El Misterio de Claudia

Todo el sentimiento puesto en una pequeña historia envuelta en una pizca de misterio ...

Acababan de celebrar su segundo aniversario de bodas hace un par de meses y aunque ambos mostraban que la dicha los acompañaba se lograba percibir un gran misterio escondido tras esa aparente felicidad.

John siempre fue el hijo modelo, el amigo leal, el gran consejero y sobretodo, el padre perfecto para el pequeño James.

Desde la escuela John supo que el ser abogado era lo que deseaba para su vida y aunque como plan de vida estaba el tener una familia, el amor siempre le fue esquivo, o más bien dicho, él le huía siempre.

Mujeriego por tradición y casi por deporte, las mujeres lo adoraban; él con su casi 1,90  de estatura que junto con sus cabellos ondulados y ojos color cielo, atraían a cuanta mujer se dejaba seducir por su gran carisma.

Claudia por su parte, no era la excepción. Ingeniera de profesión pero maestra por vocación, pasaba sus días en la escuela de diseño más importante del país. Ella dictaba cursos de Arte Contemporáneo, tenía a su cargo el Proyecto Dalí, el cual le demandaba innumerables horas lejos de casa.

Claudia era el tipo de mujer que muchos considerarían fascinante. A pesar de sus casi 30 años, ella tenía una figura envidiable, una sonrisa que lograba cautivar hasta la más incrédula de las criaturas, y con una calidad humana difícil de hallar en cualquier mortal.

John y Claudia se conocieron el primer día en el que ella pisaba la escuela secundaria, aunque estudiaban en el mismo lugar, no estaban en la misma clase ya que John iba en el último año mientras que ella recién estaba por vivir las emociones propias de una adolescente que desconoce la jungla en la que a veces se convierte la secundaria.

John, a pesar de su gran tamaño, nunca fue bueno en los deportes, sin embargo, su facilidad al hablar le permitió ganar en todos los concursos de oratoria que se realizaban cada año en la escuela.

Ese último año se iba a dar por primera vez una competencia a nivel nacional la cual iba incluso a ser transmitida por televisión. Cada colegio debía presentar 3 participantes los que  competirían con alumnos de otros colegios a nivel de cada ciudad en donde sólo clasificarían 3 alumnos quienes se enfrentarían en la etapa final en la casa de Gobierno siendo el propio Presidente del país uno de los jurados.

La madre de John al enterarse de la magnitud del evento y conociendo el gran potencial de su hijo, decidió inscribirlo en una escuela de oratoria donde aprendería técnicas diversas para pulir su estilo y de ese modo lograr un cupo a las competencias nacionales.

Mientras tanto, Claudia no tenía ni la menor idea de lo difícil que sería ese año para ella ya que sus padres al igual que la mamá de John decidieron que ya era hora de que Claudia creciera, que se enfrentara a un reto real, por tanto la obligaron a inscribirse en dicho concurso.

La pequeña Claudita, cómo la llamaban en casa, jamás imaginó que el haber sido un ratoncito de biblioteca le iba a ayudar tanto en su preparación con miras al concurso.

Por su parte, John asistía a la escuela de oratoria todos los días después del colegio, mientras que Claudia prefería encerrarse horas de horas en la nada despreciable biblioteca que su padre, como buen historiador, había edificado en casa.

Ambos tenían 2 meses para preparar un discurso de 3 minutos durante los cuales ellos hablarían de un tema libre, es decir, cada uno podía hablar del tema de su elección pero que debía estar previamente inscrito para evitar improvisaciones durante la competencia y sobre todo para procurar que los temas fueran repetidos.

John había estado pensando en presentar un tema relacionado con la coyuntura política según le sugirieron  en las clases de oratoria. Hablar de política le daría elementos para expresarse con mayor libertad.

Claudia por otro lado, había optado por hablar de su ídolo, su padre. Para ella no había nada ni nadie que le apasionara más que aquel hombre con el que pasaba horas sentada sobre la alfombra y quien le contaba tantas cosas hermosas sobre la historia del mundo.

Tanto John como Claudia habían encontrado aquello que en su opinión les daría la victoria, por tanto, le dedicaron muchísimo tiempo y esfuerzo.

Para el día de la competencia, el director del colegio invitó a 5 especialistas en la materia con el fin de que los resultados fueran lo más objetivos posibles.La competencia se llevó a cabo en el auditorio del colegio contando con la presencia de padres y alumnos. Si bien fueron 30 los alumnos inscritos, sólo 20 lograron participar.

Cuando llegó el turno de John, todo el auditorio empezó a aplaudir ya que él contaba con una gran reputación muy bien ganada a través de los años.

Su discurso fue impecable, definitivamente, el que la gente le demostrara su apoyo antes de comenzar, le dio mucha seguridad. John utilizó todas las técnicas que había aprendido con sus maestros de oratoria pero muy dentro de él, sentía que le faltó esa chispa, esa pasión con la que siempre hablaba cuando se paraba frente a la audiencia.

Claudia no sabía hasta ese momento que era la participante con menor edad, todos los concursantes estaban cursando el último año mientras que ella apenas iba por el primero,  sin embargo, esto no la atemorizó, caminó hasta el micrófono y presentó su discurso.

Su presentación fue sencilla pero muy interesante, lo que obviamente cautivó al jurado. Cuando terminó, la gente se puso de pié y aplaudió a rabiar. Se había metido a todos al bolsillo.

El director leyó los resultados quedando John en 1er lugar, un compañero de su clase obtuvo el 2do puesto siendo el 3er lugar para la pequeña Claudia.

Los asistentes no estuvieron conformes con el resultado y empezaron a gritar: Claudia! Claudia! Claudia! Por tal razón la pequeña se acercó al micrófono y dijo con gran autoridad y una enorme sonrisa en los labios: Los 3 somos un equipo y juntos lograremos pasar a la final, ya lo verán!

Los 3 jóvenes se abrazaron en ese momento como mostrando aprobación, definitivamente por dentro, sus opiniones distaban de sus gestos de compañerismo.John no podía permitir que NADIE le arrebatara el título así que decidió aplicarse aún más. Esa niña no me va a robar el 1er lugar, ese premio será mío , se repetía una y otra vez.

Por su parte, Claudia se lo tomó todo con mucha calma; su familia estaba muy feliz por lo que su hija había logrado a tan corta edad aunque la madre ya empezaba a planear secretamente el futuro de su hija.

Para la etapa de clasificación a nivel de cada ciudad, los participantes debían presentar un discurso relacionado con la historia, mitos y/o leyendas urbanas. En esta ocasión, los participantes debían hablar en el auditorio de cada municipio contando con la presencia de los directores de cada colegio y del padre o la madre de cada participante.

El discurso no debía exceder los 5 minutos con el fin de que el participante demostrara su capacidad de síntesis, su manejo del tiempo, organización de ideas, entre otros.

John, como amante del derecho y las leyes, decidió hablar de Fidel Castro y la situación de pseudo opresión en la que vivían en Cuba. Debía tener mucho cuidado de emitir juicios de valor u opiniones que pudieran incomodar a alguno de los miembros del jurado y restarle al final, puntos a su participación.

Sus padres insistieron en que continuara asistiendo a la escuela de oratoria pero estaba preocupado porque sentía que esa pasión, esa chispa con la que hablaba, se le había apagado.

Los participantes tenían sólo 20 días para prepararse, por tanto John se sentía muy presionado y a diferencia de Claudia, él sentía que la vida se le iría en el intento. Quería que sus padres se sintieran orgullosos de sus logros aunque no fueran deportivos.

El padre de John era el coach del equipo de fútbol del colegio y siempre forzó a su hijo a participar pero desafortunadamente, a pesar de su gran condición física, él no tenía destreza motora por lo cual no coordinaba muy bien sus movimientos.John y su padre siempre tuvieron discrepancias por esa razón y eran esos conflictos familiares los que motivaban a John a concursar, era como su revancha personal.

La pequeña Claudia, que de pequeña realmente no tenía nada, ya que a sus cortos 13 años había logrado ya una estatura promedio para una jovencita de secundaria. Ella lucía realmente muy bien aunque su rostro reflejaba inocencia mezcla de picardía y sabiduría propias de su edad.

La madre de Claudia deseaba que fuera a la misma escuela de oratoria de John para que pudiera lograr una mejor participación en el concurso así que a la pobre no le quedó otra opción que asistir después de cada clase.

Cuando John la vio llegar no le causó mucha gracia, se sentía invadido, mientras que Claudia estaba convencida de que nadie podría ayudarla más que su padre ahora que el tema era sobre historia. Ningún orador podrá ser mejor que un historiador! Repetía constantemente añorando tener el apoyo de su querido papá.

Las clases en la escuela de oratoria estaban divididas en 2 etapas: la primera en la que los maestros enseñaban sobre las técnicas más adecuadas y la segunda, en la que los alumnos salían al patio a interactuar con otros alumnos en pequeños debates.

