El morbo de la oscuridad
Sono el móvil, un mensaje, lo leyó sin prisas, era de su amante, "Cuando llegues a casa, simplemente desnudate en el hall, apaga la luz y ven a la sala... y no esperes oir ni una palabra por mi parte, sólo déjate hacer". Un escalofrío recorrió su cuerpo, se prometía una noche interesante, esperaba..
Sono el móvil, un mensaje, lo leyó sin prisas, era de su amante, "Cuando llegues a casa, simplemente desnudate en el hall, apaga la luz y ven a la sala... y no esperes oir ni una palabra por mi parte, sólo déjate hacer". Un escalofrío recorrió su cuerpo, se prometía una noche interesante, esperaba un ambiente con música de fondo y velas, un masaje sensual... en cualquier caso unas horas de juego erótico.
Cogió el teléfono y le llamó, no cogía, tenía preguntas sobre la llegada a casa y lo que iba a pasar, pero él, maliciosamente, decidió que no quería contestar, así que mejor no escuchar las preguntas.
Por fin acabó la jornada laboral, perfecto, pensó ella, llegaba el momento. Pasó por la ducha, se puso la ropa de calle y bajó al parking, allí cogio el coche, no sin antes intentar otra llamada telefónica. Por su cabeza pasó un "¡¡¡Será cabrón!!! bueno, igual mejor así, más morbo". Su cabeza daba vueltas sobre lo que podría pasar, no tenía claro lo que prefería, pero le gustaban las sorpresas. Casi sin darse cuenta llegó al garaje, aparcó nerviosamente y subió las escaleras, trato de no hacer ruido al abrir la puerta.
Una nota en la pared rezaba el mismo mensaje que en el móvil, pero mucho más tajante:
-Desnudate y deja la ropa en el hall
-Apaga la luz
-Ven al centro de la sala
-Déjate hacer
-... disfruta
El disfruta la tranquilizó bastante, pero hizo que su entrepierna se humedeciera sin que pudiera controlarlo, comenzó a quitarse ropa, rápida y desordenadamente, de repente pensó "¿y si me está mirando de alguna manera?" Había sido poco sexy, con lo que le gustaba a ella hacerle un streptease provocador. Bajo el ritmo y se quitó léntamente el sujetador, sus pechos quedaron al aire, con los pezones realmente duros por el morbo de la situación, se bajó lentamente el tanga y lo tiró al suelo como si él estuviera mirando. Abrió levemente las piernas y se pasó el dedo por el clítoris, estaba claramente esperando emociones.
Se asomó al pasillo, y trató de vislumbrar la sala, oscuridad total, apagó la luz del hall y se sorprendió con no distinguir nada, todas las luces estaban apagadas, el cuadro de fotos, el led de la televisión... hasta las persianas estaban bajadas del todo y sin dejar entrar ni una gota de luz. A tientas, y desnuda, una situación morbosa donde las haya, se encaminó a la sala, llegó a lo que ella pensaba que era el centro y se quedó de pie. ¡¡¡Ya he llegado!!! es lo único que se le ocurrió decir. Unos segundos de silencio eternos, "¿Qué tengo que hacer?" otros segundos de silencio, estaba pensando en cuál sería su siguiente movimiento cuando unos brazos la agarraron por la espalda.
Era él, sin duda, lo reconocería en cualquier circunstancia, también estaba desnudo y trató de abrazarlo, pero él no se dejó. "Quieta" sóno bajito en su oreja, y obedeció. Notó como él se alejaba, pero sólo fue un momento, se acercó de nuevo y le puso un antifaz. "Si ya estamos a oscuras", no tuvo respuesta. Poco después él le cogió las manos y se las puso en su pecho, ella comenzó a acariciarlo cuando notó algo suave, como con pelo que rozaba sus muñecas y escucho dos clicks... ¡¡¡Unas esposas!!! Se quedó parada, momento en el que él se alejó otra vez. Otro click dejó claro que la luz estaba encendida, ella en el centro del salón totalmente desnuda, esposada y ciega por el antifaz... morbo en estado puro.
¡¡¡Serás cabrito!!!, pero no tuvo respuesta, lo único que notó fue como él la emujaba hasta el sofá y la sentaba suavemente, notó como abría sus piernas y como le colocaba los brazos de manera que no taparan sus pezones, otro impas, ¿qué estaría haciendo? El frio de un hielo recorriendo sus pechos se lo aclaró, ese mismo hielo que se entretuvo jugando en sus pezones y que dejó caer unas gotas de agua desde el canalillo hasta su hombligo. ¡¡¡Menos mal que ha calentado la habitación!!! pensó. Notó como él cogía otro hielo, esta vez lo pasó por sus labios justa antes de besarla con pasión, todavía la besaba cuando puso el hielo sobre su clítoris, el primer reflejo fue cerrar las piernas, pero se dio cuenta que no era lo mejor ya que se estaba provocando más y más frio.
