El Mercader (1 de 4)

Julieta, estudiante universitaria es tomada por Sergio, el mercader, para luego venderla como esclava

El Mercader

Ricardo Erecto

Capitulo 1 de 4

El negocio de Sergio era comercializar mujeres. Era un “tratante de blancas” aunque lo hacía con mujeres de cualquier raza, color de piel o lo que fuera. El negocio lo había comenzado su padre hacía muchos años y Sergio fue capaz de perfeccionar el  negocio.

Así vendía mujeres para cualquier uso, desde casas de putas y esclavas sexuales hasta mano de obra en minas y plantaciones de cualquier tipo, en todos aquellos lugares en los que pudiese usarse esclavas.

La dificultad más importante era conseguir mercadería para vender. Ese tema lo tenía solucionado con una serie de personas que recorrían calles, pueblos, comunidades de distinto tipo, tanto en el país como en el exterior analizando el material que podían reclutar.

La historia que sigue era conocida. Oferta de buenos trabajos, salir de la pobreza, promesa de éxito artístico y si no se adaptaba ninguno de estos engaños, pues se recurría ala fuerza. Elsecuestro era frecuente aunque no el deseado.

Éste fue precisamente el caso de Julieta, una joven estudiante de 22 años de cuerpo realmente apetecible y fue precisamente el mismo Sergio que la descubrió una vez mientras saboreaba un café en las cercanías de la Universidad.

Intuyó que podría venderla a muy buen precio como esclava sexual y tenía ya pensado dos o tres posibles compradores. Se comunicó de inmediato con uno de sus secuaces.

-Acabo de ver una jovencita muy apta para vender. Necesitamos llevarla a nuestra sucursal de Britonia, lejos de aquí. Creo que no habrá otro remedio que secuestrarla y quiero encargarte de eso.-

-Bien, puede darme las señas particulares.-

-Acaba de ingresar ala Universidad. Sivienes rápido la podrás ver tú mismo.-

-Salgo para allí.-

Poco después Damián, tal era el nombre del encargado elegido para reclutarla, estaba junto a Sergio.

-Es una muy linda chica y con buen cuerpo. Podremos sacar buen dinero.-

Esperaron algo más de una hora cuando apareció en la puerta junto con algunos compañeros y compañeras.

-Ésa esla chica. Tela dejo en tus manos.-

-Bien jefe, vamos a averiguar algunas cosas de ella y lo tengo al tanto.-

Unos días más tarde Damián se reunía con Sergio.

-Me he informado de varias cosas. Se llama Julieta Lombardi, de 22 años. Su familia vive en el interior y ella comparte departamento con unas amigas. Viene a la Universidad los lunes, miércoles y viernes de16 a21 y los jueves, el día que usted la descubrió, de 16 a17:45.-

-Muy bien, creo que será una presa fácil. No será necesario llevarla a Britonia, podemos alojarla en nuestro “hotel” aquí.-

-Creo que el viernes a la salida de la Universidad es el mejor momento.-

-La espero entonces el viernes ala noche. Quieroser yo mismo el que la inicie en su nueva vida.-

El viernes porla noche Julietasalió como era habitual de la Universidad y se fue caminando a su departamento. Antes de llegar se detuvo una camioneta, bajaron dos hombres que la tomaron de los brazos y la cargaron en la parte trasera del vehículo, mientras partía raudamente.

Rápidamente la amordazaron, le ataron los brazos en la espalda y le colocaron grilletes en los tobillos. Uno de ellos la mantenía inmovilizada mientras otro le aplicaba una inyección de anestesia que en unos minutos la dejó completamente dormida. Poco después llegaron al “hotel”. La bajaron de la camioneta y la llevaron a una celda, permaneciendo atada y amordazada.

-Jefe, misión cumplida. Julieta está en la habitación 3. Creo que estará una hora dormida.-

-Muy buen trabajo. Iré para prepararla para más tarde.-

Sergio abrió la puerta dela celda. Efectivamenteallí estaba Julieta tirada en el piso. Primero le quitó la mordaza de la boca y luego le desató los brazos. Estaba completamente dormida y podía manipularla a su gusto. Le quitó las prendas de la cintura para arriba.

Las tetas de la muchacha eran mejores de lo que había previsto. Buena forma y tamaño y muy firmes. Por supuesto ayudaba su juventud. Apretó suavemente los pezones, cosa que siempre le había gustado, Eran unos pezones que sobresalían de la redondez de la teta bastante más que lo normal. Jugó un momento con ellos.

