El morbo del topless (10)

Cuando tu novia hace topless se producen una serie de sensaciones que desatan tus más locas fantasías

Me desperté sudando con un dolor de cabeza insoportable. El sol entraba de lleno en la habitación. Miré el móvil y eran más de las 12. A mi cabeza vinieron instantáneamente todos los recuerdos de la noche anterior. ¡Joder! Le había enseñado las tetas de Ana a Raúl. Y ella le había prácticamente enseñado el coño. El corazón me dio un vuelco. Se nos había ido de las manos. Ana dormía a mi lado completamente desnuda. Joder tenía restos de corrida pegados por el culo y en su coño había restos de flujo.

Me levanté sin hacer ruido y me fui al baño. Abrí el grifo de la ducha y mientras dejaba que se calentase un poco el agua me miré en el espejo. El espejo frente al que hacia unas horas había follado a Ana pidiéndole que se follase a Raúl. Me fijé en el suelo y había una mancha ya seca. Joder era la corrida que se pegó Ana. Ahí estaban todavía las salpicaduras. Me metí a la ducha  y me intenté relajar pero a mi cabeza solo venían los acontecimientos de la noche anterior que se clavaban en mi cabeza como un cuchillo. Primero la polla de aquel chaval y Ana dejándose masturbar mientras le miraba. Luego enseñar las tetas a Raúl no solo por foto si no en directo. Una exhibición perfecta las contempló todo lo que quiso y Ana enseñándole el coño. Ella sabía perfectamente que ese bikini era totalmente transparente y aun así se lo enseñó. Mi mano se fue a mi polla al recordar todo eso y mi mente volvió otra vez al momento en que me confesó que se quería follar a Raúl. Joder, mi novia me había confesado que se quería follar al que iba a ser su jefe y yo pajeándome pensando en ello.

Ana abrió la puerta del baño. - David, necesito un ibuprofeno – dijo interrumpiendo mi paja – Esto está hecho un desastre cari y yo necesito también una ducha. Estoy asquerosa. – Cerré el grifo y cogí la toalla. Abrí las cortinas y allí estaba Ana completamente desnuda. No esperó casi a que saliese y ella se metió también a la ducha. Me eché a un lado mientras ella se metía debajo del chorro de agua. Observaba como el agua recorría su cuerpo ya totalmente moreno. Ella abrió los ojos y me vio observándola y me sonrió. – Joder, tenía que haber meado antes de entrar – me dijo y flexionando ligeramente las piernas comenzó a mear en la ducha. Yo me quedé embobado viendo ese torrente dorado salir de su coño. Mi polla se endureció. Hasta meando me ponía cachondo. Poco a poco el chorro fue perdiendo intensidad hasta que por fin se corto. Ana me miró y dijo – ¡Solucionado! – y ambos nos reímos. Terminé de secarme y me bajé a preparar unos cafés. Ana bajó al rato. La ofrecí un ibuprofeno y yo me tomé otro. Salimos a la terraza a tomarnos el café

-        Ana, ayer se nos fue de las manos – le dije seriamente

-        Venga Raúl no te comas la cabeza. Pasó lo que pasó y ya está. Lo que pasa en vacaciones se queda en vacaciones me dijiste ayer

-        Sí, si eso es verdad pero ya sabes que cuando estoy de resaca me entra un poco el bajón

-        No te preocupes cari – me dijo cariñosamente Ana – lo de follar con Raúl fue una cosa que dijimos en el momento porque estábamos calientes pero tampoco hemos hecho nada malo. El no lo sabrá nunca

-        Eso sí, pero las tetas y el coño sí que te lo vio

-        Jaja sí, eso sí… pero no le des más vueltas. Hay mil chicas así en la playa.

En ese momento vibró mi móvil que estaba encima de la mesa. Lo cogí y miré la pantalla. Había un whatsapp de Raúl

“Qué tal pareja? Mucha resaca?. Si hay resaca ya sabéis que es por el alcohol. Lo que yo os dí no deja nada de resaca”

Se lo enseñé a Ana. Que se rio y me dijo – Nos está escuchando – Era increíble la naturalidad con la que se lo tomaba Ana. A mí sin embargo ahora me daba vergüenza encontrarme con Raúl. No sabía ni que decirle. Al final le contesté que nos acabábamos de levantar pero que hoy no iríamos a la playa por lo que me dijo que en un rato nos veíamos en la piscina y que le dijese a Ana que se pusiese el bikini blanco

Le enseñe la conversación a Ana que se rió y me dijo que si le podía contestar ella. Le dije que sí que adelante. Empezó a escribirle y el la respondía. Yo la miraba. Estaba como una quinceañera tonteando con el móvil. Estuvieron así como 5 minutos. Finalmente Ana se levantó, dejo mi móvil encima de la mesa y dijo que iba a recoger todo un poco. Yo me quedé y revisé la conversación

- Hola soy Ana. Solo quería decirte que te olvides de lo del bikini.

