El morbo de la flaca
Dos matrimonios amigos comparten una casa de vacaciones en la costa...y la flaca necesita macho para satisfacer su lujuria.
El morbo de la flaca.
La mira, la camiseta larga que le llega a medio muslo se transparenta y puede ver sus tetas y los pezones que quieren romper la tela. Esa visión hace que se le ponga dura la polla. Es delgada, no muy alta, con patas finas de piel dorada, culo respingón, pelo castaño con mechas rubias que no acaba de llegar a media espalda. Es atractiva, de rostro alargado, boca fina pero con labios bien dibujados. Su mujer, Susana, que es de pechuga grande casi 100 , dice que Gina tiene tetitas, menospreciando los casi 85 que debe ser su talla de corpiño, pero a él le vuelven loco, sus senos tan tiesos, con esos pezones tan grandes, tan duros, tan erectos. Tiene morbo, lo sabe y juega a tenerlo. Y lleva tres días poniéndole caliente. No sabe cómo, pero la ha visto desnuda varias veces, en la ducha, al vestirse o desnudarse cuando van o vuelven de la playa y ha hecho que se le ponga como una piedra. La ha oído gemir de placer cuando Pablo, su marido, su amigo, la coge en la noche en la habitación cercana. Gina le excita y le tiene con la pija dura, mientras enciende el fuego para el asado, devorándola con la mirada al tiempo que ella prepara la ensalada.
La conoce desde niña, la hermana pequeña de un compañero de secundaria, una flaquita que les molestaba. Se puso de novia y se casó con Pablo, otro compañero del grupo del colegio. La vio pasar a mujer, a casarse, a tener un hijo, mientras él hacía lo mismo. Han salido los matrimonios, son parejas amigas, sus hijos van al mismo colegio, al que fueron ellos en el barrio. Por eso le ha parecido bien cuando Pablo le ha propuso alquilar aquella casa en la costa durante quince días, era grande para una pareja, ideal para dos. Lo que no imaginaba es que el convivir con Gina le iba a tener en excitado a todas horas. Rezumaba morbo, sexo.
- Yo ya he acabado, meto la ensalada en la heladera para que siga tersa. Preparo unos campari con naranja y voy a ayudarte.
Pedro sigue haciendo las brasas y preparando lo que va a poner en la parrilla, para los pequeños y los mayores. Tiene las manos sucias. Gina llega con los vasos, le da uno, nota la frialdad de los hielos en la bebida.
- ¡ Chin...chin!- dice la mujer cuando brindan.
Beben el primer trago, están muy cerca, él cree que huele como una hembra en celo, no puede evitarlo, la verga se le pone más dura y más alta. Empieza a colocar las piezas en la parrilla, así estarán casi hechas cuando lleguen los niños y no habrá que esperar. Gina sigue a su lado, le deja trabajar. Le roza un par de veces. Siente su calor. Ella le mira de arriba a abajo. No sabe como ocultar su enorme erección.
La mujer con una sonrisa le dice:
- Pedro, no puedes seguir así. Menudo bochorno cuando lleguen los niños, mi marido y tu mujer. Deja que lo arregle.
Se pone a su lado y con las dos manos y de un tirón le baja el traje de baño. La polla queda libre, dura y en alto.
- Pedro, Pedro...¡ como sos! ….Aaahy. Lo que tenemos que hacer las chicas.
No le da tiempo a reaccionar, se ha escupido en la mano derecha y le agarra la pija, empezando a masturbarle rápidamente. Lo hace con frialdad, como si la cosa no fuera con ella. A él le vuelve loco el deslizar suave y húmedo del puño que le pajea.
- ¡ Gina!...¡ Gina!..¡ Que me corro!
La mujer agarra una servilleta de papel y la coloca en el cipote del hombre justo antes que el semen salte Se corre con suspiros de relajo. Cuando él ha acabado, ella tira el papel empapado al cubo de basura cercano. Se mira los dedos y nota que ha quedado leche en ellos. Se los chupa golosa.
No pongas esa cara, lo llevas deseando desde que llegamos a esta casa y de eso han pasado cuatro días. Una se da cuenta. Y no quiero que hagas ninguna tontería. Así es mejor. Yo también me he calentado, apagaré el fuego con mi marido cuando coja a la noche... pensando en ti... como ahora pienso ( canturrea esa ultimas frases) . Pero lo disimulo.
Pero hueles a hembra en celo y se te ponen los pezones duros – comenta Pedro acariciando sus nalgas bajo la blusa, tras haberlas lavado con el grifo junto a la parrilla.
