El Mercader (3 de 4)

Nuevas desventuras le suceden a Julieta. Su cuerpo será castigado hasta que obedezca todas las órdenes.

El Mercader

Ricardo Erecto

Capítulo 3 de 4

-¿Por qué me ha azotado de esa forma? ¡Hasta las tetas están marcadas!-

-Las marcas sobre tu cuerpo son hermosas en especial sobre tus hermosas tetas. Respecto de por qué te he azotado de esa forma, ya te lo respondí varias veces. Debo domarte para convertirte en una esclava obediente, sumisa y complazca a su dueño sin hesitar.-

-Me han dolido mucho los azotes de hoy.-

-Cada día serán más fuertes hasta que resistas los castigos más fuertes. Eres una joven sana y fuerte que no dudo es posible torturarla sin producirle daño alguno.-

-¿No va a tener piedad de mí?-

-No, soy un mercader de esclavas y debo dejar la mercadería de la manera que aumente su valor, ya te lo he dicho. No puedo tener piedad contigo.-

Julieta no podía responder a semejante contundencia. Le esperaban días difíciles.

-Todavía falta metértela por el culo. Te va a doler, vas a gritar y pedir que te la saque, pero no lo haré. Te la meteré hasta el fondo, hasta que mis huevos golpeen contra tu culo y te sientas humillada. También uno de estos días tendrás que mamar mi pija, hacerle salir lecho y tragártela. Como verás todavía te falta mucho aprender.-

Julieta comenzó a sollozar nuevamente. Fue en ese momento en que entró uno de los ayudantes de Sergio portando una mujer encapuchada.-

-Jefe, conseguimos otra. Está amordazada y hemos tenido que golpearla bastante antes de secuestrarla. ¿Qué quiere que hagamos con ella?-

-La desnudan, le ventan los ojos, la atan bien fuerte y la encierran en una jaula. En tres horas comenzaremos a torturarla.-

Se retiró el ayudante con la recién secuestrada.

-Ves Julieta, las que se resisten mucho debemos comenzar a torturarlas. Quizás debamos destinarla a trabajar en alguna mina de carbón.-

-Ahora te llevaré ala celda. Mañanaprepara tu culito, que lo voy a disfrutar.-

Una vez en la celda, le puso el collar con la cadena fija a la pared

-No te pondré ninguna otra cadena. Puedes ponerte la bata.-

Inconcientemente Julieta respondió con un “Gracias Señor”.

Se recostó de espaldas. Los azotes en la parte delantera de su cuerpo no le permitían otra posición. No podía sacarse de la cabeza que al día siguiente sería sodomizada. Nuevamente sus pensamientos giraron en torno a todos los sueños que tenía solo una semana atrás. Seguramente su familia no sabía qué le estaba ocurriendo a ella y mucho menos cuál podía ser su futuro. Por momentos no podía contener sus lágrimas.

Se tocó las tetas. Estaban bien marcados los cordones hinchados producidos por los azotes en sus pechos, incluso sobre los pezones que apenas podía tocarlos debido al dolor. Evidentemente Sergio manejaba el látigo con habilidad de manera de golpear dónde quisiera. Finalmente quedó dormida.

Se despertó varias veces en la noche pensando en lo que le esperaba al día siguiente. Cuando Sergio la fue a buscar, ella ya estaba despierta.

-Te llevaré al lugar indicado para dártela por el culo. ¿Estás preparada?

Como toda respuesta no se le ocurrió otra que decir “Sí Señor”.

La ató a un caballete con su cintura sobre la madera superior. Su ano y su concha quedaban totalmente expuestos.

-No me canso de admirar tu culo, tan firme, tan redondo y a mi entera disposición.-

Pasó vaselina por la entrada del agujero y apenas introdujo el pulgar. Estaba bien lubricado y la flexibilidad facilitaríala penetración. Acercóel glande y comenzó a empujar con fuerza. Penetró sin mucha dificultad aunque se escuchó un grito de Julieta. Efectivamente le había dolido bastante la entrada de la pija en su culo.