Ese primer día en la escuela para Claudia fue bastante productivo ya que mientras los maestros hablaban ella se dedicó a leer y sin querer se topó con una historia que le apasionó desde su inicio. Sólo quería llegar a casa y preguntar a su padre sobre lo que acababa de hallar porque estaba casi segura de que por fin había hallado el tema que iba a presentar en el concurso.

La historia hablaba sobre el Mito de Inkarri o el inca rey. Este es un mito peruano en el que se cree que cada vez que un pueblo está esclavizado surge un Libertador, pero el mito es apasionante por los grandes misterios que la historia encierra.

El papá de Claudia le sugirió la lectura de unos libros sobre la cultura peruana y el majestuoso imperio de los incas, a través de ellos Claudia descubrió un mundo tan parecido al suyo pero con personajes que invitaban a la reflexión.

El Mito de Inkarri curiosamente demuestra que grandes líderes tuvieron en común la desaparición de sus cuerpos o parte de ellos luego de su ejecución, por ejemplo, el gran Inca Pachacutec, o el mismo Jesucristo. Para Claudia dicho mito se había convertido casi en su obsesión, investigó, leyó todo lo que pudo hasta lograr un mini compendio que sería la base para su discurso.

Faltaban sólo 5 días para la competencia; John y Claudia pasaban casi 4 horas por día en  la escuela de oratoria. Ambos habían dejado de lado sus rivalidades y decidieron apoyarse mutuamente sin que sus respectivos padres se enteraran. Había surgido en ellos una linda amistad, John empezaba a quedarse con la boca abierta cada vez que oía a Claudia hablar sobre su historia mientras que ella se la pasaba refutándole cada una de sus afirmaciones.

La discrepancia se había vuelto como el pan nuestro de cada día para Claudia cuyo único propósito era dar firmeza a John cada vez que exponía sus ideas. Ella había notado que cada vez que contradecía a John, él se esmeraba por demostrar que lo que decía era lo correcto con muchísima pasión lo cual provocaba en Claudia una sensación de gozo, ella estaba comenzando a sentir por John un poco más que una simple admiración.

Tanto John como Claudia estaban sintiendo una atracción que iba más allá de lo físico; se estaban enamorando de su mente, de su personalidad, y por qué no…de su alma.

El día anterior a su presentación, la madre de John decidió ir a la escuela de oratoria para ver el ensayo final de su hijo pero cuando los jóvenes se desplazaron al patio la señora pudo notar que Claudia trataba con una confianza sin igual a John. La señora estaba enfurecida, lo llamó a un lado, lo reprendió, cuestionó severamente su “amistad” con la que era su oponente y le prohibió volver a cruzar palabra con ella. John no pudo ni explicar a su nueva amiga lo que había ocurrido con su madre y sólo se marchó.

A la mañana siguiente en el colegio, John buscó a Claudia para explicarle que ya no la volvería a ver por órdenes de su madre pero que le deseaba toda la suerte del mundo. Desafortunadamente, Claudia no se enteró de nada ya que algo de lo que comió le pasó la factura y no pudo ir a clases, prefirió cuidarse y estar más repuesta para el concurso.

Esa noche en el auditorio municipal, John estaba muy inquieto porque no sabía qué le estaba ocurriendo a Claudia, en todo este tiempo no le preocupó siquiera pedirle su número telefónico, necesitaba estar cerca de ella, le hacía falta esa personita que lograba que se apasionara tanto al hablar.

Llegada la hora de inicio del evento, la figura de Claudia se asomó, ella desconocía los últimos alcances sobre el concurso así que John corrió hacia ella para ponerla al tanto de lo que ocurriría en pocos instantes pero al tenerla cerca sólo sintió la necesidad de abrazarla y sin mencionar palabra alguna besó suavemente sus labios.

Claudia estaba tan pero tan confundida que no atinó a nada. John se disculpó por haberla besado y le contó todo lo que había ocurrido con su mamá y lo que acababa de descubrir: que se había enamorado de su gran oponente. Claudia jamás había estado con ningún chico sin embargo, en el fondo de su corazón, ella sabía que él sería su primer y tal vez único amor.

Los nervios empezaban a pasar la factura y tanto Claudia como John temblaban sin poderlo evitar. Era una sensación extraña pero a la vez deliciosa, ambos se tomaron de las manos y no se soltaron hasta que fue el turno de John en la competencia.

En esta ocasión, la audiencia no iba a apoyar a John como siempre ya que era un perfecto desconocido para todos los asistentes pero sí esa personita que detrás del escenario cuidaría  cada una de sus palabras y sólo pensar en Claudia le hacía sonreír. John presentó su discurso logrando transmitir esa pasión que ahora sentía que explotaba dentro de su corazón y consiguiendo que la audiencia aplaudiera gratamente.

Claudia no tuvo tiempo de felicitarlo ya que inmediatamente después fue el turno de su discurso. Saludó delicadamente a la audiencia e hizo una simple pregunta: ¿Qué pensarían ustedes si yo les dijera que pronto Cuba tendrá un Libertador? , el auditorio se quedó en completo silencio y ella prosiguió con su presentación contándole a la audiencia que los peruanos tienen una creencia a la que llaman “El Mito de Inkarri”.

La exposición de Claudia fue sencillamente MAGISTRAL. La gente se puso de pie, esa niña con sus apenas 13 años había logrado ganarse el respeto de todos los asistentes y sobretodo del jurado. Había transmitido un mensaje esperanzador y lleno de magia.

Cuando la noche llegaba a su fin, los concursantes fueron invitados a subir al estrado para felicitarles por su gran desempeño en el concurso y para dar lectura a los resultados. John tenía a Claudia tomada de la mano lo cual no causó ninguna gracia a los padres de ambos chicos. Obviamente, a la joven pareja no le importó en lo más mínimo.

El fallo del jurado era de esperarse, tanto John como Claudia habían pasado a la etapa final, ellos representarían junto con un joven de otra escuela, a la ciudad en la competencia nacional sólo que esta vez el tiempo de preparación sería menor, sólo contarían con una semana por lo cual el alcalde sugirió que presentaran el mismo discurso.

La madre de John estaba emocionadísima de ver el gran logro de su hijo, lamentablemente, el papá de él fue nuevamente el gran ausente; con el pretexto de que se encontraba en plenas olimpiadas escolares no asistió, sin embargo, John no se resentía, trataba de entenderlo y deseaba que para las finales ya no tuviera ningún compromiso laboral y pudiera ir a verlo competir ya que nunca lo había hecho.

A los padres de Claudia no les causó mucha gracia ver que ella estaba comenzando una relación amorosa con John y fueron muy directos como siempre lo habían sido al manifestar su desagrado diciendo que ella no estaba aún en edad para noviecitos. Claudia sólo les pidió que se tomaran el “trabajito” de conocer a John y que luego lo juzgaran. A los padres no les quedó más remedio que no interponerse pero siempre manteniendo una actitud vigilante por si la ocasión lo ameritaba.

Las familias se unieron mucho gracias a sus hijos a tal punto de que no les importaba ya el quién ganara mientras lo hiciera uno de los dos. Hasta el papá de John había asomado la nariz una que otra vez frente al entusiasmo familiar.

La presentación final se llevaría a cabo a las 6 de la tarde en el Palacio de Gobierno contando con la presencia del mismo Presidente quien decidió preparar un banquete en honor a los finalistas que representaban a cada ciudad. A dicha cena asistirían los alumnos, sus padres y el alcalde de cada ciudad.

Siendo esta una ocasión de mucha seriedad, los participantes debían vestir trajes elegantes, en la medida de lo posible, dejando de lado sus respectivos uniformes escolares y de ese modo hacer aún más atractiva la ceremonia.

Esa noche el padre de John por fin pudo asistir a la competencia para ver a su hijo, incluso le regaló una chaqueta azul bellísima que había elegido para la ocasión con una corbata celeste que le combinaba muy bien con sus hermosos ojos, mientras que Claudia lucía un vestido púrpura relativamente corto pero no tanto como para desentonar, el cual resaltaba las bellas formas de su cuerpo adolescente y sobretodo le daba un tono rosa a su rostro angelical.

Desafortunadamente para John, la belleza de Claudia fue muy bien apreciada por los demás concursantes quienes no dejaban de asediarla poniendo a John al borde de los celos quien a estas alturas de la noche había perdido ya toda concentración en su presentación.

Esa noche Claudia simplemente brilló con luz propia, su discurso fue de lejos el mejor obteniendo el 1 er lugar en la competencia mientras que John a pesar de intentar reponerse sólo logró obtener el tercer lugar y un gran resentimiento hacia ella.

Si bien la familia de John reconoció que Claudia merecía ganar ya que John no había estado en su mejor momento, él no tuvo la madurez suficiente para aceptar su derrota, su orgullo pudo más y junto con su resentimiento también se perdió la hermosa relación que había surgido entre ellos.

John terminó el colegio graduándose con honores y emprendió el camino hacia su sueño, la escuela de leyes dejando atrás a Claudia y todo lo que alguna vez pudo sentir por ella. Por su parte ella continuó sus estudios en la secundaria hasta que se graduó, y al igual que John, sus méritos fueron gratamente destacados.

