El mensajero

Un envío muy especial va a llegar

Las relaciones a distancia eran complicadas, ella lo sabía muy bien...desde que su novio se había marchado a trabajar al extranjero que se subía por las paredes! Él intentaba compensarla, claro, le enviaba regalos, hablaban varias veces al día y se veían por videollamada. Ese era el momento del día que mejor llevaba, esperaba la madrugada para poder hablar con él y practicar un poco de cibersexo. Ella se tomaba esas sesiones de sexo a distancia como un reto, cada día lo sorprendía con algo nuevo, ropa interior sexy, algunos juguetes...no quería que se fijara en ninguna otra chica mientras durase este distanciamiento. La verdad que ella estaba muy bien para su edad, todavía no había complido los treinta pero las cosas le iban bien, tenía piso propio, trabajo fijo, y podía permitirse cuidar su cuerpo que aparentaba no más de veinticuatro años. Siempre había tenido aspecto de niña con el pelo largo y castaño y los ojos verdes. Según su novio ella era clavada a la viuda negra. Ella no era muy fan de los comics ni del cine de superhéroes, pero se había visto obligada a ver todas aquellas películas por hacerle feliz a el. Ojalá se pareciera a aquella actriz, si bien no eran muy distintas, ella se veía muchos defectos, que intentaba solventar con ejercicio.

Aquella tarde él le dijo que le llegaría un paquete con algunos regalos especiales...cuando el le decía eso es que le enviaba juguetes sexuales. La última vez fue un  vibrador con control remoto, que él podía controlar desde la otra parte del mundo. Ella se había acostumbrado a llevarlo y así el podía sorprenderla a cualquier hora del día.

Estuvo con el vibrador puesto toda la tarde, pero no notó nada, el debía tener mucho trabajo, así que se olvidó y siguió a sus cosas, hasta que sonó el timbre. Estaba en la ducha, salió de prisa con tan solo una bata y abrió la puerta. Era un mensajero con unos paquetes, un chico atractivo, con barba y una sonrisa encantadora.

-Le traigo un pedido.- al verla mojada y con aquella bata de seda pegada a su cuerpo, el chico tragó saliva, se puso tan nervioso que se le cayeron las cajas al suelo y algo sonó como si se hubiese roto.

-vaya, cuanto lo siento señora! Dijo mientras intentaba recogerlo todo deprisa.

A ella esa situación de película erótica la hizo reír, ella desnuda, recién salida de la ducha, con un vibrador puesto, y un mensajero a sus pies recogiendo los paquetes del suelo... por un momento le hubiera gustado que el regalo fuese él y no esas cajas, desde arriba podía ver su cuerpo duro y sus manos fuertes y esa idea la excitó, notando como los pezones se le endurecían en contacto con la seda mojada de su bata.

-Pasa, pasa y revisamos que todo esté entero! Le dijo al mensajero que ya había recogido los bultos del suelo. Lo hizo entrar hasta el salón y cogió un abrecartas para abrir cada uno de los embalajes y evaluar los daños.

-Es mi primera entrega, espero no haber roto nada o me despedirán.

Aquella afirmación la hizo sonreír, pobre chico...

-No te preocupes! Lo miramos en un momento. Ella notaba sus ojos clavados en sus pechos mientras revisaba la mercancía, el chico tapaba su entrepierna con las manos que parecía crecer a medida que ella se esforzaba en abrir aquellas cajas. En la primera había enviado ropa, unos camisones muy transparentes de encaje, unos zapatos de tacón, un antifaz! Si novio era un fetichista de la ropa! El pobre mensajero no daba crédito a la situación. En la segunda caja había varios juguetes, un consolador, lubricante, unas pinzas para los pezones, unas medias...nada que pareciese roto. En esta caja el chico había desviado la mirada, y a ella cada vez le parecia más divertida la situación, y dejó que la bata se le desabrochase un poco, dejando casi al descubierto uno de sus pechos. Ahora podía ver el gran bulto que marcaba el mensajero en sus pantalones, él intentaba disimularlo pero era más que evidente.

En la tercera caja descubrió el desastre...su novio le había enviado unas figuras de cristal tallado, bastante feas, debían ser típicas de la zona en la que estaba trabajando. Ella no sintió ninguna pena por las figuras, pero le dió mucha lástima el pobre mensajero que ahora estaba sudando.

-Vaya, aquí está lo que se ha roto.

-Señora, se lo pagaré cueste lo que cueste, pero no avise a mi empresa, necesito este trabajo.

Mientras el mensajero se disculpaba, su novio decidió utilizar la aplicación del vibrador, menudo momento más inoportuno! Empezó a oírse un zumbido, y ella empezó a temblar de placer, agarrándose al brazo del mensajero pra no perder el equilibrio.

-Señora, está usted bien?

-No me llames...ah...señora. No soy...mucho más mayor que tu.

A penas podía hablar, esa cosa vibraba a máxima potencia y ella estaba lubricando de excitación.

-Puedo ayudarla en algo señora?

Ella ahora se había caído de rodillas al suelo, abriéndose el cordón de la bata del todo, dejando ver su cuerpo húmedo y excitado. Su pelo caía sobre sus pechos totalmente duros y brillantes. El mensajero ante esa situación se quedó inmóvil, y ahora su erección era más que evidente.

