuria cogida de la mano. La verdad es que aunque todos estaban muy bien vestidos Ana destacaba entre todas. Siempre estaba por encima. Vi como Raúl la miraba de arriba abajo y yo por mi parte observaba en un segundo plano como era el centro de atención tanto de ellos como de ellas. Sin embargo en la mirada de ellas se veía cierta envidia. A todas menos a Nuria que se mostraba tan sonriente y segura como siempre.

Ya que éramos 5 parejas decidimos ir en 3 coches. Ana y yo fuimos solos en el nuestro y los demás compartieron. Raúl nos pasó la ubicación del restaurante a todos por si nos separábamos pero la verdad es que solamente seguimos al coche de Luis que llevaba a Raúl y que conocía el camino perfectamente.

-        Por cierto me ha dicho Raúl en la piscina que el puesto será mío si lo quiero. Ha estado hablando con los otros jefes de la empresa y al parecer les encajaría muy bien la experiencia que tengo y que buscan a alguien joven que tenga inquietudes y que sepa relacionarse bien.

-        Pues claro eres perfecta para el puesto. Lo harás muy bien

-        Eso espero. La verdad es que ya me ha alegrado el día. Hay que celebrarlo esta noche.

-        Pues nada hoy te sueltas bien. A saber cómo acabamos porque tal y como me tienes de cachondo últimamente…

-        ¿Yo?... tendrás morro… si llevas varios días que me dejas a medias. Estoy ya que me subo por las paredes. Como sigas así me voy con el próximo negrito que venga a ofrecerme algo

-        Pues hoy hay que soltarse y celebrarlo porque te lo mereces - la dije mientras aparcábamos en el restaurante.

En cuanto entramos en seguida se acercó el encargado y saludó a Raúl y Nuria. También lo hizo con los demás. Nos llevo a la terraza de la parte superior del restaurante. La mesa estaba en un lugar privilegiado. Un rincón con las mejores vistas al mar. La luna casi llena se veía perfecta. Nos fuimos sentando como quisimos. Raúl se encargó de ponerse al lado de Ana y Luis al otro. Yo justamente quedé en la otra punta de la mesa al lado de Nuria y de Eva.

La cena fue perfecta. El vino, elegido por Raúl era una delicia. Yo intenté controlarme porque tenía que conducir luego. Aún así entre Nuria y Eva me tenían bien entretenido. La verdad es que Eva era una mujer bastante más divertida de lo que aparentaba su cara seria. Nuria por su parte era un  encanto con esa sonrisa siempre presente. De vez en cuando no podía evitar echar un vistazo rápido a su canalillo pero siempre disimuladamente.  Por su parte en el otro lado de la mesa Luis y Raúl se encargaban de tener siempre llena la copa de Ana que ya tenía una risita floja.

Cuando terminamos los postres me levanté para ir al baño. Raúl se levanto y me dijo que le esperase que el también iba. Nos dirigimos los dos al baño. Nada más alejarnos de la mesa Raúl me dijo

-        Ana esta hoy guapísima. Menuda suerte tienes cabrón – me dijo bastante más suelto producto del vino

-        Si, la verdad es que está guapísima con ese vestido.

-        Está buenísima – enfatizo – No te vayas de marcha hoy con ella que van a estar todos encima de ella – me dijo abriendo la puerta y pasando al baño

Los baños como todo el restaurante estaban impecables. Me puse en uno de lo urinarios de pared y Raúl se puso a mi lado. El seguía con su charla

-        A ti te he visto mirándole el canalillo a mi mujer eh – me decía mientras comenzaba a mear – por mí no te cortes – recalcaba – ya te dije que a Nuria le gusta que la miren ya te lo dije

-        Se me van os ojos de vez en cuando – le reconocía -  es que menudas tetas tiene tu mujer tío – le decía yo entrando de lleno en su conversación y justo en el momento que él se sacudía la polla un pelín alejado del urinario para no mancharse.

Mientras yo terminaba de mear Raúl miraba su móvil. Justo cuando me di la vuelta me llegó un mensaje

-        Ahí tienes un regalo – me dijo Raúl guiñándome un ojo

Saque mi móvil y mire le mensaje. Era de Raúl. Una foto. Sin descargar ya adivinaba lo que era. Se intuían perfectamente las tetas de Nuria en la playa. La descargue y la abrí y la miré embobado.

-        Joder que tetas – le dije

-        Como se que te gustan tanto quiero que tengas esa foto – me dijo – venga ahora volvamos – dijo dándose la vuelta y dirigiéndose hacia la puerta

-        Raúl – dije antes de que saliese

-        ¿Qué pasa?

Le hice una seña para que se acercase. El vino hacia mí. Entré en la galería y abrí una de las fotos que le había hecho a Ana en la playa esa mañana. Le pase el móvil. Raúl cuando la vio se le iluminó la cara.

-        Hostias que tetazas tiene Ana. ¡La leche! – Dijo alucinado

-        Si la verdad es que está tremenda en esa foto – le reconocía un poco avergonzado por la situación de estar enseñándole las tetas de mi novia al que iba a ser su futuro jefe

-        La leche macho. Ahora no voy a poder mirarla a otro sitio cuando volvamos.

-        No jodas disimula que me mata Ana

-        Uf la hostia. Las tengo que ver en directo algún día. Joder me dan ganas de quedarme y hacerme una paja – me soltó sin ningún miramiento y sin levantar la cara del móvil.

-        Y yo con la de tu mujer – le dije siguiéndole

-        Pues porque este no es el lugar – me decía Raúl con un tono en el que se le notaba excitado – Si quieres me la pasas la foto. Sabes que puedes confiar en mí. – me dijo devolviéndome el móvil.

-        Bueno ya veremos. Ahora vamos que van a sospechar algo.

