El metro
Fué en mis vacaciones de fin de año.
Esto paso en las vacaciones de fin de año. Para empezar debo decir que tengo 26 años, además de ser de contextura delgada, no me considero guapo, más bien soy 'normal' diría yo. Algo común a través de mi vida ha sido la calentura sexual que poseo, es decir, listo para cualquier momento fogoso, a menos que esté enamorado, (jajaja). Bueno, en las vacaciones de fin de año hice un viaje a la ciudad de México y como es habitual tuve que tomar el metro (es tipo tren ligero) para ir a ver a mis primos. Eran como las 10 de la mañana del jueves antes de navidad. Y como siempre el metro estaba hasta el tope de gente. Me subí en la estación Tacaba, que es algo transitada, y me coloque en una esquina. La gente en la siguiente parada lleno el vagón quedando de espaldas a mí una chavita de unos 20 años, calculaba yo pero después supe su edad.
Un poquito bajita que yo, no muy delgada, pero con el cuerpo bien formado, puse mis manos a los lados de mi cuerpo tratando de no pegarme mucho a ella, pero en cada movimiento del vagón me iba acercando más a ella, me pegaba más y más, y con el trayecto me iba sobando disimuladamente, pero cual fue mi sorpresa que ella comenzó a hacerse hacia atrás como pegándose a mi también, y sentía como con sus nalgas comenzaba a apretar, yo no lo podía creer, estaba ante una chica que le gustaba el momento aquel. Es asi que el vagón estaba cada vez más repleto y yo estaba a punto de explotar al sentir como me apretaba mi pene con sus nalgas, y se interponía entre nosotros solo nuestros pantalones, y yo ya empezaba a mojarme, seguíamos en eso, cada ves más descaradamente, hasta que ella comenzó a avanzar para bajar del carro, yo me decidí a seguirla empujado por la excitación.
Es así como cuando ya afuera del vagón, me acerco y le pregunto la hora, y decirle hacia donde iba, ella me contestó muy amigablemente, pero noté un sonrojo en su cara, creo que sabía que era yo el tipo que le había estado apretando el pene entre sus nalgas.
Ella me contó que se llamaba Rebeca, que iba hacia el centro, le insinué que por que no me enseñaba el centro, ya que no conocía el lugar, algo que era mentira ya que yo viví en la ciudad hace algunos años. Ella sonrió y me dijo que la verdad que sería divertido, es así que nos fuimos a pasear por todo el centro de la ciudad, siendo las 11 de la mañana más o menos, cuando estábamos conversando de cosas que la verdad ni recuerdo, yo no dejaba de pensar en como hablar de lo del metro, decirle que ella me excitaba.
Entonces ella me dice que por que no nos vamos a ver una película en unas cabinas de videos que hay por el centro, me dijo que son de esos lugares donde uno entra a ver una película en un cuarto para dos o tres personas, son raros pero existen. Estando caminando hacia el sitio, le conté que tenia 26 años, que no tenía novia, ella me dijo que tenía 18 y que tampoco tenía enamorado, llegamos al sitio, pedimos un video de una película romántica que duraba 2 horas, ya adentro me sorprendió el lugar, era un cuartito con una tele, un pequeño mueble para 4 personas a lo mucho, bastante íntimo. Ni bien el tipo del video nos puso la peli cerramos la puerta con cerrojo, entonces fue cuando me acerqué de a pocos hacía su costado, y comencé a decirle que era bastante bonita, y muchas cosas más, ella se reía, yo le pregunté si ella era siempre tan sonriente, a lo que me dijo que no, y fue cuando empecé a hacerle cosquillas en su estómago y brazos, ella comenzó a reír y a hacerme lo mismo, y fue así que en el juego yo estaba encima de ella y empecé a besarla y a tocarla más de lo que en el juego lo había echo, ella comenzó a tocarme por encima de mi pantalón, estaba que explotaba, puse el volumen de la peli al máximo y empecé a besarla por todo su cuerpo, sacando a cada paso las prendas que impedían mi camino, hasta que llegué a su vagina, le desabroché el pantalón, se lo bajé un poquito y su calzoncito blanco también lo bajé, noté que estaba un poco húmedo, y por pura excitación empecé a besar su sexo, la excitación era dueña de mi, empecé a tocarle con mis dedos su vagina, con mi lengua recorría toda la frontera de su vagina, y en un momento ella comenzó a agarrar mi mano y guiarla hacia la parte superior de su vagina, diciéndome entre jadeos que le bese allí, y que le meta mis dedos lo más profundo que pueda a la vez, eso me puso a mil, no me importaba estar ensuciando mi pantalón, pues estaba arrodillado en el piso y ella sentada al borde del mueble.
Seguí con mi trabajo de menear mi lengua en su clítoris, que dicho sea de paso estaba bastante inflamado, mis dedos entraban y salían de su vagina cada vez más empapados, entonces decidí que era hora de penetrarla, así que mientras comenzaba a subir mi cabeza besando sus hermosas tetas medianas, pero con unas aureolas bastante marrones y grandes, comencé a bajar mis pantalones, quedándome desnudo de la cintura para abajo, ella, ayudada solo por sus pies, se zafó de sus pantalones y calzones también. Coloqué mi pene en la entrada de su cueva y ella me dijo que me guiaría, agarrando mi pene comenzó a frotárselo por su clítoris primero, y luego me lo puso en la entrada de aquella deliciosa cueva, sentí el más profundo calor en mi pene, además de eso demoró un poco en entrar, estaba algo estrechita su vaginita..
