El monstruo

alberto el peor violador de los últimos años esta de de caza de nuevo ¿Quién será su próxima víctima?

Alberto siempre fue un hombre atractivo. Medía 1,90 metros, pelo rubio, ojos verdes, musculoso y con un gran éxito en su vida profesional y sentimental.

Era vicepresidente de una compañía muy importante de móviles, tenía una mujer hermosa, que lo adoraba y dos hijos pequeños pero él tenía una doble vida que nadie conocía.

Durante cinco años había violado a muchas mujeres casi todas las noches de una manera tan horripilante que lo conocían como el peor violador de todos los tiempos y jamás lo habían encontrado.

Tras varios años de haber atacado a su última víctima comenzó de nuevo la caza.

Una noche tras acabar con su trabajo llamó a su mujer:

  • Hola cariño, ¿cómo estás?
  • Bien. ¿Y tú? – le dijo su mujer. – debes estar cansado, es muy tarde.
  • Un poco, pero debo salir con unos compañeros de trabajo…..Ya sabes, cosas de trabajo – volvió a decir Alberto, mintiendo, ya que era mentira. – Llegaré un poco tarde.
  • No te preocupes. – le volvió a decir su mujer. – Pero no llegues muy tarde.
  • Intentaré llegar lo antes posible. – le dijo Alberto. – Te quiero.
  • Yo también te quiero.

Alberto cogió su chaqueta y se dirigió al baño para cambiarse de ropa y luego cogió su coche y se dirige a una de las más importantes de la ciudad.

Después de observar a varias mujeres, se dirigió a una chica joven de no más de veinte años, morena, delgada, con unos pechos gigantescos, una cintura de avispa y un culo respingón y algo grande.

Estaba bastante borracha por lo que Alberto pensó que no sería difícil de camelar y violar.

Comenzó a hablar con ella alagándola:

  • Hola, he estado mirándote un rato. He visto que bailas muy bien.
  • Gracias. – le contestó al muchacha que apenas podía estar de pie.
  • Es la verdad. – le contestó Alberto. - ¿Cómo te llamas preciosidad?
  • Natalia. – le dijo la chica.
  • Eres muy hermosa. – le volvió a decir Alberto.
  • ¿Eso crees? – le preguntó la chica acercándose al que sería su verdugo aquella noche rozando una de sus manos el paquete de Alberto.
  • Mucho. – dijo Alberto. - ¿Qué te parece tomar una coma? Te invito yo.
  • Me parece bien. – dijo ella acercándose a la barra.

Alberto pidió al camarero un par de copas bien fuertes y en la de la chica hecho una droga muy fuerte.

Le dio su copa y comenzaron a beber. Al rato la chica se empezó a encontrar mal:

  • Creo que no me encuentro bien…….. – dijo la muchacha.
  • Debió ser la bebida, estaba un poco fuerte….- dijo Alberto. – Te sacaré de aquí a ver si mejoras.
  • De acuerdo. – contestó Natalia.

Alberto sacó a la chica, la metió en su coche y comenzó a conducir. Llevó a la muchacha a un piso que tenía y donde había violado a algunas de sus chicas, como a él le gustaba llamarlas.

Cuando entraron la desnudó, la ató a la cama con unas esposas, se desnudó y esperó a que los efectos del alcohol y la droga comenzaran a pasar y preparó algunos de sus juguetes sadomasos favoritos.

  • ¿Dónde estoy? – preguntó la chica.
  • En mi casa pequeña y ahora debes obedecerme. – le contestó Alberto y le beso en los labios con fuerza.
  • ¿Obedecerte? – dijo aún un poco confundida.
  • Si y debes hacerlo si no deseas morir. – dijo Alberto.
  • ¿Morir? ¿Qué he hecho? – preguntó Natalia.
  • Encontrarme. – dijo Alberto cogiendo unas pinzas para pezones y colocándolas en los pezones de la chica.

Tiró de ellas produciéndole un dolor tremendo a la chica que comenzó a chillar.

Alberto comenzó a sentir placer al ver como sufría la chica y siguió tirando de las pinzas una y otra vez.

