El metro

Como fui seducido en el metro por una mujer, consiguiendo que fuera infiel a mi mujer.

EL METRO

Todos los días me la cruzaba en el metro. Cogíamos la misma línea en estaciones diferentes, ella entraba después, en mi mismo vagón el segundo y siempre la observaba, tan bonita y joven. Sabía que era una tontería porque yo ya tengo mi vida montada con mi familia, y ella ¿cuántos años podría tener? ¿Entre 20 y 25?. Era bastante normal en cuanto estatura 1,65 más o menos, estilizada con un cuerpo deportista. Unos ojos negros y melena a juego, y lo más importante esa sonrisa juvenil y despreocupada.

Yo no leo en el metro, no porque no me guste, sino por no llevar el libro luego todo el día cargado por ahí, por lo que me dedico a observar a las personas que van en él. Todas calladas, cada una con su mundo en la cabeza, quien sabe que, los hijos, el trabajo, la noche anterior... Cada persona una realidad diferente y todas juntas sin ningún tipo de interconexión. Siempre he pensado que es un fenómeno extraño, si fuéramos algún otro tipo de animal no racional tendríamos algún tipo de interacción entre nosotros al estar todos tan cerca unos de otros. Y no hablemos de las horas punta que la distancia que te separa de otra persona es más corta que la que tendrás con muchas personas que te relacionas en el trabajo y sin embargo no sabrás nada de la persona de al lado y no volverás a verla posiblemente.

Por esto a mí me gusta observar a la gente, pensar en como serán sus vidas, mirar su rostro y su expresión que suele hablar por ellos. Así fue como me fije en ella. Su belleza me llamó la atención y sobre todo su sonrisa, su juventud. Estuve observando varios días, y cada día me gustaba más, empecé a pensar que no era normal, sobre todo el primer día que ella no fue, yo me fui triste y de mal humor al trabajo. –Esto tiene que parar, es una chiquilla y estoy casado- me decía y al siguiente día no cogía el vagón que ella solía coger. Aguantaba dos días.

Me estaba comportando como en uno de los perros de Paulov, cada vez que la veía mi espíritu se alegraba. Todo cambió un lunes, lo recuerdo muy bien, había huelga de autobuses. Cuando vino el metro estaba a reventar y todos a una desde el andén a empujar para hacernos hueco. Con tan buena suerte, o mala según se vea, que en su estación ella fue a parar pegada a mí. Al principio no me di cuenta, me puse a buscarla con la mirada y no la vi, hasta que la persona que tenía delante se movió y le preste atención, era ella, pegada a mí, su espalda contra mi pecho y su culo contra mí.

No pude evitar que mi cuerpo reaccionara, estaba sintiendo todo su cuerpo y aspirando su olor. Estaba abochornado pues se tenía que estar dando cuenta, estaba empalmado y mi erección estaba pegada a su culo. Tarde un rato en reaccionar, pues estaba extasiado, pero lógicamente reaccioné e intenté apartar mis caderas para que no lo notara. Pero cual fue mi sorpresa cuando después de haberme retirado un poco, ella acercó su culo a mí e incluso se apretó mas contra mi polla. Estaba anonadado y con la polla a punto de estallar, hacía tiempo que no tenía una erección tan fuerte. Poco a poco ella empezó a mover su culo, frotándose contra mi polla, no pude evitar suspirar y que se me escapara un pequeño gemido. Mis manos se fueron hacia sus caderas, la oí suspirar, estaba totalmente ruborizada por su excitación.

Pasaron bastantes paradas, pero aunque bajaba gente ella no se despegaba de mí, hasta que de repente se separó de golpe, no se había dado cuenta que era su parada. Justo poco antes de salir, se volvió y me sonrió.

Me quedé en el vagón, con unas ganas que no me tenía, pero sobre todo muy confundido. A la noche cuando llegué a casa hice el amor con mi mujer pero en mi cabeza estaba solamente la chica del metro. Hacía mucho que no tenía un polvo tan salvaje con mi mujer.

Pasaron varios días, no quería montar en su vagón, pues mi conciencia no me dejaba. Yo estaba deseando volver a verla, pero tenía la cabeza completamente liada. Hasta que un día en su parada me llegó su olor, y ya su olor solamente hizo que mi cuerpo medio reaccionara. Levanté la vista y al verla entrar, mi cuerpo termino de reaccionar. Iba impresionante, con una minifalda y unas sandalias de tacón que dejaban a la vista sus hermosas piernas, morenas, estilizadas. Por encima llevaba una camiseta de tirantes ajustada, que oprimía sus pechos de tal forma que se notaba que no llevaba sujetador.

Fue directamente a sentarse en frente mío, o no se acordaba de mí o hizo como si no me conociera, lo que me dejo helado y triste. Cruzó las piernas, apoyó la carpeta encima de ellas y sacó un libro para leer. En seguida distinguí el libro, era de la sonrisa vertical, un libro erótico. Eso me hizo sonreír –Es increíble- pensé.

Seguí observándola, mejor dicho deleitándome en su belleza, de repente me di cuenta como marcaban sus pezones en su camiseta, era increíble pedían salir a gritos. Mi polla reaccionó al instante. Seguí observando y notaba como respiraba mucho más aceleradamente y tenía la cara sonrojada por la excitación. Descruzó las piernas y se retorció un poco en el sitio, las abrió y cerró un par de veces como si quisiera rozarse. Así delante de mí con las piernas ligeramente abiertas me dejaba ver sus muslos hasta casi podía entre ver su coñito, -Su coño!- me di cuenta, no llevaba braguitas, me estaba dejando ver su monte de venus, que brillaba debido a su humedad. Eso hizo que yo me retorciera en mi sitio, pues no podía agarrarme la polla y estaba pidiéndomelo a gritos.