Para eso hay que tener muy buen olfato, de perro vicioso, como veo tenés vos..y ¡deja de tocar! que se te va a volver en alto la pija y deben estar al llegar.
Y apenas dice eso se oyen las voces de los niños que bajan del coche. Están los seis al completo. Los niños cuentan emocionados como han estado montando en los juegos. Gina se pega a su marido y le besa en la boca, empujando el pubis contra su vientre, se restriega, nota que la polla no está muerta, está medio gorda. Y piensa que se ha calentado con la gorda de Susana y sus pedazo de tetas y culo. Pero... no ha hecho nada para eso les ha mandado con los niños mientras ella se ha quedado sola con Pedro para jugar con él y ponerse cachonda. Cuando se acuesten se meterá una cogida salvaje con su marido, mientras queda asear niños , ayudar en preparar cena, hacer que todo vaya tranquilo y comer el asado que tanto gusta a los hombres.
La cena en el porche transcurre tranquila, cuando acaban , mientras la infancia juega en el parque, los mayores se preparan unos camparis con naranja, beben y fuman relajados. Gina luce las piernas morenas hasta casi el final de los muslos, como sin darse cuenta ha logrado que la camiseta se haya mojado y se pegue a las tetas, de modo que los pezones erectos se marquen bajo la fina tela. Susana lo nota y decide competir, va en shorts y una blusa de manga corta, hace como si estuviera acalorada y abre algunos botones mostrando hasta el canalillo de los pechos hermosos, avasalladores, grandes. Los hombres las miran con aire furtivo, de machos que desean la hembra ajena, excitándose y disimulando mientras preparan el día siguiente.
El día de playa, la tarde en el parque de juegos, el jardín tras la cena hacen que los dos niños pidan ir a la cama. Las dos mujeres les hacen lavarse las manos y los dientes y les llevan a dormir. Ya son grandes, siete años, pero, mimosos, les gusta que sus madres les den el beso de buenas noches. Salen las dos del dormitorio de los niños, sonrientes, con el deber cumplido.
Gina agarra del brazo a su amiga, la hace girarse, le da un pico ligero y le dice cariñosa:
- Susi, la verdad que lo estamos pasando muy bien. Y vos sos una reina, siempre de buen humor, y con un lomo bárbaro.
Susana devuelve el beso a su amiga.
- Vos también sos un cielo. Ha sido una idea estupenda venir juntos a la costa.
Los dos hombres han vuelto a preparar bebidas y miran con lascivia a las dos mujeres que llegan del brazo al porche.
- Es tarde, mañana nos van despertar temprano las fieras, así que acabamos esta copa y nos vamos a la cama que tenemos cositas que hacer- propone con malicia Gina, tomando el vaso que le ofrece su marido.
Han puesto música baja, no se puede hacer ruido en la noche de Costa, Susana baila sola, se mueve sensual, Gina se levanta y la acompaña, las dos mujeres se exhiben ante los hombres, incitantes, con lujuria contenida, buscando calentarles antes de acostarse. Suena “ Despacito” dan unos pasos abrazadas, es Gina la que lo busca, sabe que ese punto de lesbianismo excita aun más a los machos. Cuando acaba, da un pico a su amiga y sin soltarla, suelta con voz ronca:
- Chicos es hora de irnos a la cama, que las chicas no somos de piedra y las niñas necesitan a sus papacitos.
Y de un trago acaba su copa y con un contoneo marcado marcha hacia el interior, camino del dormitorio. Sabe que los hombres se han ha puesto cachondos, como están ellas.
Se desnuda rápido, no lleva mucha ropa, cuando entra su marido, le recibe desnuda, moviéndose insinuante con el velador encendido. Sabe que la penumbra hace su danza mas sexual y levanta más la lujuria del macho.
- Rápido...No puedo esperar...tengo necesidad de que me claves la pija – le susurra.
Pablo se desnuda, casi se cae al bajarse de un tirón pantalones y calzonzillos, tener que resolver el problema de la polla dura y en alto y sacar los pies de las perneras. La remera va rápido y va hacia Gina que le espera junto a la cama tocándose la concha, le separa los muslos y apoya la punta de la pija en el coño jugoso de la mujer y empuja hasta meter dentro toda la verga. Empieza un mete y saca profundo, rápido, salvaje, está muy excitado y necesita soltar la carga de su semen.
Gina chilla lo suficiente para que la oigan sus compañeros de casa:
- ¡ Ay... me matas! ¡ Qué ganas tengo de que me cojas así!
