El metro

El transporte publico las apreturas estrecheces y la hora punta que vamos como sardinas en lata.

EL METRO

¿Alguna vez habéis creído estar en el cielo? Yo creo que si, pero si no es así, lo he estado tocando con las yemas de los dedos. Por que si no como os referiríais esto. Trabajo en Madrid y por motivos varios, me desplazo a mi trabajo en trasporte público. Y, más en concreto en metro. Suelo tardar más o menos dos horas en llegar a mi trabajo y más de la mitad la empleo en trasbordos en el metro y en viejecitos en sus vagones. En una de las líneas me chupo mas o menos unas veinte estaciones y llega a ser un autentico coñazo. Menos mal que como me gusta la lectura suelo aprovechar para leer pero la mayoría de los días suele resultar muy difícil el leer. Casi te tienes que apartar hacia uno de los lados o en su defecto apoyarte contra una de las paredes del vagón. La suerte que tengo que donde yo, cojo el metro no hay casi nadie y así me puedo coger un sitio donde casi no te molestan. Pero, mira por donde, un día me duermo y salgo mas tarde de casa y cuando llego a coger el metro solo quedaba sitio en contra la puertas. Me apoye, saque mi libro y me dispuse a leer como todos los días. Habíamos pasado dos estaciones cuando de improviso me pisan y me golpean en el libro que casi me lo tiran. De milagro lo sujete, levante la cabeza y le iba a soltar una fresca al causante de mi perjuicio.

Cuando me encontré delante de dos mujeres negras bellísimas, se disculparon, acepte sus disculpas con amabilidad y me dispuse a seguir leyendo como si nada hubiera pasado. Ellas se quedaron delante mía hablando con normalidad. Dos estaciones mas adelante, comenzó a entrar gente de tal manera. Que yo nada mas darme cuenta, cerré el libro y me dispuse a soportar la embestida de la marabunta. Ellas, como dos autómatas, se fueron acercando hacia mi posición muy despacio y tratando de evitar la gente que entraba. Con tanta diligencia que se olvidaron por completo de mi porque siguieron hablando de sus cosas y reculando de espaldas. Lo único que hice fue ponerme lo más recto que pude, me abrí ligeramente de piernas y contuve a respiración esperando su llegada. Su cuerpo no se hizo esperar y el contacto comenzó siendo muy leve. Note como la tela de su falda al ser tan fina y al llevarla tan ajustada. Iba cediendo y se iba amoldando al contorno de mi cuerpo, apoyo su espalda sobre mi pecho, el aroma de su dulce perfume inundaba mis fosas nasales y como su pelo rizado me acariciaba toda la cara. Fue tan placentero como el traqueteo y la oscilaciones del vagón la hacia irse y venirse hacia mi. Estaba tan ensimismado en que no se me marchase mi presa que no me daba cuenta lo que pasaba a mi alrededor hasta que unos de los chirridos de la vía, me saco de mi ensoñación. Mire a mi alrededor y vi que nadie nos prestaba atención salvo su amiga. Que se estaba riendo. No sabía el porque, pero no tarde mucho en comprenderlo cuando ella en lugar de apartarse se pego tanto a mí. Que podía notar como sus pechos oscilaban a cada respiración, como se endurecían con el simple roce de mi cuerpo y de la manera que mantenía sujeta mi mano e introducía el dorso de mi mano entre sus piernas. Con suma destreza y de una manera inapreciable comenzó a restregarse contra el dorso de mi mano aprovechando el vaivén del metro. Fue maravilloso el sentir como su cuerpo se estremecía cada vez que se frotaba con mi mano, el ver como cerraba los ojos como se mordía el labio y como suspiraba. Mientras que su compañera seguía apoyada contra mi y como acomodaba su cuerpo cada vez que se movía el vagón para que mi polla reposara entre sus glúteos. Era tan placentero que no quería que se acabara nunca, quería que el metro no tuviese fin y así esa mañana no ir a trabajar. Lo que quería que aquellas dos macizas me hicieran la vida más agradable y llevadera. El vagón se detuvo en la estación. Hubo intercambio de pasajeros y fue el momento que aprovecho la mujer que tenía delante mía para darse la vuelta. Miro a su amiga y la vio con una sonrisa de oreja a oreja. Bajo la mirada buscando su felicidad y vio como mi mano se perdía entre sus piernas. Me miro sonriendo y me dijo con dulzura mientras me tocaba la polla por encima del pantalón.

-La siguiente es nuestra parada.

No supe ni que decir ni como reaccionar. Me quede quieto mirándola con cara de bobo mientras retiraba su mano de mi polla y volvía a colocarse con parsimonia delante de mí. Fue con tanta lentitud aproximando su trasero hacia mi polla que aquellos segundos me parecieron años, cuando note su primer contacto todo el mundo desapareció y solo estábamos nosotros dos. Sumergidos dentro de una espiral de frenesí descontrolado cuya única fuente éramos nosotros dos y en lo único que pensaba era en que todo aquello durase eternamente, Pero, todo cambio, cuando escuche el sonido del silbato del vagón y las puertas se cerraban. Volví a la realidad y me encontré otra vez sumido en aquella vorágine de deseos y pasiones. Sin saber a ciencia cierta, si era verdad lo que me había pasado minutos antes. Por que para mi todo seguía igual. El vagón atestado de gente, una mujer que me aprisionaba contra la pared manteniendo mi polla erguida como un poste de teléfono y su amiga que seguía disfrutando con el dorso de mi mano.