Todo un brillante abogado, John pasó a formar parte de la Notaría De La Puente Irribarren cuyos dueños eran los dueños de un gran monopolio de las redes de comunicación en el país formado por canales de televisión, diarios y revistas. John fue contratado como asistente con miras a formar parte del cuerpo de abogados junior y aunque su posición no era de gran renombre, sus ingresos mensuales no eran nada despreciables.

Las secretarias de la notaría se sentían, todas sin excepción, atraídas por John quien se dejaba coquetear sin ningún reparo. La facilidad de palabra de John le abría cada puerta que debía abrir y prontamente consiguió se le incluyera dentro del despacho de abogados junior en donde se desempeñaba con mucha responsabilidad y esfuerzo. Ya iba por su octava novia y aunque las quiso mucho a todas, no lograba ser un novio fiel, sentía que no le llenaban el alma y se terminaba por aburrir.

Claudia optó por la Ingeniería Civil, su sueño era construir, edificar pero deseaba estudiar en la mejor universidad del país, desafortunadamente la más costosa también. Los padres de Claudia no se encontraban precisamente en la mejor situación económica, así que estudiar en una universidad como esa era casi una utopía para cualquier persona, excepto para ella.

Claudia consiguió un empleo de medio tiempo en una cadena de restaurantes de comida rápida en dónde le pagaban un sueldo insignificante pero que tenía convenio con la universidad a la que ella aspiraba. Tenía que trabajar 4 días a la semana en el restaurant y un día debía hacer labor social en un albergue de niños abandonados para poder acceder a los beneficios del convenio que consistía en el financiamiento de una media beca la cual cubría la cadena de restaurantes y el otro 50% ella debía devolverlo a través de consejería estudiantil a partir del segundo año de estudios, es decir, ella debía servir de apoyo a aquellos alumnos de la universidad con dificultades cognitivas.

A pesar de lo difícil que fue para ella trabajar, estudiar y pagar su beca, Claudia siempre sobresalió en cuanta labor le fue encomendada logrando que sus maestros con el tiempo le quitaran la consejería para darle algunas cátedras en la universidad con las cuales ella se sentía completamente feliz.

Los años habían transcurrido y tanto Claudia como John vivían cada uno una vida relativamente plena y aunque el corazón de Claudia sufrió mucho por la forma en que él la dejó, ella trató de nunca guardarle rencor.John se dedicó a cosechar amores pasajeros, cada semana era una chica diferente, era un hombre muy inestable emocionalmente hablando y eso hacía que él se sintiera siempre muy solo a pesar de estar rodeado de mucha gente que lo quería y lo admiraba en lo profesional.

Gracias a la recomendación del Decano de la Facultad de Ingeniería, Claudia acababa de conseguir un muy buen empleo en el Picasso Institute, la mejor escuela de diseño del país, ella se encargaría de dictar las clases de Arte Contemporáneo a los alumnos que estaban por terminar la carrera.

Si bien dictar cursos de Arte no era precisamente la labor de una Ingeniera, ella no le temía a los nuevos retos que la vida le presentaba y con el paso de los meses logró que los directores de la escuela pusieran los ojos en su trabajo. Le propusieron la creación de un mega proyecto al que le dieron de nombre Proyecto Dalí.

Claudia vivió una vida relativamente diferente a la de John, aunque era una Ingeniera muy brillante, no tenía planes de ascender como espuma hasta el cielo; ella se sentía bien, realizada, feliz con el proyecto que debía emprender en la escuela de arte en donde trabajaba y a diferencia de John, ella sólo tuvo un par de novios a los que quiso muchísimo pero que lamentablemente le pagaron con traición.

El proyecto en el que Claudia trabajaba consistía en la creación de una Escuela de Egresados quienes tendrían la oportunidad de plasmar sus conocimientos y experiencia adquirida en la vida laboral a través de la publicación de una revista cultural, exposiciones de arte, presentaciones a escala de obras realizadas, entre otras cosas más.

Para la realización de este proyecto, el Picasso Institute debía adquirir un terreno en donde se construirían el anfiteatro en donde se realizarían diversas conferencias, la galería para las exposiciones de los artistas e invitados, y el local institucional.

Claudia contaba con el gran apoyo de Andrea y de Diego sus asistentes en el proyecto quienes al ser pareja deseaban siempre planificar su día de tal modo que estuvieran la mayor parte del tiempo juntos.

Diego, de muy buena apariencia, acababa de cumplir 24 años y era estudiante del último año en la facultad de Derecho mientras que Andrea, de 23, era más alta que él y algo robusta, ella estaba por graduarse en la facultad de Arquitectura. Ambos se conocieron en la misma universidad y aunque no tenían profesiones afines, ellos se las habían ingeniado para conseguir un trabajo en el mismo lugar.

Claudia estaba más que encantada con el proyecto y le pidió a Andrea que la apoyara en el diseño de la infraestructura de la Escuela para el Proyecto Dalí y a Diego le encargó investigar sobre los documentos y permisos que serían necesarios para comenzar a desarrollar el proyecto.

La amistad entre Claudia, Diego y Andrea se volvía cada vez más fuerte, Diego había demostrado ser todo un hombre de leyes aún sin haberse graduado, mientras que Andrea no lograba colmar las expectativas de Claudia con los planos de la edificación, siempre quedaban detalles que pulir y eso causaba cierta frustración en Andrea.

El proyecto estaba casi terminado, sólo faltaba la última corrección en los planos y todo quedaría listo para que Claudia lo presentara a los directores de la escuela de diseño. Aunque los planos estaban bien hechos, Claudia seguía sintiendo que algo faltaba para que estuviera del todo a su gusto y por esa razón, decidió reunirse con Andrea el fin de semana para poder dar los últimos toques a dichos planos en el departamento que recién había rentado cerca de la escuela pero lejos del bullicio de los alumnos.

Andrea estaba bastante incómoda porque jamás había pasado todo un fin de semana fuera de casa ni lejos de Diego pero sabía lo importante que era el proyecto para Claudia y nada le hacía más feliz que verla sonreír, ella era su jefa pero sobretodo, era su mejor amiga.

El sábado en la mañana Claudia fue a recoger a Andrea a su casa, de allí fueron a la escuela a recoger los planos y las maquetas que habían hecho pero al llegar al departamento en donde trabajarían, Claudia notó que había dejado las llaves olvidadas dentro. Andrea notó que había una ventana pequeña abierta y le sugirió a Claudia que le ayudara para poder meterse por ahí.

La ventana del baño estaba a un poco más de un metro de altura por lo que Andrea necesitaba que alguien le ayudara a elevarse. Claudia cruzó sus dedos y le dijo que colocara un pie para de ese modo darse impulso hasta la ventana. Andrea colocó su pie izquierdo porque ella era zurda y pensó que de ese modo tendría más fuerza al elevarse, desafortunadamente, cuando casi alcanzaba la ventana los dedos de Claudia se cansaron y Andrea cayó sobre su jefa.

Claudia no paraba de reír mientras que Andrea aún sobre ella, la miraba, la admiraba, mil ideas venían a su cabeza… ¿qué sabor tendrán sus labios? Pero ¿qué es esto? No puede ser, a mí me gustan los hombres, no las mujeres, o ¿sí? Andrea estaba completamente confundida pero a la vez encantada de haber hecho reír a Claudia de ese modo.

Oye sí que estás pesadita, eh! Decía Claudia mientras le pedía a Andrea que la dejara ponerse en pie. Deja que lo intento yo que tú estás más rellenita , jajaja , sugirió Claudia con el fin de no tardar aún más y lograr entrar al departamento.

Efectivamente, Claudia logró deslizarse hasta la ventana del baño y suavemente se introdujo colocándose sobre el inodoro, desafortunadamente la tapa de éste se movió consiguiendo que la pobre Claudia perdiera el equilibrio y fuera a parar de cara al grifo del baño golpeándose la frente.

Andrea oyó el ruido de la estrepitosa caída y se puso a gritar por ayuda pero Claudia corrió a abrir la puerta sin percatarse que tenía un corte en la ceja y sangraba abundantemente. Andrea al verla herida se desesperó y quiso llevarla a la clínica pero Claudia se opuso, ella había seguido cursos de primeros auxilios y por tanto creyó que no era necesaria tanta preocupación por parte de Andrea.

Andrea fue por un botiquín para poder seguir las instrucciones de Claudia y así poder curar esa herida. Mientras Andrea lavaba cuidadosamente la herida, Claudia se concentró en el olor de sus manos, le parecía tan deliciosa la fragancia que casi no sentía dolor, tanto así que cuando Andrea terminó con la curación no pudo resistirse a tomar su mano y besarla en señal de agradecimiento.

Cuando Andrea sintió los labios de Claudia sobre su mano fue como si una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo y sólo atinó a soltar su mano violentamente consiguiendo que la cabeza de Claudia se sacudiera de golpe ocasionando se mareara a tal punto de casi caer al suelo. Afortunadamente, Andrea la pudo coger antes de que se lastimara aún más ayudándola a echarse sobre la cama para que descansara un poco antes de ponerse a trabajar.