Dejó de besarla, pero el hielo seguía ahí, su lengua jugaba con los pezones endureciso por el frío y el hielo parece que se había acabado. Mal momento, porque dos de sus dejos entraron en su vagina, fríos muy fríos, provocándole gemidos de placer. Siguió con sus dedos masturbándola mientras su lengua bajó a lamerle el clitoris, ella hacía esfuerzos por abrir más y más las piernas y disfrutar del momento, gozaba y aguantó lo que pudo hasta que finalmente el placer la obligó a cerrar las piernas. El se apartó y la dejó descansar, larga se le hizo la espera en la oscuridad.
De repente la levantó y la tumbó totalmente en el sofá. "¿Hay más?, fóllame, me muero de ganas de que me la metas", no tuvo respuesta. Notó como él la acariciaba todo el cuerpo suavemente y se relajó, de hecho subío una pierna encima del respaldo del sofá y bajó la otra al suelo mientra meneaba suavemente las caderas, provocación absoluta, de hecho se masturbó suavemente: "¿Te gusta?". Otro click, el último había sido la luz al encenderse, al parecer la cámara de fotos estaba cerca y él jugaba con ella. No se cortó, siguió masturbándose. Él no hacía ningún ruido, ella se provocó un orgasmo sabiendo que su amado estaba disfrutando del espectáculo mientras disparaba imagen tras imagen.Se estremeció y encogio brevemente en el sofá.
Él tenía otros planes, volvió a abrir las piernas de ella que suavemente se dejó hacer, y volvió a alejarse. En unos segundos una especie de plumero comenzó a rozar la piel de la rehen, primero por el cuello, luego los pechos, luego la cadera, las piernas, la entrepierna... nerviosismo continuo, piel de gallina, calor, mucho calor. Volvió a lamerle la entrepierna suavemente mientras constinuaba jugando con el plumero, otra vez trató de aguantar el placer, la lengua jugaba con su entrepierna, una mano agil la ponía nerviosa recorriendo sus pechos con el plumero y otra sobaba uno de sus pechos fírmemente. Como la otra vez acabó cediendo y cerrando las piernas cuando tuvo el máximo placer que podía soportar.
Otra vez él separó sus piernas, esta vez, por fin, metió su pene donde ella lo deseaba, estaba realmente excitado, se notaba, la morbosa situación le había dejado preparado para follarsela. La besó mientras la penetraba muy profundamente y movía sus caderas, ella había perdido la noción del tiempo y en parte la noción de su cuerpo, sólo sentí escalofríos y frustración, con las manos atadas no poder tocar a su amado... frustración por no poder devolver parte de ese placer. Él frenó su impetu, ¡¡¡Hay más!!! pensó ella.
Volvió a sentarla, notó como se subía al sofá y ponía su pene en su boca, chupó con pasión, no tenía mucha libertad de movimiento, pero le hizo una gran mamada, el gimió ¡¡¡un sonido!!! por fin, pasó por su cabeza, pero no paró de jugar con su lengua en la punta de su pene. El sacó su miembro y le dejó lamer sus testículos. Finalmente bajó del sofá y la levantó.
Notó como le soltaba una de las esposas, pero no era el final, simplemente se las puso a la espalda, la llevó hacia la zona del comedor y la sentó en una silla, el culo en la parte delantera del asiento, piernas abiertas y las manos detrás del respaldo. "¿Qué viene ahora? Me estás volviendo loca" Otra vez sin respuesta, pero el sonido del vibrador le dejó claro que era lo siguiente, él la masturbó otra vez con el jueguete, emtiéndolo y sacándolo de su vajina mientras el delfín vibrador hacía su trabajo sobre el excitado clítoris. Aceleración del vibrador, giro del juguete, otra vez al límite de la pasión. Volvió a juntar las piernas, quería más, pero no podía aguantar.
Él la levantó de la silla, soltó una de las esposas, la tumbó en el suelo y ató la otra esposa a la pata de la mesa, se quedó quieta, sin saber qué hacer, hasta que notó como él se tumbaba sobre ella y jugaba con la punta de su pene entre sus piernas.... ¡¡¡Métemela!!!, definitivamente estaba desbocada y pidiendo más madera, él lo hizo, pero esta vez tenía puesto un anillo vibrador, ella sonrió ¿Cómo adivinas lo que quiero?, sin respuesta como el resto de la tarde, vibrador encendido, pene profundamente en su interior, gemía como nunca, gozaba mientras él aceleraba su ritmo, unos minutos y un chorro de semen la llenó por dentro. Ahi se quedó él, dejando al vibrador seguir su trabajo, finalmente sacó su pene y apagó el vibrador mientras ella se agitaba aún excitada en el suelo.
La besó suavemente los pechos y luego los labios, soltó las esposas, le quitó el antifaz y le dijo con una sonrisa "¿Te ha gustado la oscuridad morena mía?"