Me quede pasmado pensando que lo de antes no podía ser verdad. Pero, en aquel momento que desechaba la idea, un pensamiento afloro en mi cabeza. Llevándome a recordar las palabras que me acababa de decir la mujer que tenia delante: "La siguiente es nuestra parada". Mire alrededor y pude comprobar que toda la gente estaba sumida en sus propias cosas y que nadie me prestaba atención. Así que, sin pensármelo dos veces pase a la acción. Comprobé que la mujer que estaba a mi lado seguía dándose placer sin importarle nada, ni nadie. Salvo ciertas miradas a su alrededor para comprobar que todo seguía en calma y muy de vez en cuando me miraba a mi. Por eso, aproveche un momento en que ella aflojo la presión sobre mi mano para escabullirme, girarla completamente y pose la palma de la mano sobre su coño. Nada mas notar mi contacto, dio un respingo tratando de escapar de mí. Pero, le fue imposible, debido a que el vagón estaba atestado de gente y no se podía ir mas allá, me miró sorprendida y en su mirada se veía que reprobaba mi acción y con sus manos me agarro la mía para impedir que siguiera con mi plan. Fui bajando en contra de sus manos y con la oposición de sus piernas cerradas. Era inconcebible como me quería dejar al margen y tratarme como un simple objeto con el que conseguir su propio placer. Me negué en redondo a que me dejara fuera por muy terca que se pusiera y por mucha oposición que pusiera con sus manos.

No cejaba en el empeño de ser yo quien tuviera el control de la situación y no ella. Me centre en el escaso margen que me dejaba e intensifique mis acometidas. A medida que intensifique mi ofensiva su semblante cambio en un instante de la rudeza y de la resistencia de principio. Por el deseo, el fuego y la lujuria que se adueñaron de su persona. Se volvió tan sumisa que la resistencia de sus manos y sus piernas desapareció al instante, y mi mano se hundió entre sus piernas. Note como sus manos se aferraban a mi codo, como su cuerpo se pegaba a mi brazo y como apoyaba su cabeza contra mi hombro y suspiraba ante lo que acababa de pasar. Al ver lo caliente y lo ansiosa de recibir placer que estaba, fui con mayor lentitud hundiendo cada vez mas mi mano hasta que mis yemas de los dedos salieron por el otro lado de sus piernas y una vez allí. Comencé a hacer presión hacia arriba y a mover mi mano haciendo movimientos circulares, a la vez, que ella seguía con su leve bamboleo y entre cerrando sus piernas. Fuimos aumentando la cadencia de mis caricias a medida que su cuerpo pedía más y mas. Hasta que llegado un punto, su cuerpo se tenso de tal manera que yo creía que no quería más. Pero, de improviso cerro las piernas aprisionando mi mano y desde el interior su cuerpo se convulsiono de tal manera. Que note como sobre la palma de mi mano el calor aumento sobre manera y sin que hubiera ningún tipo de movimiento su coño palpitaba de placer. Fueron unos instantes maravillosos, el sentir como una mujer se había corrido encima de tu mano, como su cuerpo volvía a su estado normal y como su rostro volvía a aparecer de detrás de mi brazo. Con una mirada resplandeciente, con una sonrisa turbadora y una belleza que hasta aquel momento se me había pasado por alto. Desde aquel momento no pude dejar de mirarla y todo paso a un segundo plano, lo que quería que aquella mirada, aquella química, aquel momento mágico perdurara toda la vida.

Pero, como todo en esta vida es efímero y se nos escapa entre los dedos, y eso mismo me pasó a mí. Sin que yo me diera cuenta, el vagón había decelerado y se había parado en el andén, las puertas se abrieron de improviso y la gente comenzó a salir del vagón. Lo que recuerdo perfectamente, que nuestras miradas se quedaron fijas en aquel instante consiguiendo tal profundidad que nunca en la vida la he podido repetir, por mucho que lo he intentado. Y, en un segundo, como cuando chasqueas los dedos. Esos ojos, esa boca, esa cara desaparecieron al instante como un mal sueño o una pesadilla. Cuando pude reaccionar el silbato estaba sonando y las puertas se cerraron con rapidez. Cuando gire la cabeza y mire a través del cristal. Vi a las dos mujeres que iban hablando y se dirigían hacia la salida. Yo, por mi parte, allí estaba parado, perdido y sin saber que hacer más caliente que el palo de un churrero. Fue frustrante para mí el no haber reaccionado con mayor celeridad y haberme ido con aquellas dos a pasar el mejor rato de mi vida. Pero, hay veces que las cosas pasan sola una vez en la vida y solo nos tenemos que quedar con el recuerdo. El recuerdo de las buenas y malas cosas que son recordadas por pequeños detalles que a todos nosotros se nos escapan desde un principio. Por que en ningún momento les damos importancia. Esas pequeñas cosas pueden ser desde una caricia, un gesto, unas palabras, una mirada, un perfume…….que se yo. Eso depende de cada cual. Lo único que sé que pase un buen rato que se quedo grabado en mi para toda mi vida.