El mercadillo

Hoy en el mercadillo un señor me ha hecho una cosa muy fuerte.

Me dispongo a relatarles una cosa que me ha ocurrido hoy en el mercadillo. Ha sido muy fuerte y aún no se lo he contado a nadie. Hoy es el domingo justo anterior al próximo día de navidad, por lo tanto yo, mi hermana y mi madre nos hemos ido al mercadillo del domingo para comprar unas cuantas cosas para el próximo día 25.

El mercado estaba lleno claro, pues casi todo el mundo ha pensado lo mismo que nosotras y se ha ido a hacer la compra. Mi hermanita aún no sabe quien son los reyes, por lo tanto solo hemos comprado adornos y los regalos ya fueron a comprarlos mamá y papá hace unos días. El caso es el siguiente; en un momento dado estábamos las tres paradas delante de una parada donde mamá observaba toda una serie de ropa interior y complementos. Yo le he acompañado un rato pero al cabo me he aburrido y la he dejado que escogiese sola.

Ha sido en un momento que de pronto la callejuela donde estábamos paradas se ha llenado de mucha gente. No sé porqué debe haber sido, quizá por casualidad, pero el caso es que de pronto nadie se podía mover hacia ningún lado. Yo he pensado que ya pasaría pero estaba armándome de paciencia cuando de pronto he notado que una gran mano me acariciaba el culo. Al principio he pensado que la mano me tocaba ahí porque estaba inmovilizada a causa de la presión de la gente, pero no era un simple contacto inmovil.

La mano se movía lentamente como la mía cuando acaricio a sheila, mi gatita, y me presionaba flojito el culo como si fuera yo mismo que estuviera acariciando a sheila. Extrañada por ello, y con ciertas dificultades, me he girado para ver quien era que me estaba tocando. Era un hombre grande, quizá de la edad de papá, que justo cuando me he girado me ha sonreído. Yo aún lo estaba mirando como preguntando porqué hacía eso, cuando me ha vuelto a poner la mano, pero como me había girado entonces la ha puesto en mi entrepierna.

Su mano me tenía cogida como si fuera una botella de la entrepierna, entonces yo he empezado a notar como una fuerza muy grande, como electricidad, que me surgía de ese mismo sitio donde el señor me tocaba. Me ha venido calor de repente y mis caderas han tomado vida propia, pues yo acompañaba con ellas el tocar de ese hombre en mi entrepierna. Hemos estado un rato así, no sé cuanto ha sido pero a mi me ha parecido mucho. De pronto el atasco de la callejuela donde estábamos se ha desecho, la gente ha empezado a caminar y todos nos hemos podido volver a mover. El señor me acababa de soltar el entrepierna cuando he notado que me cogía de la mano y me llevaba con él. Yo me he girado para llamar a mamá pero el ruído era más fuerte y no me ha oído. No me he atrevido a decirle nada al señor porque se le notaba fuerte y quizá me pegaba.

Conmigo cogida de la mano nos hemos metido por una de las calles al lado del mercadillo. Yo le preguntaba hacia donde íbamos pero él ni tan solo me miraba y seguía caminando decidido conmigo cogida fuerte. En seguida se ha parado delante de un portal y ha tocado todos los timbres como si hiciera una broma. Han salido mucha voces y él ha dicho: soy yo. La puerta se ha abierto y hemos entrado y yo ya tenía un poco de miedo. Una vez dentro, él ha abierto una puerta pequeña y hemos entrado en una sala muy grande que parecía una fábrica como las que hemos ido a ver a veces con el cole. Estaba todo un poco sucio y había máquinas grandes y tubos gruesos que salían de la pared. El me ha sentado en uno de esos tubos y se ha puesto a besarme el cuello. Yo le decía: señor, qué quiere? Pero él no me ha hecho caso y me seguía besando en cuello y también la boca me ha besado.

Su mano se ha vuelto a poner en mi entrepierna y yo notaba la misma electricidad que antes en el mercadillo. Otra vez mis manos han vuelto a tomar vida propia y yo lo abrazaba y lo acariciaba mientras él me hacía esas cosas. Yo llevaba una larga falda y eso creo que le ha facilitado las cosas porque me ha bajado los calzones y me tocaba mucho más fuerte entrepiernas, tanto que he empezado a hacer ruido. No he llegado a enterarme pero en un momento dado lo he visto que se había sacado los pantalones. Tenía un pene enorme comparado con las fotos que he visto en los libros de colegio, y además estaba mirando para arriba. Yo aún sentada en la gruesa tubería , se ha arrodillado un poco y me acercaba el pene a mi vagina. He notado que me tocaba el entrepierna con el pene y yo no cesaba de temblar, no sé si de miedo, de frío o de qué.

El resto no lo recuerdo muy claro, solo recuerdo que me ha dolido mucho cuando se ha acercado a mi y he empezado a llorar. Y él se ha empezado a mover y ha sido una sensación extrañísima, como de mezcla de llorar, risa, dolor, gritar, saltar y abrazarle. Me ha tenido mucho rato así y yo creo que hasta debí llorar sangre porque ha sido pero que muy fuerte. Al cabo del rato pero, ha parado. Pero yo no he cesado de llorar y ha sido él que me ha consolado con más caricias y besos, y al final me he calmado.

Él se vistió y yo me puse otra vez los calzones. Entonces él se ha puesto a hablarme, me ha dicho que lo que habíamos hecho tenía que mantenerlo en secreto porque las personas grandes lo hacen así. Yo no lo he entendido del todo pero le he hecho caso. Cuando he vuelto al mercadillo a buscar a mi mamá y mi hermana las he encontrado angustiadísimas. Me han dicho que llevaban más de una hora buscándome y yo les he dicho que me había perdido.

Con prisas hemos acabado de hacer las compras y hemos vuelto a casa. Algo me dice que le cuente a mamá lo que me ha pasado porque aún me duele un poco la entrepierna. Pero ese señor parecía decir la verdad cuando decía que los grandes lo hacen así sin contar nada, y voy a hacerle caso y no lo contaré a nadie de mi familia.