-Puedo ayudarla? Quiere que me marche?

-no! Le gritó ella. No te...no te vayas! Cierra la puerta...acercate!

El chico obedeció y ella ahora desatada por la lujuria acercó sus manos a la cintura del mensajero, desabrochándole el pantalón de trabajo, que cayó con rapidez al suelo, dejando ver su miembro duro bajo unos boxers grises muy sencillos. La mancha de líquido preseminal marcaba el glande, que ella decidió morder por encima de la ropa interior.

-Quieres pagar las figuras? Pues no digas nada, solamente déjame jugar contigo...Dijo mientras bajaba aquellos boxers dejando la brillante cabeza de su miembro delante de sus labios, que la abrazaron en una mamada lenta y deliciosa. Como echaba de menos aquello! El contacto con un hombre! El sabor de aquel pene en su boca la excitó tanto que ya ni siquiera sentía aquél aparato vibrando en su interior. El chico posó una de sus manos sobre su pelo mojado, marcando el ritmo de aquella boca, aquella lengua recorría el tronco y las venas hasta llegar a su escroto, que el chico llevaba depilado. Le gustaba eso, que se cuidara, no era una cosa solo de mujeres. Ella iba completamente depilada para satisfacer a su novio y sin embargo tenía que aguantar sus huevos peludos...en cambio aquel mensajero parecía hecho para ella, sumiso, servicial, con un miembro enorme y unos ojos tan tiernos que mientras lo miraba con su miembro en la boca parecían decirle, no pares!

Al notar que la dureza del pene del mensajero crecía, sabía que era hora de cambiar o el juego acabaría demasiado pronto. Se levantó y se tumbó boca abajo en la mesa, apartando violentamente las cajas que cayeron al suelo.

-Quiero que me hagas tuya! Hazlo ahora

Al verla tumbada y a su merced el joven mensajero pudo ver el extremo rosado del vibrador encendido salir de su vagina y se dispuso a extraerlo, pero ella le paró.

-No, no lo saques, hazmelo por detrás. Dijo mientras abría con sus manos sus nalgas, mostrando un oyito rosado y apretado.

Él sorprendido, apoyó su glande sobre el orificio, y empujó con delicadeza, pero no era lo que ella esperaba, así que lo agarró por los glúteos y le obligó a empujar fuertemente, notando como su miembro era engullido por las estrechas paredes de su culito, prácticamente parecía que la estaban follando por primera vez, después de tanto tiempo sin un hombre de verdad a su lado.

El chico muy excitado empezó a moverse acompasadamente, podía notar cada centímetro más apretado que el anterior, y empezó a jadear.

-Señora, nunca me había pasado algo así

-Calla y dame más fuerte! Le dijo ella, que notaba como su novio desde el otro lado del mundo también colaboraba a su excitación subiendo la intensidad y el ritmo de aquel vibrador teledirigido. Podía verse reflejada en el espejo del aparador, le excitaba verse a ella misma sometida por aquel extraño, que ahora sudaba sobre ella mientras la agarraba por los muslos. Sus pechos rebotaban contra la fría mesa de mármol y sus pezones se estremecían haciéndola gemir más y más alto. Los vecinos seguro que la estaban escuchando, pero verse expuesta aún la calentaba más.

-Señora si sigo así me voy a correr

-No pares! Le dijo -Quiero que me llenes! Y diciendo esto se dió la vuelta, poniendo su espalda mojada contra el frío mármol y quedando expuesta cara a cara a aquél chico, que ahora le besaba los pechos haciéndole cosquillas con la barba. Ella aprovechó para quitarle la camisa sudada y acariciar aquel pecho peludo y fuerte, tan diferente al de su marido, más bien delgado y lampiño.

Quería que aquel chico la destrozase, y cogió su miembro ahora duro como una piedra y se lo ensartó de nuevo en su esfínter, apretando los glúteos del mensajero contra ella, para sentirlo hasta lo más profundo de su ser. Ahora podía notar las vibraciones mucho mejor, al tener el peso de aquel hombre encima suyo, podía abrazarlo y notar su deseo, el calor de su cuerpo, su barba rozando su cuello y sus pechos, su lengua dentro de su boca con sabor a menta, probablemente de un caramelo que acababa de comer. Se sentia libre, viva, después de aquel letargo de relación a distancia en la que su único objeto de deseo era una pantalla de alguien al otro lado del mundo.

Abrazó con sus piernas el cuerpo del chico, notando que estaba a punto de vaciarse dentro de ella, notaba como su pene realizaba varias contracciones, unidas a unas embestidas rítmicas y unos jadeos que la hicieron llegar al orgasmo de tal manera que aquel pequeño aparato vibrador resbaló de su interior cayendo al suelo con un zumbido incesante.

El chico la besó tímidamente, salió de su interior, goteando al suelo su semen caliente, que resbalaba por sus muslos. Vio como sin decir nada se vistió y se quedo mirándola. Ella se incorporó, se cerró la bata y le dijo

-Te puedes ir, no te preocupes por las figuras rotas, será nuestro secreto. Y le besó dulcemente en los labios abriéndole la puerta de la entrada. Lo pudo ver subirse a su furgoneta y marcharse, cuando recibió un mensaje al movil de su novio diciendo: te ha gustado  lo que te he enviado?