Permaneció quieta mientras Sergio la metía y la sacaba al tiempo que le tocaba los pezones todavía marcados por los azotes. Poco después se corrió dentro del culo de la muchacha que debió permanecer en esa posición todavía unos minutos antes que la desatara.

-Lindo culito, Julieta. Apretadito. Creo que no me has mentido en cuanto a la virginidad del mismo.-

-Señor, yo le dije que no me habían cogido por el culo.-

-A veces las mujeres son un poco mentirosas.-

La condujo nuevamente a la celda.

-Puedes hacerte una paja si quieres. Por la tarde tengo preparado otro tramo de tu entrenamiento.-

Julieta se estremeció. ¿Otro tramo de mi entrenamiento? Eso significaba nuevas torturas y/o humillaciones. No le dolían solamente los latigazos del día anterior, ahora le dolía el culo y le esperaba algo más porla tarde. Creíaque no podría soportarlo. A las 15 hrs. Llegó Sergio a la celda.

-Para tu información, los dueños de las esclavas, como serás tú, pueden castigar a sus pertenencias, aun sin tener motivo real para hacerlo que no sea su propio placer.-

Se dirigieron ala temida Sala.Allíhabía tres mujeres que eran castigadas. Una de ellas colgada de sus tobillos estaba siendo flagelada. Otra, sobre una reja metálica, era sometida a descargas eléctricas que hacían temblar todo su cuerpo y finalmente otra que, colgada de sus muñecas, recibía,  en distintas partes de su cuerpo, golpes de puño. Podía observarse que sus tetas eran las más castigadas. A Julieta se le hizo un nudo en la garganta.

Sergio le indicó que se acostara en una mesa. Le fijó las muñecas y un semicírculo metálico le fijó su cuelo ala misma. Unacorrea pasaba por la cintura, inmovilizando totalmente su tronco. Sus tobillos quedaros amarrados a un separador de casi un metro de largo y luego fue elevado por un cuerda desde el techo. Su concha quedaba extremadamente expuesta.

Cuando vio que su verdugo portaba una fusta terminada en una aleta de cuero, no puedo contenerse. Sabía el destino de los azotes serían su concha.

-¡Nooo, en la concha noooo! ¡En la concha no!

-¿Por qué no quieres que te azote en la concha?-

-Me va a dolor mucho. Con eso en la concha no, por favor.-

-Lo lamento, pero he decidido castigarte en la concha conla fusta. Verásluego que los labios, al hincharse, ocultarán la entrada.-

-No, no me azote en la concha, no me azote.-

-Cállate o te amordazo.-

No tenía alternativa. Un a vez más debía convencerse que era inútil rogar, suplicar o apelar a la sensibilidad de Sergio, le haría lo que tenía pensado. Levantó la fusta y apeas golpeóla concha. Julieta, esperando un  azote fuerte, caso se sorprendió de lo suave que fue. El segundo fue también suave pero el tercero lo descargó con fuerza. Ese sí que fue doloroso yla sorprendió. Unlargo gemido llenó el lugar, mezclándose con los chillidos y lamentos de las otras mujeres que eran torturadas.

Demoró unos segundos hasta que se Julieta se calmara para aplicar otro azote, también sobrela concha. Ahoralas abundantes lágrimas corrían por sus mejillas. Todos sus esfuerzos por moverse de la posición en que estaba eran absolutamente inocuos. Las ligaduras y las correas estaban muy firmes. El siguiente azote fue dirigido al interior del muslo de la pierna derecha, pero muy cerca dela entrepierna. Entrela concha y los muslos, recibió treinta azotes. Al finalizar lloraba de manera espasmódica y todo su cuerpo temblaba. Sergio miraba con atención el comportamiento de la muchacha y las marcas que ahora había dejado entre la concha y los muslos. Quedó satisfecho. La dejó unos minutos atada mientras con sus manos separaba los labios vaginales e introducía un dedo enla vagina. Todoeso era muy doloroso parala muchacha. Luegola desató y la condujo a la celda.