Andrea le propuso pedir pizza para de ese modo no tener que cocinar y ganar un poco de tiempo que ya habían perdido por culpa de la llave olvidada; Claudia estuvo de acuerdo y permaneció recostada hasta que llegó el delivery contando con la mirada vigilante de Andrea que no quiso despegarse de ella ni un momento.

Mientras Andrea salía a recoger la pizza, Claudia pensaba en lo lindo que había sido tocar la mano suave de Andrea con sus labios y aunque no hallaba explicación a lo que sentía sólo disfrutaba de ese agradable recuerdo.

Tanto Andrea como Claudia trataron de no pensar más en lo que había ocurrido y se dedicaron a terminar el trabajo en lo que quedaba del sábado. Cuando la media noche se asomaba, Claudia no pudo con el cansancio y se quedó dormida sobre el escritorio. Gracias a que Claudia era delgada y no muy alta, Andrea pudo cargarla hasta su cama; mientras la cargaba en sus brazos tuvo deseos de besarla, se veía tan frágil, tan linda que no se resistió y rozó suavemente sus labios, afortunadamente, Claudia no despertó porque de lo contrario probablemente causaba una hecatombe.

Cuando Claudia estuvo en su cama Andrea notó que en ese departamento no habían más camas por lo que no le quedó más remedio que recostarse al lado de su jefa. Claudia despertó muy cerca de las 6 de la mañana al sentir calor. Andrea la tenía abrazada de la cintura y su rostro rozaba el suyo, que sensación más agradable para ella quien decidió no despertar a su acompañante y disfrutar del momento hasta que este se terminara.

Al caer las 8 de la mañana, Andrea notó que traía abrazada a Claudia y se sintió avergonzada rogando que Claudia no lo hubiera notado, tanto Claudia como Andrea simularon dormir para seguir disfrutando del momento. Ambas estaban descubriendo algo que en cierto modo las espantaba pero que a la vez las llenaba de dicha, por su parte Claudia quería quedarse ahí pegadita a esa mujer sin importarle nada mientras que Andrea se sentía traidora, sentía que estaba siendo infiel por primera vez en su vida al hombre que tanto quería pero que ahora dudaba si amaba o no.

El estómago de Claudia comenzó a crujir y no pudo seguir aparentando que dormía. Andrea se dio cuenta que Claudia despertaba e instantáneamente se apartó de ella, sin embargo, Claudia le pidió que no se alejara, le dijo que hacía mucho que no se sentía tan protegida como en ese amanecer. Andrea no supo que decir y dando un brinco salió de la cama, se metió al baño hasta que sintió que Claudia se dirigía a la cocina.

Ambas evitaron mencionar lo ocurrido y ese día terminaron todo el trabajo que había quedado pendiente. Claudia agradeció a Andrea todo el apoyo recibido esos dos días y le prometió que si aprobaban el Proyecto Dalí ella se convertiría en su socia y ya no en su asistente a penas ella se graduara. Andrea se sentía más que agradecida por el ofrecimiento aunque no se alejaba de ella ese temor de llegar a enamorarse de su jefa, lo que era aún peor, enamorarse de una mujer.

Claudia jamás imaginó poder llegar a fijarse en una mujer pero Andrea tenía algo que la atraía y aunque temía lo que pudiera pasar, no deseaba que ella se alejara y por esa razón evitó por todos los medios hablar de lo que había ocurrido ese fin de semana.

El lunes, Claudia tenía todo el proyecto armado y esperaba que los directores del Picasso Institute le dieran carta blanca para la ejecución de dicho proyecto. Dentro de la propuesta, ella solicitaba se le diera un porcentaje de las acciones del proyecto y se considerara a Andrea como Supervisora de Obras y a Diego como Asesor.

Los directivos quedaron tan impresionados con el proyecto que aprobaron todos los requerimientos de Claudia a quien le ofrecieron una pequeña casa para que se sintiera más cómoda la cual sería financiada por la escuela pero que ella pagaría en cómodas cuotas a lo largo de 10 años.

Por disposición de la dirección del proyecto la señorita Andrea debía tomar posesión del departamento que anteriormente habitaba la jefa del Proyecto Dalí con el fin de contar con su apoyo permanente.

Diego se sentía muy honrado por el ascenso que acababa de recibir pero un poco envidioso porque a él no le habían dado alojamiento, sin embargo feliz por su novia. Diego sentía que ya iba siendo hora de proponerle matrimonio a la mujer de su vida, así que apenas Andrea terminó la mudanza, él, de la forma más romántica, le propuso que fuera su esposa. Andrea aceptó no muy convencida de ser feliz a su lado pero sí totalmente resignada a jamás poder acercarse a Claudia.

Cuando Claudia se enteró de la “gran noticia” sintió como si algo dentro de su corazón se quebraba, ni siquiera cuando John la abandonó ella sintió tanta tristeza, pero eso era lo correcto, ella no tenía derecho a arrastrar a Andrea en esto que había nacido en su corazón y que estaba convencida se llamaba Amor.

La construcción de toda la obra tomaría cerca de 2 años pero era un proyecto que daría enormes frutos y sobretodo ganancias ya que era bastante rentable. Diego había descubierto que la Productora De La Puente Irribarren quería adquirir gran parte de las acciones del Proyecto Dalí y con ello hacer crecer el monopolio en las telecomunicaciones lo cual significaba que las acciones de Claudia crecerían como la espuma.

Claudia sabía bien los beneficios que traerían el ser parte de esa gran productora pero también sabía que si ellos se convertían en socios mayoritarios pondrían sus propias reglas de juego empezando por su propio personal así que no le quedó más remedio que convocar al cuerpo directivo del Picasso Institute para advertirles del inminente cambio que sufriría el Proyecto Dalí.

Los directores le sugirieron que pidiera una cita con el representante legal de dicha productora para de ese modo aclarar todas las dudas que giraban en torno a la propuesta del accionariado. Desafortunadamente, el abogado responsable se encontraba fuera de la ciudad pero en su lugar asumiría su asistente quien no era otro que John.

El asombro de Claudia fue enorme al ver, después de tantos años, al que un día fuera su primer amor, mientras tanto John estaba maravillado de ver cuán linda estaba Claudia, toda una profesional y sobretodo con un cargo tan importante. Ambos se saludaron de manera muy profesional y guardando las formas de cortesía, aunque John lo único que deseaba hacer era salir con esa bella mujer, Claudia sólo quería que la entrevista terminara para dejar atrás ambas situaciones embarazosas: la compra de las acciones del Proyecto Dalí así como la presencia de John.

Claudia pudo absolver cada una de sus dudas y prometió pensar nuevamente la propuesta que la productora hacía a través de John quien no había perdido esa capacidad de convencer a las personas con su gran don de la palabra, y aunque Claudia no estaba del todo convencida de aceptar la propuesta, ahora ya no se sentía tan temerosa.

Acordaron reunirse al día siguiente para que Claudia pudiera dar su visto bueno a la propuesta que la productora hacía. Claudia acudió a la cita pero John no le permitió hablar sobre negocios, se dedicó a contarle cómo había sido su vida todos estos años de lejanía y Claudia hizo lo mismo; hacía mucho tiempo que no mantenía una plática tan amena que realmente prefirió dejarlo para luego.

John invitó a Claudia a cenar a su casa con la excusa de acceder a cambiar un par de puntos en el contrato y ella aceptó gustosa; en el fondo quería saber si era capaz de volver a sentir amor por un hombre y quién mejor que aquel que alguna vez le robara tantos suspiros.

La cena transcurrió con normalidad, John demostró ser un excelente anfitrión y Claudia, la compañía más amena. John sentía que era ahí donde él había querido estar durante todos estos años, al lado de la única mujer que su corazón siempre amó. John sabía de lo tonto que podía resultar su propuesta pero igual la hizo: Fui el más tonto de los hombres al dejar que mi orgullo callara a mi corazón pero hoy estoy convencido que seré el más tonto de los hombres si hoy no le hago caso a mi cansado corazón. Claudia, eres lo que siempre supe que deseo en mi vida… ¿Te casarías conmigo?

Claudia estaba paralizada frente a lo que acababa de oír, ¿cómo era posible que alguien a quien no veía en años hoy le pidiera matrimonio? Lo que es aún más extraño, le pareció una estupenda idea para de ese modo por fin sacarse a Andrea del corazón.

John y Claudia se dedicaron a conocerse nuevamente, recuperar el tiempo que tan tontamente habían desperdiciado, así que procuraron no despegarse la mayor parte del tiempo.

El primer día John fue a conocer el lugar en donde trabajaba Claudia y de paso conocer a sus mejores amigos que estaban próximos a contraer matrimonio, Andrea y Diego. John tuvo la genial idea de proponerle a Claudia casarse juntos, que él tenía muchos conocidos y podían agilizar los trámites y sobretodo las licencias para casarse los 4 como los grandes amigos que desde ya iban a ser.