Pedro que tiene a Susana a cuatro patas y le está tomando como un toro a una vaca, se da cuenta que los gritos de la flaca van destinados a él, y acelera y clava más hondo su espada en la vagina de su esposa, deseando hacérselo a la hembra que coge en la habitación cercana. Da azotes a las nalgas rotundas de la mujer pensando, las nalgadas que sabe que dará, antes o después, a la esposa de su amigo.
Gina siente como su marido suelta su leche, saca el arma de la funda y se tumba a su lado. Pablo enciende un cigarrillo, le ofrece otro a la mujer que sonríe pensando en el hombre de la habitación de al lado. No ha acabado, luego se hará unos dedos para dormir relajada.
Pedro nota como se viene su mujer, entonces agarra las caderas y ametralla la vagina hasta que se corre. Entonces se retira y los dos se acuestan en el lecho. Es Susana la que le ofrece un pucho, lo encienden. Se quedan disfrutando del relajo post- orgasmo.
¡ Gina! ¿ Podés venir conmigo al super? Yo solo me puedo liar y mientras , los niños van a la playa con Susi y Pablo.
¡Qué voy a hacer! Tienes razón , para vos solo es mucho.
Y hay cosas que es mejor que vaya una chica- añade Susana con una gran sonrisa- Que los hombre compran cosas que se salen de la lista y no sabes bien para que lo compran.
Gina sabía que Pedro iba a hacer algo para poder estar solos y cogerla. Lo sabe desde esa mañana en que como siempre al darse una ducha rápida antes de que empiece el día con desayunos y niños, Pedro apareció en le baño, se sacó la verga enorme y orinó en el inodoro. Ella aprovechó la caída del agua sobre su piel para tocarse morbosa los senos hasta que los pezones estuvieron duros como la tranca de Pedro que se masturbaba mirándola. Su mano derecha buscó su concha y se la acarició mientras le regalaba una sonrisa de hembra entregada. Era una situación cargada de morbo. Los dos deseándose. La polla del macho dispuesta a poseer a la hembra que notaba como su sexo parecía gritar las ansias de pija. Gina le hizo signos para que saliera, no quería que nadie les sorprendiera. Él obedeció aunque la lujuria brillaba en sus ojos. Siguió apenas unos segundos duchándose. Se secó, se puso un hilo dental y una camiseta de Boca de su marido , una toalla secando el pelo , unas chanclas y fue a la cocina.
Aparecieron los dos niños a desayunar entre charlas y risas mientras ella toma el primer mate del día. Llegaron Susana, Pablo y Pedro, todos le dieron las gracias por haberse hecho cargo de la infancia y preparar el café con leche y tostadas.
Es ella la única a medio vestir, Susana ya lleva un short y una camisa, entre abierta que deja ver el canalillo de sus pechos y parte del bikini, los hombres remeras y pantalones cortos.
- Acabo de desayunar y me voy a vestir para ir al super antes de que se llene de gente. Pero dejarme acabar el desayuno.
Se recrea tomando el café con leche y las tostadas, no tiene prisa. Quiere hacerse esperar.
En el dormitorio se desnuda, queda con solo la tanga y se peina el pelo todavía un poco húmedo, le gusta lo que ve. Delgada , con tetas tiesas y pezones sonrosados y duros. Se estira y elige unas calzas con rayas blancas y negras que cuando se las pone se ciñen a su culo y sus piernas como una segunda piel, luego el top de un bikini brasileño, que compró en Río cuando fue con su marido y que apenas tapa los pezones. Una camiseta de baloncesto del equipo de Gianobili y unas sandalias y está dispuesta a ir al supermercado y a seducir a Pedro.
- Pablo , vosotros usad el coche de Pedro. Yo conduzco nuestro auto . Y vos, agarra el chango y un par de bolsas.- Gina dice sin parar camino de la puerta. No quiere que vean como va de provocativa.
Espera a Pedro sentada en el coche. Apenas entra arranca y salen camino del mercado. Pedro se da cuenta por qué ha elegido el coche Gina, tiene los cristales tintados.
Sabes que te voy coger.
Sí, a la vuelta, cuando se hayan ido todos a la playa.
Pero me tienes muy caliente.
Espera un momento.
Gina entre en uno de los desvíos del camino asfaltado, para y con el motor encendido y se gira para besar al hombre. Se unen las bocas y las lenguas juegan una con la otra. Las manos de Pedro buscan las tetas de la mujer, las soba, nota como crecen los pezones bajo el pequeño triángulo. Ella se deja hacer. De pronto le separa.