Pasaron los días entre humillaciones, castigos y cogidas. La había recibido varias veces por el culo, había hecho mamadas, teniendo en todos los casos que tragar el semen y, por supuesto, siendo penetrada por su concha. Una tarde, Sergio le indicó a uno de sus ayudantes que buscara a Julieta en su celda, la trajera a su oficina y le atara los brazos en alto, luego de quitarlela bata. Sergiose acercó a la muchacha y comenzó a revisar su cuerpo. Todavía quedaban algunas marcas en su cuerpo de la última vez que fue azotada. La parte que casi no quedaban marcas eran los glúteos.

-Casi se han borrado las marcas del látigo. Separa las piernas que quiero verte el estado en que está la concha.-

Julieta separó sus piernas para ser revisada. Temía recibir nuevamente castigos en su concha.

-Tienes todas las partes bastante bien. El culo es el que invita a azotarte.-

-Señor, humildemente le ruego que me deje el culo en condiciones de poder sentarme. He entendido desde que estoy aquí que debo aceptar todo lo que quiera hacer en mi cuerpo, pero le ruego que el castigo no me impida sentarme.-

-Concedido. No iré muy lejos. Será con la fusta, pero estarás en condiciones de sentarte. Para compensar, ¿qué parte quieres que castigue entonces?-

-La que usted disponga Señor. Mi culo ha sufrido mucho.-

-Entonces será en las tetas.-

Julieta no pronunció palabra. Los azotes en las tetas también eran muy dolorosos, pero había comprendido que no tenía alternativa. Debería aceptarlo todo. Obedeciendo como lo estaba haciendo había recibido castigos soportables.

Sergio tomó la fusta y descargó cinco azotes en el culo dela joven. Sepreparaba para comenzar en las tetas cuando entró un ayudante.

-Señor Sergio. Ha llegado el señor Sanura, que quiere verlo.-

-Hazlo pasar. Es nuestro mejor cliente y en cuanto a ti esclava, luego que se vaya el señor Sanura continuaré castigándote.-

Entró el señor Sanura, dueño de una cadena de casas de putas de un país vecino. El principal proveedor de putas de sus casas era precisamente Sergio. Le había comprado decenas de mujeres que eran sometidas ala prostitución. Todaslas entregadas por Sergio tenían la ventaja de ser las más dóciles. El entrenamiento recibido hacía que ninguna quisiera rebelarse. Julieta, al entrar un extraño giró mirando a la pared, evitando mostrarse de frente. Luego del saludo entre Sergio y Sanura, éste mirando a Julieta exclamó:

-Esa puta la compro yo. Lástima que la ha castigado en el culo, pero yo la compro.-

-Sanura, esa esclava no está a la venta todavía. Por otra parte la estoy preparando para esclava, no para puta, que usted sabe, se venden más caras.-

-No importa el precio. Llámele esclava si quiere, yo la pondré en uno de mis prostíbulos. ¡Tiene un culo muy atractivo!-

-Ya le he dicho, no está a la venta y es cara.-

-No discuto el precio, pero ¿por qué no está a la venta?-

-Porque no está preparada. Justamente las marcas en el culo son por unos azotes que le di. Ahora iba por sus tetas.-

-¡No me diga que le va a azotar las tetas!-

-Si, ¿por qué cree que todas las putas que le vendí se portaban bien? Porque eran perfectamente domadas como putas.-

-Quiero verla de frente.- y dirigiéndose a Julieta de indicó: -Puta, voltéate que quiero verte.-

Julieta, roja de vergüenza, giró sobre sus talones hasta ponerse de frente a Sanura. Este se acercó y le palpó primero las tetas y luego el culo. Finalmente metió la mano entre las piernas alcanzando la concha.