Andrea no resistió el saber que Claudia iba a casarse con John, no lograba entender la decisión tan apresurada que había tomado y esa tarde decidió ir a su casa aprovechando que Diego y John salieron a ver lo de los trámites. Cuando Claudia vio a Andrea en su casa, sintió que las fuerzas para rechazarla se desvanecían, por su parte Andrea sentía que ya no podía ocultar más ese amor que le quemaba por dentro.

Te amo, Claudia, lo siento, he tratado con todas mis fuerzas de reprimir este sentimiento pero es más fuerte que yo . Andrea sintió como se aguaban sus ojos y Claudia sólo la miraba sin pronunciar palabra alguna, le acercó un pañuelo y le pidió que no llorase más, que se le partía el alma ver que sufría su amiga del alma.

Andrea jamás pensé que pudiese despertar en ti un sentimiento así, no sé qué decir, tanto tú como yo vamos a casarnos, esto no es correcto, lo siento. Claudia no supo qué más decir, en realidad sí pero prefirió callar por cobardía.

Los 4amigos acordaron tener una despedida de solteros mixta en casa de Claudia a la que invitaron a los amigos más cercanos con los que bebieron y celebraron hasta casi el amanecer. Claudia fue la primera en caer bajo los efectos del alcohol por lo que John la acostó en su habitación mientras el resto seguía celebrando en la terraza. Andrea fue la segunda en caer pero al no contar con muchas camas Diego la recostó con Claudia.

Cuando ya amanecía Claudia sintió ese calor delicioso que sólo había logrado sentir en la cercanía de Andrea, estaba en lo correcto, sus brazos la abrazaban como hace más de 2 años en aquel fin de semana. Claudia no supo bien si fue por efectos del alcohol o por el gran amor que sentía hacia Andrea que se volteó suavemente colocándose de frente a ella. No resistió la tentación de probar el sabor de esos labios que por tanto tiempo había soñado besar y lo hizo muy suavemente para evitar que Andrea despertara.

Claudia no quería detenerse, sabía que esa era la única oportunidad que la vida le daría de poder tener en sus brazos a aquella mujer que alborotaba cada una de las células de su piel. Andrea no lograba despertar y sólo se dejaba llevar por cada caricia que Claudia ahora no deseaba más contener.  Sus manos volaban sobre la piel ahora desnuda de Andrea, sus labios humedecían cada parte de ese cuerpo que tanto deseaba, necesitaba sentirla suya, sentir que ella era la dueña de su cuerpo así como lo era de su amor aunque Andrea no lo notara.

Andrea comenzó a despertar y se vio envuelta de caricias que en sueños creyó sentir y ahora estaba segura eran sólo para ella. Andrea tomó el rostro de Claudia y mirándola a los ojos le dijo: Nunca amaré a nadie como te amo a ti, jamás lo olvides . Sus labios se adueñaron de los de Claudia quien no opuso resistencia alguna. Ese amanecer, se entregaron el alma misma a través de sus cuerpos pero ambas sabían que esa sería la única vez.

Andrea cayó nuevamente rendida de cansancio pero esta vez Claudia fue quien la abrazó, susurrándole mil te quieros en cada beso y junto con ellos una lágrima por el dolor de no poder realizar aquello que ahora estaba segura, ambas sentían, Amor.

Diego despertó antes que John y fue a ver cómo había amanecido su futura esposa pero al llegar a la habitación vio los cuerpos de ambas desnudos y abrazados sobre las sábanas completamente dormidas, un pensamiento de morbo le invadió llegando incluso a pensar que ellas habían tenido un encuentro sexual (nada más cercano a la realidad) pero conociendo a su novia, estaba completamente seguro que eso no pudo haber ocurrido jamás ya que su chica no era lesbiana y Claudia tampoco.

Diego decidió dejar que durmieran un poco más y fue a molestar a John quien aún dormía saliendo de la habitación en completo silencio. Cuando Andrea despertó nuevamente y se vio abrazada de Claudia se sintió la mujer más feliz del mundo, recordó la entrega de sus almas y quería que ese momento jamás terminara pero su piel deseaba más, necesitaba sentirla suya nuevamente, ahora que aún podía. Andrea se deslizó de la cama y se colocó pegada a la espalda de Claudia la cual empezó a besar muy suavemente.

Claudia se sentía en la gloria, que caricias más deliciosas eran las que su amada le brindaba, simuló estar dormida para ver hasta dónde Andrea podía llegar cuando de repente su amada deslizó una mano hasta su vientre y comenzó a acariciarlo, nada quería Claudia más, que el sentir la mano de Andrea dentro de su intimidad así que esperó pacientemente hasta que ella se animara a acariciarla.

Andrea sentía el cuerpo complaciente de Claudia y aprovechaba el sueño de su amor para hacerla suya una vez más. Se animó a acariciar su sexo como jamás lo había hecho y sintió que estaba deliciosamente húmedo, tanto que no pudo evitar desear beber de ese manjar. Retiró suavemente su mano de ahí y decidió colocar su rostro para poder disfrutar completamente de dicho manjar de los dioses. Claudia no pudo contenerse más y un quejido se le escapó, que maravillosa sensación.

Aunque Andrea tenía una vida sexualmente activa con Diego, Claudia era virgen. Ese día ella le entregó a su amada todo lo más valioso que tenía, su cuerpo y su amor. Desafortunadamente, Claudia era una persona muy conservadora y el haber estado con una mujer, el haber mantenido un encuentro lésbico no era algo que la hacía sentirse en paz con ella misma por lo que decidió hablar seriamente con Andrea.

Perdóname Andrea, te amo más que a mi propia vida y creo que siempre lo haré pero no puedo con todo esto, no es correcto, somos dos mujeres, mañana voy a casarme con John y jamás volveré a estar contigo . Dicho esto cogió sus ropas y se metió a la ducha.Andrea se quedó en silencio, sabía que Claudia jamás cambiaría de forma de pensar, que sus prejuicios nunca le permitirían estar juntas así que sólo cayó y decidió enterrar ese amor en algún lugar de su corazón.

La boda de los 4 amigos fue preciosa, los invitados disfrutaron de una amena reunión hasta que las parejas decidieron marcharse a su luna de miel, se fueron al mismo resort en el Caribe por 10 días. John y Diego pensaron que si bien las noches eran para sus esposas, ellos podían pasar momentos divertidos en el mar.

Claudia y John desempacaron esa primera noche y él la tomó como su esposa, ella trató de ser la esposa que John esperaba, amante y complaciente, lamentablemente, Claudia no podía apartar de su mente la imagen de Andrea amándola, su cuerpo tenía los dedos de ella grabados en cada milímetro de piel. John no lo merece , pensó y decidió arrancar a Andrea de sus pensamientos lográndolo con mucha dificultad.

Andrea también tuvo su noche de bodas sólo que a diferencia de John, Diego no tenía expectativas ya que ellos eran pareja desde hace mucho tiempo. Andrea dijo sentirse fatigada por el viaje y le pidió a Diego que la dejara descansar. Diego aprovechó para ir a conocer el resort y también para coquetear con algunas chicas que andaban por ahí.

Esa noche Andrea soñó con Claudia reviviendo cada uno de los instantes que estuvieron juntas y aunque al despertar sabía bien que jamás volvería a ocurrir, no le importaba. Mientras tanto Claudia cumplió medianamente con sus “obligaciones” maritales ya que Andrea venía a sus pensamientos una y otra vez.

Los meses pasaron sin novedad, tanto Claudia como Andrea llevaban una vida familiar tranquila pero siempre buscaban excusas para pasar tiempo juntas aunque jamás tocaran el tema de aquel amanecer en el que se amaron por primera y única vez.

El Proyecto Dalí muy pronto iba a dar su primer fruto, la edificación del complejo iba a ser inaugurado en un par de meses y Claudia ya estaba sintiendo la presión de la responsabilidad. Andrea trató en todo momento de ser su apoyo, su mano derecha, hasta una semana antes de la inauguración en que Claudia se desplomó mientras supervisaban las obras.

Andrea la llevó hasta la clínica donde le confirmaron que Claudia tenía 3 meses de embarazo,  qué noticia más feliz para Andrea, una criatura que sería parte de la persona que más había amado en el mundo pero eso mataba por completo las esperanzas que secretamente escondía Claudia en su corazón, el poder reunirse con su amada Andrea.

Esa semana, John se comportó a la altura, permaneció con su esposa todo el tiempo posible, cuidándola para que ella no tuviera ningún contratiempo y apoyándola con lo de la inauguración.

Andrea tampoco quiso separarse de Claudia a tal punto que se estaba volviendo muy notoria su casi obsesión la cual Diego empezaba a ver con cierta desconfianza. La relación entre ellos comenzaba a volverse muy incómoda frecuentemente discutían por las marcadas ausencias de Andrea en casa con el pretexto de la inauguración y el embarazo de Claudia.

La inauguración se llevó a cabo en el auditorio principal contando con la presencia de grandes personalidades, los artistas más destacados del medio y uno que otro invitado internacional. Claudia, como responsable del Proyecto Dalí fue la encargada de dar el discurso inicial y siendo ella una experta en el tema de dar discursos, todo salió a pedir de boca. Claudia inició su discurso diciendo: Ningún sueño puede volverse realidad si no tenemos a alguien que sueñe con nosotros, nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo incondicional de mi socia y mejor amiga, Andrea. Esto es también para ti.