- Aquí nos puede ver cualquiera. Vamos a un sitio más tranquilo.
Y arranca volviendo al camino que sale a la ruta. Son 10 km la distancia al supermercado. Pedro sigue caliente contemplando el pecho de la mujer por el lado abierto de la camiseta. No es una tetaza como las de su mujer, es una tetita deliciosa, para chupar y tocar. Sonríe pensando que va a poder hacer el un rato.
Gina se desvía en un camino de tierra que acaba en una tranquera a 200 metros de la ruta y para el coche. Se suelta el cinturón y le vuelva sobre Pedro para besarle la boca. Cuando acaba los dos jadean.
- Déjame hacer- ruega Gina mientras va abriendo la bragueta del hombre que ataca ansioso sus tetas amasándolas.
El pantalón abierto, la verga dura al aire en las manos de la mujer que se agacha para poder lamer el glande, saboreando como si fuera un helado. Deja caer un poco de saliva, que resbala por la pija hasta el puño que la sujeta prisionera. Luego son los labios almohadillados que recorren el tronco hasta que está todo en su boca. Y empieza. Chupa, lame, besa el cipote, su aro, el principio de la polla, incansable en darle placer al macho que está sentado a su lado.
Pedro se deja hacer, no creía que su amiga de la infancia podría hacer mamadas tan ricas. Sonríe y gruñe.
-¡ Así !...nena... ¡ Así!...sigue...sigue...¡ Así!.
Gina se aplica a darle gusto. Sabe que no va a durar mucho. Por eso cuando el ASÍ se hace un poco más rápido y fuerte, mueve los dedos que sujetan la base, aprieta bien con los labios el ciruelo, lame con la punta de la lengua y recibe la descarga de semen que traga sin dejar gota.
- ¿ Te ha gustado?. Ahora vamos al súper ...semental.- le dice con una sonrisa mientras juega con la lengua en los labios como si se relamiera de la leche del macho.
Y arranca, vuelve a la ruta y conduce hasta el centro comercial. Aparca y bajan. Pedro la mira andar contoneándose, con el culo y las piernas , que el ceñido de la calza que lleva, hace parecer desnuda y a rayas blancas y negras, la camiseta que permite ver las tetas apenas cubiertas, arrastrando el chango, muy seria. Está admirado de la tranquilidad de la mujer después de lo que llevan haciendo desde el día anterior. Nunca pensó que iba a entrar en una vorágine de sexo como la que estaba viviendo con la esposa de un amigo y que encima conocía desde niña.
Al entrar en la tienda van hacia los carritos, Gina le besa ligera en los labios y le dice mimosa:
- Vos bebidas, yo comida . Así acabamos antes y podemos volver a casa y estar solos y cómodos.
Pedro va cargando las cervezas, cocas, jugos, dos botellas de campari, se la ha llenado el carro cuando busca a Gina. La encuentra junto a los congelados.
La besa en le cuello mimoso, ella se vuelve y le ofrece los labios, que se encuentran apenas unos segundos. Mira el carro, ya está lleno con fruta, pan lactal, pastas, leche, queda solo los congelados.
- Mientras yo agarro lo de acá busca la mayonesa , la savora y el puré de tomate y nos vemos en la cola.
Le vuelve a besar al despedirse. Pedro sigue asombrado la manera de ser de la esposa de su amigo, hace tan natural lo que no es normal, que le excita y le divierte. Está en la fila de una de las cajas, se pega a él cuando llega a su lado.
- Estoy deseando llegar a casa.- le susurra mimosa mientras le besa la mejilla.
Pedro paga guardando la factura para luego repartir los gastos con Pablo y empujan los dos carros hasta el coche. Gina mete la fruta y congelados en el chango, Pedro coloca el resto en cajas de cartón en el baúl del auto. Cuando lo cierra tiene a Gina ante él, parada , esperando su abrazo. Y se abrazan, y se unen en un beso largo, hambriento, en que las manos del hombre recorren las prietas nalgas femeninas y la pega contra su verga que vuelve a estar dura.
Ahora conduzco yo- le sale al hombre , como queriendo indicar que el que manda es él.
Sí, cariño- y la da las llaves del auto. Al hacerlo, Pedro nota que la mujer se ha quitado el top del bikini y que las tetas se ven los amplias aberturas de los sobacos de la camiseta. Tiene los pezones duros, y a él se le pone aun más dura la polla al darse cuenta que le está encelando, excitando para poder coger como locos.