- Hola preciosa es imposible olvidar eso (y caritas sonrientes)

- Pues lo tienes que olvidar Raúl. Por favor. No quiero que eso influya en el proyecto que tenemos. Te lo digo en serio

- Ana, tienes que diferenciar lo profesional. Yo no te beneficiaré ni perjudicaré por lo que pase aquí.

- Está bien pero aún así quiero que te olvides de lo de anoche.

- Lo siento pero eso es imposible. Mi mente no para de pensar en tus tetas. Así de claro

- Solo son tetas. Tu mujer las tiene más grandes.

- Sí, pero las tuyas son más bonitas

- Raúl por favor.

- Además vi mucho más que unas tetas.

- Joder, si es que ya me vale

- Y porque David no quiso por más que le insistí. Si no entro dentro

- Mejor que no quisiese

- Ah sí? Qué habría pasado?

- Nunca lo sabrás. Ya pasó la oportunidad

- No me vas a dar otra?

- Noooooo, jamás. Así que olvídate de todo. Además me voy a recoger un poco. Ya hablaremos.

- Te veo en la piscina?

Y ahí acababa la conversación. Básicamente Raúl le había dicho que si por el fuese la habría follado ayer. Ana no se había mostrado contraria. Simplemente le decía que pasó el momento. Estaba seguro que si ayer dejo pasar a Raúl se la habría follado. ¿Hice bien en no dejarle pasar? Pensaba en la imagen de Ana follando con Raúl y me ponía cachondo. Pero no estaba del todo seguro de que fuese buena idea. Sin embargo Ana parecía querer que sucediese. O solo eran sensaciones mías. Finalmente subí a ver que hacía Ana. El baño estaba recogido y limpio y Ana estaba con su bikini rojo en la habitación. Como siempre espectacular. – Venga, cámbiate y bajamos a la piscina – me dijo

Hice lo que me había mandado y bajamos a la piscina. Raúl y Nuria estaban ya allí. Al vernos bajar en seguida Raúl dijo

-        Ya era hora. Menuda fiestecita montasteis anoche en la piscina. No nos habéis dejado dormir. – dijo riéndose

-        Anda, déjalo ya que eres el peor de todos – le riñó Nuria.

Dejamos nuestras cosas en una de las hamacas y Ana se medio tumbó al sol. Por mi parte me puse a mirar el móvil.

-        Bueno hoy repetimos – dijo Raúl

-        No sé no estoy yo para muchas fiestas – le dije - Me duele la cabeza de ayer

-        No se admite un no por respuesta. Además, es la despedida de Nuria. Se tiene que ir mañana.

-        ¿En serio? – dijo Ana incorporándose en la hamaca - ¿Qué ha pasado?

-        Mi madre, se ha caído y se ha roto la cadera. El lunes la operan y tengo que estar con ella unos días para ayudarla. Si va todo bien volveré el siguiente fin de semana.

-        Oh, es una lástima. Nosotros ya no estaremos para cuando vuelvas

-        Ay qué pena. Con lo bien que lo estábamos pasando. Bueno de todas maneras como ahora te tendrá Raúl controlada podemos quedar cuando volvamos.

-        Si claro, eso está hecho.

-        Bueno entonces esta noche fiesta de despedida. He escrito a los demás. Parece ser que solamente vendrán Carlos y Eva. Los demás dicen que dos días seguidos es demasiado. Si os parece os invito yo a cenar a todos y así elijo yo el sitio. Os va a encantar –Dijo Raúl cogiendo su móvil y haciendo una llamada.

Ana y Nuria se pusieron a charlar de la madre de ella y de otras cosas que no me interesaban para nada. Por mi parte observaba a Raúl y la seguridad que mostraba con todo me fascinaba. No me extrañaba que conociese a tanta gente ni tantos sitios. Finalmente colgó y me dijo – Ya está. ¿Un bañito David?. – Le dije que sí y me fui con él al agua. Una vez dentro Raúl se fue hacia la zona más alejada de ellas. Estaba claro que en cuanto estuviese con él me iba a preguntar. Notaba ciertos nervios.

-        Bueno cuéntame. ¿Qué tal ayer? – me preguntó en seguida

-        Bien… bueno… oye estábamos borrachos y tal vez nos pasamos…

-        Pero que dices hombre, no hay problema de nada. Hoy lo intentamos otra vez

-        Raúl, no te enfades, pero no sé si es buena idea.