Por su parte la productora también se pronunció, las palabras estuvieron a cargo del mejor orador que ellos tenían, John. Increíblemente Claudia y John volvían a compartir un escenario pero esta vez siendo marido y mujer.

A la mañana siguiente todos los diarios del país tuvieron como portada la inauguración de este magno evento lo cual enorgulleció grandemente a Claudia quien fue felicitada incluso en la prensa internacional por la infraestructura tan vanguardista. El diseño del campus era sencillamente asombroso.

Ahora que el edificio estaba concluido también la labor de Andrea en el proyecto y al contar con el apoyo de John en la asesoría legal pues ya no había cabida para la joven pareja dentro de la vida laboral de Claudia y John. Andrea se rehusaba a perder contacto con Claudia, a perderla del todo y más aún que el embarazo le traía tantas molestias pero Diego estaba feliz de por fin poder romper lazos con ella.

John consiguió empleo para Diego en la Notaría para la que trabajaba y aunque John se dedicaba de lleno a la productora, se daba tiempo de vez en cuando para reunirse con su amigo. Andrea por su parte estaba sin empleo, y pasaba la mayor parte del tiempo en su computadora conectada a internet, ya se estaba volviendo adicta a este nuevo mundo el cual conseguía que por momentos sacara a Claudia de su mente.

Como el edificio de la escuela de egresados estaba terminado y listo para empezar a funcionar, el trabajo de Claudia consistía únicamente en realizar las convocatorias para las inscripciones que serían sólo de manera online para que ella no tuviera que ir al campus todos los días. En el campus había un grupo de recepcionistas que se encargarían de recibir los documentos de aquellos que se inscribieran previamente en internet, de ese modo siempre habría gente disponible para lo que se ofreciera.

Claudia iba ya por el sexto mes de embarazo y la lejanía de Andrea se le hacía cada vez más difícil de soportar, eso la ponía de mal genio todo el día y el pobre John ya estaba empezando a fastidiarse ante tanto rechazo, sólo esperaba que luego de dar a luz al bebé que tanto deseaban, Claudia volviera a ser la misma mujer dulce y alegre que era.

En la productora, las mujeres no dejaban de asediar a John quien ahora se veía algo descuidado, ido, lo cual presentaba cierto atractivo para algunas mujeres en la oficina. John sólo se dejaba querer ya que sabía que no habría nada serio con ninguna de ellas. Claudia, en casa, sentía que las horas pasaban demasiado lento, era toda una agonía estar ahí metida en una jaula dorada sin poder hacer nada excepto revisar inscripciones y absolver preguntas que a diario llegaban a su e-mail.

Andrea sentía que se asfixiaba en casa sin poder hallar trabajo, Diego se iba todo el día y volvía muy tarde en la noche, la convivencia con él se había vuelto prácticamente nula, ya no tenían ni siquiera intimidad. Él había empezado a reunirse con John y sus “amiguitas” después del trabajo y se perdían por ahí a veces hasta la mañana siguiente alegando que tenían mucho trabajo; uno justificaba al otro ante sus respectivas esposas lo que tanto a Andrea como a Claudia les daba completamente igual.

Andrea tuvo un día la curiosidad de descubrir cómo vivían y pensaban las lesbianas en su país así que decidió inscribirse en una lista de una página web donde todas eran lesbianas o bisexuales, se anotó con el sobrenombre de “Andy” no quiso variar mucho su nombre porque si algún día se le olvidaba algo ese iba a ser un Nick que fácilmente vendría a su cabeza.

Esta lista le había resultado muy interesante pues muchas mujeres escribían contando sus experiencias, cómo salieron del closet, cuán difícil era aceptarse diferente, habían madres gays, en fin, era un mundo completamente surrealista en su opinión pero que le permitió ir aceptando poco a poco lo que su alma gritaba a cada día con más fuerzas. Amaba a un imposible.

La conexión entre Claudia y Andrea aunque difícil de aceptar, era realmente PERFECTA. Ambas pensaban siempre en las mismas cosas, habían aprendido a sentir la una a la otra con tan sólo pensarse. A Claudia le bastaba cerrar los ojos para sentir los brazos de Andrea abrigándola en una tarde de lluvia, del mismo modo Andrea podía sentir un beso tierno al despertar y una voz diciéndole: Lindos Días, Mi Amor.

Esta magia inexplicable se podía sentir mucho más cada día, aunque ellas no se habían vuelto a tocar desde aquella noche de maravillosa entrega, Claudia sentía que Andrea nunca se había apartado de su lado y esa tarde, Claudia sintió la misma curiosidad que Andrea y se inscribió en la misma lista, lo gracioso fue que ella se puso el nick “Arquitecta Mía” pero sintió un miedo repentino y se desconectó de la web.

Al día siguiente como de costumbre Claudia estaba revisando los cientos de correos que a diario le llegaban y tuvo la necesidad de conectarse en la web de la lista y descubrió que había un chat, las integrantes de la lista podían conversar online con otras mujeres si así lo deseaban. Habían cerca de 15 personas conectadas en ese momento pero un nick llamó su atención: Andy. No sabía cómo iniciar el chat para hablar con esa Andy así que prefirió esperar a ver si alguna persona le hablaba primero.

Luna Azul fue la primera persona que entabló conversación con Claudia quien tenía muchísimo temor de que alguien la descubriera así que a cada cosa que le preguntó Luna Azul ella respondió con evasivas o con datos falsos. Luna no fue la única persona que intentó hablarle, luego de casi 2 horas ya había logrado hablar con casi todas las personas que estaban conectadas al chat excepto con Andy.

La curiosidad estaba matando a Claudia, ¿será mi amada Andrea la que está al otro lado del ordenador? ¿Cómo puedo saberlo? Amo tanto a esa mujer que creo verla en todo lugar. Mejor ya me desconecto.

Andrea tenía ya buen rato conectada y al igual que Claudia había evadido a las mujeres que aparentemente se presentaban con el fin de darle la bienvenida y de paso coquetear un poco, todas las listeras se habían presentado ya excepto Arquitecta Mía, Andrea imaginó que esa persona era su adorada Claudia pero luego pensó que ella jamás ingresaría a un grupo de esos por sus estúpidos prejuicios y aunque estuvo tentada a hablar con esa persona luego se arrepintió y se desconectó.

Los días transcurrieron sin novedad para ambas, John y Diego se habían vuelto cómplices de sus amoríos en la oficina, en ocasiones salían en viaje de negocios en compañía de alguna de sus conquistas.

El momento del alumbramiento había llegado y Claudia se encontraba sola en casa puesto que John estaba fuera de la ciudad en uno de sus típicos viajes. Claudia se sentía fatal así que no tuvo más remedio que llamar a Andrea y pedirle su ayuda en ese momento tan difícil.

Andrea tomó su coche y fue a recoger a Claudia para llevarla a la clínica pero cuando llegó a casa de su amada notó que ya se había roto la fuente y que no habría tiempo de llegar a que la atienda un médico así que sólo atinó a llamar al 911 para que viniera alguien a auxiliarla. Claudia moría de dolor y en su desesperación abrazaba fuertemente a Andrea quien intentaba calmarla con pequeñas caricias terapéuticas. El sentir la mano de Andrea acariciando su rostro hacía que Claudia se olvidara por instantes de la situación de parto en la que se encontraba y su mente se trasladaba hasta un lugar mágico en donde sólo había cabida para ella, Andrea y su profundo amor.

Cuando las contracciones hacían a Claudia presa del dolor, ella tomaba la mano de Andrea fuertemente y gritaba: Te Amooooooooo. Andrea sabía bien que esos te quieros eran sólo provocados por la desesperación de Claudia a causa del dolor que sentía pero que jamás admitiría que la amaba tanto como ella lo hacía.

Los médicos llegaron por fin a casa de Claudia y la asistieron hasta que ella trajo al mundo al pequeño más bello que Andrea jamás hubiera visto en su vida. Ese día se prometió a sí misma que aunque el mundo se opusiera, ella no iba perder la oportunidad de ver a ese niño crecer.

Desde que el pequeño James nació todo cambió para John quien decidió dejar de lado sus romances eventuales y se dedicó a pasar más tiempo en casa, Claudia ya ni le llamaba la atención como mujer, lo que ella veía con mucho entusiasmo; la relación marital iba de mal en peor y eso le daba a ella mucha tranquilidad porque no tenía que simular afecto. John se dedicó de lleno a cuidar al bebé en los ratos que tenía libre disputándose constantemente el afecto del pequeño con su “tía Andrea” quien desde que este nació no había dejado de visitar la casa todos los días.

La relación de Andrea y Diego tampoco mejoraba, él pasaba cada vez más tiempo en la calle y ya ni conversaba con su esposa. Andrea estaba pensando seriamente pedirle a Diego el divorcio o al menos el separarse por un tiempo pero también sabía que él era tan machista que jamás lo permitiría.