Le quitó los grilletes de los tobillos y comenzó a bajarle los pantalones. Aparecieron ante su vista unas delicadas bragas con puntillas. Se transparentaba una mata de vello negro bien recortado. Pasó una mano por debajo de la tela hasta alcanzar la concha e introdujo una falange del dedo índice enla vagina. Estabaseca.

Luego quitó totalmente los pantalones y las bragas. Un hermoso cuerpo apareció ante la vista de Sergio. Fue en busca de la cámara fotográfica y tomó varias fotos del cuerpo desnudo de frente, incluso con las piernas separadas, mostrando una concha cerrada y ligeramente rosada. Le separó las piernas para mejor apreciar la entrada de la vagina, acercando el lente para obtener más detalles de los labios vaginales y clítoris. Luego le levantó las piernas de manera que quedara expuesta la concha y el agujero del culo.

La puso boca abajo para fotografiarle el culo, separando también las piernas para mostrar sus intimidades. Cuando quedó satisfecho de las fotos tomadas, comenzó a vestirla nuevamente, colocándole las bragas y el pantalón, luego el sostén yla camisa. Ladejó boca arriba extendida en el suelo de la celda y se retiró del lugar.

Ya en su oficina pasó las fotos a su ordenador y comenzó a proyectarlas sobrela pared. Cadavez estaba más satisfecho de la nueva “adquisición” Había tenido buen ojo cuando la vio entrar enla Universidad. Eraun ejemplar para no perder.

Poco después se escucharon algunos gritos pidiendo socorro. Uno de los ayudantes se dirigió a la celda.

-¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? ¿Quién es usted?-

-Julieta, todo eso te lo explicará el jefe. Si te portas bien no te pasará nada.-

Se acercó otro de los ayudantes, abrieron la celda y cada uno tomó un brazo de Julieta y la condujeron a la oficina de Sergio. Allí la sentaron en un pesado sillón y le ataron las muñecas a los brazos del mueble.

-¿Quién es usted?-

-Te pido que te calmes. Si permaneces tranquila, no te pasará nada malo.  Soy Sergio, el jefe de este negocio. Te hemos secuestrado para entrenarte como creo que mereces.-

-¿Entrenarme en qué?-

-En obedecer. Tienes un cuerpo hermoso. Justamente aquí tengo algunas fotos que creo te pueden interesar.-

Sergio encendió el proyector y comenzó a pasar las fotos que poco antes le había tomado.

-¿De dónde sacó esas fotos?-

-Te las he tomado yo mismo. Tienes un cuerpo muy apetecible. Si no me obedeces estas fotos  aparecerán en la cartelera de la Universidad.-

-Nooo. Nooo. No pueden hacer eso.-

-¿Por qué no? A tus compañeros les va a gustar verte en bolas, pero no perdamos tiempo y comencemos con tu entrenamiento. Si no obedeces te castigaré y si insistes pegaremos estas fotos por los pasillos dela Universidad. Quieroque repitas lo que verás en pantalla.-

Sergio sacó la última foto y apareció un cartel que decía: “Señor Sergio, le pido que me toque las tetas por debajo de mi camisa”

-Vamos, repítelo. ¿Es que no sabes leer?-

Julieta permanecía en silencio. Sergio se acercó y de dio una bofetada en la mejilla.

-Te invito a que leas en voz alta lo que está en la pantalla.-

Comprendió que era mejor obedecer.

-Se…  señor Sergio, le… pido… le pido que me toque las… tetas… por debajo de mi camisa.-

-Repítelo en voz más alta y de corrido, sin titubear, ¿o quieres otro bofetada?-

-No. Señor Sergio, le pido que me toque las tetas por debajo de mi camisa.-

-Si eso es lo que quieres, lo haré.-

-No, no me toque.-

Luego de aplicarle otra bofetada, desabrochó uno de los botones de la camisa y deslizó una mano sobre las tetas. Julieta estaba tensa pero no se atrevía a decir nada. Sus brazos atados le impedían siquiera cubrirse el rostro que Sergio quería continuar pegándole.

-Tienes unas muy lindas tetas. Ya las había visto cuando te tomé las fotos, pero están bien firmes.-

Se acercó al ordenador y pasó a la placa siguiente. Que decía:

“Señor, le ruego que me quite el corpiño para que pueda apreciar y estrujar mis tetas y mis pezones.”