El viaje de regreso es rápido. Al llegar a la casa ven que ya han salido sus parejas y sus hijos. Paran y descargan la compra. Ponen corriendo los congelados en la heladera, el resto de la compra queda en el suelo de al cocina.
Y Pedro agarra a Gina por la muñeca y la lleva al salón donde hay un sofá cama, es ahí donde ha pensado cogerla.
- Desnúdate- le dice. Es ahora él el que quiere llevar la iniciativa.
La mujer parada ante él, se baja las calzas, es como una segunda piel que va dejando ver su piernas doradas, casi de adolescente. Solo está cubierto parte del monte de Venus, cuando se saca la remera y comienza a ondular ante sus ojos. Pedro se baja el pantalón y el calzoncillo, tiene la polla dura. Su amiga le tiene cachondo, sabe excitarle con sus posturas, su forma de moverse, su cabello que cubre y descubre los senos. Sin que lo ordene se baja la tanga. Y delante de él, respira profunda para que vea como suben y bajan sus tetitas con los pezones duros , sonrosados.
Se tumba en el sofá, las piernas fuera, separadas, esperándole. Se arrodilla entre los muslos femeninos y agarra la verga con la mano y la lleva hasta la concha semiabierta por la postura. Apoya el cipote y empuja despacio, disfrutando de como entra en la vagina mojada de la mujer que envuelve su pija como un guante . Es entonces cuando oye el primer gemido de hembra ansiosa.
-' AAAHHH !...¡ Que lindo. Cógeme … hazme tuya.
Empieza el salvaje mete y saca de la follada. No puede dejar de mirar el rostro de Gina que es una imagen del placer, del la mujer entregada al goce del sexo, que sabe valorar al macho que la toma.
- ¡Sigue...sigue...ASÍ...ASÍ...Me voy a venir!
Pedro no pensaba que Gina fuera a llegar tan pronto, acelera las embestidas mientras la mujer gime y suplica. Nota como se queda quieta, y le agarra los brazos, casi le hace daño de la fuerza con que le aprieta.
-¡ AAAAAAAHHHH....AY...AY!- grita , con los ojos cerrados, mientras cae en la cascada del orgasmo.
El hombre no ha acabado , tiene la polla dura dentro de la vagina palpitante. Se queda así, haciendo que la hembra sienta el poder del macho. Con sus palmas amasa las tetas de Gina .Sus dedos pellizcan los pezones enhiestos. La mujer vuelve a gemir incitadora. Pedro siente junto a su verga empotrada el tanteo de unas uñas.
- Me hago una pajita y vos me siguen cogiendo...¡ por favor!
A Pedro no le ha ocurrido que una mujer se masturba mientras él la coge. Y el hecho nuevo le vuelve loco y vuelve al movimiento de la follada, al principio despacio, queriendo notar los dedos cuando llega al fondo de Gina, pero a medida que se va excitando más, la acomete como un émbolo a toda máquina.
Nena... voy a correrme. Acaba con la paja.
Sí...mi rey yo también estoy acabando...dame duro.
El hombre no se controla y sigue cogiéndola fuerte. Le animan las voces femeninas gimiendo de placer.
- ¡Aaaah!...¡ así!...¡dame fuerte!...¡uuuuhhhh!...¡YAAAAAAH!
El último gemido es el final del salvaje orgasmo de Gina. Pedro ha largado su semen. Quedan abrazados. Es ella quien le besa en la boca devorándole.
¡Que lindo!...¡ que ganas tenía de vos!
Nunca lo pensé.
Porque sos un inocente. Anda vamos a higienizarnos que nos esperan en la playa.
Y se mueve hasta que sale la polla de su vagina, agarra una servilleta de papel y se tapa la concha para que nos salga la leche hasta llegar al bidé. Allí se lava al tiempo que Pedro hace lo mismo en el lavabo con su pija todavía gorda aunque morcillona.
Se visten y vuelven a la cocina, ordenan el resto de la compra y se besan satisfechos.
- Vamos – dice Gina tomándole de la mano.
Son unos pocos minutos lo que tardan en llegar a la playa, aparcar e ir a la carpa donde están Susana y Pablo con los niños. Besan a sus parejas con un pico cariñoso, se quitan la ropa hasta quedar en malla.
- ¿Un chapuzón? – propone Gina- nosotros venimos de trabajar , no como otros ...descansando al sol.
Y sale trotando para el mar. Pablo la mira y piensa en que es una chiquilla inocente.