El milagro

Mi nombre es Priscilla y quisiera contarles como fue la primera vez que otra persona me encontró por primera vez convertida en una chica.

  • ¡ ¡No lo puedo creer funciono!! Fue lo primero que paso por mi cabeza al mirarme en el espejo.

Me encontraba completamente desnudo frente al espejo de cuerpo entero en mi habitación, eran casi las 10 de la mañana, el fuerte sol teñía la habitación de un palito color celeste chocar con las cortinas azules.

  • ¡ ¡Uff, estoy buenísima !! Dije en voz alta mientras mordía mi labio inferior y comenzaba a posar frente al espejo, primero de perfil, luego levantando el culto y curvando la espalda para resaltarlo.

El espejo me devolvió la figura de la que para cualquiera seria una adolescente de 18 años, completamente desnuda, con la piel blanca, sin llegar a ser pálida, una cola que muchas envidiarían tanto por su redondez como por su firmeza, mis muslos lucían deliciosos en esa posición y lo que me tenia más encantado era que ahora en mi pecho comenzaban a aparecer unos tiernos pechos, si bien eran unos pequeños mónteles que se levantaban se veían completamente armoniosos en mi cuerpo. Mi cabello hasta los hombros lucia radiante.

No podía creer que con solo una semana de usar esa bendita crema ya lucia unos que pechos que seria imposible disimular sin ayuda, completamente en punta y coronados por unos peones rosados que al rosarlos con mis manos me enviaron un escalofrío por todo el cuerpo, fue como si un rayo me recorriera de pies a cabezas. No pude evitar gemir.

Y es que ahora mis peones se habían vuelto super sensibles, todo gracias a esa crema que había visto en esa pagina china de ventas por internet. Aun que siempre dude de los beneficios que prometía no pude resistirme a comprarla, si bien la genética y las incontables rutinas de ejercicios para muslos, abdomen y glúteos que había seguido por YouTube, me habían brindado un cuerpo más que armonioso y estilizado, los pechos siempre habían sido algo con lo que soñaba.

Quién diría que funcionaria y en menos de unos semana los resultados eran completamente evidentes. Sin pensar en nada más fui al fondo de mi armario donde guardaba una maleta de viaje con seguro, la puse sobre la cama y delicadamente gire las rueditas del seguro, primero 0, luego 6 y por ultimo 9.

  • ¡¡CLICK!! -

El característico sonido lleno todo el espacio y cuando la maleta se abrió por la inercia no pude sino aguantar la respiración al ver todas esas delicadas prendas de maravillosos colores que me hacían suspirar. Este era mi tesoro, todo lo había acumulado a lo largo de mis tiernos 18 años, debo agradecer el haber nacido en una época en que el internet te permitía pedir lo que quisieras sin tener que moverte de tu cuarto.

Si no fuera así, solo habría tenido que conformarme con las pocas cosas que podía encontrar en el armario de mi madre, una mujer de 62 años, viuda y con una profunda obsesión con la religión y su moral. La vida me había dado el “privilegio” de ser hijo único y con eso me condeno a no poder compartir los gustos y aprender en conjunto con una hermana.

Rápidamente deseche esos pensamientos y me concentre en lo que tenia ante mí, busque en el fondo de la maleta, mi mano tanteo, hasta que saque un precioso sujetador color salmón, los encajes en los costados de diminutas flores y su media copa lo habían transformado en mi favorito lamentablemente nuca había tenido con que rellenarlo y el uso de rellenos falsos siempre me pareció algo deprimente.

Ademas tome una tanguita de delicado algodón, de un rosa pastel todo eso decorado por un coqueto lazo de cinta rosa en el frente. Otra vez frente al espejo comencé por la tanga, la deslice entre mis piernas, la sentía rosar suavemente mis muslos y antes de acabar tuve que tomar y jalarlo hacia atrás como había aprendido. Pronto la tanguita comenzó a abrir mis nalgas, las cuales la recibieron sin reclamo. Pronto estaba en su lugar por delante marcando unos labios que invitaban al pecado y atrás contorneando un culo que parecía un corazón frente al espejo.

Sin perder más tiempo tome el sujetador acomodándolo sobre mis pechos que ahora tenían el tamaño de una naranja, lleve mis manos a mi espalda para cerrarlo con algo de esfuerzo, cuando por fin lo conseguí, subí los tirantes a mis hombros, sentía ahora como esa delicada prenda cubría y sostenía mis pechos, mis pezones duros como Pieras se rosaban con la delicada tela y me hacían estremecer.