Julieta abrió los ojos de sorpresa. Rápidamente comprendió que no le quedaba alternativa y si bien se demoró, poco después repetía la frase proyectada en la pantalla.

Sergio desabrochó completamente la camisa yla abrió. Luegodeslizó sus manos por la espalda de la joven y soltó el gancho del corpiño. Lo bajó lo suficiente para que ambas tetas quedaran expuestas.

Las tomó con sus manos y comenzó primero a acariciarlas y luego a estrujarlas, apretando los pezones.

-¿Te duele que te apriete los pezones y te los retuerza?-

-Sí, déjeme.-

-No estoy haciendo otra cosa de lo que me pediste.-

-Suélteme señor Sergio. Déjeme ir.-

-De ninguna manera. Tener semejante joven aquí, en mi oficina, no voy a dejarla salir. Por el contrario, quiero que leas la placa siguiente:

“Señor, sáqueme los pantalones yla bombacha. Quieromostrarle mi concha”

-Nooo, nooo.-

Ahora el puño cerrado de Sergio dio de lleno en la teta izquierda.

-¿Es que no vas a aprender?-

Otro golpe de puño ahora en la teta derecha. Julieta comenzó a balbucear:

-Señor, sáqueme los pantalones y la… bombacha. Quiero… quiero mostrarle mi… mi concha.-

-Aunque has dudado, te complaceré.-

Comenzó a quitarle el pantalón y luego a bajarla bombacha. Lapequeña mata de pelo negro apareció ala vista. Sergiocolocó sus piernas entre las de Julieta y las separó. Deslizó la mano y tomando el vello entre sus dedos, comenzó a tirar.

Un gemido partió de la garganta de la muchacha, pero Sergio no tomó en cuenta. Luego fue de lleno a tocar la propia vulva e introducir un dedo enla vagina. Lamuchacha quería liberarse de los dedos inquisidores de sus intimidades, pero le era imposible.

Luego deslizó la mano debajo del culo alcanzando el ano e introduciendo apenas una falange. Julieta se movía tratando de liberarse la inspección que estaba sufriendo, pero era imposible. El hombre tenía todo el control.

-Veo que eres un poco rebelde. Ya te dije que quiero entrenarte para que me obedezcas. ¿Sabes por qué?-

-No.-

-Si eres capaz de obedecer todas mis órdenes, podré venderte como esclava a buen precio.-

-¿Quéééé? ¿Venderme como esclava?-

-Sí, se paga buen precio por una joven de buen cuerpo y obediente y eso es lo que quiero, venderte como esclava.-

Julieta comenzó a llorar desconsoladamente. Se encontraba desnuda, atada a un sillón y ahora se enteraba que sería vendida quién sabe a quién. No podía calmarse.

-Tranquila Julieta, Cuando llegue el momento de venderte estarás acostumbrada a esa idea y no te molestará ser subastada. Estarás sobre una plataforma, desnuda y mostrando tus atractivos mientras algunos hombres pujan por disponer de tu cuerpo.-

Julieta lloraba más fuerte. No podía creer lo que estaba escuchando. Sergio se calló esperando que se calmara. Cuando lo hizo, se dirigió a ella nuevamente.

-Te desataré los brazos para que puedas sacarte toda la ropa y me pedirás que te ate las manos por encima de tu cabeza.-

Comenzó a desatarla y luego le quitó totalmente la camisa y el corpiño.

-Levántate y pídeme lo que te dicho.-

Julieta se levantó lentamente y comenzó a balbucear. -Señor áteme las manos por encima de mi cabeza.-

-Me alegro que estás aprendiendo a obedecer rápidamente. Ven a este rincón que pende una cadena del techo. Levanta los brazos.-

Unas esposas se cerraron sobre las muñecas y las fijó a uno de los eslabones dela cadena. Ahorase podía apreciar el cuerpo de Julieta en todo su esplendor. Ahora estaba más expuesta aun para tocarle la concha y el culo, cosa que hizo durante largo rato. Impotente de poder defenderse, sentía cómo era ultrajada su intimidad. De repente comprendió que su situación era sumamente delicada. Tenía que ingeniárselas para escapar de ese lugar.