Claudia seguía permitiendo las visitas de Andrea al pequeño James pero siempre trataba de dejarlos solos porque la sola presencia de ella le movía todo por dentro y ahora debía pensar en su hijo, quería darle la seguridad de un hogar malo que bueno, con papá y mamá aunque entre ellos ya no hubiera amor.

Andrea se mantenía cada vez más distante de su infiel esposo hasta que él optó por rentar un apartamento sólo para él pero le pidió a ella que lo mantuviera en secreto y sólo de ese modo le daría la libertad que ella tanto anhelaba y obviamente él también.

En vista de que John pasaba más tiempo en casa, Claudia se las ingenió para convencerlo de permitirle dictar un par de cursos en el Picasso Institute muy a parte de la labor que tenía en el Proyecto Dalí lo que le tomaba al menos unas 3 horas al día a lo que él no opuso resistencia, al contrario, esas horas resultaban siendo los momentos cuando él disfrutaba más del bebé.

Estaba James por cumplir los cuatro meses cuando John tuvo que salir del país por varios días para arreglar la adquisición de una cadena de televisión extranjera para la productora y aunque él manejaba muy bien los asuntos legales en su país, la legislación en el extranjero era diferente, por tal razón iban a ser necesarias mínimo dos semanas. John le pidió a Andrea que se quedara a acompañar a Claudia esos días ya que no quería que otra persona lo cuidara cada vez que Claudia fuera a trabajar.

Andrea estaba emocionadísima por la oportunidad que la vida le daba de poder compartir esos días con sus dos grandes amores, sin embargo Claudia se sentía muy temerosa de que sus sentimientos por tanto tiempo reprimidos afloraran en cualquier momento por tanto acondicionó una habitación para  Andrea.

La primera noche transcurrió con normalidad, es decir, cada una de las dos se recostó en su respectiva cama e hizo lo mismo que hacía antes de dormir, abrazar su almohada tratando de sentir la compañía de su amada, esa era una rutina para ambas y tal vez el único consuelo que les quedaba de este amor imposible.

El segundo día Claudia se fue a dictar clases y dejó a Andrea al cuidado del bebé, Claudia sabía bien que el bebé no podía estar en mejores manos sin embargo había encontrado la excusa perfecta para cada 30minutos escuchar la voz de su adorada Andrea quien disfrutaba cada llamada como si no existiera nada más bello en el mundo; considerando que Claudia se había encargado de crear barreras entre ellas desde que nació el bebé, la presencia de Andrea en casa era casi un sueño vuelto realidad.

Los días transcurrieron con normalidad excepto la noche número 10, Andrea se había excedido en su alimentación y el estómago le pasó la factura. Claudia notó aquella noche que Andrea iba constantemente al baño lo que le preocupó sobremanera, Andrea le dijo que no se sentía bien pero que ya luego se le pasaba, que iba a tomar unos antiácidos y que con eso bastaba. Claudia se ofreció a prepararle un tecito y llevárselo hasta su habitación. Jamás había tenido la oportunidad de hacer algo por esa niña y lo estaba disfrutando mucho, por su parte Andrea lograba sentir sutilmente cuánto cariño sentían por ella.

Andrea tomó el té y se quedó dormida de inmediato mientras Claudia le hacía un poco de compañía. Se le veía tan frágil, tan linda que Claudia no resistió la tentación de acercarse hasta donde Andrea descansaba. Se sentó a su lado procurando no despertarla y veló sus sueños mientras dulcemente acariciaba sus cabellos largos. Sin darse cuenta quedó presa del sueño y descargó su cuerpo sobre la cama quedando pegada a Andrea.

Cuando amanecía el pequeño James despertó pero sólo Andrea logró oírlo así que fue presurosa a prepararle su lechita y lo hizo dormir. Al volver a su cama notó que Claudia seguía aún dormida y como era sábado y no dictaba clases ese día pues no la despertó. Si tan sólo supieras cuánto te amo y la falta que le haces a mi vida, no me dejarías ir. Andrea abrazó suavemente a Claudia y se quedó dormida nuevamente.

Claro que sé cuánto me amas, amor mío, porque yo te amo con la misma intensidad pero este amor es prohibido, jamás podré dejar a mi familia aunque mi familia también lo seastú. Claudia besó suavemente la mejilla de Andrea quien al sentir esos labios quetantoextrañaba, despertó.

Claudia, déjame amarte como aquella vez que en mis brazos fuiste mujer por primera vez, no me rechaces por favor, te necesito tanto. Un beso bastó para que Claudia derribara todos sus muros, había deseado tanto sentir ese calor, esa pasión y sobretodo, entregar todo ese amor que tenían guardado la una por la otra que ese día se juraron amarse toda la vida y aunque Claudia no quería perder su estabilidad familiar debía ingeniar algo para que Andrea no volviera a salir jamás de su vida.

Diego accedió a divorciarse definitivamente de Andrea ya que últimamente mantenía un apasionado romance con una joven empresaria y esa fue la excusa perfecta para que Andrea decidiera vender su departamento y se fuera a vivir a otra ciudad. Obviamente, dentro de los planes de Claudia estaba el todos creyeran que Andrea había encontrado una muy buena oferta laboral en otra ciudad cuando en realidad viajaría a Europa en dónde lograría conseguir una nueva identidad para ella, Claudia y el bebé; la comunicación entre ellas sería sólo a través del chat donde se habían inscrito hace algún tiempo y que ahora conocían perfectamente al igual que sus pseudónimos.

Claudia debía mantener una vida tranquila y nada sospechosa para John y su empleo pero a escondidas debía reunir todo el dinero posible que sería depositado en una cuenta a nombre de su nueva identidad en el extranjero.

El aniversario de su segundo año de matrimonio estaba muy próximo y Claudia decidió hacer una reunión con muchas personas para que fueran testigos de lo feliz que era su familia. James fue la estrella de la fiesta, ese bebé era todo un muñeco. Todos incluyendo John se quedaron muy contentos por la fiesta, Claudia no perdía el contacto con Andrea la cual tenía todo listo en Europa, sólo faltaba enviar la documentación nueva a Claudia y de ese modo poder salir del país diciendo que era ciudadana española y cuyo esposo la esperaba allá de tal modo que James no necesitara ningún permiso especial para salir del país.

Claudia debía planificar con muchísimo cuidado su huida pero algo la detenía, el gran amor que sentía John por su hijo. Claudia sentía muchísima tristeza cada vez que pensaba en cómo rompería el corazón de John quien a pesar de no haber funcionado como pareja, siempre fue un gran hombre y un padre ejemplar.

John había empezado a sentir que había un misterio en Claudia que no lograba descifrar pero trataba que esto no le quitara el sueño, procuraba disfrutar de su hijo dejando de lado todo lo que no lo hacía feliz.

La decisión de desaparecer con el bebé era demasiado difícil y aunque Andrea cada día le daba ánimos para seguir con el plan, Claudia sentía dentro de sí que no era lo correcto así que decidió contarle a John que se había enamorado de otra persona. John le dijo que por él no se detuviera pero eso sí, que su hijo jamás iba a salir de su casa, que él jamás iba a compartir su amor con otro, que bastante había esperado para que Andrea desapareciera de sus vidas como para que ahora viniera otro a querer robárselo.

John estaba en todo su derecho pero Claudia no imaginaba su vida sin James así como tampoco deseaba permanecer más tiempo alejada de Andrea. Su corazón estaba dividido en dos pero tuvo que decidir porque el tiempo se acortaba así que decidió llevar a cabo su plan.

Claudia le dijo a John que en unos días salía de vacaciones y que deseaba visitar a Andrea porque hacía ya mucho tiempo que no sabía nada de ella pero que no quería viajar sola así que le pidió que la acompañara en el auto sabiendo que John detestaba manejar por mucho rato. Obviamente John le dijo que mejor fueran en avión pero ella le dijo que le tenía pánico a volar que por tanto ella prefería ir en su auto. John aceptó con la condición de que fueran en su camioneta ya que esta era más espaciosa y le daba un poco más de seguridad pero que él debía terminar unos documentos así que él le daría el alcance cerca de la línea distrital cruzando el río y que iría con Diego para que él recogiera su auto mientras ellos se llevaban la camioneta.

Todo cuadraba a la perfección, Claudia tomaría a James e irían a un hotel en donde guardaría todos los documentos para huir del país y del mismo modo contrataría a una niñera por una hora a la que daría datos falsos también. Claudia llegó al río y dejó caer su auto por la parte más honda donde la corriente lo arrastraría hasta el océano y la policía pensaría que a los cuerpos se los habría tragado el mar.

El plan de Claudia funcionó a la perfección, tomó el primer avión hasta España donde la esperaba Andrea, el reencuentro fue sencillo para no llamar la atención pero cuando se encontraron a solas en su nueva casa todo fue sencillamente maravilloso.

El pequeño James creció en compañía de su mamá y la tía Andrea sabiendo que se querían mucho mientras que John no hubo noche en la que no rompiera en llanto al recordar la pérdida tan trágica de su familia, se aferró a lo único que le daba vida, su trabajo.