De pronto dejo de leer, bajo el libro y sus manos las posó encima de su carpeta. A la par me miraba directamente a los ojos, de tal forma que me sentía devorado con la mirada, en ese momento sentía que estábamos solo los dos. Abrió un poco más las piernas para dejarme mejor vista de su deseado coñito. Me puse tenso cuando noté que metía una mano por debajo de su carpeta y aparecieron sus dedos en su coño, abriéndolo y enseñándolo todo rosado y humedecido. Me tensé y me di cuenta que había gente alrededor, levanté la cabeza y miré. Parecía que nadie se había dado cuenta, me pareció ver alguna mirada de soslayo, pero ya no le hice caso. Me centré en ella estaba impresionante, estaba seria intentando disimular, pero si observabas más detenidamente notabas, su respiración acelerada, los pezones completamente hinchados, y sobre todo su mirada de hembra y como se mordía el labio a veces para no dejar escapar un gemido. Mientras tanto su mano hacía maravillas en su coño, creo que de seguir una parada más se hubiera corrido enseguida, pero de repente levantó la cabeza y vio su parada. Se levantó y salió sin dejar de mirarme como una hembra en celo. Yo estaba excitadísimo, pero mis tabúes me impedían ir detrás de ella, pero cuando estaba ya volviéndose para irse vi el brillo de una gota de flujo que resbalaba por su pierna y eso fue la gota que colmó el vaso.

Salí detrás y me abalancé sobre ella. La agarré por detrás y la mordí ansiosamente en el cuello.

-Siiiii....- La oí suspirar

Se volvió y nos fundimos en un beso, profundo, húmedo y ansioso. Estuvimos unos minutos comiéndonos, que si no me para ella hubiéramos hecho el amor allí mismo. Me separó y me susurró al oído –sígueme...- Me agarró de la mano y me fue llevando como si fuera una vampiresa y yo su victima, completamente hipnotizado por su belleza. Había perdido toda mi capacidad de resistencia y solamente podía hacer lo que ella me pidiera.

Entramos en una tienda de colchones y de ropa de cama que ella abrió y posteriormente cerró. Me llevó hasta una cama que había en el fondo, que aunque con las luces apagadas no se veía bien, si alguien quisiera asomarse entre la verja de seguridad, nos habría visto claramente. Pero me daba igual.

Se sentó en la cama y con las piernas entre abiertas, todavía algo jadeante me dijo.

-Ven a por tu premio-

No le hice esperar, me lance y hundí mi cara entre sus piernas. Mi polla estuvo a punto de estallar cuando me llegó el olor embriagador de su flujo vaginal. Pose mi lengua en su coño.

-siiii....- suspiró

Empecé a lamerle despacio y poco a poco todo su coño de arriba abajo, ella cerró sus piernas sobre mis hombros, mientras apretaba con las caderas como si quisiera ahogarme con su flujo vaginal.

-sigue... sigue...- me susurraba.

Poco a poco fui aumentando el ritmo, cuando ya notaba que estaba a punto de correrse, me apartó y me empujo contra el suelo. Se puso en pie a mi lado, estaba como una diosa y me miró jadeando, se agachó hacia mí, desabrochó mis pantalones y me los bajo liberando mi polla de su opresión.

-Esta va a ser mía- dijo mientras se relamía.

Se puso con una pierna a cada lado de mí y fue agachándose mientras yo estaba a la expectativa, cuando llegó con el coño hasta la cabeza de mi polla, la agarró con su mano y se frotó el coño con ella, deleitándose del momento.

-ummm.... quieres entrar?- me decía mientras se relamía.

-Si por favor...- Supliqué, si seguía así me iba a correr.

Empezó a metersela, poco a poco saboreando como mi polla tan dura como el hierro de la excitación iba abriendo sus carnes.

-me encanta... me encanta- decía, mientras iba entrando.

Notaba como toda su vagina se amoldaba a mi polla poco a poco, estaba siendo absorbido en su caverna, humeda y cálida y esta sensación era impresionante. Le gustó tanto la sensación que volvió a salirse y a entrar despacio, yo me alcé y cuando estaba yo dentro de ella, tiré de su camiseta hacia arriba, dejando a la vista sus pechos tersos y sus pezones rosados enormes y me los metí en la boca. Note como flaqueaba y empezaba a perder el control, yo seguí mordisqueándolos mientras ella se seguía moviendo encima mío, cada vez más acelerada.

-Follame....follame... follame..- me espoleaba mientras perdía el control de sus caderas.

-Tómala zorra!- Le gritaba mientras empujaba con fuerza

Estaba a punto de correrme cuando oí que gritaba

-Siiiii....- con voz ronca

Eso hizo que yo también me corriera de forma inmediata, se estuvo corriendo durante unos cinco minutos mientras gritaba

-Me encanta.... es maravilloso-

Y me iba secando poco a poco mis huevos y todas las ganas acumuladas. Acabamos y nos recostamos los dos juntos, nos quedamos adormecidos, hasta que me desperté y me encontré a una compañera suya de trabajo mirándonos y sonriendo.

-¿Ha estado bien?- Preguntó mientras me miraba el cuerpo de una forma que me puso algo nervioso.

Nos vestimos algo abochornados y salí acelerado de la tienda. Había sido la primera vez que engañaba a mi mujer y lo peor, me había encantado.