-Julieta, parte del entrenamiento es que recibas algunos azotes con el látigo. Como será la primera vez que te azote y tu entrenamiento recién comienza, puedes gritar todo lo quieras. Ten presente que nadie te ayudará y dejaré de azotarte solamente cuando yo lo decida.-

-No, por favor, no he hecho nada para que me trate así. No me azote.-

-Ya te he dicho, es parte de tu entrenamiento. Ponte mirando a la pared que comenzaré con el culo y la espalda.-

Con lágrimas en los ojos Julieta se volteó, dejando la parte indicada a merced del látigo. Sergio lo levantó y lo descargó con suavidad en el medio del culo de la muchacha, que emitió un pequeño quejido. El segundo azote fue dirigido a la espalda y un poco más fuerte. Así siguieron hasta completar el número de diez, cinco en culo y cinco enla espalda. Ahora Julietalloraba desconsoladamente. Las lágrimas mojaban sus tetas.

-Ahora recibirás unos azotes de adelante. Voltéate y te pones de frente a mí. No te azotaré las tetas en esta oportunidad. Todavía no estás en condiciones de ese castigo.-

-Noo, más azotes no. ¡Por favor señor Sergio, no me azote!-

-Julieta, es necesario que recibas unos castigos para que te acostumbres a lo que pueden hacerte cuando te venda. Te azotaré en el vientre y los muslos.-

Nuevamente las lágrimas de Julieta corrían por sus mejillas y se deslizaban porla tetas. Sergiolevantó el látigo y lo descargó en las piernas dela muchacha. Apenasun quejido puedo escucharse.

El siguiente azote, un poco más fuerte que el anterior, fue al pubis, unos siete centímetros por encima de donde terminabala raja. Elgemido fue más fuerte y las lágrimas más abundantes.

Luego descargó dos más en las piernas y seis adicionales entre el ombligo yla concha. Julietase retorcía del dolor. Detuvo el castigo y esperó que se calmara. Luego puso la mano derecha sobre el culo y la izquierda entre sus piernas y fue subiendo hasta llegar ala concha. Atadacomo estaba y con la mano en el culo casi no podía moverse y debía soportar ser tocada en sus partes íntimas nuevamente. Cuando terminó con la concha y manteniendo la mano en el culo comenzó a magrearle las tetas. Luego le dijo:

-Te desataré y te pondrásla bata. Quierointerrogarte nuevamente.-

Una vez cubierta con la prenda, le indicó que se sentara en el sillón. Julieta esperaba que nuevamente le atara los brazos, pero no fue así. Sergio se sentó delante de ella.

-Voy a hacerte una serie de preguntas y quiero que me contestes sin titubear y no digas mentiras. Como habrás visto sabemos muchas cosas acerca de ti y cualquier mentira terminará en un castigo no suave como éste sino mucho más fuerte ¿entendido?-

-Sí señor.-

-¿Con cuántos hombres has cogido?-

-Con dos. Uno fue mi novio hace tres años y otro con un compañero hace como un año.-

-¿Desde hace un año que no coges?-

-Sí.-

-Alguna paja en este tiempo.-

-Y… sí, algunas.-

-¿Has chupado pollas?-

-No, nunca quise ponerme una pija en la boca.-

-Boquita virgen. ¿Te la metieron por el culo?-

-Nooo. Nunca. No lo permitiría.-

-Tendrás que acostumbrarte a chupar vergas y recibirla por el culo. En eso no tendrás alternativa.-

-¡No permitiré que me cojan por el culo!-

-Me parece que estás queriendo otros azotes en el culo y la espalda, pero esta vez más fuertes. ¿Qué es eso que “no permitiré que me cojan por el culo”? ¡Harás todo lo que te indiquemos y sin remilgos! ¿Has entendido o tengo que hacértelo entender a golpes?-

Julieta bajo la cabeza y comenzó a llorar.

-¿Me has escuchado? ¡Contesta!-

-He entendido señor.-

-Ya es tarde, son las tres dela madrugada. Tedaré una pastilla para que duermas. Mañana te depilaré la conchita porque si bien está prolija, aquí las conchas deben estar sin pelos. Luego te cogeré.-

Julieta continuaba llorando. Apenas pudo ingerir la pastilla que Sergio le suministraba. Luego la acompañó a la celda, le colocó un collar con una cadena fija a la pared, le esposó las muñecas y la espalda y le ordenó que se acostara en el piso. Luego cerró la puerta de la celda.

A pesar de todo lo sucedido, la pastilla pronto hizo efecto y Julieta quedó profundamente dormida. Sergio estaba satisfecho. Era una joven que pronto estaría domada para venderla como esclava.

Fin de la primera parte