  • Para por favor. – gritó ella muerta del dolor y llorando
  • ¿No te gusta lo que hago Natalia? – le contestó él con malicia. - ¿Qué tal si cambiamos de juguete?

Alberto miró su collar y se lo colocó a la chica. Tras desatarla tiró de ella hasta tirarla de la cama y la obligó a colocarse como un perro y a ladrar. Natalia se negó a hacerlo.

  • ¿Te niegas? – le preguntó. – Entonces tendré que castigarte.

Esta vez Alberto cogió un látigo y comenzó a darle latigazos en su culo, lo que hizo que se intentara mover para escapar de los latigazos y la humillación pero él tiró del collar volviéndola a tirar al suelo.

  • ¡Para! – gritó ella. - ¿Qué debo hacer?
  • ¡Ladra! – le gritó él.

Ella comenzó a ladrar.

  • Ahora eres mi perrito y como tal debes obedecerme en todo. – dijo Alberto acercándose a ella. – Lame mi polla.

Natalia se incorporó ligeramente para llegar a la verga de su violador y comenzó a lamerla al igual que los huevos. Un rato después se metió la polla en su boca aunque no cabía entera dentro de su boca y comenzó a mamarla.

Alberto la cogió por los pelos y comenzó a mover su cabeza para que fuera más rápido. Él notaba toda la saliva en su polla que cada vez estaba más erecta y eso le daba un placer intenso.

Sacó la cabeza de la chica su polla, tiró del collar y tiró a la chica y la volvió a atar.

Abrió las piernas de la chica y comenzó a lamer su clítoris y vagina. Aunque la chica estaba asustada, dolorida y humillada, su vagina comenzó a segregar un fluido muy espeso que Alberto chupó y tragó con ansia.

Alberto introdujo un vibrador en la vagina, lo activó y comenzó a moverlo. La chica comenzó a gemir al notar el vibrador en su vagina.

Cuando su vagina estaba lo suficiente dilatada quitó le vibrador y se colocó encima de la muchacha al verlo gritó

  • ¡No hagas eso, por favor!
  • ¿Y perderme lo mejor de todo esto? – dijo Alberto riéndose e introdujo su polla de un solo golpe en su vagina lo que produjo a la chica le doliera horrores y gritara. - ¡Grita todo lo que quieras! Eso me dará más fuerzas para seguir.

Alberto comenzó el vaivén que sacaba y metía su polla con la mayor fuerza posible mientras la chica chillaba y lloraba. Mucho rato después notó que toda su leche entraba en la vagina de la chica y entonces sacó su polla y la desató.

  • Vístete y deprisa. – dijo Alberto. – No intentes escaparte pues sino acabarás muriendo.

Cuando la chica se vistió le tapó los ojos y la llevó al coche.

Al llegar a un descampado, aparco el coche y allí la dejó.

Cuando llegó a su casa, se pegó una reparadora ducha y fue a despertar a su mujer, que dormía plácidamente en la cama.

  • Ya he llegado cariño.
  • Ya era hora. – dijo ella. – Pareces muy cansado.
  • No lo suficiente. – le contestó él. - ¿Qué te parece si disfrutamos un poco de la noche?
  • Claro. – le dijo ella besándolo.

Tras besarse con pasión, la mujer empezó a hacerle una paja que hizo que su polla comenzara a levantarse de nuevo.

  • Mmmmmmmmmmmmmmmm, creo que eres la mejor cariño. – dijo Alberto. – Nadie sabe levantármela como tú
  • Eso espero. – dijo ella que se colocó encima de él e introdujo la polla de su marido en su vagina. – Y yo veo que tu polla sigue siendo la mejor.
  • Me alegra que te guste. – le comentó mientras ella se movía una y otra vez.

Poco después ella sacó la polla de su vagina y se colocaba a cuatro patas. Alberto completamente excitado por lo que había hecho esa noche penetró a su mujer por el culo.

Mientras sacaba y metía el pene en el dilatadísimo culo de su mujer pellizcaba los pechos excitados de ella dándole aún mas placer, hasta que no pudo más, sacó su grandísima polla y mojó toda la espalda de su mujer.

El monstruo había vuelto