Claudia y Andrea vivieron su amor profundamente pero el recuerdo de John atormentaba a Claudia cada noche y esa tristeza fue calando su alma cada vez más. Andrea trataba de consolarla y de hacerle entender que era lo correcto pero Claudia sabía bien que había sido una canallada, que no tenía perdón lo que había hecho, había basado su felicidad en la desgracia de otro.

Cuando James fue a la escuela por primera vez sus compañeritos le preguntaron por su papá y él no supo que contestar; al llegar a casa habló con Claudia quien tuvo que decirle que su papá era un hombre muy bueno que lo quiere mucho pero que vive muy pero muy lejos. James le preguntó si algún día iría a verlo y Claudia rompió en llanto. Mami, ¿por qué te pusiste tan triste? ¿También extrañas a papito? , Claudia sólo lo abrazó y le prometió que pronto lo vería de nuevo.

Andrea y Claudia trabajaban para la misma compañía constructora pero en horarios diferentes para poder turnarse el cuidado del pequeño James y ese día al volver a casa notó que Claudia estaba más triste que de costumbre y aunque le preguntó que le ocurría ella prefirió guardar silencio.

A la semana siguiente Claudia compró dos pasajes, llevaría a James a casa y sería la última vez que lo vería. Ella sabía bien que desde ese día jamás volvería a ver a su niño, pero era lo que se merecía por todo el sufrimiento causado a John  durante todos estos años.

Ese día Claudia tomó a James y dejó una carta para Andrea en la que decía: Eres el amor de mi vida… nunca lo dudes… pero es hora de hacer lo correcto aunque esto nos destroce el corazón a las dos. Te Amo con toda mi alma. Claudia. Andrea supo bien lo que Claudia iba a hacer y sólo se quedó en el silencio de su habitación abrazada del pijamita de James.

Cuando Claudia llegó hasta la puerta de John abrazó fuertemente a su pequeño y le pidió que fuera muy fuerte, que ahora le tocaba regalarle mil sonrisas a papá, que bastaba tan sólo cerrar muy fuerte los ojitos para verla y sentirla cerquita, que algún día entendería todo lo que pasaba pero que por ahora recordara simplemente cuanto lo amaba.

James traía en su mano una pequeña nota para John en la que se podía leer: Sé que nada compensa todo el dolor que te he causado por mi egoísmo, ojalá algún día puedas perdonar cada uno de mis errores. Te devuelvo a nuestro hijo, sé que lo harás muy feliz, sólo te pido que cuando lo arropes al dormir le des un beso en mi nombre. Perdóname, Claudia.

Claudia volvió al lado de Andrea y trató se seguir su vida, esta vez sin su amado James y aunque tenía el corazón herido, supo que esta vez, estaba haciendo lo correcto.  Andrea la apoyó aún a pesar de que su corazón lloraba la pérdida de James.

Durante muchísimo tiempo lloraba en silencio al recordar a su mamá, cerraba los ojos muy fuerte y lograba sentirla con ella. En ocasiones lograba soñar con la vida que tenía en España, su mente recorría los caminos ahora tan lejanos, a veces soñaba con la entrada de la casa pero al llegar y ver la puerta cerrada simplemente despertaba y eso le desesperaba porque sentía que los recuerdos de su madre estaban casi borrados con el paso de los años.

A veces Claudia se quedaba en silencio y al igual que James cerraba fuertemente los ojos y lograba sentir el abrazo de su pequeño James. Andrea con todo el amor que le daba jamás pudo reemplazar ese vacío que su hijo había dejado así que sólo la abrazaba.

Un día ya no volvieron a haber más misterios en la vida de Claudia cuyo rostro volvió a sonreír sin querer algunos años más tarde por casualidades de la vida.

John había sido enviado a España a cerrar un contrato millonario pero como no quería separarse del ahora joven James, decidió viajar con él. El primer día tendrían la tarde libre para conocer Madrid pero al día siguiente John estaría todo el día ocupado así que James permanecería en el hotel hasta que su papá llegara.

Como cualquier adolescente, James quería conocer esa ciudad que le traía muchos recuerdos agradables sin saber muy bien por qué ya que él jamás había estado tan lejos de casa, al menos eso era lo que él creía. Ese día decidió salir a caminar por las afueras del hotel y sin querer llegó a una calle que reconoció inmediatamente, la había visto cada noche en sus sueños cuando trataba de recordar a su mamá. Empezó a correr hasta llegar a aquella puerta que nunca lograba abrir en sus sueños, tocó y una hermosa señora le abrió.

Disculpe señora, mi nombre es James, su rostro me parece muy familiar, ¿la conozco de algún lado? Claudia rompió en llanto, no lo podía creer, su niño, su bebé tocaba a su puerta. Señora ¿porqué llora? ¿Me conoce acaso usted? Claudia le dijo: Cada vez que cierro muy fuerte mis ojos te veo aquí, te siento aquí. No había terminado Claudia de hablar cuando James la abrazó: Mamá, eres tú! Cuánto soñé con volverte a abrazar, Te Amo Mamita.

James y Claudia entraron a la casa y para él fue tal y cómo la recordaba en su mente. Claudia le explicó todo lo que había ocurrido, James a pesar de su corta edad entendió perfectamente las razones de su madre y jamás la condenó al contrario, le prometió hablar esa noche con su padre y explicarle todo, de ese modo tratar de que ellos lograran hacer las paces después de tanto tiempo.

Cuando Andrea llegó de trabajar encontró a una Claudia radiante de felicidad, hacía mil años que no la veía así y le preguntó qué había ocurrido en su ausencia. Mi hijo, mi James, es tan hermoso. Andrea la abrazó como cada día en que sentía que Claudia perdía la cordura sólo que esta vez Claudia replicó: No comprendes mi amor, James estuvo aquí, tocó a mi puerta y me dijo que me amaba.

Andrea creyó que Claudia definitivamente había enloquecido cuando Claudia tomándola de las manos le contó todo lo que había ocurrido; Andrea estaba tan feliz eilusionadapero a la vez tenía temor de la reacción de John al encontrarlas después del daño que ambas le hicieron.

Esa noche cuando John volvió al hotel James le preguntó por su madre y aunque no era la primera vez que lo hacía esta vez James no estaba dispuesto a aceptar una evasiva de su parte. Papá, ¿qué ocurrió con mi mamá?

Tu mamá fue una mujer maravillosa tal vez aún lo sea pero se enamoró y por culpa de ese amor cometió algunos errores, dijo John.

Pero papá, ¿tú la odias?

No James, ella ha sido la única mujer que realmente he amado, lamentablemente, no la supe querer como ella esperaba, la descuidé, hice lo que la mayoría de los hombres hacen, le fui infiel muchas veces y sin quererlo maté el amor que sentía por mí. John había abierto por fin su corazón y se sentí muy tranquilo ahora.

Papá, si yo te pidiera que la viéramos, que me dejaras vivir también con ella ¿tú lo aceptarías?

James, ella me dio los 2 mejores regalos que he recibido en mi vida: le dio vida al mejor hijo del mundo y me devolvió la vida al traerte nuevamente conmigo… jamás la he odiado, al contrario le estoy inmensamente agradecido.

Esa noche James le contó a su padre todo lo que había ocurrido unas horas antes y John le pidió que lo llevara a verla. James le dijo que mejor esperaran hasta el día siguiente.

John no pudo conciliar el sueño aquella noche, tenía mucho temor de enfrentar a Claudia pero a la vez deseaba hacer las paces definitivamente con ella.

A penas amaneció James llevó a su papá a comprar algunas cosas para tomar desayuno con su madre quien al verlo llegar con John se impactó. Andrea no sabía qué hacer ni qué decir, abrazó al pequeño James quien la reconoció de inmediato y le gritó: Tía, Tía Andrea cuánto te extrañé.

John y Claudia fueron a la habitación y hablaron durante mucho tiempo, ella le pidió perdón por todo el dolor causado, le dijo que todo lo había hecho por amor pero que esa no era excusa y por tanto le suplicó nuevamente le disculpara cada error cometido. John también le pidió perdón y le dijo que quería que volvieran juntos a su país, los cuatro, que juntos aprenderían a ser una familia, que dejaran atrás todo el dolor y que le regalaran a James la felicidad de estar con su papá, su mamá y la tía que tanto quería.

Claudia aceptó encantada pero no sabía la reacción de Andrea ante la propuesta así que John le dijo que le permitiera hablar con ella a solas. Andrea tenía mucho miedo de lo que John pudiera increparle ya que ella no sabía lo que Claudia y él habían conversado. Claudia le dijo: Ahora todo estará bien, te lo prometo . Diciendo esto Andrea entró y conversó con John quien fue muy amable a pesar de todo.

Andrea, yo no entiendo bien la relación de ustedes, hasta me parece desagradable pero por mi hijo te prometo que aprenderé a quererte como parte de mi familia . John sabía cuán difícil iba a ser la convivencia pero también sabía que valía la pena el esfuerzo.

Nadie fue más feliz que James, su nueva familia era aún mejor de lo que él alguna vez anheló y el misterio de Claudia pasó a ser sencillamente… El Amor.