Por fin me mire otra vez en el espejo, casi no podía creerlo, se que para algunos podría no significar nada, pero para mi era la puerta a un nuevo mundo, nunca me había sentido con plena confianza de mi imagen, pero ahora era diferente, me veía completa, me sentía segura. Mis pechos ahora más juntos formando un pequeño canal me coronaban como un hermosa adolescente de 18 años, parada frente al espejo de su cuarto en ropa interior modelando para si misma.

Sin pensador tome mi iPhone, que estaba sobre el escritorio y comencé a hacerme algunas fotos en distintas pose, cuando la espalda, apretando mis pechos entre mis brazos y enseñando la cola, también sacando la lengua.

Volvi a mi pequeño tesoro, busque dentro de la maleta y tome unas calzas deportivas negras con unas franja al costado de color lila, se ajustaron a mis piernas como una segunda piel su material elástico hacia que se trasparentaran un poco al estirarse sobre mis muslos gruesos, luego complete el outfit con un camiseta de algodón blanco corta que dejaba todo mi abdomen al aire el cual estaba plano y sin bellos. La camiseta tenia el detalle de la palabra pink en pequeñas piedras.

Ahora quedaba levantada sobre mi abdomen gracias a mis senos que formaban un relieve muy coqueto. Decidida a terminar lo que había empezado fui al cuarto de mi madre y me senté frente a su tocador, era lo único que envidiaba de ella, busque en mi iPhone uno de los tantos tutoriales que ya había seguido antes para comenzar a maquillarme, una suave base correctora, delineado de los ojos y cejas, luego alargador de pestañas, un bálsamo para aumentar el grosor de los labios y un toque de brillo, quería verme natural. Por ultimo cepille y ate mi cabello en una cola alta.

  • ¡¡Estoy buenísima!! Me repetí otra vez, es la imagen que ya muchas veces me había devuelto el espejo pero hoy algo era distinto, podía sentirlo.

Perdida como estaba en mis pensamientos, el sonido del timbre me despertó, me asome con cuidado por la ventana del cuarto de mi madre que daba hacia la entrada principal y vi como el cartero miraba a la casa y cuando se percato de mi presencia hizo levanto su mano enseñando algunas cartas para que yo bajara.

  • Dios, estoy jodida , pense mientras me dejaba caer sobre la cama. Podía sentir mi corazón saltar dentro de mi pecho, me mordí el labio inferior.

Hoy no era el día para esconderme, me incorpore de la cama y camine decidida a la escalera, comencé a bajar, podía sentir en cada escalón como la gravedad jugaba con mis pechos y el sujetador hacia su trabajo devolviéndolos a su lugar, e rose de mis muslos comenzó a acalorarme nunca creo que bajar una escalera fuera así de excitante.

Fueron los 14 escalones mas largos de mi vida, estaba asustada y exitada en partes iguales, incluso podría jurar que sentía húmedo entre los muslos, ademas de mis pezones que parecían querer reventar el sujetador, se podían otras travez de la suave camiseta.

Miraba mis manos sujetando el pomo de la puerta mis largos dedos, mis uñas pintada de nacar, lo gire y la luz del sol me encandiló un segundo, entrecerré los ojos y salí al jardín, camine como un condenado sin mirar a los lados, la cabeza algo gacha,

  • Señorita, traigo algunas cartas para don David…, dijo el cartero, cuando levante la cabeza para mirarlo, note como sus ojos iban desde mi cadera, pasan por mi cintura y subían hasta mis pechos q se balanceaban al caminar.

  • Yo, yo… titubee sin saber qué responder, mientras lo miraba confundida, el extendió el brazo y me tenido las cartas, las tome por reflejo y mi mano rozo sus dedos. Fue como si un látigo me diera en la espalda, casi suelto un gemido.

Verme ahí en el jardín de mi casa, convertido completamente en chica, recibiendo las cartas con und desconocido recorriendo de arriba abajo, creo que tuve un orgasmo.

Solo tome los sobres, le di las gracias y me voltee para entrar en mi casa, antes de entrar y sin saber por que me voltee a ver al hombre, que seguía clavado frente al jardín mirándome con todo el descaro el culo, solo me mordí el labio inferior y cerré la puerta tras de mi.

Muchas gracias por leer, me encantaría que me dejaran algún comentario, este es mi primer relato y me gustaría seguir aprendiendo.