-Sergio, no puede hacerme esto. Tiene que venderme esta puta. ¿Sabe lo que trabajaría? Creo que no la dejarían dormir. Pedido tras pedido.-

-¿Usted quiere que se la venda y luego tener problemas? No quiero que venga luego a decirme que se escapó, o que trata mal a los clientes. Yo pongo las mujeres en venta cuando el proceso está terminado. Hace muy poco quela secuestramos. Eraestudiante universitaria y no se adapta fácilmente a obedecer. Por eso debo castigarla con  frecuencia.-

-Pero es una verdadera lástima azotar esos pezoncitos. Se pueden deteriorar.-

-Mi estimado Sanura, no es la primera vez que castigo el cuerpo de una mujer. Mido muy bien hasta dónde llegar. Julieta todavía no soporta castigos duros y es un poquito desobediente.-

-A ver Julieta, ¿No te gustaría trabajar de puta en una de mis casas? ¿Te negarías a que te rompieran el culo con una pija gruesa? ¿Verdad que no?-

Julieta no respondió. Se le humedecieron los ojos. Sanura se acercó a ella y mientras le ponía una mano en el culo con la otra le acariciaba la concha e introducía un dedo enla vagina. Fueen ese momento cuando comenzó a llorar y todo su cuerpo temblaba.

-Ya lo ve. No está preparada ni siquiera para que un desconocido le toque el culo. ¿No cree que falta todavía para venderla?-

-Creo que tiene razón, pero quiero que mela reserve. Yonecesito esta puta para reactivar una de mis casas que está teniendo menos clientes.-

-Mire que tengo otras putas que ya están listas para venderse. Quizás pueda suplir a Julieta.-

-He venido a comprarle algunas putas, por supuesto, pero ésta me gusta. Puedo darle una seña para que me la reserve.-

-No acostumbro a eso. De todas maneras creo que el precio será de esclava, no de puta.-

-No importa. Pago lo que sea. Entiendo que no está preparada. ¿Puedo pedirle que continúe con el entrenamiento? Me dijo que iba a azotarle las tetas.-

-No tengo inconveniente. Julieta prepárate.-

Julieta permaneció erguida. El primer azote con la fusta cayó sobre una de las tetas. Ella emitió un pequeño quejido

-Julieta ¿Te gustaría trabajar de puta en una de las casa de Sanura?-

-Sí señor.-

Otro azote ahora más fuerte y en la otra teta.

-No te he escuchado bien. ¿Eres una puta dispuesta a complacer a los clientes?-

Otro azote, más fuerte en ambas tetas.-

-Sí señor.-

-¿No te negarás a recibirla por el culo?-

-No señor, no me negaré a nada. Me duelen las tetas.-

Un nuevo azote, más fuerte aun en las tetas.

-Me parece que eres un poco rebelde cuando te quieren meter un dedo en la concha.-

Nuevamente la fusta sobre las tetas.

-¡Ayyyy! Me duele mucho. Dejaré que me metan los dedos en la concha.-

Entre cada pregunta y respuesta, siempre recibía un azote.

-Me parece que mientes.

-No, no miento, dejaré hacer lo que quieran, pero no más en las tetas.-

-No te creo.-

Ahora Julieta lloraba y se convulsionaba con cada azote. Las marcas se notaban cada vez más. Sanura intervino.

-Sergio, me va estropear a la puta.-

-No se va a estropear. Ella dice que obedecerá pero usted vio la reacción cuando le tocó el culo y le metió el dedo en la vagina.-

-Sí es cierto, pero no estoy acostumbrado a tratar a mis putas así.-

Por su comportamiento creo que deberé castigarla más duro todavía.-

-Pero no se olvide que quiero comprarla. ¿Cuándo estará lista para que me la venda?-

-Me parece que necesitaré un mes más para domarla. Luego tendremos que hablar de precio. Ya le dije que la quería vender como esclava y se pagan más.-

-Siempre hemos llegado a acuerdos cuando le he comprado putas. También llegaremos con ésta. Ese culito se puede alquilar a buen precio en una de mis casas.-