Volvimos a la mesa. Al ver a Nuria no pude más que pensar que la tenía con las tetas al aire en mi móvil. Por su parte vi a Raúl sentarse y pude imaginar que estaba visualizando las tetas de Ana que le acababa de enseñar. Ana, ajena a lo que acababa de pasar en el baño, le reía algún comentario a Luis. Me fijé en que su copa estaba llena otra vez y ella reía más de lo habitual. Creo que estaba bastante afectada.

La cena finalizó y al salir del restaurante Raúl propuso que fuésemos a tomar algo. Por su parte Eva y Bea dijeron que no, que luego había que conducir y que ya habíamos bebido bastante. Había que reconocer que era verdad. Pero Raúl siempre iba un paso más así que decidió que trasladásemos la fiesta a la piscina. Venga yo tengo bebida en casa y sacamos algo. Compramos unos hielos de camino y lo tomamos allí mientras nos bañamos. A pesar de estar en más de 50 parecía el más animado de todos. Solamente hacen falta hielos. Ana se ofreció a que los cogiésemos nosotros de camino y los llevábamos. Por mi parte dije que claro, que nosotros nos ocupábamos.

Nos montamos de nuevo en los coches y cogimos rumbo a casa. Habíamos quedado en parar en la gasolinera a comprarlos y nos desviamos al poco de salir. La gasolinera se encontraba a las afueras. Por el camino le pregunté a Ana que le había parecido la cena y me dijo que se lo había pasado muy bien con Raúl, que había estado pendiente de ella en todo momento. Supuse que desde que fue al baño había estado imaginando sus tetas en todo momento.

Llegamos a la gasolinera y aparqué el coche en la parte trasera en un pequeño área de descanso que había. Ana se quedó en el coche mientras yo iba a comprar. Cuando baje vi que un poco más lejos, en un descampado, había un grupo de chico y chicas haciendo botellón. Seguí mi camino y compré un par de bolsas de hielos, volví al coche, guarde las bolsas en el maletero y me subí. Al entrar vi la pierna de Ana por fuera del vestido. Su falda quedaba tapando sus braguitas con las piernas ligeramente abiertas. No pude resistirme y comencé a acariciársela. Ana, que estaba bastante animada, se dejo acariciar e incluso empezó a morrearme. Con ese vestido me fue fácil llegar hasta sus braguitas que aparté fácilmente sin que Ana pusiese ningún impedimento. Mi dedo rápidamente comenzó a acariciar su rajita encontrándomela muchísimo más mojada de lo habitual. La lengua de Ana se introdujo con fuerza en mi boca y comencé a masturbarla a la vez q nos besábamos con ganas. Ana se separó de mi y se recostó sobre el asiento con las piernas abiertas dejando que la masturbase a mi antojo. Los ojos cerrados, las piernas abiertas, la boca semiabierta dejando escapar suaves gemidos… de repente vi como se acercaba uno de los chicos del botellón y se ponía a mear junto a unos arbustos delante de nuestro coche. No se había percatado de nuestra presencia. Ana en ese momento abrió los ojos. Pudo ver como el chaval abría la cremallera del pantalón y se sacaba una polla nada despreciable y como se ponía a mear. Sin ni siquiera haberme dado cuenta había dejado de masturbar a Ana y solo miraba como ella miraba la polla de ese chaval meando. – Sigue – Fue una orden seca y directa por parte de Ana. Comencé de nuevo a mover mis dedos. A introducirlos en su coñito, a llevar el ritmo que sabía que a ella le gustaba. Por su parte ella seguía mirando al chaval q se sacudía ya la polla. Yo miraba y masturbaba a Ana que seguía con sus gemidos. – Nos ha visto -  me dijo entre suspiros. Yo seguía masturbándola cada vez más rápido. El chaval se acercó al coche y en seguida se percató de lo que estaba pasando. Desde fuera nos dijo – ¿Os ha gustado mi polla? – Yo seguía masturbando a Ana q se la notaba a punto de correrse. Entonces el chaval, visiblemente borracho, se acercó a la ventanilla y dando con los nudillos en forma de llamada empezó a decir - ¿Por qué no abres y me la ves bien putita? ¿o prefieres chupármela? – dijo volviendo a dar más fuerte al cristal. Ana se incorporó y le dijo - Lárgate payaso. El chaval no se lo tomo nada bien y empezó a llamar a los amigos diciéndoles que viniesen a ver a la zorra que se había encontrado. La situación se ponía fea y Ana me dijo que nos fuésemos. Arranqué el coche y nos fuimos rápidamente de allí.

Cogí el camino a casa mientras los chavales riéndose nos gritaban de todo. Una vez que cogimos la carretera comenzamos a reírnos de la situación.

-        Menudo imbécil le dije a Ana

-        Ya nos vale tío. Cada vez estamos peor.

-        Pues tú te lo estabas pasando en grande – le dije riéndome

-        Se podía haber quedado quietecito y callado que estaba a punto de acabar. – confesó Ana – Ahora llevo un calentón que no veas.

-        Si quieres volvemos y les dices que te enseñen las pollas todos. – le dije de broma  pero con un calentón bastante importante por mi parte

-        Calla anda – me decía un poco avergonzada pero animada por todo el alcohol tomado durante la cena – Aunque el chaval tenía buena polla – confesaba riéndose

En ese momento sonó el teléfono de Ana. Me lo enseño riéndose viendo en pantalla que quién llamaba era Raúl. Nos preguntaba que donde estábamos. Ana le dijo que no tenían hielos y habíamos tenido que ir a buscarlos a otra gasolinera pero que ya estábamos en camino. Que en cinco minutos llegaríamos. Raúl le dijo que nos esperaban en la piscina.