-        Venga ya tío si no pasa nada. A ver ¿tu quieres que pase algo o no?

-        Pues, sinceramente… no lo sé

-        A ver David, ayer me enseñaste una foto de las tetas de Ana. Luego le quitaste el bikini para que le viese las tetas y ahora me dices que no sabes…

-        Bueno… a ver... es que una cosa son los juegos y otra cosa es que te la folles

-        Conmigo podéis solo jugar o algo más. Tampoco pasa nada. Esto se trata de que estemos a gusto los tres.

En ese momento Ana y Nuria entraron en el agua. - ¿Qué estarás tramando? – le dijo Nuria a su marido. – Nada bueno seguro. – Se acercaron a nosotros y cambiamos de conversación. Raúl nos contó que nos iba a llevar a un sitio especial. Que nos iba a encantar. Ni siquiera Nuria lo conocía. Estuvimos charlando un buen rato hasta que llegó la hora de la comida y nos despedimos hasta la tarde. Cada uno nos fuimos a nuestra casa.

Ana preparó unos macarrones mientras nos tomábamos una cerveza. Estuvimos hablando sobre todo de los proyectos que tenia de cara a la vuelta de vacaciones. Estaba emocionadísima con el cambio de trabajo. ¿Sería buena idea que se fuese a trabajar con Raúl?. No estaba seguro pero preferí no decir nada. Terminamos finalmente de comer y Ana dijo que se iba a echar un rato. Le dije que me iba con ella y me avisó que no quería hacer nada. LE dije que sí con la boca pequeña porque la verdad es que a mí me apetecía hacer de todo.

Ana se tumbo en la cama solo con las braguitas y yo en calzoncillos a su lado. En seguida empecé a sobarla

-        Cari, no, que quiero descansar – me decía

-        Solo un poquito – le insistía yo metiendo la mano por dentro de su braguita y alcanzando su coñito.

-        Es que no tienes fin – aceptó ella dejándose hacer

Empecé a masturbarla como a ella le gustaba que se lo hiciese. En seguida cerró los ojos para concentrarse en correrse. Yo la miraba empalmado como disfrutaba. Me concentraba en que ella disfrutase. Su coñito ya mostraba las primeras muestras de agradecimiento. Seguí con mi rutina de mojar mis dedos en sus fluidos y volver a trabajar su clítoris. Ana lo disfrutaba. Cada vez estaba más cachonda. Ana abrió los ojos y me vio mirándola. No dijo nada solo llevo su mano a mi polla erecta y me empezó a pajear. Nos masturbábamos el uno al otro. Bastante excitados.  A mi mente volvieron las escenas de la noche anterior. No podía quitármelas de la cabeza. Me excitaba muchísimo. La imagen de Ana de pie en las escaleras de la piscina mostrándole absolutamente todo a Raúl. En ese momento la pregunté - Ana, se sincera, ¿te quieres follar a Raúl? - Ana paró la paja y cogió mi mano y la sacó de su tanga. Me miró a los ojos y me dijo

-        A ver David, yo no me quiero follar a nadie. Simplemente estamos jugando un poco. Creía que eso era lo que tú querías.

-        No, tranquila, si no estoy enfadado, solo quería saber qué piensas tú. De verdad que no me enfado

-        Ya te he dicho que no me lo quiero follar y que eso no va a pasar.

-        Bueno, no hace falta que te lo folles.

-        ¿Qué dices David? ¿qué estás insinuando? No entiendo que quieres decir

-        Bueno que a ver que no hace falta que te lo folles. Se pueden hacer otras cosas.

-        ¿Pero estas loco David?. ¿Me estás diciendo que se la chupe o algo así?

-        No, no, para nada. Es solo que a lo mejor podías calentarle un poco.

-        ¿En serio?, ¿me estás pidiendo que le caliente?

-        Si…. bueno… a ver un poco como pasó con el tío de la discoteca… algo así

-        Estás fatal tío

-        ¿Lo harás?

-        Que nooooo, ¿cómo voy a hacer eso?. ¿En serio te pone eso?

Ante su pregunta no pude más que mostrarle la polla. La tenía durísima. Se la enseñé en todo su esplendor.

-        David, no te conozco. Con lo celoso que eras al principio…

-        Después de tanto tiempo viendo como se fijan en ti por la calle uno se acostumbra.

-        ¿Qué se fijan en mi? Estás mal de la cabeza. Anda, duérmete y déjame que me duerma yo – me dijo dándose la vuelta en la cama y dando por finalizada la conversación

Me quedé como un tonto con la polla tiesa en la mano mirándola. Entonces la dije

-        ¿Pero lo harás?

-         No lo sé David. Déjame dormir – y cerró la posibilidad de seguir preguntando.