Al ver su rostro, sonrojado por la excitación, hermoso por la euforia, y además de eso con un gesto de dolor mezclado con placer a cada centímetro que mi pene la penetraba empecé a besarla, a decirle que en el vagón me arrechó mucho, ella me contestaba con jadeos y apretando mi pene contra su vagina, yo empecé a menearme suavemente una vez dentro de ella, le quite su ropa que aún le quedaba, le besaba sus tetas una y otra vez, ella me jalaba mis cabellos, sentía como mis bolas estaban empapadas de su líquido. Le susurré al oído que cambiemos de posición, ella asintió con la cabeza. Saqué mi pene totalmente mojado, ella se volteó y se puso en cuatro apoyándose en el mueble, me dijo que mi pene era grandote, y que no me apure demasiado, ya que podía hacerle daño, yo sonreí solamente, estaba excitadísimo, pensando si era verdad lo que pasaba. Al penetrarla en esa posición, le podía ver su culito, redondo y blanquito, comencé a acariciar sus nalgas, a abrirlas de vez en cuando, mientras ella me empujaba hacia atrás cuando yo hacía mis movimientos.
Estaba tan excitado que comencé a abrir los cachetes de sus nalgas ya sin reparos, le acariciaba con un dedito su ano, ella con su mano apartaba mi mano de aquello, diciéndome que no, pero su negativa era tan excitante, que a mi no me importaba. Ella entonces se desprendió de mi, me dijo que me sentara y que ella se sentaría en mi, así lo hizo, me decía que para ser flaco tenía un palo riquísimo, en aquella posición ella tenía toda la batuta, se movía como quería, y yo tenía sus tetas para besarlas y sobarlas a mi antojo, cada vez que ella sentía que yo iba a terminar paraba y me decía que aguantara, y que no termine dentro de ella. Llegó un momento en el cual ella comenzó a moverse como una loca, y sentí un flujo caliente que mojaba mis bolas, no aguanté más y le dije que acabaría, a lo cual ella se paró, y comenzó a sobar mi pene con sus manos, haciéndome terminar en sus pechos, fue algo alucinante aquello.
Los dos estábamos rendidos, y había pasado como unos 40 minutos recién, es decir, aún teníamos más de una hora, ella se recostó en mi pecho, me dijo que le gustaba y que en el vagón yo la había excitado. Yo al verla cansada, sudorosa, aprecié mejor sus formas de su rostro, no era una miss mundo, pero tenía su gracia, era simpática, cabello negro, lacio y largo, sus ojos era marrones y grandes. En el fondo me parecía gracioso recién percatarme de aquellos detalles. Ella me decía que le daba un poco de vergüenza lo que pasó, pero que fue riquísimo. Estábamos así, callados, pero aún sin vestirnos, ella se limpió sus pechos con un poco de papel higiénico que yo tenía.
Pasarían unos 20 minutos, y ya estábamos tocándonos ambos de nuevo, pero yo ya estaba con la idea de penetrar su culito, es que era un culito riquísimo, protuberante, redondo, blanco, y su ano era algo que me atraía. En medio de nuestras caricias yo le sobaba sus nalgas, ella comenzó a frotar mi pene, pero no me lo chupaba, hasta que en un momento comenzó primero dándole besito, para luego chupar, para mi fue lo máximo, yo aproveché eso para ponerme en una posición que me permitía besar su sexo, se alocaba cuando le succionaba su clítoris, y allí aprovechaba para tratar de meter mi dedo en su ano, ella no se dejaba, pero tampoco dejaba de chupar mi verga, eso era un buen síntoma. Mi grado de excitación fue subiendo gradualmente, a tal punto que decidí besar su clítoris, pero alternadamente meter mi lengua (o intentar) en su ano, y mis dedos jugaban un papel importante en eso también. Ella, poco a poco, fue aceptando mi perversión, hasta que dejó de chupar mi pene para decirme que no aguantaba más y que quería ser penetrada de nuevo, me senté y ella comenzó a cabalgarme de nuevo, se movía rápidamente, yo me sorprendía ya que me quedaban fuerzas y no me venía aún.
Mientras ella se movía de arriba hacia abajo, mi boca chupaba sus senos, los lamía y mis manos jugueteaban con sus nalgas, separándolas y metiendo mi dedito a cada subida y bajada de ella, Rebeca ya no se quejaba de eso, creo que le agarró el gusto, en eso en una de sus vaivenes verticales dirigí mi pene un poquito más hacia su ano, y pummm, ella se quedó quietecita, con la punta de mi pene tocando la entrada de su ano, escasamente dilatado, vi su rostro, estaba con los ojos cerrados como pensándolo, se le notaba agitada, y para mi sorpresa comenzó a bajar lentamente, haciendo gestos de dolor, mi pene estaba siendo aprisionado por su ano, era una sensación muy apretada, mi pene estaba mojadísimo por los líquidos de ella, ya que fácilmente Rebeca habrá tenido un par de orgasmos antes de romper su culito. Al ver su rostro de dolor, su boquita abierta enseñándome sus blancos dientes no me aguanté y la besé, así, y mi pene entró casi por completo, ella me correspondió a mi beso, y eso me gustó mucho, no aguanté más y acabé dentro de ella, así, besándonos y mordisqueándonos, fue un cuadro muy excitante.
Nos quedamos así, abrazados, con mi pene dentro de su ano, pero ya no tan vigoroso como antes, hasta que vimos que nos quedaban 20 minutos para que acabe la película, saqué más papel, nos limpiamos, nos vestimos, y esperamos que terminara la película, que ni la vimos, mientras intercambiábamos teléfonos, y besándonos a cada instante. Luego de salir, avergonzados pues nos parecía que el dueño sabía lo que habíamos hecho, nos fuimos a comer algo y luego la acompañé a la estación del metro, y me fui a casa de mis primos, muy alegre, dispuesto a llamarla en la noche y encontrarnos en el metro de nuevo.